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XXX.



thirty;
CASA













Pasó una semana antes de que James lograra llegar a casa.

White estuvo con insomnio la mayor parte de esos días y los que no, se encontró llorando a mitad de la madrugada mientras intentaba calmar los ataques de pánico de Roselyn. El miedo de no volver a ver a su esposo le recorrió todo el cuerpo cada una de las 24 horas que trascurrieron durante aquella infernal semana, White era consciente de lo que significaba que James estuviera alejado, teniendo en cuenta su embarazo y la conexión mágica y sanguínea que James y el bebé compartían al ser ambos descendencia Potter. 

Cuando el alba tocó los cimientos de Potter Manor a la madrugada del sábado 9 de agosto de 1998, trajo con ella un cuerpo magullado de heridas y una advertencia inquietante que queda ahogada contra los labios de White.

— Deberíamos... — balbucea James, la lucha mental entre su lado racional (que en ocasiones sonaba dolorosamente a su padre, la mayor parte del tiempo a Remus) y la necesidad de perderse ante los mimos que White le ofrecía haciéndose insistente al besarle, asegurándose de mantener la distancia prudente que requería el vientre abultado de casi cuatro meses al avanzar a pasos temblorosos hacia la cama — Deberíamos...

— Cállate — ordenó White. La molestia le cortaba toda expresión de alivio que pudo tener al divisar la figura de James apoyándose en la estatua del león de marfil que se erguía como guardián de las puertas de Potter Manor — ¿Por qué diablos no viniste conmigo?

— Moriría antes de hacer algo que arriesgara sus vidas — declaró James, su tono tratando de mantenerse firme a pesar de que todo su cuerpo se sacude mientras White le quita la chaqueta de cuero vuelta jirones. Él, Sirius y Remus pasaron los últimos días moviéndose rápido a través de Inglaterra para despistar mortifagos — Y lo sabes, amor.

— A veces te odio — murmuró, con una furia evidente. 

James consigue reírse. Le duele hasta el alma hacerlo. 

— Para mi suerte — se dejó empujar a la cama, recostando la espalda a la cabecera. La fría madera le envía un escalofrío y el ligero aire de soledad que lo rodea le hace notar que White no había estado durmiendo los últimos días allí. No le culpa. Si la situación hubiera sido al revés, ni siquiera accedería a estar escondido en Potter Manor y saldría de inmediato a buscarle, donde se que estuviera. — Me amas la otra parte del tiempo.

White no respondió. James solo se aseguró de mantener sus manos entrelazadas, viéndole hacer hechizos no verbales a su alrededor. Sintió un pinchazo a sus heridas, lo que indicaba que probablemente estaban siendo desinfectadas y cerradas, si White no veía necesario hacer otro procedimiento. Se preguntó de dónde aprendió los hechizos curativos, recordaba una de sus primeras conversaciones durante las clases particulares de duelo que le ofreció en Grimmauld Place que White le confesó no tener familiaridad a esa parte específica de la magia.

— Charlie — dijo White, como si le hubiera leído la mente — Fueron parte de su estudios en Rumania e insinúo que sería útil, por todo esto de la guerra, aunque a la señora Weasley no le pareció muy gracioso que con Tonks, Fleur y Charlie nos perdiéramos fuera de su vista tanto tiempo.

— Una habilidad necesaria — James sonrió, obligándose a ignorar la otra puntada que le generó el hechizo de White — Debería enseñarle a Rosie de ellos.

— Deberías enseñarle a manejar el sabbat — sugirió White, convocando un pequeño paño de tela y un cuenco lleno de agua. Lo remojó y lo colocó sobre la frente de James, limpiando el hilo de sangre que escurrió de su herida cerrada — Hace dos días incendió las cortinas de su cama por accidente. Dijo que sentía que el sabbat reaccionaba solo ante el pelinegro, pero tampoco estaba segura de qué podría ser peligroso aquí. 

James suspiró.

— El traidor.

White no dijo nada al principio, siguió deslizando el paño y escurriendo en otro cuenco vacío que viajo hacia ellos tras una serie de movimientos de varita de White. James le observó, atento, sin querer forzar la conversación. White era excelente mintiendo, sin embargo, James le conocía más de lo que las personas le daban crédito, considerando que hasta hace dos años ignoraba la existencia de White como familiar de Sirius (él a veces no sabía si contar el encuentro del bar como conocerle, aunque la inspección de su cuerpo desnudo en su apartamento muggle podría ser una buena razón), James entendía lo inquietante que le resultaron a White los últimos días, William le advirtió que la magia del bebé, magia de los Gryffindor, podría ser tanto una ventaja para White como una desventaja, de la misma forma que los embarazos de Harry y Roselyn lo fueron a Lily.

La llegada de sus dos primero hijos fue muy complicada. Antes de saber la existencia de la profecía, Lily aceptó deliberada, pero reticente, alejarse de la guerra por el bien del bebé. James, por otro lado, siguió saltando al peligro acompañado de Remus y Sirius. Eso sólo lo empeoró todo, porque la magia de Harry reaccionaba ante las amenazas de muerte a la vida de James. William pudo explicárselo ahora que había recuperado sus recuerdos, sin embargo, finales del 79 y comienzos del 80 resultaron tiempos difíciles para todos ellos, no encontrando una respuesta razonable a los estallidos catastróficos de Lily que tenían el sello del núcleo mágico de Harry. Roselyn había sido menos explosiva que su hermano, considerando que estuvieron encerrados en Valle de Godric la mayor parte del embarazo, aún así, los estallidos siguieron existiendo.

Esperaba que el bebé no fuera igual que sus hermanos en ese sentido. Se mordió el labio inferior ante la culpa. Su primera prioridad había sido el bienestar de Roselyn y White al sacarles de la madriguera, sin considerar lo que ocasionaría esa decisión al bebé y por ende, a White.     

— ¿Nos puede rastrear? — preguntó White de pronto, levantando la ceja y sacando a James de sus deprimentes pensamientos.

— En teoría, puede — dijo James, prologando un suspiro. Su mano trazaba círculos sobre el abdomen abultado de White, deslizando el pulgar debajo de una camiseta vieja de James que White usaba cuando estaba en casa — Las protecciones hace irrastreable la casa y los terrenos, mis antepasados se aseguraron de volver el lugar una laguna. Tenemos muchas propiedades y solo una de ellas, a las afueras de Valle de Godric, por ley, está registrada en el ministerio. Tiene coordenadas no especificadas, pero saben dónde empezar a buscarla, esa y la cabaña son públicamente reconocidas. Potter Manor es diferente. Ni siquiera están conscientes de que existe. Se entrelazó todas las flu de las casas con la mansión de Valle de Godric y mis antepasados se movían entre ellas si querían salir, aprovechando cada uno de los saltos como lagunas legales.

— Solo esa red flu está registrada — entendió White.

— Las demás no eran necesarias, porque seguían entrando en el terreno de propiedades Potter — James sonrió. El ingenio de sus ancestros siempre le pareció cautivador, aunque la mayoría solo los veía como una familia de Gryffindor imprudentes (que lo eran, no por nada descendían del mismísimo Godric) — Y como eran nuestras propiedades, la gente del Departamento de Transporte Mágico solo recibía una advertencia de "Propiedad Potter", no podían rastrear las otras casas siendo, legalmente, inexistentes. Mamá era muy paranoica y nunca dejó que papá registrara Potter Manor cuando se mudaron de la mansión en Valle de Godric, y logró convencer ayudada por mi abuela a mi abuelo Henry. Yo llegué mucho después, pero mamá no había cambiado y su embarazo le dio más razones a papá de mantenerlo secreto. Detrás de estas rejas, el traidor no podrá encontrar nada ni porque tenga los terrenos en las narices. 

— Pero puede seguir la magia hasta Wiltshire — señaló White, leyendo entre líneas la última frase. — Si realmente están siguiéndonos...

— Sabrá de Wiltshire — asintió James — pero no hay manera de que logre entrar aquí, White. Las protecciones sanguíneas nunca dejarían a un extraño acercarse, y si sus intenciones son menos que repudiables, lo matarían.  

Por la expresión de White, James supo que realmente no se había calmado con sus palabras. En ese aspecto, White le recordó a su difunta madre. Demasiado Black para confiarse de la magia ancestral de los Potter. El pensamiento lo hizo reír, nostálgico y divertido, porque sabía que su madre habría adorado a White más de lo que llegó a querer a Lily. Su instinto de mamá gallina la hizo un poco reacia al comienzo, porque sabía de la actitud de Lily a James (incluso si James lo merecía la mayor parte del tiempo) y lo que eso causó en él, aunque al final logró aceptarla con todo su gran y bondadoso corazón.

Se preguntó cómo habrían sido las cosas si él y White tuvieron una diferencia de edad menos extensa, si la idea de tener un tercer hijo hubiera cruzado la cabeza de Walburga y Orión meses después de la llegada de Regulus. Sirius intentaría matarlo por acercarse a White, y eso era lo único claro que James tenía ante esa desconocida realidad, lo que le hizo sentir cálido de una manera confusa considerando las tendencias homicidas de su mejor amigo. 

— Prepararé la bañera — le susurró White, rozando sus labios con los de James — ¿Quieres burbujas?

Él se rió. Las costillas le tronaron, lo que prefirió ignorar a pesar de que la mirada grisácea de White adquirió un toque perspicaz al notar su mueca. 

— ¿Vienes conmigo? — preguntó, tratando de componer una sonrisa picarona. 

White torció los ojos.

— Tengo que seguir curándote, idiota — le advirtió, señalándolo con la varita — Así que espero que mantengas tus manos quietas para que no me distraigas. 

— ¿Mis manos te distraen? — se burló, sin ánimos de colocarse de pie, viéndole alejarse al área del baño. White hizo remodelaciones meses atrás, en uno de sus días de aburrimiento; la pared que separaba ese cuarto fue quitada y en su lugar había una puerta corrediza de madera tallada que se encontraba abierta todo el tiempo, lo que daba acceso libre. La pared sobresaliente del cuarto contiguo albergaba el tocador y el círculo amplio de la ducha de vidrio — No decías eso antes.

— Antes no tenía el parásito engordándome, James.   

Aguantarse la risa fue más doloroso que dejarla salir. 

La bañera resultó reconfortante y la sensación del agua a temperatura razonable casi lo hizo llorar. Habían pasado años desde la última vez que se sintió en la necesidad de huir de la forma en que lo hicieron toda la semana, estar despojado de forma tan brusca del privilegio de comer como una persona normal, dormir sin la preocupación de ser atacado mientras dormía y siquiera darse un baño lo desconcertó. Debía estar más preparado la próxima vez, estaban en guerra y ellos eran un objetivo. 

Siempre lo habían sido.

— Le daré a Rose clases para controlar el sabbat — dijo, con la idea burbujeante en su mente. White, que le examinaba el brazo flácido (ya le había pedido a uno de los elfos que hicieran un poco de poción crece huesos), alzó el rostro, aunque James siguió sintiéndose un poco ido. — Tiene que aprender a defenderse y William me enseñó usando el sabbat. Podemos manejar el fuego, pero cada uno de nosotros tiene una especialidad y entre más rápido la conozca y se adapte a la idea, le resultará fácil manejar el poder.

— La tuya es Protego Diabolica ¿cierto? — preguntó, recordando la noche que James le confesó poder manejar el elemento del fuego a su voluntad. 

James asintió, acomodándose de tal manera que podía mirarle de frente.

Protego Diabolica está destinada a crear un anillo de fuego alrededor del portador, White — explicó, moviendo su dedo índice formando un círculo que se encendió en llamas diminutas — Aquel que intente atravesarle y no tenga buenas intenciones respecto al lanzador, será incinerado. El que sea puro de corazón, podrá llegar hasta mí. 

