CAPÍTULO VEINTISIETE - TOMÁS
Domingo, 16 de junio del 2019
Hoy me he levantado con ganas de comerme el mundo. Como es domingo, hemos estado toda la mañana en el taller y hemos corrido un poco con las motos. Manuel está pirado, hay que ver cómo corre. Además, desde que desapareció para pedirle la mano a la familia de su prometida, está más ansioso que nunca y se machaca constantemente en el gimnasio.
—Manuel, ¿te ocurre algo? —le pregunto, cuando nos tomamos un descanso.
—No, amigo, estoy feliz y más ahora que sé que vas a aprobar el examen de acceso a la universidad.
—Eres un tramposo, no entiendo por qué no me dijiste que me iban a admitir de todas formas.
—El examen te salió genial —me recuerda.
—Sí, pero hubiese estado menos nervioso —me sincero.
—No, te hubieses esforzado menos y es importante que tengas conocimientos básicos para el año que viene —a veces parece un padre, más que un amigo.
—¿Básicos? Si las preguntas me resultaron tan fáciles que al principio pensé que me estaban tomando el pelo.
—Eso significa que te preparé bien —presume Manuel, sonriéndome.
—De vuelta al tema anterior, desde que volviste la última vez de ver a tu novia estás más acelerado que de costumbre —le digo a ver si me cuenta qué es lo que le ha sucedido.
—La echo de menos, a todos, en realidad —dice con nostalgia.
—¿Y no pasó nada especial? —le insinúo, intuyendo que por ahí van los tiros.
—¡Tomás! —me regaña como si hubiese insultado a alguien de su familia.
—Amigo, no se lo voy a contar a su hermano o a su familia, además, os vais a casar, es algo normal.
—En realidad, fue el hermano quien nos regaló una caja de preservativos por nuestra pedida.
—¿En serio? —no doy crédito a lo que me está contando.
—Pero esto que no salga de aquí. No quiero que la vida sexual de mi novia esté en boca de todos.
—¿Y? —me intereso.
—¿Qué quieres que te diga? Me dejó loco, ella siempre me sorprende, pero, además de ser una experiencia única y muy íntima, lo disfrutamos mucho.
—Pues con eso me basta —le digo satisfecho.
—A mí no. No veo la hora de volver a estar con ella. Tengo diecinueve años, las hormonas revolucionadas y aquí estoy, encerrado con un montón de tíos —se queja Manuel.
—Pero sabes que ella te espera. Yo, en cambio, tengo todavía todo un futuro que construir.
—¿No has avanzado nada con Marcos? —intenta animarme mi amigo.
—Ni lo he intentado, estoy seguro de que él está casado. Será ese amor platónico que todos tenemos cuando somos adolescentes, pero a mí me ha tocado con veintiséis. A lo mejor hasta tiene hijos —le digo decepcionado.
—Ni está casado ni tiene hijos. Ni siquiera tiene a nadie que le espera cuando regresa a casa. Está más solo que nosotros —me dice para mi sorpresa.
—¿Y cómo lo sabes? —le interrogo, sin terminar de creerle.
—Me lo dijo él —me contesta Manuel, como si fuese lo más normal del mundo.
—¿Has hablado de esto con él? —mi amigo está más loco de lo que parece.
—Sí, y no voy a contarte más, porque no sería justo. Solo te voy a dar dos consejos. Primero, no intentes entablar conversación con él de temas personales mientras estés en el proyecto de protección de testigos. Tú sigues siendo un objetivo que proteger.
—¿Y el segundo? —le pregunto más nervioso de lo que quiero admitir.
—Cuando todo esto acabe, búscalo —me aconseja, dándome una palmada en la espalda.
—¿Me lo estás diciendo en serio? —no puede ser cierto lo que me está contando.
—Sí, parece ser que tu radar sigue estando igual de mal que cuando te conocí.
No me puedo creer lo que estoy escuchando. Después de tantos meses sufriendo en silencio, tengo algo de esperanza, quizás Manuel tenga razón y tenga alguna posibilidad.
Desde esa perspectiva todo se ve diferente. Terminaría mis estudios, tendría una buena vida fuera de ese mundo oscuro que siempre he odiado y podría tener una pareja que fuese buena persona también.
Entonces recuerdo todas las veces que me pegaron, que me insultaron, que intentaron que hiciese algo que yo no quería. Mis primos me decían que tenía una fuerza interior incomprensible que hacía que soportara todo sin caer en el mundo donde ellos vivían y, ahora, sé la razón. Yo nunca pertenecería a ese mundo, tenía mi lugar en otro sitio y si no fuese por Manuel nunca lo hubiese encontrado.
—Amigo, aunque quede en nada, saber que tengo alguna posibilidad con un hombre como él, hace que el futuro sea más bonito —me emociono.
—El futuro es muy bonito Tomás y dentro de unos meses te lo demostraré —me asegura.
—Creo que es la primera vez que realmente tengo ganas de que esto acabe. Hasta ahora me daba un poco de pena. Ya tenemos nuestras rutinas y me he acostumbrado.
—Pues mañana desapareceré y no regresaré hasta el veintidós. No te olvides que es sábado y al día siguiente nos toca carrera de rally.
—Esta vez te patearé el culo —le digo bromeando.
—Sí, claro, ya lo he visto las últimas veces —se burla de mí sarcásticamente, mientras se va a nuestro cuartel general, seguramente, a preparar la comida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro