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Capítulo 9 ♛

Enid

Mi cuerpo temblaba más y más con cada paso dado, las manos sudorosas, el corazón latiendo errático, la visión se me distorsionó y respiraba con dificultad. Cada paso me llevaba a la casa de Thea y con ello a enfrentarme a Lucifer, hacía años que no lo había visto, que dejó de ir a vernos y nunca supimos por qué. También dejamos de ver a Caine, pero entendimos que no era su obligación estar ahí, todos estos años, aunque nos hubiera gustado que no fuera así, que se quedaran a nuestro lado. Eso no fue posible.

—¿Estás bien? —Boone deslizó su mano junto a la mía para enlazar nuestros dedos. Giré la cabeza para verlo y asentí. Creo que no me creyó pero tampoco dijo nada al respecto.

No hagas preguntas, cachorrito.

Al llegar a la puerta de su casa nos detuvimos para que Boone abriera pero antes de que eso pasara esta fue abierta por dentro. Fue Lorian quien nos recibió con una bonita sonrisa sobre los labios.

—Los olí desde que salieron de la casa de Camille —la pelirroja y Camille se saludaron con un beso en la mejilla. Se hizo a un lado para dejarnos pasar.

—¿Dónde está? —le pregunté. Me quité la mochila para dejarla a un lado de las escaleras.

—En la sala. ¿Por qué no nos dijeron que no es nada feo? —preguntó, estaba sorprendida por la belleza descomunal de Lucifer.

—Porque la maldad viene en un bonito empaque —pasé a su lado. Boone venía detrás, cuidándome la espalda y aunque no lo necesitara se lo agradecía en demasía. Eran estos pequeños gestos los que me hacían quererle un poquito más.

Al llegar a la sala ahí estaba Luci, junto a Thea y Curtis. Mantenían una amena plática que fue interrumpida por mi presencia en la pieza. El primero en voltear para verme fue Luci, después lo hicieron Thea y Curtis. Sonrió y dejó la taza con té encima de la mesita para caminar hacia mí. Estaba nerviosa y no lo podía evitar, tantos años sin verle y ahora estaba aquí, frente a mí.

—Luci —apenas pude murmurar su nombre porque la voz se me quebró y me solté a llorar.

—Mi niña —extendió los brazos para rodear mi cuerpo con ellos. Dejó un beso en mi frente y me acurruque en su pecho, mojando su camiseta —. Estás enorme. Siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que los vi —me permití disfrutar de este momento y dejar que me abrazara y llorar.

—Lucifer —habló Camille, un poco molesta, se le notaba en el tono de voz que usó para dirigirse a él.

—Camille, ¿Eamon? ¿No estabas muerto?

—Tu querido hermano lo convirtió en un gato —respondió Camille por Eamon. Me separé de Luci pasando mis dedos bajo mis ojos para borrar el rastro de lágrimas que mojaban mis mejillas.

—¿Un gato? —preguntó confundido.

—Ya sabes los fetiches raros de tu hermano —respondió el susodicho.

—¿Y no te podías transformar de regreso? —Luci insistía atacando a Eamon con más y más preguntas.

—¿Crees que si me hubiera podido convertir de regreso no lo hubiera hecho? —se escuchó molesto, ofendido.

—Después hablamos de eso —cogí las manos de Luci y lo llevé a uno de los sofás, sentándome a su lado —. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Qué hiciste? ¿Por qué ya no regresaste? —cada uno tomó su lugar en los sofás, la primera fue Lorian quien quería saber todo con lujo de detalles al igual que los demás.

—Es algo...complicado —respondió. Pasaba sus pulgares por mi dorso —. Al principio recorrí todos los mundos que existen, buscando algún tipo de arma o veneno para matar a Freya. Caine propuso hacerle creer que estaba de su lado para que las cosas fueran más fáciles pero estos cinco años no han servido de nada —suspiró frustrado —. No hay arma o veneno que la pueda matar.

—Entonces...¿Caine está con Freya ahora mismo? —pregunté temerosa. Luci asintió a mi pregunta —. ¿Con qué propósito?

—Buscar algún punto débil, que Belial haya cometido un error. Pero no hay nada.

—¿Buscaste por todos lados? —preguntó Thea. La miramos y de regreso a Luci.

—En todos los mundos donde me fue posible buscar y no hay nada. Lo intentamos todo, Caine lo ha intentado todo...Es invencible —en su voz había un dejo de melancolía y dolor. Intentaba ocultarlo pero lo conocía, conviví con él mucho tiempo como para saber cuando lo estaba pasando mal.

—Debe haber algo —habló Curtis —. Algún hechizo, un tipo de magia que Freya no pueda manejar.

—Pues si lo hay todavía no lo encontramos —murmuró —. Pero no quiero hablar de eso —se irguió —. Sé que Bryony y Corban no tardan en llegar.

—¿Lo sabes? —lo miramos confundidos.

—Ya casi llegan —Thea se puso de pie rápidamente ante la atenta mirada de su esposo.

—¿Qué pasa? —preguntó mi suegrito.

—Debo preparar algo para cenar, hace tanto que no la veo y quiero...—Curtis se puso de pie a su lado.

—Calma —palmeó su mano —. Yo te voy a ayudar —le sonrió.

—¿Puedo ayudar? —Lorian levantó la mano.

—Entre más manos mejor —salieron de la sala dejándonos solos.

—Así que tú eres Boone —Luci miraba fijamente al lobito que al escuchar su nombre se puso nervioso de inmediato —. El compañero de Enid —asintió, temeroso.

—E-ese soy yo —era tan adorable cuando se ponía nervioso y le temblaba la voz.

Luci estaba encantado con que mi compañero fuera diferente a mí, más tímido y hasta podía decir que inocente. Lo sentía por Boone ya que no se iba a salvar del tío Luci, no le haría la vida imposible pero sí se iba a aprovechar de eso ya que con Corban nunca fue así. Los dos eran tan iguales que muchas de las veces tuvieron algunas rencillas, nada que no se pudiera resolver pero Corban estaba enojado con ambos, Luci y Caine, ya que se fueron sin decir nada y ya no regresaron.

—Bonito —giró alrededor de Boone, lo miraba de arriba abajo con detenimiento, escaneando cada centímetro de su bonita anatomía —. Muy bonito —se detuvo de golpe frente a él, con las manos en la espalda —. Solo tengo una advertencia para ti —levantó un dedo en su dirección —, más te vale que no le hagas daño a mi niña porque no me va a importar el lazo que los une, te voy a destruir —su mandíbula se tensó y destensó, negó con la cabeza. Sudaba frío y mantenía sus ojos en los de Luci.

—Lo vas a asustar —me puse a su lado enganchándome del brazo de Boone, quien estaba tenso y temeroso.

—Esa es la idea —hizo un guiño.

En ese instante, en ese preciso momento un escalofrío me recorrió la piel, giré la cabeza hacia la puerta al mismo tiempo que Luci lo hacía, Cami se puso de pie como si tuviera un resorte en el trasero, Eamon se quedó en su lugar mirando la puerta con los brazos cruzados. El timbre resonó por toda la casa, el peculiar olor al metal de la sangre se impregnó en mi piel erizando mis vellos a la vez que el dulce perfume de mi madre inundaba todo el lugar.

—Están aquí.

Corban

—Odio este lugar —espeté. El taxi se detuvo frente a la puerta de la casa de los Cyrus. Un rico y dulce perfume se metió en mis poros al abrir la puerta del auto y bajar.

—No sigas de quejumbroso, Corbansito —se burló Bór. Lo aniquilé con la mirada mientras bajábamos las maletas y mamá salía del auto.

Le pagó al taxista y se quedó mirando la casa de su mejor amiga con un dejo de melancolía en los ojos, estaban cristalinos por las lágrimas que estaba reteniendo y que no quería dejar salir. Me puse a su lado mirando el lugar, todo aquí era diferente a Islandia, las casas eran de piedra, por las calles corrían riachuelos, enredaderas por todos lados, chimeneas, gente amable y demasiado molesta que te saluda aunque no te conozca.

