Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO DIEZ - JACOBO

Jueves, 14 de marzo del 2019

Hacía meses que no comía tan bien. La Yaya cocina genial, pero Rafael sigue siendo el mejor con diferencia. A mis padres se les ve muy orgullosos de que Rafael se encuentre en su casa con nosotros, se sienten parte de la familia que estamos formando los tres o mejor dicho los cuatro, porque Santiago está tanto con nosotros, que casi parece que vive en nuestro apartamento, en el cual, no solo se queda casi todos los fines de semana, sino muchos días entre semana.

—Ni siquiera tenemos tarta para tu cumpleaños, Rafael. No he tenido tiempo para preparar nada —se queja mi madre.

—No te preocupes. Nosotros no le hemos comprado ni un regalo —ahora es Laura la que se protesta.

—Pues aún me podéis hacer un regalo, todavía estamos a tiempo. Al fin y al cabo, faltan dos horas para que se acabe el día —nos ofrece Rafael, que siempre tiene algo planeado.

—¿Qué tienes en mente, cuñado? —le pregunta el pequeñajo curioso, que también lo conoce.

—A diez minutos caminando de aquí hay un bar de música española. También es Karaoke los fines de semana y lo mejor es que tienen inhibidores de frecuencia, además de que los móviles están estrictamente prohibidos. Eso significa que mañana no tengo que borrar mis fotos si aparezco en las redes sociales.

—¿Buscas tus fotos cuando sales y las borras? —se extraña Laura.

—Claro, nadie sabe cómo soy ahora, pero prefiero que mi foto no esté libremente dando la vuelta al mundo —contesta Rafael, como si fuese lo más normal del mundo.

—Ya sé que cuanto menos sepamos mejor —intervengo —pero yo me quedaría más tranquilo sabiendo que estás protegiendo al hijo del primer ministro de Guatemala y que no has matado a nadie.

—¿Qué pregunta es esa, hermano? Sabes que siempre he sido de los buenos.

—Cuando todo esto acabe, ¿me lo contarás? —le pregunto.

—Claro, Jacobo. En unos meses volveré y hablaremos de todo lo que no te enteres por los periódicos —me dice con una sonrisa sincera.

—Yo creo que si queréis ir al karaoke, tenéis que salir ya y dejar los secretos como lo que son, secretos. Nosotros recogemos la cocina. Idos y pasáoslo bien —nos recomienda mi padre.

Al llegar al local, nos revisan de arriba a abajo. Rafael tiene razón, los móviles están estrictamente prohibidos y tenemos que apagarlos. Cuando entramos, están bailando varias parejas en la pista de baile que está delante del escenario y tres chicas cantan Vaina loca de Ozuna y Manuel Turizo.

Un señor de unos cuarenta años y con una tarjeta de empleado en la camisa, nos pregunta si alguien sabe tocar la guitarra antes de poder llegar a la barra para pedir algo para tomar.

—Por supuesto, ella la toca muy bien —le contesta Rafael mientras mira a Laura.

—¿Te apetece salir en diez minutos? —le pregunta el trabajador.

—No puedo. No toco una guitarra delante de alguien desde hace cuatro años —le contesta Laura avergonzada.

—Será divertido, Laura, además, no te pueden grabar, así que si lo haces mal y nos reímos, mañana puedes negarlo todo, no habrá pruebas —intenta convencerla Rafael.

—¿Por qué no lo haces tú? —le desafía su novia.

—Vale, pues nos vemos dentro de un rato, princesa, aunque vosotros salís después —dice Rafael sonriendo.

—¿En serio vas a salir? ¿Pero si no sabes tocar la guitarra? —se sorprende Laura.

—Estos últimos meses he practicado un poco. Uno de los chicos que nos protegen tiene una y no es tan complicado. No soy Paco de Lucía, pero al fin y al cabo, esto es solo para divertirnos —nos dice antes de desaparecer con el trabajador.

—¿Todo esto está pasando de verdad? —nos pregunta Santiago.

—Conociendo a Rafael, todo es posible —añade Laura, riéndose.

—Sí, es la versión 3.0 de mi hermano —bromeo, divertido.

—Vamos a sentarnos en una mesa antes de pedir las copas para poder verlo bien —se entusiasma mi amiga.

Cuando a los diez minutos Rafael se sienta con nosotros en la mesa, Laura lo mira decepcionada.

—¿No ibas a salir? ¿Qué has estado haciendo detrás del escenario? —le pregunta Laura.

—Me enseñaron la canción y los acordes para la guitarra. Además, como la letra aparece en la pantalla del Karaoke, no puede ser muy difícil. En un minuto me avisan y subo.

—¿Estás nervioso? A mí me encanta que mi novio salga al escenario a hacer el ridículo y no le importe nada —dice Laura, divertida.

—¿Quién te ha dicho que voy a hacer el ridículo? Ya sabes princesa, yo soy el puto amo —la mira como si se la fuese a comer, nos sonríe, le da un sorbo al Bitter Kas de Laura, pone cara de asco y se dirige al escenario sin dudarlo.

Cuando se queda en camisilla, se pone un sombrero y coge la guitarra, todas las chicas empiezan a gritar, lo que a Laura no le hace mucha gracia.

Rafael está más alto que hace unos meses, posiblemente ha hecho mucho deporte y la cara la tiene un poco más varonil, por lo que ha ganado puntos entre el sexo femenino y estoy seguro de que eso a Laura no le gusta nada. Esto no va a acabar muy bien para mi hermano como no se ande con cuidado.

Al empezar a cantar, apagan completamente la música y solo se escucha a la guitarra y a Rafael. La canción es Cosquilleo de Diego Ojeda. Tiene que ser muy buena, porque en cuanto empieza a cantar todo el mundo, incluido las chicas que chillaban, se quedan calladas.

—Hermana, tu novio toca mejor que tú —intenta cabrearla, lo cual ya está antes de que él diga nada.

—Santiago, ¿qué dices? ¿No toca tan bien? Solo está haciendo el idiota para que las chicas lo miren —se enfada Laura.

—Amiga, no te pongas celosa. Él solo tiene ojos para ti —intervengo para suavizar un poco el ambiente, aunque Santiago no me está ayudando mucho.

—Jacobo, no digas tonterías. Yo no estoy celosa —miente.

—Pues muy bien, porque el domingo le dirás adiós y no sabemos cuándo nos volveremos a ver. Además, es su cumpleaños —le recuerdo para que no lo machaque cuando vuelva a la mesa.

En cuanto acaba la canción, las chicas vuelven a ponerse como locas, por lo que Rafael desaparece detrás del escenario. A mi hermano nunca le ha gustado que lo toquen.

A los dos minutos está sentado, vestido como antes y al lado de Laura.

—Hermano, has estado genial —le digo al ofrecerle su botellín de agua.

—Después de que terminen esta canción deberíamos de salir todos. Elige una canción Jacobo y subimos —me pide.

—Vale, pero te voy a pedir una cerveza después de elegir la canción. Hoy acabaremos borrachos. Tu primera borrachera —le digo a ver si cuela.

—¿Pero si a mí no me gusta la cerveza? —me responde Rafael.

Siempre estamos igual, lo de la borrachera esta noche va a ser difícil.

—¡Qué aguafiestas! Pues iré a escoger una canción —me hago el dolido.

***

Después de dos canciones nos toca a todos nosotros. Escogí Back in the city, una canción de Nicky Jam y Alejandro Sanz.

Cuando salimos los cuatro, todos empiezan a silbar. La verdad es que lo del Karaoke es muy divertido. Santiago no se sabe ni la música y nos reímos muchísimo. Parecemos un grupo de adolescentes, bueno en parte lo somos. Rafael me pasa un brazo por encima de los hombros y cantamos a dúo mientras Laura y Santiago hacen lo que les daba la gana. Nos divertimos los cuatro, pero, sobre todo, se divierte Laura.

Parece una niña pequeña, compartiendo el micro con su hermano. Rafael la mira intermitentemente y también se le ve feliz.

—Peludo, no sabía que cantases tan bien. Esta noche has estado inaudito —me dice Rafael sonriendo, y me da a comprender por su forma de hablar, que hace mucho que no pasa tiempo conmigo.

—Sí, amigo. ¿Por qué no cantas más a menudo? —me pregunta Laura.

—Bueno, como dice mi madre, tengo una voz que me regaló Dios, pero se olvidó de mi oído.

—Pues no se notaba tu falta de oído en el escenario —añade Santiago—. Como ha dicho mi cuñado, has estado inaudito.

No conozco a nadie en el local. Parece que todos son unos cinco o seis años mayores que nosotros, como mínimo. El local no es barato y eso espanta a los locos como mis amigos, que solo quieren emborracharse antes de que acabe la noche.

Cuando volvemos a la mesa, una de las chicas que antes babeaban por Rafael, se nos acerca con dos micros y le da uno a Rafael. Lo intenta coger de la mano, pero Rafael lo evita, ya que sigue sin gustarle que le toquen. Aun así, Rafael la sigue, pidiéndole permiso con la mirada a Laura que, imagino que por orgullo, le da a entender, con un movimiento de cabeza, que la acompañe.

Al llegar los dos al escenario comienzan a cantar La Isla del Amor de Demarco Flamenco. Cuando Rafael canta, la chica empieza a bailar intentando pegarse a él. Mi hermano lo hace genial, canta y la evita a la vez e igual de bien ambas cosas. Cuando llevan menos de un minuto cantando, Rafael nota la cara de pocos amigos que tiene Laura y se acerca cantando a nuestra mesa, levanta a Laura de la silla, la besa en la mejilla y me pasa a mí el micro.

—Peludo, sigue tú —me susurra.

—Gracias, hermano, esta guapa cae esta noche —le agradezco.

Al terminar de cantar me llevo a la chica con la que canté a la mesa. Laura está tan celosa que ya me está dando miedo la bronca que se llevará mi hermano esta noche cuando estén solos.

—Hola, chicos. ¡Qué bien habéis cantado! —dice la chica mirándonos a Rafael y a mí.

—Gracias... —le contesto.

—Natalia, me llamo Natalia —se presenta ella.

—Encantada, Natalia, yo soy Laura y él es mi hermano, Santiago. Él es Jacobo y ...

—Su novio, Roberto —interviene Rafael, sin dejarle acabar la frase, mientras le coge la mano a Laura, que sigue mirándolo con cara de pocos amigos.

—¿Y tú también tienes novia? —me interroga mientras se acerca tanto a mí que casi puedo sentir su respiración.

—No, aún no he encontrado el amor —le respondo pasándole mi brazo por la cintura y acercándola aún más a mi cuerpo.

—Voy a escoger una canción. Ahora vengo —nos avisa Rafael, cabizbajo y se aleja, ya que Laura está arruinándole otra vez la vida a mi amigo con sus paranoias.

—Yo me voy al baño —dice Natalia —¿me acompañas, Jacobo?

—Claro, adelántate, que yo voy en un minuto —le contesto antes de besarla en los labios delante de mis amigos.

—Vaya, Peludo, le estás dando largas a una chica. Estás quedando fatal y lo sabes —me intenta molestar Laura.

—Y tú le estás arruinando el cumpleaños a mi hermano y también lo sabes. Si él te quiere, ¿de qué tienes miedo? ¿Qué te molesta?

—Es que las chicas se le tiran encima —contestó Laura.

—No es culpa suya. Él no las busca, además, ni siquiera las mira o permite que lo toquen —ahora soy yo el que estoy molesto.

—Lo sé, ya sé que es irracional, no obstante, la rabia me mata. Intentaré tranquilizarme un poco, ¿vale? Y ahora, ve. En unos diez minutos alguno de nosotros saldrá a cantar y no quiero que te lo pierdas —me recomienda, mientras Santiago nos mira sin inmiscuirse.

—Te has vuelto una guarrilla —le digo antes de picarle un ojo y me voy directamente al baño.

***

Cuando regreso a nuestra mesa, Laura y Santiago están cantando Nacidos para creer de Amaia Montero. Los dos se lo estaban pasando genial.

—Jacobo, ¿dónde estabas? —me pregunta Rafael.

—Me fui al baño con nuestra nueva amiga, Natalia —le digo con cara de acabar de echar un polvo.

—Hermano, ¿no habrás...? ¿Ya sabes?

Rafael sigue sin poder sentirse cómodo hablando de sexo.

—Sí, tranquilo. Siempre tengo algún preservativo en la cartera.

—Pero ¿si no tienes novia? —se asombra.

—Pues por eso mismo, amigo. De vez en cuando tengo que salir de caza y echar una canita al aire. Alguien tendrá que hacerlo por todos nosotros.

—Peludo, no me castigues —me suplica Rafael.

—Hablando de castigo, ¿qué tal con Laura?

—Las ganas que tengo de estar con ella son iguales, al miedo que tengo de que me mate en cualquier momento.

—Lo sé. Pero no es culpa suya. Creo que se comporta así, porque tiene miedo de que de repente te vayas. Las primeras semanas, después de que te fuiste, a veces hablaba en sueños. Nosotros dormíamos con las puertas abiertas para tenerla vigilada.

—¿Qué decía? —se preocupa.

—Quédate, Rafael, no te vayas, Rafael, lo puedo hacer mejor y cosas así —le cuento un poco triste, recordando aquellas noches.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, no obstante, ya lo lleva mucho mejor y no tiene esas pesadillas.

—Gracias, hermano, por contármelo. Ahora me toca a mí demostrarle que nunca me iré, que la quiero, pero es tan complicado en solo dos días —la cara de Rafael está llena de cautela.

—En el fondo, ella lo sabe, sin embargo, con todo lo sucedido, tiene miedo de que pase algo y se separen otra vez.

—Y tiene toda la razón. Pero el único que puede ayudarme es Santiago. Tranquilo, lo solucionaré. No hoy, porque esto no es una carrera de cien metros, sino una maratón. ¿Aunque necesito un favor? Cuando los chicos terminen de cantar, viene una canción y luego me toca a mí. ¿Puedes sacar a bailar cuando termine yo de cantar a Laura? Necesito hablar con Santiago a solas.

—Claro, hermano, será todo un placer —le digo picándole un ojo.

—Gracias, Jacobo.

—Mira cómo se han desfasado con esta canción. ¿Cómo sabías que les gustaría?

—Ya sabes que soy muy observador. Los he visto a los dos tararearla alguna vez.

—Me encanta esta versión tuya. No sabía que te gustara bailar o cantar.

—A mí me encanta casi toda la música. No la he podido disfrutar tanto como hubiese querido, no puedes correr con cascos si sabes que en cualquier momento puede venir alguien que quiere hacerte daño. Pero cuando estoy en un entorno seguro me gusta deleitarme con música.

—Lo de bailar, imagino que solo lo harás con Laura.

—Sí, hermano, pero te prometo que para mí bailar con ella es más que suficiente. Es el mejor regalo que me podrían hacer por mi cumpleaños.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro