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XXII.











twenty two;
QUEDARSE O IRSE, DIFÍCIL
DECISIÓN















James se preguntaba si Morrigan tenía un botón de apagado cuando soltó un chillido a todo pulmón viéndolo sostener una sortija de compromiso.

— ¡No puede ser, no puede ser! — gritó ella, acercándose lo más rápido que podía, sus pies descalzos sobre la cerámica, a la isla de la cocina, donde James casi sufrió un infarto y trató débilmente de esconder la caja de terciopelo negro en el gabinete de los cubiertos — ¡No puede ser! ¡Le pedirás matrimonio a White!

— Gritas más fuerte que Sirius, Morrigan — se quejó James, sacudiendo la cabeza. La emoción de Morrigan volvió a dispararse, colocando ambas manos, cubiertas por las mangas de un hoodie esmeralda gigantesco que James estaba seguro pertenecía a Harry, encima de su boca, conteniendo una risita que se hace visible mientras sus ojos oscuros brillan, siguiendo la pequeña sonrisa de James mientras niega con la cabeza, sabiéndose descubierto — Sí, pensaba hacerlo. No vayas a gritar de nuevo.

Por supuesto, no le hizo caso. Soltó otro chillido que bien podrían competir los de una banshee, dando pequeños saltos y unos cuantos aplausos eufóricos. James hizo una mueca, esperando que Morrigan dejara de gritar, frunciendo el entrecejo impaciente y rodando los ojos al ver las intenciones perversas dominar su expresión. Si alguna vez tuvo dudas de porqué ella y Harry estaban saliendo, acababa de resolverlas.

— Eso es adorable — arrulló Morrigan, subiéndose a la isla y viéndolo ir de aquí para allá en la cocina, organizando todo tras la cena. James murmuró yo soy adorable y Morrigan evade negarlo directamente con un gesto desdeñoso, recibiendo al instante el ataque de una cascara de papa que James lanzó a su cara, indignado de su escepticismo — Oh, Merlín, deja que le cuente de esto a Harry.

James se giró de forma rápida, estirando su mano y jalando la capucha del hoodie de Morrigan, obligándola a retroceder a pesar de la protesta instantánea que sale de sus labios.

— No le dirás nada a nadie, Morrigan Sayre.

— ¿¡Y por qué no!?

— Porque lo haré yo —responde, con gesto obvio. Morrigan sonrió de oreja a oreja, convencida fácilmente por las palabras de James — cuando White acepte.

— Y lo hará — declaró Morrigan, cruzándose de brazos triunfante. James trató de no reírse, dando la vuelta y volviendo a lavar los platos, la pequeña morena siguiendo sus pasos con interés — ¿Cómo piensas pedirlo?

— Eso no es de tu incumbencia — dijo James, ignorando el puchero de Morrigan y acomodando lo que había sacado de la alacena para hacer la cena antes — ¿Dormirás en la habitación de Harry? Puedo pedir a uno de los elfos que preparen alguna vacía para ti...

— Nah, estaré con Harry—- Morrigan se encogió de hombros — Que William no esté rondando por ahí lo hace fácil — James trató de no reírse. Ya sabía él lo celoso que podía ser William — Hablando de William ¿Por qué tuvo que irse?

— No tengo la menor idea — respondió James, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Morrigan y tirando de ella hacía el suelo otra vez. Morrigan se rió, acomodándose el hoodie para cubrirse de la repentina ráfaga de frío que entró por la ventana.

El teléfono en la cocina sonó. Había muy pocas cosas que James sabía de los objetos muggles, la mayoría de ellas gracias a su tiempo casado con Lily. Aún así, Remus casi lo obligó a instalar una línea de cable en Potter Manor, ya que sería más fácil comunicarse de esa manera sin necesidad de usar la chimenea, que podía ser interceptada.

— ¿Qué diablos es eso? — preguntó Morrigan.

— ¿No habías visto un teléfono antes? —se burló James.  Morrigan lo golpeó el hombro, ofendida.

James se alejó, tomando el teléfono y preguntándose cuál de sus amigos llamaría esa vez. Solo Sirius, Remus y el medimago de Lily, solo para casos de emergencia, tenían el número.

— ¿Hola? — descolgó el teléfono, colocándolo contra su oído y recargándose en el mesón.

— James — dijo una voz femenina. James se enderezó, ganándose al instante la mirada confundida de Morrigan por su cambio de expresión. La temperatura subió unos segundos, lo que hizo a James suspirar hondo para controlar un poco el temblor de su mano.

— ¿Quién es?

— James, soy Lily — la voz de Lily tembló, un pequeño tartamudeo al decir su nombre, como si estuviera a punto de llorar — Yo... no sabía a quién más llamar.

— ¿Cómo conseguiste el número?

— El medimago Evanson me lo dió — murmuró ella — Él dijo que... que debía acudir a ti si él no podía ser una opción.

— ¿Qué necesitas?

— Ví a Roselyn esta mañana — Lily sollozó. James sintió que se tensaba al oírla. Eso no era posible, Roselyn había estado con White esa... El fuego se encendió por todo el mesón. Morrigan saltó, alzando su mano y controlando cada una de las flamas en una burbuja de agua. James trató de calmar su voluble temperamento pensando todo aquello — Le pedí a White que me dejara hablar con ella. Solo quería verla, James. Quería que me perdonara por no ser la madre que desea...

— Lily ¿Qué fue lo que hiciste?

— Estoy en una... en una comisaría — explicó Lily, con la voz ahogada — Dijeron que si alguien pagaba la fianza, podía salir de aquí. No sabía a quién más llamar.

James se acarició el puente de la nariz.

— Dame la dirección, iré a buscarte en unas horas.

Después de escribir la dirección apresuradamente en una servilleta y ayudar a Morrigan con el problema de la isla incendiándose, la mandó de inmediato a su habitación con Harry y que no saliera de allí, porque tendría que salir.

Pero primero, debía hablar con White.

Ella estaba alistándose para dormir cuando entró a la habitación. Estaba, de hecho, solo en ropa interior, viéndose bastante cansada y pensativa. James comprendió, al rememorar su conversación con Lily, el comportamiento que tuvo White en la cena, y su humor estalló.

— ¿Llevaste a Roselyn con Lily?

White se quedó quieta. Se veía asustada.

— ¿Qué?

— Ni siquiera intentes mentir — acusó, acercándose hacía ella. White tragó saliva, sintiendo la chimenea flamar con bravura. Las llamas se intensificaron, igual que el tono de voz de James — Acabo de hablar con Lily y dijo que vió a Roselyn esta mañana.

— James, lo puedo explicar...

— ¿Explicar? — repitió incrédulo.

— Cariño, escúchame...

— ¡Te dije que Lily no estaba en sus cabales para ver a Harry y Roselyn! — gritó. White saltó, retrocediendo otros cuantos pasos. En su furia decidió no darle importancia — ¿¡Por qué la llevaste con ella!?

— James, Roselyn quería verla y yo...

— ¡Te confíe a mi hija, White! — chilló, cada vez más molesto. White se llevó las manos al cabello, peinándoselo nerviosamente — ¡Actuaste a mis espaldas! ¡Te dije que no quería a ninguno de ellos cerca de Lily!

— ¡Si te dignarás a decirle porqué no lo quieres... — devolvió el grito, señalándolo a la cara con su dedo índice — tal vez Rose entendería y no insistiría tanto! ¡Ya no es una niña, James! ¡Merece saberlo! ¡Es su madre!

— ¡Tú no decides eso!

— ¿¡Lo ves!? — White parpadeó incrédula — ¡A esto me refería antes! ¡Estás tan ciego en ti mismo que ni siquiera aceptas una opinión diferente a la tuya! ¡Ni siquiera por el bienestar de tus hijos!

— ¿¡Y tengo que aceptar la tuya!? — gritó, antes de que su sentido lógico pudiera procesar lo que diría — ¿¡Qué vas a saber tú de esto!? ¡Eres una...!

Se quedó en silencio al notar lo que acababa de hacer. La expresión de White se transformó totalmente y James quiso darse de bruces contra el borde de la cama, si así acaso podía hacer funcionar un poco su cerebro.

— ¿Soy una qué? — repitió White, con una frialdad que apagó por completo la furia ascendente de James. Sintió el fuego de la chimenea dejar de crepitar y, con un subidón de oxígeno a su cerebro, entendió lo mucho que lo había arruinado con esas simples palabras — ¿Soy una qué, James Potter?

— White, yo...

— ¡Vamos, dilo! — chilló, pegándole un golpe directo al pecho — Dilo si es lo que verdaderamente piensas de mí. ¿Por qué no? Solo soy una niña pequeña que está intentando jugar a los adultos.

Los ojos de White estaban llenos de lágrimas, y el silencio de James pareció ser suficiente respuesta para ella. Se inclinó, tomó su bata de seda y se la colocó, apresurándose a dejar la habitación. James maldijo, siguiéndola y tratando de detener su caminar furioso por el pasillo.

— White, espera — la detuvo, reteniéndola de un brazo.

— ¿¡Qué!? — gritó, volviendo a golpearlo en el pecho. James la soltó —¡Ya dejaste muy en claro lo que piensas de mí, James!

— Mira, lo lamento, no debí...

— ¡No! — se sacudió, alejando a James completamente. Por primera vez, vio una lágrima pequeña deslizándose por su mejilla — ¡Seamos sinceros! NO CONFÍAS EN MI PARA ESTO, JAMES. SIGUES CREYENDO QUE SOY UNA NIÑA QUE NO ES ABSOLUTAMENTE CONSCIENTE DE NADA. TE DIGO QUE SÍ SOY CONSCIENTE, POR ESO LA LLEVÉ CON LILY. ¡PARECE QUE SOY LA ÚNICA EN ESTA CASA QUE SE PREOCUPA POR LO QUE SIENTE TU HIJA! ¿¡SIQUIERA HAS NOTADO LO MAL QUE SE SIENTE POR SU MADRE!?

— White, de verdad lo...

— ¡NO TRATES AHORA DE ENMENDARLO! — y rompió en llanto. Su voz se quebró y cada una de las lágrimas que guardaba se deslizaron por sus mejillas, su nariz colocándose roja y sus pómulos tiñéndose de un rojo enfermizo — ¿A dónde vamos con esta relación, James, si de verdad crees que no estoy preparada para que me importen tus hijos?

— ¿Qué está sucediendo aquí?

Harry acababa de salir de su habitación. Morrigan estaba detrás de él, de puntillas para tratar de ver sobre el hombro de Harry, que la cubría con su cuerpo y miraba directamente hacía James, luego de reparar en el hecho de que White estaba llorando y la discusión, de alguna u otra manera, era culpa de él.

James se sintió pésimo al ver sus manos temblar, tratando de limpiar su cara y permaneciendo de espaldas a los adolescentes.

— Harry, vuelve a tu habitación por favor — pidió James, carraspeando para controlar su tono.

Harry le frunció el ceño.

— ¿Estás bien, White? — dijo en cambio, ignorándolo.

White suspiró, dándose la vuelta y regalándole a Harry una sonrisa rota.

— Estoy bien, Harry — aseguró, y si no fuera porque el rastro de sus lágrimas seguía viéndose sobre su rostro, podría haber sido una mentira perfecta — James y yo solo teníamos una diferencia de opiniones.

— ¿Estás segura? — preguntó Morrigan esa vez. Se asomó detrás de Harry, lo suficiente para brindar a White un gesto de apoyo que la hace sonreír genuinamente, la tristeza cubriendo con grandes y asperas capas el iris de sus ojos.

— Vayan a la cama, chicos — pidió White, con naturalidad — Ha sido un día largo para todos.

Harry envolvió la cintura de Morrigan con su brazo y ambos dieron la vuelta, cerrado con pestillo la puerta.

White se enderezó.

— White...

— Estaré abajo — anunció, alejándose al verlo con intenciones de volver a tomar su brazo — No quiero seguir discutiendo.

Y James se quedó solo en medio del pasillo, sintiéndose un completo idiota por lo que había hecho.

Acababa de, probablemente, arruinar una de las cosas más bonitas que le han sucedido en casi veinte años. Su pánico a la situación de Lily y sus hijos lo sobrepasaron, el sentimiento de culpabilidad por lo que dijo en pleno alboroto de sus sentimientos comenzó a llenarlo.

No por primera vez, se preguntó qué estaba haciendo arruinando lo que podría ser una vida perfecta para White, que no hacía mucho entró a sus veinte y tendría todo por delante para vivir su vida de la manera que desearía si él no estuviera de por medio.

Bajó a la primera planta de Potter Manor media hora después, tratando de buscar las palabras que debía decirle en cuanto se la encontrara.

White estaba sentada en el porche, aún envuelta en la bata de seda. El frío invernal que entraba a la casa por la puerta abierta no importó a James, que chasqueo los dedos y dejó que la brisa calurosa del fuego lo recorriera. White se estremeció, sintiendo de inmediato el acercamiento.

— Lo lamento — murmuró James, sentándose a su lado en el porche. White no lo miró, recogiendo sus piernas y pegando sus rodillas a su pecho, esperando a que continuara hablando — No debí tratarte así, tampoco debí gritar. Sé que... — suspiró, cerrando los ojos con cansancio — Sé que te esfuerzas por estar aquí y entender mi situación. Fue totalmente grosero menospreciar lo que tratas de hacer y creo que es valiente de tu parte seguir aquí cuando no es tu obligación solo porque me quieres.

— Harry y Roselyn también merecen un poco de compresión ¿No lo crees? — dijo White, luego de un par de segundos de silencio.

James asintió, acomodándose de mejor manera para mirar el paisaje. El silencio resultó bastante cómodo, solo el sonido del pequeño riachuelo que corría a través del bosque que rodeaba la estructura de la casa rompiendo la completa plenitud del lugar. Potter Manor era el santuario que su familia mantuvo oculto para los que tuvieran el honor de pertenecer a ellos lo encontraran, solo porque no querían ver la paz que la casa les ofrecía arruinada.

— Lo sé — murmuró, encogiéndose de hombros — Me asusta más a mí cómo reaccionen de lo que a ellos le asustaría saber lo que sucede con su madre. De verdad lo siento, White. Sé que tienes razón, es solo que...

— Es difícil aceptar que te digan qué hacer — dijo White.

— Lo que no debería ser, porque el bienestar de mis hijos tendría que estar encima de mi orgullo — corrigió James, sacudiendo la cabeza — Lo has comprendido más rápido que yo.

— No soy una niña, James — advirtió, mirándolo por primera vez.

Su cara estaba completamente roja y James se dió cuenta que lloró todo el tiempo que estuvo aquí sin él. Se le encogió el corazón notándolo.

— Lo sé — James se revolvió el cabello, sintiéndose frustrado — Lo sé. De verdad lo sé, White. No debí decir nada de lo que dije allá arriba porque eso no es lo que creo de ti — antes de que pudiera interrumpirlo, colocó su mano sobre el mentón de White y le pidió con el gesto que le dejara seguir hablando, recibiendo una respuesta afirmativa que le hace sonreír de forma temblorosa — Lo que pienso de tí es que eres una persona maravillosa, White Black. Pienso que tienes una vida por delante que yo estoy arruinando al darte una carga que no te concierne. Tienes 21 años y podrías hacer lo que quisieras. Divertirte y disfrutar la experiencia que yo mismo no pude tener porque para entonces ya me encontraba muy jodido. Estoy arrastrándote a toda esta situación porque me enamoré de ti y es lo más injusto y egoísta que me he sentido hacer durante mucho tiempo.

— James — White interrumpió, colocándole ambas manos sobre las suyas y provocándole un escalofrío por el frío de estas — Estoy aquí porque te quiero y porque también quiero estar contigo. Yo decidí aceptar todo lo que venía siendo tu novia. Tus hijos, Lily y lo que sea que haya pasado esa noche... Estoy aquí porque me importas, porque también aprendí a querer a esos niños y a que me importen como si fueran mi familia.

— Lo entiendo —suspiró, sonriendo con dolor — Por eso siento que debería ser sincero contigo. Completamente sincero.

White lo miró con desconfianza.

— ¿A qué te refieres...?

— Tengo que sacar a Lily de esa comisaría muggle y luego irá con su medimago — comentó James — te contaré lo que sucede, en el camino o mañana si no quieres ir. Solo con una condición, White — James calló unos segundos, en cuanto lo dijera no habría vuelta atrás y sabía que, cual sea la respuesta final que ella eligiera, él estaría feliz mientras ella lo sea — Prométeme que, cuando te diga lo que sucedió esa noche, pensarás de verdad lo que implica seguir conmigo. No te juzgaré si decides irte, White. No quería arrastrarte a mi mierda de vida, pero no puedo continuar pensando una relación a futuro si ambos vamos tanteando hechos y no está esclarecido lo que ambos queremos.

White se quedó en silencio.

— ¿Estás terminando conmigo?

— Te estoy dejando decidir — dijo James, soltándola y creyendo que se le caía el alma dejando de sentir su cálido tacto — Si quieres seguir aquí o quieres irte.




















oh well, miren quien regresó
Y CON DRAMA POR LA BORDA
¿me extrañaron, chikis? Porque yo sí extrañé a este par con mi alma
Del 1 al 10 ¿Qué tan jodido creen que estará el Jhite? Las que leyeron Hurricane no opinan
Nos leemos <3

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