Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO TREINTA Y DOS - LAURA

Sábado, 22 de junio del 2019

Hoy estoy tan cansada que, a pesar de ser las diez de la mañana, no me he levantado de la cama. Ayer en la fiesta estuve bailando sin descanso hasta la una de la madrugada.

Al principio, pensaba que Rafael llegaría en cualquier momento y que, ya que lo tenía que esperar, mejor sería pasándomelo bien. El saber que iba a verlo me puso eufórica. Cuando me di cuenta de que ya eran las doce de la noche, asumí que no lo vería, pero seguí bailando un poco más.

Jacobo tiene razón, debo mirarme el hierro. Estoy tan agotada que me cuesta levantarme por las mañanas y eso no me ha pasado nunca, ni siquiera cuando murieron mis padres.

—Laura, ¿estás despierta? —me pregunta Jacobo en voz baja.

—Sí, Peludo, pasa —le contesto, mientras me pongo una bata.

—Supuse que querías almorzar en casa de mis padres, pero si quieres, lo cancelo y nos vamos más tarde —me dice comprensivo, como siempre.

Rafael no podría haber encontrado a nadie mejor que me cuide durante el tiempo que él no pueda estar conmigo.

—No, amigo, mejor nos vamos ya. Dejé todo preparado ayer por la tarde, solo me doy una ducha rápida, como algo y nos vamos. La Yaya se fue ayer a casa de los padres de Rafael, pero no sé qué harán los demás.

—Si te refieres a nuestros amigos Carlos y Roberto, se vienen con nosotros. Parece ser que desde hace una semana les han ordenado que tú seas la máxima prioridad y estarán hasta final de julio pegados a tu trasero. En agosto tendrán vacaciones.

—¿Y eso por qué? —le pregunto, sin entender qué ha cambiado para que tomen nuevas decisiones en lo referente a nuestra seguridad.

—No lo sé. Órdenes de arriba —me dice, levantando un poco los hombros.

—Otra vez con los de arriba —me quejo.

—Es lo que me dice Roberto, ya sabes que con las cosas del trabajo son muy reacios a hablar —intenta Jacobo justificar a mi hermano y a mi novio.

—¿Contigo? ¿Muy reacios a hablar? Peludo, estás perdiendo facultades —lo fastidio un poco.

—Lo sé. Por cierto, ¿sabemos algo de Rafael? —se preocupa.

—No, se lo ha tragado la tierra. Anoche volví a hablar con Carlos, no el de seguridad, sino el del instituto, y volvió a confirmar la historia.

—¿Qué es lo que sabemos? —pregunta intrigado.

—Rafael llamó a Carlos el lunes, le hizo prometer que no le diría ni una palabra a nadie, solo podría hablar de esto conmigo. Estuvieron estudiando y haciendo exámenes hasta el viernes por la noche. Le dijo que estaría conmigo media hora y luego tendría que desaparecer, pero se le retrasó el último examen oral. Y ya no sabemos nada más.

—A lo mejor tenía una hora concreta en la que tenía que irse y se le hizo tarde. Sabes que si él pudiese haría lo imposible para estar contigo.

—Pero él siempre queda en regresar durante todo un día, para que sea más flexible.

—Quizás esta vez no. Cuando lleguemos a casa le diremos a Santiago que le envíe un mensaje para saber si está bien —me dice Jacobo para tranquilizarme.

—Tienes razón, puede que no haya pasado nada, solo que no pudo quedarse más tiempo. Al fin y al cabo, se retrasó su examen. Deja que me duche y nos desayunamos.

Tardo más de lo normal en ducharme. Intento que el cansancio y la tristeza que siento se esfumen con el agua y desaparezcan por el sumidero de la ducha. El cuarto de baño siempre me ha hecho sentir bien. Me recuerda al que tenían mis padres, aquel que habían modificado para poder ducharse los dos a la vez después de nuestras excursiones.

Al principio pensé que lo había diseñado mi hermano, pero Santiago me contó que todo había sido idea de Rafael. Es increíble que aún recordase una conversación que tuvimos hace más de cinco años. Yo también recuerdo aquella conversación:

—En el baño de mis padres se pueden duchar dos personas a la vez —le había contado llena de alegría, como si fuese el gran acontecimiento del año.

—Como en todos los baños —me había contestado un Rafael que aún no entendía el mundo como lo entiende hoy.

—Claro y cinco si son delgadas, pero me refiero a que hay dos duchas —le había intentado explicar.

—¿Y eso por qué?

—Pues para que mis padres puedan ducharse los dos a la vez cuando regresamos de las excursiones. Solemos volver muy sucios y mi madre siempre se ducha la primera para ayudarnos a los demás.

—Tu madre es muy buena —había afirmado, pensativo.

—Sí —le había dicho yo mientras los dos nos habíamos quedado pensando sin decir nada unos minutos, esos minutos de silencio que Rafael decía eran necesarios para poder pensar y comprender mejor las cosas.

—¿A ti te gusta? —había roto el silencio, por fin, Rafael.

—Claro, así no tendrán que discutir más por quién se ducha primero.

—Pues, cuando tengas tu casa, yo te pondré dos duchas en tu baño —me había prometido Rafael.

—¿De verdad? —le había contestado llena de esperanza, porque en aquella época ya soñaba con casarme con él.

—Claro, Laura, y siempre haré todo lo que pueda para que seas feliz. Lo prometo.

Estoy absorta en mis pensamientos cuando Jacobo empieza a llamarme. Está impaciente. Posiblemente, se muera de hambre porque él es el único que siempre me espera para comer. Así que en menos de cinco minutos, estoy en la cocina con las maletas preparadas.

—Laura, hoy estás más lenta de lo normal. ¿Qué te pasa? No me digas que sigues preocupada por Rafael —me pregunta mi amigo otra vez.

—No, solo me quedé pensando en momentos de cuando Rafael y yo éramos pequeños —le contesto nostálgica.

—Pues hablé con tu hermano que no quiso esperar y le envió un mensaje a Rafael.

—¿Y qué ha dicho? —le pregunto sin poder aguantar las ganas que tengo de saber qué ha pasado.

—Solo le puso que todo está bien y que tiene mucho lío —me dice mi amigo.

—¿Y eso es todo? —necesito saber más.

—Lo que yo te dije. Seguro que se le complicaron las cosas. No te olvides que el mes que viene estará de regreso. Posiblemente, tendrá que dejar todo bien atado, aunque ni idea de lo que hacen, normalmente, en un programa de protección de testigos. Como mínimo tendrá que ir a declarar. Eso es, a lo mejor está preparando su declaración —me dice Jacobo como si hubiese descubierto algo de vital importancia.

—O la de su novio —lo secundo pensativa.

—Eso también. ¿Le has dicho a Desirée que durante dos semanas no estaremos aquí, pero que yo vendré en una semana a ver el jardín? —me pregunta Jacobo que, como siempre, está acechando a Desirée.

—Le he dicho que ni idea de lo que vamos a hacer, pero que tú te pondrás en contacto con ella, que para eso tienes su número de teléfono —le contesto para que se espabilase.

—Vale, amiga, todavía me acuerdo cuando me pedías ayuda con Rafael. Incluso te dejé todos mis preservativos —me echa en cara.

—A mí no me diste nada, amigo, eso se lo diste tú a tu hermano —le recuerdo, sin darle importancia a ese gesto.

—Aunque los usasteis, los dos —se defiende.

—¿Y eso cómo lo sabes? —continúo bromeando, aunque realmente no tengo ganas sino de llorar.

—Vale, ya volverán los días donde necesites a tu amigo y te voy a pagar con la misma moneda —se hace el dolido.

—Pero, Peludo, si te estoy haciendo un favor. Así podréis tener esas conversaciones tan cargadas de tensión sexual que tenéis siempre.

—A lo mejor me decido y estreno el piano —me amenaza.

—Claro, que Desirée va a venir a nuestro salón —le reto.

—¿Crees que no sería capaz? ¿Que en realidad no le gusto ni un poquito? —ahora es el peludo quien duda.

—No, Jacobo, estoy segura de que preferirá ir a un sitio más discreto y no a un salón donde todo el mundo puede entrar en cualquier momento.

—Entonceslo del piano lo dejo para nuestra segunda noche —bromea, más seguro de símismo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro