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Iᥒoᥴᥱᥒᥴɩᥲ 8

El sol de pasado el mediodía comenzó a colarse por las ventanas, iluminando toda la estancia y pegando en el rostro de Jimin. Hacía calor y se sentía pegajoso, la ropa le pesaba y la cabeza se le partía. Le costó unos minutos entender qué había sucedido cuando despertó por completo, el por qué de su dolor de cabeza y como sentía la boca reseca. Su estómago dolía y no sabía si podría levantarse por completo de la cama, aunque lo deseaba porque desesperadamente quería calmar la forma en la que toda su boca se sentía seca, pesada e incluso parecía no poder tragar la saliva que se juntaba.

Su memoria tenía una gran laguna mental aunque venían pequeños recuerdos que lo hicieron querer gritar con fuerza en medio del bosque en donde estaban. La forma en la que le había dicho a Jeongguk que era doncel se repetía tantas veces e incluso alucinaba que aún podía sentir como el agua fría caía de su cabeza hasta sus pies, el como su vecino se había quedado paralizado cuando escuchó lo que le había dicho. Lo había visto estar unos segundos en shock mientras asimilaba lo que le había dicho, luego lo sacó de la ducha, hizo que se secara y se cambiara mientras él hacía algo en la cocina. Jimin quería morir, era un secreto de su familia, algo que su madre le había hecho prometer que no se lo contaría a nadie y que solo lo sabría quien fuera capaz de estar con él como su pareja. Pero lo había dicho y no había vuelta atrás.

Jeongguk duró mucho tiempo despierto mientras su cabeza corría y corría, pensando ciento de cosas que realmente no lo dejaban dormir. Admiró a Jimin mientras entendía el por qué del cuidado excesivo que los Park le daban a su hijo menor, pero tampoco podía verlo como una excusa para el comportamiento que su madre tenía. Ella estaba asustada y lo entendía, pero él no iba a dañarlo. El mundo era una mierda la mayoría de veces, pero lo era aún más para los donceles. Y por alguna razón, quería cuidarlo de toda la maldad que habitaba ahí afuera, quería que la familia Park por fin entendiera que él no tenía intenciones de dañarlo y que nunca haría algo para romper su corazón.

Había dormido muy poco, lo admitía y desde temprano estaba tomando café sin tener un descanso. Preparó el desayuno y una sopa para la resaca mientras esperaba que Jimin se despertara, ansioso por todo lo que tendrían que hablar. Y él había tomado una decisión sin pensarlo, sin consultarlo con nadie más que su cabeza. Y tal vez su cerebro estaba algo mareado, pero él sabía que tenía razón en un cosa y era que iba a cuidar a Jimin, así tuviera que luchar con su madre y su hermano mayor.

Jimin ingresó a la cocina mientras Jeon lo veía atento, ordenando unas últimas cosas. Le hizo una corta seña, indicándole que se sentara para que pudiera servir el desayuno y así lo hizo. Casi no hablaron, casi ni se miraron, pero en segundos ambos podían encontrar la mirada del otro para luego voltearla a otro lugar.

—Oye—Murmuró Jimin con la voz ronca mientras terminaba la sopa—, sé que fue muy repentino, pero entiende que necesitaba soltarlo. No podía seguir ocultandote algo así, ¿bien?—Se escuchaba afligido, pero no arrepentido.

—Lo sé, Jimin. Sé que también era un secreto que tu familia quería guardar por todo lo que últimamente está sucediendo. Realmente no los culpo y menos a tu madre, sé que se preocupa por ti y solo quiere mantenerte a salvo.

—Yo lo sé—Frustrado apretó los puños—. Sé que quiere cuidarme para que nadie sepa que soy doncel y mucho menos para que suceda algo que sucede todo el tiempo con los donceles, pero soy mayor... Soy mayor y quiero hacer mi propia vida, ¿sabes lo mucho que luché... lo mucho... que lloré? Quería trabajar y ella no me lo permitía. Siempre debía salir acompañado de Seokjin y cuando no me dejaba salir, solo podía sentarme en el porche y ver a las personas ser libres... mientras que yo, solo parecía estar encerrado en la burbuja que mi madre creó—Soltó un suspiro algo molesto, algo acostumbrado a lo que ya vivía día a día—. Ojalá fuera más normal como Seokjin.

— ¿Por qué? Eres normal, Jimin—Murmuró el otro—. No tienes por qué intentar ser "normal", eres normal y ya.

—Sí, pero si no fuera doncel podría tener la libertad que Seokjin tiene. Puedo ocultar el hecho de que lo soy, pero mi madre pareciera que no. E incluso sé que a Seokjin le molesta tener que cuidarme, muchas veces me lo dijo y que solo era un estorbo porque no podía disfrutar su juventud como debía. Si fuera como Seokjin todo sería distinto.

Jeongguk no supo bien qué decir, se quedó mirándolo durante un tiempo. Paseó su mirada por todo el rostro contrario mientras admiraba sus ojos color miel, tal vez debería decir algo y tratar de hacerle entender que no tenía por qué decir eso. Jimin era una persona normal y no había nada más que Jeongguk quisiera que el doncel en frente suyo se viera de la manera en la que él lo hacía.

—El cuidado que ellos te dan es un poco excesivo. ¿Privarte del mundo solo porque eres doncel? Los entiendo, pero siento que en ocasiones es mucho. Sé que tu madre piensa que no puedes cuidarte a ti mismo, pero yo creo en ti. Yo creo que puedes hacer todo lo que te propongas sin esperar nada de nadie.

Jimin respiró hondo, como si eso que acababa de decir Jeongguk fuera lo que necesitaba para que el peso que parecía llevar en sus hombros se desvaneciera, tan solo un poco. Como le había dicho, quería disfrutar de su vida y tratar de ser feliz a su manera, pero a la vez su mente le terminaba traicionando y esa parte dócil casi sumisa le hacía obedecer a todo lo que su madre una vez le había dicho. Traicionarla a ella de esa manera no estaba en sus planes

El calor era insoportable dentro de la cabaña así que la idea de Jimin era salir y refrescarse en el lago que estaba a unos metros. Jeongguk lo acompañó mientras él se sentaba en el muelle y observaba al otro jugar con el agua como si fuera un niño pequeño, como si al fin hubiera encontrado la libertad que tanto buscaba. Y se alegró, sonrió en grande cuando lo vio disfrutar de esa forma con el sol encandilando su figura y sus ojos brillando hermosamente.

Jimin era hermoso y Jeongguk no lo negaba. Las cosas no serían fáciles de eso estaba seguro, pero mientras tanto disfrutaría del secreto que estaban creando. Tenía el apoyo del progenitor y conseguir el de su madre y Seokjin se convertía en un tira y afloja constante del cual podría o no salir una guerra contra sus vecinos, pero si se ponía a pensar no le importaba. Nunca había faltado el respeto y dar un paso en grande con Jimin parecía ser sumamente difícil, pero si tenía que esperarlo, claro que lo haría. Ahora y todo lo que le tuviera que llevar.

— ¡Ven, Jeongguk!—Gritó flotando en el agua mientras la hermosa sonrisa en su rostro parecía no borrarse con nada.

¿Podría haberse bronceado lo suficiente ya? Claro que sí por eso no dudó en meterse dentro del lago y acercarse a Jimin, le tiró agua al rostro y el menor abrió la boca con fingida sorpresa antes de hacer lo mismo para luego tratar de huir. Guk lo atrapó por la cintura y lo acercó a su cuerpo sonriendo de esa manera que lograba poner los pelos de punta a más de una persona. Jimin lo miró a los ojos y él simplemente pudo prestarle atención antes de comenzar a cerrar la distancia que los separaba. Lo besó, suave y tierno, teniendo un cuidado no creíble en el otro.

—Tú realmente me gustas—Murmuró Guk sobre sus labios mientras sonreía suavemente. Jimin lo abrazó por el cuello y pasó su nariz por el costado de este, haciéndole cosquillas.

Jimin era muy olvidadizo la mayoría del tiempo y tal vez el calor repentino que estaba sintiendo no se debía exactamente al verano, pero siguió sin darle la suficiente importancia a pesar de que su madre se lo había repetido por tanto tiempo.

Enredó sus piernas en las caderas del mayor mientras sus uñas cortas se clavaban en la ancha espalda, Jeongguk estaba haciendo todo lo posible para tratar de controlarse, pero Jimin en serio se lo hacía un poco difícil. Primero que nada ellos debían de hablar, de muchas cosas, como por ejemplo los días que él tenía sus ciclos. Guk vivía con un doncel y en una de esas noches en las que él y Taehyung olvidaron el día que su ciclo de calor llegaba fue como crearon a Myeong–Suk, y realmente sabía que en ese momento ambos no estaban listos para que una bendición llegara a sus vidas.

—Jimin...no creo que sea buena idea—La respiración le faltaba por culpa de los besos torpes que el menor le estaba brindando. Demasiado absorto en la forma en la que el otro parecía mover sus caderas contra las contrarias.

—Me siento...no me siento bien—Murmuró porque sabía que el calor asfixiante lo estaba matando y no era normal. Jeongguk carraspeó e hizo que bajara haciéndole una seña para que lo siguiera.

— ¿Tomas alguna clase de medicamento?—El menor abrió su boca en sorpresa y lo recordó, pero sus ojos brillosos por la fricción que él mismo estaba creando había logrado que su miembro se pusiera duro y necesitaba una liberación—. Estás en tu ciclo, ¿no es así?—Frunció el ceño y miró al mayor con desconfianza—. Vamos, vivo con un doncel. Yoongi me ha explicado todo lo que tengo que saber para no ser un idiota mononeuronal que cree en mierdas—Le dio un corto beso, un roce de labios para luego alejarse haciendo que Jimin se quejara bajito—. Si tomas tu medicamento estoy seguro de que vas a comenzar a sentirte mejor.

—Pero quiero estar contigo, Jeonggukie—Dijo casi dolido, sintiendo el rechazo en lo más profundo de su inocente alma—. Yo... no... quiero a nadie más.

—Y yo lo sé, cariño. Pero escúchame, podemos hacerlo en otro momento, podemos estar juntos cuando quieras, pero sabes que ahora no podemos hacerlo. Me gustas y me gusta absolutamente todo de ti hasta la forma en la que haces berrinches sin que te des cuenta. ¿Quieres un bebé en este momento? Porque realmente no tengo condones en este instante.

—Puedes venirte afuera—Susurró contra su oído y él lo miró con sorpresa.

— ¿Cómo mierda sabes esas cosas?—Encogió los hombros.

—Mamá me lo enseñó, no lo dijo exactamente con esas palabras, pero así hablan los personajes de los libros que leo.

—Maldición, Jimin.

Quería borrar de su cabeza todo lo malo que estaba pasando mientras los ojos vidriosos de Jimin se ponían en su persona, observando sus tatuajes con demasiada atención y mojando sus labios color cereza cada tanto. Lo estaba poniendo en un aprieto mientras trataba de hacer todo lo posible para no caer en la tentación de hacerle todo lo que siempre le decía. ¿Qué tan bueno sería ponerlo a gemir su nombre? Que gritara por él, por más, que lo mordiera, lo rasguñara y lo apretara de la una manera que lo haría hacer tocar el maldito cielo.

Jimin en sí, era todo lo que el pecado significaba y a él realmente no le importaba convertirse en todo un pecador por solo probar un poco más de esos labios, de ese cuerpo y embriagarse de su aroma.

Lo traía loco y tal vez esa locura llegaría a que lo hiciera corromper unas cuantas promesas que se había hecho hace un tiempo.

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