Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2: La danza de las quimeras


"Cree solo en la mitad de lo que veas y en nada de lo que escuches"
Edgar Allan Poe.
*
La Dra. Villasmil, con su rostro amargado, cabellos grasientos y amarillos, no inspira confianza. Los pasillos del hospital murmuraban historias sobre su pasado oscuro, pero nunca me intereso indagar mas allá. En la sala de terapia, la Dra. Villasmil me observa con sus ojos azabaches, impaciente. — ¿Tienes algo para contar, Marcos? — preguntó, quitándose los lentes con brusquedad. Parecía que una alarma interna le recordaba cuándo debía quitárselos, como si hablar con ellos puestos fuera imposible.— ¿ O nos quedaremos en silencioso toda la tarde?Cerré los ojos y me sumergí en el recuerdo. Aquella noche, en mi habitación pero desconocida, la luz de una vela moribunda ilumina mi confusión. ¿Dónde estaba?, ¿Qué era real y qué no?, El segundo recuerdo golpeó mi mente: desperté solo en mi cama, sudando frío. Había repasado mentalmente cada tejido de mi cuerpo, buscando señales de lo irreal.Las cortinas azules danzaban con la brisa, y entonces llegó el silencio absoluto. Todos los sonidos del mundo se apagaron de golpe. ¿Era otra alucinación? ¿O acaso había cruzado un umbral hacia lo desconocido?La Dra. Villasmil interrumpió mi trance. — ¿Marcos? — Su voz era un látigo. Respondí volviendo al presente. — No, nada nuevo.


Ella anotó algo en mi expediente, mientras observó su acción con desprecio. "¿Qué amargura habrá marcado su mirada antipática?".Esa tarde después de la cena regrese a mi habitación, sentado en el bordillo de la cama, respiré cansado. Cerré mis ojos y, con un movimiento de pies, me quité los zapatos de charol."Hoy tampoco me topé con ella". No he dejado de buscarla por los rincones. Cada recuerdo que viene a mi mente aumenta la confusión, empelotando mis pensamientos, "No puede ser una alucinación, la sentí tan real". Negando con la cabeza, me quité las calcetas. De repente, algo en mi piel resaltó a la vista. Una seca cicatriz se había dibujado en mi pie izquierdo. Asustado, me apresuré a tocarla con la yema del dedo. Era vieja y marchita. "¿Esto estaba antes?" la cicatriz se mostraba altanera, como si hubiera estado ahí toda la vida.


A la mañana siguiente el instituto despertó sumido en su rutina monótona, y yo, como siempre, me arrastraba por los pasillos hacia los baños congestionados de gente. Daniel Ortiz, mi eterno provocador, me saludó con su dedo medio en alto. Rodé los ojos, irritado. La ducha fría de los baños apenas había logrado despertarme. Envuelto en una toalla, me enfrenté al espejo. Verifiqué mi dentadura con una sonrisa forzada, peiné mi cabello con la mano izquierda (derecha). Pero mi atención se desvió hacia mi abdomen. Allí, como un secreto oscuro, yacía una herida escandalosamente grande. A pesar de su brillo, no sentía dolor. "¿Cómo podía estar vivo con una herida así?"Entonces, como un relámpago, otro recuerdo se abrió paso en mi mente. El dolor, retorciéndome como un animal herido, se concentró en la misma ubicación de la herida. "¿Era real? ¿Cómo había llegado a esto?" Conmocionado, me enfrenté al espejo.El pitazo del profesor Ismael me sacó de mi ensimismamiento. La realidad me golpeó cuando oí el llamado del profesor Ismael.En la cancha corriendo como artríticos, según el profesor Ismael, cuando me detuve a tomar agua, " El Enanix" con su cabello amarillento recogido por una cola, trotaba a mi lado.De segundo en posición de carrera venía Daniel Ortiz, pálido y serio, lideraba su grupo de amigos. "No soporto a ninguno de ellos"


