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¿Por qué huíste?

-No creo que sea buena idea que lo sepa aún, falta un año para que eso ocurrra y si se niega será más problemático-

Fue lo último que Sarah quiso escuchar de parte de su madre ese día, ¿por qué? De seguro se estarán preguntando, simple... sus padres hace tiempo habían decidido comprometarla con quien sabe qué hombre, y hasta donde había deseado escuchar la boda sería el día siguiente a su graduación.... ella no quería eso, casarse simplemente no estaba dentro de sus planes.

-Maldición- susurró- maldición, maldición, ¿qué hago?-

Ahora la joven entendía por qué accedieron que cumpliera su sueño de ser school idol sin problemas, mantenerla feliz haría que pasara por alto lo que planeaban de verdad para su futuro, ¿qué podía hacer ahora? Su interior decía que escapara, que ese no podía su destino pero, ¿a dónde? ¿cómo? No era algo fácil de resolver, pero tenía que ser rápida, necesitaba ejecutar su plan de huída antes de ingresar a tercero.

Cuando tomó su celular al fin reconoció  el hecho de que sus manos estaban temblando, tenía miedo, era un hecho y quizás eso podría ayudarla a pensar mejor.... sabía que sí o sí debía buscar una forma de irse del país, su familia tenía miembros que eran o fueron parte de la policía, por lo cual podrían encontrarla hasta en el rincón más aislado de cualquiera de las islas. 

Así que debía buscar algo que pudiera sacarla perfectamente de Japón sin tener un pasaje de retorno fijado, ¿pero qué podía ser? No podía buscar un trabajo para esos fines, sería bastante complejo.... estuvo horas completas revisando en internet posibles opciones de escape, pero ninguna era la correcta, hasta que al fin apareció.

-Munich...-

La respuesta era tan simple una beca de estudio, si postulaba ella podría... no.... debía ser aceptada a toda, la pelimorada lo supo al leer los requisitos, su llave de escape era esa y solo esa, tendría una sola oportunidad y no podía desperdiciarla... Sarah lo decidió jugaría hasta el final para ganar.

El día que llegó la carta con el resultado de su postulación a la beca, fue el mismo día que las jóvenes de Uchiura fueron a ver su espectáculo, y si bien, Sarah lograba hablar con las chicas de una forma basatante tranquila, su único interés era llegar pronto a su casa para confirmar si aún esa carta que contenía todas sus esperanzas la salvaría.... si bien, al comienzo del espectáculo sucedió una tragedia nunca se enojaría o entristesería por eso, su mente al final de cuentas estaba en ese sobre que llevaba más de una hora observando después de haberlo leído diez veces.

-Entré... santo cielo entré...-

Hizo todo lo que estuvo a su alcance para que sus padres se centraran en los logros de Leah y no en ella, tuvo que comprometerse a muchas cosas con su abuelo que era general de la policia pero al final lo logró, su pasaje sin retorno a Japón al fin estaba en su poder. Sin que nadie lo supiera la noche de su graduación escapó de su casa, pues sabía desde hace un año la sorpresa que sus padres tenían para ella.

Tal como su abuelo prometió, esa noche algunos hombres de su confianza la estaban esperando ya con sus maletas guardadas en el auto, para ir rumbo al aeropuerto sin dejar rastro alguno, prefirió ir en un vuelo a escala sabiendo el cansancio que este traería, pero entre los aeropuertos que habían, logró esconder en una taquilla que ya habían reservado su antiguo computador, teléfono y otros aparatos tecnológicos que su familia no podría encontrar, para después guardar en su bolso aquellos completamente nuevos.

¿Cuál era el trato que tenía con su abuelo? Simple, él iba a darle la oportunidad de escapar con todos los lujos que ella deseara pues no deseaba que su nieta pasara por lo mismo que este provocó a su hija, sin embargo, una vez que ella pisara tierra alemana tendría que sobrevivir por su propia cuenta, sabiendo que si llamaba a cualquiera en busca de un poco de ayuda él lo sabría y le diría a su familia de su paradero.

Fue un riesgo que decidió tomar, pero ya no importaba, si bien se arrepentía de ni siquiera haber dejado una nota para despedirse de su querida hermana, sabía que ella tenía amigas que la apoyarían y cuidarían, sin tener la necesidad de huir queriendo borrar su pasado.

Los primeros meses fueron más difíciles de lo que imaginaba, como había llegado casi un trimestre antes de que empezara su primer año universitario logró encontrar un trabajo dentro de lo que ella llamaba "El Pueblo Olvidado", su sueldo era mediocre, pero prefería eso a no tener nada; la primera comprar que hizo fuera de lo que era comida fue una bicicleta, inicialmente se demoraba casi cuatro horas en llegar a Munich pero después de mucha práctica logró reducir dicho tiempo a dos horas, quizás un poco menos, aprendió que los meses más difíciles en temas financieros eran el otoño y el verano, pues no había tanto turismo así que sus vecinos no la contrataban, así que debía valerse de sus ahorros en esas fechas, mientras que en invierno tenía que rezar para que la carretera no estubiera bloqueada para ir a la universidad, lo mismo cuando tenía que regresar.

Pero no se quejaba, ella nunca reclamó su situación, al año sus vecinos que pocos eran que al igual que ella vivían el año completo allí empezaron a quererla y la ayudaban en su alimentación en lo que eran los "meses difíciles", a veces recibía un pequeño pago en invierno cuando hacía encargos y cosas de ese estilo, aprendió a sobrevivir con lo que tenía, sin esperar ni pedir por más, tal vez fue por eso que nunca sus jefes cuando trabajaba preguntaban por su familia, ni esas cosas.

Mas su primer también tuvo un lado bueno, formó varias amistades con gente que era de su facultad, sorpresivamente todos sus amigos eran becados como ella, solo que ellos tenían el respaldo absoluto de su familia para lo que sea, desde la vestimenta al costeo de los implementos para algún proyecto que debían realizar, debía admitir que más de una vez ellos decidieron dividir el gasto de los materiales sin incluirla para evitar que dejara de comer un mes por eso.

Llevaba un año estudiando medicina cuando supo por primera vez del famoso genio que no seguía las reglas, al comienzo pensó que era algo difícil de creer en su era, pero a medida que ponía atención se percataba que sus profesores siempre se quejaban de una chica que hacía lo que quería, sin respetar los compromisos con otros, eso la intrigaba... ¿qué clase de persona era en realidad? ¿Tan mala era con su palabra? ¿Si era tan inteligente por qué no daba clases?.

Más de una vez sus amigos dijeron que ella era muy famosa en el mundo de las ciencias, pero que pocos la han visto en persona, todos trataban de tener mínimo una charla suya en sus universidades, solía comprometerse y el día que debía presentarse no llegaba, o bien, enviaba algún papel diciendo que simplemente no quiso ir.... eso la sorprendió por completo, estaba acostumbrada a que los cinetíficos siempre se presentaran pero la chica era distinta... era libre.

Quizás había sido ese el motivo que capturó su curiosidad, su libertedad de hacer las cosas sin temer por las consecuencias que podrían traer... era algo completamente distinto a su situación, quería conocerla y si tenía suerte apredería varias cosas para mejorar sus estudios médicos.

Fue en el invierno de su segundo año que la conoció de la forma más extraña posible.

Tenía que entregar un proyecto que definiría si pasaba o no dicha materia, Sarah lo había preparado pidiendo los materiales a la universidad que se los facilitaron más una zona de uno de los laboratorios para ella, lo realizó el mismo día que su profesor señaló lo que debían hacer para pasar, tenía asegurado otro año más dentro de aquel país... o eso pensaba.

Nunca pensó que el día antes de la entrega el asistente de otro departamento habría descalibrado el termostato de ese laboratorio, destruyendo todos los experimentos que este contenía, a la joven Kazuno no le servía una disculpa, no le interesaba saber que aquel chico descuidado había trasnochado estudiando, ¡nada de eso la podía ayudar! 

Ella lo sabía, si no entregaba ese proyecto al día siguiente, repobaría y si eso ocurría... perdería su beca y eso solo significaba una cosa... volver a Japón, no podía permitir que eso pasara, tenía que buscar una solución rápida... la universidad no podía facilitarle gratis los intrumento de nuevo y no tenía dinero suficiente para costear todo eso a causa de otro proyecto que tuvo... la joven dudaba que pudiera aguantar 2 meses sin comer... tampoco quería deberle un favor de esa magnitud a sus amigos, así que decidió tomar otro camino.

Aquella noche habían -26°C o menos, generalmente estaría dentro de su departamiento durmiendo, pero esta vez no tenía esa suerte, a mitad de sus clases había recordado que había un laboratorio al parecer abandonado más o menos cerca de la carretera, siempre que decendía las motañas lo veían, sin importar a qué hora pasara de día o de noche, nunca veía algún movimiento en ese lugar... fue por eso que decidió ir.

Al comienzo dudo en entrar pero no tenía otra opción si quería seguir viviendo en Alemania, como pudo logró forzar la puerta de la entrada e ingresó al laboratorio, era mucho más amplio de lo que imaginaba al ver sus descensos, para estar abandonado estaba completamente limpio, pero eso no era de su interés, debía buscar los materiales que necesitaba pues quería creer que estaban ahí, hacer su proyecto para luego irse.

Había empezado a mirar las salas pensando a cuál debía ingresar primero hasta que un ruido llama su atención, cuando se percata ve una habitación con una luz encendida, sin pensar mucho decide ir, al llegar lo primero que ve es una joven de pelo blanco en las raíces y puntos mientras que en el centro era cataño tirada sobre un charco que al parecer era sangre.

-Ay Dios-

Sin pensarlo dos voces corrió en pos de auxiliarla, en cuanto se percató de que se estaba ahogando en su propia sangre hizo todo lo que estaba a su alcance para salvarla de la muerte, cuando verificó que sus signos vitales ya no corrían ningún riesgo pudo relajarse un poco y descansar en aquella sala de laboratorio.

A medida que pasaron las horas y Sarah no veía que la joven diera una señal de querer despertar, fue que empezó al fin a entender los sucesos que habían ocurrido; ingresó ilegalmente a un laboratorio que claramente no estaba abandonado, se encontró con una joven que una de dos, salvó pero puede llamar a la policía por entrar de forma ilegal o bien, no logró salvarla del todo así que sería acusada también de asesinato.

La idea de ir a prisión en la cabeza de la pelimorada era mucho peor que no entregar su proyecto, tal vez, aterrada con la sola suposición que su abuelo llegue a descubrir que está en prisión y así sus padres la encontraran provocó que de golpe tomara su bolso para salier corriendo de la habitación, fue recién ahí que se percató que estaba en el tercer piso de aquel lugar en la habitación más lejanas de las escaleras pero no fue algo relevante para ella.

Solo corría pensando en que debía escapar a toda costa de aquel lugar, sin mirar atrás, pensando en que mañana podía apelar por una segunda oportunidad, explicar el problema que sucedió a causa de ese mal asistente, ¿podía obtener un segundo intento cierto? Sarah debía creer en eso mientras huía si no quería ir a prisión.

-No me encontrarán-

Podía escuchar el latido de su corazón tan fuerte como el sonido de sus pisadas mientras bajaba casi corriendo las escaleras, más de una estubo a punto de caerse pero no le importó, solo estaba interesada en llegar a esa puerta e irse lo más rápido que sus piernas pudieran.

