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|o3| Gato

—¿El pueblo de los gatos?

—Síp. Mi papá me contó aquella historia de un hombre misterioso al que le gustaba viajar mucho en sus vacaciones. Se subía a un tren con una sola maleta y bajaba en algún sitio que le pareciera bonito.

El niño junto a ella bostezó rápidamente, doblando las piernas para acomodarse mejor y escuchar aquel cuento, que de por sí ya le resultaba bastante interesante. Mientras que la pequeña niña se llevaba un caramelo a la boca y le quitaba la envoltura a otro.

—Se bajó en una estación de un pueblo que le llamó la atención, pero fue el único. Nadie más se bajó con él. Y no había más personas en esa pequeña estación de trenes, nadie. Entonces, el hombre fue al único hotel del pueblo, y tampoco se encontró con otras personas. Pronto se dio cuenta que en los negocios, las tiendas y en todos lados, no había ningún otro ser humano además de él.

—¿Un pueblo fantasma? —inquirió el pequeño, comiéndose un chocolate.

Ella negó.

—Al caer la noche, el hombre notó que por el puente empezaron a cruzar miles y miles de gatos, de diferentes tamaños y colores. Algunos de ellos comenzaron a ocupar las tiendas, como si fuesen los dueños de los negocios. Otros iban a comer al restaurante del hotel. Eran gatos haciendo cosas de humanos.

El moreno frunció el ceño.

—¿Y qué pasó con el hombre?

—No lo sé —se encogió de hombros—. Siempre me dio miedo escuchar el resto y jamás supe el final. ¿Puedes imaginar a gatos enormes actuando como la gente? Eso me da terror.

—Tks. Si vas a contar una historia, al menos trata de terminarla, Ino. Es problemático.

La pequeña sonrió divertida, haciendo a un lado su cuenco de dulces para ponerse junto a él.

—Shika, ¿crees que Sasuke esté en el pueblo de los gatos?

—Realmente no creo que exista el pueblo de los gatos.

—Pero ya sabes... Antes de desaparecer, él solía decir que un gato lo perseguía a todas partes —Ino suspiró—. Espero que esté bien.

Shikamaru entreabrió los labios para hablar, aunque no tenía idea de qué debería responder a algo como eso, así que prefirió guardar silencio.

A decir verdad, él también esperaba que Sasuke se encontrara con bien.

Su desaparición fue una noticia impactante para toda la aldea. Por varias semanas los maestros de la academia no hacían otra cosa más que hablar de él y lo extraño de las circunstancias. Nadie sabía dónde estaba Sasuke. No había pruebas de que algún familiar se lo hubiese llevado, o que hubiese escapado, simplemente desapareció de la noche a la mañana. Por supuesto que, ningún adulto ignoraba la desaparición de los otros cinco niños antes de Sasuke, pero como ninguno de ellos pertenecía a clanes reconocidos no fue hasta que sucedió lo de Sasuke cuando el mismo clan Uchiha abrió una investigación exhaustiva.

No obstante, todavía no se encontraba ni una pista al respecto.

Era como si la tierra se hubiera tragado a cada uno de ellos.

—Creo que la siguiente soy yo, Shika.

El pequeño niño separó ligeramente los ojos, sorprendido y asustado. Sabía que Ino no decía las cosas por decir, ni mucho menos pretendía llamar la atención. Además, verla cabizbaja y con una expresión vacía, le hizo pensar que posiblemente tenía razón.

Cuando iba a preguntarle por qué decía aquello, la puerta de su habitación se abrió, dejando ver al padre de Ino en compañía del suyo.

—Cariño, es hora de ir a casa.

La niña se aferró a la mano de Shikamaru y la apretó con fuerza, evitando así que pudieran separarla de él.

—Papi, quiero dormir con Shika.

—¿Qué? No, princesa. Ya jugaron toda la tarde, tenemos que ir a casa.

—Papi, por favor.

Shikamaru notó que la mano de Ino temblaba ligeramente en contra de la suya, y entonces la comprendió. Ino tenía miedo, porque de algún modo ella era la siguiente.

—Señor Inoichi, permita que Ino se quede esta noche.

Y él no iba a consentir que nada le pasara.

—¿Qué? Shikamaru, esto es algo...

—Vamos Inoichi. Deja que Ino se quede, sólo por hoy —Shikamaru le agradeció mentalmente a su padre por intervenir—. Tú tienes trabajo esta noche, ¿cierto? Tienes que interrogar al sospechoso que atraparon. Creo que tu hija estaría más segura con nosotros. En estos tiempos tenemos que tomar todo tipo de medidas para cuidar de nuestros hijos.

El rubio lo pensó por un buen rato, pero finalmente cedió.

—Está bien. Como es noche de brujas, el criminal debe estar en cualquier esquina al asecho —el señor Yamanaka hizo un gesto para acomodar los huesos de su espalda. Estaba cansado, era evidente—. Cuida de mi princesa, Shikaku.

...

Shikamaru despertó precipitadamente, atormentado por un impulso. El corazón se le paralizó cuando no notó a Ino recostada a su lado.

Se habían quedado dormidos sobre el suelo, encima de una manta que acomodaron improvisadamente como tapete.

Entonces el pequeño Nara se paró a velocidad sorprendente, buscándola. Pero no fue necesario porque la observó de pie a la ventana, contemplando a través del cristal. El niño respiró con tranquilidad, acercándose a ella poco a poco. Ino estaba rara, tenía los ojos clavados del otro lado de la ventana y no hacía nada más que quedarse parada.

—Ino, ¿estás bien?

Interrogó, mas sus palabras quedaron bailando en el aire al descubrir que del otro lado del vidrio se encontraba un gigantesco gato gris, examinando a la pequeña niña rubia con sus enormes ojos brillantes. La garganta de Shikamaru se secó y pensó que la habitación se tornaba más oscura de lo normal.

Shikamaru intentó ahuyentar al animal, sin éxito. Ino y el gato intercambiaron miradas profundas. Parecía que Ino estaba hipnotizada por el felino, y aunque la sacudió de los hombros, no consiguió desvanecer aquel embrujo.

Ino era la siguiente y no existía manera de evitarlo.

El pequeño Shikamaru, sin saber de qué manera actuar, tomó la mano de Ino, y se aseguró de sostenerla con toda su fuerza. No la iba a soltar, pasara lo que pasara, no la dejaría sola.

Supuso que cualquier plan que armara serviría en vano. Esa situación era de otro mundo.

Luego, los dos saltaron por la ventana.

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