act three
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❛Because I love you for infinity
I love you for infinity.❜
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ENDGAME
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No muchos héroes tienen un comienzo feliz, algunos ni siquiera obtienen un final adecuado, pero está bien. Está bien porque dan un final feliz a las personas que salvan.
Y si no pueden hacerlo, ¿qué tipo de héroes son?
Ninguno.
No son héroes. Al menos es así como se siente Steve. Natasha. Bruce. Thor. Tony.
Habían perdido amigos, habían perdido a su familia. Una parte de ellos les había sido arrebatada, todo debido a un simple y llano chasquido.
Al principio se mantienen juntos. Juntos en su pena e ira. Luchan por 1, 987, 200 segundos, 33, 120 minutos, 552 horas y 23 días. Es doloroso contar cada segundo, pero el dolor es un impulsor. La venganza es un impulsor.
Esto va a funcionar Steve.
Lo sé. Porque no sé qué haré si no es así.
Pero no lo hace. No queda nada.
No hay piedras del Infinito.
No hay héroes.
No hay esperanza.
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Encuentra el sobre en su almohada.
La habitación de paredes color azul se percibe intacta. Su guitarra aun se encuentra en una de las esquinas con su funda todavía puesta y junto a su libro de partituras, las pocas fotografías donde aparece Pietro aun cuelgan de su pared acompañadas de otras donde salen Sam, Natasha, Vision, Clint y los niños e incluso él mismo. Los álbumes con las miles de fotos de Nathaniel Pietro Barton aun reposan en su mesita de noche. Los cuadros que dibujo para ella siguen en la misma repisa donde los puso el primer día.
Hay un temblor incontrolable en sus manos, las lágrimas corren de igual forma por sus mejillas cuando cierra la puerta. Se le estrujo el corazón apenas había puesto un pie dentro y se había girado hacia la cama, necesitando sentarse antes de que sus piernas cedieran, y fue cuando lo vio.
Su nombre estaba escrito en el, con su letra.
Se congelo por un nanosegundo.
Lo abrió con tanta desesperación que destrozo el sobre.
Se sentó y al instante comenzó a leer.
Querido Steve,
Si estás leyendo esto, entonces mi presentimiento ha sido correcto y no sobreviví a esta lucha que se nos avecina. No perderé tiempo tratando de explicar esa sensación que ni yo misma puedo definir. A estas alturas debería saber que siempre tengo razón cuando se trata de presentimientos. Como siempre lo hago. No puedo evitar que sea tan perfecta, está en mi naturaleza. Aunque en esta ocasión no me complace tener razón.
Es contradictorio y raro como todo lo que me involucra. Me refiero a como quisiera vivir un día mas, gozar de esta vida, casarme, envejecer, formar una familia. Y al mismo tiempo estoy ansiosa por ver nuevamente a Pietro. ¿Es muy raro?
Si me he equivocado, ignora esta carta y destrúyela, de lo contrario, esto sería embarazoso. También he dejado cartas para Natasha, Sam, Vision y Clint así que espero que si sigo viva para al final del día hayan destruido las cartas y nunca vuelvan a hablar del tema porque juro que si me moriré, pero de vergüenza. Y si no, espero que te haya hecho sonreír, aunque débilmente. Si no ahora, en algún momento pronto. En algún momento en el futuro, cuando hayas salvado el mundo y todos seamos héroes nuevamente.
No podía irme sin despedirme, pero no podía despedirme en persona.
No estoy orgullosa de muchas cosas, pero ser parte de todo esto a lo largo de los años me ha hecho sentir muy orgullosa. Y todo te lo debo a ti y a Clint. Me acogieron aun después de todo lo que provoque, me dieron un propósito para seguir adelante, estuvieron ahí para mí en todo el camino. Tú, en especial, me ayudaste a juntar mis piezas luego de La Balsa y Thaddeus Ross. Has sido mi mentor, mi compañero, mi mejor amigo y –en la confidencialidad de esta carta, te confieso– mi amor platónico. Siempre te estaré profundamente agradecida. Y siento tanto no decir adiós correctamente, pero me conoces, no hubiera sido capaz de pronunciar palabra alguna y seria un mar de lágrimas. Nunca me ha gustado llorar.
Quiero que prometas que harás algo por mí, lo sé, sé que es una mierda que una persona muerta te haga prometer algo, algunos pueden incluso decir que es manipulador, pero, hey, estoy siendo consistente de eso. Eso cuenta para algo, ¿no? Quiero que me prometas que vivirás tu vida, Steve Rogers, después de que todo esto haya terminado. Porque terminará. No dudo que todos salvaran el día una última vez. Te conozco y sé que te culparas por lo que me llegue a pasar. No es así, no es tu culpa. Ten en cuenta que pase lo que pase conmigo hoy, fue en pos de salvar a mis seres queridos, a ustedes mi familia. A ti. Y lo haría una y mil veces más.
Gracias Steve. Trajiste algo maravilloso a mi vida, algo que nunca pensé que tendría la suerte de tener nuevamente. Ser tu amiga ha sido uno de los más grandes honores de mi vida y que me ha hecho sentir muy orgullosa. No puedo describirte lo mucho que ha significado para mí. Gracias por creer en mí.
Tengo que irme ahora. Nos estamos preparando para irnos, Sam me está llamando.
Cuídate.
Con todo mi amor, siempre.
Wanda.
La carta cayó de las manos de Steve cuando se cubrió la cara con ellas, y lloró. Lloró por todo lo que había sido y todo lo que pudo haber sido. Su dolor lo abrumó.
Si alguien merecía vivir más que nadie había sido Wanda. Ella merecía todo lo bueno de este mundo.
✫
—¿Dónde estás? ¡Detente! —Steve corrió detrás de Wanda, atrapado en arenas movedizas. Cenizas volaban por todo el desierto. Steve lucho contra la arena con más y más desesperación para poder alcanzar a la pelirroja.
—¡Wanda! —suplico—. ¡Por favor, Wanda!
Pero ella ya había desaparecido. Ella siempre lo hacía antes de que él pudiera encontrarla.
El rubio se despertó envuelto en sudor frío, con su piel pegada a las sábanas mientras luchaba para patearlas. Maldiciendo, finalmente se desenredó de las sábanas y se dirigió a la cocina. Miró por la ventana, sin ver realmente el patio de la Base de los Vengadores y tomó un vaso de leche tibia, tratando de calmarse.
Treinta días. Treinta tortuosas noches llenas de la misma pesadilla. Una y otra vez.
—Lamento haberte despertado —murmullo al ver caminar a su rubia compañera en su dirección. Los dormitorios de quienes habían regresado al complejo estaban todos en un mismo piso y las paredes eran muy delgadas por lo que cualquier mínimo movimiento se escuchaba en todo el pasillo. Todos se daban cuenta de cuando uno no podía conciliar el sueño.
—No lo hiciste. No puedo dormir —respondió Natasha. Él asintió y miró la luna, que brillaba a través de la ventana hacia la habitación. Estaba tan tranquilo afuera, pacifico, tan etéreo que él, en cuyo corazón se desataba una tormenta, se sentía fuera de lugar.
—¿Estás bien? —inquirió la Vengadora en voz baja. Él se volvió a mirarla. Aunque todos estaban de luto, ella era quien parecía entenderlo mejor que los otros. Steve creía que era debido a que ella era a la única a la que le había confesado en voz alta sus sentimientos por Wanda.
Steve respiró hondo y se frotó el rostro con las manos. Estaba mojado, pero no solo por el sudor. Miró a la mujer rubia y tragó el nudo que se había formado en su garganta.
—No —respondió con sinceridad—. Cada vez que cierro los ojos, veo su cara. Veo cómo se desvanece en el aire, como su piel se cuartea milímetro a milímetro y se convierte en polvo.
—Sé lo que estás sintiendo, por lo que estás pasando. No estás solo Steve.
Natasha también echaba de menos a su amiga, su pupila, su cómplice. La única mujer Vengadora que la había acompañado entre tanta testosterona. Si bien amaba a sus compañeros –su familia, sus mejores amigos– su conexión con Wanda era diferente. Ambas nacidas fuera de Estados Unidos, ambas convertidas en armas y manejadas como títeres, ambas con demasiados demonios en su interior.
—Si solo pudieras verla entonces. Ella no quería morir. Estaba asustada, podía verlo en sus ojos. Pero de alguna manera, ella tenía tanta determinación en sí misma como nunca antes había notado.
Los ojos azules del hombre se llenan nuevamente de lágrimas. Sabe que no es justo contarle esto a Natasha, poner esa imagen en su cabeza. Pero, ¿qué es verdaderamente justo? ¿No era una injusticia que después de todo por lo que ha pasado se la arrebataran a ella también? Wanda, Bucky, Sam. ¿No ya habían llenado su cuota de sufrimiento?
Al parecer no.
—Ella no se merecía esto —farfulla repentinamente molesto. Enojado con Thanos, con los Vengadores, con Wanda, con él mismo.
—Ninguno de nosotros lo merece —Steve mira el temblor de su propia mano ante su ira y se muerde el labio para intentar contener un sollozo. Él sabía que ella tenía razón. Y no lo hace más fácil.
¿Por qué tenía que ser ella?
¿Por qué, por qué, por qué?
Su ausencia le parecía tan irreal. Todavía no aceptaba la idea de que nunca la verá sonreír, escucharla reír, tomar su mano o abrazarla de nuevo. Todo este tiempo, ha creído ingenuamente que ella volvería a casa con sus amigos, su familia. Que volvería a él. Creyó que ella volverá y todo sería como antes. ¿Por qué no podía ser tan simple?
—No me despedí —dijo, y una lágrima rodó por su mejilla—. Desearía poder volver a verla una vez más y decirle cuánto significó para mí.
Hace 78 años había perdido a Peggy y había tenido que aprender a vivir con eso. Tenía que hacer lo mismo con Wanda.
Solo desearía haber sido un poco más valiente. A hacer lo más difícil en la vida: atreverse a hacer algo sin saber lo que iba a pasar.
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157, 788, 000 segundos.
2, 629, 800 minutos.
43, 830 horas.
1, 825 días.
260 semanas.
60 meses.
5 años.
Ahora en casi terapéutico saber con exactitud cada instante que ha pasado desde la desaparición de la mitad de los seres vivos del Universo. La resignación llega poco a poco. El dolor disminuye año tras año. Pero no para los Vengadores.
Se separan, toman caminos diferentes. Algunos muy lejos de la Tierra. Pero todos ayudan a su manera. Steve dirige grupos de apoyo, Carol realiza viajes por todo el Universo custodiando con Nébula y Rockett acompañándola en ocasiones, en su mayoría pasan tiempo en la Tierra acompañando a Natasha. Rhodes apoya desde su posición en la política. Bruce imparte clases en diferentes universidades y lidera importantes proyectos científicos.
Sin embargo ninguno menciona a Barton o al Hijo de Odín.
Hasta que de pronto una llamarada de esperanza llega a su puerta en forma de Scott Lang. Son cautelosos al principio. No se les puede culpar cuando años antes habían tenido la misma fe con la llegada de Carol Danvers. Sin embargo su convicción aumenta cuando Tony se les une en esta descabellada idea. Todos vuelven a estar juntos, Clint y Thor se les unen. Su última oportunidad. La lucha de sus vidas. Todo se definía para este momento.
No había podido recuperar a Peggy, pero podría recuperar a Wanda.
Cueste lo que cueste, ganarán.
Hay esperanza de nuevo.
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Entonces pierden a alguien más.
Natasha.
Y comienzan a flaquear. Todavía no pueden creerlo. Simplemente no puede ser verdad. Ella no puede haberse ido. Una de las mujeres más fuertes y valientes que han conocido ya no está.
Se preguntan si verdaderamente vale la pena intentar. Si van a seguir perdiendo, ¿no sería mejor rendirse y quedarse para salvar lo que queda? Todos sabían que había un riesgo en esta locura pero perder a otro nuevamente era impensable. No era posible, no cuando estaban para cuidarse los unos a los otros.
Pero ya había pasado antes, ¿no es así? Thanos los había vencido aun cuando todos se respaldaban entre ellos.
La cosa es que, antes y ahora, no saben cuando darse por vencidos.
Cueste lo que cueste.
Ellos son los Vengadores.
Lo lograran.
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Y lo hacen.
Verdaderamente lo hacen.
Aunque tienen poco tiempo para siquiera comenzar a pronunciar palabra alguna antes de que el techo se les este viniendo encima.
Creyeron, tontamente, que nunca volverían a ver al Titán Loco. Que jamás volverían a enfrentarse a la Orden Negra y a los Outriders. Steve quiere golpearse la cabeza contra el muro más cercano y por la mirada de los dos hombres a su lado sabe que comparten el sentimiento.
El trío avanza con la cabeza en alto. No hay vuelta atrás. Han luchado tan duro por obtener las gemas, han perdido a otro de los suyos y no se permitirían fallar de nuevo.
Esta es la lucha de sus vidas.
Thor cae.
Tony le sigue.
Solo esta él contra Thanos y su ejercito.
Excepto que, olvida, nunca ha estado solo.
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No puede contener la risa de felicidad que brota de su pecho cuando ve a T'Challa y a Sam, a Bucky salir de uno de los muchos portales que se han abierto trayendo consigo a su familia, a sus aliados, sus compañeros de batalla. Guerreros y héroes resurgidos de las cenizas. El orgullo retumba por cada uno de sus poros.
Sin embargo nada se compara a la sensación que le produce ver una cabellera pelirroja. Aquella mujer que no había salido de su mente ni de su corazón en cinco largos años. La emoción palpita con fuerza en sus venas. El orgullo se multiplica cuando la ve alzarse majestuosa contra Thanos.
Hasta el ser más peligroso del Universo temía la furia de la Bruja Escalata.
Ella es gloriosa.
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La victoria sabe agridulce.
Han acabado con la amenaza de Thanos, han recuperado a los caídos y a cambio han perdido a Natasha y a Tony.
Y cuando la ve frente a él, tan hermosa como puede recordar, no puede creerlo. Se siente como un bálsamo para su dolor. Por un instante cree que es un sueño, uno de los tantos que ha tenido a lo largo de los años posteriores a su muerte. Con lentitud se acerca a ella, queriendo alargar este momento tanto como sea posible. Toda la ira y adrenalina ya han abandonado su sistema y solo queda el cansancio y el duelo, pero emboza una pequeña sonrisa dirigida a Steve.
Cuando él llega frente a la pelirroja su cuerpo entero se estremece, sus manos tiemblan, su cuerpo entero responde ante su mera presencia. Aquellos hipnóticos orbes color esmeralda le observan con alivio, felicidad pero también con sufrimiento. Steve deja soltar una risa de alivio, todo el dolor se esfuma con solo verla. Siente que ahora puede respirar, luego de hundirse por años. Sin poder evitarlo la estrecha con fuerza entre sus brazos y deposita un casto beso en su frente. Frunce el ceño al darse cuenta que la cicatriz que infligió hace años Proxima Midnight aun permanece en su piel que rápidamente borra cuando la mujer responde a su asalto con el mismo ímpetu que él
El soldado mueve sus dedos por su cabello, su largo cabello que tanto amaba, y la atrajo aun más hacia él, estaban tan juntos que desde la distancia parecían ser una sola persona Y era verdad, eran uno. Ambos se necesitaban como necesitaban aire y se complementaban de todas las formas posibles. Su amistad era algo mucho más, más grande y precioso. Nada podría cambiar eso y nada podría arrebatárselo. Él respiró hondo, aspirando su aroma
—Pensé que te había perdido para siempre —exhala—. Wanda yo... —No puede quedarse callado más tiempo, teme que en verdad esto sea un sueño. Pero la chica Maximoff pone un dedo sobre sus labios antes de poder seguir hablando.
Él coge su cara con ambas manos y reposa su frente en la suya, a la espera de que ella le permita hablar. Estaban tan cerca que respiraban el mismo aire. Steve nunca se sintió más lleno y feliz que en ese momento. Ella estaba aquí. Él la recuperó.
—Lo sé, Steve, lo sé.
Es lo único que dice antes de esconder su cabeza en el pecho del rubio. Empero Steve no necesita más. Sabe lo que su acompañante quiere decir. Y por ahora, nada más importa.
Wanda Maximoff estaba viva. Viva y a su lado.
Ella ha vuelto a casa.
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—Quisiera que hubiera una manera de decirle a Natasha que ganamos. Que funciono —le dijo Clint a la pelirroja que estaba de pie junto a él. Habían estado mirando el lago cuando él interrumpió el cómodo silencio. Sus ojos se pusieron un poco vidriosos cuando pensó en Natasha otra vez. Lo habían hecho. Habían ganado, por ella. Por Tony.
Wanda sonrió a través de sus propias lágrimas, sintiendo y comprendiendo su dolor. Enterarse de la muerte de su amiga había sido un golpe duro para ella. La mujer le tomo del brazo con suavidad. —Ella lo sabe —dijo sin un rastro de duda en su voz. Clint solo podía esperar eso. Se merecía eso—. Lo saben los dos —agregó después de un momento.
Recuerda entonces que la pobre niña había perdido demasiado, primero sus padres, su hermano, su libertad por un tiempo y, finalmente, Visión, a quien realmente amaba. Clint nunca había perdido el contacto con Wanda, no podía evitar ser una especie de padre para ella.
—¿Cómo puedes estar segura de eso?
—Llamémoslo un presentimiento —Él le regalo una sonrisa llena de esperanza, que ella le devolvió.
—Oh niña, tu y yo ya hablaremos seriamente sobre esos presentimientos tuyos. Natasha me entrego tu carta, sabes.
Wanda soltó una risa acuosa. —La extraño. Tanto.
—Yo también —Sus ojos se empañaron y envolvió un brazo alrededor de la mujer.
—La vida es tan injusta.
—Y siempre lo será, bonita. No hay que permitir que eso nos detenga.
Luego Steve se acercó a ellos y tomó la mano de Wanda entre las suyas. Vio a la Vengadora recargar un momento su cabeza en el hombro del Capitán para luego separarse de ellos. El arquero observo con atención su intercambio.
—Los dejo solos —susurro. Sintiendo que necesitaban hablar. Les dio un abrazo a ambos y se fue para unirse a Bucky y Sam. Los dos hombres no despegaron su mirada de ella hasta que entro en la parte trasera de la casa de los Stark.
Después de mirar en silencio sobre el lago por lo que parecía una eternidad, Clint abrió la boca. —¿Desde cuándo?
Steve suspiró. —No puedo decir el momento exacto, la hora, el día en que me di cuenta que había caído profundamente enamorado de ella.
El ex agente sonrió y coloco su palma en su hombro. —Cuídala, Steve.
—Con mi vida, Barton. Lo hare con mi vida.
Clint observó cuidadosamente al hombre que estaba a su lado y tuvo la seguridad de que Steve y Wanda eran lo que el otro necesitaba para sanar sus heridas, reponerse y volver a enfrentar el mundo. Estaban hechos el uno para el otro.
Clint se sintió infinitamente feliz por la pareja. Ambos se merecían esta segunda oportunidad.
Desde donde quiera que estuvieran, sabía que Tony y Natasha se sentían igual.
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Meses después, confirma que tiene razón cuando recibe una postal con una fotografía de Wanda y Steve sonrientes y abrazados disfrutando de Roma.
Un par de años mas tarde en esta ocasión recibe una invitación a su boda solo puede susurrar: Finalmente.
Sí, los héroes nacen del dolor, la pérdida, la ira y la venganza. Pero también del amor.
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