24. Eileen
En la mañana decidimos conocer el pueblo. Debido a la hora que llegamos no pudimos inspeccionar.
Me quedo encantada cuando caminamos. Hay estrechas y preciosas callejuelas salpicadas por bonitas tiendas de artesanía, jabones y limoncello.
—¿Te gusta? —me pregunta Liam al ver cómo me he quedado mirando una pulsera en uno de los puestos artesanales. Era muy bonita y sencilla, tenía una mariposa naranja y negra tallada en el centro.
—Es preciosa ¿Verdad?
Él no responde. Compra la pulsera y la coloca en mi mano.
—Se ve aún mejor en ti —contesta.
La calle más hermosa es la que baja hasta la Iglesia de Santa María de la Asunción.
Este es el principal templo del pueblo, conocida por su cúpula decorada en mayólica, con colores verdes y amarillos. Es un edificio que alberga una imágen bizantina, un cuadro que representa la Vírgen Negra con el Niño en su vientre.
—Una leyenda dice que cuando el barco que transportaba la imágen estaba a la altura de la costa de Positano, le fue imposible continuar su camino debido según algunos al estado del mar y según otros a un fenómeno extraño ya que hacía buen tiempo. El caso es que según la leyenda, los marineros oyeron una voz que decía «Pose Pose» que traducido significa posarse o detenerse. De ahí el nombre de Positano —Liam me cuenta la historia, me he quedado embobada mirándolo.
—Interesante —contesto perdida en sus labios. Él sonríe canalla.
A pocos metros del templo visitamos el campanario. Un lugar precioso, con paredes blancas y detalles en dorado. Tiene una bajorrelieve medieval en su centro que representa un monstruo marino formado por un zorro y un pez.
Por últimos visitamos las Torres Sarracenas, la Torre della Sponda, ubicada en lo alto de la Marina Grande. La Torre Trasita, entre playa Fornillo y Marina Grande. La Torre Fornillo, más conocida con Torre Clavel. Estás torres fueron construidas a la Edad Media para defender a Positano y a toda la costa Amalfitana de los sarracenos y piratas.
***
Le he enviado un mensaje a Andrea antes de salir, que ya estábamos en camino, que preparara todo.
Su teléfono suena. Él mira la pantalla, se queda en silencio. Aprieta el teléfono. Sea quien sea debe de traerle tristeza porque su cara acaba de cambiar.
No coge la llamada, sigue en silencio. Su teléfono vuelve a sonar, vuelve a apretarlo. Abre la ventanilla y mueve la mano con el teléfono dispuesto a botarlo.
Debe ser alguien de su familia verdadera. Alguien que tiene que ver con su pasado que tanto odia.
Le agarro la mano. Él me mira a los ojos.
—No importa quien sea —comento colocándole la otra mano en la cara—. No importa si lo odias, si te hizo mal, si te ha arruinado la vida. Estás conmigo, estoy feliz ¿acaso tú no lo estás?.
—Sí —contesta.
—Entonces no permitas que nadie arruine tu día —le digo—. Tienes a muchas personas que te quieren, que te quieren de verdad y que están emocionados de que cumplas un año más de vida.
—Odio este día del año —comenta.
—Llegué a tu vida para hacerla diferente. Así como tú has hecho con la mía. Tal vez la magia del corazón de la princesa no podrá hacer que el príncipe se enamore, pero apuesto que se encargará de hacerlo feliz.
Nos besamos. Un beso apasionado y lento. Su forma de no querer continuar la conversación, mi forma de hacer que la tensión en él pase.
Llegamos a casa. No veo a nadie. Tal vez y no han podido hacerle la fiesta.
Liam abre la puerta. Entro primero a la sala. A Kimberly se le ve una manito por un lado del sofá. Sonrío. Lo han hecho.
—Ahora —susurro al sentir los pasos de Liam.
—Feliz cumpleaños —gritan todos.
Liam se pone tenso nuevamente. Tal fue mala idea esto, pero también sé que me encargaré de qué ese planteamiento sea olvidado.
Le agarro la mano.
—Tus cumpleaños empezarán a ser bueno —le susurro—, cuando empieces a disfrutar de esta familia tan linda que te has ganado.
Kimberly corre hacia él y lo abraza. Esa niña adora a Liam.
—Feliz cumpleaños padrino —dice y lo besa.
—Gracias princesa.
Poco a poco todos van a saludarlo. Liam me observa, parece relajarse. Al final me he salido con la mía.
—Gracias por encargarte de esto —le digo a Andrea.
—No me lo agradezcas —responde—. Me alegra que hayas logrado que pase este día diferente a como lo hacía antes.
—Ei ¿Dónde estaban? —pregunta Keira al acercarse a nosotros.
—Positano —contesto.
—¡Wow!
—Fuimos a Santorini en un día —les cuento.
—Estos hombres si valen la pena —bromea Andrea.
Reímos.
Vamos para la piscina. Busco bebidas para todos. La música suena a todo volumen. Cantamos a Liam el feliz cumpleaños. Si vieran su cara, todo le resultaba raro. Acabo dándole un beso para demostrarle que esto está bien, que lo tiene que disfrutar. Ni les cuento del desmadre que armaron todos con el pastel, basta con decir, que terminamos todos con merengue en la cara, como si tuviésemos la edad de Kimberly.
Keira coloca a John en un coche. Kimberly juega con unas muñecas.
—Padrino —lo llama la niña corriendo de pronto hacia él—. ¿Por qué no tienes una niña? Quiero a una amiguita para jugar.
Liam me observa, sonríe y vuelve a atender a la niña. Nunca he pensado en eso. Con mi abuela se habló también de niños, pero no hay posibilidad.
—Pronto peque —responde ante la atención de todos.
—¿Lo prometes? —inquiere la niña.
—Lo prometo —contesta dejándome más a mí que a todos descolocada. Me habló de todos menos de amor, me habló también de dejarme ir cuando apareciese un hombre bueno que me diese eso que el no puede. ¿Cómo da por hecho que los hijos van incluidos en los días de felicidad que tenemos contados? Porque son esos días.
La niña regresa a jugar feliz de haber obtenido la respuesta de su padrino.
— ¿Así que habrá bebé pronto? —pregunta Dylan.
Yo miro a Liam, intentando que lea en mi rostro que este tema tenemos que hablarlo.
—Es un tema que debemos conversar —digo de pronto.
—Podemos conversarlo ahora, en el cuarto —responde con una sonrisa pícara.
—Vas a tener que esperarte cariño.
—Propongo jugar a un juego —comenta Andrea.
—¿Qué? —esa es la expresión de todos.
—Verdad o reto —propone ella.
—Después de elegir dos verdades obligatoriamente se elige un reto —continúa explicando ella—. Quien no diga la verdad tiene que cumplir un castigo.
Andrea va adentro de la casa y regresa con una botella de agua San Pelegrino vacía. Nos sentamos en un círculo. Liam, Dylan y Aiden están en el agua.
—Empiezo yo —propone—. Para romper el hielo.
Andrea pone la botella en el medio, le da un giro.
La boca de la botella queda para Dylan.
Elige verdad.
—Dylan si Liam y Dylan fueran mujeres ¿Con quién saldrías?
Todos reímos.
—Ya saben que no me enamoro —contesta—, y si ellos fueran mujeres menos aún. Uno controlador obsesivo y otro posesivo y tóxico.
—¿Qué dijiste? —indaga Aiden.
—Posesivo y tóxico —comenta Liam.
Dylan ríe y se separa de ellos. Acaban jugando en el medio de la piscina como niños pequeños.
Volvemos al juego. Dylan gira la botella. Al parecer es el desquite porque le acaba de tocar la boca de la botella a Andrea.
Él se ríe con malicia. Andrea elige reto.
—Mándale un mensaje a Enzo con estas palabras "te extraño"
Dylan acaba de vengarse.
Andrea lo fulmina con la mirada.
—Anda —la reta—. No tienes mucho tiempo, al no ser que prefieras castigo.
Andrea busca el teléfono. Empieza a teclear delante de todos "te extraño" en un mensaje para Enzo.
Dylan sonríe victorioso.
Andrea vuelve a girar la botella. Está vez le toca a Aiden.
Elije verdad.
—Aiden —piensa una—. ¿Qué es mejor para ti, conducir autos, tener sexo desesfrenado o Keira suponiendo que no podrías tener las dos oportunidades que te mencioné antes.
Él no lo piensa mucho.
—La has puesto muy fácil —comenta—. Elijo a Keira sobre todas las cosas.
Andrea sonríe satisfecha.
Aiden gira la botella. Me cae a mí. Elijo reto.
—Pelirroja de Liam te reto a que vuelvas loco a Liam en cinco segundos.
Sonrío, él lo hace también. No necesito mucho. Me meto en el agua, cruzo los brazos en su cuello y las piernas a su espalda. Lo beso, con todo el deseo y las ganas que voy acumulando desde la última vez que tuvimos sexo. Él aprieta sus manos en mis caderas.
—Uno, dos... —comentan los chicos—tres, cuatro y ...cinco. Pude notar como el sexo de Liam, al rozarlo con el mío comenzaba a ponerse duro.
Tengo que separarme de él. Me mira y entiendo perfectamente lo que quiere.
Tomo la botella y la giro. Le toca a Keira. Verdad.
—Keira ¿Cuál es el secreto para sobrellevar esa característica particular, "posesivo"?
Keira ríe. Aiden la mira a ella, Liam a mí.
—Es complicado —comenta Keira y me guiña un ojo—, muy complicado. ¿No sientes a veces que te cansas?
—Sí —miento, Liam me fulmina con la mirada.
—La solución para eso, es cambiarlo —responde para mi asombro. Aiden la fulmina con la mirada. Ella contiene la risa.
—También había pensado en eso —comento.
—Repíteme lo que acabas de decir —habla Aiden, tomándola de las caderas y haciendo que caiga con él al agua.
—¿Qué dijiste? —pregunta Liam a mi lado.
—Lo que oíste —contesto segura—. Es una solución de puta madre.
—Te espero en la habitación en cinco segundos —dice delante de todos.
Él sale del agua y se marcha a la habitación.
Aiden se come a besos a Keira, ella ríe. Quedamos de espectadores de la escena romántica que ha surgido ante nosotros. Pasan más de cinco segundos y salgo a buscar a Liam.
Escucho voces desde la entrada. Me acerco.
—Se que esa chica no te gusta —escucho la voz de Cristal—. Te gustan las chicas con mejor físico.
Veo como se le lanza a darle un beso en la boca.
Definitivamente la historia con Cristal me está poniendo de los nervios. Furiosa paso por delante de ellos. Sé que como estoy ahora no voy a lograr nada y la situación va a empeorar.
—Eileen —me grita Liam.
No me giro. Avanzo unos pasos hasta que encuentro un taxi. Le doy la dirección de mi casa.
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