21. Liam
—Yo tenía doce años, mi hermana era cinco años mayor. Era la chica más sencilla, dulce, natural y hermosa —cuento y Eileen no puede escucharme, ya está dormida—. Una chica bastante popular entre los chicos de su escuela. Entre todos, elegió al equivocado y se enamoró de él. Su vida cambio completamente con diecisiete años. Dejó la escuela, ya no regresaba a casa. Cuando le comenté a mi madre sabes que me dijo: "me da igual lo que haga con su vida, ella es mayor". "Y tú, vete encaminando, ya no puedo hacerme responsable de ti". Hablé con mi padre "Ella volverá a casa", fue lo que dijo. Ese mismo día escuché una conversación entre mis padres en los que mi mamá le decía a mi papá: "Enamorarme de ti fue lo peor que me ha pasado en la vida, tú me convertiste en la mierda de madre que soy ahora, ocupé el tiempo que debía atender a mis hijos en ir detrás de ti, mientras tú te revolcabas con toda la mujer que se te pusiera delante".
—Pero yo te amo a tí Kristen —le respondía mi padre
—Pues el amor el una mierda. Y espero que no ames a más nadie o acabarás matando poco a poco a otra persona.
—No puedo enamorarme pelirroja —le hablo, ella sigue profundamente dormida—. No puedo convertirte en lo que llevo tantos años odiando. Tu mereces todo, incluso amor, y estoy siendo un puto egoísta por tenerte aquí, a mi lado, cuando estoy dispuesto a entregarte todo menos amor, pero, me gustas, demasiado, me gusta como eres, como soy cuando estoy contigo, me gusta lo que tenemos.
—No quiero perderte, pero, el día que un hombre te ame, te ame de verdad, sin límites, un hombre bueno, que te tenga como una reina, porque es lo que mereces, ese día yo me alejaré y te dejaré ser feliz.
Aprovecho que ella está completamente dormida para ir a la empresa.
—Señor —saluda Patrick mientras camina detrás de mí—. No lo esperábamos por aquí. He cancelado todas sus juntas.
—Tranquila Patrick —digo al entrar a mi oficina—. No tardaré mucho tiempo.
—Necesito que me busques a Cristal —demando.
—Enseguida señor —responde.
Alrededor de tres minutos tocan la puerta.
—Adelante —rujo.
Entra Cristal, al verme sonríe y no puedo sentir otra cosa que no sea rechazo.
—No te sientes —digo y no de la mejor forma—. Lo que tengo que decirte tomará menos de cinco minutos.
—No me conoces —continúo hablando—, así que no me pongas a prueba. Si quieres mantener tu trabajo en esta empresa compórtate como debes. No vuelvas a traerme café, hablarme como si fuera tu ligue o escribirme a mi celular ¿Entendiste? —rujo, ella no habla—. ¿Entendiste?.
—Sí señor —responde.
—Ahora ve a trabajar —le ordeno.
Reviso nuevamente los diseños del próximo desfile. Voy a ver a Jess para verificar que todo esté listo con las modelos.
Antes de regresar a casa le compro una cesta repleta de chocolates, que contenía dos Kinder Barrita, Kinder Delice, Pastelito Latte, Crunch Stick.
Entro a casa. Ella estaba en la cocina. Tiene música puesta. Paso a dejar los chocolates sobre la cama.
—Pensé que dormirás toda la tarde —digo al entrar a la cocina.
—Dormí solo un poco —responde
—¿Te ayudo en algo? —le pregunto.
—La cena está casi lista —contesta.
—No tenías que cocinar —digo mientras la estrecho contra mí—, podía haber pedido la cena.
—No —responde y rodea mi cuello con sus manos—, yo podía hacerla. Además tiene que probar como cocino.
—De seguro muy bien —le digo.
—Lástima que no pueda tener una recompensa —musita.
—Si puedes —la beso.
—Así no —comenta.
Yo me refiero a los chocolates, ella al sexo. Cualquiera que me conoce diría que he falsificado la identidad de Liam Hamill, pensando en otras cosas con una mujer que no sea sexo.
—Te va a encantar —le digo, dando pie a que ella continúe malinterpretando.
—No —comenta apuntandome con el dedo.
—Comamos primero —demando—, y después veremos si mereces una recompensa.
Ella rodea los ojos, ese gesto que me encanta.
La ayudo a acomodar la mesa. Ella se sienta a mi lado. A cada segundo que pasa me observa.
Pruebo la comida, hago una mueca de desagrado. Ella coloca la palma de su mano en la boca.
Está muy buena. Sí cocina bien, pero quiero mortificarla.
—¿No te gustó? —pregunta con cara de lástima.
No le respondo. Ella me quita el plato.
—Mejor pide la comida —dice.
Río y vuelvo a coger el plato.
—Está bueno. Solo bromeaba.
Me da un manotazo en el hombro.
—Imbécil —expresa, llevándose una cucharada de comida a la boca.
—¿Cómo? —comento serio, en un intento de intimidarla—. ¿Qué dijiste?
—Imbécil —dice sonriendo.
Me acerco a ella.
—Pelirroja estás jugando con fuego —le susurro.
—Quiero quemarme —responde, se lleva otra cucharada de comida a la boca como si nada le afectara.
—Voy a tener que demostrarte lo que le suceden a las chicas que quieren portarse mal.
Me mira, sonríe y se levanta de la mesa.
—Alcánzame —me reta mientras se va separando de mí.
Como niños pequeños corremos por toda la casa. Ella ríe y yo me siento jodidamente bien de verla así. No puedo negarlo, con Eileen Evans cada parte de Liam es diferente. Ella me hace ser diferente, solo para ella.
Al fin la alcanzo, la cargo, ella cruza las piernas a mi espalda y rodea sus brazos por mi cuello. Tengo su boca demasiado cerca. Mis labios están exasperados por sentir los suyos. La beso, necesitaba volver a hacerlo.
Camino con ella aún en mis brazos. La llevo hasta el cuarto, sin dejar de besarla.
La deseo, deseo volver a tocarla, hacerla mía, pero ella no se siente cómoda, no lo desea así. No soy ningún insensible, aunque me muera de ganas, quiero esperar a que lo desee. Con ella no tengo prisas.
—La comida estuvo buena —le digo cuando me separo de su boca—, mereces tu recompensa.
—Si estaba tan buena —expresa cuando la dejo nuevamente en el suelo—. ¿Por qué no terminaste de comer?
—Porque una chica me puso a prueba —digo—, pero te doy tu recompensa y voy a comer.
—Creo que no me sentiría cómoda.
—Date vuelta —le ordeno.
Así lo hace. Cuando se gira y ve la cesta de chocolates sobre la cama da brincos de emoción. Cómo puede ser que algo tan simple la haga tan feliz.
—Esta parte tuya romántica me encanta Hamill —comenta y me besa.
—Te la has ganado a pulso.
Ella agarra la cesta. Vamos a la cocina. Volvemos a sentarnos en la mesa. Mueve su plato y coloca sobre la mesa la cesta de chocolates.
Coge uno, razga la envoltura y se lo mete completamente en la boca.
—Delicioso —dice colocándose la palma de la mano en la boca—. Mereces una recompensa tú por malcriarme tanto.
—Voy a tenerlo en cuenta —contesto.
Termino de comer. A ella aún le quedan bombones en la cesta. Después de otro piedra, papel y tijera nos sentamos en la sala a ver una película.
—Un clásico —dice—. El Titanic.
—Ya la vi —comento—. Hace algunos años.
—Pues, como perdiste te toca verla nuevamente.
—¿Vas a obligarme? —la reto.
—Podría —contesta—, pero sabes que no lo necesito.
Esas mismas palabras utilicé yo una vez. Sonreímos.
La película comienza. Eileen acomoda su cabeza en mi hombro. Una posición que antes ni en broma dejaba que una chica lo hiciera. La película romántica tampoco. Y no, no es porque temía sentir cosas por alguna mujer, era porque ninguna lograba que fuese diferente a solo follar.
Ella lo ha logrado, cada cosa, cada actitud, cada beso, cada «dormir juntos», cada rato; todo se lo ha ganado. La necesidad de estar con ella, de verla feliz, de cuidarla se quedó en mí como una parte más de mi cuerpo.
Ahora mismo no me emociona mucho ver esta película, pero el simple hecho de estar con ella aquí lo vale.
—No te asombres cuando me veas llorando al final de la película —informa.
—No puedo creerlo —comento.
—¿No te da tristeza esa final? —pregunta.
—No —respondo—. Está película te demuestra como en la vida no existe »y vivieron felices para siempre».
—Eres un insensible —bufa indignada.
—Me han dicho cosas peores.
Pasa media hora de película, Eileen ya está dormida. La cargo y la llevo para la cama. Me acomodo a su lado y me quedo dormido.
***
Muevo la mano sobre su almohada. No la siento ahí y eso hace que me levante de golpe.
—Buenos días —me dice cuando sale del baño.
—Buenos días pelirroja —devuelvo el saludo, la agarro de la muñeca y la tumbo en la cama.
—Es hora de que te levantes —me dice—. ¿No tienes que trabajar?
—Soy el jefe —comento—. Hago lo que se me pegue la gana y eso aplica para todo.
Ella rodea los ojos.
—Te encanta hacer eso —expreso—, y si supieras el efecto que tiene en mi, no lo harías tan seguido.
—Tengo planes para hoy —dice ignorando por completo lo que acabo de decirle—, y estás incluído.
—¿Qué desea su majestad? —bromeo.
—Quiero ir a ver a mi abuela —comenta—. Quiero que la conozcas. Pasemos la mañana ahí y luego iremos a casa de los padres de Aiden.
—¿Puedo opinar? —digo.
—Si de tu boca va a salir algo bueno, sí, de lo contrario te lo ahorras.
—Voy a bañarme —le digo levantándome de la cama.
—Buen chico —da una palmadita.
Después de una ducha. Salgo del baño envuelto en una toalla. Eileen me observa con descaro, de arriba abajo, sin pronunciar ninguna palabra. Me apoyo en el marco de la puerta y la miro, ella se muerde el labio inferior. Siento como mi sexo se pone duro de golpe. He aguantado mucho. No puede seguir poniéndome a prueba.
FlaviaZv9♥️
ElianetApecechea ♥️
Alvarezz22♥️
Pienso actualizar más capítulos hoy. Ya me faltan muy pocos por escribir para terminar la historia, así que los que ya tengo terminados voy a ir subiéndolos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro