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Capítulo 4

La Infinity comenzó a descender con rapidez a través de la atmósfera de aquel planeta salvaje, mientras que toda la tripulación se preparaba para la expedición.

Jonh Riley se acercó a la cabina y miró por los cristales el lugar, contrario a muchos planetas salvajes que otrora había visitado en sus incontables viajes, aquel tenía un aspecto muy hermoso, lleno de selva y agua, como alguna vez lo fue la Tierra, antes de que todo se fuera al carajo. Sobrevolaron los verdes alrededores de aquel paraje, siendo guiados por el radar, hasta que Minck descendió en un claro en medio de la jungla, el planeta tenía dos soles así que había mucha luz, además de calor. Benjamín se acercó a Jonh ya listo con su equipo.

—Preparado y listo, Capitán —parecía que el pre infarto que casi había sufrido en el campo de asteroides se había marchado para dejar en él una actitud doblemente positiva.

—Tú no vienes —soltó sin mirarlo directamente, guardó un cuchillo en su bota y tomó su arma; una ametralladora Blaster modelo 77.

—¿Qué? —aquello fue muy desalentador para el muchacho, dejó caer su equipo y triste miró al Capitán.

—Es muy peligroso, no sabemos qué encontraremos allá afuera. —Mencionó tratando de hacerle saber de forma menos obvia, que si ponía un pie fuera de la nave lo más seguro es que moriría.

Marco pasó a un lado de ellos y abrió la compuerta, dejando entrar el cálido ambiente del exterior.

—Pero... me dijiste que...

—Acepté que vinieras, sí, pero también dije que con la condición que acataras todas mis órdenes, ¿lo recuerdas? —Xirack y Dutch también bajaron.

—¿Entonces qué haré?

—Cuidarás de la nave mientras no estamos —bajó de la Infinity, la mirada de Ben era deprimente, casi parecía un niño regañado. Minck se acercaba a la puerta con dos grandes valijas y una ametralladora que casi era el doble de su tamaño colgada en su pecho—. Minck tú cuidarás al niño.

—Genial —dijo con sarcasmo, soltó sus cosas y se devolvió a la cabina—. Igual siempre quise ser niñero.

—Mantente alerta al comunicador, si algo pasa vienen por nosotros —miró por última vez el semblante de desilusión en él, hasta que la puerta se cerró. Jonh respiró profundamente, gracias al cielo los dispositivos modificadores consiguieron hacer de la atmósfera algo noble para sus pulmones. No perdieron más tiempo y se adentraron al bosque, el lugar era enorme, lleno de colores vivos y brillantes, con árboles tan grandes como edificios, con flores hermosas y aromas atrapantes, al igual que uno que otro ser que los hacía sorprenderse conforme su andar.

—Miren, ¿qué es eso? —Dutch señaló en unos arbustos, había un par de seres alimentándose de la maleza; cuadrúpedos, de colores pálidos y toques de naranja, muy delgados, como un par de gacelas pero sin cuernos. Ambas criaturas los miraron un par de segundos y salieron corriendo de ahí.

—Hay que seguir.

Jonh guiaba a todos, mientras veía las coordenadas en su radar portátil, pero a cada paso que daba las preguntas inundaban su mente de manera alarmante y cada vez sus temores acrecentaban. Habían transcurrido varios minutos y todavía no había señales claras del objetivo, ¿acaso había cometido un error? Ni siquiera sabía qué iban a buscar y únicamente por una apuesta al azar habían abandonado su hogar y verse envueltos en otra aventura que no esperaban.

Una fuerte ráfaga de viento sopló y todo se agitó momentáneamente, de un segundo para el otro el panorama cambió y antes su mirada todo el bosque yacía envuelto en llamas, cenizas cubrían el suelo y bañaban pilas y pilas de cadáveres carbonizados, agitó su cabeza y miró sus manos, estaban llenas de sangre. Cerró sus ojos, tomó aire y para cuando los abrió de nuevo el lugar seguía igual de verde y vivo a como cuando llegaron. De vez en cuando los recuerdos regresaban a él como el oleaje salvaje de un océano, inundando de remordimiento y miedo su ser, había aprendido a controlarlo, pero no siempre funcionaba, los fantasmas cada vez clamaban su nombre con más fuerza y lo alejaban lentamente de la realidad.