Sin embargo, entre ellos, Victoria Ortiz, la hermana de Daniel, era la única que despertaba mi interés. El sol me obligó a buscar refugio en una banca entrelazado el viento con las sombras de los arboles. Desde allí, observé el mundo con ojos cansados. Fue entonces cuando noté algo inusual: una luz etérea que seguía a Daniel. Flotaba sobre su cabeza, un halo azul que parecía emanar de su ser. ¿alucinaciones? Sacudí la cabeza, pero la luz persistía.La clase concluyó, y Daniel, al sentir mi mirada, alzó el dedo medio en mi dirección. En el comedor, la muchedumbre esperaba ansiosa los guisos del chef Felipe y su ayudante Claudia. Me pase por la cocina para tomar un bocadillo y espantar un poco el hambre, desde luego encontré a Felipe malhumorado con sus cabellos prematuramente descoloridos, atrapados bajo un chorro de sudor caliente, los pimentones en juliana saltaban en el sartén, y el aroma a carne adobada se impregna en el aire.


Soy persona de buen comer, pero esta vez, deje la mitad de la comida,"¿Por qué solo yo veía esa luz en Daniel?", un punzante dolor de estomago penetro la pared derecha de mi abdomen, recordando que ahí es el lugar exacto en donde esta aquella enorme cicatriz.Luego de un par de horas, regresando a mi habitación me encontré a María Luisa tirada en el suelo, como cualquier objeto corriente.— ¡Eh María Luisa! ¿Que pasa? —pregunte.Me arrodillé junto a ella, pero sus ojos están perdidos en un infinito imaginario, no me reconocieron. Paula, mi hermana, había compartido los secretos de María Luisa conmigo: los rayos de la virgen, las visiones que la atormentaban desde niña. Los padres la habían internado bajo diagnósticos esquizoides, buscando respuestas en la mente de su hija.Mi hermana le creía, pero en una oportunidad me confeso que a veces María Luisa parecía desconectarse de la realidad.


El siguiente lunes, María Luisa fue inducida nuevamente al tratamiento de sueño. Esta vez, sus ojos brillaban con una luz sobrenatural. Todo comenzó después de haberla visto tirada en el piso: El domingo por la noche mientras todos cenábamos en el comedor, cuando de repente de la nada María Luisa dejo caer su cuchara llena de comida al suelo, quedando catatónica por unos segundos. Al despertarse de su trance comenzó a gritar:— ¡Los rayos de la virgen me dejaran ciega!Mi hermana, observaba con esperanza preguntándose si ¿Volvería María Luisa a ser la misma?, ya que de lo contrario seria trasladada.Esa noche, mientras caía en el mundo irreal y físico del sueño, un miedo vertical se filtró por mis poros. Abrí los ojos vacilantes pero rápidos, y allí estaba ella: una negra silueta, despreciándome desde una de las esquinas de mi cama."Rebecca", la misma silueta de aquella vez del comedor, pero ahora su presencia era más tangible, más real. Sus ojos, son dos abismos de odio, me atraparon. No podía apartar la mirada. ¿Quién era ella? ¿De dónde venía?El frío artificial que emanaba de su figura envolvió la habitación. No hablaba, pero sus pensamientos llegaban a mí como ráfagas de viento gélido. "No soy una alucinación", susurró en mi mente. "Aprende a escuchar".Me levanté aterrorizado, pero una fuerza invisible me arrodilló en el suelo frente a ella, tomó mi brazo derecho, y lo halo y como si se tratara de un trapo viejo atravesó la tela de mi piel, con el filo de sus garras. Un sonido violento retumbó en la habitación mientras la piel de mi muñeca se rasgaba por completo. el ardor en mi piel quema, y con horror, note las lágrimas de sangre resbalar por mi codo, mientras las incisivas navajas de Rebecca seguían hiriéndome.No supe en qué momento mi verdugo se marchó, pero al recuperar mis movimientos corrí al lavabo del baño. El dolor se intensifico, arrugué la nariz con gesto de sufrimiento, y mirándome en el espejo comprendí que: aquello que se hacía llamar Rebecca era más real que el propio dolor que habitaba en mi piel.¿Quién era ella? ¿Por qué me buscaba?


