Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Pasado revelado

Elías se encuentra sentado en su oficina con una pose tensa. Han pasado dos días desde la advertencia de Ethan y no ha podido pensar en otra cosa. De pronto, tocan a la puerta y Elías levanta la vista de golpe encontrándose con Marcos.

—Ah, eres tú —exhala relajándose.

—¿Puedo pasar? —pregunta el médico.

—Adelante —afirma volviendo la vista a su trabajo—. ¿Le pediste a Irene que no le avisara?

—Tal vez —exclama Marcos sentándose frente a Elías.

—¿De qué quieres hablar y por qué es secreto? —cuestiona Elías dejando a un lado su pluma y apoyando sus brazos en el escritorio.

—¿Soy tan obvio?

—No, eres rutinario.

—Touché —acepta Marcos con una mueca—. Quiero que hablemos de lo que le dijiste a Xander. Como adultos, Elías.

Elías inhala profundo y suelta un resoplido antes de apartar la mirada un momento. Tamborilea sus dedos contra la mesa para después volver la mirada a su interlocutor.

—Bien —exhala por fin—. Sé que el chico te agrada, Marcos pero no hay manera en que vuelva a verlo bien.

—Elías, necesito entender algo —comenta Marcos sin mencionar nada sobre la sentencia de Elías—. ¿Por qué hiciste ese comentario? Sé que Ethan y sus hermanos te hicieron cosas horribles pero Xander es un buen chico.

—Lo sé pero… no puedes esperar que olvide lo que me hizo su padre, o lo que planea hacer.

—Y no te digo nada por eso —asegura Marcos con calma—. Si hubieras dicho que no puedes volver a verlo por, no sé, la incomodidad, el trauma, lo que sea, no te diría nada.

»Pero no, dijiste específicamente: “eres igual que ellos”. ¿Por qué?, ¿qué te hace creer que todos los Valmore son iguales?

—Que lo son, lo sé —asegura Elías—. Los tres hermanos no necesitan explicaciones. Su padre violó a una sirvienta hasta matarla y, de hecho, la dejó embarazada. La pequeña que nació de eso fue el primer “sujeto de prueba” de Ethan, Malcom y Dylan, probablemente tuvo el mismo destino que su madre.

»Y, eso no me consta pero es lo que todos decían, antes del señor Valmore, su padre raptó a quien fue su esposa la tuvo toda su vida a la fuerza con él.

»Si eso no es suficiente, ¿por qué crees que eran tan ricos?

—¿La red de trata de personas? —inquiere Marcos con notable incomodidad. Elías asiente.

—No la fundaron los hermanos, ellos solo la ampliaron —explica con asco y tensión—. Sus empresas solo eran un medio para ocultar todo lo que hacían.

»¿Ahora me entiendes?

—Sí… —afirma Marcos mordiendo el interior de su mejilla— pero conoces a Xander, básicamente Gyan lo crió. ¿De verdad lo crees capaz de algo así?

—No lo habría pensado de él antes —admite Elías— pero lo trae en la sangre. Prefiero protegerme.

Marcos se queda en silencio un momento mientras se reclina en la silla pensando.

—Tú ya eras mayor cuando caíste con ellos, ¿no? —pregunta por fin obteniendo una mirada incrédula de Elías.

—¿Mayor? ¡Tenía 13 años! —reprocha con angustia—. ¡Era prácticamente un niño!

—A ver, calma y escúchame bien primero, ¿de acuerdo? —pide Marcos indicándole a Elías que respire con un gesto de sus manos—. No estoy diciendo que fueras grande pero eras lo suficientemente mayor como para comprender lo que ocurría contigo y los Valmore, ¿no?

—Supongo que sí —acepta Elías apartando la mirada.

—Necesito que pienses en lo que te hizo Ethan —solicita Marcos notando inmediatamente la tensión en el cuerpo del arquitecto—. En todo, Elías. Pero sólo lo que hizo él, sin hermanos, sin clientes, sin dinero de por medio. Solamente Ethan.

—¿Por qué me haces esto? —murmura Elías, su labio inferior tiembla.

—Solo hazlo —ordena Marcos con calma. Elías asiente—. Ahora imagina pasar por todo eso con seis años y a manos de tu propio padre.

—¿Qué…? ¡Xander! —exclama Elías abriendo los ojos de golpe. Marcos asiente con una sonrisa—. No, mierda, ¿qué dije?

Marcos se levanta en silencio mientras ve a Elías tomar su cabello entre sus manos y comenzar a dar vueltas alrededor de su escritorio.

—¿Por qué nadie me dijo nada? —cuestiona Elías volviendo la vista hacia Marcos.

—¿En serio tú estás preguntando eso? —repone Marcos arqueando una ceja.

—Lo arruiné, ¿verdad? —Marcos solo asiente con los labios fruncidos.

—Mira, Xander no espera que te disculpes, créeme que te entiende —asegura Marcos poniendo una mano compasiva sobre el hombro de Elías—. Pero ahora que su padre está aquí va a necesitar a alguien que pueda darle un mejor apoyo.

—Sí, claro, ahí estaré —responde Elías notablemente apenado—. Y… supongo que también debo disculparme con Gyan.

—¡No! —grita Marcos antes de apretar los dientes.

Elías mira a su compañero con las cejas arqueadas, Marcos aprieta los ojos y los puños mientras piensa y termina exhalando un suspiro.

—Gyan no sabe lo que le pasó a Xander —explica en un susurro.

—¿Qué! —exclama Elías—. ¿Cómo que no lo sabe?

—Xander nunca ha querido decirle, tiene la idea de que si se entera podría hacerle lo mismo que Ethan —aclara Marcos.

—Seh, entiendo es una amenaza muy propia de Ethan —murmura Elías asintiendo antes de inclinar la cabeza para mirar de nuevo a Marcos—. ¿Y tú por qué sabes, entonces?

Marcos abre la boca un momento antes de cerrarla de golpe y morderse la lengua, aprieta las manos tras su espalda, se encoge de hombros y comienza a eludir la mirada de Elías.

—Marcos, ¿qué hiciste?

—Esto nunca sale de aquí, ¿entendido? —ordena el mayor a modo de advertencia, Elías asiente un par de veces—. La primera vez que Xander llegó al consultorio de Gyan, él pidió varios exámenes médicos para el niño. Entre ellos, un exámen interno de su zona genital que… no se podía realizar porque necesitábamos permiso de los tutores, no sabíamos quiénes eran y no era cuestión de vida o muerte.

»No se suponía que yo estuviera ahí pero pasé por su habitación y no pude evitar entrar. No sé, se veía tan pequeño y tan… asustado que sentí que tenía que hacer algo.

»Cuando me dijeron el motivo por el cual estaba en esa habitación y vi sus ojitos tan aterrados supe que algo horrible le habían hecho a ese niño y… realicé el examen a escondidas.

—¡Marcos! —clama Elías sorprendido—. ¡Eso es ilegal!

—¡Ya sé que es ilegal, Elías! —responde Marcos—. ¿Por qué crees que nadie lo sabe!

»Xander me tuvo miedo varios meses pero después de que Gyan lo adoptó se notaba más confiado. Me lo confesó cuando tenía como 12.

—Marcos… Gyan tiene que saberlo —murmura Elías aún incrédulo—. Es su padre, merece saberlo.

—¡Lo sé! —admite Marcos tomándose el cabello—. Entiéndeme, Elías. No podía decírselo en ese momento, me habrían despedido y, después, Xander me rogó que no se lo dijera. El niño ya había sufrido demasiado, no quería romper su confianza.

Elías asiente varias veces antes de tomar a Marcos por ambos hombros y darle una sonrisa triste.

—Te entiendo —afirma con calma— y solo puedo decirte que… gracias. Te lo digo, no como adulto, ni como compañero sino como, la víctima que fuí alguna vez.

»Me convertí en lo que soy por culpa de dos psiquiatras negligentes y un montón de personas que afirmaron protegerme y al enterarse de mi situación solo se aprovecharon de ella. Sufrí en silencio por años y perdí un poco de mí en el proceso.

»Y tú salvaste a Xander de ese mismo camino, ese mismo destino. Le diste algo que la mayoría de las víctimas sólo deseamos: alguien en quien confiar. Un apoyo genuino, sin juicios, sin culpas, sin opiniones innecesarias. Y te aseguro que le ahorraste muchos años de dolor y culpas sin sentido.

»De verdad, Marcos. Gracias.

Marcos sorbe su nariz y solo asiente antes de que Elías se aleje de él.

—Si hubiera podido, habría hecho lo mismo por tí —admite mirándolo.

—Lo sé —afirma Elías—. Todos lo habrían hecho. Y la historia sería muy distinta probablemente.

—Sí, eso seguro —admitió Marcos soltando una suave risa.

—Pero, Marcos. Gyan tiene que saber, más ahora que Xander está en riesgo.

—Lo sé, Xander me pidió que lo hiciera, no quiere estar solo con Gyan cuando él se entere —explica Marcos—. Y yo sigo posponiendo el momento.

—Ya no hay tiempo, Marcos.

