Capítulo 9
Nueva York 2 de enero del año 2011
Jimin corría a toda velocidad persiguiendo a Yeontan, no tenía la más pálida idea de cómo se las estaba ingeniando para llevar a Tae en su espalda y la correa atada a la muñeca si llegaba a tropezarse, enredarse con sus pies, los tres saldrían peor de lo que estaban.
Luego de poner la pastilla púrpura sobre la lengua de Tae y sobre la de él habían perdido la noción del tiempo, agradecía que Yeontan no se había alejado de ninguno al ser tan pequeño no había podido hacer mucho para ayudar tampoco.
Jimim simplemente había comenzado a sentirse mareado, relajado, los colores bailaban a su alrededor, las cosas parecían no poder quedarse quietas en su lugar ya se había acostumbrado a eso, sucedía cada vez que tomaba esa droga, pero Tae no sólo se había desmayado, había comenzado a convulsionar, y escupir espuma violácea por su boca, sus ojos en blanco y su respiración sonaba como una lija sobre la madera, el chico se moría y Jimin estaba tan completamente drogado que apenas si podía entender lo que estaba sucediendo.
Fue el pequeño perro que al morder con fuerza sus dedos, lo hizo reaccionar, si bien aún seguía viendo como las cosas se movían y los colores comenzaban a brillar cada vez más, logró incorporarse con fuerza, tomar a Tae, ponerlo sobre su espalda y correr, el pequeño tironeaba de la correa desesperado y Jimin seguía el rastro del perro unos pasos por detrás del mismo.
Yeontan pareció entender que su dueño estaba en peligro, y lo único que supo hacer fue correr de vuelta a su casa, Jimin y el peludo corrieron a lo largo de diez calles, sin descanso, sin tropezar, sin caerse o trastabillar, podrían haberle dicho que era el mejor corredor del mundo y en ese momento, Jimin se lo creería, su torpeza no se hizo presente sabía que si lo hacía, Taehyung moriría.
La mansión apareció a lo lejos, y en cuanto llegaron a ella, Yeontan corrió a lo largo de la misma, hasta dar con una entrada secundaria, sólo para personal autorizado, comenzó a ladrar desesperado para que finalmente una señora saliera a ver que sucedía.
— ¿Yeontan?— Pero cuando levantó la mirada hacia Jimin y hacia su hijo el rostro de Hana se horrorizó.
— Tae... ¿Qué sucedió?— Jimin sabía que si mentía podría complicar la recuperación de su amigo.
— Crystal...— susurró. El rostro de Hana se torció, sacó un celular de su bolsillo y marcó al 911.
— Lo siento señora, no fue mi intención...
La ambulancia llegó sin demora, en total Taehyung había estado sólo cinco minutos con dificultad respiratoria y luego de inyectarle algo y aspirarle la espuma de la boca, el rubio despertó. La frenética carrera y la sensación de estar al filo de la muerte, habían quitado todos los efectos de la misma del cuerpo de Jimin.
El muchacho miró tanto a Tae como a la señora que había salvado su vida, dio media vuelta decidido a alejarse, su padre tenía razón, arruinaba todo lo que tocaba.
— ¿Jimin?— La voz de Tae rompió en sus pensamientos, no podía creer que ese muchacho aún era capaz de llamarlo con tanto amor teniendo en cuenta que casi lo mataba.
No se dio la vuelta, simplemente dio otro paso más, papá tiene razón, sólo vete... Se repetía en su mente.
— Jimin, ¿Podemos hablar?— ¿Quién podía rechazar una oferta hecha con tanta preocupación?
Finalmente, el muchacho se dio la vuelta y volvió sobre tus pasos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca Tae estiró su mano y acarició su mejilla. Al mirarlo a los ojos, el mayor sólo pudo ver gratitud y amor en ellos, no había lastima, no había compasión, aunque el chico frente a él casi moría por su culpa lo miraba como si realmente se lo mereciera, como si realmente fueran iguales, como si por fin alguien en ese maldito planeta, lo reconociera como un ser humano, una persona.
Tae lo atrajo hacia él, abrazándolo con fuerza, impidiéndole hacer nada más que aceptar el gesto de cariño.
— Mi nombre es Hana, Jimin... ¿Quieres pasar?— Dijo la señora a su lado, el chico giró su cabeza para poder mirarla, la mujer no parecía enojada, ¿Alguna vez lo había estado? Recordaba haberla visto preocupada, angustiada, pero nunca enojada con él.
— Pero...
— Pero nada— Le cortó Tae con cariño—. Vamos... si aceptas entrar prométeme que vas a dejar tus drogas... Si vienes, te ayudaré a dejarlas Jimin— Esto terminó por convencer al chico, se escuchaba como una promesa para estar juntos, para no sentirse sólo.
Jimin sonrió mientras arrojaba el paquete por la rejilla de alcantarilla a su lado, ese día por casi matar a un hombre había conseguido un amigo y sin importar que pasara en su vida, el chico se hizo una promesa, jamás volvería a hacer algo para dañar al rubio, jamás...
Nueva York, 9 de febrero año 2022
Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad Jungkook se dirigió hacia la cama de Tae, sin perturbar su sueño se sentó en ella con la mayor delicadez posible, su brazo se estiró en la penumbra, buscando instintivamente sentir su mano, su pierna, lo que sea.
El calor de la piel de Tae recorrió su cuerpo desde la punta del dedo con el que la había tocado, hasta la punta de sus dedos de los pies, la sensación electrificante fue como una caricia a su alma y durante un segundo todo estuvo bien, el pelinegro se relajó. Sus parpados comenzaron a sentirse pesados, el cuerpo de Tae comenzó a funcionar como un imán, atrayéndolo poderosamente hacia él y como si su voluntad fuera del tamaño de un grano de arena, Jungkook dejó de luchar y simplemente se recostó sobre él.
Si antes había sentido un suave calor, ahora estaba en llamas, todo lo que el caliente cuerpo de Tae tocaba hervía, todas sus terminales nerviosas recibían descargas eléctricas cada vez con más fuerza, sin embargo, nada se comparó al momento que Tae lo rodeó con su brazo, aquel que tenía la vía intravenosa conectada. Al moverlo el suero que colgaba de un pequeño gancho, golpeó la cabecera de la cama, el ruido pareció alertar y asustar al rubio que instintivamente apretó hacia sí a Jungkook con más fuerza.
El rostro de Tae ahora se apoyaba sobre el hombro del contrario, su pierna izquierda lo rodeaba con fuerza a la altura de sus caderas, era como una prisión, de la que el pelinegro no quería liberarse.
Jungkook se mantuvo lo más quieto que pudo durante los siguientes minutos, no quería que eso se detuviera, en ese punto de su vida tenía que sincerarse consigo mismo, Tae no era cualquier cliente para él, todo en el rubio lo compelía a protegerlo, quería tomarlo entre sus brazos y decirle que podía relajarse, que podía confiar en él porque ese día, entre los brazos de ese hombre, Jungkook se hizo una promesa, jamás volvería a permitir que alguien dañara al rubio, jamás...
De repente, Tae se movió, clavando su nariz contra la nuca de Jungkook aspirando profundamente, para a continuación, esbozar una sonrisa.
— Lavanda... ¿No se considera esto conspiración?
— ¿Le dirás a alguien?
— No...
— Entonces me da exactamente igual como se llame...
La respiración de Jungkook se acompasó a la del rubio ya no podía retener las intenciones de su cuerpo por lo que en contra de toda lógica, de todo sentido común, el pelinegro se dio la vuelta con cuidado, siendo él ahora el que colocaba su brazo sobre las costillas del rubio, haciendo no sólo que sus cuerpos se acercaran más aún, sino que sus narices chocaran suavemente.
La aspereza de la venda que rodeaba los ojos de Tae, hizo temblar a Jungkook, un pequeño recordatorio de que eso estaba mal, de que estaba llevando las cosas demasiado lejos, y que si no daba un paso hacia atrás ahora, no podría dejarlo nunca más, sin embargo, su cuerpo no respondió a la orden de alejarse. Ambos hombres quedaron en silencio, disfrutando de las caóticas ondas eléctricas que recorrían sus cuerpos.
— Tu voz suena mejor que hace una hora— Susurró el pelinegro, no quería arruinar la atmosfera entre los dos, pero realmente necesitaba seguir escuchando al rubio, nunca tendría suficiente de su voz. El rostro de Tae se contrajo, y Jungkook supo que acababa de hacerlo sonreír.
— ¿Estabas preocupado?— El pelinegro cruzó el entrecejo.
— Claro que no, no tengo razones...
— Sin embargo aquí estas, en los brazos de tu cliente... ¿Haces esto de forma regular con otros
El chico se quedó en silencio, era obvio que no lo hacía, pero decirlo en voz alta implicaría admitirlo, admitirlo en voz alta significaría otro clavo más sobre el ataúd de su endeble matrimonio, admitirlo indicaría que sin importar el poco tiempo que llevaba conociendo al rubio se había metido en su corazón sin pedir permiso, simplemente había tirado la puerta de una patada y se había quedado allí. De pronto su cerebro terminó de procesar aquello que el contrario acababa de decir.
— ¿Cliente? ¿Quieres decir que...?
— ¿Qué tu eres mi abogado y yo tu protegido?
— Estar así...— Dijo haciendo un gesto hacia sus cuerpos—, no es ético si soy tu abogado
— ¿Le dirás a alguien?
— No...
— Entonces me da exactamente igual si lo es— ¿Acababa el rubio de usar sus mismas palabras contra él? Jungkook sonrió, no había cámaras y era ya el turno nocturno por lo que tampoco los molestarían, a menos que Tae llamara a las enfermeras, estarían bien—. Jungkook soy una persona muy simple, si mi instinto está en paz, yo lo estoy... así me siento contigo— Lo que respondió el pelinegro fue desde la más pura inocencia, su cerebro no se detuvo a procesarlo antes de decirlo:
— ¿Así lo sentiste a Kai también?— La negrura de la habitación le impedía distinguir cualquier cosa, aun así pudo percibir la tensión del cuerpo del rubio y se arrepintió ni bien comprendió lo que había hecho—. Lo siento... a veces no proceso lo que digo...
La voz del pelinegro reflejaba un total arrepentimiento y vergüenza por haber sacado a colación el nombre de Kai en un momento tan íntimo como el que estaban viviendo.
Contrario a lo que esperaba Jungkook, Taehyung comenzó a reírse el sonido era cómo el muchacho imaginaba que debía sonar la voz de un ángel, sin embargo la risa pasó a ser tos, una tos seca y carrasposa, el movimiento violento de esta misma produjo que el cuerpo del rubio vibrara violentamente, por lo que Jungkook lo apretó con más fuerzas, mientras acariciaba su espalda para intentar calmarlo.
Antes de que cualquiera de los dos pudiera agregar algo más la puerta se abrió, la luz blanca y brillante del pasillo, rompió la atmosfera de la habitación y Jungkook se levantó de la cama casi como si tuviera un resorte en la espalda. El rostro de Tae también reflejaba preocupación, hasta que la persona habló.
— Tae cariño, ¿Llamaste?— Dijo Hana, aunque su voz sonaba normal, interrogó con la vista a Jungkook.
— No mamá
— Presionaste el botón...— Tae se movió con un poco de esfuerzo, hasta que dio con el pequeño aparatito blanco con un botón rojo en el centro, y varios otros con diferentes dibujos en él.
— Creo que me recosté sobre él— Admitió avergonzado por haber sido encontrado en esa situación. Hana expiró aliviada sonrió a pesar de que su hijo no podía verla, y luego le hizo un gesto a Jungkook, el cual acató sin reproches, acariciando suavemente el brazo a Tae para hacerle saber que se retiraba de allí.
El pelinegro cerró la puerta tras de sí, siguiendo a Hana, ambos se metieron en una habitación desocupada, luego de asegurarse que no hubiera nadie, la enfermera habló.
— ¿Entiendes el precio de lo que estás haciendo?
— Lo hago
— ¿Estás seguro? Jungkook vendrán por ti y no será bonito. Tienes un hijo, una esposa, el precio de este caso es tu vida, y quizá la de ellos ¿Entiendes esto?
— Nadie tocará a mi hijo... ni al tuyo, mi vida me da exactamente igual— De repente Hana se abalanzó sobre Jungkook, la fuerza con la que sus manos se clavaron sobre los hombros del pelinegro lo asustó por completo, parecía desesperada.
— Promételo... promete que cuidaras de Taehyung cuando yo no esté... promételo en serio, porque todos los que entraron en su vida lo traicionaron, Jungkook... no podrá aguantar otra decepción— Jungkook tomó a Hana por sus brazos, en vez de tirar para que no siguiera apretando con tanta fuerza, el pelinegro la acarició con cuidado, relajando sus músculos, hasta que la mujer aflojó el agarre por sí sola.
— No sé porque tienes tanto miedo, aun así... Hana prometo hacerme cargo de Tae si algo te sucede... aunque sé que no te pasará nada— La enfermera lo miró a los ojos mientras Jungkook hacía su promesa, y su alma encontró la paz que tanto había estado buscando, lo sabía, el pelinegro era el abogado indicado—. Puedo preguntar... ¿Por qué a mí y no a Hoseok?— Hana continuó mirándolo, como si procesar la pregunta le llevara una eternidad, finalmente respondió:
— Hoseok es un soñador, un idealista, es bueno para seguir instrucciones, pero es aún mejor a la hora de escaparse... Han pasado muchos años, y creo que el ataque de Taehyung lo ha asustado demasiado...
— Yeontan no está con Hoseok ¿verdad?— Hana negó, entendía que la enfermera había tenido miedo de admitir que su hermano se había escapado, convirtiéndose en uno más en la lista de personas que abandonaban a Taehyung.
— No lo culpes... No existe en este mundo alguien que pueda amar y aceptar tanto como él, pero a veces sólo quiere escapar. Creo que ha resistido demasiado, lo que ha hecho en la prisión para asegurarse de que Tae estuviera bien...
— Sólo necesitaba un respiro
— Exacto, sé que volverá en unos meses... pero no tengo tiempo para esperarlo, eres el único que me queda.
— ¿De qué hablas?
— Encárgate de los idiotas que golpearon a mi hijo
— ¿Por qué tantas evasivas? ¿Qué quieres decir? Sólo dímelo, estoy aquí y no saldré corriendo
Hana lo miró como si todo su cuerpo estuviera atravesando un dolor absoluto, sus labios se fruncieron hasta desaparecer, y sus ojos a punto de salirse de sus órbitas, lagrimeaban desesperados. La enfermera tuvo que tomarse un tiempo hasta que volvió a la relativa calma de nuevo.
— No puedo... hablar de eso... físicamente... no... puedo...— Cada palabra parecía ser escupida con desesperación, como si su lengua no quisiera pronunciarla y su cerebro no quisiera pensarlas—. Prometo intentarlo... prometo encontrar una forma, pero prométeme que cuidaras a Tae— Jungkook asintió, y Hana sonrió.
Luego de ese extraño intercambio de palabras, ambos abandonaron el lugar la enfermera se dirigió a su estación de trabajo y Jungkook a la habitación de Tae, cuando entró en ella lo vio, la frazada había resbalado hasta sus piernas y parecía temblar levemente, quizá tuviera frio. El pelinegro se acercó y lo arropó con cuidado, para luego sentarse en el sillón cama ubicado al lado del rubio.
Su celular comenzó a vibrar la foto de Lisa le devolvió la vista, del susto casi deja caer el aparato ver su nombre en el celular le hizo procesar todo lo que había vivido ese día, ¿Cómo podía hablarle a su esposa luego de acostarse con tanta comodidad con un hombre? ¿Cómo podía estar más preocupado por eso, que por la reacción que podría tener ella?
— Cariño... estas con vida— dijo en un tono burlesco, casi como si se hubiera decepcionado de que lo esté.
— Lo siento, la reunión con las chicas fue espectacular, no me di cuenta que no te había actualizado, ¿Te preocupé demasiado?
— No cariño, me imaginé que si algo te pasaba, iba a enterarme— La risa de su mujer estalló en su oído, obligando al muchacho a alejarse el celular del oído—. Me alegro que llamaras, si quieres hablar con Kun, llama a Jin...
— Cariño... no creo que vuelva el miércoles...
— ¿Cancelaron tu vuelo?
— No... verás, Jennie me propuso un trabajo... ganaría más de lo que gano allá, pero más que nada podría tener mi tiempo, mi lugar de trabajo, mi independencia...
— Me parece perfecto— dijo Jungkook de la forma más seca que pudo—. Tengo que irme... llama a Jin y dile a nuestro hijo que lo abandonaras... de nuevo
Jungkook cortó la llamada y apagó el aparato estaba enojado, estaba furioso y lo que más le asustaba de esa sensación era que ni siquiera estaba furioso por que la chica aceptara el trabajo, sino porque había decidido por encima de la vida de su hijo, sin importarle una mierda cuanto lo extrañara el pequeño.
— Ven— La mano de Taehyung golpeó suavemente el colchón de la cama, Jungkook no lo dudó, había enterrado su lógica dos metros bajo tierra hoy era de esos días que no quería pensar, sólo quería sentirse bien.
Se recostó en el espacio que el rubio había hecho para él, y se refugió en sus brazos, ya no tenía que ser fuerte, ya no tenía que ser valiente, ya no tenía que fingir que podía arreglarlo, por fin había encontrado a alguien a quien no debía demostrarle nada, que abría sus brazos y lo aceptaba como estaba, roto por dentro, vacío y completamente aterrado.
Su cuerpo se relajó, la ira desapareció, iba a decir algo, pero el rubio comenzó a cantar, no lo hizo en voz alta, más bien lo estaba arrullando.
— ¿Te sientes mejor?— Susurró Tae en el mismo tono con el que acababa de cantarle. Jungkook asintió.
— No creo que las cosas con Lisa estén bien, tenías razón...
— Suelo tenerla, pero ¿En qué?
— Quiero el divorcio.
— ¿Por qué ahora?
— Nunca terminamos de congeniar, pero pensé que era yo que estaba haciendo las cosas mal. Luego llegó Kun y supe que tenía que esforzarme aún más por él y por ella... Taehyung, Lisa me mira como si fuera lo único que importa en este mundo...
— Y tú no puedes devolverle eso...
— Creo que nunca pude...
— Repito, ¿Por qué ahora?— Jungkook no sabía cómo responder a esa pregunta sin quedar en evidencia, ¿Cómo podía explicarle que la razón de haber abierto los ojos era él? El muchacho al que no conocía de nada, el mismo que lo abrazaba con fuerza y lo acariciaba en ese momento, ¿Cómo admitir lo inadmisible? Jungkook se estaba enamorando.
Las caricias no se detuvieron en ningún momento, Tae entendía lo que el pelinegro necesitaba, solo había pasado por eso una sola vez en su vida, el día que había conocido a Jimin... no quería pensar en ello, pero la sensación era muy similar, su cuerpo sabía qué hacer, su alma estaba por fin en paz.
— Ahora tengo algo por lo que vale la pena luchar— Respondió al final.
— ¿No lo tenías antes?
— Kun me hizo luchar por lo que es correcto, porque pensé que debía ser así... tú me haces querer luchar por lo que quiero, por lo que siento...— El silencio los abrazó con cuidado, no era un silencio pesado o incómodo, era cálido, reconfortante, cómo si admitir esas cosas en voz alta, hubiera liberado por fin a ambos.
Tae continuaba acariciando su espalda, sólo que esta vez Jungkook también estiró su brazo hasta rodearlo, llegando a la espalda del rubio y acariciándolo como lo hacía con él.
— No puedo ser la razón de tu lucha Jungkook... ¿Si desaparezco un día? ¿Si me matan? ¿Y si simplemente te dejo? ¿Volverás con Lisa?... No me gusta que me usen, no seré tu excusa...— Esta vez las caricias se detuvieron, Jungkook sabía que Tae no estaba enojado, tenía miedo, miedo de volver a confiar en alguien más, puede que el rubio se haya metido en su corazón partiendo la puerta de una patada y sin avisar, pero Jungkook aún no podía derretir el hielo que se había formado alrededor del corazón de Tae y no podía forzarlo a eso. Taehyung era una persona de hechos, no de palabras, Taehyung necesitaba ver para creer y aunque lo hiciera, lo habían dañado tanto que vivía constantemente pensando que algún día todo el mundo lo dejaría, Jungkook supo que en lo que restaba de su existencia junto al chico, le demostraría que no era como los demás.
— Eres la razón por la que puedo ver claramente luego de tantos años... lamento la analogía, pero es así...— Dijo el pelinegro suponiendo que hablar de "ver" cuando Tae acababa de perder la vista no era un tema agradable para el rubio. Le tomó por sorpresa que el chico comenzara a reír, y esta vez no se detuvo, no hubo tos severa, sólo la risa angelical que resonó tan perfecta y hermosa como siempre debió de ser.
— Por lo menos ahora no tienes miedo de decir las cosas... aunque debo repetirte, nunca pidas perdón conmigo Jungkook...— De nuevo el silencio se hizo presente, Taehyung había vuelto a acariciar la espalda del pelinegro. Lentamente ambos se dejaron llevar por el cansancio, sin pensar en las consecuencias que podría haber si los encontraban así.
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