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Prologue

La luz solar de la mañana no podía traspasar esas nubes de contaminación tan espesas y profundas. El viento helado se colaba aún bajo los montones de cobertores. Ni siquiera se veía a los pájaros con ánimos de cantar. Y el día no prometía más que esa húmedad fría que se cuela hasta los huesos y hace quejumbrar a las ancianas de sus tobillos y rodillas.

Pero había alguien que ya estaba despierta. Es más. Había alguien que seguía despierta, puesto que en realidad no había estado dormida en ningún momento de toda la extensión nocturna. Sus ojos apenas denotando una pizca de remordimiento por haber pasado la noche en vela.

Calkys Falacy Hopreaming. Algo parecido a una broma de ironía pura que su segundo nombre se asemejara a la palabra Fallacy (Falacia) mientras su apellido era una mezcla entre las dos antiguas palabras Hope y Dreaming -Esperanza y Soñando-.

Las tres palabras de un idioma antiguísimo que estaba categorizado como "muerto" ó "abandonado" hacía 15 años. Lo más curioso (y de misma manera irónico, valga la redundancia): es que era un requisito saber ese dichoso idioma para poder trabajar en cualquier parte del mundo hacía como unos 30 años, apenas.

Volviendo al tema. "¿Por qué no dormir en toda la noche?". Se preguntarán. Tal vez ya hayan comenzado a especular silenciosamente:

"Es infeliz por que sufre abuso escolar". "Tiene traumas del pasado". "Tal vez tenga el corazón roto y extraña a su novio". "Tiene algo muy importante al día siguiente". "Estaba esperando algo o alguien". "Sufre se insomnio". "Tiene paranoía". "Teme a la oscuridad". "Está enamorada". Blah, blah, blah..

Erróneamente, me complazco en decir (Lo sé, soy malvada: Me divierte obligar a sus cerebros a pensar algo para finalmente revelarles que no es lo que parece). Ella no había dormido, y no por ninguna de esas razones que podían considerarse como mismas falacias; No había dormido por que le había tenido la necesidad de comida a la mitad de la noche. ¿Curioso, no?

¿Les ha sucedido? A ella le pasaba a menudo. Y en realidad, no era del una necesidad alimenticia que pudiera satisfacerse con cualquier chuchería que se encontrara en su refrigerador hacía días, o abandonado sobre la mesa del comedor desde el almuerzo. No. Ella tenía la necesidad de Otra Cosa.

Así que, como cualquier persona adulta, responsable y perfectamente capaz de preparar algo comestible en su cocina, llamó a la pizzería de 24 horas que estaba a unas cuantas cuadras. Lógico, ¿No?

Ordenó algo ligero. Un Paquete Familiar con 3 pizzas: carnes frías, hawaiana e italiana con agregado de jamón, con ampliación de combo a "Fiesta" para aún más personas, incluyendo Papas fritas a la francesa y un pastel completo de vainilla y Red velvet. La orden era tal que debían ser tres los repartidores que la llevaran. ¿Coincidencia...?

Se quedó parada frente a la puerta en pijama, sosteniendo tras su espalda con ambas manos el pago y una apenas visible sonrisa en el rostro. Llegaron en apenas 9 minutos y 37 segundos, su típico timbre sonando mientras se escuchaba la adormilada voz de los tres sujetos llamar: "Su Pizza", desde el exterior.

Él chico que estaba más cercano sonrió afable antes de levantar la primera bolsa frente a su rostro, ella siendo una persona no muy alta apenas llegando a los 1.62 metros de altura, no fue un problema levantar la bolsa no-tan-pesada hasta esa altura.

—Buenas noches. Sus...— se asomó disimuladamente al interior de su casa sin intención —... Tus pizzas.— comentó forzando la sonrisa para no hacer una mueca de impresión.

—Gracias— se apartó de la puerta rápidamente. —Pónganlas en la mesa, por favof— hizo una seña hacia el objeto a mitad de su sala, observando como pasaban frente a ella con varias bolsas. Cerró silenciosamente la puerta apenas pasó la última repartidora, poniendo el seguro con tranquilidad mientras daba vueltas al pago pegado a su espalda.

—Ufff... ¡Una chica con tal apetito...!— soltó el segundo secándose el súdor de la frente, soltando un silbido ante la cantidad de comida.

—¡Ya lo creo!— la última también dejó su cargamento mientras suspiraba —Sin ofender— miró con atención a la chica pegada a la puerta.

—Serían... ¡¿1200 pesos?!— no pudo evitar el tono de impresión —1200 p-pesos... por su orden...— apenas iban notando que la puerta estaba cerrada, no tomándole importancia real. Vaya errór.

Ella entonces amplió levemente su sonrisa, mostrando los dientes mientras extendía el pago en un rápido movimiento. El chico alcanzó a ver un sútil reflejo metálico antes de que una fugaz punzada de frío pánico lo embargara y le formara un nudo en la garganta.

Las cajas de cartón terminaron salpicadas también en ese cálido líquido rojo que salió a borbotones desde el primer corte.

El par de jóvenes restantes abrió los ojos como platos al ver entonces la cabeza de su compañero ser cortada limpiamente por la mitad de un solo tajo. Sus pobres corazones latiendo a mil por el horror y pánico de la cruda escena frente a ellos, impotencia siendo lo primero que sintieron.

El reflejo de un afildado cuchillo cuadrado del estilo carnicero regresándoles de golpe a la realidad a la vez que la sangre se esparcía por el suelo lentamente desde el cádaver que yacía lánguido y sin cabeza. Sus gritos no haciéndose a esperar a medida que ella se acercaba a pasos cortos y seguros.

Como los movimientos de un tigre listo para darte el mordisco de gracia

Aquélla noche, esos muros fueron los únicos téstigos de obras tan atroces como lo fue esa masacre a sangre fría. Los gritos se suplica y agonía ahogados en ágiles y cérteros movimientos de su arma que fueron olvidados inmediatamente en la oscuridad nocturna. La sangre manchando las paredes, escurriendo desde el letal utensilio hasta el suelo. La desesperación y miedo latiendo hasta el el último segundo de sus vidas.

Su mirada de ojos eternamente adormilados y párpados caídos no cambió jamás. Ni siquiera al momento de comenzar a hacer los cortes más exactos y pequeños. Ni siquiera al sentir un salpicón del famoso líquido vital mancharle el rostro. Ni siquiera al empezar a llamarlo cubierta en carmesí.

Al llamarlo a Él

No soltó ni una sola risa o carcajada, no siendo algo común (dentro de lo que cabía) reír mientras preparaba la comida, ¿o sí? Lo que sí hizo fue vestirse más apropiadamente; un vestido negro sin tirantes hasta un poco más abajo de las rodillas, la falda siendo ligera y con unas cintas que caían desde el escote trasero hasta la cintura.

Llevaba también una gargantilla de encaje negro con una rosa roja de terciopelo y una gema roja colgando, una muñequera con anillo encadenado a el encaje a juego con la gargantilla.

Había necesitado, no solo su afilada herramienta para terminar de preparar la cena, si no también un martillo para terminar de quebrar los huesos que se interponían o estorbaban a sus cortes, apenas escurriendo un poco de la sangre sobrante.

El sonido de los platos era elegante y tenue, la sangre de las paredes habiendo sido limpiada apenas unos minutos atrás por mera adicción al orden, y el suelo ahora estando pulido y desinfectado.

Acomodó los pedazos de carne cruda sobre los platos (platos blancos de cerámica con los adornos generales de flores), a su vez, acomodando los platos sobre la mesa. Dejó el pastel sobre un plato más amplio al lado del principal, sentándose en el espacio vacío con sus papas fritas a esperar.

Finalmente, giró levemente la cabeza en tu dirección, sus ojos de un gélido verde escudriñando tu expresión de confusión. Elevó una ceja mientras ladeaba la cabeza, abriendo lenta y calmadamente la boca para hablar.

—Ésta es una cena privada para Mi ángel vérdugo— parecía como si cada palabra fuera dicha con cansancio —Pero espero que no le moleste tener a una visita... sólo... guarda silencio— se llevó un dedo a los labios, haciendo un sonidito de sisseo —Él sabe que estarás ahí, pero es descortés hablar mientras espías— curveó los labios en una pequeñísima sonrisa apenas perceptible.

Se escuchó entonces el sonido de los números "1010110" repitiéndose en un bajo susurro por millones de voces, abriéndose un portal justo en la puerta. El interior de la abertura parecía una pantalla forrada de esos mismo números, dejando a la vista la imagen bien definida de una "Z"...

Un chico alto y de piel clara apareció de la nada, una buena parte de su pelo prácticamente blanco cayendo por el lado derecho de la cara y cubriéndole el un ojo. Una bufanda manchoneada de sangre ondeando mientras metía las manos al bolsillo frontal de su caqueta negra. Su expresión era perezosa y apenas demostraba algo más allá del fastidio.

—¿Qué quieres, hum-...?— se interrumpió al ver a la chica caer de rodillas frente a él, un ligero tintineo escuchándose al momento en que la cadena de su mano tocaba el suelo frente a él. Las cintas de su vestido cayeron sobre sus propios hombros, la gargantilla subiendo hasta donde se notaba su tráquea.

—¡Oh, Ángel Vérdugo de la Justa Destrucción y el Destino...!— sus labios tocaron posesivamente el espacio frente a los pies del nombrado, sólamente logrando que este se rascara la nuca con cierta confusión. Sus ojos revelaban la devoción y la fe que se le podía tener a un dios.

—Me enteré de que un virus insolente se atrevió a entrar en tu poderoso sistema corporal... ¡Así que conseguí la comida que servirá para aliviar ese malestar!— apenas levantó la cabeza mientras decía aquéllo, retrocediendo aún en esa posición para dejarle paso hasta la mesa. 

Siguió los largos y perezosos pasos del contrario, literalmente adorando y besando el suelo por el que éste caminaba.

—Soy totalmente consciente de que podrías conseguirla tu mismo. Pero también conozco tu naturaleza a el dejar que otros, con acertada exactitud, hagan las cosas por ti— se alejó lentamente mientras dejaba que examinara el pastel y la carne fresca, la cual cabe decir seguía escurriendo sangre, tomando sus papas fritas para comer sentada en el suelo como ser inferior que era su lado.

Inserte aquí reacción de Z (Por @mczecrok)------------->

Ella entonces se fue a su cama, dejando todo lo demás tal y como estaba. No se arrepentía en nada de no haber dormido un solo segundo.

Él era su Señor. Él era su Amo por decisión propia. Él era dueño de su vida:

Aquél ángel juez y vérdugo podía matarla en cualquier momento sin que ella siquiera se resistiera, es más, iba a llorar de alegría si la escogía a ella como objetivo. Si con eso podía ayudarlo a cumplir su justo propósito de crear y limpiar el mundo perfecto. Las leyendas contadas por algunos viejos decían que su propósito ancestral era crear "El mundo que se merecían las buenas personas".

Y para poder cumplirlo, él tenía que cegar y borrar las almas de aquéllos que eran la escoría de la escoría. Los humanos. Y ella era algo parecido a un humano, aunque no lo fuera: seguía siendo tan egoísta y cruel como uno. Igual clasificaba.

Pero haber tenido en su hogar a... a aquélla deidad de justicia. A aquél ángel. A aquél Regidor. A el último Regidor. Ahhhh.... temblaba como gelatina de la emoción que tan tremendo honor le provocaba.

Ella había fundado el culto a Z.

Z: el último Regidor del tiempo y el destino. Ángel vérdugo de la justa destrucción. Un juez y téstigo de la maldad humana en su más puro estado. No era un héroe.

Era Su Señor.

♧♢♡♤

Bueno. Es mi OC (Calkys) con el OC (Z) de Zecrok. OCxOC. Ella es... distinta, como podrán notar. No es específicamente romántica su relación, les voy advirtiendo de una vez...

Como notarán, es distinto mi modo de escritura en cuanto a los guiones largos en vez de cortos al final... la verdad, no hay una razón real para ello, sólo se me antojó :v

Hasta la próxima. Gracias por leer :D

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