Capítulo 8 Rumbo fijo
El sonido del agua corriendo era muy relajante y pacífica, ruidosa aun en corriente leve, y muy refrescante para pasar la comida con ella. Terminando su pequeño picnic permanecieron observando su alrededor, respirando el ambiente, la inmediata paz que transmitía y luego de un rato se incorporaron nuevamente vivos y despreocupados. Pasando aquel rio se encontrarían con un camino marcado hacia lo que buscaban, claro, precavidos de no encontrarse con un demonio en su recorrido; los cuchillos que tomaron de Limbus los protegerían quizá de otras cosas peligrosas con las que pudieran encontrarse, pero dudaban que con ellos en verdad hicieran frente a un demonio, pensando también en que ahora siendo la raza dominante que tenía control sobre Insondable su fuerza sería superior a como la recordaban.
Alec tomó la iniciativa de medir la profundidad del agua, metió su pierna derecha hasta sentir tierra. A diferencia del rio Nahn Gu, este solo les llegaba a las pantorrillas; se introdujo por completo despacio y tanteando con los pies para asegurarse de que no hubiera sorpresas o en cuyo caso, reptiles nuevamente. Cruzó primero, indicándoles que esperaran hasta que se encontrara del otro lado y fuera seguro. Saliendo ileso sonrió de tranquilidad e hizo señas para que pasaran. Fueron uno por uno con extremo cuidado. En la nueva parte del bosque estaba una ruta marcada en el suelo, se veía la tierra y el pasto abierto y había marcas de ruedas sobre ella; lo extraño era que del lado por donde venían no estaban esas marcas, fuera lo que fuera que pasaba por ahí, el rio era su límite. Decidieron tomar el sendero confiando en que fue hecho por personas que huyeron al norte, avanzaron unos cuantos metros cuando de pronto un ligero ruido en las hierbas altas llamó la atención de Gwen, ella se quedó mirando el punto fijo de donde creyó que provenía, pero no vio nada, continuó algunos pasos y otra vez lo escuchó, se quedó inmóvil metiendo su mano en el bolsillo de su pantalón tomando la piedra. Giró sobre donde estaba parada esperando oír si algo se movía. Caroline volteó hacia atrás esperando a Gwen notando que estaba alerta, no tuvo necesidad de preguntar, si su amiga presentía algo entonces todos debían estar atentos. Alec también giró y permaneció quieto a la espera, todos a la par excepto Logan quien no se había dado cuenta de la situación y siguió avanzando.
-Logan no te muevas- le dijo Alec.
- ¿Qué? – preguntó. Al momento se volvió hacia ellos dio un paso más hacia atrás encontrándose con una zanja cubierta de hojas, resbaló dentro de ella logrando apenas sujetarse del borde, debajo de el se encontraban unos afilados picos de metal que casi rozaba con el zapato. Gritaba de pánico.
Corrieron a auxiliarlo. Alec lo tomó por los brazos y lo jaló hacia arriba con todas sus fuerzas, Gwen llegó tomándolo de las piernas, solo para ayudar a subir el resto de su cuerpo. Asustados se tiraron en el pasto a respirar con profundidad mientras que Caroline mantenía la mirada fija dentro de la zanja.
-Chicos- les dijo petrificada. Se sentaron cerca del borde y vieron dentro lo que había, no solo se trataba de una zanja, si no de una fosa. Enterrados en los picos estaban cadáveres humanos y de criaturas que trabajaban para Reaven, unos casi putrefactos y otros todavía frescos.
-Oh por dios- dijo Gwen poniéndose de pie.
-Comienzo a pensar que no estamos en territorio amigo – dijo Caroline.
-No lo sabemos. Algunos pudieron ser accidentes- dijo Alec.
-Pero no sabemos quienes fueron el accidente- dijo Gwen.
- ¿Qué hacemos? – preguntó Caroline tranquilamente. Lo que no era usual en ella, para esto se esperaba que estuviera histérica como la primera vez y no lo estaba, ni un poco.
-Tenemos que seguir. No hay otra opción mas que saber a donde conduce esto- respondió Alec
- ¿Arriesgarnos? –
-Nos hemos arriesgado antes y salimos bien. No será diferente esta vez -
-Pero esta vez habrá más monstruos y demonios que la primera vez- dijo Gwen.
-Chicos- interrumpió Logan- estoy casi seguro de que esta trampa fue puesta por humanos normales-
- ¿Cómo lo sabes? –
-Dicen que estas cosas han estado dominando este lugar por un año entero ¿Por qué necesitarían poner trampas para humanos, si ya han conquistado el mundo? Esto fue creado para protegerse de ellos- señaló a la fosa.
-Sabes – dijo Alec- quizá tengas razón-
La sombra de los árboles se hizo alta y profunda, la noche estaba cayendo. Las ramas de esos arboles no eran gruesas ni resistentes juzgando desde abajo y no tenían lianas con que sujetarse, si iban a dormir tendrían que hacerlo sobre el pasto y montando guardias turnadas. La primera guardia la tomó Gwen, estaba muy alterada y nerviosa que no lograría conciliar el sueño a menos que cansara su vista.
Logan se acostó a lado de ella y el frente estaban Alec y Caroline pegados para conservar el calor. Deseaba poder encender una fogata o tener una esfera de los deseos para pedir unas mantas. Gwen abrazaba sus piernas con la piedra en su mano observándola. La giraba pensando. Pensaba en Willem, en Yared, en Artemiza, en la reina. Internamente le preguntaba a la piedra que le diera algún indicio de que les sucedió, si estaban vivos, si volvería a verlos, pero no consiguió repuesta. Le partía el corazón saber que la piedra no funcionaba de ese modo.
Pasaron horas hasta que comenzó a sentir pesadez en los parpados, despertó a su hermano para relevarla; así continuaron toda la noche, esperando el primer rayo de luz que le tocó a Caroline observar, los despertó a las nueve de la mañana según dedujo. Un buen momento para un desayuno. Aunque fueran manzanas y pan, la comida era bien recibida en cualquier ámbito. Al terminar siguieron a paso tranquilo y cuidadoso de no caer en otra zanja o algo peor. El medio día los alcanzó, sintiendo que no avanzaron mucho en las horas que pasaron desde su despertar, el sol apenas podía colarse entre el follaje de los árboles, aun así, se sentía su calidez, que combinado con la humedad del bosque creaba un ambiente fresco.
Iban en silencio, atrapados cada quien, en sus pensamientos, en recuerdos, comentarios que no estaban destinados a escucharse en voz alta, incluso hasta una pequeña referencia a la famosa película cruzó su mente, sigan el camino amarillo, o en su caso, sigan el camino café. Alec alzó la mirada ante un sonido familiar; lo escuchó en audios que acompañaban sus lecturas y efectivamente se trataba de lo que creía. Fringilla teydea. Un pinzón azul aterrizando en una rama baja. – Miren- les dijo. Nunca había visto uno y deseaba tanto hacerlo. Tal fue su emoción y la curiosidad de los otros que bajaron la guardia y caminaron a prisa sin ver por donde andaban. Se escuchó algo tronar y acto seguido se encontraron atrapados en redes colgando de los árboles. Eran estrechas, casi estaban enredados el uno con otro e incómodamente doblados; parecía todo un reto intentar alcanzar los cuchillos que escondieron en sus calcetas, en ese momento algo volvió a moverse entre las hierbas, aquello que parecía haberlos seguido desde un rato atrás. Gwen trató de parecer ruda e intimidarlos, les pidió que salieran antes de que lograran su liberación y se enfrentaran a ellos. La respuesta fueron risas saliendo de todas partes, entonces finalmente le pusieron rostros al misterio, hombres y mujeres salieron armados de los arbustos y otros bajaron de los arboles mas altos.
-Vaya, vaya, escuchen a la señorita chicos, será mejor que tengamos cuidado- dijo uno de ellos, seguido de más risas.
- Tiene razón señor, mire, dos señoritas acompañadas de dos valientes caballeros, creo que nos hemos cruzado con algo verdaderamente peligroso- más risas continuaron.
- No, no, no. Ellos son los que se metieron en peligro al deambular sin cuidado en estas tierras. ¿Quiénes son? –
-Bájanos primero y responderemos tus preguntas- dijo Alec. No veían bien sus rostros y casi no distinguían bien quien hablaba.
-De acuerdo- el hombre que hablaba dio la orden de que cortaran las cuerdas y los dejaran caer- Muy bien, ya están abajo, ahora respondan-
-Mi nombre es Gwen- respondió sentándose con dificultad y dolor de espalda- ellos son mis amigos Caroline y Logan y el es mi hermano Alec- los señaló.
- ¿De dónde vienen? - el hombre que hacía las preguntas era solo unos cuantos años más grande que ellos, pelirrojo y con barba corta, se colocó de cuclillas para hablarles y no los amenazó con ningún arma, ni el, ni su gente.
- ¿Me creerías si te lo dijera? – dijo Gwen.
-Ponme a prueba-
-Somos kinegis – se escucharon murmullos por parte de los demás.
-Así que es verdad. Un soldado nos contó de los kinegis que trajeron la piedra, los supuestos salvadores que desaparecieron a mitad de la batalla y dejaron a los demonios ganar-
-No fue así- dijo Gwen a la defensiva.
- ¿No? Es difícil de creer. Si son quienes pensamos ¿Por qué se fueron? –
-Es una larga historia-
-Bueno me gustaría escucharla- se levantó- llevémoslos con nosotros. Véndenles los ojos, no quiero correr ningún riesgo-
-Espera – interrumpió Gwen - ¿Quién fue el que te dijo sobre nosotros? –
-Solo responderé a tus preguntas en mi territorio, después claro, de que me convenzas de que puedo confiar en ustedes-
La venda oscura cubrió sus ojos, no transparentaba nada y la colocaron de modo en que no se levantara y pudiera ver por debajo. Al amarrarla en la parte de atrás de su cabeza, le arrancaron un par de cabellos por accidente, los cuales cayeron al pasto. Conservaban su esencia humana que cualquier criatura podría rastrear a kilómetros de distancia. Y una vez grabado el aroma, sabrían donde se encuentra.
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