Se detuvo frente a un pequeño arroyo por el que pasaban unos pequeños peces color neón. Miró su rostro en el agua cristalina y suspiró temeroso. Era como si aquella jungla jugara con su mente, transportándolo a viejos parajes que desde hacía bastante tiempo creyó dejar atrás.

—¿Qué ocurre? —Marco se acercó un poco a él, Jonh pensó en qué decir, pero no quería alimentar su paranoia y preocupar a su tripulación.

—Nada... descansen un poco, solo... —los gruñidos de una criatura los alertaron, todos apuntaron sus armas al frente. De entre la maleza una criatura emergió; de aspecto canino pero del porte de un león, con un rostro alargado y un hocico lleno de colmillos que culminaban en una nariz adornada con un cuerno.

La criatura comenzó a acercarse lentamente mientras sacaba sus garras, cuando se detuvo en seco, ocultó sus garras y se agachó preso del miedo.

—Veo que no eres tan rudo, idiota —exclamó Dutch tras ver como el ser corría y chillaba despavorido.

Jonh volteó confundido hacia sus hombres y contempló con horror que había algo detrás de ellos.

—¡Cuidado! —apuntó su ametralladora y disparó contra una criatura enorme.

Casi como un autobús, de piel escamosa y penetrantes ojos amarillos que solamente eran opacados por sus afiladas garras. Las balas impactaron contra la bestia, pero su piel escamosa pareció no recibir ningún daño severo.

—¡Corran!

No hizo falta decir más, la criatura soltó un rugido gutural que se escuchó a través de toda la jungla, incluso las aves salieron volando. Emprendieron la huida, pasando por aquel selvático lugar que le brindaba tantos recuerdos a Jonh, en especial en torno al miedo que sentía sobre su pecho.

Ocasionalmente miraban atrás, lo cual era mala idea, aquel gigantesco reptil depredador se escurría sin problemas entre la maleza y cada vez estaba más cerca de llegar a ellos. Jonh disparó sin dejar de correr, era inútil, la criatura estaba en su territorio, así que sabía perfectamente cómo escabullirse sin salir herida.

Siguieron adentrándose en la selva hasta que llegó un punto donde los árboles y toda la maleza cubrían la luz de los soles, todo se había tornado oscuro.

—¡Ahí! —Jonh logró ver algo entre la maleza, una estructura, tal vez los restos de alguna nave. La criatura estuvo a punto de alcanzarlos, cuando se detuvo en seco, todos apuntaron contra esta, pero antes de poder disparar; la bestia salió corriendo hasta perderse entre la selva. Atónitos le miraron abandonar el lugar sin motivo alguno, dejándolos a salvo, por el momento.

—Déjà vu —comentó Xirack mientras normalizaba su respiración.

—¿Pero qué pasó? —Marco miró en la misma dirección que Jonh, igual que todos. Frente a ellos, se alzaba una estructura monumental, un templo o al menos las ruinas de uno, bastante grande y consumido por la selva. Desde hacía tiempo.

—¿Qué es esto? —preguntó Dutch una vez que todos se acercaron. Las runas talladas sobre la piedra eran misteriosas como intrigantes y estaban plasmadas en los alrededores como si de una antigua y derruida civilización se tratara.

—No lo sé, pero sea lo que sea contiene lo que venimos a buscar —les mostró el radar, la señal del objeto que buscaban había incrementado exponencialmente. Algo había en ese templo, y Jonh lo sentía, como una energía que extrañamente lo llamaba, tal vez aquello había asustado a su enorme y letal perseguidor.

—¿Debemos entrar? No sé ustedes, pero yo tengo un mal presentimiento.

—Venga, Dutch, hemos enfrentado cosas peores —dijo Marco.

Jonh subió por las escaleras que conducían a la entrada del templo. Todo estaba hecho de piedra, sin ningún rastro de tecnología humana o de cualquier especie. Era como si los que lo hubieran hecho no quisieran ser encontrados. Levantó un dispositivo y escaneó la entrada, no arrojó ninguna respuesta concreta.

—¿Novedades? —Marco se colocó junto a él, mirando el templo, en todo el tiempo que habían estado juntos nunca habían visto uno igual.

—No hay cerraduras, ni lectores, mucho menos un cerrojo, solo tenemos esto —miraron la enorme puerta de piedra ya agrietada repleta de viejas inscripciones en un lenguaje indescifrable y que tampoco se mostraba en los registros planetarios. Marco se acercó, dejó sus manos sobre la piedra y empujó con todas sus fuerzas, pero como era de esperarse la entrada no se movió nada.

Xirack se acercó a la puerta y la rozó con sus dedos, como si le pareciera familiar. Miró detenidamente como había una abertura en la puerta, como si faltara un pedazo de piedra, se agachó, tomó una pieza de buen tamaño y la introdujo como si fuera la pieza de un rompecabezas.

Se escuchó un ligero estruendo que los hizo desenfundar nuevamente sus armas, cuando de repente la enorme puerta comenzó a abrirse. Una pantalla de polvo los cegó unos instantes, hasta que se disipó y pudieron contemplar un oscuro y largo pasillo. Jonh y Marco la miraron confundidos.

—Los ancianos de Dorma Prime solían hacer cerraduras así.

—Bueno... hay que entrar —lentamente todos se introdujeron en la oscuridad del lugar, encendieron unas linternas para iluminar el entorno. Solo era un largo pasillo con suelo y muros de piedra, ya consumidos por el tiempo y la humedad.

—Este lugar es muy primitivo, asegúrese de pisar con... —Dutch dio un paso y accionó un mecanismo en el suelo, el lugar comenzó a vibrar—... cuidado...

Las paredes de aquel pasillo comenzaron a cerrarse, nuevamente todos emprendieron una carrera buscando la salida del pasillo. El lugar cada vez se hacía más estrecho y para ellos era difícil moverse, Jonh alcanzó a ver algo de luz, el pasillo si tenía una salida.

—¡Rápido! —aceleró el paso al igual que todos, prácticamente fue casi hasta llegar a la salida que tuvieron que escurrirse entre el mísero espacio que había entre muro y muro para salir, pero lo lograron.

Sin embargo los recibió una caída, el suelo había cedido ante el tiempo y había colapsado, llevándolos a un precipicio que culminó en un impacto sobre fría agua. Pronto emergieron, encontrándose en un estanque natural, el musgo y las algas cubrían más ruinas en aquel salón.

—¿Todos bien? —preguntó Marco, todos asintieron. El lugar en el que estaban parecía ser la zona central del templo, una recámara enorme llena de pilares de piedra en ruina, pinturas rupestres y vestigios de alguna civilización perdida, y el epicentro del lugar; unos escalones que conducían a un objeto ubicado en la cima, nadaron y escalaron trabajosamente las rocas hasta encontrarse en superficie solida nuevamente, Jonh sacó el radar y este no dejaba de emitir un pitido acompañado con una luz verde.

—Lo encontramos —le sonrió a su tripulación. Comenzó a subir con sumo cuidado los escalones, mientras veía el lugar, las pinturas y la arquitectura, los símbolos en estas eran surreales, figuras inexactas que parecían narrar momentos históricos que en cierta medida reconocía.

Siguió subiendo por los empinados y derruidos escalones de aquella pendiente hasta que en la cima lo vio. Un orbe, una esfera metálica con un punto de color azul en el frente, lo único que había y lo que el templo resguardaba.

—¿Eso es todo? —se preguntó en voz baja, limpió el sudor de su frente y se agachó para observar de mejor manera el objeto. Era raro, pero extrañamente le llamaba la atención demasiado.

—¿Qué es, John? —preguntó Marco intentando mirar desde abajo.

—No lo sé —respondió sin despegar la vista del objeto. Aproximó su mano al orbe y con temor lo sujetó, estaba frío y no pesaba mucho. Tomó el objeto con sus manos y lo giró varias veces intentando dilucidar ¿por qué era tan importante? Miró aquel punto de color azul con detenimiento y colocó su dedo índice sobre él. El orbe reaccionó, emitió un sonido, parecido a una turbina al ser encendida, y Jonh comenzó a sentir como el orbe rápidamente incrementaba su temperatura. Empezó a vibrar y el punto azul a brillar con intensidad.

—Mierda —soltó el orbe y comenzó a bajar a toda prisa—. ¡Cúbranse!

El orbe estalló en una explosión de luz azul tan brillante que casi se asemejaba al sol. Jonh solo alcanzó a bajar un par de escalones cuando la expansiva lo arrojó de bruces al suelo, luz celeste y electrificante calor inundaron el lugar e hicieron retumbar la antiquísima recamara, otrora ya había experimentado un estallido de cerca, pero nada como eso. Pequeñas rocas cayeron sobre su cabeza y el caos cesó, alzó la mirada y suspiró con alivio.

—¡Jonh! ¡¿Jonh, estás bien?! —Xirack casi se infarta al verlo caer por la explosión, pero una vez que vio cómo se levantaba con dificultad se tranquilizó.

—Sí... —se levantó, ella subió un par de escalones—. ¡No! ¡No subas, no sabemos si la explosión fue tóxica o algo por el estilo!

—¿Significa que es mejor que mueras solo tú? —aquello la enfadó y la alarmó al mismo tiempo.

Jonh se puso de pie, sacudió su ropa y asintió.

—De ser necesario... no quiero arriesgarlos. Iré a ver —levantó su ametralladora y subió lentamente. Llegando al último par de escalones encontró un cúmulo de azulada neblina que cubría todo a su alrededor, avanzó lentamente con el dedo acariciando el gatillo de su arma, y fue cuando una cegadora luz cubrió sus ojos y le hizo quedarse estupefacto.

—¿Qué ocurre? —Clamó su preocupada compañera.

No respondió, Marco, Xirack y Dutch subieron a prisa hasta que pudieron verlo y lo que había emergido de aquel orbe.

En un inicio era prácticamente indescriptible, solamente similar a una criatura hecha de luz, humanoide sin duda, con una piel azul clara como el cielo, de cuerpo delgado y femenino, adornado con cientos de extrañas marcas oscuras que resaltaban como si fueran tatuajes tribales. Su cabello era celeste oscuro, le llegaba a los hombros, y sus ojos eran brillantes como un par de estrellas que sobresalían del negro firmamento, hermoso, extraño, cautivador y atrapante a la vez, algo único, un ser completamente diferente a todo en el cosmos.

Jonh Riley quedó afectado, aquel ser era majestuoso, no podía dejar de verla, era como si fuera la cosa más hermosa que en su vida hubiera visto. Ella los miró, parecía asustada y muy confundida.

—Chicos, ¿qué demonios está pasando? —susurró Dutch sin despegar su vista de la mujer celeste.

Jonh dio un paso adelante y ella se espantó, retrocedió un poco pero al ver que estaba a una gran altura se agachó y se mantuvo en posición fetal con ambos ojos bien cerrados.

—Tranquila, no te haremos daño —pronunció con delicadeza, ella levantó la vista y miró a Jonh, como si lo analizara—, ¿me entiendes?

Ella levantó su mano lentamente y la dirigió a él, Jonh miró confundido a su tripulación.

—Jonh, deja que te toque... —dijo Marco, Jonh no estaba del todo convencido, volvió a mirar a su amigo y él asintió con seguridad.

Suspiró, se agachó lentamente y ella tocó su frente con delicadeza. Pronto una descarga de energía recorrió su sistema, el toque de aquel ser era indescriptible, como si de una criatura celestial se tratara, el simple roce de sus finos dedos era suficiente para elevarlo y hacerle sentir la magnificencia del universo condensada en una simple caricia terrenal, se sintió tranquilo, pleno, como si en aquellos instantes nada importara. Tembló, sintiendo sobre sí el calor que ella profería.

Entonces apartó su mano y Jonh despertó de su letargo.

—¿Me entiendes? —parecía como si el frío lo invadiera, no dejaba de temblar involuntariamente. Ella asintió, Jonh se estremeció nuevamente. Ambos se levantaron sin dejar de mirarse—. ¿Tienes nombre? —el inocuo ser volvió a asentir.

—Me llamo Lylum.

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