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Capítulo 10 Cazadores y otras complicaciones

Pasaron cinco días o tal vez seis en el refugio de los olvidados, perdieron la cuenta después del segundo día. Para ser un lugar pequeño había muchas cosas para mantenerse ocupado, pues se pensaba hacer de el un refugio permanente para la gente por lo que se pretendía construir cabañas de madera y otras cosas, sin embargo, todavía muchos de los ciudadanos se encontraban incapacitados o enfermos. Las necesidades eran altas y pocos podían cubrirlas, y aunque pareciera poco la participación de solo tres personas más, si hizo diferencia.

Gwen aprendió lo poco que pudo acerca de los ungüentos medicinales con Hilda, la ayudaba a atender a los heridos, y aplicaban otros remedios a los enfermos. Pasaban cabaña por cabaña, encontrándose con brazos y piernas amputadas ya casi con las puntadas cerrándose; cortadas suturadas en diferentes partes del cuerpo, en niños y adultos, entre otras cosas que Gwen no creía que viviría para ver. Le era más doloroso aquellas heridas tras pensar en que solo contaban con hierbas para curarse, a diferencia de su tierra donde había personal capacitado y hospitales, aun así, también resultaba admirable el trabajo de Hilda con tan pocos recursos. En una de las cabañas de tela a la que entraron se encontraba un niño con una tos seca.

-Este niño presenta un serio problema para respirar a causa de inhalar el humo del fuego- le dijo Hilda.

Gwen se hincó al lado del pequeño que no pasaba de los ocho años de edad – Levántalo un poco- le pidió Hilda. Con cuidado Gwen posicionó su brazo debajo del cuello del niño y le alzó un poco la cabeza. Hilda sacó un pañuelo en el que tenía envueltos unos pedazos de jengibre, vertió uno en una taza y agregó agua caliente de la tetera que cargaba con ella. Al beberlo el infante sintió un alivio inmediato que incluso lo hizo sonreír.

-Volveré mañana para otra dosis- le dijo Hilda a la madre, al mismo tiempo que volvían a recostar al pequeño.

Al salir Gwen preguntó- ¿Se pondrá bien? –

-Quizá si, en unos años, o quizá viva con este problema hasta el fin de sus días. Es difícil saber-

El enojo de Gwen hacia Reaven se convirtió en odio en ese instante, no la odiaba a pesar de la tortura y de lo que les hizo pasar la primera vez. Ahora sentía un odio nuevo que la motivaría a terminar con la guerra y los demonios.

Caroline distraía a la mayoría de niños pequeños jugando, de ese modo dejarían a las madres preparar la comida y descansar un rato. Formó una pelota usando telas viejas que no se utilizaban. La cosió de manera en que pudiera verse redonda y con ella les enseñó a jugar futbol al estilo americano. Alec y Logan llevaban a cabo el trabajo de construir junto al resto de los hombres, desde cortar madera, hasta alzar los cimientos. Trabajaban junto a Callan quien cada vez más se resignaba a la presencia de los kinegis. Observaba a Gwen desde lejos, no se habían vuelto a dirigir la palabra desde aquel pequeño desacuerdo entre ambos; aunque ella tuvo intención de disculparse con el al final el orgullo le ganó y ahora le estaba ganando a el por igual. Callan estaba consciente de lo mal que actuó al ponerse tan a la defensiva, además que sabía perfectamente que cuando los kinegis partieran a seguir su camino él tendría que guiarlos, así que lo mejor era que se disculpara y evitara en un futuro la incomodidad de estar cerca de ella. Solo que no sabía como hacerlo. 

Callan estaba cerca de Alec e intentó iniciar una conversación que le diera alguna pista de como acercarse a Gwen- Tu hermana es muy tenaz – le dijo para empezar.

-Si, es una buena cualidad que ha adquirido recientemente- respondió Alec presintiendo a donde iría la plática.

- ¿No siempre fue así? –

- Si la hubieras conocido antes te sorprenderías del cambio de hoy. Hemos llevado una vida un poco difícil en nuestra familia, ella no sabía lo que era pelear por algo hasta que llegamos aquí-

- ¿Es orgullosa? –

-Cuando tiene que serlo-

- ¿Aceptará mis disculpas? -

-Si lo dices con honestidad, lo hará. Pero no desperdicies tiempo, o de lo contrario creerá que te burlas de ella-

Callan se secó el sudor de los brazos y la cara con un pañuelo antes de presentarse a Gwen. Caminó pretendiendo indiferencia hacia ella, cuando finalmente la alcanzó e intento decir algo, fue como si le quitaran las palabras de la boca.

-Callan- dijo Gwen.

-Yo... yo vine a decirte que lamento el cómo actúe contigo y tus amigos ese día, no fue correcto de mi parte. Y también lamento venir a disculparme hasta apenas- dijo finalmente.

-Está bien Callan, yo también me disculpo, fue una discusión tonta puesto a que estamos del mismo lado-

-Cierto-

 -Pretendamos que nunca pasó ¿Qué dices? - le entendió la mano - ¿Tregua? –

Callan sonrió y le estrechó la mano – Tregua kinegi-

 En ese momento Hilda apareció detrás de ellos contenta de ver que hicieron las paces. Los asustó cuando comenzó a hablar pues ninguno la notó. – Finalmente lo lograron. No se puede iniciar un viaje con conflictos entre compañeros. Ahora están listos para partir en cualquier momento-

-Bueno Hilda, seguí tu consejo y estoy disfrutando del tiempo que paso aquí. No se querré irme ahora-

-Y aun así sabes que tienes que hacerlo. El mundo sigue en guerra, y ya no podemos posponerla más-

-Lo sé – respondió Gwen con tristeza.

-Por si no lo has adivinado yo los acompañaré a Roheline- interrumpió Callan- Los hijos del mañana nos encargaremos de que lleguen a salvo –

-Gracias Callan-

-Bueno hay que comenzar a prepararnos. Partiremos en la noche-

- ¿De noche, no es peligroso? –

-Es mejor, confía en mi- le sonrió.

Hilda continuó haciendo sus deberes sola, pues su ayudante iría a avisar a sus amigos que partirían en unas cuantas horas. Gwen fue con Caroline primero, estaba divirtiéndose jugando con los pequeños y al parecer ellos habían congeniado con ella. Le daba pena tener que decirle que ya se irían.

-Parece que tu plan funcionó. Los estás entreteniendo bastante bien- dijo Gwen.

-Son niños, básicamente se entretienen con lo que sea- respondió Caroline cansada de correr.

-C, nos iremos esta noche-

- ¿Qué? –

-Hilda cree que ya es tiempo de que partamos a Roheline. Ya nos detuvimos aquí bastante tiempo, es momento de hacer para lo que nos trajeron-

Caroline bajó la mirada, ella también se sentía tranquila estando ahí, no había sentido ninguna manifestación del Fearlees durante esos días- No podíamos evitarlo ¿Cierto? Nuestra ruta y destino están marcados y no tenemos lugar aquí- respondió con tristeza.

-Nos iremos esta noche-

Caroline asintió fingiendo una sonrisa. Callan se encargó de comunicar la partida próxima a Logan y Alec. Los hijos del mañana se encargaron de preparar el equipaje para el camino, metieron comida, mantas y cuerdas en mochilas mejor elaboradas que las de Alec y más resistentes, hechas de piel. A los kinegis solo les pudieron ofrecer capas largas con gorro en vez de ropa, pues solo de eso disponían, y claro también les entregaron espadas que los cuidarían mejor que sus cuchillos. Hilda le dio a Gwen una bolsa pequeña hecha de tela que podía colgar a un lado de su cadera, en ella contenía varios frascos de metal con ungüentos y algunas hierbas secas para que pudieran resolver cualquier inconveniente en el camino.

Listos, partieron en cuanto el sol se ocultó. Viajar de noche les creaba un nerviosismo interno que los hacía voltear a todos lados a cada rato asegurándose de no ver una sombra amenazadora, en poco tiempo se alejaron bastante perdiendo por completo la entrada al refugio y eso los alteró todavía más. Eran diez individuos en la compañía, pocas personas para enfrentarse a una horda de demonios si se le presentase alguna. Solo que, pensándolo a fondo, no habían visto ni escuchado a un demonio desde su llegada. Extrañamente para ser un mundo dominado por estos seres resultaba sorprendente el hecho de que no se hubieran topado con uno desde el instante en que regresaron. Gwen quedó intrigada por eso y mientras caminaba se acercó a Callan quien iba liderando al grupo.

-Callan ¿Puedo preguntarte algo? – le dijo.

-Claro- respondió.

- ¿Qué sucedió después de que nos fuimos? ¿Por qué no hay demonios rondando? –

- No lo se con exactitud. El soldado nos contó sobre ese día. Después de que desaparecieron todo se complicó, el dragón destruyó el castillo y toda la ciudad. La reina ordenó a sus tropas y a los sobrevivientes que se desplazaran, pero ella no pudo escapar de Reaven. Cuando huyeron a los bosques los demonios los siguieron, la batalla se extendió y más bajas se sufrieron. Luego de unas horas los demonios también fueron desplazados de vuelta a Mormo y eso fue lo último que se supo de Clarissa de Limbus. Lo extraño ocurrió posteriormente, por alguna razón Reaven no volvió a ser vista y los demonios permanecieron en Mormo como estatuas. Solo las gárgolas rondan el lugar, pero solo en el aire. Te lo cuento del mismo modo en que el nos lo dijo-

- ¿Quién es ese soldado del que hablan? – el corazón de Gwen se aceleró al preguntar. Un nombre, solo un nombre podría calmar su ansiedad.

-Dijo que se llamaba Allen- Gwen lanzó un suspiro de decepción.

- ¿Sabes algo del príncipe? –

-No. Lo lamento.

Gwen bajó la mirada y continuó andando en silencio. Subieron por una pendiente y luego descendieron, el camino parecía tener altas y bajas, como si caminaran sobre olas. La noche pasó rápida y tranquila solo acompañados del sonido de su andar y del viento. Al amanecer se detuvieron a descansar, sintieron que no avanzaron casi nada, pero su cuerpo ya les pedía dormir; se recostaron sobre el pasto por un par de horas, se vieron obligados a descansar solo un rato y comer poco antes de volver al camino, llegarían a Roheline en cinco días.

La tarde los alcanzó pronto, ahora sentían qua ya se encontraban lejos del refugio, pero no cerca de su destino, kilómetros más la noche volvió a caer y esta vez la acompañaron en un profundo sueño. Así concluyó su primer día de viaje. Las horas parecían correr con prisa, el sol se alzaba rápidamente y avanzaba a ocultarse de nuevo como perseguido por la luna. Si sentirlo se encontraron con su tercer día de viaje. Lejos de encontrarse en peligro se tomaron la libertad de un largo descanso acompañados del cálido sol vespertino.

Gwen se recargó en el tronco de un árbol envuelta en su capa jugando con una flor, acariciaba los pétalos con sus dedos y giraba el tallo entre sus palmas. A su espalda se escuchaban choques de espadas, Alec le enseñaba a Logan como pelear, todavía les quedaban dos días de recorrido y era mejor estar preparados. Escuchaba las indicaciones que su hermano daba y se invadió de recuerdos, decía exactamente los mismo que sus entrenadores les dijeron a ellos.

-Veo que nos hemos ahorrado entrenamiento- dijo Callan- perece que tu hermano sabe lo que hace-

- Nos enseñaron bien- respondió Gwen.

- ¿Entonces las amenazas eran reales cuando nos dijeron que, si no los bajábamos, nos enfrentaríamos a ustedes? – otro de los acompañantes habló.

- ¿Pensaste que bromeábamos? – dijo Gwen.

-Por supuesto que lo hicimos. Mírense, no dan la impresión de ser soldados-

-Bueno si todavía tienes duda podemos mostrarte lo que sabemos hacer- Gwen volteó a ver a Caroline como señal a que se preparara para un combate. Caroline sonrió en burla hacia el soldado.

-Tranquila kinegi, guarda tus energías para la guerra. Estoy seguro de que podemos resistir no ver su demostración- dijo Callan.

-Ella tiene chispa. Me gusta eso- dijo el soldado dirigiéndose a Callan.

-Hemos viajado juntos por tres días y no se el nombre de ninguno de ustedes-dijo Gwen observando al resto. 

El soldado que habló se levantó e hizo una reverencia- Mi nombre es Oates preciosa- tomó la mano de Gwen y la besó – es un placer- luego se acercó a Caroline haciendo lo mismo.

-Ahora que el galán ha terminado de lucirse, permítanme presentar al resto- interrumpió Callan- este es Newman- señaló al hombre a su izquierda, se veía mas viejo que el resto, con cabello negro adornado de algunos mechones grisáceos y una larga barba – ese chiquillo de ahí es Elio- apuntó al siguiente quien se veía mas joven que los demás, no tenía barba y su cabello era corto y rubio. Los otros dos a la derecha eran gemelos idénticos, ambos con barbas cortas y castaños de mediana edad- estos dos hombres son los hermanos Lombardi, Jericó y Jerome. Y bueno ya conocen a este raro espécimen de humano- señaló a Oates, él tenía cabello oscuro y corto, y barba perfectamente delineada.

- ¿De dónde vienen? – preguntó Caroline.

-Somos los leales hijos de las tierras del norte en la isla de Stiorra cruzando el mar- dijo Oates con inspiración.

Callan agachó la mirada y su feliz expresión cambió – Somos soldados honorables que fuimos expulsados por nuestras ideas. Cuando los demonios regresaron a Insondable fuimos enviados a estas tierras para hacer informes sobre la situación y determinar si el ejército de Stiorra debía intervenir. Entonces nos enteramos del regreso de la piedra, creímos todo lo que se decía sobre ella y de cómo sería nuestra salvación. Enviamos ese reporte y dijimos que no había de que preocuparse, pues la piedra había regresado y su magia nos salvaría-

-El general Grener nos respondió diciendo que si creíamos en los cuentos de Hadas entonces nuestro lugar era en las tierras del sur- dijo Oates apagando su entusiasmo.

- Y hasta que no aceptemos que la magia no existe, no seremos bienvenidos en nuestro hogar. Las personas de Stiorra no creen en las historias que se cuentan. En nuestros conflictos, han sido las armas las que nos han salvado, no la magia- concluyó Callan.

Gwen sacó la piedra para demostrarles que su fe no era equivocada. Al verla los hombres se estremecieron, estaba ahí frente a sus ojos. Era hermosa e imposible por igual.

-He visto lo que la piedra puede hacer, aunque no me ha mostrado todo. Esto es una esperanza de que su mundo podrá librarse de los demonios. No han cruzado el mar, y jamás lo harán porque con esto, con las piedras podemos detenerlos. Es por eso que necesitamos llegar Roheline-

-En verdad espero que nada de esto sea un error. Nunca he visto a los demonios pero eso no significa que no les tema. Tengo familia esperándome en Stiorra, y es por ellos que acepté venir a esta misión. Pondré mi fe en cualquier cosa que me prometa que los que amo estarán a salvo de esas criaturas del infierno – dijo Newman con voz profunda- Pondré mi fe en ti muchacha y en esa piedra-

***

Frio. Un viento cruelmente abrazador sopló de repente, el sol pareció ocultarse detrás de una nube gris que hace mucho no se veía. Hilda observaba el cielo con temor, como si pronto una lluvia mortal se desencadenara sobre ellos. Todas las personas quedaron inmóviles e intranquilas esperando algo, el miedo los estaba haciendo temblar incontrolablemente.

Ya los escuchaban acercarse. ¿Cómo?, ¿Cómo los encontraron? Y ¿Por qué ahora? Los rugidos se hacían mas presentes, cerca, muy cerca de la entrada oculta. Un aroma conocido los estaba guiando hasta ahí; el descuido de alguien que dejó un rastro que conduciría al refugio de los olvidados a su fin.

-Los demonios saben que la piedra ha regresado. Reaven ha resurgido- dijo Hilda- la cacería ha comenzado otra vez-

Las horribles figuras negras atravesaron la entrada trayendo muerte y fuego con ellos. El refugio pronto quedó cubierto en llamas rojas, los gritos aumentaron de pronto y luego comenzaron a callarse. Cadáveres y sangre se volvieron en adornos de masacre. Los sobrevivientes y todo lo que construyeron desapareció en un minuto.

Y Hilda, solo abrazó a la muerte como una vieja amiga.

***

Pasaron otra noche durmiendo en la tranquilidad de alrededor, pero con angustia en sus corazones, ¿Por qué? No lo sabían, presentían algo malévolo que ya había causado dolor y que de alguna manera todavía no los amenazaba a ellos, sin embargo pronto lo haría. Al despertar se encontraron con un amanecer sombrío, gris y helado. Rodeados de penumbra que olía a muerte. Gwen temió dar dos pasos lejos de donde acamparon, observaba el cielo, temerosa, la oscuridad se esparció por todo el espacio hasta donde su vista ya no alcanzaba a ver. Ahora si parecía una tierra habitada por demonios.

-Muchachos- les dijo- creo que deberíamos partir cuanto antes-

-No te equivocas kinegi- respondió Callan mirando hacia arriba por igual- el peligro se avecina. Tomen todo y vámonos-

Empacaron las mantas con rapidez, echaron tierra a la fogata que los mantuvo calientes y luego retomaron el camino. Se repartieron una manzana a cada uno para poder aguantar el paso acelerado que ahora debían tomar. Trataron de caminar rápido solamente, pero el mal presentimiento pronto los hizo correr. El camino no parecía recorrerse, el tiempo no parecía avanzar a pesar de que sus cuerpos si, ya no se distinguía la mañana de la tarde y mucho menos la noche. ¿Cómo sabrían si pasaron otro día, un par de horas apenas, quizá minutos? ¿Si se encontraban mas cerca o mas lejos?

De pronto frenaron, fue inevitable, en cuanto lo escucharon sus pies simplemente se detuvieron. Gwen, Caroline y Alec temblaron de recordar esos rugidos, las imágenes de las criaturas negras asaltaron sus mentes como un flash. Miraron atrás sin aliento y con los ojos bien abiertos. -Demonios- dijo Gwen, al mismo tiempo la piedra brilló dentro de su pantalón.

-Corran – les dijo Callan. Apenas giraron para avanzar cuando Caroline sintió un repentino dolor en su cuerpo, cayó de rodillas soltando gritos ahogados, luego se tiró en el suelo y se desmayó.

- ¡Caroline! – gritó Gwen tirándose a lado de ella. la sacudió para despertarla notando que sus ojos estaban completamente en blanco.

- ¡Despiértala, los tenemos casi encima! – dijo Callan desenfundando su espada, los demás hicieron lo mismo y se prepararon para recibirlos. Incluso Logan, con la mano temblando se preparó para luchar. Gwen continuaba moviendo a Caroline y llamándola para hacerla regresar.

- Por favor Caroline, despierta- le decía.

Entre los árboles a lo lejos se comenzaban a ver siluetas acercándose, haciéndose más visibles a cada paso. Los demonios estaban sobre ellos, los estuvieron cazando y finalmente los encontraron. 

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