-No destruirán mi libertad, no lo permitiré-

Ya estaba por llegar a la puerta de entreda, tan solo debía recorrer un metro más y sería libre, hasta que sintió un brazó sujetarla fuertemente, evitando que tocara aquella manilla, en cuanto sintió que el agarre era reforzado se detuvo por completo, asumiendo su derrota por completo.

-¿Tocaste los frascos?-

-No toqué nada, lo juro, lamento haber entrado-

Estaba asustada, trató de retirar su brazo varias veces pero aquellas manos siempre lo impidieron, no quizo girar su cabeza a la persona que empezó a disparar todo un cuestionario, solo miraba el suelo mientras trataba de responder entre unas disculpas siempre mal fomuladas la información que la joven deseaba.

Se sentía avergonzada de un poco de su actitud, pero el miedo superaba todo, su cuerpo lo demostraba en el temblor de sus manos y labios, tampoco en qué momento había dejado de disculparse para empezar a explicar por qué había entrado a aquel lugar, pero sí aseguraba que no tocó ningún maldito frasco en ningún momento.

Narró como pudo cómo fue que entró, lo primero que vio, cuando decidió ayudarla, su interés de salvar su proyecto, nunca nombrando lo de su familia, no sabía con claridad si logró explicarse, si su temblor permitió al menos expresar que ella no tocó nada y solo se dedicó a asistirla para evitar que falleciera.

Quería irse, deseaba irse de aquel lugar, así que esperaba que con toda esa información aquella persona pudiera al fin soltar su mano, eso era lo único que deseaba ahora, terminar lo más pronto posible este suceso y hacer como que nunca pasó.

-Tercer piso, primera sala de la derecha, el mueble gigante blanco tiene los químicos que necesitas, retíralos y trabaja en la sala contigua ahí tendrás una temperatura más óptima para acelerar el proceso-

-Yo de verdad lo lamen.... ¿qué dijo?-

Fue recién ahí cuando se giró y reconoció al fin a la chica que había salvado, con un mirada seria a pesar de tener restos de los hilos de sangre que hubieron en su boca, sosteniendo firmemente una de sus manos era la mismísima Kunikida Hanamaru, no tenía dudas de eso, sin importar el cambio en su pelo, la ropa y cómo se encontraron sabía que era ella.

-Tercer piso, primera sala de la derecha, el mueble gigante blanco tiene los químicos que necesitas, retíralos y trabaja en la sala contigua ahí tendrás una temperatura más óptima para acelerar el proceso, esta es la segunda vez que lo digo y no habrá una tercera, cosa tuya si me obedeces y realizas tu experimento, ¿oh prefieres volver a Japón y casarte?-

En cuanto la castaña soltó su mano y sonrió, supo que ella era la famosa genio que hacía lo que se le antojaba, por alguna razón termino riendo del comentario de la más joven y empezó a caminar a paso firme hacia el lugar que indicó la joven no sin antes preguntar.

-¿Necesitas que te ayude en algo? Hace poco te estabas ahogando en sangre-

-Un café sería genial, tengo mucho trabajo que hacer aún y de verdad es desagradable despertar y tener el sabor de tu sangre en la garganta-

-¿Esta no es la primera vez que te desmayas por culpa de la sangre?-

-No hubiera muerto por si quieres saberlo, pero te recomiendo empezar a trabajar, luego me preparas mi café y si me sorprendes con tu proyecto tal vez pueda ofrecerte algo más, pero claro pasará si decides quedarte tienes toda la libertad de irte si quieres-

Esa fue la primera vez que Sarah sabiendo los riesgos que traería decidió quedarse a trabajar en ese lugar, con una chica menor que ella aún con ropa llena de sangre en vez de escapar y fingir que nunca pasó.

Después de todo, Kazuno Sarah nunca hubiera rechazado la oportunidad de estar con una genio que le aseguró hasta el día de hoy que ya no necesitaría escapar de su pasado... no si tenía a Kunikida Hanamaru a su lado.

Umaruuu fuera!!

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