Capítulo 13
Nueva York 15 de abril del año 2021
Jimin terminó de subir los escalones que le faltaban, miró por última vez hacia atrás casi como si estuviera esperando que algo o alguien lo detuviera, pero allí no había nadie.
Exhaló y siguió su camino, divisó no muy lejos de allí la cornisa del edificio, no le costó demasiado auparse a esta y sentarse en el filo, mirando al vacío, el ruido del embotellamiento de las ocho de la noche, le llegaba ahogado a sus oídos, como si todos sus sentidos fueran secundarios, lo único que podía escuchar con claridad, era el latir de su corazón.
Uno pensaría que los minutos previos a suicidarse serían caóticos, serían un torbellino de sensaciones, emociones, uno pensaría que quizás tu cerebro haría un tráiler resumiendo la vida que viviste hasta ese momento, pero no, Jimin estaba en paz, estaba en calma, una calma zozobrante que no había tenido hasta ese momento, hasta el mismísimo segundo que la idea había comenzado a rondar su cerebro no había comprendido lo mucho que se detestaba así mismo, el asco que sentía al saber que todo en su vida era su culpa.
Si se hubiera quitado la vida diez años atrás, Taehyung no estaría donde estaba, Kai seguiría vivo, jamás se hubiera enamorado de Namjoon, y arruinado su vida, su padre no tendría de que avergonzarse, todos ganaban con su muerte ¿Por qué no lo había hecho?... eres un maldito cobarde...
La voz de su padre retumbaba en su cerebro, no tenía por qué engañarse, no se había atrevido a quitarse la vida, incluso habiendo podido drogarse hasta la muerte, pegarse un tiro o simplemente saltar, porque era un maldito cobarde.
Volvió a mirar hacia abajo, la gente en la planta baja parecían pequeñas hormiguitas caminando apuradas, el ser humano no podía entender la preciosidad del tiempo, aquella única cosa en el mundo que no podía ser recuperada jamás, la gente que vive corriendo de un lado al otro como gallinas sin cabeza en constante búsqueda de algo que ni si quiera existe y Jimin se había hartado de eso, no había vuelta atrás, no iba a encontrar el perdón en esa vida, pero si el universo era bondadoso con él, quizá podía hacerlo en la siguiente.
Se levantó, al principio con cuidado, aunque eso le causó risa, ¿Qué importaba si no tenía cuidado? La idea era la misma, si se tiraba o resbalaba de todas formas caería ¿Verdad?
Cerró los ojos, toda la tranquilidad que había aparecido junto a la decisión de quitarse la vida, desapareció, su corazón acelerado, desbocado, no quería rendirse, su cerebro liberaba adrenalina en un vano intento de hacer entrar en razón a su consciencia, todo su cuerpo se negaba a arrojarse al vacío, iba en contra de todo instinto de supervivencia, pero Jimin estaba determinado a hacerlo, era un hombre muerto en su cabeza, quería serlo en la realidad también.
Levantó un pie y lo dejó flotando sobre el vacío, lo haría a la cuenta de 3.
— Uno... Dos... —Cuando estaba a punto de llegar al tres unas fuertes manos se enrollaron en su cadera y tiraron con tanta fuerza hacia atrás que Jimin perdió el equilibrio y cayó sobre el dueño de esas manos, escuchó un leve quejido y el rubio comprendió que de no haber estado esa persona allí en ese exacto segundo, habría cometido el error más grande de su vida, no se podía volver a atrás si se arrepentía.
Por fin pudo exhalar y relajar su cuerpo, su cerebro dejó de generar adrenalina y el peso de su decisión se sintió desde las puntas de sus dedos hasta su cabeza, la sensación de finitud lo golpeó con tantas fuerzas que simplemente se dio la vuelta y rompió en llanto sobre el pecho del extraño, estaba jodido de la cabeza, estaba endemoniadamente hundido en la puta mierda.
El dolor físico y mental se extendió por todos lados, su garganta se quemaba, su pecho estaba en llamas y todo a su alrededor se redujo a una oscuridad absoluta, en la que sólo era consciente del ruido apabullante de su llanto. El tiempo parecía no pasar, su llanto parecía no parar, pero al extraño no pareció molestarle, simplemente sobaba su espalda con toda la paciencia que podía encontrar.
— Shhh, todo estará bien pequeño... respira... ibas a tomar una gran decisión allí arriba, ¿Verdad? —Jimin asintió, sus lágrimas comenzaban a menguar y aunque seguía llorando, era capaz de entender lentamente lo que sucedía a su alrededor.
Incorporándose levemente miró a su interlocutor, se enjugó las lágrimas y lo miró con atención, no podía salir de su asombro al ver quién era.
— ¿No eres tú Min Yoongi? —El aludido levantó las cejas, el rubio al parecer lo había tomado por sorpresa—. Si lo eres... amaba tu música, solías tocar aquí, en el restaurante Claro de luna... ¿Me equivoco? —El peliblanco lo miró con una sonrisa radiante.
— ¿Aún recuerdas eso? Deben haber pasado unos ocho o nueve años
— Solía... solía venir con alguien especial aquí
— ¿Y pensaste que sería poético terminar tu vida en el mismo lugar? —Jimin cruzó el entrecejo, cinco minutos habían pasado y ese hombre ya estaba haciendo bromas con lo sucedido.
Al parecer su rostro fue demasiado gracioso para Yoongi, por que el chico comenzó a reírse de su expresión. Jimin estaba furioso, un creído pianista se reía de su poética forma de quitarse su propia vida, lo que le faltaba. Se levantó con brusquedad, pretendía salir de allí como todo un dramático.
— No, chico espera, no estaba riéndome de ti... suelo reírme cuando estoy nervioso. —Yoongi estiró su brazo y logró tomar el dobladillo de los pantalones del rubio—. Lo siento... empecemos de nuevo, soy Min Yoongi, ¿Cómo te llamas? —Jimin se dio la vuelta y finalmente estiró su mano para ayudar al pianista a levantarse.
— Jimin. —El peliblanco aceptó la ayuda y le dedicó una sonrisa, que a Jimin se le hizo extrañamente tierna.
— Dime Jimin, ¿Te gustaría contarme un poco más de eso, en el reservado del restaurante? —Jimin sonrió, realmente podía sentir que algo estaba sucediendo, quizá era lo que necesitaba en ese momento.
— Si, me gustaría mucho.
Jimin y Yoongi regresaron por el mismo camino que minutos antes, Jimin había atravesado. Sólo que esa vez, no se sentía tan mal.
Nueva York 11 de febrero año 2022
Jimin abrió los ojos, la sensación de ahogo, tristeza, angustia, revoloteaba en su pecho aún, peor, más grande que eso, la voraz necesidad de drogarse volvió a irrumpir su cuerpo. Estaba temblando levemente y cada segundo que pasaba, era un segundo menos que no tenía droga en su sangre, un segundo más que debía sentir la culpa carcomiéndolo desde el interior.
Comenzó a rascarse con fuerza, con saña, casi como si esperara arrancarse toda la piel, solo para no volver a sentir. Sin embargo una mano blanca apretó con fuerza la suya impidiendo que siguiera autolesionándose.
Jimin se dio la vuelta, y sus ojos se cruzaron con los hermosos ojos café de Min Yoongi, no tenía que decir absolutamente nada, porque en ellos se reflejaba todo, estaba preocupado por él, preocupado por sus crisis, preocupado por sus pesadillas, Yoongi lo miraba con total devoción y preocupación, como si lo más valioso de su existencia, estuviera en peligro de perecer ante los insondables recuerdos y sentimientos.
— Te harás daño Jiminnie... —Con un brazo firme pero gentil Yoongi alejó la mano de Jimin de su cuerpo, evitando que siguiera rascándose—. ¿Quieres agua? —Jimin negó se dio la vuelta y escondió su rostro contra el pecho del pianista y simplemente comenzó a llorar.
Yoongi se mordió el labio inferior, sabía que hacer cada vez que su pequeño príncipe tenía sus crisis, recordaba las incontables horas de llanto al comienzo de su relación, llanto al cual Yoongi no estaba acostumbrado, pero que escuchaba sin interrumpir hasta que el rubio lograba tranquilizarse, el peliblanco había aprendido como apoyarlo a lo largo de ese último año en el que habían comenzado a salir.
Se dio la vuelta y abrazó con todas sus fuerzas a su novio, sus dedos recorrieron la piel ajena, desde su nuca hasta el cóccix, lento, amable, amoroso, con cuidado de no alterarlo más, mientras le susurraba que todo estaría bien, que él estaría con él, que no tuviera miedo y jamás lo dejaría solo. El llanto fue cediendo hasta que sólo fue un hipeo leve.
— Lo siento, siempre parece que terminas consolándome... soy un idiota
— ¿Ya te dije que te amo Jiminnie? —Le susurró Yoongi al oído, mientras seguía acariciándolo.
— ¿Cómo lo haces? —El peliblanco lo obligó a levantar la cabeza hasta que sus ojos se encontraron.
— ¿Cómo no hacerlo? Eres el ser más precioso de esta tierra...
— Quédate a mi lado por mucho, mucho tiempo...
— Me quedaré para siempre Jiminnie —Yoongi acercó sus labios a los de su pequeño príncipe y lo besó, lo beso con amor, lo beso despacio, disfrutando de las pequeñas cosquillas que le producía, lo besó de la única forma que sabía, mientras lo abrazaba con fuerzas y seguía acariciandolo.
Jimin supo que si el peliblanco dejaba de abrazarlo, se desmoronaría hasta quedar en nada, en ese momento, en ese exacto segundo, lo único que le impedía caer en la locura, eran los fuertes brazos de Yoongi.
El sol comenzó a salir pacíficamente y la luz comenzó a iluminar la negrura de la habitación, los dos sabían que debían dejar de lado las caricias matutinas y comenzar las rutinas matinales, pero darse amor era de las cosas que más disfrutaban ambos.
Finalmente Jimin mordió suavemente el labio inferior de su novio, no pretendía nada detrás de ese acto, más que hacer que retroceda y poder levantarse, pero Yoongi se tomó eso como un incentivo para profundizar el beso. Jimin logró, usando todas sus fuerzas, alejarse de él para terminar cayendo por el costado de la cama, al suelo, sus risas llenaron la pequeña casa.
Yoongi se asomó para ver si Jimin estaba bien, y este le devolvió la vista, sus ojos brillaban como el cielo estrellado, y el peliblanco lo supo, supo que era el único que podía hacer resplandecer la mirada del rubio.
— ¿Tienes algo que hacer?
— Amm, tengo que ir a casa de Nam —Yoongi para ese entonces ya había puesto los pies en el suelo y estaba buscando su camisa de seda, se detuvo sólo para mirarlo, lo primero que sentía cuando Jimin mencionaba ese nombre era una ira desproporcionada que terminaba siendo descargada en sus horas de gimnasio, pero se relajó cuando el chico le sonrió—. Me llamaron en la noche.
— ¿Tan importante es? ¿Por qué no hacen lo que todos y llaman a la policía?
— Cariño... yo soy la policía.
— No hablo de eso Jimin... —El rubio se levantó despacio y caminó hacia su novio, le quitó la camisa de las manos y se sentó a ahorcajadas, pasando sus brazos alrededor de su cuello, acercando su rostro hasta que sus narices se tocaron.
— ¿Estás celoso? —Susurró mientras movía su cadera lentamente, generando una deliciosa fricción entre ambos, amaba provocarlo y molestarlo. Yoongi llevó sus manos al trasero del menor, y las apretó con fuerza contra sí, para aumentar el contacto.
— Puede ser... —Jimin se acercó y comenzó a darle pequeños besos sobre la línea de la mandíbula, se había humedecido los labios por lo que fue dejando un sendero húmedo a lo largo de la misma, nunca detuvo sus movimientos de cadera, sabía cómo enloquecerlo.
— Te aguantas...
Jimin frenó en seco y antes que el contrario pudiera hacer algo, se levantó y siguió ordenando el cuarto. Cuando pensó que quizá se había extralimitado, quiso darse la vuelta para ver la reacción de Yoongi, pero una fuerza lo presionó contra la pared, no fue violenta, pero si fue firme.
Dos manos comenzaron a recorrer su piel desnuda, sus pezones sensibles se frotaban contra la rugosa y helada pared, creando un contraste con el calor que empezaba a sentir en todo el cuerpo. Tiró su cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro del contrario, podía sentir que tanto él como el peliblanco, tenían las mismas ganas de amarse físicamente.
La mano del hombre fue acercándose a su miembro, y comenzó a frotarlo por encima del bóxer, la otra mano había subido hasta tapar su boca.
— Shhh, si permites que salga un solo sonido por allí, te castigaré... —Luego de eso, comenzó a trazar un camino entre la base de la nuca de Jimin y la parte de atrás de su oído, sabía que esa zona era demasiado sensible para él, por lo que se asombró gratamente cuando el rubio logró controlar su gemido... pero no podía ganarle, no a él, no el juego de calentar al otro. Finalmente le susurró—. ¿Me amas?
— Cla...Claro que... lo hago —dijo con dificultad Jimin mientras gozaba de las caricias de Yoongi. Su novio comenzó a reír y se alejó.
— Acabas de emitir un sonido... estaré esperándote esta noche para tu castigo Jiminnie —Yoongi salió de la habitación, aún medio desnudo y con una erección gigantesca, pero al menos había ganado.
— Maldito... Min ven aquí inmediatamente y hazte cargo —Jimin también salió de la habitación, pero en bóxers, y comenzó a perseguir por la casa a Yoongi, el cual quería ir a la cocina para comenzar a cocinar el desayuno—. Dame amor... —Gimoteó saltando desesperado sobre el peliblanco y rodeando con sus pies la cintura del contrario.
— No, no, no... tienes trabajo que hacer
— Pero me deseas —Dijo Jimin poniendo morritos y moviendo su cadera, podía sentir que parte de la anatomía de Yoongi lo deseaba tanto como todo su cuerpo, pero el muchacho logró desenredar los pies de Jimin y bajarlo con cuidado.
— Tu castigo durará lo que yo quiero que dure, por calentarme a la mañana, ahora estarás caliente el resto del día... pensando en lo que mi lengua podría haberte hecho... si no me hubieras tentado de esa forma.
— No... lo siento... no es justo... quiero probar lo que hubieras hecho... —Lo miró con sus ojos, esos ojos a los que la mayoría no podía resistir. Min Yoongi, simplemente se remitió a morder la banana que había tomado de la mesa, la metió hasta el fondo y logró tomar la mitad en un solo bocado. Cuando pudo tragarlo todo sin morir en el intento volvió a hablar.
— Esa podría haber sido la tuya, pero ya sabes... —luego de eso le dio una suave nalgada y comenzó a sacar la sartén para hacer los hotcakes, mientras escuchaba cómo el rubio se daba vuelta enojado y probablemente excitado, para ir al baño. Segundos después, la caldera se encendió y el sonido del agua inundó la casa—. ¡Más te vale que no te estés masturbando, o en serio que voy a castigarte!
Cuando el rubio salió del baño, estaba completamente rojo, como si se hubiera bañado en agua hirviendo, pero Yoongi sabía que no se había tocado, lo podía ver en sus ojos.
— ¿Miel o jarabe?
— Eso depende, ¿Qué vas a usar esta noche? -Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
— Ninguno... —una de las cejas de Jimin se levantó por el asombro—. Tengo algo más en mente, así que puedes elegir lo que quieras.
— Miel, pero caliéntala unos segundos en el microondas... ya sabes, sólo...
— Sólo veinte segundos a la mitad de la potencia total... lo sé cariño. —Jimin le sacó la lengua como un niño, y luego se fue al cuarto para vestirse.
Desayunaron entre risas y algunas anécdotas del trabajo de Yoongi, si bien hacía años que no trabajaba en el restaurante que los había unido, el pianista había conseguido un puesto dentro de un teatro muy famoso de la zona como pianista y tecladista principal y no sólo eso, al director del teatro le había encantado tanto su trabajo, que le daba carta libre al músico para que creara sinfonías nuevas que fueran acorde con las diferentes escenas de las distintas obras que presentaban, lo que hizo sentir a Yoongi como si tuviera el mejor trabajo del mundo.
Ese día tenían ensayo, el chico había presentado una de sus últimas piezas hacía cosa de unas semanas, y debía instruir a la orquesta y al director de la orquesta la visión general de la misma, para que se sepa que es lo que quería exactamente.
Jimin miró a su novio segundos antes de besarlo sin vergüenza, en la puerta de la casa, luego de eso, ambos se subieron a sus respectivos autos y partieron a sus trabajos. El rubio había pedido que le dieran unas horas libres a eso del mediodía, por lo que las aprovecharía para ir a ver lo que quería Namjoon.
A eso de las diez de la mañana, su ex novio le envió un email, en él había un video y un mensaje:
Hola, ¿Existe forma de poder rastrear, o algo a la persona de negro que aparece en el video? Ahh, ¿Existe la forma de saber que dicen estos registros? Parece que fueron eliminados, tachados o algo así, y sólo se ve las letras IW. Gracias
Jimin releyó el mensaje, sabía que esto no lo había escrito Namjoon, probablemente había sido Jin, le asustaba aún cuanto conocía a su ex pareja para poder saber cuándo alguien más se hacía pasar por él, igual esto no significaba que sintiera nada por él. Quizá la vez que se habían visto en su casa, los recuerdos lo invadieron y se puso algo nostálgico, pero amaba con toda su fuerza a Yoongi.
Descargó el video y la planilla, ya que no tenía casos nuevos, podría echarle un vistazo para ver que podía hacer.
Luego de anotar la fecha y hora exactas en la que el extraño salía de la sala, Jimin comenzó a rastrear la única carretera que llevaba a la prisión, había cámaras tanto en dirección a Nueva Jersey como hacia el centro de Nueva York, cualquiera de los dos lados a los que se haya dirigido, podía rastrearle. Le llevó un tiempo hacerlo, vamos, que estaba rastreando a una persona completamente de negro, no iba a ser rápido.
Finalmente encontró cuatro autos que podrían pertenecer a la persona, tenía más o menos el mismo tamaño y contextura, vestían un gorro tipo pescador, un barbijo negro e iban todo de negro. Tomó nota de las cuatro matrículas. Luego de abrir el programa de búsqueda, anotó la primera de ellas:
Bahk Yoon, Juez general del penal de Nueva York, 65 años de edad. Última dirección conocida: Evergreen 123
Anotó los pocos datos que habían y rastreó la siguiente matrícula:
Jeon Ha-neul, matrona de la familia Jeon y dueña de industrias Jeon, 50 años de edad. Última dirección conocida: mansión Jeon.
¿La señora Jeon? ¿Qué demonios hacía visitando Migung? ¿Qué tenía que ver este pedido con la madre de Kai? Se estremeció, pensar en ese nombre le recordaba todo lo que había dejado atrás, todo lo que había logrado superar.
Detuvo la búsqueda de patentes, y tecleó en su computador el nombre del caso de Taehyung, porque sí, se lo sabía de memoria, había rastreado los pasos del caso casi desde el comienzo, con temor de que algún día cambiaran su sentencia de "de por vida" a "pena de muerte".
Lo que la computadora le devolvió lo llenó de sorpresa según esta, Kim y asociados se estaba haciendo cargo del caso, específicamente un tal Jungkook.
Jimin buscó una foto del chico, no le costó demasiado encontrarla, su asombro fue aún mayor, no podía entenderlo, no podía si quiera explicárselo, pero incluso en esa fotografía sin vida, podía ver una similitud con Kai, sabía que era imposible, sabía que era una locura, pero se parecían demasiado.
Tecleó en nuevamente en la sección de búsqueda, pero de mensajería interna, dónde se almacenaban los casos más antiguos, le asombró ver que había un resultado para la búsqueda Jungkook, era un pedido de captura a Jang Jungkook, se asombró al ver la imagen al compararla con la foto del Jungkook más grande, supo que era la misma persona.
El estado del caso estaba como "resuelto". Anotó la información en su agenda, y continuó rastreando las últimas dos patentes, le esperaba una larga charla cuando llegara a la casa de Namjoon.
Ellaisa B. Lawton, profesora de escuela pública, 28 años de edad. Última dirección conocida: Avenida Clinton 168, Nueva Jersey
Que nombre tan extraño. Pensó mientras anotaba los datos... Ellaisa, deletreó en su libreta para, a continuación buscar la última patente.
Jason Smith, 28 años de edad. Última dirección conocida: estación central.
Jimin cruzó el entrecejo, jamás confiaría en una persona que llevara el nombre y el apellido más común de Estados Unidos, o era falso o era una trampa. Cualquiera de los dos, todos podían ser sospechosos, por lo que anotó la información de los cuatro.
Miró su reloj, oficialmente sus cuatro horas libres habían comenzado, por lo que se levantó con la nueva información, su libreta y su celular y se dirigió a su coche patrulla, destino la casa de Namjoon, para obtener respuestas a todas sus dudas.
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