—Ya sé, le diré. ¡Pero tú no digas nada!, ¿entendido?

Elías sume los labios y pasa los dedos por su boca simulando que abrocha un cierre.

—Hablaré con Xander pronto —responde con simpleza.

—Gracias, Elías —contesta Marcos dando vuelta para salir.

—Gracias a ti.

Más tarde, momentos después de mi hora de salida, estoy parado frente a la puerta del consultorio de Gyan. Llevo aquí aproximadamente cuatro minutos balanceándome en mis pies y tratando de convencerme de tocar la puerta; sé que tengo que hacerlo pero tengo miedo de enfrentarme a mi amigo. Xander no está muy lejos de aquí, listo para intervenir si el enojo de Gyan se sale de control.

En un destello fugaz de valentía doy varios toques rápidos a la puerta y pierdo la cuenta, así que toco más suavemente otras dos veces. Doy un paso atrás y espero unos segundos.

—¡Un momento! —anuncia la voz de Gyan desde adentro.

—No, no puedo hacer esto —susurro antes de dar un cuarto de vuelta para alejarme por el pasillo.

No llego muy lejos cuando la puerta del consultorio se abre y la voz de Gyan me llama.

—¿Marcos?

Me detengo en seco y quedo estático unos momentos antes de dar media vuelta lentamente y saludar con nerviosismo a Gyan.

—¿Fuiste tú quién tocó? —cuestiona Gyan mirándome. Asiento—. Pasa.

Trago saliva antes de volver sobre mis pasos para entrar al consultorio de Gyan. Mi amigo pasa por mi LADO para sentarse a su escritorio mientras yo que quedó recargado en la pared junto a la puerta.

—¿Karim está bien? —pregunta Gyan mirándome.

—Sí, todo bien.

—¿Irán está bien?

—Pues… igual que siempre.

—¿Entonces ahora qué hiciste?

—¿Por qué asumes que hice algo?

Gyan arquea una ceja ante mi comentario y coloca ambos codos sobre el escritorio sin dejar de mirarme.

—No lo sé… —exhala sarcástico—¿Será porque en 23 años que llevo ejerciendo no ha habido una sola vez que te pares voluntariamente en mi consultorio para algo que no sea tu relación con tu hijo o tu matrimonio?

»Y normalmente vienes porque sabes que hiciste algo mal y no sabes cómo arreglarlo.

—Vale, es cierto pero no esta vez —declaro sintiéndome algo avergonzado por el comentario de Gyan—. No vengo a hablar de mi hijo, sino del tuyo.

—¿Qué? —exclama Gyan levantándose de su silla—. ¿Qué le pasa a Xander?

—Antes de lo que verdaderamente importa… —comento solo para ganar tiempo y prolongar mi vida—. ¿Está teniendo problemas de visión?

—Los propios de su condición, ¿por qué?

—Noté que tiene los ojos un poco irritados.

—Pesadillas y comienzo de la vida laboral, no está durmiendo bien —explica mi amigo con simpleza pero noto un ligero temblor en su voz—. Dime qué le pasa.

—¿Recuerdas el examen interno que solicitaste para Xander cuando llegó por primera vez a tu consultorio? —pregunto nervioso. Siento que mi corazón va a salirse de mi pecho. Gyan asiente—. Bueno, tenías razón en pedirlo.

Gyan me mira estático. No es estúpido, sé que entendió perfectamente lo que dije, solo lo está procesando.

—¿Me estás diciendo que ese bastardo…? —murmura Gyan lentamente tras un minuto de silencio tenso—. Ese bastardo, ¿abusó de MI hijo?

Asiento suavemente dejando que él procese la noticia. Puedo ver la rabia en su rostro; en cómo aprieta los puños y tensa la mandíbula.

—¿Hace cuánto lo sabes? —pregunta tratando de calmarse. Ahora yo temo por mi vida.

—Formalmente, hace 12 años —murmuro pegándome lo más posible a la pared—. Lo supuse desde la primera vez.

—¿Qué! —reclama Gyan. Cualquier atisbo de calma ha abandonado la habitación—. ¿Sabes desde hace más de una década que mi hijo fue violado y nunca se te ocurrió decirme nada!

—Gyan, por favor…

—¡Cállate! —ordena furioso—. ¡Es mi hijo, Marcos!, ¡merecía saberlo!

—¡Lo sé, pero…!

—¡Pero nada!

Antes de que pueda reaccionar, Gyan toma una pequeña figura de cristal que está sobre su escritorio y me la lanza con fuerza haciendo que tenga que agacharme para no ser golpeado. Me quedo agachado notando la mirada fúrica que Gyan me dirige y siento la necesidad de más aire, entonces entra alguien más.

—¡Papá, para por favor! —suplica Xander parándose frente al escritorio para bloquear la vista de Gyan.

—Xander, sal de aquí, por favor —pide Gyan tratando de mostrarse razonable frente a su hijo.

—No, papá por favor —ruega Xander—. Yo le pedí que no te dijera nada. Mi tío no hizo nada malo.

—¿Qué? —exhala Gyan mirando directamente a su hijo.

—Por favor papá, déjame explicarte.

La sala permanece unos momentos en silencio y Gyan se inclina un poco para verme.

—Marcos, espera afuera —ordena aún molesto—. Hablaré contigo después de hablar con mi hijo.

Asiento varias veces y miro a Xander. El chico me dirige una mirada tranquila y asiente, dejándome saber que puede manejarlo. Salgo temblando del consultorio y cierro la puerta para recargarme en la pared del pasillo.

Inmediatamente mi cuerpo comienza a temblar y yo, a hiperventilar. Aprieto los ojos y tomo mi cabello entre mis manos en un intento desesperado por algo de calma. En un punto comienzo a recibir flashazos, pequeñas imágenes y sonidos aparecen en mi mente hasta crear una secuencia definida:

“—¡Ignacio! —brama un hombre con furia—. ¡Ven acá!, ¿qué mierda hiciste!

Un pequeño de cinco años asoma detrás de la barra de la cocina y da algunos pasos hacia su padre pero al verlo acercarse se agazapa lo más posible contra la pared.

—Papá… —solloza con lágrimas corriendo como cascadas por sus ojos. Sus manitas tiemblan y sus dientes castañean.

—¡Papá nada, maldición! —grita el hombre antes de tomar un vaso de la mesa y lanzarlo contra el niño.

El pequeño se agacha esquivando el vaso por poco y sintiendo los trozos de cristal que caen por su espalda. Apenas va a incorporarse cuando un plato es lanzado en su dirección haciendolo cubrirse la cabeza con sus manos. Solo unos segundos después una mano lo toma con fuerza por el cuello y lo levanta como si fuera un animal. El niño grita de terror y comienza a patalear.

—¡Cállate! —ordena el sargento antes de lanzar al niño con fuerza contra el suelo para después levantarlo sin piedad jalandole la oreja.

—¡No!, ¡Papá, por favor, no! —suplica el niño entre gritos y sollozos mientras continúa siendo arrastrado.

La imagen comienza a volverse borrosa, la voz del hombre se distorsiona y se escucha otra cada vez con más claridad: ‘Marcos, Marcos’”.

—¡Marcos!

Despierto sobresaltado y desorientado, por un momento no logro comprender qué sucedió hasta que veo a Gyan arrodillado a mi lado.

—Marcos, ¿estás bien? —pregunta manteniendo su mano en mi hombro. Asiento—. ¿Pesadillas?

Pienso en el recuerdo que estaba experimentando, debo haberme quedado dormido mientras trataba de calmarme y eso pasó. Miro a Gyan confundido.

—Tu cara —apunta.

Paso mis manos por mi rostro y encuentro mis mejillas húmedas. Me seco rápidamente con mis manos y los puños de mi bata. Gyan me ayuda a levantarme y lo acompaño de vuelta a su consultorio donde me ofrece un pañuelo que tomo para limpiarme ojos y nariz.

—¿Desde hace cuánto tienes pesadillas otra vez? —pregunta sentándose en su escritorio.

—Desde lo de Karim —respondo simple.

—Marcos, eso tiene casi dos meses —reclama Gyan y yo solo asiento. Mi amigo da la vuelta en su escritorio para tomar un papel y comenzar a escribir—. Ten.

Tomo la nota que me extiende, es una receta para una dosis de somniferos y le devuelvo la mirada.

—Le avisaré a Irán para que él te los administre —comenta volviendo a su postura anterior—. Son de amplio alcance, deberías poder dormir con uno pero si es muy necesario te dejaré que sean dos. ¡No más!

—Gracias —murmuro guardando la receta en mi bolsillo—. ¿Xander?

—Le pedí que nos dejara solos un momento.

—¿Ya no estás enojado conmigo?

—Sí, Marcos, sigo enojado —reprocha haciéndome bajar la vista—. Entiendo que trataste de brindarle un lugar seguro a Xander y te lo agradezco, de verdad, pero es mi hijo, Marcos. Yo tenía que hacer ese trabajo.

—Lo sé, de verdad lo lamento —exclamo genuinamente arrepentido—. No sabía cómo decirte algo así y después… le tomó a Xander cuatro años confiar en mí, no podía traicionar su confianza así.

—Mira, tal vez jamás pueda perdonarte que me hayas ocultado eso —advierte haciendo que mi corazón se rompa un poco—. Pero te debo mucho aún así.

»Xander me contó que has estado para él todos estos años. Que lo has escuchado, atendido sus crisis de ansiedad, sus heridas, sus inquietudes; que has estado ahí para él. Básicamente por ti mi hijo sigue vivo. Entonces… gracias.

—Ni lo digas —aseguro restándole importancia—. Es lo mismo que tu has hecho por Karim todo este tiempo.

—Karim tiene menos tiempo aquí —comenta con media sonrisa—. Pero sí, supongo que eso nos deja a mano en cierto modo.

Exhalo una risa suave y vuelvo la vista hacia él. Gyan me mira con una mueca tranquila lo cual me alivia. Nos quedamos en silencio unos momentos, sólo sosteniendonos la mirada.

—Oye, Xander me hizo un comentario que, no creo que sea verdad, pero igual debo preguntar —exclama de pronto y yo lo miro para darle pie a que continúe—. Xander ha notado que cuando hablan sobre el tema de lo que le pasó, tiendes a hacer mucho un gesto…

Aprieto mis manos contra mi espalda, me encojo de hombros y aparto la mirada.

—¿Este? —pregunto antes de dejar mi postura.

—Sí, ese —afirma mi amigo—. Yo sé que es un gesto que haces cuando te sientes incómodo pero Xander, no.

»Xander tiene la teoría… de que pasaste por lo mismo que él.

—¿Qué? —exhalo sorprendido sin poder contener una pequeña risa sorprendida—. Xander cree que… ¿me violaron?

—Por tu reacción asumiré que no, ¿verdad? —inquiere mi amigo con una sonrisa tranquila.

—¡No! No, por supuesto que no —respondo aún sorprendido por la simple idea—. No.

—Y… te había creído hasta ese último “no” —repone Gyan con una mueca haciéndome apartar la vista—. ¿Qué pasó?

—No lo que crees.

—Lo tengo claro —acepta mi amigo—, pero te pasó algo, ¿qué?

—No quiero hablar de eso.

—Marcos, por favor —reclama Gyan dándole un golpe a su escritorio—. Tiene 42 años que viste a tus padres por última vez…

—41 —interrumpo.

—Años más, años menos. No importa —sentencia Gyan—. Tiene más de cuarenta años que viste a tus padres por última vez y sigues negado a hablar sobre eso.

—¿Y qué importa? —reprocho poniéndome a la defensiva como cada vez que se menciona el tema—. Ya he pasado cuarenta años así, puedo pasar otros cuarenta.

—Pero no tienes que hacerlo —devuelve mirándome fijamente—. Habla conmigo, por favor.

Cruzo mis brazos y me apoyo contra la pared en silencio, siento que mis ojos se llenan de lágrimas por la presión y los aprieto para no permitir que el llanto fluya.

—No —murmuro.

Lo escucho exhalar un suspiro. Está cansado de esta conversación, de este ciclo. Yo también pero por motivos diferentes. Para él yo sigo obstinado a no abrirme. Para mí, él sigue obstinado en querer abrir algo que sigue sanando.

—Al menos dime algo con lo que pueda calmar a Xander —pide derrotado—. Mi hijo te aprecia y está preocupado por ti.

—¿Algo como qué?

—¡No lo sé, Marcos! —reclama agitando las manos—. Si supiera algo se lo diría yo.

»Algo sobre tus padres o que explique por qué identificaste su dolor tan rápido.

—Sé lo que es vivir aterrado de tu propio padre —respondo seco sin atreverme a mirarlo.

—¿De qué trabajaban tus padres?

—Militares —contesto serio volviendo la vista hacia él—. Papá era sargento de las fuerzas armadas. Mamá era teniente piloto.

—Wow —exclama Gyan con los ojos muy abiertos—. Asumo que ellos exacerbaron tu TOC un poco.

—Seh… un poco —admito evasivo.

—¿Cómo eran?

—No quiero hablar de eso. —Gyan suelta un suspiro frustrado ante mi negativa pero no dice nada más—. ¿Ya puedo irme?

—Le avisaré a Irán de tus somníferos y la dosis necesaria —comenta dando media vuelta para dar por finalizada la conversación.

Asiento un par de veces sin ser visto y salgo del consultorio cerrando la puerta detrás de mí.

Bueno, bueno, ¿qué está pasando aquí?

¿Qué les pareció el capítulo?
¿Les gustó que Marcos narrara?
¿Qué creen que pase ahora?

Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro