Andrea y Andrew
Ya llevo un tiempo pensándolo, no creo que necesite hacerlo más. Ha pasado mucho tiempo y creo que es hora de terminarlo. Busco su número en mi teléfono. Solo espero que aún sea el mismo. Da un tono, y después otro y otro más y entonces responde.
—Hola—me quedo en silencio por un instante. Su voz continúa sonando arrebatadora y sensual.
—Hola—murmuro en voz temblorosa—. Quisiera sacar cita para terminarme un tatuaje.
—Debe venir por el estudio para seleccionar el diseño primero.
—Ya tengo el diseño.
—Bien entonces, si le parece mañana a las 6:00 pm tengo un espacio, un cliente canceló.
—De acuerdo—y le cuelgo.
—¿Por qué necesitas sacar cita para hacerte un tatuaje cuando puedes hacértelo tu misma?
Me giro hacia Sophie que me mira alzando una ceja.
—Seguro puedo hacerme algún otro, pero no en la espalda, para eso necesito a alguien más.
—Yo puedo hacértelo—murmuró ella y me reí.
—No dudo de tus habilidades con la máquina, es solo que ese tatuaje él lo comenzó y necesito que él lo termine, ya va siendo tiempo.
—No me digas que él es...—ella no termina la frase, pero su rostro lo dice todo.
—Sí, lo es.
—¿Y no te ha reconocido?
—Creo que ni siquiera se acuerda de mí—le comento mientras me pierdo por un instante en mis recuerdos.
No sé si sentirme dolida o decepcionada. Así que mejor lo olvido.
—Tu cliente de las 4:00pm llegó—me anunció la chica de la recepción.
Salgo de la parte trasera del estudio y con una sonrisa recibo a mi cliente.
He terminado. Miro varias veces el stencil que he preparado del resto de mi diseño. Lo enrosco y lo guardo dentro del tubo para que no se dañe. Me dejo caer en la cama y me quedo mirando al techo. Mañana lo volveré a ver después de ocho años. Y como hace ocho años, seguro que igualmente pasará de mí.
He cancelado todas las citas que tengo para hoy. Necesito prepararme mentalmente para mi día y no creo que las horas me alcancen. A las 10:00 am estoy entrando en mi SPA favorito.
—¡Andrea! ¿Tienes cita para hoy? ¡No me digas que lo he olvidado! — me río mientras miro a Steve hojear la agenda histérica.
—No, no lo has olvidado. Esto es de último momento, necesito una exfoliación, una depilación de cuerpo entero y el masaje más relajante del mundo.
—Alguien va a tener una buena noche hoy—me golpea el hombro mientras yo río y niego con la cabeza.
—Desde luego que la tendré, nada como una Magnum entrando en tu piel para sentirte completamente satisfecha.
—¡Ah! —exclama desilusionada—. Me has arruinado mi fantasía. Yo que pensé que irías a disfrutar con un hombre. ¿Desde cuándo no sales?
Steve es un chismoso de primera.
—Desde hace mucho, pero eso no viene al caso. ¿Puedes hacerme un hueco hoy? —le pedí suplicante.
—Para mi mejor cliente, desde luego que siempre lo hay. Pasa y ve alistándote, yo mismo te atenderé, quiero que me cuentes los últimos chismes.
Eso no va a cambiar. Paso las doble puertas y el resto del día se me va en un abrir y cerrar de ojos. Steve manda a preparar algo ligero para nosotros para almorzar y por la tarde una merienda entre margaritas, que solo él tomó, yo opte por una soda. Nada de bebidas antes de una sesión.
A las 6:00 pm estoy parada frente a su estudio. Respiro profundo y sostengo con fuerza el tubo que cuelga a mi espalda. No debo pensarlo tanto, empujo la puerta y entro. El estudio ha cambiado bastante desde la última vez que lo visité. Sus paredes están por completo cubiertas con fotos de clientes satisfechos con el trabajo de Andrew. Otras fotos muestran exposiciones y premios que ha ganado en todos estos años. Miro a mi alrededor, el recibidor está vacío y nadie ha venido a recibirme.
—¡Hay alguien! —exclamo fuerte.
—Sí, enseguida estoy ahí.
Su voz suena justo como la recuerdo. Siento unos pasos en mi dirección y entonces el aparece. Todo lo que hice en el día para relajarme se acaba de ir a la mierda.
Andrew aparece sin camisa. Solo con unos jeans ajustados que dejan ver la faja de sus bóxers Calvin Klein y está sin zapatos. La última vez que lo vi no tenía tantos tatuajes y tampoco estaba tan fornido. Mi vista se queda fija en sus abdominales definidos a la perfección que se tensan bajo mi mirada.
¡Dios!
«Esto es una mala idea»
Pensé que después de todo este tiempo mi tonto enamoramiento había pasado, pero me he equivocado. Levanto la mirada y me pierdo en su rostro de mandíbula cuadrada y nariz romana. Su cabello rubio oscuro aún conserva el mismo corte. Rapado a los costados y bastante alto arriba. Su mirada continúa siendo penetrante y de un gris intenso.
Lo único que cambió es la barba de dos días que cubre su rostro y lo hace lucir ardiente.
—Ya he cerrado por hoy, estoy esperando un cliente—su voz me regresa a la realidad.
—Sí, yo soy la de la cita—aparto mi mirada de sus ojos.
—Oh, disculpa. Soy Andrew—se acerca a mí y me tiende su mano con una sonrisa radiante en el rostro.
—Andrea—le respondo estrechando su mano.
Es oficial, no me ha reconocido o quizás se está preguntando de donde le resulto familiar.
—Me comentaste que tienes el diseño que deseas.
—Sí, ya lo traje preparado—le comento mientras abro el tubo y saco el stencil.
Andrew lo coge de mis manos y desenrosca. Puedo ver la sorpresa en su rostro al ver el diseño.
—Esto es asombroso—lo gira por el otro lado y ve que está listo para pasarlo a la piel—. Por las dimensiones imagino que es para la espalda.
—Sí—le confirmo.
—Pues vamos a pasar al estudio—me indica el camino. Entro por el pasillo hasta llegar a un amplio estudio de paredes completamente negras. Es lo único que se mantiene igual que hace tantos años. Me detengo junto al sillón y lo observo caminar hasta una mesa y colocarse unos guantes negros en las manos. Cuando regresa hacia donde
yo estoy me mira de forma intensa—. Desnúdate—nunca unas palabras me han sonado tan seductoras y prohibidas.
—De acuerdo.
Me saco la chaqueta de cuero negro y la dejo a un lado del sillón. Su mirada se desliza por mis brazos cubiertos de tatuaje y después se queda fija en mis senos que sobresalen con la blusa negra ajustada que llevo puesta. Por un breve momento me pierdo en su mirada gris preguntándome que es lo que piensa y después le doy la espalda. Llevo mis manos al zipper de la blusa entre mis senos y lo bajo. Me saco la blusa por los brazos y la dejo junto a la chaqueta.
—Voy a necesitar que te recojas el cabello.
Me saco la felpa de la muñeca y me recojo el cabello rubio largo en un moño alto.
—Todo listo—murmuro mientras lo miro por encima de mi hombro.
Andrew mira mi espalda con el ceño fruncido.
—Ese diseño me es familiar, pero sé que no es mío. ¿Hace cuánto lo tienes hecho?
—Ocho años. Y te es familiar porque me lo hiciste tú mismo.
—¡De veras!
—Sí—murmuro nerviosa.
—Normalmente no hago diseños que no son míos. ¿Quién te lo diseñó?
—Como todos los que están en mi cuerpo y el que tienes en las manos, todos los he diseñado yo.
—¿También tatúas? —pregunta sorprendido.
—Sí, tengo un pequeño estudio en Midtown.
—¿Por qué no he escuchado hablar de ti? —desliza sus manos por mi espalda comprobando si está rasurada la zona.
Y no solo mi espalda lo está, todo mi cuerpo, aunque no creo que le interese saberlo.
—No soy tan famosa como tú. Llevo solo unos años en el negocio—respondo mientras se me hace un nudo en el estómago.
—No te muevas, déjame aplicarte el stencil—siento sus manos frotar en mi espalda la crema y cierro los ojos conteniendo un gemido de placer. Esto no puede estar sucediendo, no otra vez. Y mi mente viaja ocho años atrás cuando me hice el primero, cuando sus manos me tocaron por primera vez. Me frota muy suave por toda la zona en donde va a pegar la plantilla. Separa sus manos y después pega la plantilla a mi espalda. Presiona muy suave y la deja un minuto antes de retirarla—. En verdad es impresionante el diseño cuando lo ves completo. ¿Es una leona cazando un ciervo?
—Un león de montaña acechando a su presa.
—Vas a necesitar unas cuantas sesiones para esto. Pero creo que ya lo sabes—murmura sonriendo. Y eso es lo que más me preocupa, que tendré que verlo más de una vez y eso solo será peor para mí—. Vamos a perfilarlo y hacer algunas sombras hoy.
En aquella ocasión, solo fue una sesión, larga, pero una sola sesión. Esta parte del diseño es mucho más extensa he intrincada.
—De acuerdo.
—Ponte cómoda que vamos a comenzar.
—Bien.
Me siento a horcajadas en el sillón y acomodo mis brazos en el espaldar. Y lo siento sentarse detrás de mí. Aplica vaselina en la parte más baja del diseño y enciende la máquina. El ronroneo del motor es apenas audible pero cuando la aguja entra en mi piel aumenta un poco el zumbido. Cierro los ojos e intento no pensar en quien está detrás de mi marcando mi piel. El leve ardor que deja la aguja no es nada comparado con lo que siento.
Cuando conocí a Andrew, él tenía pareja y yo también. Ahora yo estoy soltera. Y por las fotos que adornan la pared, el aún sigue con la misma mujer de hace ocho años. En todas las fotos salen juntos sonrientes y felices. Y como hace tanto tiempo, esto que siento debo contenerlo y guardarlo solo para mí.
Su mano se desliza con destreza por mi espalda, aplicando vaselina y marcando mi piel. Tengo una alta tolerancia al dolor, lo sé. Pero la aguja de líneas no es la que me preocupa. El calor de su cuerpo me envuelve desde atrás e intento no pensar en ello. Cuando una hora más tarde el zumbido se detiene, sé que viene mi tortura.
Cuando la Magnum entra en mi piel, tengo que contener el gemido mordiendo mis labios. No gimo de dolor, ya dije que tengo una alta tolerancia. Mis gemidos son de placer y Andrew es el culpable de todo. El me hizo
el primer tatuaje y gracias a él descubrí que puedo alcanzar el orgasmo mientras una Magnum acaricia mi piel. Me pueden llamar loca si lo desean. La única persona que conoce mi secreto es Sophie. Lo descubrió cuando hizo uno de mis tatuajes y juró mantener el secreto.
Creo que no me ha escuchado, solo debo concentrarme un poco mejor. Pero va a ser algo inevitable. El calor de su cuerpo y sus manos en mi espalda, no ayudan en lo absoluto. Intento concentrarme y controlar mis gemidos. La aguja marca mi piel una y otra vez. Debo cerrar las piernas también, pero la posición no ayuda tampoco.
Me aferro fuerte al espaldar y entierro las uñas en él mientras contengo un gemido. Puedo sentir como mi sexo palpita con cada pasada larga. Aprieto los dientes y comienzo a respirar por la boca ante la inminente falta de oxígeno.
—¿Todo va bien? —pregunta separando la máquina de mi piel.
—Sí, todo bien—respondo con la respiración acelerada. Más que bien. Unas cuantas pasadas más de la máquina y me hará alcanzar el orgasmo. La aguja vuelve a tocar mi piel y dejo escapar un jadeo. Andrew se mueve detrás de mí y entonces lo siento. Su miembro duro presiona contra mis nalgas mientras continúa tallando mi piel con sombras. No creo que pueda soportarlo más—. Lo siento, detente.
La aguja se separa de mi piel una vez más y el zumbido se detiene.
—¿Sucede algo?
—Sí, lo siento, debo marcharme—murmuro mientras Andrew se levanta de atrás de mí.
—¿Hice algo mal? —pegunta de repente preocupado.
Me levanto del sillón y tomo la chaqueta de cuero. Ni siquiera soy consciente de que estoy desnuda ante él. Me la coloco y cierro el zipper.
—No, no has hecho nada malo, lo siento—vuelvo a repetir mientras me suelto el cabello y camino fuera de su estudio.
—¡Espera! —lo siento venir detrás de mí—¡Aun no te aplico la venda!
—¡No importa! —grito mientras salgo corriendo de allí.
—¡Mierda! —lo siento gritar.
Corro hacia mi moto y me coloco el casco lo más rápido que puedo antes de salir a toda velocidad de allí. Definitivamente esto ha sido una mala idea.
Me dejo caer en el sillón de mi estudio media hora más tarde. Al mirar mi celular, tengo más de veinte llamadas perdidas que deben pertenecer a él. Ordeno unas pizzas para cenar y espero que lleguen. No estoy lista aún para regresar al apartamento.
Un trueno resuena en la distancia. Genial esto es justo lo que necesito ahora. Una tormenta eléctrica, creo que pasaré la noche aquí. Unos minutos después la lluvia comienza a caer golpeando los cristales. Creo que va a ser una noche tormentosa.
—¡Traigo una entrega! —grita alguien afuera diez minutos más tarde.
Me levanto del sillón corriendo, busco el dinero y voy a abrir. Pero no es con el chico de la pizza con quien me encuentro.
Andrew se encuentra afuera, todo mojado y con dos cajas de pizza en las manos. Lo miro sin saber que hacer o decir.
—¿Me dejarás aquí parado toda la noche? —pregunta haciéndome salir de mi estupor.
—¡Pasa, pasa! —le abro la puerta y lo dejo entrar. Busco una toalla en la parte trasera del estudio y se la alcanzo para que se seque. Le quito las pizzas de sus manos y las dejo en la mesita del centro—. ¿Siempre sales sin camisa a la calle? —pregunto al verlo sin nada para arriba.
—Siempre que alguien se va sin pagarme y sin ponerse el vendaje, sí.
—¡Hay! ¡Cuanto lo siento! —exclamo recordando que no le he pagado—. ¿Cuánto te debo?
—Solo cobraré cuando el trabajo esté terminado—se queda mirándome—. Lo siento—se disculpa conmigo mientras me tiende la toalla.
—¿Por qué? —pregunto sin entender. Yo fui la que salí corriendo.
—Por hacerte sentir incómoda.
¿Acaso cree que me marché porqué él estaba excitado? Definitivamente no se enteró de nada.
—Si lo dices por ti, no fue por eso que me marché—murmuro en voz baja—. ¿Quieres pizza? —le ofrezco mientras me siento en una butaca.
—Solo cuando te ponga una venda en lo que acabo de hacer, no quiero que un trabajo tan hermoso se infecte y se maltrate—me levanto y voy en busca de una venda grande y crema antibiótica, solo por si acaso. Se la tiendo mientras me bajo el zipper de la chaqueta y le doy la espalda. Andrew aparta mi cabello a un lado, aplica un poco de crema y después me coloca la venda—. Listo, ahora si te aceptaré la pizza, no he cenado nada—murmura riendo. Me subo la chaqueta con cuidado y la cierro. Vuelvo a sentarme en la butaca y comienzo a devorar la pizza mientras le ofrezco una porción—. No creas que con la pizza vas a hacer que se me olvide lo que hice, no sé cómo pedirte disculpa por mi comportamiento—levanto la mirada de la caja de pizza.
—De verdad, no tienes porque...
—Sí lo tengo—me interrumpe y hace una pausa—. Tengo un problema con los tatuajes—creo que no es el único—. Hay diseños que me gustan tanto que mientras los hago me excito.
Esto no me lo esperaba. Y yo que pensé que mi problema es serio. El de él es mucho más grave que el mío, así que mejor me quedo callada.
—A cualquiera le puede suceder, de verdad, no debes disculparte conmigo.
—Ya sé cómo disculparme contigo—murmura mientras se pone de pie y mira hacia afuera. Ha dejado de llover—. Te espero dentro de una semana, a la misma hora en mi estudio para la próxima sesión, no te voy a cobrar por él, creo que es lo más justo—abre la puerta—. Gracias por la pizza.
—No hay de qué—murmuro mientras me pierdo en su mirada.
Andrew se queda pensativo en la puerta y frunce el ceño mirándome.
—Si no fue por mí, ¿porque te marchaste? —me pregunta ahora con curiosidad.
—No tiene importancia, nos vemos dentro de una semana—murmuro mientras me despido de él con la mano.
Andrew me da la espalda y se marcha. Solo entonces respiro nuevamente. Me asomo por los cristales y lo miro de lejos. Se sube a su Harley y sale del parqueo.
Ahora tengo un problema mucho más serio entre manos. Después de lo que él me ha confesado, ¿cómo se supone que voy a regresar a su estudio?
Paso toda la semana encerrada en el estudio con un cliente tras otro sin apenas tiempo para descansar. Sophie me mira raro y no es para menos. No le conté lo sucedido en la sesión de mi tatuaje, pero ella está sospechando.
Nunca he tenido tantos clientes como esta semana. Ni tampoco he trabajado hasta tan tarde en la noche. Y lo hago con un solo propósito; no pensar en Andrew. Porque en cuanto estoy desocupada, comienzo a pensar en él.
Son más de las 12:30am del viernes cuando el último cliente satisfecho se marcha. Me reclino en la silla mientras Sophie lo acompaña hasta la puerta.
—¡Se acabó! Ahora me vas a decir porque llevas toda la semana evitando hablar conmigo sobre lo que sucedió el viernes pasado.
Abro los ojos y la miro. Está enojada. Bueno luce enojada con los brazos cruzados sobre su pecho. Pero sé que no lo está, solo intenta hacerse la dura para que le confiese.
—No sucedió nada importante.
—Bien, haré como que me lo creo. Hoy tienes cita con él para continuar, ¿cierto?
—Sí, pero no creo que deba ir.
—¡Aja! —salto en la silla ante su grito—. No me cuentes si no quieres, pero eludirlo, no es la solución. Debes enfrentar el problema con la cabeza en alto—se levanta, se acerca a mí y me da un beso en la mejilla—. He cambiado todas tus citas de hoy para el lunes. Sé que debes relajarte para tu sesión. No te quiero ver por aquí hasta el lunes en la mañana. Y te he sacado una cita con Steve—Termina con una sonrisa.
Y diciendo esto desapareció.
¿Qué enfrente el problema?
Si ella supiera, no lo diría.
A las 5:00pm estoy muy nerviosa. Más nerviosa de lo que debería. No he dejado de mirar el reloj en todo el día. Estoy ansiosa y estar en el apartamento encerrada no ayuda mucho. Cojo la chaqueta del armario y salgo. Aparco la moto afuera de su estudio con la respiración acelerada. Miro el reloj. Aún falta media hora para nuestra cita, pero no puedo más. Me bajo y camino hacia la puerta, solo que esta vez, no lo pienso tanto para entrar.
Empujo la puerta y me llevo una sorpresa. En la recepción hay una mujer sentada. La misma que sale en las fotos con Andrew.
—Hola, ¿tiene cita? —me pregunta con una sonrisa.
—Sí, para las 6:00pm, creo que he llegado un poco antes—murmuro nerviosa mirando mi reloj.
—Oh, ahora lo entiendo—murmura saliendo de atrás del mostrador—. Espera un momento, iré a avisarle que llegaste—me quedo mirando a esa mujer sin entender nada. ¿Qué quiso decir? Regresa unos minutos después sonriendo—. Puedes pasar, te está esperando.
—Gracias—murmuro mientras camino al interior de su estudio.
En cuanto entro nuestros ojos se encuentran. Y las mariposas en mi estómago comienzan a revolotear. Al igual que la semana pasada luce la barba de varios días. La única diferencia es que hoy lleva una camiseta sin tirantes de color negro.
Andrew me sonríe de lado. Una sonrisa sexy y atrevida. Una sonrisa de quien esconde algún secreto. No dejo de mirarlo ni por un segundo. Se levanta de su silla y se acerca. Se detiene frente a mí y me da un beso en la mejilla.
—Bienvenida, pensé que no vendrías.
—Yo también—me mira enarcando una ceja—. Antes de que comencemos, hay algo que debo contarte—no puedo creer que esté por contarle mi secreto más oscuro y pervertido. Pero es algo necesario antes de que el saque sus agujas. Dejo escapar el aliento antes de contarle—. El viernes pasado me marché porque yo también tengo un problema con los tatuajes—Andrew me mira atento—. En especial mi problema es con la Magnum.
—¿No te gusta? —le sonrío negando con la cabeza.
—Ahí está el problema, me excito cuando comienza a recorrer mi piel.
—¿Te excitas cuando te hacen un tatuaje? —pregunta incrédulo alzando ambas cejas.
—Debo aclarar que eres el único hombre que me ha hecho un tatuaje. Todos mis tatuajes me los hice yo, o mi compañera de piso.
Andrew se queda en silencio. No dice absolutamente nada. Solamente me mira con atención. Ni siquiera sé porque le acabo de decir que es el único que ha dejado su marca en mi piel. Camina hacia su mesa de trabajo, se saca la camiseta y se coloca un par de guantes.
—Comenzamos cuando quieras—sin pensarlo ni un segundo camino hacia él y me deshago de la chaqueta sin apartar mi mirada de la suya. La doblo y la coloco en el espaldar de su silla. Después me saco la camiseta quedando solo en sujetador. Andrew no aparta su mirada de mi y me tiende una mano—. Ven déjame sacarte el vendaje.
Tomo su mano y el me conduce hacia su silla. Me gira y yo me siento. Coloca sus manos en mis hombros y las desliza por mis brazos en una leve caricia hacia abajo. Sostengo sus antebrazos evitando que avance más y giro mi cabeza por encima de mi hombro para mirarlo.
—¡Andrew! —¿por qué está haciendo esto? Pero el solo me sonríe.
Sus manos se mueven por encima de mis senos y con cuidado baja el zipper de mi sujetador deportivo. Lo saca por mis dos brazos y después aparta mi cabello a un lado. Ya estoy respirando con dificultad. Con cuidado me saca el vendaje de la espalda.
—Está muy bien, listo para continuar—desliza sus manos por mi espalda y contengo un gemido. Esto va a ser una tortura—. Siéntate en el sillón—me pide separándose de mí.
Me levanto de su silla y me dirijo al sillón. Me acomodo justo en la misma posición de hace una semana y giro mi cabeza para observarlo como prepara todo. Acerca su mesa hacia el sillón y una vez más se sienta detrás de mí.
—¿Estás seguro de querer hacer esto? —pregunto
cuando lo veo coger la máquina de la bandeja con la Magnum montada.
—Cariño, ¿qué podría salir mal?
«Todo» me grita mi cerebro.
—¿A tu esposa no le molesta que tatúes sin camisa y en esta posición a una mujer atractiva?
—No estoy casado.
—A tu novia entonces.
—No tengo novia.
—¿Quién es la mujer de la recepción que sale en todas tus fotos? —no entiendo nada.
—Mi hermana y ya se ha marchado. Solo somos tu, yo y una Magnum—enciende la máquina y en cuanto me toca gimo—. Gracias por sincerarte conmigo con respecto a lo que te sucede—comenta mientras la aguja corre por mi piel excitándome—. Ahora entiendo a que se debían tus gemidos de la semana pasada.
Da una larga pasada con la aguja y dejo escapar un jadeo incontrolable. Y yo que pensé que no los notó. Si lo hizo, solo que pensó que eran de dolor.
—Ya lo sabes—murmuro conteniéndome.
—¿Alguna vez has alcanzado el orgasmo de esta forma? —se pega más a mi cuerpo y puedo sentir su potente erección pegada a mí.
—Sí—grito en un gemido.
—¿Cuándo?
—Cuando me hiciste el anterior hace ocho años—la máquina se detiene por un instante, pero el vuelve a
retomar su labor.
—Esta noche será interesante—murmura mientras la aguja vuelve a marcar mi piel.
—¿Por qué lo dices? —pregunto sin entender a qué se refiere.
—Porque quiero marcarte permanentemente y no precisamente con las agujas—hace una pausa para recargar tinta—. Quiero marcarte como mía y de nadie más. Quiero que cuando me veas no recuerdes las agujas, quiero que me recuerdes a mí en tu interior.
Dejo escapar un gemido y no por la aguja precisamente, el gemido es por lo que él me acaba de decir.
—Quiero ser tuya y de nadie más—confeso mientras me muerdo los labios para contenerme.
—No te contengas, quiero escucharte gemir con la aguja, quiero que sientas como me pone—se aprieta más contra mí—. Quiero que alcances el orgasmo de esta forma. Porque en cuanto termine con el ultimo trazo de hoy, tus próximos gemidos serán con otro tipo de instrumento.
Se mueve detrás de mí. Eso ha sido una directa y bien directa. Quiero que termine ya. He esperado ocho años para esto y finalmente será esta noche.
—Date prisa, Andrew.
—Solo déjame cogerte el ritmo.
Su mano se mueve en mi espalda trazando sombras y rellenando. A veces movimientos largos, a veces movimientos cortos. Cada uno de ellos me acerca más al borde de lo inevitable. Presiono mis piernas intentando
cerrarlas mientras no puedo dejar de gemir. Una serie de movimientos largos y al mismo ritmo me hacen jadear sin control. ¡Dios! ¡No puedo más!
—¡Andrew! —grito su nombre mientras el orgasmo arrasa conmigo.
Siento mi vientre palpitar una y otra vez. Dejo de sentir la máquina, dejo de sentir la aguja perforando mi piel y dejo de sentir a Andrew detrás de mí. Me toma de la mano y tira de mi rumbo a la parte trasera de su estudio y de allí me conduce por una escalera.
No soy consciente de mucho, solo sé que, al llegar arriba, ya él no trae guantes en las manos ni los jeans puestos, solo los bóxers. No tengo tiempo a mirar nada a mi alrededor. Apenas y soy consciente de que llegamos al baño y muy rápido me baja los jeans y la ropa interior. Abre la ducha de cascada y tira de mi hacia adentro. El agua está fría, pero mi piel está sobrecalentada y el contraste es bienvenido. Me gira de espalda a él y deja que el agua caiga sobre mi espalda frotando suavemente la zona del tatuaje. Y después vuelve a girarme entre sus brazos.
—Te he hecho alcanzar el orgasmo sin siquiera haberte besado. Creo que debemos corregir la situación.
Sus labios se unen a los míos. He anhelado mucho este beso. He soñado incluso con él. Y sentir sus labios carnosos sobre los míos es todo un sueño hecho realidad. Enredo mis manos en su cuello y me entrego al beso tan deseado. Su lengua se abre paso en mi boca y gimo contra sus labios.
El agua desaparece, pero su boca no abandona la mía.
No tengo idea de cómo salimos del baño. Solo sé que llegamos a una cama y que unos minutos después yo estoy sentada a horcajadas, inclinada sobre su cuerpo potente y viril. Aún nos besamos, es como si no pudiéramos dejar de hacerlo. Un ruido a mi lado hace que me separe de él. Y entonces veo lo que está haciendo. Se inclina un poco hacia una gaveta y saca un preservativo que me tiende. No pierdo ni un segundo. Lo rasgo y se lo coloco antes de acomodarlo en mi entrada. Solo cuando comienzo a deslizarme por su miembro es que mi cuerpo reacciona. Mis paredes se aprietan a su alrededor y gimo como no lo hice con la Magnum.
—Pensé que querías marcarme—murmuro extasiada.
—Lo quiero—responde con voz ronca.
Me detengo y lo saco de mi interior. Me giro y me pongo a gatas en la cama.
—¡Márcame Andrew! Quiero ser tuya y de nadie más—le pido mientras lo miro por encima de mi hombro.
Giro mi mirada hacia el frente cuando siento sus manos apretar mis nalgas y moverse entre mis piernas. Introduce un dedo en mi interior haciéndome gemir de puro placer, y después lo saca y lo sustituye por su miembro duro.
No puedo evitar el gemir alto. No he estado con nadie en mucho tiempo y él no es para nada pequeño. Con un movimiento de sus caderas llega hasta el fondo y yo grito.
—Eso es nena, es hora de gritar—hace otro movimiento de sus caderas y vuelvo a gritar más alto—.Creo que tenemos un ganador aquí—murmura mientras continúa con esos movimientos certeros que solo me hacen acercarme una vez más a la cúspide del placer—. Yo te hago gritar más que la Magnum.
Y con su próxima estocada grito su nombre. Mis paredes se contraen a su alrededor y me dejo ir gritando su nombre una y otra vez. Lo siento aferrarse fuerte a mi cintura y soltar una maldición cuando se deja ir con un grito feroz.
Mucho más tarde, y con mucho cuidado, Andrew está curándome y poniéndome un vendaje. Me lanza una de sus camisetas de manga y me la coloco antes de subir hacia su cama. Apaga la luz y se acuesta a mi lado, desnudo. Tira de mi hacia su pecho y me acurruco contra él. Deslizo mi mano muy lento por su pecho y alrededor del piercing de su tetilla.
—Cásate conmigo—murmura mientras me acaricia el cabello.
—¿¡Cómo dices!? —me incorporo en un codo ante sus palabras.
—Cásate conmigo—repite una vez más.
—Creo que no te asentó el sexo—Andrew se sienta en la cama y yo hago lo mismo.
—Por el contrario. El sexo ha sido espectacular.
—No puedes pedirme que me case contigo. Esto podría ser solo un revolcón de una noche.
—Tu yo sabemos que esto que hay entre nosotros es
más que eso—como puede estar tan seguro cuando hace solo una semana no sabía ni quien yo era.
—Ni siquiera sabemos que es esto que hay entre nosotros.
—Oscura atracción—murmura acercando sus labios a los míos—. Tu y yo estamos hechos el uno para el otro. Yo me excito cuando hago algún tatuaje hermoso como el tuyo y tú te excitas con las agujas.
—Más bien tenemos un problema. ¿Cómo va a funcionar una relación entre nosotros de esa forma?
—Bastante sencillo en verdad. Todos tus tatuajes a partir de ahora, los haré yo. Todos tus gemidos y todos tus orgasmos me pertenecerán solo a mí—eso suena muy posesivo y me encanta.
—¿Y qué haremos con respecto a ti? ¿Acaso yo no tengo derecho a que tus gemidos me pertenezcan? —quiero que sea solo mío.
—Desde luego. Rechazaré todo diseño excitante que me llegue, quizás lo recomiende a un pequeño estudio de Midtown—le sonrío ante su ocurrencia—. O quizás no tengan que ir tan lejos si te casas conmigo, podríamos trabajar juntos—me dijo con una sonrisa.
—Que lleve ocho años enamorada de ti, no quiere decir que me case contigo a la primera que me preguntes—cierro los ojos. No debí decir eso.
—Esto es interesante—murmura besando la comisura de mis labios—. ¿Cuántos orgasmos necesitaré provocarte para que me digas que sí?
—Unos cuantos más—respondo mientras su boca besa mi cuello y yo comienzo a hiperventilar.
—Muy bien, será mejor ponerme en ello entonces—su boca asciende hasta cubrir la mía y me acorrala contra el colchón.
Me dejo llevar por su beso y por sus caricias. Ya mi oscuro secreto no es tan secreto. Lo he compartido con alguien tan pervertido como yo y con un secreto igual de oscuro que el mío. Con alguien que comparte mi obsesión por este placer prohibido de tatuar solo por lo que te hace sentir. Creo que he encontrado mi lugar feliz con una persona que me entiende y me comprende. Que entre los dos podremos llegar a un punto medio en que ambos nos ayudaremos a superar nuestro problema.
Finalmente he encontrado a la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida. No creo que necesite de muchos orgasmos para que le dé mi respuesta. Desde hace mucho tiempo, la parte más oscura de mi ser lo sabe.
Él fue el primero y será el único hombre que me marcará por siempre.
FIN
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Esta historia está dedicada a todas aquellas personas que aman el arte de los tatuajes.
Recuerden, no se los hagan solo por placer, lo que lleves permanente en tu piel debe significar mucho más.
Espero les haya gustado esta corta historia.
Si desean historias igual de adictivas pasen por mi perfil 🥰
No olviden dejarme sus comentarios y su voto.
Xoxo🐦⭐
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