•Capítulo 29. Aiden•
Salgo sin rumbo. Doy otro golpe en el timón del coche. Viene un carro, lo veo casi al frente, le doy vuelta al timón para no chocar, pero faltaba poco. Paro el coche y me bajo del auto.
Camino para tomar un poco de aire. Miro el test de embarazo. Paso mis manos por la cabeza.
Cómo pude hacerle esto joder. Ella es jóven, no tenía por qué tener un hijo sin desearlo. Como fui tan inconsciente de que las pastillas pueden fallar.
Yo no estoy preparado para ser papá eso no estaba en mis planes. No seré buen padre. Ni siquiera fui bueno con ella y la quería, ¡joder!, me enamoré de ella. La he querido mucho antes y no me di cuenta o tal vez no quise aceptarlo. Pero ¡un hijo!, no estoy preparado para esto.
Suena mi teléfono. Miro la pantalla es Liam. Cuelgo. Vuelve a llamarme y yo vuelvo a colgar. Vuelve a intentarlo. Apago el teléfono.
Ahora mismo no quiero hablar con nadie.
Subo al coche de nuevo. Voy a mi casa, necesito pensar.
Miro cada lugar de la casa y me recuerda a ella.
—Joder —tiro todo en la sala—. No sé qué hacer, me siento perdido.
No estoy preparado para ser papá. No estoy preparado para tener a mi cargo una familia.
Cojo una botella de whisky sobre el bar de la sala. Me prendo de la botella.
No sé cómo afrontar esto, la verdad. Nunca en mi vida había sentido pánico, miedo y ahora, parece ser esas dos palabras las únicas que aparecen en mi cabeza.
Me despierta el sonido del timbre. Me quedé dormido en el sofá.
El sonido del timbre se vuelve más insistente.
—Ya voy joder —grito.
Abro la puerta. Liam y Dylan. Los dejo ahí y vuelvo a la sala.
—Dejé que te quedaras solo anoche para que pensaras —comenta Liam.
—¿Qué decidiste? —pregunta Dylan.
—Nada —contesto. Es la verdad.
—¿Cómo que nada Aiden? —habla brusco Liam.
—Liam, si a tí te dijeran que vas a ser papá. Dime que harías. Ponte en mi lugar.
—Aiden, no te cuidaste. Fuiste irresponsable. Esta son las concecuencias de tus actos —responde Dylan.
—No te imaginas como dejastes a Keira. Ella está sufriendo aún más que tú todo esto —expresa Liam.
—¿Dé quien son amigos ustedes?. Hace falta que me lo recuerden porque ahora mismo estoy en duda.
—No seas gilipollas Aiden. Somos tus amigos pero le tenemos gran aprecio a Keira. Ella también se equivocó pero es valiente y va a afrontar las consecuencias. Tú eres el hombre, que fuiste el primero en meter la pata por no usar condón, que eres el que debe velar por ellos dos —dice Liam, a modo de regaño.
Tocan la puerta. Voy a abrir. Es mi padre.
—Ya lo sabes ¿no? —pregunto.
—Entremos, hablaremos ahora.
—Déjenme hablar con Aiden —les dice mi padre a Liam y a Dylan.
Ellos asienten y se marchan.
Mi padre se sienta al frente. No lo miro.
—Aiden, mírame —obedezco. Es mi padre y respeto hacia él, siempre—. Vas a ser papá, sí, lo sé desde ayer, hasta primero que tú —voy a hablar pero mi padre no me deja—. Sabes perfectamente que ese niño no lo hizo solo ella, también tu tienes responsabilidad. Sé que la palabra papá puede cargarse de una responsabilidad infinita que tu no estas preparado para llevar o bueno —rectifica—, sí tendrías la capacidad, pero debido a cómo es tu vida piensas que el papel te quedaría grande. Ser papá es lo mejor que le puede suceder a un hombre, un hijo es una bendición, da igual si es hembra o varón. Que llegues del trabajo y tus hijos te besen, que sepas que tienes por quien luchar cada día, ver cuando comienza a caminar, escuchar cuando comienzan a decir papá, saber que dentro de un ser tan pequeño hay un amor infinito para tí. Algún día serás la inspiración de ellos, un ejemplo, serás su apoyo y en momentos difíciles será el motor que te impulse para hacerlo mejor cada día. Keira es una chica maravillosa, que sé que la quieres, me di cuenta hace mucho. Estás lleno de miedo y dudas que te impiden hacer lo que quieres. Ya eres un hombre Aiden, no puedo hacerte perder los miedos como cuando eras un crío, ahora solo me queda darte consejos para que aprendas a superarlos. Entiendo que tienes miedo, en mi momento también los tuve, hijo mío no existe un manual de como ser padres. No voy a obligarte a hacerte responsable porque le prometí a Keira que si era tu decisión no responder, que la aceptaría y así será. Pero piensa que hubiera sido de tí, si yo me hubiese comportado con tu madre, como tu lo estás haciendo ahora con Keira.
Mi papá me da una palmada en el hombro y se marcha.
De mis ojos salen lágrimas. Primera vez después de muchísimos años que lloro.
Soy un egoísta, solo pensé en mí.
La amo ¡joder!, es mi chica, la he lastimado mucho ya. No importa como sea, voy a intentarlo.
Salgo para la empresa. Dafne me informa que solo pasó a dejar una carta de renuncia.
Recibo un mensaje de Liam.
Keira está en una clínica. A decidido abortar.
¿Qué coño?
Recibo la dirección de la clínica y voy lo más rápido que puedo.
Cuando llego entro voraz. Estoy de los nervios.
¿Por qué no me diste tiempo a procesar esto Keira?. Joder. ¿Por qué actúas tan pronto?.
—¿En qué sala está Keira Bucket? —inquiero a la recepcionista.
—Señor no le podemos dar esa información —responde ella.
Me cabreo. Juro que las ganas de pelearme con medio mundo aparecen.
—Dígame dónde está Keira, porque soy capaz de prenderle candela al puto hospital —expreso en alta voz.
—Lo siento...
—Tú lo decidiste —le informo.
Cuando iba a cometer una locura, Keira se encuentra cara a cara conmigo. Parece cansada, como si no hubiese dormido en toda la noche. Sus ojos rojos de tanto llorar.
—¿Que hiciste? —pregunto y no puedo ocultar el enojo en mi voz.
—Lo que tú querías ¿no? —dice y una lágrima cae por su mejilla.
—Acaso yo te dije que abortaras. No me diste tiempo a procesar nada, joder.
—No hacía falta —comenta ella y pasa de mí—. Ya está hecho.
Las palabras retumban en mí, una y otra vez. Siento algo raro, demasiado raro. ¿Por qué uno tiene que perder las cosas para darse cuenta de lo que de verdad quiere?.
—¿Por qué coño lo hiciste? —la sigo.
—Quería evitarle la tristeza de estar en casa de sus abuelos, recibiendo todo el amor del mundo y que se encontrara ahí con su padre, padre que no lo quiere. Que creciera viendo su rechazo.
—¿Por qué decidiste por mí Keira?
—Tú has decidido siempre por mí, cuando no era tu derecho. Además sobre esto, también decidistes tú con tu actitud.
Se apresura y coge un taxi. Esta situación me va a volver loco.
Joder, que ya lo había decidido, me había hecho la idea.
Busco mi auto y decido ir a su casa. Cuando llegó se está despidiendo de los chicos, el mismo taxi la espera.
Freno en medio de la despedida de tal manera que ellos se giran a mirar.
—Keira, ¿a dónde vas? —es lo primero que se me ocurre decir.
—Acaso importa a dónde voy. Que derecho tienes tú a venir aquí a preguntar eso.
—No me vuelvas loco Keira —manifiesto en alta voz—. Hablemos antes, después decides que hacer.
—No hay nada de lo que podamos hablar que cambie la situación.
—Sí, joder. Explícame como coño actuaste tan rápido sin darme tiempo a nada. ¿Qué querías joder? —esto lo digo algo cabreado—. Llevo años siendo soltero, preocupándome solo por follar, viviendo una vida de locos. Llegas tú, a ponerme todo de cabeza, con solo aparecer en mi vista. Y no te diste cuenta, pero, con la única mujer que tuve más que sexo fue contigo. La estúpida relación de solo sexo, fue una justificación para no alejarme. Tú sabías mejor que nadie como me ha costado avanzar, abrirme a los demás, me ayudaste a dar los pasos. Esto no lo esperé en la vida, jamás pensé en ser padre, tenía miedo joder. Pudiste darme algo de tiempo a procesarlo.
—Tu nunca ibas a aceptarlo Aiden, y yo no pretendía retenerte o cargarte de una responsabilidad que no querías. Así que te quité el compromiso de ser padre.
Paso mis manos por mi cabeza, estoy perdido.
—¿Cómo te explico ahora que te amo? Que me gustaste desde la primera vez que te vi caminando hacia la barra de Pura Club, que no ha sido solo sexo ni una vez. ¿Cómo explicarte que tuve que perderlos para darme cuenta de lo que en realidad perdía.
—No te vayas, empecemos de nuevo —le pido.
—Mi decisión ya está tomada —manifiesta.
Le dice adiós a los otros y se monta en el taxi.
—Keira —doy en la ventanilla—. Bájate Keira.
Ella me mira una última vez. Se limpia las lágrimas.
—¿Que tan capaz crees que soy de deshacerme de algo que amo desde que sé que está dentro de mí? —inquiere ella tocándose la barriga—. Yo también te amé, pero, me di cuenta que debía amarme más a mí. Y sobre todo ahora, tengo que amarlo más a él o a ella. Yo tuve menos tiempo de procesarlo que tú, incluso más miedo. Sigue viviendo tu vida como antes, que nosotros no seremos un problema.
Arranca el taxi y se marcha.
No abortó, joder. No lo hizo.
—Díganme a dónde demonios se fue.
—¿Por qué mierda alguien te proporcionaría dicha información? —salta Andrea. Sé que a la que más me costará sacarle palabra alguna es a ella.
—Andrea, no me toques las pelotas ahora. Bastante tengo con sentirme como me siento.
—Lo mereces —vuelve a hablar ella.
—Sí, lo merezco. Ya lo entendí, piensan declararme la guerra ustedes también. ¿Ustedes no se equivocan o qué?. A ver cómo demonios hubiesen actuado en mi lugar. ¿Qué significaría un hijo para ustedes?. ¡Eh!. ¿Cómo se lo hubiesen tomado?.
Voy a montarme en mi auto. Mis padres deben saber hacia donde se ha marchado. No descansaré hasta dar con ella.
—Se fue para Nueva York, con Enzo—me informa Dylan.
—Pues mañana iré al puto estado de Nueva York a buscarla y ustedes irán conmigo —digo y me marcho.
Minutos después llego al departamento de sus padres en Soma. La mamá me abre. Su cara muestra asombro.
—¿Cariño quién es? —pregunta el padre.
—Entra —me deja un espacio entre ella y la puerta.
El papá al verme se levanta del sillón. Veo su cara de rabia. No es para menos, me advirtió.
—¿Qué haces aquí? —pregunta el padre.
—Vengo a hablar con ustedes. Saben que soy el papá del hijo que espera Keira.
—Te recuerdo —me interrumpe la madre—, que no quisiste responder por él, la dejastes sola cuando te enteraste.
—Dejen que hable y luego ustedes me dicen lo que quieran —el papá de Keira me mira muy serio—. Sí, yo en el momento que me enteré no respondí bien, la dejé sola. Tuve miedo de no saber como hacerlo. Estaba furioso conmigo mismo por haberle hecho eso a Keira. Quiero rectificar todo lo malo o lo que alguna vez no llegué a hacer por miedo. Por eso vengo hoy a dar la cara ante ustedes, a decirle que amo a Keira y que voy a hacerme responsable de mi hijo.
—Muy tarde Aiden —comenta el padre—. Keira se ha marchado a Nueva York.
—Lo sé, voy a buscarla pero primero necesito dos cosas: la primera su aprobación, estoy pidiendo su mano, quiero casarme con ella. La segunda que me acompañen a Nueva York a buscarla.
—Escúchame bien Aiden, soy su papá y aunque ella tenga cuarenta años voy a velar por ella. Sé que te quiere porque si aceptó tus términos en esa relación fue por eso, mi hija nunca había actuado así. Aunque mi nieto vaya a tener el cariño de nosotros, de tus padres, que han sido excelentes personas con Keira, de sus amigos, le faltará el amor de su papá. Solo por eso Aiden es que voy a aceptar que te cases con mi hija con una condición, si le haces daño voy a acabar contigo.
—Gracias Norman —le estiro la mano—. La cuidaré.
—Katherine mañana mandaré a recogerlos alrededor de las nueve.
Katherine asiente.
—Hasta mañana —me despido.
Aún tengo que ir a casa de mis padres.
—Felicidades mi niño —me abraza Trini al abrir la puerta.
—Gracias Trini. ¿Mis padres están aquí?
—Si, donde siempre.
Voy en busca de ellos al jardín.
—Hijo —me besa mi madre.
—¿Qué decidiste? —pregunta mi padre.
—Voy a hacerme cargo de mi hijo. Lo pensé bien, amo a Keira, aunque me lo haya estado negando a mí mismo desde que la conocí. Quiero dar ese paso que no me atrevía por miedo. Sé lo que quiero y es a ella. Voy a buscarla a Nueva York. Necesito que me acompañen, voy a pedirle matrimonio.
Mi madre ríe complacida y mi padre asiente.
—Estoy orgulloso de tí hijo. De tu evolución como persona —dice al fin mi padre.
—Orgulloso estoy yo de tenerlos a ustedes en mi vida —los abrazo.
Como pude estar tan distante de ellos, de mis padres, los que me han dado todo en esta vida.
—Que reunión familiar más linda —comenta Gabriela, que camina en mi dirección junto con Ryan.
Suelto a mis padres y la beso en la frente.
—¿Aiden que le pasa a tus hormonas? —se queja ella.
—Enana, lamento no haber sido el hermano mayor que hubieras querido, lamento no haberte cuidado y estado al pendiente de tí, de no haberme sentado contigo y haberte dado consejos, lamento no haberte demostrado que te quería, porque siempre te he querido Gabi, pero nunca supe como demostrarlo.
Gabriela rompe en llanto.
—Aiden, llevo deseando esto por tu parte desde que era una niña.
—Lo siento Gabi. Siento haber sido tan distante con ustedes.
—Te quiero enana. Comencemos de cero.
—Yo igual hermano. Pero tengo una condición, que no me digas enana.
—Prometido —digo y ella me abraza.
—En cuanto a tí, puedes decirme cuñado —me dirijo a Ryan.
—Está bien, cuñado.
—Ahora preparen todo, que mañana vamos a Nueva York.
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