•Capítulo 30. Keira•
El ruido de la puerta principal me despierta.
—Keira, levanta. No dejaré que te hundas en un mar de lágrimas —comenta mi amigo mientras retira la colcha con la que me tapaba hasta la cabeza.
—Déjame dormir un poco más Enzo —cojo la otra almohada y la coloco sobre mi cabeza—. Solo un poco.
—Vienes de visita a Nueva York y no piensas conocerla.
—En otra ocasión será.
—Anda Keira levántate ya —me quita la almohada y comienza a darme con ella. Algo que hacíamos en la prepa.
—Enzo ya no eres un niño —el ignora lo que digo y sigue con su guerra de almohadas en mi cabeza. Me levanto como resorte de la cama y levanto las manos a modo de tregua—. Esta bien.
—Apresúrate. Te espero a abajo —pero cuando va a salir de la habitación regresa—. ¡Ah! importante, ponte guapa —me señala una caja ridículamente grande.
Yo le dedico mi peor mohín.
Entro al baño y me doy una ducha. Cepillo mis dientes.
Abro esa caja que había dejado Enzo sobre el sofá. Un vestido hermosísimo se encuentra en ella. Parece de cuentos de princesas, algo que no combina conmigo. Pero igual me lo pongo. Creo que basta de andar sufriendo, hoy voy a salir y olvidarme hasta de mi nombre si es preciso. Es de color rojo marrón, de largo hasta cuatro dedos antes de las rodillas, de tope, bastante ajustado y tiene una apertura en cada muslo hasta el final del vestido, lo que hace que mis piernas queden al descubierto. Más abajo hay unas sandalias con tacón exagerado y un poco más, una funda con unos pendientes dorados, una gargantilla y una pulsera a juego.
Me observo en el espejo. Hermosa sí, pero no parezco yo. Pienso reiteradamente en cambiar el vestido por unos jeans pero al final opto por el vestido. A veces es bueno salir de la zona de confort.
Recojo mi pelo castaño en una coleta bastante alta. Aplico un poco de rimel en las pestañas y un tono rojo marrón en mis labios. No sé por qué Enzo tiene maquillaje aquí.
Aplico un poco de loción.
—Lista —digo mientras me dedico una última mirada en el espejo.
Cojo el diminuto bolso dorado donde solamente cabe el teléfono y salgo a buscar a Enzo.
Llego a la sala y no lo encuentro.
Keira te espero en Betty's Catering, te llamé a un taxi.
Genial ahora tengo que irme sola.
Treinta minutos después estoy entrando al local.
Todo está decorado en blanco. Hay unas lámparas preciosas que cuelgan de la pared. Las pocas personas que se encuentran ahí llevan máscaras. Todos vestidos de blanco menos yo, algo muy curioso. Me observan, seguro es porque no llevo máscara. Frente a todas las personas hay una silla magestuosa dorada. En el techo, sobre las sillas, caen hacia el suelo unas sábanas muy finas de color blanco. Busco a Enzo y no lo veo.
Dios. Será que me he equivocado de sitio.
Abro el pequeño bolso y compruebo la dirección. Si, efectivamente, es este el lugar.
—¿Señorita es usted Keira Buckett? —me pregunta un niño vestido de cupido.
—Si. ¿Por qué?
—Acompáñame —me toma la mano y me conduce hasta la majestuosa silla—. Siéntese por favor —esto tiene que ser una broma de Enzo para cambiarme el ánimo—. Tome —me extiende un corazón rojo—. No lo puede abrir hasta que no le indique —continúa el niño.
—Está bien —le dedico una sonrisa.
Se oye un sonido de fondo. La canción es de Ed Sheeran ''Perfect''.
Sonrío como tonta esta canción me encanta.
—Encontré un amor para mí —comienza a decir una persona.
—Querida, solo lánzate de cabeza y sígueme —grita un hombre.
—Encontré una chica, hermosa y dulce.
—Oh nena, nunca pensé que tu fueras ese alguien esperándome —dice una chica.
—Tu corazón es todo lo que poseo y en tus ojos tu sostienes el mío —reitera otra.
—¡Esta noche te ves perfecta! —grita un hombre. Es Enzo reconocí la voz.
—Encontré a una mujer más fuerte que nadie a quien conozca. Ella comparte mis sueños, espero algún día compartir su hogar —habla otra persona.
—Encontré un amor para llevar más que mis secretos. Para llevar amor, para llevar a nuestros hijos —dice una chica.
—Se que esta vez estaremos bien —dice otra.
—Cariño solo toma mi mano. Sé mi chica, yo seré tu hombre. Veo mi futuro en tus ojos.
—Cuando te vi con ese vestido. Tan hermosa. No me merezco esto, cariño. Esta noche te ves perfecta.
—Ahora sé que he conocido a un ángel en persona. Y ella se ve perfecta —dice el niño disfrazado de cupido.
Se acaba el fondo de la canción y en la paredes aparecen fotos mías.
Estoy en shock. No puedo creer que haya tenido a alguien todo el tiempo detrás de mi tomándome fotos y ni cuenta me di.
Todos comienzan a quitarse las máscaras.
Coloco mis manos en la boca. Son todas las personas cercanas a mi. Están mis padres, Andrea y Enzo, Gabriela, Ryan, Amanda, James, Liam y Dylan. Como no los reconocí.
Aiden. No veo a Aiden. Empiezo a buscarlo desesperadamente.
—Nena —comienzo a escuchar su voz pero no lo veo—. Siento no haberme comportado como un verdadero hombre contigo. Tuve miedo de lo que estaba sintiendo y me escondí. Quiero que sepas que me enamoré de tí desde ese primer día que te vi, que empecé a sentir cuando te toqué, que cada minuto que te tuve a mi lado, fueron lo más increíbles de mi puta vida —las lágrimas brotan de mis ojos. Coloco mi mano en la boca para silenciar los suspiros—. Eres la mujer más hermosa que conozco, eres perfecta ante mis ojos, eres la primera persona que quiero ver al levantarme y la última antes de dormir, eres la mujer que quiero como madre de mis hijos, eres la que quiero para toda la vida. Si nena, oíste bien, para toda la vida. Lo siento si no te supe demostrar cuanto te amaba, pero ahora podemos empezar de nuevo.
—Abre el corazón —me dice el niño.
Un anillo con una piedra hermosa está en el medio del corazón.
En ese momento entra Aiden. Dios mío tan guapo, con su mejor traje de negro. Mi desfile masculino favorito. Esta sonriendo y me encanta.
—Nena, solo debes decir que sí y prometo hacerte la mujer más feliz del mundo.
Lloro como niña. Todos están felices.
Es Aiden, mi hombre, el que quiero para toda mi vida.
—Sí —digo y todos aplauden.
—Escucharon —grita Aiden—. Ha dicho que sí.
Salgo corriendo en su búsqueda. Lo abrazo tan fuerte como puedo.
Con una mano me acaricia la mejilla. Me besa tan apasionadamente, y ahora si estoy segura que no hay mejor sensación en el mundo.
Toma el corazón y saca el anillo. Apoya una rodilla en el piso.
Extiendo mi mano. Mi sonrisa es inmensa. Desliza el anillo por el dedo anular.
Todos aplauden. Liam chifla. Aiden se levanta del suelo y me carga.
—Te amo nena —grita al viento.
Lo único que nos falta es la música de Patrick Swayze ''She's Like the Wind'' de fondo para protagonizar Bailando Suave.
Me coloca de nuevo en el suelo. Acaricia mi cara con una mano.
—Prometo ser el mejor esposo y el mejor padre para ese bebé que esperamos.
—Te creo mi amor. Sé que seremos, —le coloco su mano en mi barriga— muy felices a tu lado.
Tomados de la mano caminamos hacia donde estaban todos.
Abrazo a mi padres.
—Gracias por apoyarme tanto, por nunca dejarme sola. Vivo orgullosa de ustedes, no podría haber tenido mejores padres.
—Si tú eres feliz mi niña, yo lo soy aún más —comenta mi madre.
—Siempre estaremos contigo pequeña. Eres nuestra Keira. En cuanto a tí, —le habla a Aiden— lo que alguna vez hablamos se mantiene. Cuídala.
—Siempre —responde Aiden mientras se dan la mano.
—Keira cariño —llama mi atención Amanda—. Bienvenida a la familia. Siento una alegría tan inmensa hoy, que tal parece que la que acaba de comprometerse soy yo.
—Gracias Amanda has sido como una segunda madre —le comento.
—Amanda, amor, me dejarías abrazar también a mi nuera.
Reímos. Amanda me suelta y James me abraza.
—Bienvenida a la familia —me dice al fin.
—Gracias James. Son ustedes personas maravillosas.
—Keiri —me abraza Andrea al soltarme James—. Siento como maripositas en el estómago —reímos todos juntos con ella—. Súper feliz por tí, él es un ca...—no termina la frase. Aiden la mira serio y ella se ríe—, pero sé que te hará inmensamente feliz. Dime...—le abro los ojos, como seña que no sé que quiere que le diga—. Dime donde firmo para que se casen ya —grita aun más emocionada.
—Gracias mi loca favorita, por ser mi hermana, mi amiga, mi confidente, mi cómplice, por tantos momentos que hemos vivido juntas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza.
—Hasta que la muerte nos separe —termina Andrea y nos abrazamos nuevamente.
Me traiciona la felicidad, las lágrimas comienzan a aparecer. Lloro, de felicidad, de tenerlos a todos juntos. Me siento afortunada de contar con ellos.
—Cuñada mi felicidad está a un nivel inexplicable, no se explicarte con palabras el sinfín de emociones encontradas y mira que yo sé explicarlo todo, pero esta vez, admito que no encuentro palabras precisas. Yo sé cómo ha sido su historia, he sido cómplice y te lo juro que otro final no hubiera querido.
—Te adoro Gabi.
—Felicidades —gritan Liam y Dylan al unísono, ellos se miran asombrados al hablar al mismo tiempo y nosotros reímos.
Yo los abrazo.
—Gracias a ustedes también por todo. Que conste que no solo son amigos de Aiden, también lo son míos.
—Yo seré el padrino —comenta Liam—. Lo siento por Dylan y Enzo, pero yo hablé primero.
—Pequeña —recibo otro abrazo cariñoso de Enzo—. ¡Felicidades!, tú felicidad siempre estuvo aquí con él.
—Gracias tí, por ser un amigo incondicional —le digo—. Y gracias a todos, por el cariño que me han dado, por hacer de este día especial.
—Afortunados somos nosotros de tenerte a tí —me dice mi futuro esposo—. Si te dijera que eres la persona más increíble que he conocido, te estaría mintiendo, porque increíble se quedaría corto.
—Ahora —me toma de la mano—. Sé que no pude cumplir todos tus deseos, pero prometo que los cumpliré todos. Mi destino es amarte y hacerte feliz, el resto de mi vida.
En ese instante aparece Ed Sheeran en el medio del salón, con la canción Thinking out loud.
Las manos en mi boca de la emoción.
—Había una vez, —comienza a decir Ed Sheeran— una reina, aún no tenía corona, pero, a decir verdad, no la necesitaba para serlo, tampoco vestidos, ni jollas, ella era una reina que brillaba con luz propia, regalando alegrías a todo el que la conocía, sencilla, valiente, honesta, decidida, era pura magia. Esa reina sin quererlo, un día aparece en el mundo del rey, un rey egoísta, egocéntrico o como muchos le dirían sin corazón, la reina llegó a ese reino a removerlo todo, llenando de colores todo lo gris, quitando las dudas y los miedos, convirtiendo todo en amor. La reina escuchaba a Ed Sheeran, es por eso que hoy el rey le dedica esta canción.
Ed Sheeran comienza a cantar Thinking out loud.
Beso a Aiden con todas mis ganas. Es increíble.
Se acaba Thinking out loud y canta Photograph.
Estoy cantando la canción al compás de Ed Sheeran, él me hace una seña para que me coloque a su lado. Canto con él lo que queda de la canción.
Termina la canción y yo lo abrazo emocionada de tener a mi cantante favorito al lado.
Todos aplauden.
Aiden camina hasta nosotros.
—¡Felicidades a los dos! —nos dice—. Espero que la felicidad siempre se encuentre con ustedes.
—Gracias a tí —le respondo—. Has hecho de mi día aún más especial.
Aiden le da la mano.
—Gracias —le dice.
—Seguimos en contacto —le responde a Aiden.
Ed Sheraan se despide y se marcha.
—Vivimos una historia de amor —comenta Aiden—. Una historia que no surgió como un cuento de hadas. Es una historia en la que ambos fuimos cómplices del destino, que sin saberlo ya nos estaba llevando a la felicidad. Compartimos más que, solo momentos de sexo, como ambos pensábamos, compartimos risas, peleas, felicidad, tristezas. Fuimos blanco y negro. Imagino que de eso se trata una relación. Tuvimos miedo a caer y al final caímos. Estuvimos esperando el siguiente paso, pero nunca nos atrevimos. Ya hoy puedo decir con seguridad que quiero un futuro contigo, no importa nada, solo tu y yo. Salgamos tomados de la mano rumbo al fin del mundo, donde nada, absolutamente nada, pueda arruinar la felicidad. Gracias a todos por ser parte de esta historia —concluye—. Ahora si me disculpan, me llevo a mi futura esposa.
Nos despedimos de todos y nos vamos a donde sea que Aiden me lleve, sé que seré feliz.
Llegamos a una casa preciosa, cerca del mar. El aire del lugar invade mis pulmones, se respira tranquilidad, paz, felicidad y armonía. Miro a Aiden y sonrío feliz.
Al costado de la casa había una piscina enorme con palmas al frente. Un poco más adelante habían unos muebles tapizados de blanco y una mesa de madera con sillas alrededor. Seguimos caminando y entramos a la sala. Tenía tonos arena, es muy grande. Por las dos ventanas que me quedaban de frente se podía observar el mar. En el medio de la sala habían unos muebles también blancos con cojines en dorado, al frente un televisor.
—Preciosa ¿te encuentras bien? —me pregunta Aiden mientras nos sentamos en el sofá y me coloca un cojín a mi espalda.
—Mi rey —le acaricio su cara—. Estoy embarazada, no enferma.
—Lo sé cariño —me dice—, pero temo hacerle daño.
Quiero que guarde silencio. Me le acerco a su boca y lo beso despacio, perdiendo la noción del tiempo. Él me toma de la cintura y me guía hasta su regazo. Continúo besándolo perdida en el mundo de colores que crea para mí. Acaricia cada espacio de mi cuerpo. Meneo mis caderas sobre su sexo, nos separa la ropa. Libero su erección mientras él sube mi vestido. La braga sobra también, así que de un tirón la rompe.
No sé de qué está hecho este hombre, pero de que tiene arte, eso es seguro.
Tomo saliba de mi boca y deslizo mi mano por su sexo, lo coloco a la entrada de mi vagina. Voy entrando poco a poco. Apoyo las manos en el cabecero del sofá. Entre cada movimiento Aiden me azota. Su boca se adueña de mis pechos. Muevo la cabeza ligeramente hacia atrás cuando hala la punta de mi pezón.
Desde que tuve mi primera vez hasta la última vez, antes que llegara a mi vida Aiden, todo fue un mete y saca, fue como si el orgasmo de la mujer solo fuera permitido una vez cada cinco cogidas, sin embargo con Aiden, no sólo tengo deliciosos orgasmos cada vez que estamos, sino que sabe darme millones de placeres tocando mi cuerpo.
Otro azote. Gimo. Brinca al otro seno. Succiona la punta y tira de él. Hace que todo dentro de mi vibre.
Cuando se refieren a la frase: ''Buenas vibras'' te aseguro que es a esto.
Aprieto mis manos al sofá, tratando de contener el deseo tan inmenso que siento de correrme. Otro movimiento y justo cuando ya sentía que mi mundo estaba de cabeza frente al vacío, Aiden nos levanta del sofá y me coloca de rodillas, de espalda a él, apoyándome a la cabecera.
Su erección entra fuerte en mí. La mano sobre el clítoris.
—Aiden —digo en un hilo de voz.
El movimiento de su cuerpo y el juego con mi sexo hacen que me corra con su nombre en mi labios.
A orden de Aiden me coloco de rodillas en el suelo, llevando las manos a mi espalda.
Ya Keira ¡Sin miedo al éxito!.
Introduce su sexo en mi boca. Con su mano en mi cabeza marca el ritmo que quiere. Obedezco, solo succiono y dejo que él sea quien dirija. Eso le encanta. En la cama se vale todo. Aiden como animal en fiera hace que vaya más rápido.
Ruge un Joder, que hace eco en la sala.
Y por supuesto sé lo que toca. No hace falta ser una experta.
Se vacía en mi boca. Hago una mueca, otra cosa que no había hecho.
—Traga nena —me ordena.
Y así lo hago.
Entramos al baño. De igual manera que la casa estaba hermoso. Era gris con los artículos en blanco. Al entrar estaba el váter, al lado dos lavado sobre los que había un enorme espejo. Al frente se encontraban una bañera y una ducha.
Aiden se acomoda en la bañera y yo me siento frente a él. Rodea mi cintura y me acerca aún más.
—¿Has pensado en algún nombre para el bebé? —pregunta creando curiosidad en mí. Aún no había pensado.
—Tenía la esperanza de que algún día podríamos elegirlo juntos.
—¿Te parece bien Kimberly?, claro, si es una niña.
—¿Te gustaría una niña? —le pregunto emocionada.
—Sí, aunque de igual manera querría a un niño.
—Me gusta Kimberly —le digo— pero si es niño, se llamará Aaron.
—Me gusta Aaron, es parecido a Aiden —dice él.
Río.
—En la inicial —respondo.
—Estaba pensando que compraré otra casa, una que sea nuestro hogar, que sea cómoda y como a tí te guste, ya sabes sin tanto gris o negro.
—Me parece bien —digo—. Sencilla por favor, no necesitamos nada exagerado.
Luego de estar un rato en la bañera nos colocamos unos pijamas a juego.
—¿Quién fue él de la idea de esto? —le digo riendo mientra nos miramos.
La verdad es que estamos muy graciosos, son como unos ositos, la cara vendrían siendo como el gorro del pijama. El de Aiden es azul y el mío rosa.
—Yo creo que lo puedes adivinar —me dice.
—Andrea —afirmo.
—Exactamente —reímos— y Liam.
Llamamos a Andrea y a Liam por videollamada.
—¿Cómo están los tortolitos? —pregunta Liam.
Coloco el teléfono sobre la mesa y nos corremos un poco hacia atrás para que nos vean vestidos.
Andrea y Liam no dejan de reírse.
—Son tan adorables, que hacen que crea en el amor —comenta Andrea.
Enzo se asoma por el teléfono de Andrea y también se ríe a carcajadas.
—Son unos amigos de pena —les digo.
—Eso es lo más romántico que he visto en mi vida —se burla Liam.
—Y eso no es todo, —dice Aiden— la ropa que hay aquí la han comprado ellos.
—En qué estabas pensando cuando dejastes que ellos eligieran —le digo.
—En hacerte mía —me aprieta contra él y me besa.
Se escuchan unos ¡uhh!!. Nos despedimos de ellos y apagamos el teléfono.
Aiden vuelve a besarme.
—Se me antoja hacer algo ahora, algo que quiero hacer hace mucho, pero hoy quiero compartirlo contigo.
—Dime preciosa.
—Hagámonos un tatuaje. Esto marcará nuestras vidas para siempre. Creo que no importa lo que pase, serás importante en mi vida.
—Hagámoslo, ahora mismo.
—¿En serio? —pregunta confusa.
—Vamos preciosa.
Vamos al cuarto a cambiarnos de ropa. No había mucho que elegir, Andrea y Liam toda la ropa que compraron fue de pareja, todo a juego, pantalones, zapatos y pulovers con letreros.
Miro a Aiden riendo, él hace lo mismo.
—Creo que no tenemos otra opción —le digo.
—Supongo que no —responde.
Nos ponemos un pantalón de mezclilla gris, con unos pulovers en blanco. Eran los únicos sin letreros, lo demás tenían cosas como, ella es de mi propiedad, él es de mi propiedad, ella es todo lo que necesito, yo soy todo.
Aiden nos lleva a un sitio llamado Three Kings Tattoo.
—Buenas tardes —nos saluda un chico lleno de tatuajes.
—Buenas tardes —le respondemos.
—¿Qué desean?. Ustedes tienen cara de querer hacerse un tatuaje de parejas.
—¿Tanto se nota? —inquiero, el chico riendo asiente.
—¿Cómo les gustaría? —pregunta.
—Algo así como el sol y la luna.
El chico va preparando condiciones.
—¿Dónde? —me hace una seña para que me siente en el sillón cubierto de nailon.
—En la mano —contesto.
Apoyo mi mano sobre una pequeña mesita circular en la parte superior. Me pasa una crema por el brazo y luego marca el diseño del tatuaje.
El primer pinchanzo, le abro los ojos a Aiden.
—Tranquila —susurra.
Duele un poco pero es un dolor que puede aguantarse.
Nos toma alrededor de una hora hacernos el tatuaje. La demora valió la pena porque quedaron hermosos.
—Lo que hacen las personas cuando se enamoran —dice mi precioso hombre.
—Me llevo todo el mérito entonces, de ser yo la culpable de que estés tan jodidamente enamorado.
—Exactamente nena, mérito todo tuyo.
Vamos a comer algo al restaurante Eataly NYC Flatiron y luego le ruego a Aiden porque vayamos a un club.
El club estaba a tope, la música penetra mi cuerpo y comienzo a bailar al compás de ella. Nos situamos en una mesa.
No quiero que por estar embarazada la situación entre nosotros cambie. No pretendo que nos volvamos unos aburridos o sumergidos en casa.
—Voy a buscar algo de tomar —me besa en la frente y va a la barra.
Continúo en mi baile, esperando por él. Antes detestaba ir a las fiestas, lo sé, Andrea me lo tenía que pedir a gritos, pero, Aiden siempre disfrutó de esta vida y no quiero volverme una rígida mujer que lo tiene trancado en casa.
—Hola hermosa —me dice un chico a mi espalda. Me separo de él.
—¿Qué sucede preciosa? —Aiden fulmina al chico con la mirada—. Se te perdió algo aquí —le dice.
—Lo siento hermano, pensé que estaba sola —terminando de decir esto se marcha.
—No te puedo dejar sola Buckett —comenta con cierta matiz de enfadado.
—Que culpa tengo de estar apetecible —bromeo. No puedo seguirle la rima a Aiden, mejor lo tomo en gracia.
El me aprieta la nalga, un gesto que me encanta.
—Esto solo puedo admirarlo y probarlo yo —dice con su sensual voz.
—Por supuesto señor Stone —me le acerco a su boca y lo beso como si tuviera unas ganas inmensas de eso. Aprovecho la oportunidad y rozo su sexo con mi mano.
—Vamos al baño —le digo al oído.
Aiden sonríe jodidamente sexy, me agarra de la mano y vamos al baño. Cerramos la puerta principal y nos aseguramos de que no haya nadie.
Besos desbocados, caricias intensas, no sé si es el estar teniendo sexo en un lugar prohibido, digo prohibido porque es público, porque en realidad cualquier lugar es bueno para esto.
A nuestro alrededor saltan chispas. Desabrocha mi pantalón y lo baja junto con la braga hasta mis muslos, hace lo mismo con el de él. Su sexo va entrando suave en mí para luego cuando esta dentro moverse con impaciencia. El espejo que nos queda al frente justo arriba del lavado permite que vea su cara y sus movimientos.
Aiden hala mi cabeza un poco hacia atrás hasta que alcanza mi boca, brindándome un exquisito beso, que hace que aumenten las ganas.
Mientras más su erección entra en mi sexo, más gimo entregada, me importa una mierda el lugar que estoy.
Mis gemidos ponen eufórico a Aiden, quien cada vez entra más duro. Lo miro por el espejo, inclina su cabeza un poco hacia atrás. La mano de él me rodea por debajo de los senos.
Contraigo mi sexo, ya lo hice y le gustó, así que hay que complacerle.
Estamos gimiendo al unísono. Mi cuerpo se rinde ante el clímax y Aiden se pierde en él en cuestiones de segundos.
Oficial: un polvo de cinco minutos en un baño público es una experiencia sexual para repetir todas las veces que salgas de tu casa.
Salimos del baño y hay aproximadamente cinco mujeres esperando.
—Señores esto es un lugar público —nos dice una de ellas.
—El mejor. Te lo recomiendo —le respondo. Aiden y yo nos reímos.
Me pasé toda la noche bailando. Aiden solo me miraba a mí, sus ojos estaban pendientes a cada movimiento que daba y saber eso me fascinaba.
Llegamos a la casa alrededor de la una. Me deshago de toda mi ropa y me acuesto en la cama, Aiden hace lo mismo. Me acomodo sobre su pecho, ya es algo que se convirtió en mi rutina nocturna.
—Hoy he pasado un día inolvidable —comento recorriendo con un dedo su pecho.
—Conmigo todos los días serán así —me besa en la cabeza.
—Aiden, nunca me has contado nada de tu vida antes de conocerme.
—No hay mucho que saber.
—Lo que haya pasado en tu vida antes de conocerme forma parte de tu pasado, sí, pero quiero conocerte más. La relación no se basa solo en sexo, aunque este sea un reglón sumamente importante.
—No sé ni cómo comenzar —se sincera.
—¿Alguna vez te llegastes a enamorar? —pregunto para su sorpresa.
—Mentiría si te dijera que sí porque nunca me había sucedido. Tal vez, por eso, cuando empecé a sentir cosas por tí estaba confundido. Experiencias tuve muchas, pero esa simplemente la llegué a tener contigo. Ese chico solitario y de mal carácter es desde pequeño, los únicos que aguantaban mi forma de ser eran Liam y Dylan. Algunas chicas me hacían cartas y yo las ignoraba. A los quince años tuve mi primera vez, fue con una chica de veinte —me asombro—. Sí, era mayor. Tuve sexo varias veces con ella hasta que aprendí. Después me volví popular entre las chicas de mi edad. Lo menos que pensaba era tener novia, yo solo quería follar. Así estuve hasta que te encontré, ahora también solo quiero follar, pero contigo —reímos—. Follo enamorado.
—Que suerte tengo —lo digo como ironía—. Vendría siendo el número mil en tu lista.
—Te equivocas preciosa, no hay lista. Eres la única que me ha importado de verdad, a la única que he amado. Debes saber que tienes ciertos privilegios que nadie más tiene.
—¿Si? ¿Cuáles?
—Prácticamente todo lo que he hecho contigo no lo he hecho con nadie.
Me río.
—¿Y tu Buckett?. Sé perfectamente que no eras virgen cuando estuvimos pero igual quiero saberlo todo.
—Yo siempre fui así como soy ahora, alegre, sencilla, un poquito loca, sin penas, ni miedos. En cada actividad emotiva de la escuela estaba yo, no era la típica alumna estrella, pero estudiaba. Entre los chicos no era como “la chica que quieren todos” pero tampoco la que nadie quería. A los diecisiete tuve mi primer novio, era un poco noble para mí, tal vez por eso sabía que no duraría mucho. Con él tuve mi primera vez, puedo afirmar que fue maravilloso, muy lindo y paciente la verdad. Después de un mes cambió mucho, todo lo controlaba, con quien andaba, a donde iba y no aguanté eso. Luego conocí a otro chico que se llevaba con Enzo, con quién yo andaba toda la prepa. Este era un poco más loco. Nuestra relación fue de un año hasta que terminamos la prepa, ahí cada uno optó por su camino y ni él estaba incluido en el mío, ni yo en el de él. Para resumirte la historia, estuve con otros chicos pero no avanzó más que una salida o sexo.
—Buckett entonces que número vengo siendo en tu lista.
—Te equivocas Aiden, no hay lista —lo parafraseo—. Eres el único para mí.
—Eso espero —me dice dándome el beso más rico que he recibido en mi vida.
—También lo espero señor Stone.
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