— No lo usas así — la batalla del departamento de misterios llegó a White de repente, viendo el fuego azul desvanecerse. James hizo el encantamiento de la forma que explicó para protegerse y a Harry, pero luego lo manipuló para hacerlo atacar a todo mortifago que intentara llegar a su hijo, sin necesidad del anillo protector. 

— Lo que yo uso es la variación de Grindelwald — confirmó James. White se tocó la parte de su vientre en que descansaba la cicatriz provocada por su primera vigilancia en la orden. Ese mortifago imbécil del que nunca supo el nombre le atacó con esa variación — Cuando estaba reuniendo seguidores, Grindelwald usaba Protego Diabolica con el fin de evaluar sus intenciones. Luego de que los dignos llegaban a él ilesos, usaba el encantamiento para deshacerse de los que quedaban. Protego Diabolica se extiende y actúa como un arma, se doblega a la voluntad del lanzador. 

— ¿Cómo sabes todo eso? Naciste como veinte años después de que derrotaran a Grindelwald. 

— William — respondió, con ironía — Oyó de los métodos de Grindelwald y le pareció muy interesante la manera en que logró manipularlo. Eso demostraba su poder. Es inmune al fuego, así que se coló a una de las reuniones y se volvió seguidor.

White se atragantó con su propia saliva.

— ¡Estaba con Grindelwald!

— Creo que esa es la razón por la que le caía mal a mi padre — pensó James — Así se conocieron. Papá le hizo prometer por su magia que en realidad no lo apoyaba, solo se unió con intenciones de investigación. Siguió pensando que era despreciable, pero ya le conoces, a William tampoco le importó. Las protecciones Potter le reconocieron la primera vez que estuvo aquí, aunque ellos nunca me dijeron eso, querían mantenerme alejado de William. — James ofreció una sonrisa divertida ante el bufido irónico de White. Estuvo de todo menos alejado de William siendo adolescente — Se quedó aquí un tiempo, luego volvió a irse mientras mis padres hacían su último intento de tener hijos. Apareció para mi cumpleaños número 9 y a escondidas de ellos me explicó de su sabbat. Se fue de nuevo poco después, William odia establecerse y prefiere Escocia antes de Inglaterra, pero regresó meses antes de que yo tuviera que ir a Hogwarts, desde entonces está aquí. Me explicó su historia con Grindelwald el verano del 75 porque sabía que tendría los 16 y conseguiría mi sabbat sin su apoyo. Empezó a entrenarme y antes de séptimo controlé a voluntad Protego Diabolica. Le pareció muy divertido que ese fuera mi poder dominante, considerando lo mucho que mi padre le odió gracias a ese hechizo. 

— Y piensas hacer lo mismo con Rose — entendió White. 

— Debí haberlo intentado hace meses — él suspiró con culpabilidad — Harry se fue sin saber cómo controlarlo y será difícil que Rose sea capaz de adaptarse, teniendo en cuenta cómo se activó. Sé que se siente extraña porque fue por el niño Malfoy y porque tampoco tiene 16 aún. Hice lo que siempre odié que mis padres hicieran conmigo. Papá no pensaba contarme la historia familiar, lo que podía ser el sabbat, si no hubiera sido por William. 

— Querías protegerlos de lo que implicaba — susurró White — El sabbat es muy peligroso y lo sé, James, no me lo niegues. Aún recuerdo lo que sucedió ese día, cuando discutiste con Lily. Casi morí porque se te salió de control y por lo sensible que me resulta el fuego gracias a la maldición sombra. No es recurrente que se manifieste porque fue la única condición que Magia les dio a los fundadores para convertir el sabbat a sus genes, lo sabías y elegiste no decirles, no tenía caso preocuparlos antes de tiempo. 

— Pero podría...

— James — White colocó su mano cálida encima de la mejilla de James, delineando la línea de una cicatriz vieja y casi invisible cerca de su labio — Eres un padre excelente. Harry y Rose son felices contigo, te adoran. Su relación con Lily es complicada, pero morirían por ti. Harry se arriesgó a lo que creía una trampa hace un año porque pensó que estabas en peligro, que Voldemort te tenía. Rosie no puede hacer relativamente nada sin intentar tener tu apoyo antes. Ellos entenderán tus razones para no querer decirles del sabbat, y Rose se sentirá mejor cuando le enseñes a manejarlo. William te ayudó porque le necesitabas en ese tiempo, ahora es ella quien te necesita. Nuestro bebé te necesitará. 

James frunció el ceño.

— No puedes saber si...

— Lo sé — White sonrió de lado, había un pequeño rastro de tristeza en sus ojos — Lo sentí el día de la boda. Había peligro y... el bebé estaba protegiéndome. Es lo mismo que siento cuando usas tu poder. Es una sensación de alerta muy extraña, me hace sentir segura y al mismo tiempo hace que sienta que... que simplemente debería alejarme. La maldición sombra es lo que provoca esa parte, porque James, nunca podría sentirme en peligro si estás conmigo. Y nuestro bebé también lo sabe. Será un sabbat, y uno muy poderoso.   

Sus parpados cayeron de golpe, recostando la frente contra sus manos entrelazadas. William le había explicado que Magia elegía quiénes eran dignos del sabbat y quiénes no, porque nunca estuvo dispuesta a dejar que uno de los descendientes lo manipulara de la forma en que Tom Riddle lo haría si supiera de ello. No era recurrente. Aparecía muy pocas veces y que James fuera uno resultó un milagro tanto como su propio nacimiento, los Potter llevaban dos siglos sin presentar sabbats. 

Luego vino James, tuvo tres hijos y a todos Magia los consideró dignos.  

Gran hazaña, se reiría de su abuelo Henry la próxima vez que se encontrara con el retrato del viejo cascarrabias. 

— Tienes razón — aceptó, tras un rato de meditación. 

— Siempre la tengo — se burló White, inclinándose y acallando su queja con un beso suave y dulce. 

Sí, él había regresado a casa.







odio este capítulo

JKAJBDAKBD admito que no es lo que esperaba, porque se cumple un año de Queen, pero no me ha salido nada mejor y siento que es un abrebocas aceptable a lo que será la guerra; con James, Rose y White en Potter Manor por seguridad. Pequeña advertencia: probablemente ya sepan el spoiler porque se los chivatiaron en el último capítulo del segundo acto, así que ya deben saber que el bebé de James y White es un niño, se llama Ares y es un pillo desde el vientre, pondrá todo patas arriba porque la propia magia familiar Gryffindor que maneja no está dispuesta a dejar que algo dañe a White.

Y definitivamente intentarán dañar a White. No se olviden que existe un traidor.

Otro anuncio: descubrí hace una semana que los pronombres she/they y he/they le quedan bien a White y William, respectivamente, con inclinación a they/them pero sin incomodidad al ser tratados de she/her y he/him. Eso sí, a White no le gusta que le llamen "mujer/chica" y a William no le gusta que le traten de "hombre/chico", porque son no binarie, aunque de resto no tienen problemas. 

Comenzaré a editar la historia y todo lo que respecta para acoplar a White y William como no binarie en cuanto Queen y Hurricane acaben, pero les agradecería que ahora en adelante usaron los pronombres correctos para referirse a sus personajes. Es raro explicarlo, pero se siente correcto de alguna forma y de verdad agradezco haberme dado cuenta de esto a tiempo antes de culminar el universo y colocar mi concentración en otro lado, porque les aseguro que CDU pasará al olvido de mi parte cuando eso pase xd

Además, la última fic de este universo ya ha sido subida. Speechless, la historia de Morrigan y Harry, ya está disponible en mi perfil por si desean leerla.

Nos leemos, Kiwis.

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