•Capítulo 17. Aiden•
—Aiden, por favor. Solo una vez en la vida compórtate como un buen hermano —me ruega Gabriela por la liberación de Keira.
No pienso dejar que Keira vaya sin mí a París. Si ella va, es conmigo.
—Ya veremos Gabriela, no sigas con eso —le contesto exasperado y ella hace una mueca.
—Gabi —la llama un chico a su espalda.
Ella se gira a gran impulso en busca de la persona que porta esa voz. Mi hermana menor duda amor, corazones y estrellitas de colores. El chico, se nota algo serio y tenso.
—Ryan —lo besa—. Que bueno que hayas venido.
—No pensaba dejarte sola un día tan importante para tí —le contesta y besa su frente—. Feliz cumpleaños princesa.
Debe ser él, el chico del que hablaban antes.
—Ven, te presento. Él, es mi hermano Aiden. Ellos son Liam y Dylan, sus amigos, pero prácticamente mis hermanos. Chicos él es mi novio —el chico la mira como si le haya asombrado lo último que dijo Gabriela.
Él asiente, luego de procesar las palabras de Gabriela y reaccionar y le extiende la mano a Liam.
—Ella es nuestra princesa. Así que más te vale cuidarla —pronuncia Liam.
—Sabes, yo sería capaz de recorrer el mundo entero buscándote, si la lastimas —es el saludo de Dylan.
El chico sonríe. No se intimida. Me extiende la mano a mí. Le devuelvo el saludo.
—Te diré, que verás siempre una pésima relación entre nosotros, pero es mi hermana. El único hombre que puede hacerla enojar soy yo. Tu solo cuídala y hazla que vomite pegatinas de amor todo el tiempo...como está ahora. De lo contrario, esto se pondrá muy feo.
El chico asiente, sin intimidarse. Punto a su favor, me cae mejor.
—Yo la quiero, no pienso hacerle daño —expone el chico.
No puede ser posible que un chavo de 20 años tenga más valor para hablar de frente lo que siente que un hombre de 30.
En ese momento, por instinto o porque mis ojos no pueden mirar otra cosa si su vista más perfecta está cerca, observo a Keira bajando las escaleras.
Es hermosa mi chica. No se como debe sentirse vestida así pero la veo segura. Esta maquillada y tiene el pelo suelto. Ese vestido le queda demasiado bien, aunque interiormente para ella debe ser una tortura.
Joder, tiene un cuerpazo. Me tiene completamente loco.
Llega hasta nosotros. Sonríe. Es la mejor sonrisa que haya visto nunca.
—Están preciosas —les dice Gabriela a Keira y Andrea —Él es Ryan. Ryan ellas son mis amigas Keira y Andrea.
Ellas lo saludan con un beso. No se por que demonios Keira es tan sociable. Repartiendo los besos que solo deberían ser míos.
—Ryan —se queda pensando en sus próximas palabras—. Gabriela es una chica increíble, es cariñosa y muy pegada a la gente que quiere. Con un solo llanto de ella, yo voy a buscarte a donde quiera que estés y te haré que rectifiques lo que has hecho mal —el chico vuelve a asentir—. Espero que nos llevemos muy bien —concluye y le guiña un ojo.
—Yo lo único que les digo a los dos que están locos. Con esa juventud y ya comprometidos —comenta Andrea.
—No le hagas caso. Le tiene miedo al compromiso —habla Buckett.
—Y tu Buckett, ¿le tienes miedo? —le pregunto. No pude evitar guardarme la pregunta para otro momento.
—No te niego que disfruto de mi soledad pero si encontrara a alguien que me guste, que disfrute estar a su lado, creo que valiera la pena comprometerse.
Si, Joder. Valiera la pena, por verla cada noche abajo de mí suspirando, por mirarla completamente desnuda a mi voluntad, por verla al despertar cada mañana. Pero yo soy incapaz de amarla. Tarde o temprano la haría sufrir.
—Vamos Ryan —le dice Gabriela al chico—. Quiero que conozcas a mis padres.
—Liam, Dylan vayamos a tomarnos el whisky que tenemos pendiente —comenta Keira.
Hoy Keira quiere agotar la poca paciencia que tengo...esa que cabe en una gota de agua.
—Buena elección preciosa— le responde Liam.
—La mejor —afirma Dylan.
Y, por supuesto, Liam y Dylan son como esa pieza que falta en el mecanismo diseñado para cabrearme.
Salimos para el patio y nos paramos alrededor de una mesa. Nos sirven un whisky a todos.
—Aiden —saluda Christian, cuando llega hasta nosotros. Es hijo de unos amigos de mis padres. Es contemporáneo conmigo—. Liam, Dylan —saluda a mis amigos. Ellos le devuelven el saludo.
Su vista va hacia Keira, no deja de mirarla.
Más le vale no fijarse en ella. Solo puede ser tocada y deseada por alguien...y ese alguien soy yo.
—Un gusto —le extiende la mano a las chicas—. ¿Ustedes son?.
—Keira y Andrea —responde Keira.
—Keira, me parece que te he visto en algún lugar —le dice Christian. Esa frase solo sale de boca de hombres imbéciles. Joder. Hay un montón de frases más con las que entablar tema con una chica.
¡Me parece que te he visto en algún lugar!...vaya ridiculez.
—Y a mí me parece que esa frase ya la he escuchado antes...
¡Esa es mi chica!.
Christian se queda serio, algo asombrado de que su gilipollez no diera resultado. Keira por su parte intenta no dejarlo como un imbécil...y me cabrea...otra vez.
—Aunque si así fue, dicen que el mundo es un pañuelo. Imagínate San Francisco.
El tipo le sonríe, satisfecho.
—Por ahora se acabaron las rondas de whisky —declara Keira a Liam—. Pero, estoy completamente disponible para tomar, cuando se acabe esta fiesta.
Estás provocándome Buckett.
—Amo a esta nueva Keira —expresa alto y divertido Andrea—. Mi más sincero pésame para el difunto.
—¿Que difunto Andrea? —pregunta Keira. Aunque rápidamente cae en la cuenta de algo—. Mejor cállate...
—El que vas a enterrar ahí está noche —responde Andrea interrumpiendo a Keira.
Todos rien. Hasta Keira. A mi no me hace ni puta gracia.
—Christian también estas invitado —le dice Keira.
Keira estas jugando sucio. Pienso hacértelo pagar.
Comienza a hablar Gabriela sobre el escenario.
—Gracias a todos por estar aquí celebrando conmigo mi vigésimo cumpleaños. Quiero aprovechar este momento para agradecer a mis padres por todo el amor que me han dado. Gracias a ustedes también porque me han hecho feliz en algún momento de mi vida. Sin más, espero que disfruten de la fiesta.
En ese momento, le colocan un enorme pastel enfrente. El novio comienza a tocar el piano que había atrás. Mientras todos cantan al unísono el feliz cumpleaños.
Colocan una canción de Shawn Mendes y Miley Cyrus.
Gabriela toma a su novio y comienzan a bailar. Algunas parejas lo imitan.
—Keira ¿quieres bailar? —pregunta Christian y ella acepta.
Si esta es tu forma Keira de vengarte por lo de ayer. Estas logrando que me vuelva loco.
—Andrea ¿bailamos? —pide Dylan.
—Pides todo así tan decente —expresa ella —. Tipo, hola linda ¿Te la meto?.
Esta vez hasta yo me reí. Esta mujer no tiene límites.
—Estas muy serio —comenta Liam. No le contesto—. La perderás por tu miedo.
—Ya Liam, Buckett es solo un entretenimiento.
—No trates de engañarme, que se te da de pena.
—De pena se te da a tí dar consejos.
Joder verla así sonreír en los brazos de otro tipo no lo soporto. Ella es mi chica. Y solo la toco yo.
—Que quieres que te diga Liam, ella va a pagar todos mis errores y no quiero eso. He sido así durante mucho tiempo, y sí, desde que la vi, me encantó pero no sé cómo amarla, tratar de hacerlo puede que al principio salga bien, pero después voy a terminar jodiéndolo todo.
—Hermano, siempre hay una primera vez para todo. Yo lo haría sin miedo.
—Liam, si llegara tu momento, verás que no es fácil.
Por fin se acaba la música. Ellos regresan. Al fin respiro. Me estaba asfixiando verla a metros en brazos de otro.
—Bailas muy bien —alaga Christian a Keira.
—¿Te gustó? —le pregunta ella, siguiéndole la corriente.
—Por supuesto que me gustó y muchísimo —afirma él con cara de imbécil. Ella sonríe.
—¿Crees que podamos salir? El día que quieras —aprovecha Christian para preguntarle.
—Claro —responde—. ¿Sabes que es lo que más me agrada de tí?. Que no intentas imponer las cosas. Me refiero a que las chicas debemos tener la opción de elegir.
Todos, menos Christian, que está ajeno a esto me miran. Liam, Dylan y Andrea son amigos y están al tanto de nuestra situación.
Aunque sé que lo hace por venganza, no puedo evitar que me muera de celos por ver a otro tipo tocando lo que es mío. Si no fuera porque es el cumpleaños de Gabriela ya se lo hubiese demostrado.
—Exactamente —la anima su amiga—. Buen punto. Nosotras somos capaces de hacerlos perder el control y todavía hay hombres que se creen el mejor partido del universo.
—Keira —habla Gabriela, quién acaba de llegar con el novio—. Veo que ya te llevas muy bien con Christian.
—Es una chica diez —comenta él.
10 no, 100. Ahí te equivocas. Y eso que solo la has visto físicamente. Si la conocieras como yo te volverías loco por ella.
—La verdad Gabi, este chico es genial —expresa ella encantada.
Buckett. Buckett. Sigue jugando con mi paciencia.
Terminarás en mis brazos cuando acabe esta fiesta, me encargaré de ello.
—Recuerdas cuando estabas en mi...—comienzo a decir, pero, mi frase es interrumpida por Keira.
—Christian si quieres que pase más...—se queda unos segundos en silencio para dar duda a sus palabras— más tiempo contigo, me refiero, asegúrate no ser un completo imbécil, queriendo tener el control de todo y cambiando de humor cada cinco segundos.
¿Imbécil?.
Eso piensa.
—No podría ser así con alguien como tú —expone este.
Estoy a nada de demostrarle, que lo que está admirando, deseando y tratando de coger, es mío. Que todo lo que quiere, lo tengo yo.
—Me encantaría verlos juntos —agrega Gabriela. La fulmino con la mirada.
Al parecer mi hermana menor también está jugando en el equipo contrario.
—Pasarán toda la tarde hablando del mismo tema —digo.
He perdido la cuenta de la cantidad de whisky que ha hecho que me tome con todo este teatro.
—¿Celoso Aiden? —pregunta Andrea.
—El hombre es celoso cuando está enamorado. Y no es el caso.
—Totalmente de acuerdo con Aiden —comenta Liam—. Un hombre celoso es capaz de hacer lo que sea y delante de quien sea con tal de demostrar que esa es su chica.
¿Me estás retando?
Porque las ganas de hacerlo no me han faltado. Pero eso es lo que ella quiere.
—Ya me extrañaba a mí que estuvieras tan callado —le dice Gabriela—. Y te digo que te equivocas porque hay muchos que por miedo, orgullo o por creerse muy machos prefieren aguantar antes de demostrar algo.
En qué momento esto se convirtió en una batalla de indirectas.
—Sinceramente, —ahora expone sus ideas Dylan— yo no sé qué cosa es estar celoso, pero por lo que leí en un diccionario, —reímos— no se rían, busqué en el diccionario, porque desconocía esa palabra y yo soy una persona que lo sabe todo. Estar celoso es estar ahora mismo como... —lo miro serio para que entienda que si me menciona lo mato.
—¿Como quién? —pregunta Andrea.
—Como él —señala al novio de Gabriela—. Por la cantidad de besos que voy a darle a su novia.
Camina hasta Gabriela y le da todo ese cariño de siempre. Todos somos conscientes, menos el imbécil y el novio de mi hermana que Dylan no iba a soltar precisamente eso.
—Voy al baño —anuncia Keira.
Esta es mi oportunidad de llegar hasta ella, de demostrarle que me tiene loco, a hacerla entender que su hombre, soy yo.
Mis padres me interceptan en el camino.
—Hijo —me dice mi madre—. Tengo ojos de águila con las cosas que suceden con mis hijos. Ahora mismo me siento demasiado feliz de ver que te está gustando alguien.
No puede ser que todos noten eso. Es como si llevara en la frente un cartel lleno de pegatinas cursis que diga “estoy completamente e irremediablemente loco por Keira Buckett”, al que a todos les llama la atención.
—Mamá, de que hablas. No me gusta nadie —intento negarlo, pero, se que ella no creerá en mis palabras.
Keira aún no había entrado a la casa, estaba hablando con Trini. Me enfoco en ella hasta que se dirige al baño, ignorando a mis padres.
—Es hermosa la chica, ¿verdad? —comenta mi padre.
—Iré a hablar con Trini —les pongo como excusa y voy a buscar a Keira.
No me molesto en disimular, si todos están al tanto, que más da.
Entro al baño. Ella está mirándose al espejo. Me apoyo al lavado. Joder, como me gustaría deshacerme de todo lo que lleva puesto.
—¿Qué haces aquí Aiden? —rosopla, demostrando cansancio de la situación.
—Sabes perfectamente lo que quiero —la tomo de la cintura y la acerco a mí.
—No Aiden, no sé que demonios quieres Aiden —expresa de mal humor.
—Si lo que estás haciendo es para castigarme, lo estás logrando. No soporto verte con otro.
—Estás muy equivocado si crees que lo hago solo para provocarte. Lo hago porque quiero.
—No quieres —susurro—. Me quieres a mí. Es a mi a quien tú cuerpo desea. Soy yo el que te hace suspirar...soy yo el que te hace sentir.
—Solo estuve confundida —intenta alejarse pero no la dejo—. He decidido darme la oportunidad de conocer a otros hombres.
—No joder eres mía. No dejaré jamás que nadie te toque.
—Error Aiden, no soy tuya y nunca lo seré. Que hayamos tenido sexo no significa que soy de tu propiedad.
—No puedes negar que con más nadie te sentirás como te sentías conmigo. Más nadie te mando mirará hará que se te aflojen las piernas. Más nadie te tocará y te hará suplicar por placer. Más nadie hará que te tiemble el cuerpo en un orgasmo.
—No te creas lo mejor Aiden. Cada día que pasa y te conozco más, me hago la pregunta ¿tiene algo de bueno estar a tu lado?. Yo creo que no. Desde que te conocí no has hecho más que jugar conmigo y humillarme. Las cosas cambiaron Aiden, el alumno supera al maestro.
La sujeto más contra mí. Voy a besarla. Voy a llevármela de aquí. Soy yo con quien quiere estar.
—Lo siento Aiden —se separa—. Ahora jugaremos a mi juego. Ya tu tuviste tu momento —termina de hablar y se marcha.
Cuando llego al patio estaban todos sentados en la mesa. Él único puesto vacío era al lado de Keira. Esto tiene que ser obra de mi madre. Después del postre nos reunimos todos en la mesa en la que estábamos.
—Gabi, ¿queda algo más por hacer aquí? —pregunta Keira.
—La verdad es que ya se están yendo todos.
—Entonces vayamos al club —propone mi chica, con la clara intensión de seguir provocándome.
—Me parece buena idea —le responde mi hermana—. ¿Qué quieren ustedes?
—¿A quién le preguntas?, porque si es a nosotros la respuesta es lógica —expresa Dylan.
—Estamos hablando de más entonces —concluye.
—Mamá. Papá. Nos vamos ya. Seguiremos la fiesta en un club.
—Perfecto. Ojalá yo tuviera edad para eso —comenta mi madre.
—Amanda, nunca es tarde para hacer lo que queremos —le dice Keira—. Además usted está joven todavía.
—Muy buena reflexión mi niña. Pero ya he disfrutado de fiestas y bares, ya tengo hijos crecidos, ahora es tiempo de tranquilidad. James y yo juntos, esperando a nuestros nietos.
—Sigue la señora Amanda, con lo de los nietos —comento.
—Claro Aiden. Me preocupa que ya tengas treinta años y todavía ni comprometido estás —responde ella.
Ignoro su comentario. Ni siquiera me he planteado comprometerme, menos lo de ser papá.
—Espero verlas muy seguido por aquí —manifiesta mi padre a Keira y a Andrea—. Es más, cada domingo los quiero a todos ustedes aquí en casa.
—Papá el próximo domingo iremos a casa de Keira —informa mi hermana.
—Entonces, los sábados —rectifica mi padre—. Keira, precisamente a tí te encargo de que todos vengan —le guiña un ojo.
—Cuente con eso —responde—. Encantada de conocerlos.
—Lo mismo decimos mi niña —mi madre la besa—. Andrea, espero verte aquí pronto. Dylan y Liam, amores, mis hijos no podían haber encontrado hermanos mejores. Ryan, gusto en conocerte mi niño y bienvenido a la familia. Ahora sí, ya vayan y disfruten.
Entramos a Pura Club. Estaba a tope. Nos sentamos en la mesa de Dylan.
—¿Qué van a tomar? —pregunta Liam, haciéndole una seña al camarero.
—Lo prometido es deuda —dice Keira mientras mueve sus caderas al compás de la música—. Whisky —informa con una sonrisa jodidamente sexy.
—Keiri —Andrea de un brinco se sube en la mesa—. ¿Dónde está la chica que moría con un Martini en la mano? —la cuestiona. Keira solo sonríe y sigue sus movimientos alineados con el ritmo de la música.
—Andrea, después de tantos giros que últimamente da mi vida, jamás daré nada por seguro —declara ella.
—Bravo —Andrea aplaude mirándome a mí—. Así debías ser hace mucho. Apuesto por tí a que eres capaz de dominar a una bestia. Eres más que lo que creen otros ver —concluye su discurso tipo consejera del año—. Para mí un Daiquirí —pide.
—No digo que no tengas la capacidad bella, —le dice Liam a Keira— pero esa bestia es dura de dominar.
—Amigo, —responde ella— dura de dominar, soy yo.
Se sienten los Uhh y el ouch de Andrea. Yo me río, como no había logrado reírme en todo el día. Sin contener nada. La verdad es que ella sabe lo que hay.
—Buckett, serás dura de dominar el día que la bestia te toque y no se te aflojen las piernas —comento con arrogancia mientras ella juega con su pelo.
—Yo apuesto por la bestia —manifiesta Dylan.
—Vamos a hacerlo más divertido —llama nuestra atención Gabriela—. Si la bestia cae hoy, vamos todos a París —busca ganar partida con la situación—. Por cierto, mi voto es para bella.
—Enana, si gana la bestia, te quedas sin viaje a París —la expresión de Gabriela cambia.
—No seas cabron Aiden, confío en bella, pero las capacidades de la bestia las desconozco.
—Hermanita. ¿Tu decides? —la presiono.
Keira le articula un tranquila y camina en mi dirección. No deberían apostar por algo que ni los implicados están seguro. En nuestro juego, el cuerpo actúa porque sí la mayoría de las veces y nuestra mente pierde el control.
—Apostado —me susurra al oído.
Joder. Es mi puta adicción. Me gusta que tiene sus momentos de locura, que le guste tener el control en algunas situaciones, que no tiene miedo de tirarse al vacío cuando hace lo que quiere. Que decida por ella. Que no importa si gane o pierda, cree en ella y su capacidad de volver loco a cualquier hombre. Sí, joder, tiene esa capacidad, es deliciosamente encantadora.
—No hay nada más que hablar —digo contra su boca.
—Ustedes están completamente locos —expresa por primera vez el novio de Gabriela—. Es un apuesta bastante excéntrica. No veo a ninguno de los dos dispuesto a perder. La química se nota a leguas y al final, saben por lo que apuesto yo: porque los dos van a caer.
El único de todos que piensa correctamente.
—Hermano, —interviene Dylan— si eso sucede eres oficialmente miembro del grupo.
—Y si los dos caen, —se queda pensando— vamos todos a París —concluye.
—Gabriela, tu nunca pierdes —expongo.
—No hermano, soy como tú.
—¿Ya decidieron que van a tomar? —interrumpe el camarero, quien estaba parado ahí hace aproximadamente cinco minutos.
—Martini —pide Gabriela—. Y un vodka para mi novio.
—Cuatro whiskys ''Johnny Walker'' etiqueta negra, un Daiquirí, un Martini y un Vodka —le repite Liam al camarero.
Andrea y Gabriela se unen a bailar con Keira. Me acomodo sobre la mesa y cruzo los brazos.
Observo al imbécil de Christian entrando en el club.
Keira me observa, sonrío y le hago una seña en dirección a su conquista. Ella busca con la vista y cuando al fin llega a verlo, me devuelve la sonrisa con creces.
Christian se coloca a su espalda y sigue sus movimientos.
—Te vuelves loco por ella —me dice el novio de Gabriela.
Me quedo mirándolo fijamente y serio, muy serio.
—Chaval ¿has salido tú con muchas chicas que conoces la expresión de un hombre colado por una mujer? —pregunto.
—Cuñado no se necesita tener mucha experiencia para darse cuenta que esta chica es tu talón de alquiles.
—Mi talón de aquiles es el whisky —le muestro el vaso de whisky que había acabado de traerme el camarero.
Tal vez y sí, es mi talón de aquiles, mi adicción, mi todo, pero de sentirlo ha demostrarlo hay un largo trecho que mientras tanto no estoy dispuesto a caminarlo.
—Mírala —continúa él—. No deja de buscarte con la mirada aunque esté con él.
No necesito comprobarlo. Estoy seguro que esta actitud de hoy es producto a mi comportamiento de ayer, que el imbécil de Christian no le proporciona ni siquiera la sensación que le produzco yo.
Como tampoco a mí ninguna otra me provoca ni una cuadra parte de lo que lo hace ella. Las cosas como son.
—Tu solo preocúpate por hacer feliz a mi hermana.
—Lo haría sin que me lo pidieras —contesta.
—No te lo pido, te lo ordeno —sonrio al fin.
Este chaval me cae mejor, siendo yo un gilipollas de alto nivel se distinguir al bando y este no pertenece a él.
—Vamos a hacer un brindis —anuncia Gabriela llamando la atención de nosotros—. Por mí, por mi relación y por la nueva pareja —en ese momento mira a Keira, ella sonríe y mi cuerpo se tensa. Joder, Christian no se le despega—. Y por este grupo tan cabrón que hemos formado.
—Y por la apuesta que estoy por ganar —comento. Keira curva los labios notablemente hacia arriba.
Se hace el brindis.
—Preciosa te parece si hablamos fuera. No me has dado chance de conocerte —le dice Christian a Keira.
—Claro. Salgamos —contesta con una sonrisa.
Adelante Keira, por mucho que me joda que él te este tocando todo el tiempo, esto es una apuesta y no pienso perderla.
—Si tendría idea de quién me encontraría aquí, no hubiese puesto excusas para venir —apunta una chica. Su cara la reconozco, de su nombre ni me acuerdo.
—Tan impresionada te dejé la última vez que andas siguiendo mis pasos —le digo con arrogancia.
—Mentiría si te dijera que no, porque el talento que te cargas en la cama hace que quiera repetir una y otra vez.
—Preciosa, exactamente ahí radica el problema, soy un gusto que te das tan solo una vez en la vida.
Ella sonríe y avanza unos pasos para situarse en medio de mis piernas.
—Quizás puedas hacer una excepción —musita.
En ese momento entra Keira riéndose, muy a gusto con Christian. Me cabrea verla así. Recuerdo que he tenido que aguantar esto gran parte del día, así que es hora de devolver el favor.
Me le acerco bastante a la boca de la chica y la beso.
Joder, era lo único que quería mantener solo con Keira, pero verla tan encantada por otro saca lo peor de mí.
Ella detiene su paso. Su cara cambia de momento, está muy seria. El tipo le habla, ella sonríe y continúa su paso. Intentando no mostrar lo afectada que estaba.
Termino con esta maldita estupidez.
—Preciosa, salgamos de aquí. Acabo de cambiar de opinión —expreso.
Salgo del club con Megan, creo que recordé su nombre.
Rápido le tecleo un mensaje a Alan
Keira Buckett en el Pura Club. Sabes que hacer.
Alan me informa de Keira a menudo, él es mis ojos, más que control también es cuidado.
Me acerco de nuevo a Megan.
—Vamos al The Ritz- Carlton —manifiesto.
—Me parece bien —contesta.
Le hago al chófer una seña. Él ya sabe a donde nos dirigimos.
—Aiden, como puede ser que alguien como tú esté aún solo.
—Preciosa no estoy solo, estoy libre de compromiso.
Suena mi móvil. En la pantalla se muestra el nombre de Alan.
—Señor Aiden, Keira Buckett acaba de salir del club —informa Alan—. Sola.
—Muy bien Alan, gracias.
—Preciosa, tengo que tratar un asunto pendiente. ¿Te dejo en tu casa o volverás al club?.
No pienso perder tiempo en lo que no me interesa. Quiero buscar a Buckett.
—Podrías dejarme aquí mismo. Tomaré un taxi —dice para mi asombro.
—Segura —inquiero. Prefiere quedarse sola ahí en la noche.
—Segura. Conozco la zona y no es peligrosa.
—Mi chófer te llevará a donde desees. Yo tomaré un taxi.
Joder. Si hubiera protagonizado esta historia mucho antes ni yo mismo me lo creería. Keira solo a veces despierta algo de humanidad en mi.
Me bajo del auto. Y para mi suerte venía un taxi. Le hago una seña. Parezco hasta ridículo.
—Señor ¿A dónde se dirige? —pregunta el taxista.
—Mission. Yo le indico. Y no me lo pregunte dos veces que aún no estoy seguro si estoy cometiendo la mayor estupidez de mi vida.
El taxista acata la orden, toma el volante camino a mi destino.
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