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XXXIII.



thirty three;
EL TRAIDOR








James sintió que todo su mundo se colocaba de cabeza.

El alarido de William por Morrigan lo devolvió a la realidad, viendo el escombro que había caído del techo y bloqueaba el paso hacia el lado izquierdo de la mansión. Escuchó a White y Roselyn gritar del otro lado, y lo único que le impidió correr a ayudarlas fue la segunda sacudida de la estructura, que les hizo tropezar en la escalera.

— ¡Maldita sea! — gruñó William. Los ojos mieles se entrecerraron, enfocándose un poco alrededor del polvo, y cogió el brazo de Morrigan. Ella estaba petrificada, quedándose pegada junto a William. James frunció el ceño — ¿Son mortifagos? ¿Cómo encontraron el lugar?

— Nos siguieron — susurró. 

William parpadeó con sorpresa.

— ¿Te... te siguieron? ¿¡Dónde diablos estabas, Potter!?

— Es el traidor de la Orden ¿verdad? — Morrigan tembló de nerviosismo. James asintió, la gravedad de la situación golpeándolo en la cara una y otra vez. Los tres miraron la pared de escombro, su intento de oír lo que sucedía detrás de ella con White y Roselyn siendo inservible cuando los hechizos tocaron las barreras protectoras. El ataque tambaleó a James, obligado a sostenerse de William para no ceder al dolor que eso le provocaba — ¿Qué hacemos?

— Váyanse, William sabe dónde está la casa de seguridad — siseó, apretando los puños. 

— No me iré sin ti — William lo miraba como si creyera que había enloquecido de repente. — ¿Perdiste la cabeza acaso? 

— Tienes más posibilidad que yo de salir a salvo de aquí. 

— ¡Es un suicidio, James! 

— ¿Qué se supone que harás? — Morrigan frunció el ceño — Te matarán, están buscando a Harry y si no lo obtienen a través de ti...

— No soy el único aquí que es importante para Harry — añadió, entrecerrando los ojos. Morrigan abrió la boca, pero la cerró otra vez. Ella no tenía manera de replicar a eso. James entendió su silencio como resignación, así que continúo, dirigiéndose a William — Sácala de aquí y quédate allí. Buscaré a White y Rose y les llevaré conmigo. Cuando llegues, comunícate con Sirius y dile lo que pasó.

William parpadeó furiosamente, y James notó que tenía los ojos lagrimosos, maldiciéndolo y a su terquedad entre dientes. Decidió no mencionarlo, mientras William sacaba la varita del bolsillo de su pantalón y murmuraba un hechizo alrededor de la tela en su muñeca. James besó la frente de Morrigan y le prometió que la vería en la casa de seguridad, a pesar del acelerado latido de su corazón y la sensación abrumadora de la mentira picándole la lengua. 

Morrigan no se mostró muy segura de que cumpliera eso, pero tomó la mano de William y ambos se desaparecieron con el traslador. 

Sintió a los mortifagos penetrar los terrenos justo a tiempo. 

Salió a paso decidido de la mansión. Había cinco encapuchados dirigiéndose a él con las varitas en alto. Los hechizos que lanzaron inicialmente hicieron nada la estatua del león de marfil, que fue decapitado. La torre más alta de la mansión se volvía escombros cuando revisó el panorama. Las rejas estaban en el suelo y el ala este se encontraba totalmente a la vista, las paredes destruidas y los distintos cuadros hechos polvo. 

James no pudo evitar sentirse furioso, con su hogar destruido, dejando que el picor del sabbat se deslizara por sus venas y el fuego lo envolviera de pies a cabeza. 

— ¡Oye, Potter! — el sonido de la voz de Bellatrix lo distrajo. James giró el cuello, todo el malhumor regresando a su mente mientras ella sonreía cruelmente, flotando a su lado la cabeza blanquecina del león — ¿Esto es tuyo?

Otro movimiento de varita. La estatua decapitada voló hacia él.

James chasqueó los dedos y el león fue envuelto en una cópula de fuego mágico a mitad de camino. Con el hechizo de Bellatrix contrarrestado gracias al sabbat, James permitió que se derritiera a sus pies.  

— Espero que tengas trucos mejores, Bella — James se burló, ninguno de los maleficios que lanzaban hacia él le hacía daño. El protego diabolica que lo consumía se extendía con cada descarga de poder — Porque no estoy de mucho humor ahora para soportar tus juegos.

— Ow — Bellatrix soltó un quejido infantil de resignación. La locura en sus ojos puso alerta todo el sistema nervioso de James — Espero que tu esposa embarazada si lo esté. ¡Rabastan!

Detrás de él, Rabastan Lestrange movió la varita antes de que James pudiera reaccionar a sus palabras. 

El maleficio purpura traspasó las flamas azules de protego diabolica y le dio de lleno en la espalda, justo en su omoplato, consiguiendo lanzarlo tres metros más allá. La risa loca de los mortifagos y el golpe que se dio al costado de su cabeza luego del aterrizaje forzoso aturdió a James. Un dolor inquietante le subió por el pecho desde el tatuaje y se estancó cerca de su corazón, haciéndolo gritar hasta desgarrarse la garganta.

— Tienen al traidor de su parte — Godric parpadeó a su lado, sus ojos azules brillaban de preocupación y frustración viendo a James retorcerse en el suelo — Maldición, no te confíes. ¡El traidor sabe cómo manipular el sabbat, James!

— ¿Qué...? — la pregunta quedó ahogada por sus gritos cuando Rabastan renovó el hechizo.

La sensación de estar siendo consumido por su propio sabbat se expandió, llegando a tal punto en su sistema nervioso que lo único que deseaba James era poder quemarse de verdad, si eso acaso detenía el dolor de sus órganos consumiéndose y retorciéndose, la piel cayéndole a tiras. Como si sus propios huesos atravesaran la carne viva. La cruciatus era menos cruel que aquel maleficio, James decidió, habiendo experimentado ambas.

Los pensamientos se volvieron irracionales tras unos minutos. Lo único que su cerebro procesaba era el sufrimiento constante y lo reseca que estaba su garganta ahora. Sintió que iba a vomitar su propio estómago si la tortura no se detenía pronto.

— ¡El traidor no está con el heredero de Salazar! — chilló Godric, tratando de llamar su atención. El rostro del niño de 11 años no era más que un borrón a los ojos de James — ¡Lo está engañando para obtener lo que quiere! ¡Sabe exactamente cómo funciona el sabbat, no puedes usarlo para defenderte! 

— Malditos traidores — Bellatrix envío su propia versión del maleficio, la luz púrpura acaparando todo lo que él podía ver de Godric — ¡Un poder inimaginable y lo usan para proteger a esos malditos sangre sucia!

James quería morirse. 

Intentó mover el brazo, pero las extremidades no respondían a las órdenes de su cerebro. Sentía el cuerpo pesado y la niebla que se deslizaba a través de su mente no lo ayudó a reaccionar mejor. Las risas siguieron, golpeando sus oídos una y otra vez. Con otro alarido de frustración, sacudió un poco la mano y la colocó encima del pasto marchito bajó él. 

Las protecciones de Potter Manor se iluminaron de azul. Rabastan fue envuelto por destellos de magia dorada que se extendió como electricidad hacia su hermano Rodulphus. Ambos se retorcieron y gritaron, mientras la magia ancestral de los Potter los atravesaba de par en par. La sorpresa que eso generó al grupo de mortifagos le dio a James tiempo suficiente para actuar de forma desesperada. 

Sacó la varita y junto las piernas, barriendo el aire y derribando a Bellatrix, que era la más cercana a él. La adrenalina que le ofrecía la magia de su familia lo ayudó a destensar los músculos, los recuerdos de las clases de William volviendo a su mente tan rápido como logró colocarse de pie. Pateó el costado de Bellatrix y se apartó de un hechizo de Mulciber, usando el impulso que le ofrecían los golpes para seguir moviéndose. Sin dudarlo, conjuro un diffindo y cortó la mano izquierda de Nott, con la que sostenía la varita.

El chapoteo de la sangre, la visión de la muñeca cortada y el grito desesperado de Nott le revolvió un poco el estómago, pero James no se detuvo. Corrió hacia Mulciber de nuevo y se deslizó de rodillas, esquivando otro hechizo de su parte y enviando un puñetazo directo al torso de este. Mulciber se dobló de dolor, y James aprovechó la distracción para atinarle otra patada bastante fuerte en la base de la nuca y la mandíbula expuesta a él. 

El crujido del hueso roto lo hizo sonreír locamente, y el cuerpo sin vida se desplomó al cemento. 

Bellatrix fue atacada por una quimera de fuego maldito antes de tuviera tiempo de reaccionar al desastre. James casi siguió a Mulciber, su cuerpo engarrotado de nuevo cuando la magia dorada alrededor de Rabastan y Rodulphus se desvaneció y ambos cayeron desmayados al suelo con un golpe sordo.

— ¡Papá, papá! — Roselyn lo sostuvo a tiempo, estudiando su rostro en busca de heridas. James parpadeó, todo era borroso y lo único que distinguía de su hija era el intenso cabello rojo fuego, que estaba iluminado de naranja gracias al sabbat —  ¡Papá, reacciona!

— ¿Rosie? — James creyó que su garganta agonizaba cuando se obligó a hablar, pero ella parecía aliviada de que reaccionara y James hizo el doble de esfuerzo para continuar — Envíe... envíe a William... casa de seguridad... ¿White?

— Le perdí, papá — Roselyn apretó los labios — Le dije que corriera hacia el sur e intentara desaparecerse afuera de los terrenos, me dijo que habían colocado un hechizo anti aparición cuando cayeron las protecciones. Le pedí que buscara ayuda y que yo volvería por ti.

— Rosie — James tosió fuertemente, la sangre escurriéndole de la boca. Logró divisar a Bellatrix retorciéndose, un intento de controlar el fuego maldito de su hija con la varita. Si no estaba alucinando, le funcionaba, lo que le hizo recordar las palabras de Godric — Rosie... recuerdas ¿El traidor?

— El traidor les siguió — Roselyn asintió desesperada — Lo sé, papá, White también me lo dijo. Te sacaré de aquí y alertaremos a la Orden.

— No... — James trató de limpiarse la sangre. Había puntos negros en su vista, y gruñó, colocándose de pie. Roselyn lo rodeó y lo ayudó tanto como pudo, ya que James era prácticamente un peso muerto — Él sabe... manipular el sabbat. No puedes usar el sabbat, Rosie.

— ¿Qué?

Bellatrix gritó, y la quimera se alzó hacia ellos. Roselyn logró apartarse a tiempo y empujó a James, tropezando al suelo de nuevo. James tosió de dolor, la sangre de la mano amputada de Nott manchándole el rostro. Por el rabillo del ojo, vio a su hija rodar esquivando sus propias quimeras, antes de alzar las manos y contenerlas con una exclamación de furia. 

— ¡EL FUEGO MALDITO ES MÍO, PERRA!

Roselyn se colocó de rodillas y apoyó la mano sobre el cemento, su cabello resplandeciendo como una cascada de lava cuando las protecciones se activaron. Los ojos esmeraldas pasaron a ser de un color naranja intenso, e impulsándose de la magia familiar, la quimera de fuego maldito se dividió en dos. Roselyn movió la mano y las dos se doblegaron ante su orden silenciosa; una de ellas atacó a Bellatrix y la otra la envolvió.

— ¡Rose, no lo lleves al límite!

— Tienes que buscar a White — Roselyn gruñó, apartándose a tiempo del hechizo que Nott, a punto de desmayarse, envío a ella. Ella se acercó, pateó la mano libre de Nott y le colocó la quimera en toda la cara, moviendo ambas manos de tal forma que fundió más poder del que ya tenía sobre ella. 

El cuerpo del mortifago ardió por completo, y se retorció durante unos minutos antes de caer sin vida al suelo. El olor a carne quemada llegó a las fosas nasales de James, viendo a Roselyn retroceder y concentrarse en Bellatrix otra vez.

James no sabía si sonreír orgulloso de ella o vomitar. 

— Rose...

— El bebé estaba reaccionando — explicó Roselyn, retorciéndose para esquivar los hechizos en rápida sucesión que enviaba Bellatrix cuando la quimera retrocedía. James alzó la varita queriendo ayudarla, pero su hija volvió a moverse y se metió entre ellos — Dijiste que no usemos el sabbat ¡Y White no sabe eso! Le dije que se fuera porque el sabbat reaccionó cuando nos atacaron. ¡Pueden hacerle daño!

— ¡No te dejaré aquí! ¡Y no me iré sin ti!

— No soy una niña — Roselyn lo miró. El naranja de sus orbes, el poder incontrolable del sabbat, agitó y retorció el corazón de James, y quiso llorar ¿Cómo se suponía que debía aceptar dejar a su niña sola, arriesgarse sola? No podía — No me has entrenado para huir, papá. Ya no dependo de ti. White y el bebé sí.

— Roselyn... — James apretó la mandíbula, al diablo el dolor del hechizo desconocido y la cruciatus; nada logró destrozarlo más que ver a Roselyn tomar esta decisión.

 — Son ellos quienes te necesitan ahora, no yo — declaró con dureza. Ella cuadró los hombros y le sonrió confiadamente. El aire de una Gryffindor hecha y derecha viajó alrededor de ella — Estaré bien, sólo prométeme que les mantendrás a salvo. Harry y yo queremos conocer a nuestro hermanito.

— No me hagas esto, Rosie — susurró, comenzando a desesperarse.

Ella apartó el brazo izquierdo de la dirección de Bellatrix y lo posicionó justo frente a su cara. Los dedos le destellaron de electricidad. 

James entendió la amenaza implícita de su expresión y su postura. Debía irse por si mismo o ella se encargaría de obligarlo a hacerlo. A pesar de que nunca ganó un duelo con James durante los entrenamientos, James no dudó que su hija se esforzaría bastante para patearle el trasero en ese momento y enviarlo a buscar a White a las malas. 

Sonrió débilmente.

— Sobrevive, cielo.

— Somos Potter — Roselyn asintió decidida — Eso es lo que hacemos.

James corrió, sin querer mirar atrás mientras la escuchaba burlarse de Bellatrix y dirigirse hacia el norte, para perder el grupo de mortifagos que la seguía en el bosque.

Él cerró los ojos fuertemente, inhaló hondo y dejó que su magia se dispersara, buscando una igual. La encontró, a sólo unos metros de él, activándose y apagándose sin parar. Trató de contener la respiración y mantenerse calmado, no quería hacer algo estúpido que pudiera afectar a White y el bebé. Chasqueó los dedos y permitió una pequeña flama deslizarse debajo de su chaqueta de cuero, su respiración acelerada completamente. Avanzó, con cautela y observó la escena.

 — Sabía que no se podía confiar en ti — escupió White, su cuerpo resplandeciendo blanquecino.

Stefan le sonrió.

— Bastante inteligente, para ser tú — señaló, una sonrisa burlona en su rostro. James apretó la mandíbula ¿Qué había insinuado con eso? Estaba seguro de que el ceño de White se frunció — Una mujer insegura y que ahora está embarazada de uno de esos asquerosos sabbats. ¿Te sientes orgullosa de ello, Altair?

— Maldita sea ¡Si vas a insultarme, hazlo bien! — una pequeña llama estalló entre los dedos de White. La flama blanquecina no parecía detenerse. Sus dientes rechinaron de molestia — No soy una mujer, idiota.

— Eres tan extraña — Stefan rio, moviendo la varita entre sus manos. James sintió que los vellos de su cuerpo se erizaban al reconocer — Fue divertido ¿Sabes? Drogarte, acostarme contigo. Planeaba matarte ese día, pero no lo hice. Eres como una pequeña molestia entretenida, por eso te dejé vivir. Te dí la oportunidad y... te casaste con un sabbat. Ahora sí voy a disfrutar consumir tu magia y la de ese bebé que cargas ahí. 

— Como si eso fuera a pasar — White se burló.

— No es que puedas detenerlo — Stefan dio un paso adelante, y la luz blanquecina aumentó. James trató de imitarlo; lo único que consiguió fue que sus piernas se enterraran en la tierra. Stefan alzó una ceja, ladeó la cabeza y apuntó la varita al rostro de White — Esto ha sucedido por mucho más tiempo del que crees, Altair. Es el simple ciclo de la naturaleza. A ustedes las brujas les gusta la naturaleza ¿Verdad? Déjate llevar de ella, entonces. 

White irguió su brazo. La flama blanquecina funcionó como un escudo frente a él.

— No me importa cuáles son tus malditas razones para hacer esto — siseó, en ese tono de voz que había heredado de todos sus locos ancestros. La vena Slytherin que muy pocas veces dejaba ver de verdad. Los genes de los Black que no se permitirían doblegar — no voy a permitir que toques a mi hijo.

— Muchas personas han intentado lo mismo que tú, Altair — Stefan bufó, y con un ademán, el escudo se desvaneció. James intentó moverse de nuevo, pero las piernas siguieron sin responderle — Y fallaron. Magia merece morir, por todo lo que nos ha arrebatado.  

— ¿Qué exactamente les arrebató?

— Su magia.

William se asomó detrás de un árbol, recostándose en él con aire casual. James casi maldijo entendiendo porqué no había podido moverse, sin embargo, William también le colocó un hechizo silenciador, ya que ninguna clase de sonido salió de sus labios. Stefan giró el cuerpo y lo miró, sin apartar la varita de White.

— Ragnor Slytherin — susurró, en reconocimiento. — Pensé que no sobreviviría para verte morir al fin. Eres un jodido dolor de cabeza y ni siquiera lo recordabas luego de que hiciéramos que ardieras.

— Gracias, mi padre se enorgullecería de mí por eso — dijo William, dando pasos cortos hacia Stefan. Él se enderezó y cambió de objetivo, el destello púrpura congelando a William. Para sorpresa de James, no le sorprendió, sólo se encogió de hombros — Bonito truco ¿Cómo están los non-magicae?

— Mejor, cuando acabe contigo.

William rio, una carcajada estruendosa que cortó todo el silencio ensordecedor del claro. Había una luz electrizante entre sus manos. Nadie excepto James lo notó.

— He matado a tantos de tus amigos antes — siseó, cuando logró calmarse. Las palabras que salían de sus labios no calmaban a Stefan, que pareció aún más furioso con la mención — ¿Y crees que podrás vencerme, porque tienes ese hechizo de circo? Oh, la arrogancia no les ha cambiado con los años. ¿Sabes por qué quieres matarte y al bebé, White?

— No me interesa.

— Debería — William sonrió — Magia les quitó sus poderes a todos aquellos que intentaron pasarse de listos durante la cacería de brujas. Así nacieron los squibs. Un castigo a los insultos que cometieron en su nombre. Desde los tiempos de mis padres intentan matar a cada sabbat que encuentran, para lograr matar a Magia de una vez por todas. Le tienen especial inquina a las doppelgänger de mi madre.

— Morrigan — White exhaló, el terror recorriéndole. 

— Todo inició con el nacimiento de la sombra, el día que asesinaron a Galatea Gryffindor. Utilizaron su muerte y la naturaleza de la maldición para alterarlo en un hechizo, convirtiéndose en recipientes. Absorben la magia de la misma manera que las sombras absorben la esencia de sus portadores. Son herejes — continúo William, como si no tuviera una varita apuntando a su rostro — Entre más asesinan, más magia acumulan; por eso se les hace tan fácil pasar desapercibidos y diferenciarse de los squibs normales. No les convendría si se supiera su sucio secreto. 

James sintió que vomitaría. Hubo un pequeño destello en el brazo de Stefan, distintos colores que se convertían en una combinación extraña al dispersarse, dejando un brazo podrido a su paso. 

— No puedo creer que me gustabas — murmuró White, dando un paso atrás. 

— Un buen sexo — aceptó Stefan, con una sonrisa macabra — Fue tan delicioso follarte mientras no podías decirme que no.

El destello azul aumentó; William aprovechó la distracción de Stefan y lo atacó, liberando a James de la maldición que lo mantenía atado a la tierra. Sin demorarse ni un segundo, corrió hacia White y le sostuvo contra su pecho, lanzando las flamas azules alrededor de ellos.

— ¡LÁRGATE! — ordenó William, rodando en el suelo para evitar el hechizo púrpura y aprovechando la oportunidad de lanzarle la tela enrollada, una bandana, justo cuando esta se iluminaba.

El grito de Stefan y la risa de William fue lo último que escuchó antes de que su estómago sufriera un vuelco y se desvanecieran de los terrenos de Potter Manor.





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