Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Único


En las profundidades del Inframundo, donde la oscuridad reinaba absoluta, solo el sonido de las cadenas de los espectros rompía el silencio.

Aiacos, Juez del Inframundo y protector de las almas, caminaba lentamente por los corredores vacíos, sumido en sus pensamientos.

La responsabilidad de su cargo lo mantenía en un estado constante de alerta, siempre preparado para ejecutar la voluntad de Hades.

Minos, el también Juez del Inframundo, observaba a Aiacos desde la distancia. Su presencia, siempre imponente y segura, parecía un faro de autoridad en medio de la penumbra eterna.

Pero para Minos, había algo más que respeto en su mirada. Había un deseo, una necesidad profunda de acercarse a ese doncel que parecía tan distante, tan inalcanzable.

Sin decir palabra, Minos se acercó a Aiacos. Sabía que su presencia no pasaría desapercibida para él, pero aun así, se movía con la gracia de un depredador en la noche. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se detuvo, dejando que el silencio entre ambos se llenara de una tensión palpable.

—Aiacos —dijo Minos finalmente, su voz profunda resonando en el vacío—, ¿qué te preocupa?Aiacos giró lentamente la cabeza, sus ojos oscuros encontrando los de Minos.

Durante un momento, solo se miraron, sin necesidad de palabras. Aiacos conocía bien a Minos, y sabía que detrás de esa fachada de autoridad se escondía una complejidad que pocos podían entender.

—No es preocupación lo que siento —respondió Aiacos finalmente, su voz tan baja que apenas era un susurro—. Es... soledad,extraño a mi hermano.

Minos sintió una punzada en el pecho al escuchar esas palabras. Conocía la soledad mejor que nadie; después de todo,tenía una vida anterior al supramundo.

—Entonces no eres el único —murmuró Minos, dando un paso más hacia él—. Compartimos esa carga, Aiacos.Total Radamanthys siempre esta ocupado con la señora Pandora.

—Deja que te acompañe en esta oscuridad —dijo Minos, sus ojos penetrantes fijos en los de Aiacos—. No tienes por qué estar solo.

Por un instante, Aiacos cerró los ojos, permitiéndose sentir el peso de aquellas palabras. Había estado solo durante tanto tiempo, guardando sus emociones bajo llave, que la idea de compartir ese peso con alguien más le parecía casi imposible,siempre guardando las almas y siempre sus subordinados acatan las órdenes.Siempre busco un igual.

Minos tomó una decisión que había estado evitando durante demasiado tiempo. Con un movimiento rápido, acortó la distancia entre ellos y lo besó.

El mundo pareció detenerse en ese instante. Los Elíseos, con su belleza etérea y calma inmutable, fueron testigos de aquel beso. Aiacos se quedó inmóvil al principio, sorprendido por la audacia de Minos, pero después de unos segundos, se dejó llevar por el calor del momento, devolviendo el beso con una pasión contenida durante meses.

La intensidad del momento los había dejado sin palabras, pero Minos, siempre el primero en tomar la iniciativa, habló primero.

—Aiacos... —comenzó, su voz ahora cargada de un sentimiento que antes había mantenido oculto—. No sé si fue lo correcto, pero no puedo negar lo que siento por ti.

Aiacos lo miró en silencio, sus pensamientos una mezcla de confusión y claridad. El beso de Minos había despertado algo en él, algo que ni siquiera sabía que existía.

—Minos, si realmente quieres tener una relación conmigo... —dijo finalmente, su voz firme pero suave—, acompáñame a ver a mi hermano.

Minos parpadeó, sorprendido por la petición. Pero, sin dudarlo, asintió.

—Lo haré, Aiacos. Te acompañaré a donde sea.

En el Santuario

Después de dejar atrás los Elíseos, Aiacos condujo a Minos a través de un sendero oculto, uno que ni siquiera los espectros más cercanos a Hades conocían. Minos, siempre confiado en su compañero, lo siguió sin cuestionar, intrigado por lo que Aiacos tenía planeado.

Finalmente, llegaron a una puerta oculta, una que llevaba directamente al mundo de los vivos. Aiacos se detuvo por un momento antes de abrirla, su mirada reflejando una mezcla de nostalgia y determinación.

—Vamos al Santuario —murmuró Aiacos, casi en un susurro.

Minos levantó una ceja, sorprendido. El Santuario de Athena era un lugar al que pocos podían acceder, y aún menos podían hacerlo sin ser detectados.

—¿Por qué vamos allí? —preguntó Minos, aunque ya empezaba a sospechar la respuesta.

Aiacos esbozó una leve sonrisa, una que Minos rara vez veía en él.

—Hay alguien a quien quiero que veas. Alguien importante para mí.

Minos asintió, comprendiendo que se trataba de una misión personal para Aiacos. Sin más preguntas, lo siguió a través de la puerta, cruzando el umbral que los llevaría al Santuario.

Una vez en el Santuario, ambos avanzaron con cautela, usando su poder para mantenerse ocultos de los Caballeros que patrullaban el lugar. Aiacos parecía conocer cada rincón del Santuario, guiando a Minos.

Aiacos señaló hacia una pequeña figura en el centro del templo. Un niño, no mayor de cinco años, jugaba en silencio, rodeado de un aura de inocencia y energía que contrastaba con la oscuridad en la que Minos y Aiacos vivían.

—Ese es Milo —dijo Aiacos en voz baja—, mi hermano pequeño.

Minos lo miró con sorpresa. Conocía a Aiacos desde hacía mucho tiempo, pero nunca había oído hablar de su familia. Ver al pequeño Milo, tan lleno de vida y energía, era como mirar un reflejo del pasado de Aiacos, una vida que él había dejado atrás.

—Es un niño fuerte —comentó Minos, observando cómo Milo jugaba con un pequeño escorpión dorado—. ¿Él sabe de ti?

Aiacos negó con la cabeza, sus ojos fijos en su hermano menor.

—No... y es mejor así. No quiero que sepa lo que soy ni lo que hago. Quiero que tenga una vida libre de esta oscuridad. Pero... necesitaba verlo, aunque fuera por un momento,soy un espectro de Hades.

Aiacos había renunciado a mucho por vivir, pero el amor por su hermano era algo que nunca había podido dejar atrás.

—Hiciste bien en traerme aquí —dijo Minos, colocando una mano sobre el hombro de Aiacos—. Milo es afortunado de tenerte como hermano, incluso si no lo sabe.

Aiacos asintió, agradecido por las palabras de Minos. Ambos permanecieron en silencio, observando al pequeño Milo mientras jugaba, compartiendo un momento de tranquilidad en medio de sus vidas llenas de caos.

Sin embargo, sabían que no podían quedarse mucho tiempo. El Santuario estaba lleno de peligros para ellos, y cualquier minuto adicional que pasaran allí aumentaba el riesgo de ser descubiertos. Aiacos suspiró, sabiendo que era hora de irse.

—Es hora de volver —dijo Aiacos en voz baja, sus ojos todavía fijos en Milo.

Minos asintió, pero antes de que dieran la vuelta para irse, se inclinó hacia Aiacos y susurró:

—Volveremos, lo prometo. No estás solo en esto.

Aiacos lo miró, sorprendido por la promesa de Minos,mientras el niño detrás de ellos, sintió una presencia familiar cálida,mientras ahora el aprendiz de acuario lo invitaba a dormir con él.

—Hermano —dijo Milo recordando a alguien sosteniéndolo desde bebé.

Fin

༺═─────────────────────═༻

Notas de autor:

❃ Este es un regalito especial para  mi querida Tauro215 espero que lo disfrutes hace mucho tiempo que   te quería regalar algo mi bella luna, eres la primera que elegí me recordé mucho de ti que te gustaba el Minos x Aiacos y el Radamanthys x Pandora, esto lo tenía en mi baúl de los recuerdos.

❃ Eres la primera de mi sección Eternal o Lumière éternelle.

🫂Espero que se encuentren bien.🥰😘

Abrazos cariñosos para mis queridos bellas lunas ¡Muchas gracias por leer!🫂♥️😘











Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro