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☣️⠀⠀ ⠀⠀ ⠀𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞.

𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞.

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              RABIA. Enojo, frustración, angustia. Su mente era un torbellino de emociones negativas que se agitaban dentro de ella, acumulándose, luchando por encontrar una salida, cargados de urgencia, anhelando escapar por sus labios. Sin embargo, las palabras parecían chocar entre sí, formando oraciones precipitadas y caóticas, dejándola incapaz de articular un argumento coherente. Era como estar atrapada en una parálisis extraña: su cuerpo inmóvil, aferrado a aquel sillón granate bajo la atenta mirada de dos de sus superiores, pero sus sentidos estaban en alerta máxima, percibiendo cada detalle del entorno, mientras su voluntad quedaba suspendida en el aire, a merced de aquellos dos oficiales.

Sentada en medio de la sala, frente aquel inmenso escritorio, Nadia observaba atentamente como ambos la analizaban con una atención, casi de reojo, como si por momentos, recordaran que ella estaba frente a ellos. Durante al menos los primeros cinco minutos desde que había ingresado a la oficina, habían conversado entre sí sobre el destino de Nadia, ignorándola por completo. Era un acto de desaire absoluto, como si su presencia fuera irrelevante, a pesar de que ella escuchaba cada palabra sin la oportunidad de defenderse. Por un instante, Nadia sintió como si un vidrio polarizado invisible se interpusiera entre ella y el escritorio de sus superiores, quienes la escudriñaban con una mirada despectiva.

Nadia sabía que, en la condición en la que se encontraba, tanto ella como aquellos dos oficiales, eran conscientes de que ella no se encontraba en control de la situación. Sin embargo, mantuvo su compostura, aunque podía sentir como la tensión se extendía por cada fibra de su cuerpo. 

──Señorita Taylor ──pronunció uno de sus superiores, quien se encontraba sentado detrás del inmenso escritorio de caoba, observándola atentamente. Su espalda estaba apoyada contra el respaldo del asiento, en un gesto relajante, mientras que su mirada y la posición de sus manos sugería el desinterés de sus próximas palabras──. Espero que comprenda la seriedad de la situación en la que se encuentra. 

«Soy inocente», dijo Nadia internamente. 

──Si señor ──respondió en un susurro casi imperceptible. Podía sentir como su figura parecía hacerse cada vez más diminuta, mientras que la silueta de ambos oficiales, al mismo tiempo que el entorno que la rodeaba, parecían encerrarla por todos lados, como una jaula de injusticia.

No obstante, Nadia mantenía una postura erguida, sin titubeos, con la mirada completamente fija en los orbes avellana del oficial ahora a cargo de la academia. Sabía que intentaban acorralarla, conseguir una confesión directa de su parte. De alguna forma, era casi poético como ambos superiores intentaban intimidarla con las mismas herramientas que ella había aprendido en sus años como cadete. Si tuviera que hacer una lista para ir tachando cada uno de los pasos, Nadia ya habría descartado los primeros tres: Llamarla a solas a una reunión, plantear la situación que era de conocimiento de los tres presentes e informarle ──como si ella no lo supiera ya──, los cargos de los cuales se la consideraba culpable.

 «Las imágenes», pensó Nadia, con cierto tono cómico en su mente. 

Tal y como lo había predicho, la mujer que se encontraba de pie al lado del escritorio con una carpeta entre sus manos se acercó hasta ella. Aunque su mirada era menos acusadora que la del hombre al mando de la academia, Nadia sabía que la oficial también tenía sus dudas sobre su inocencia. Aquella mujer había trabajado como la mano derecha del oficial Parker ──el superior que estaba a cargo de la camada de cadetes donde estaba Nadia──, por lo que ambas se conocían desde el primer día de Nadia en la academia. Pero ahora, la mirada de aquella mujer parecía delatar el hecho de que jamás se habían conocido realmente.

Una vez de pie a su lado, la oficial le entregó una carpeta la cual Nadia tomó entre sus manos con cierta desconfianza. Tenía un presentimiento del contenido de dicha carpeta, algo que se sumaba a la negatividad de la situación en la que se encontraba. Era como si de pronto, el ambiente denso que se había generado, comenzaba a calar en su interior manipulando la calma que ella intentaba mantener. 

Abriendo lentamente la carpeta, Nadia se encontró con el archivo que contenía toda la información del hecho. Nadia observó cada detalle con atención, pasando su mirada por los informes y registros. Por un momento, nada pareció alarmarla. Conocía a la perfección el procedimiento que se estaba llevando a cabo en su contra, con la intención de desestabilizarla para favorecer la narrativa que buscaban desarrollar para explicar el delito.

Dentro de la carpeta había una serie de imágenes adjuntas de la escena del crimen. Algunas no eran más que encuadres que detallaban cierta información que parecía relevante para esclarecer lo sucedido. Rastros de una pelea, marcas de defensa y papeles revueltos. La lectura era sencilla: Parker se había resistido a ser asesinado, había forcejeado con el responsable. Sin embargo, la estabilidad emocional que Nadia pretendía utilizar a su favor se vio alterada cuando una de las fotografías mostraba un encuadre general del hecho.

El cuerpo de aquel hombre que había sido vital en su entrenamiento yacía sobre el suelo de su oficina, completamente inmóvil. Sus ojos, antes radiantes de orgullo por sus cadetes, ahora se encontraban cristalinos, sin vida. Nadia se obligó a cerrar los ojos con fuerza en un reflejo repentino, apartando la mirada por completo. Aquel hombre se había convertido en la persona que le había brindado su confianza cuando no encontraba más que obstáculos en su camino para convertirse en oficial de policía. 

La imagen se había impregnado en sus retinas, convirtiéndose en un recuerdo enterrado ahora en su mente. Aunque había observado la fotografía por tan sólo un par de segundos, eso había bastado para que incluso con los ojos cerrados, Nadia siguiera viendo la escena vívidamente. 

Cerrando la carpeta, Nadia se la entregó a la oficial que yacía aún de pie a su lado. Podía imaginar perfectamente la sonrisa de satisfacción en el rostro del hombre detrás del escritorio, mientras que el espacio de control que ella consideraba a su favor, se reducía cada vez más, encerrándola en aquel pequeño juego perverso en busca de un responsable. La situación se había volteado totalmente, y la autoridad que aquel oficial poseía sobre ella había disminuido por completo la confianza en su propio argumento.

──Un testigo afirmó haberla visto salir de la oficina del oficial Parker antes de su deceso ──alegó el policía desde su escritorio.

Nadia negó lentamente. Era verdad que ella había visto a su superior aquel día, pero cuando abandonó la oficina esa misma tarde, él seguía con vida. 

──Es imposible... ──discutió, pero su postura nerviosa había traicionado la fragilidad de su argumento, eliminando cualquier posible respuesta de su mente. Era como si las palabras que había considerado exponer se hubieran borrado.

El tono vacilante de su voz dejaba en evidencia su inseguridad. Y de pronto, todos los años de entrenamiento y preparación dedicados a su trabajo, se desvanecieron por completo, dejando tras de sí únicamente la figura de una joven desprotegida, cargada de miedo y vulnerabilidad. Ya no era una cadete como sus compañeros, ahora era un sospechoso y si ellos lo quería, la responsable del crimen. 

──Me refiero a que... ──continuó ella con un suspiro──. Esa tarde fui a su oficina por cuenta propia para hablar del discurso de graduación. Era algo que me daba mucha ilusión poder hacer.

──Y él se negó ──se apresuró a conjeturar el oficial.

──No ──objetó Nadia levantando finalmente la mirada, la evidencia de sus emociones era cada vez más clara en sus palabras y en los arrebatos de sus respuestas──. Fue todo lo contrario. 

──Nadia... ──la mujer policía interrumpió la indagación con un tono de voz apagado. No sonaba igual de autoritaria que la voz del oficial, sino más comprensiva o al menos lo intentaba──. Quiero creerte, te juro que si. Pero, ¿Escuchas lo que estás diciendo?

La impotencia de la situación comenzaba a abrumarla, Nadia podía notar como ellos intentaban hacerla dudar de su propia declaración, de lo que realmente recordaba de ese día.

──Miren... todo lo que sé es que ese día hablamos en su oficina. El oficial Parker seguía con vida cuando abandoné el lugar. 

──Pero regresaste ──remarcó su superior. Era evidente que, de alguna forma retorcida, buscaban voltear sus propias palabras──. Esta vez, con intenciones claras. 

──Es que... ──Nadia suspiró──. Regresé a la oficina cuando él me llamó nuevamente y cuando llegué Parker ya estaba muerto. Es... todo lo que recuerdo...

──¡Eso es absurdo! ──exclamó el oficial. La mujer policía tampoco estaba convencida por a confesión de Nadia──. Nadia, eso es completamente absurdo. ¿Te das cuenta de la poca veracidad de tu argumento? Hay muchos putos agujeros en tu historia. Hay más putos agujeros en tu historia de los que hay en el cuerpo de Parker. Y eso es decir algo. Ocho putos agujeros. 

Nadia frunció el ceño con confusión, pero también con cierto repudio hacia la actitud de aquel hombre que no paraba de buscar una manera de inculparla por el asesinato.

──¿De verdad cree que insultar tantas veces lo hace superior? ──preguntó Nadia, dirigiendo su mirada hacia la oficial de policía que se mantenía de pie como intermediaria frente al escritorio.

La mujer suspiró, de cierta forma parecía igual de exhausta ante el interrogatorio que no avanzaba en ninguna dirección. Cruzada de brazos, le dirigió una mirada al hombre sentado detrás de ella, una expresión silenciosa que le obligaba a dejar la situación en sus manos. Resignado, pero no por eso menos fastidiado, el hombre hizo un ademán con su mano para permitirle a la mujer que continuara interrogando a Nadia.

──Nadia, sólo queremos entender lo que ocurrió. 

──Lo que ocurrió es que alguien lo asesinó ──remarcó Nadia, como si la situación no fuera lo suficientemente obvia. Se inclinó hacia adelante en el asiento, un reflejo de su evidente frustración──. Les juro que yo no lo hice. No tenía motivos para hacerlo.

La mujer policía la miró fijamente, intentando diferenciar la veracidad de su argumento de las emociones que Nadia transmitía. La angustia evidente en sus ojos cristalinos. Nadia se había prometido no dejar que ese tipo de emociones se interpusieran en su trabajo, después de todo, cuando te dedicas a salvar vidas no puedes permitir que tu estado emocional nuble tu razón. Sin embargo, Nadia sabía que aunque sus palabras eran honestas, todo lo relacionado a los tiempos del crimen era demasiado confuso. 

──Lo que dices, Nadia, no concuerda con los tiempos ──agregó la mujer──. Hay un lapso entre la primera vez que fuiste a su oficina y la segunda que necesitamos que expliques. ¿Qué hiciste entre esos momentos?

Nadia tragó saliva, su mente se encontraba trabajando a toda velocidad. Sabía lo que había ocurrido, pero contar todo era como abrir una caja de Pandora de la cual incluso ella desconfiaba. Una llamada. Una voz que no debería haber escuchado. Algo que la hizo regresar. Pero, ¿Cómo podía explicar eso sin parecer aún más culpable?

──Yo sólo... ──murmuró insegura. Su tono de voz había disminuido considerablemente. Suspirando, Nadia optó finalmente por quedarse en silencio. De repente, su mente pareció iluminarse, obligándola a levantar la mirada──. Leon... pueden preguntarle a él. 

──Me temo que ya interrogamos a su compañero, señorita Taylor ──el hombre detrás del escritorio interrumpió la conversación──. Parecía bastante... sorprendido por la acusación en su contra. Pero fue de ayuda para esclarecer algunas dudas.

──¿Dudas? ──preguntó Nadia, confundida──. ¿Q-qué fue lo que dijo?

 ──Entenderá que eso es información clasificada, señorita Taylor.

──Vayamos al punto ──volvió a hablar la mujer, suspirando exhausta──. ¿Qué hiciste con el puñal? ──preguntó volviendo a mirar a Nadia, sus ojos fijos en cualquier reacción que ella pudiera tener ante la pregunta.

──¿E-el puñal...? ──preguntó. Era increíble como las dudas en su mirada no funcionaban siquiera como una alarma de inocencia para sus superiores. 

Era claro que, en ocasiones, en situaciones de interrogatorios, el responsable intentaba desviar la atención con una falsa confusión. Algo así como jugar a hacerse el idiota para evitar responder preguntas directas. Pero éste no era el caso de Nadia. Ella realmente no tenía ninguna respuesta que brindarles. Aunque, por supuesto, las dos personas encargadas de hacer las preguntas, no le creían una sola palabra.

──Si, el puñal ──remarcó el hombre──. El que usaste, ¿qué hiciste con él?

«Ocho putos agujeros», recordó Nadia. 

Parker había sido apuñalado. Y allí saltaba la primer sospecha. La persona responsable tenía que haber tenido la oportunidad perfecta para acercarse al cuerpo para proporcionar las ocho puñaladas. Una en el lugar correcto podía resultar fatal, dependiendo de la profundidad del filo del arma. Tres puñaladas en el área del corazón o los pulmones, trabajo terminado. Pero ocho, era un ataque personal. 

Sin embargo, algo más llamó la atención de Nadia. El informe, las imágenes del forense mostraban un casquillo de bala en la escena. Ocho puñaladas y un disparo. ¿Por qué arriesgarse a disparar un arma cuando el informe revelaría la verdadera causa de la muerte? A menos que, las puñaladas se hubieran proporcionado post-mortem. De cualquier forma, el disparo parecía irrelevante en aquel interrogatorio. Nadia no sabía si realmente habían pasado esa información por alto o si, simplemente, era parte de aquel juego donde buscaban una confesión de su parte.

Tomando nuevamente el control de su propio cuerpo y mente, Nadia se reclinó hacía adelante en el asiento, ésta vez con más seguridad en sus palabras. Sus ojos recorrieron a ambos oficiales con una mirada indagadora, buscando intencionalmente desestabilizar el interrogatorio. Podía notar como ambos la observaban como una pequeña presa, que cuanto más la encerraban, ella más cedería. Pero por un breve instante, su estado vulnerable había encontrado la manera de retomar la fortaleza de la cual intentaban desarmarla. 

──Interrogan a una persona, que está cerca de graduarse como una de las mejores cadetes de su clase, quien, obviamente esta siendo incriminada con pruebas que alguien más plantó. ¿Y ni siquiera han encontrado el arma homicida?

Silencio. Nadia podía percibir el cambio en el ambiente mientras ambos policías compartían una mirada atónita. La sangre ya estaba en su registro y Nadia sabía que, aunque se confirmara su inocencia, su imagen ya había sido manchada y pisoteada por cada persona que se había encargado de etiquetarla como la responsable del asesinato. Sintiendo como su cuerpo finalmente parecía relajarse, Nadia se dejó caer nuevamente contra el respaldo del asiento, una sonrisa ladeada de victoria plasmada en sus labios.

La oficial de pie abrió la carpeta en sus manos, la misma que Nadia había analizado detenidamente. En silencio, la mujer volvió a dirigir su mirada en dirección a Nadia, quien notó una mezcla de hostilidad y mordacidad, una señal de que Nadia había refutado el argumento que ambos sostenían contra ella.

──Señorita Taylor, ¿Sabe dónde había sido asignada para su primer trabajo? Antes del asesinato del superior Parker, por supuesto ──preguntó cerrando la carpeta en sus manos, la postura autoritaria de la mujer solo confirmaba el hecho de que la sospecha de Nadia tenía sus fundamentos.

Nadia asintió.

──Raccoon City.

A diferencia de la mirada que ambos habían compartido anteriormente, ésta vez, Nadia había notado cierto destello de complicidad. Había información que estaba en manos de ellos y que ella misma desconocía. Pero entonces, ¿Qué dudas había ayudado Leon a esclarecer? ¿Le habrían hecho creer que ella era realmente responsable del asesinato? 

Nadia conocía a Leon. Leon conocía a Nadia. Ella sabía que él jamás la vería culpable de algo tan grave como era la muerte de su superior. Sin embargo, había cierta intranquilidad en ese pensamiento, en la idea de que su compañero dudara de la lealtad que ella cargaba. Y esa misma sensación se extendió cuando observó como ambos oficiales parecían volver a disfrutar de tener el control del destino de Nadia. ¿Por qué su lugar de trabajo parecía relevante para el interrogatorio? ¿Acaso no sabían esa información desde antes de que ella ingresara a la oficina?

──Es una pena entonces ──dijo de repente el oficial sentado detrás del escritorio──. Me temo que tendremos que retrasar su graduación, señorita Taylor.

──¿Qué...? ──preguntó atónita observando como el hombre se levantaba de su asiento, completamente desinteresado. Nadia se incorporó de su asiento, siento detenida por la policía que se interpuso delante de ella──. No pueden hacerme esto. Ya les dije que yo no lo hice.

──Lo lamento, señorita Taylor ──el hombre volvió a mirarla, había cierto brillo de satisfacción en sus ojos──. La decisión ya fue tomada. Es momento de entregar su placa.  













GIULY AL HABLA. . . Buenaassss buenassss, ¡Tenemos prólogo disponible! 😊 Y yo no puedo creerlo todavía jajajaja pero realmente me emocioné con esta escena ❤️ Honestamente, estaba pasando por tremendo bloqueo escritor y de alguna forma éste fic me despertó.

Anywaysss, espero les haya gustado amores. No saben todo lo que se viene jejejeje pero espero pronto poder traerles el primer capítulo. Desde ya, muchas gracias por leer amores. 


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