Las noches siguientes, luché por comprender su origen y su propósito. ¿Acaso era un espectro vengativo? ¿O tal vez una cruda alucinación ? no estaba seguro de nada excepto que Rebecca no era una simple alucinación. Su odio trascendía los límites de la imaginación y se aferraba a mi existencia como una sombra eterna.la pasaba esperando su presencia, quería aprender a escucharla, a descifrar sus mensajes. algunas veces lograban escuchar susurros, secretos oscuros, o verdades que no quería conocer. ¿Qué quería de mí? ¿Cuál era su objetivo? No lo sabía...Un jueves atardecido, sentado en las bancas de la cancha interna, observé los pantalones del profesor Francisco Vázquez, el profe de natación, sus pantalones eran tan ajustado que juraba que no respiraba al usarlos.De hecho todos tejían una red de intriga alrededor del profesor Francisco. Su figura imponente, con piernas de titanio y brazos colosales, despertaba la curiosidad de todos. Había sido soldado en su juventud y años después se retiró con una compensación por una lesión en uno de los campos de guerra. Su llegada a Humanatico como profesor extracurricular fue un acontecimiento que marcó la vida de las profesoras del instituto.con el tiempo los estudiantes se preguntaban sobre la herida de guerra del profesor. ¿Dónde estaría? ¿Cómo habría sido? La incógnita se convirtió en un juego entre alumnos y profesores, pero la respuesta seguía siendo un enigma, y años de averiguación no lograron descubrir la verdad.Una noche de Navidad, el jardinero Javier borracho, exclamó: "¡A las profesoras les encantan lo que marca los pantalones de Enrique! Pero lo que no saben es que este, ¡no tiene huevos!"Las risas y los murmullos se propagaron, y la teoría se extendió como un reguero de pólvora. Algunos creían que era cierto, mientras otros lo tomaban como una broma. Pero nadie se atrevía a preguntar directamente al profesor.A mí derecha esta también, Johan Nava, un estudiante con trastornos del estado de ánimo. Su mirada inquietante y su comportamiento errático generaban rechazo entre los demás. Recordaban cómo, en sus primeros días, había tomado el quitaesmalte de los profesores y lo había vertido en el zapato de una compañera, intentando prenderle fuego.La Dra. Villasmil, encargada de la salud mental en Humanatico, decidió darle una oportunidad a Johan ya que su reacción a las terapias fue sorprendente, y este se convirtió en un estudiante más.


Me gustaba observar el agua calmarse después de los movimientos del nado, en lo particular, para mí era un abrazo líquido que me alejaba del mundo exterior. Cada brazada era un movimiento coreografiado, una danza silenciosa en el líquido azul.Mario Carreño, a mi lado, también buscaba refugio en la piscina. él era amigo de Daniel Ortiz, su carácter adulador me irritaba, y su presencia significaba problemas. el agitaba su pierna velluda con impaciencia, revolvía sus cabellos claros y resoplaba. Sus ojos cafés reflejaban la misma impaciencia que sentía yo. Eso significaba que Daniel vendría pronto, y eso solo aumentaba mi desprecio.Iván Torres, el nuevo, apareció acompañado por Daniel Ortiz. Venían a inscribirse en el curso de nado.Cuando el profe Francisco fue a buscar los papeles para inscribirlos, salí de la piscina malhumorado.


Yo siempre había estado encargado de cerrar el techo de la piscina, pero esta vez, no cedería.el profesor me hizo un par de llamados pero no volví a mirar , me apresure en salir y tropecé con Eithan Burgos, un desconocido distraído—A ver si te fijas por dónde vas idiota— gritó.me regresé molesto y pagues mis rabias en un solo empujón por su espalda.Eithan se preparó para golpearme, pero el profesor Francisco nos detuvo.—Vosotros dos queréis ir a la dirección?—Detestaba a Daniel, sus bromas pesadas, los portazos en los salones, los tropezones en el comedor, los chistes sobre la discapacidad de paula. Mario Carreño participaba en cualquier acción que hiciera mi vida mas miserable.Teresa Colmenares y Victoria Ortiz, no compartían sus chistes conmigo, solo ignoraban mi existencia como la de los demás.


En un principio respondía a sus agresiones impulsado por mi mal carácter , hasta que un día la Dra. Villasmil me amenazó con trasladarme, desde entonces he intentado no seguir sus juegos para evitar ser alejado de mi hermana.Temblando de las rabias termine por vestirme en cualquier baño del pasillo. Con las manos húmedas, me coloque el pantalón gris, doble las mangas de la camisa. detallándome frente al espejo, me vestí mal, había olvidado el suéter antes de la corbata.Rebecca apareció como un fantasma, una figura que desafió las leyes de la lógica y la cordura. Su voz resonó en el pasillo, y mi corazón se aceleró. La Dra. Villasmil había advertido sobre los límites de mi imaginación, pero Rebecca no encajaba en ninguna categoría conocida.— ¿Aun crees que soy producto de tu mediocre imaginación? — dijo, desafiante, ignorando cualquier sonido, continúe en vestirme.Rebecca soltó una risa burlona. Sus ojos, insondables, me escrutaron. ¿Cómo podía hablar con tanta certeza? ¿Cómo sabía que existía más allá de mis pensamientos?— Aprendiste a escuchar, dudas que existo.sin continuar la conversación termine de meter las cosas en mi mochila, y camine hacía la puerta,Pero Rebecca no me dejó escapar. Agarró mi brazo con una fuerza sobrenatural y me arrastró hacia la pared. Su mirada penetrante me atrapó. Y entonces, como si un velo se rasgara, vi la verdad.Un olor a sangre caliente inundó mi mente. Voces hambrientas susurraron en mis oídos. Y allí, en medio de la visión distorsionada, yacía el cadáver de María Luisa, desgarrado, sus órganos esparcidos como ofrendas a un dios siniestro.Mis gritos resonaron en el pasillo, pero Rebecca no se inmutó y nadie más lo hizo. Su mirada, afilada como garras de gavilán, me atrapó. ¿Qué era ella? ¿Un producto de mi mente atormentada o algo más oscuro?El olor a mierda amoniacal se intensificó, como una nube nauseabunda que se filtra hasta el fondo de mi estómago. No es un olor que se perciba con la nariz, sino con el estómago. Rebecca, con sus uñas clavadas en mis brazos, me susurró su verdad:« ¡Soy servidora del inframundo! Ahora eres nuestro ".El hedor iba y venía, como las mareas de un océano pútrido. Mis entrañas se revolvían en espuma caliente, y apenas logré liberarme de su agarre, huí, me refugié en un rincón de otro pasillo tratando de recomponerme. Cada vez que Rebecca quería hablarme perdía la voluntad de mis movimientos. ¿Cómo podía dominarme de esa manera?pero cuando logré escucharla de forma real y física, no pude hacer otra cosa que morirme de miedo. La noche fue un torbellino de imágenes y pesadillas. No tenía hambre, ni podía dormir. a través de la ventana, encontré la oscuridad pura allá hacia el bosque que se extendía hasta el infinito , ¿Qué era ella? ¿Un demonio, un espectro o una creación de mi propia locura?Decidí buscar respuestas. Paula, en su habitación me confirmo que María Luisa estaba mejor. La Dra. Villasmil le daría el alta esta semana. Eso me tranquilizó aunque temía que Rebecca siguiera allí, acechando en las sombras, no sabía si temerla o enfrentarla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro