XXXI.
thirty one;
LA CASA REAL DE
PENDRAGON
White estaba mordiéndose las uñas de los nervios.
Aquella mañana se había despertado sudando, gritando de terror tras una pesadilla y con un mareo enorme que no sentía desde el primer mes de embarazo. El extraño paisaje por el que estuvo corriendo a través de sus sueños no se desvaneció de su mente hasta que notó, la sensación de la soledad enviando escalofríos a su columna vertebral, que nadie le acompañaba en la cama esa mañana.
— ¿Dónde está James? — preguntó a Roselyn cuando entró a la cocina.
Su hijastra había estado llorando, fue lo primero que notó White al darle un vistazo más detallado. El cabello le caía despeinado a cada lado del rostro y sonaba su nariz, tratando de detener la moquera. No se cambió la pijama y tampoco tenía muchas ganas de comer, si el plato intacto frente a la pelirroja era un buen indicio de su estado de ánimo.
— Misión — susurró, estremeciéndose como cada vez que recordaba que estaban en guerra — Se fue en la madrugada, me pidió que no te despertara.
White sintió que se le erizaban todos los vellos del cuerpo.
— ¿¡Por qué!?
— No lo sé — Roselyn alzó el rostro, una mueca cruzando toda su expresión al notar el estado colérico de White — Era muy importante y peligroso, algo acerca del Ministerio. Tienen hijos de muggles encarcelados, mi padrino vino a buscarlo y hablaron un poco antes de irse.
— Y no me dijo — repitió White, la indignación volviéndose volátil.
Tal vez estaba sobre reaccionando, probablemente todo el revoltijo de sentimientos era un efecto secundario de estar cargando una vida en su vientre desde hacia cuatro meses. Sin embargo, James se había ido y le dejó en la solitaria habitación para que se despertara y se imaginara lo peor. Le prometió que no lo haría de nuevo, que le hablaría primero.
Naturalmente, White refunfuñó el resto del día.
Tonks le encontró a mitad de la alfombra, con los pies descalzos y aún usando la pijama, maldiciendo el nombre de James. Roselyn decidió horas antes que no estaba de humor para aguantar las hormonas de White sin querer arrancarle la cabeza, así que se había encerrado en su habitación, permitiéndole destruir por pura rabia la casa a sus anchas.
— ¿Qué diablos sucedió contigo? — preguntó Tonks, colocándose las manos en la cadera.
La expresión de su rostro le recordó tanto a la señora Tonks, su prima Andromeda, que White casi se rio.
— James Potter sucedió — gruñó White; arrancó el pedazo de pergamino en el que estuvo garabateando las últimas horas, lo enrolló y lo tiró a la chimenea encendida. — ¿Quién se cree que es? ¿Que puede dejarme aquí sin tener la decencia de decirme que se iría? ¡Pensé que algo terrible sucedió cuando desperté y no lo vi a mi lado! ¿¡Él pensó en mí acaso!? NO, CORRIÓ A HACERSE EL HÉROE Y...
— Estás sobre actuando.
White agarró un cojín y se lo lanzó a Tonks a la cara, aunque pasó de largo y fue a parar en la chimenea. Ni siquiera hizo el intento de sacarlo de allí.
— ¡Tu estúpido prometido se lo llevó, para que lo sepas!
— Sirius se llevó a mi prometido primero — dijo Tonks, cruzando los brazos. White acababa de notar lo holgada que era la ropa de Tonks y que no tenía el cabello rosa, en realidad, lo tenía de su color natural, negro, como el de la mayoría de los Black — Créeme, es más fácil saber que no puedes hacer nada cuando no lo sabes. Discutí con ellos porque quería ir a ayudar, puedo ayudar, pero Remus no lo creyó conveniente y cuando le dijo a Sirius la razón, Sirius casi me ató al sofá queriendo detenerme.
— ¿Qué quieres decir? — preguntó, tragando saliva y bajando un poco a los humos de su malhumor.
— Estoy embarazada, Altair.
Tonks no le culpó no poder felicitarla como era debido. Si había alguien que la conocía, mejor que cualquier persona podría, esa era White. Tonks siempre fue un alma libre, durante su tiempo de Hogwarts y luego de él. Entró a la Academia de aurores, se gradúo y comenzó a trabajar sin tener la sensación de que debía encontrarse una pareja; a diferencia de la mayoría de personas de su edad en el mundo mágico. Tonks no lo creyó vital, hasta Remus, y ni siquiera con Remus encontraba un gran acontecimiento la idea de tener hijos. De hecho, le daba miedo.
— ¿Se lo has dicho? — susurró, obligándola a sentarse a su lado en el sofá.
— Lo hice — Tonks suspiró, quitándose el abrigo. La ropa holgada se asentó un poco al cruzar las piernas, y el bulto del vientre se le marcó — Primero hablé con mamá y papá, luego con Remus. Creo que ambos teníamos la misma idea de no tener hijos.
— Suena como Remus — dijo White, sacudiendo la cabeza. James le contó una vez que Remus se negaba a la idea de formar una familia, se odiaba demasiado para creer que merecía la oportunidad de tener eso entre sus opciones de vida. Tonks asintió, probablemente recordando la actitud de Remus respecto a la unión biológica — No reaccionó bien, me imagino.
— Lo vi en sus ojos, Altair — el parpadeó de Tonks le hizo ver lo asustada que estaba — Le aterró saberlo, creo que para él hubiera sido más fácil hacerle frente directo a Quién-Tú-Sabes que enterarse de mi embarazo. Ninguno de los dos estamos preparados para esto, pero ¿Qué podemos hacer? Nos tenemos que enfrentar a las consecuencias, somos adultos y los dos tomamos la decisión de...
— ¿Dormir juntos? — sugirió, una sonrisa divertida luchando por salir ante el silencio de Tonks.
— Sí — Tonks se echó el cabello detrás de los hombros — Tuvimos sexo, fue a mal y ahora hay un bebé.
— Un bebé que tiene la posibilidad de ser un licántropo tanto como la posibilidad de ser metamorfomago — señaló White, dándole un sorbo al vaso de agua que apareció en la mesa de centro. Otro poco para Tonks. Benditos sean los elfos domésticos, sinceramente — No digo que tenga algo de malo, sólo creo que... Tú me entiendes ¡Es un bebé!
— La transformación es horrible — Tonks hizo una pequeña mueca — Lo he oído. Aunque Sirius dice que en la compañía de animagos no hay dolor, que incluso puede llegar a ser divertido. Además, no sabemos cómo funciona con descendencia. No hay registros de que algún hombre lobo en la actualidad haya formado una familia biológica, ellos tienen las manadas y en lo que notamos se conforman con eso.
— Y de parte de los genes Black está el de la metamorfomagia — indicó White — El mocosito podría ser igualito a ti.
Tonks se estremeció con esa perspectiva, lo que hizo reír a White. Andromeda siempre había dicho lo problemática que fue Tonks de bebé, y lo difícil que resultó criarla cuando podía cambiar de apariencia tan fácil como respiraba. Durante su adolescencia lo encontró gracioso, porque Tonks adoraba hacerse pasar por profesores. Agradecía que eso no hubiera cambiado, con lo patas arriba que estaba su vida.
La chimenea rugió. James, Sirius y Remus aparecieron uno en uno a través de la red flu, luciendo magullados y la ropa hecha jirones, pero por lo demás, bastante completos, a excepción del ojo morado de Sirius y la nariz rota de Remus.
White sintió que su enojo se disparaba viendo a su esposo.
— ¡TÚ! — gritó, señalando a James.
— Aquí vamos otra vez — susurró Tonks.
Tomó media hora, muchas disculpas y besos espontáneos de James para calmar a White, quien le golpeó el pecho la mayor parte de ese tiempo, reclamándole por haberse ido sin explicarle lo que sucedía. Lloró un rato, maldiciendo entre dientes sus hormonas, y luego se negó a separarse de James, quien se dividía de estar asustado de su reacción o aliviado de que ya terminara el momento de enojo.
— Lo siento — susurró, acariciándole el cabello.
— No vuelvas a hacer eso, porque juro que este es el último hijo que tendrás James Potter — amenazó, rechinando los dientes.
James casi sintió el golpe directo a su partes nobles que fueron las palabras de White. Por la mueca de Sirius y Remus, hasta ellos podrían haberlo sentido. Tonks parecía bastante divertida, en realidad, dándole un sorbo a su vaso de agua sin apartar la mirada de la escena.
— ¿Cómo fue la misión? — dijo, mordiendo el bocadillo que los elfos sirvieron.
— Muy mal — susurró Remus, limpiándose la sangre que escurría de su nariz. Tonks le había hecho un Spiskey y conjuró una bolsa de hielo para que Sirius se aplicara en el ojo afectado, observando aliviada la falta de heridas mortales por parte de su prometido y tío — Tuvimos que escondernos en el Departamento de Misterios antes de poder dejar salir a los hijos de muggles.
Sirius se estremeció, irguiéndose de repente. White no pudo evitar imitarlo, su labio inferior temblando al recordar lo que había sucedido dos años atrás. James le apretó entre sus brazos con más fuerza, él, Remus y Tonks compartiendo una mirada preocupada por la reacción de ambos hermanos Black.
Ellos nunca hablaron del Departamento de Misterios.
— Vimos algo ahí que... — James se detuvo indeciso, estudiando el rostro de su pareja en busca de alguna suplica de silencio por su parte. Como no lo hubo, le castañearon los dientes y continúo hablando: — Debería ser de importancia para ustedes.
— ¿Nosotros? — repitió Tonks, sus ojos grises parpadeando hacia Sirius.
Remus entrelazó sus manos, tratando de que la atención de la metamorfomaga se desviara a él. Eso le dio a Sirius el tiempo suficiente de dar la vuelta y dirigirse a la sala de estar, queriendo destapar la botella de whisky que James mantenía allí, especialmente preparada para situaciones difíciles. Los pies descalzos de Roselyn resonaron en la escalera, esquivando a Sirius con una expresión extraña.
— ¿Qué le sucede a tío Sirius? — preguntó, permitiendo que su padre le acariciara el brazo y dejara un beso sonoro contra su sien.
— La misión se complicó más de lo que esperamos, Rosie — susurró James.
Roselyn asintió, subiéndose al taburete junto a Remus.
— ¿Qué sucedió?
James tuvo que tragarse el ardor de su pecho, el que White notó que tenía, ya que se sujetó las muñecas detrás de la espalda de su esposo y recostó la mejilla contra sus pectorales marcados. White sabía lo mucho que James maldecía a Dumbledore por usar a sus hijos de la misma forma que lo usó a él, sus amigos y Lily dos décadas atrás.
Voldemort los ató de manos y pies, declarando a Harry uno de sus principales objetivos. Pero Dumbledore pudo haberle impedido a Harry creer que era su deber, negándole a Harry la oportunidad, ese primer año de Hogwarts, de hacerle frente al hombre que lo marcó cuando era un bebé. Harry se lo contó una vez; Dumbledore conocía sus planes de defender la piedra y no tuvo el razonamiento de detener al chico impulsivo de 11 años que estaba furioso con el señor tenebroso.
Voldemort podría estar obsesionado con la profecía, pero el antiguo director también quería que se cumpliera.
Dumbledore utilizó a Harry.
White podía sentir como el cuerpo de James entraba en combustión viendo a Roselyn. Ella acababa de cumplir 16 años, era una niña. Igual que Harry. Igual que James cuando se metió a la Orden. Y ahí estaba, esperando alguna clase de información útil que la hiciera pensar que debía ayudar, que era su obligación convertirse en una adulta tan rápido gracias a esta guerra.
Eran niños soldados. Nunca dejarían de serlo.
— ¿Saben de dónde se remonta el linaje de los Black? — preguntó Remus, regalándole a su ahijada una mirada aguda y cansada; a este punto de la guerra era inevitable que se involucraran, pero cuánto dolor querrían ahorrarle a los chicos tener que pasar.
Tonks frunció el ceño. White, en cambio, levantó la ceja con confusión.
— La Edad Media ¿Por qué? — su mandíbula se movió hacia James, los ojos grises encontrando las avellana de su esposo. James delineó el borde de las facciones de White usando su dedo índice, conteniendo las ganas que tenía de besarle y dejar de pensar en la guerra por lo menos unas horas — Atenea me explicó que venimos de muggles.
— Estás jodiendo — Tonks se echó a reír sarcásticamente — Expulsaron a mi madre por papá, la repudiaron por manchar el linaje ¿Y después de todo nuestra loca familia viene de muggles?
— Los sangre pura son hipócritas tratándose de sus líneas mágicas — explicó James, sus dedos perdiéndose en las hebras del cabello rubio de White — No hay ni una sola familia de sangre pura actual que tenga solo miembros mágicos en sus árboles. Lo único que hacen los Black es expulsar a los squibs y mestizos.
— Incluso si ven el árbol suficientes generaciones atrás, encontrarán otros mestizos y squibs que fueron ignorados — la voz de Sirius resonó por toda la cocina. El hombre se acercaba sosteniendo un vaso lleno de whisky y la botella, un gesto divertido dirigido hacia Roselyn — ¿Por qué creen que la endogamia no nos ha hecho tanto efecto? Los Gaunt se extinguieron con toda la tontería de mantener la magia con magia. Los Black no somos todos puros, se ignora a los impuros, que es diferente. La familia de tu novio, Rosie, es la única que recuerdo que de verdad sólo tienen miembros de sangre pura, y eso es porque no son de Inglaterra y sus matrimonios no se quedaron en la comunidad de las islas británicas.
Roselyn se removió incómoda ante la mención de Draco. White notó el destello del anillo con el escudo de los Malfoy en su dedo anular.
— Los Potter tampoco tenían mestizos o squibs — dijo Remus. James soltó un bufido, haciendo memoria de su propio árbol genealógico bajo la mirada divertida de White. A veces le parecía un poco imposible que su familia de verdad no tuviera miembros muggles de alguna forma hasta él y su matrimonio con Lily — Por supuesto, ahora están Harry y Rose, pero eso no importa.
— La cosa es — James sacudió la cabeza. De adolescente no le interesó mucho la historia de los Potter, o al menos la historia que llegaba más lejos de su abuelo Henry, y no lo haría de adulto. Incluso si todo el tema Gryffindor estaba involucrado — Vimos algo en el Departamento de Misterios que nos ha confundido un poco.
— ¿Conocen la historia de los Pendragon? — preguntó Sirius, tomando la palabra cuando James no encontró la manera de llevar el hilo de la conversación.
Tonks y White se miraron sospechosamente.
— ¿La leyenda arturiana? — White se enderezó, recostándose contra James. Los brazos fuertes de su esposo reposaron con delicadeza alrededor de su vientre abultado. White hizo una mueca ligera sintiendo el movimiento del bebé. Mal momento para despertarse, pequeño parásito — Arturo Pendragon es el legítimo Rey de Britania, compañero de Merlín y Morgana en batalla. Se le conoce como el indicado y único digno para unir las islas de Britania y regirlas.
— Pero son sólo leyendas ¿verdad? — Roselyn arrugó la nariz confundida.
— No, Rosie — Remus sonrió a su ahijada comprensivamente — Arturo existió, rigió Camelot y Britania por 12 años de paz, acompañado de Merlín y Morgana tanto en batalla como en alma, hasta que fue asesinado por su hijo Mordred.
— Pensé que Merlín y Morgana estaban enfrentados — Tonks recostó el mentón sobre mano, lanzando un suspiro exasperado — A la magia que usó Merlín se le denominó la magia blanca y la magia que usó Morgana se le denominó negra. Ella era la Suma Sacerdotisa de los Aquelarres Celtas y Merlín era consejero de un rey muggle ¿Cómo podían ser ambos compañeros de Arturo?
— Eran más que compañeros de Arturo — señaló Sirius, dándole un largo sorbo a la copa llena del líquido amarillo amargo — Eran amantes de Arturo.
White se atragantó con su propia saliva.
— Es el Departamento de Misterios — dijo James, como si eso fuera suficiente explicación. Su dedo índice se deslizó en el vientre bajo de White, trazando círculos imaginarios que le relajaron un poco — Nos encontramos el sector de profecías otra vez. Allí explican lo que realmente sucedió durante esa época, la muerte de Arturo, Morgana y Merlín. Incluso hablan de los fundadores.
— ¿Los fundadores realmente conocieron a Merlín? — susurró White.
— Más que eso — James le besó el hombro y respiro hondo, embriagándose con el olor natural a flores de White — La madre de William, la esposa de Godric, era la protectora de Merlín, ella lo crío en Hogwarts cuando aún estaba convirtiéndose en Hogwarts. Como druida, Merlín tenía control sobre ciertas criaturas, incluyéndola.
— ¿Criatura?
— Ella era una veela — explicó Remus a la confundida Tonks — Los druidas pueden controlar a las veelas. Es fácil, si sabes cómo hacerlo. Robar una pluma de sus alas las convierte en tu sirviente por toda la eternidad, los druidas maldijeron los aquelarres de veelas de tal manera que siempre se verían obligadas a doblegarse ante ellos, quitándoles una pluma y guardándolos como un amuleto protector. Cada linaje de veelas a las que robaron la pluma debían servir a él y los hijos de esa familia de druidas.
— Aún no me explicas la historia de William — dijo Roselyn, entrecerrando acusadoramente los ojos hacia James.
Él suspiró, consiguiendo una risita ahogada por parte de White.
— Hay algo que no entiendo — Tonks agitó su mano — ¿Cómo lograron saber todo esto? Las profecías, si están en las bolas de cristal, sólo se abren ante quienes están dirigidas. ¿Alguno de ustedes tiene una profecía encima que deberíamos conocer?
— Pensé que ya teníamos suficiente con Harry — White colocó los ojos en blanco.
Remus, Sirius y James se miraron.
— Sirius pudo escucharla — comentó James, revolviéndose el cabello de la nuca con nerviosismo. La visita que hicieron al Departamento de Misterios lo mantendría despierto los próximos días — Él... eso tiene que ver con la historia de los Black.
— Aparentemente — Sirius se bebió de golpe lo que quedaba de whisky en su vaso antes de hablar. Ni una sola mueca cruzó su rostro mientras el líquido bajaba por su garganta. — Descendemos de Uther Pendragon, el padre de Arturo. Tuvo muchas hijas ilegítimas antes de Arturo y una de ellas se involucró con el hechicero que inició la Casa Black.
— ¿Cómo?
— Estás jodiendo.
— Nop — Sirius hizo sonar la p infantilmente. Una sonrisita sarcástica le creció en el rostro — La profecía se abrió ante mi, indicándome como hijo de la Casa Real de Pendragon. Mencionó que sólo había sido enseñada una vez, la misma persona que ordenó que la colocaran allí, otro miembro de la familia que pereció muchos años atrás.
A White le tomó cinco segundos entenderlo, analizando la expresión desolada de Sirius. Una persona era la única que conseguía colocar a Sirius en ese estado de ánimo tan deprimente sin estar presente siquiera.
— ¿Regulus?
— Se sacrificó para derrotar a Voldemort, amor — susurró James a su oído, las caricias sobre su piel no se detuvieron — No sabemos cómo o quién se la dijo, pero dejó la profecía en el Departamento de Misterios antes de desaparecer, probablemente esperando que algún miembro de su familia que no apoyara a Voldemort la encontraría alguna vez. Él... guardó una memoria también. Explicó a Sirius la razón de su inmortalidad.
— Hizo horrocrux — dijo Sirius, apretando el vaso vacío.
Tonks se atoró con el aire. Roselyn, que estaba cerca de ella, le palmeó la espalda haciendo muecas preocupadas.
— ¿Él... — White no tenía seguridad para decir algo. A diferencia de Sirius, no conoció a Regulus. No podía pretender que sabía lo que él pensó o lo que esperaba que sucediera si dejaba esa profecía allí, pero era tan... irreal. La idea de que su hermano muerto, al que pretendieron un mortifago todo este tiempo, en realidad intentó hacer lo correcto al final, le revolvía el estómago — Él se enteró de dónde estaban...?
— ¿Qué son los horrocruxes? — preguntó Roselyn.
— Magia muy oscura, Rosie — dijo Remus, acariciándole el brazo a su asustada ahijada — Objetos que contienen parte del alma de un brujo que ha decidido dividirla. Si su cuerpo es destruido, el brujo tiene la capacidad de permanecer vivo, porque el alma sigue atada a la vida.
El grito ahogado que escapó de los labios de Roselyn no sorprendió a ninguno.
— ¿Se puede... se puede dividir el alma? — tartamudeó, con todo el aire de estar esperando que le negaran su duda. White hubiera preferido que Sirius se riera de repente y les asegurara que todo esto era una broma elaborada, de mal gusto y que tenía el derecho de golpear a James por dejarlo hacerla — ¿Cómo?
— Asesinato — Tonks se veía un poco verde. White no la culpó. — Es la única acción lo suficientemente aberrante que puede dividir nuestra alma, convertirnos en algo diferente. Una vez que se asesina, no hay vuelta atrás. Nada puede cambiarlo. Es la finalidad de los horrocrux.
— Dumbledore debió haberle dicho esto a Harry — White mordió su labio inferior, pensando en su hijastro y dónde se encontraría ahora — Esa es la misión que le colocó a él, Ron y Hermione. ¡Están buscando los horrocrux!
James no se detuvo en maldecir a Dumbledore otra vez.
— Regulus creía que había siete — dijo Sirius, sirviéndose otro poco de whisky. Ofreció a todos, incluso a Roselyn, aunque se detuvo antes de dirigirse a Tonks y White, quienes rodaron los ojos con exasperación de su pequeña mueca sabionda — Estaba obsesionado con ese número. Habían siete miembros del círculo interno, siete escuadrones de mortifagos. Regulus le encargó un horrocrux a Kreacher. El relicario de Salazar Slytherin. Voldemort estaba muy orgulloso de su linaje mágico, fue la manera en que reunió tantos seguidores durante los sesenta. Al proclamarse el heredero de Slytherin, se aseguró la lealtad de las familias más oscuras y fanáticas.
— Salazar se debe retorcer en la tumba — White casi se rio. Intentó no sonrojarse cuando todos le miraron — Uh, una vez tuve un sueño con Godric...
— Nunca me dijiste eso — James le miró ofendido.
— Él me dijo que Salazar en realidad amaba los hijos de muggles, y Godric no entendía cómo los magos llegaron a pensar que toda su desconfianza a la comunidad no mágica era por la pureza de sangre — White siguió contando, ignorando a su esposo para diversión de los demás — Ni siquiera se sentía superior a los muggles, sólo los odiaba. Tampoco querían que los descendientes mágicos que tuvieran volvieran a ellos, con todo lo que sucedía en esa época y el prejuicio de los muggles.
— Pensé que nunca atraparon brujas de verdad — Roselyn mordió la uña de su labio inferior desconcertada.
— Los historiadores prefieren mantener esa información oculta, Rosie — Tonks explicó, colocando los ojos en blanco — Hubieron masacres de comunidades enteras durante el oscurantismo. Los muggles preferían que estuviéramos muertos antes de intentar entendernos.
— Si Voldemort convirtió un objeto de valor para él en horrocrux — Remus dijo de repente, la idea iluminándose en su mirada ambarina — ¿Qué nos hace creer que no siguió haciéndolo?
— ¿Qué tiene valor para Voldemort? — James asintió.
— Un objeto de los fundadores — Tonks tamborileó sus uñas encima del mesón, comprendiendo a donde se dirigían ambos — Representa su conexión histórica a los comienzos de Hogwarts. Debe sentirse atraído a la escuela, no sólo porque Salazar era su ancestro. ¿Harry no te dijo que su verdadero nombre era Tom Riddle, James? — añadió, y James asintió de acuerdo — Bueno, Kingsley y yo hicimos nuestra investigación dos años atrás.
— No encontraron nada acerca de Tom Riddle — James la cortó, extrañado. White recordó, unos momentos, las primeras reuniones de la Orden, cuando James pidió a Kingsley y Tonks rastrear discretamente ese nombre.
— Encontramos a Little Hangleton — terció Tonks — Pueblo muggle, ahí vivieron los Gaunt. Son la única familia, fuera de los Sayre, que sabemos de su conexión a Salazar Slytherin. La madre de Voldemort debió conocer ahí a su padre. Pero no se tiene registro de que hubiera otra familia mágica allí durante los tiempos de los Gaunt, y su apellido es Riddle.
— Harry dijo que Voldemort era mestizo — James se revolvió el cabello de nuevo — Su padre un muggle, su madre una bruja. Se avergonzó tanto de sus antepasados que se cambió el nombre, pisoteó a Tom Riddle y pasó a ser Voldemort.
— Se avergonzó de la parte muggle — señaló Remus, recostándose contra el mesón — No de su linaje ancestral mágico. Proclamarse heredero de Slytherin no fue sólo una estrategia política, él sigue orgulloso de ser descendiente de uno de los fundadores. ¿Qué nos niega que no le pasó lo mismo con los Gaunt? Repudiaba a su madre, la creía débil por enamorarse de un muggle. ¿No fue eso lo que nos contó Harry de su excursión a la cámara de los secretos? — miró a James, que soltó un gemido lastimero recordando a su hijo — Pero... ¿Lo hizo de los Gaunt? Ellos no tenían a Salazar Slytherin como su única atracción a la historia familiar.
— Cadmus Peverell — dijo White, la memoria de su niñez cuando Atenea le hizo estudiar de arriba a abajo árboles genealógicos mágicos volviendo a su mente — ¡El creador de la piedra de la resurrección!
— ¿Vamos a confiar en una fábula de niños? — Sirius parpadeó incrédulo.
— Las reliquias existen, Sirius — James levantó la ceja, negándose a soltar a White — ¿Olvidas la capa? Los Peverell podrían no haberse topado la muerte, pero las reliquias sí fueron creadas. ¿Crees que Cadmus Peverell dejó a sus descendientes la piedra?
— Si es así — Tonks se apartó el cabello de la cara — ¿Alguno de los Gaunt pudo tenerla antes de morir? El último que existía era Morfin Gaunt. Kingsley y yo lo encontramos entre los registros de prisioneros de Azkaban. Se le acusó del asesinato de Thomas Riddle y su familia en los cincuenta y murió hace unos años. Aunque... — el negro cambió a naranja, mostrando la excitación de Tonks. Sus ojos grises vitorearon ante sus silenciosas deducciones — Dumbledore le hizo una visita antes de ello.
— Y Dumbledore le dio esa información a Harry, si la consideró útil — dedujo Remus, frunciendo el ceño — Suponiendo que la piedra haya estado en manos de los Gaunt cuando él nació ¿Cómo podría haberla obtenido Voldemort? Si lo hizo, debe ser uno de los horrocrux también. Por lo que sabemos, la historia familiar mágica es importante para él.
— Entonces, los objetos de los fundadores son una opción como Horrocrux — preguntó White, viendo sus orbes ambarinos brillar.
— ¿Qué objetos podrían ser? — James recostó su frente en el hueco del cuello de White.
— ¿Crees que Reg sabría cuáles eran? — Sirius clavó la mirada en su vaso vacío.
White se alejó de James, acercándose a su hermano y envolviéndolo en un abrazo. Sirius se quedó quieto, sorprendido de la muestra de afecto, derrumbándose a los pocos segundos ante el calor de White. Los labios de Sirius temblaron contra su clavícula, un par de lágrimas resbalando en sus mejillas hacia la camisa que cubría el torso de White. Ninguno de quienes lo rodeaban habló, permitiendo a los hermanos tener su momento de duelo.
— Reg estaría orgulloso de que siguiéramos lo que él inició, Siri — susurró.
— ¿Lo crees?
— Sí.
Y aunque White nunca conoció a Regulus, Sirius se sintió aliviado de escucharle decir aquellas palabras.
Sí, Regulus habría adorado defender la existencia del mundo mágico junto a sus dos hermanos. White no necesitaba hablar con los muertos para saber eso.
les comento que odio los bloqueos, mucho mucho. La vdd no sé si siguen leyendo esta historia o qué, pero, intentaré terminarla aunque sea lo último que haga (bien dramática, pero a este punto, hasta pareciera que mi mente sigue cerrándose a dejarla ir y no me deja escribir, maldita sea).
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