Epílogo
Eileen
Las malditas novelas mienten, mienten todo el tiempo. Nos mostraron que existían los finales felices, y no, no existe el vivieron felices para siempre. Cupido se equivoca, se equivocó una vez más, como todas las jodidas veces que lanza la puta flecha. Se escucha un sonido de fondo, y no son todas las canciones de amor que describen como te sientes, es el maldito monitor que indica que Liam está entre la vida y la muerte. Las lágrimas brotando de mis ojos, y no es de felicidad de verme camino al altar con el hombre que amo, es la culpa de no haberme detenido, de no haberlo perdonado.
Quiero gritar al viento, quiero pedirle a Dios una oportunidad más.
Liam no puedes marcharte. Este no puede ser el final del príncipe y la princesa. Levántate de esa cama y demostremos al mundo que si vale la pena enamorarse.
Lo beso en la frente.
Todo se siente tan frío.
Salgo del cuarto, porque no soy capaz de seguir viéndolo así.
Los chicos estaban afuera.
—Ei has pasado dos semanas sin moverte de aquí. Ve a casa. Nosotros nos quedaremos —me dice Andrea
—No —contesto segura—. Él va a despertar. Aún tenemos asuntos pendientes. —Las lágrimas salen de mis ojos.
—Será poco tiempo. Descansa un poco —pide esta vez Keira.
—No voy a irme —les digo a todos—, quiero estar aquí cuando despierte.
—No seas cabezona pelirroja de Liam —comenta Aiden—. Ve a descansar. Nosotros te avisamos cuando despierte.
—Eileen —me llama el doctor—, Liam ha despertado. —Al oír esas palabras sonrío de felicidad—, y ha pedido verte.
Corro a verlo. Las lágrimas salen de mis ojos, esta vez de emoción. Quiero ver a mi chico, quiero tocarlo, lo he extrañado tanto.
Entro a la habitación apresurada.
—Pelirroja —dice—. ¿Me has perdonado?
Lo abrazo, lo beso con muchas ganas. Vuelvo a sentir que respiro.
—Te mereces un castigo por hacerme pasar este susto —contesto.
—Lo siento nena. Siento no haberte escuchado, no haberte creído.-Se me escapa un suspiro—. Está vez prometo entregarte todo, incluyendo amor. Tu solo tienes que decir que sí.
—Sí —contesto feliz—. Te amo, desde la primera vez que te vi. Tenemos que empezar de nuevo, merecemos escribir nuevamente esta historia, está vez tendrá un final feliz.
Lo beso, se escuchan los aplausos desde la puerta.
—Tú siempre fuiste más entregado, más suave, más enamoradizo —le dice Aiden.
—Sí hermano —le responde Liam con una sonrisa—, llegó tu momento de repetirme la frase que alguna vez te dije.
—Oficialmente —comenta Dylan—, otro soldado caído.
Reímos todos.
—Una vez más vence el amor —dice Gabi—. Estoy orgullosa de ustedes, Aiden y Liam. Sé que Dylan también va a sorprendernos.
-Ni rezando cada día conseguirás que yo cambie -le contesta él.
—Liam —lo llama Ryan—, al fin te has convertido en un verdadero hombre.
—Entonces Dylan sigue siendo un crío —interviene Andrea.
—Sí —contesto yo—, un crío de treinta y cinco años.
—Ustedes son unos amigos de pena. —Dylan se hace el enfadado—, me marcho.
***
Dos días más tarde le dan de alta a Liam. Pasamos a ver a mi abuela. Hemos comido ahí con todos los chicos, incluso Amanda y James.
Antes de irnos le he pedido que me coloque la cadenita que me había regalado. No me la había puesto nunca, porque no quiera torturarme más recordando.
Llegamos a casa alrededor de las siete.
Me apresuro en entrar primero. Voy a la habitación y me deshago de toda mi ropa. Me acuesto en la cama a esperarlo.
Liam se apoya en el marco de la puerta. Observa cada espacio de mi cuerpo con detenimiento, sonríe. Extrañaba ver mi sonrisa favorita en el mundo.
Abro completamente las piernas para que pueda observarme aún mejor.
—Fóllame —pido.
Liam sonríe sexy y se deshace de toda su ropa. Cómo un animal salvaje se abalanza sobre mí. Su boca se apodera de la mía dándome un beso demasiado rico y que me deja muy caliente. Despacio acaricia mi muslo derecho con una mano. Puedo notar su sexo rozar el mío y enloquezco más. Estremeciéndome por dentro, va bajando sin prisa, lamiendo mi cuello, hasta que llega a mis senos, succiona la punta y tira de él. Arqueo mi cuerpo ante el placer. Los lame y hace una succión en uno que logra dejarme marca.
Extrañaba esto, lo extrañaba a él.
Va descendiendo por mi barriga, dejando besos en ella. Llega a mi sexo, lo lame y mueve insistentemente la parte superior de mi clítoris. Me mira a los ojos. Gimo. Coloco mi mano en su cabeza. Introduce en mi interior un dedo, mientras que su lengua aún continúa apoderándose de mi clítoris. Jadeo. Elevo un poco las piernas y arqueo nuevamente la espalda.
Es Liam, nadie podrá hacerme sentir como él. Es la persona con la que puedo hablar y follar de la misma manera.
Saca el dedo de mi interior y se lo introduce en la boca. Se coloca nuevamente sobre mí. Unta saliva en su sexo y despacio entra en mí.
Me muerdo el labio inferior tratando de acallar un poco esos gemidos, pero pierdo la batalla. Liam no deja de mirarme. Cada vez que estoy con él tiene el poder de hacerme sentir muy bien.
—Mírame —ordena.
Lo hago. Le mantengo la vista mientras él me embiste. Puedo sentir como me enamoro más. Tiene una mano apoyada en el colchón tratando de aguantar su peso, la otra agarra mis dos manos encima de mi cabeza. Mis gemidos se entremezclan con los de él y toda la habitación es música. Liam me embiste más y más. Puedo sentir como estoy a punto de perderme en un orgasmo.
—Liam —gimo.
Él no se detiene, empuja con más fuerza. Mi cuerpo se tensa y orgasmo espectacular me sacude por dentro.
Liam continúa moviéndose.
—Quiero estar encima —musito.
De una vuelta, me coloca arriba. Me siento a horcajadas sobre él. Me inclino hacia atrás, apoyando mis manos en la cama. Abro un poco más las piernas, permitiendo que tenga un estupenda vista. Muevo mis caderas, lento pero intenso. Mantengo mi mirada en sus ojos mientras ardo de placer.
Liam masculla un joder.
Me inclino un poco, está vez hacia adelante. Logro alcanzar sus labios, lo beso. No dejo de moverme. Las manos de Liam aterrizan en mis nalgas, las aprieta y me empuja más contra él, haciendo que el placer sea el doble.
Vuelvo a sentir que exploto. Me muevo más rápido. Me estremezco con los gemidos de Liam. Él vuelve a azotarme y apretarme contra él. No puedo más. Él parece que tampoco. Ambos nos corremos juntos.
Le doy un último beso y me coloco a su lado.
—Cásate conmigo —suelta de pronto.
Lo miro en un intento analizarlo. Ver que no está jugando conmigo.
— ¿Eso es adrenalina post—orgásmica?
—No —comenta—. Te estoy pidiendo matrimonio.
— ¿Estás seguro? —pregunto—. Es una chica Liam, solo una. —Señalo con el dedo mi respuesta—. Todos los días. ¿Puedes con eso?
—Sí —responde seguro.
—Tal vez yo tenga que pensarlo un poco más —miento—, eres un ser un poco difícil...
Él enarca una ceja.
—Pero estoy dispuesta a entregarte todas mis noches.
***
Me levanto en la mañana, Liam no estaba en la cama. Busco una de sus camisas y me la coloco. Voy a la cocina y ahí estaba él preparando el desayuno. Me detengo a mirar su perfecto cuerpo. Está como quiere, es la verdad. Él lleva su vista hacia mí.
—Sí me sigues observando de esa manera no me quedará de otra que llevarte a la cama y volver a hacer que te corras —dice con esa voz ronca cargada de pura sensualidad.
— ¿Tienes hambre? —pregunta cuando me acerco a él.
—Mucha —contesto.
—Siéntate —ordena.
El sonido de la puerta principal nos interrumpe.
—Ya voy —comento.
—Ni hablar —dice—. No saldrás solo con esa camisa.
—Y tú no saldrás en bóxer —respondo.
—Puede ser un hombre —comenta
—Puede ser una mujer —contraataco.
De pronto tenemos que reírnos, parecemos dos tóxicos ¿O lo somos?
Al final acabamos yendo los dos a la puerta. Es una mujer, Mida Tommy.
Ella sonríe al vernos juntos.
—Me parece maravilloso que estén juntos. He venido porque quiero hacerle conocer al mundo su historia.
Liam y yo nos miramos. No sé si quiero compartir lo nuestro.
—Es solo unas fotos y una entrevista —comenta Mida al ver que no hemos contestado.
—Entra y danos un momento —pido.
Entramos a la habitación a cambiarnos.
—Fue la periodista que publicó sobre Harry toda la información que le di —le cuento a Liam.
—Lo sé.
— ¿Estás de acuerdo con que hagamos nuestra relación pública? —inquiero.
—Sí —asegura—, lo iba a hacer el catorce de febrero.
Me duele recordar aquel día. Ahora, al saber que desde ese momento hubiese tenido al hombre que amo a mi lado me duele todavía más.
— ¿Qué sucede? —pregunta al ver las expresiones de mi rostro.
—No me gusta recordar aquel día —contesto.
—Eso es parte de nuestra historia. —Toma mi cara con sus manos—. Ahora estamos juntos.
—Te amo —susurro contra su boca.
—Las palabras jamás podrían alcanzar el tamaño de lo que significas para mí. Así que tal vez escuches bastante poco esas palabras de mi boca pues lo que haré cada jodido día a tu lado será demostrarlas más que decirlas —expresa.
Es cierto. No necesito escucharlas cada día, cuando me enseña que el puto mundo es pequeño para él en comparación conmigo.
Vamos a la sala con Mida.
—Voy a poner a grabar ¿Están de acuerdo? —indaga Mida.
Asentimos.
—Genial —expresa.
— ¿Cómo se conocieron? —pregunta.
—Yo trabajo con Andrea. Andrea es una de las mejores amigas de Liam. Un día voy a Pura Club, jamás frecuentaba ese lugar, salí porque tenía ganas y había escuchado a Andrea hablar de él. Cuando Andrea me llama, ahí estaba Liam sentado en la mesa. Yo no sé que pasó, pero, fue mirarlo.
— ¿Él que hizo? —inquiere Mida.
Miro a Liam, él ríe recordando ese día.
—Como casanova al fin, acaba yéndose en la noche con dos mujeres.—Muestro dos dedos, Mida abre la boca.
—Por primera vez en mi vida, sentí nervios —comenta Liam—, yo nunca tuve nervios y menos por una chica. Llevaba años frecuentando el club, encontrándome con millones de mujeres, saliendo con muchas y ninguna logró hacerme sentir nada.
— ¿Quién muestra interés primero?
—Él —respondo automáticamente.
— ¿Y qué pasó después?
—Cada vez que nos encontrábamos el hacia lo mismo, irse con dos chicas. Hasta un día que va a Upclide, donde trabajamos Andrea y yo. Ahí yo iba de prisa, ni siquiera le hice caso. Esa noche él se apareció en mi habitación, entró por la ventana.
Miro a Liam, el sonríe. Todavía esa sonrisa me emboba.
—Y los detalles me los reservo —digo, Mida ríe.
— ¿Cómo fue que hasta hoy, ustedes no habían hecho pública su relación?
—Pasamos por varias cosas —explico—. Lo primero era que no sabíamos mantener una conversación. Liam no se había enamorado nunca, tampoco tenía intenciones de hacerlo. Yo por otra parte estaba en una relación. —No quiero mencionar a Jack en esto—. Cuando por fin llegamos a tener algo parecido a una relación, pasa lo del desfile, que ya te había contado.
— ¿Cómo venció el amor?
—Ella me demostró cuánto me había equivocado por no creer en ella. Comprendí que me había enamorado hasta los huesos. —Mida ríe, al igual que yo-. Aunque no lo sabía, ya la amaba desde hace mucho. La busqué hasta que la encontré, pero...ella no estaba dispuesta a perdonarme el no haber creído en ella, tan fácil.
— ¿Cómo hiciste para lograrlo?
—Yo nada. La vida, el destino quiso que estuviéramos juntos. Tuve un accidente, estuve inconsciente durante dos semanas.
—Dos semanas que no me separé de él. Solo quería que despertara, volver a besarlo. Sabía que tendríamos una oportunidad de estar juntos, de hacerlo bien y tener un final feliz.
—Una historia hermosa —expresa Mida—. La chica de cabellos rojizos logró lo imposible, enamorar a Liam.
Liam asiente y me besa la cabeza.
—Les voy a tomar unas fotos —informa ella.
La entrevista se acaba. Nos despedimos de Mida. Cuando por fin estamos solos y pensamos pasarlo genial como nosotros sabemos hacerlo. El teléfono de Liam suena.
Protestando coge el teléfono.
—Amanda —contesta.
Liam cierra el puño y tensa la mandíbula. Cuelga.
— ¿Qué ha pasado? —indago pero él no habla.
—Liam mírame. Tenemos una relación, esto funciona comunicándonos.
—La persona que me trajo a este mundo está en casa de Amanda —dice al fin—, y quiere verme.
—Tu madre Liam —le digo—, puede que no se haya comportado como tal, pero es tu madre.
—Nunca voy a llamarla madre —comenta—, ese papel le quedó grande.
— ¿Irás hablar con ella? —pregunto.
Él no responde. Sé que quiere, es su madre, aunque la odie por como se comportó.
—Vamos —Le tomo la mano—. Te acompaño.
Él me aprieta la mano, no camina.
—No pasa nada cariño —Le pongo la otra mano en la cara—. Algún día tendrás que enfrentar tu pasado.
Acabamos yendo a la mansión de los Stone. Saludamos a Trini a la entrada. Liam está muy serio.
Nos encontramos a Amanda. Ella le indica a Liam dónde está su madre. Liam me mira una última vez, lo beso.
—Has logrado mucho mi niña —me dice Amanda mientras nos sentamos en una mesa en el jardín—, pensé que no vendría.
—Es su madre —comento—, que no se comportó como tal, pero, es su madre.
—Ella no ha tenido vida todo este tiempo —cuenta Amanda—. Espero que esa herida que le han hecho a Liam, él pueda sanarla.
—Intento Amanda, intento que sea feliz, que pueda superar todo ese dolor que lleva dentro. Creo que hablar con su mamá le hará bien, para él nosotros somos su familia, pero ellos también.
Amanda sonríe.
—Liam no se ha equivocado eligiéndote —dice.
Le dedico una sonrisa.
Aiden llega hasta nosotros.
— ¿Dónde está Liam? —pregunta—. ¿Está bien?
—Estará bien —expreso—. Necesita hablar con ella.
Aiden se sienta con nosotros a esperar a Liam. Se le nota preocupado.
Pocos minutos después Liam camina en nuestra dirección. Tiene los ojos rojos. Sale caminando delante y una mujer con cabellos salteados en canas detrás.
—Todo bien —le dice Liam a Aiden y le pone la mano en el hombro a Amanda.
Lo miro, él me hace una seña para irnos.
Me despido de Amanda y Aiden.
Llegamos a casa. Él no ha mencionado ni una palabra durante el trayecto. Espero el momento en que él decida hablar, no lo presionaré.
—Vamos a la piscina —pide al entrar.
Y así lo hacemos. Nos deshacemos de toda la ropa y entramos al agua.
Él me agarra de la caderas y me empuja contra él. Cruzo mis piernas a su espalda.
— ¿No quieres contarme? —pregunto.
Él se toma unos segundos en silencio.
—La he perdonado —suelta al fin—. He perdonado a mi padre. Al fin he superado todo. Solo quiero dedicarme a amarte y hacerte feliz.
— ¿Y tu hermana? -inquiero.
—Está en una clínica de rehabilitación.
— ¿La has visto? —pregunto.
—Aún no. Tampoco sé si quiera verla en esas condiciones.
—Estoy muy orgullosa de ti cariño —aseguro.
—Has sido tu princesa, quién me ha ayudado a ser una mejor persona.
—La princesa de mi cuento sí tenía magia suficiente para salvar a su príncipe —dice.
—Te amo —le repito por milésima vez.
—Yo era inmune a enamorarme hasta que te conocí —expresa.
Y de pronto todas las novelas sí tenían sentido y las canciones que empezaban a sonar eran de amor. De pronto, la vida nos sonrío. Nos hemos enamorado, hemos peliando, hemos caído y aquí estamos de nuevo intentando una vez más reescribir esta historia, demostrándole al mundo que si existe el amor.
Próximo libro: Inmune a ti.
Personajes: Dylan Jones y Alessandra Swan.
Hay una típica frase que dice:
"Al que no quiera caldo le dan tres tazas"
Pues así sucede con Dylan. El mujeriego innato que nunca va a enamorarse. Alguien de su pasado llegará a complicarle las cosas.
¡Acompáñame en esta nueva aventura!
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