Ya estoy extrañando mi casa.

Cogimos las maletas, nos encaminamos hacia la construcción donde estaban todos dentro, pero había una esencia en particular que me hizo olisquear el lugar por el que íbamos pasando, pero aquel perfume tan peculiar venía de la casa. Nos detuvimos frente a la puerta siendo mi madre la que iba delante, pero antes de tocar el timbre la puerta se abrió de golpe, frente a nosotros estaba Camille, con una gran sonrisa sobre los labios y los ojos llenos de lágrimas.

—No los estábamos espiando —aclaró antes de soltar un par de lágrimas y una risa nerviosa —. Bienvenidos —extendió sus brazos y fue mi madre la primera que abrazó de manera efusiva, apretándola sin medir su fuerza, dejando un beso en su mejilla.

—Camille —musitó mamá, feliz. Se separaron y fue mi turno de ser recibido por un abrazo seguido de un beso en la mejilla.

—Corban, eres todo un hombre —pude apreciar unas notas tristes en su voz, quería esconderlas pero a mí no me podía engañar, estaba feliz y triste a la vez —. Me recuerdas mucho a tu padre.

Se limpió bajo los ojos para borrar el rastro de lágrimas que empañaban su mirar.

—Pasen, pasen —se hizo a un lado. Mamá entró primero, después lo hice yo y detrás entró Bór que fue bien recibido por Camille. Dejamos las maletas al pie de las escaleras, caminamos detrás de Camille y llegamos a la sala donde esperaban Luci junto a dos chicos que no había visto en mi vida. Enid se aproximó a nuestra madre que no dudó en abrazarla y dejar algunos besos en su mejilla. Miró por encima de su hombro al ver que Luci se acercaba a ellas.

—¿Estás bien? —revisó de pies a cabeza a mi hermana, asegurándose de que no estaba herida o que le había pasado algo malo.

—Estoy bien, Móðir —se separaron para que Luci y ella se saludaran, un momento muy emotivo para mi madre.

—¿Luci? —preguntó mi madre, entre confundida, feliz y asustada —. ¿Qué haces aquí? —Luci no tardó en quedar frente a ella abrazándola después de años de no verse. Mamá no pudo evitar llorar y corresponder a su abrazo —. ¿Eamon? —seguía confundida. Miraba al otro chico que se mantenía a una distancia prudente pero con una gran sonrisa sobre los labios.

Miraba la escena embelesado, feliz de que mi madre se encontrara con la familia que había perdido. Pero aquel perfume en particular me hizo girar la cabeza en dirección a la cocina desde donde emanaba y me calaba los huesos junto con la piel. Se sentía irreal estar pasando por algo así, que algo tan insignificante como el perfume de alguien me atrajera de esta manera tan demencial. Miré de nuevo la escena frente a mí donde mi madre era feliz, por un momento lo era, al menos ella tenía eso.

—Creí que estabas muerto —le dijo a Eamon. Claro que también nos platicó de él y todo lo que hizo por ella —. Pensé que Belial...—ni siquiera pudo terminar de decirlo.

—Solo me convirtió en un gato y todos estos años he andado de aquí para allá —explicaba Eamon —. Veo que tus hijos son únicos —se dirigió a mí que me mantenía alejado de los demás, con la espalda recargada en la espalda. Levanté la mano en modo de saludo.

—No creo que "únicos" sea la palabra correcta —dije, serio. Provocando un estremecimiento en la piel de aquel demonio de ojos azules. Eamon podía parecer inocente pero podía atisbar la perversión y la oscuridad crepitar por su piel, quizá lo veía porque los dos estábamos igual de jodidos.

—¿Cómo estás? —Enid se acercó a mí.

—¿Cómo se supone que debo estar? ¿Bien, mal? —chisté —. Ya estamos aquí y eso es lo que importa, ¿no?

—No lo veas así, Corban, las cosas van a salir bien —sonrió. El lobo de ojos avellana no le quitaba los ojos de encima.

—Solo hace falta que te marque para saber que eres de su propiedad —miré al lobo que tampoco me dejaba de mirar.

—Cierra la boca —me pidió pero no le hice caso, iba a decir algo pero en ese momento una mujer de cabello rojo junto a un lobo entraron en la sala, ella soltó la bandeja que traía consigo para abrazar de manera efusiva a mi madre correspondiendo a su abrazo.

En ese instante todo se ralentizó para mí cuando detrás del hombre caminaba una joven de cabellos rojos, trajo consigo un sin fin de sueños e imágenes que pensé eran solo producto de mi sucia y pervertida imaginación, pero en el momento que pasó junto a mí abatiendo sus largas pestañas, dejando aquel aroma tan peculiar lo supe, mi corazón empezó a latir desbocado, errático, como jamás lo había hecho en la vida. Su cabello se movía con cada paso que ella daba, la ropa que llevaba puesta se ceñía a su delgada anatomía. Estaba embobado con su sola presencia, quería tocarla, sentir su piel en la palma de mis manos, pasar mis dedos por su angelical rostro y enredar su cabello en mi mano.

—¿Corban? —preguntó Enid a mi lado —. ¿Estás bien?

—Es ella —musité mirándola. Dejó la bandeja con comida sobre la mesilla en medio de la sala —. Es ella, Enid, es ella —me sentía colapsar, todo mi cuerpo ardía, las emociones se intensificaron por mil, era una puta locura que no creía fuera real.

—¿Es ella? —Nuestra madre se mantenía ajena a lo que estaba pasando en realidad, lo mejor es que fuera así y que por ahora no se enterara de que esa chica, la hija de su mejor amiga era la mujer con la que debía compartir la eternidad.

—Es ella —contuve la respiración. Quería salir de aquí, irme lejos, correr lo más rápido que pudiera y alejarme de ella. Quizá no iba a arreglar nada. El aroma de su piel me estaba matando. Sensaciones que jamás sentí por nadie y ahora...Ahora estaba jodido.

Cuando la niña de cabellos rojos se sitúo al lado de su madre y fue presentada a mi progenitora sus labios se ensancharon en una genuina y bonita sonrisa, mis músculos se crisparon, mis vellos se erizaron y mi corazón no paraba de latir.

Basta, basta.

Casi suplicaba de rodillas, rogando al cielo que todo esto se detuviera ya, que estos sentimientos se alejaran y que, por favor, sea lo que estuviera pasando todo terminara de una puta vez. Pero como siempre la vida, el destino o lo que sea que nos trajo aquí estaba conspirando en mi contra, porque en ese instante sus ojos azules me ubicaron y cada sensación se multiplicó por mil, creo que ella también lo sintió porque pude palpar un espasmo que recorrió su piel, su carne y cada uno de sus huesos.

—¿Estás bien? —preguntó su madre cuando enterró los dedos en su brazos para sostenerse y no caer al suelo.

Yo también lo siento, conejita, yo también lo siento.

—S-sí —murmuró apenas evitando mirarme. Su madre le sonrió poniendo una mano encima de la suya —. Voy por agua —la mujer asintió y mi pequeña conejita se alejó hacia la cocina. En ningún momento la perdí de vista y más allá podía sentir sus movimientos torpes por toda la cocina.

—Hay muchas cosas de las que tenemos que hablar —dijo Luci, en medio de un silencio que inundó la sala por unos segundos.

—Ya lo creo —mamá se quitó el abrigo, Bór se apresuró para cogerlo y llevarlo al perchero —. Por ejemplo podrías empezar por decirme porque te fuiste y donde has estado todos estos años —cada uno tomó asiento en uno de los sofás que había en la sala. Bór, Eamon, Luci y yo nos quedamos de pie a la espera que el ex rey del infierno nos narrara todas las aventuras que tuvo a lo largo de estos años —. ¿Dónde está Caine? ¿Por qué se fue? —preguntó mi madre.

—Caine y yo hemos estado en el mismo lugar desde que nos fuimos, aunque yo he viajado a otros mundos —mamá alzó una ceja. Luci apoyó ambas manos en el respaldo del sofá —. Es difícil de explicar y lo mejor es que lo haga mañana.

Se quedó callado ante la mirada acusadora de mamá. Sí, a veces podía intimidar.

—Han pasado muchas cosas, hay muchos mundos, todos distintos a este. Unos a punto de colapsar y otros que se han mantenido a flote. No voy a terminar esta noche —miró a mamá esperando que lo entendiera y le diera unas horas para explicarnos donde se metió.

—Está bien, de todos modos ya estamos aquí —compartió una mirada con mi hermana.

Mi pequeño conejito regresó a la sala con un vaso con agua entre las manos, un poco temblorosas y nerviosa. Lo sentía en cada fibra de su bonita anatomía.

Lorian

Él estaba ahí, frente a mí. Con esa postura inigualable, oscura, intimidante. Poseía el par de ojos más siniestros que haya visto en toda mi vida, su aura era oscura, casi negra. Hombros cuadrados y espalda ancha, su mandíbula estaba más marcada que mis bragas en mi cintura, labios delgados, nariz larga que terminaba en una hermosa punta, sus pestañas eran oscuras y largas, cabello pardo y largo que tenía que echar hacia atrás con los dedos, estos enredándose en las hebras negras de su melena.

Estaba ahí, a tan solo unos metros de distancia pero lo sentía tan lejos a la vez, tan distante y ajeno a mí. Se resistía al lazo, este lazo que me pedía a gritos acercarme y pasar mis dedos por su suave piel, juntar mis labios a los suyos para descubrir que era real y no un mal sueño, como los que tuve a lo largo de estos años. Pero no lo haría, no iba a hablar con él, no me iba a acercar porque hacerlo sería demostrarle que estuve esperando este momento como una desquiciada y que ahora que lo tenía frente a mí, no era como yo lo imaginé.

Me sentía decepcionada y rota, como si cada una de las esperanzas que estaba manteniendo se estuvieran derrumbando poco a poco, como si fuera una pared a la que se empieza a caer la pintura con el paso de los años, por la humedad y el moho. Sentía mi corazón hecho una pasa, mis manos temblaban levemente pero no me movía de mi lugar, sentía que si daba un paso me iba a echar a llorar.

Todo era tan irónico porque nunca esperé nada bueno de él, sabía que era un sanguinario, un vampiro que se alimenta de los demás pero mi romanticismo oculto esperaba que en el momento que nos viéramos fuera diferente, que él fuera diferente a las visiones que me atormentaron cada noche. Pero ahora entendía que las cosas no iban a ser tan fáciles y que tendría que luchar contra el mismo hombre que estaba destinado para mí.

Todos cenamos en el comedor, todos se veían tan felices, reían y recordaban todo lo que pasó antes de que la desgracia llegara a sus vidas. Corban al lado de su madre siempre y Boone junto a Enid, amaba la conexión que existía entre ellos dos. Ninguno se resistió al lazo que lo unía, ambos estaban encantados con el otro, mientras tanto yo era un mar de nervios que no podía evitar mover la pierna de arriba abajo, mi corazón no paraba de latir veloz y aquel vacío en medio del pecho no se iba. No me dejó en paz ni cuando terminamos de cenar, al lavar los platos sucios, ni mucho menos cuando lo tuve al lado tan solo unos segundos.

—Entonces nos vemos mañana —dijo Camille. Miraba desde el barandal hacia la puerta donde los Edevane se despedían de Camille. Se iban a quedar en esta casa ya que era mucho más grande que la de nuestra tía.

—Mañana temprano —habló Bryony. Era una mujer hermosa, realmente bonita y poderosa. La magia fluía de ella como un río con un gran caudal. Transmitía paz y amor, bondad, sonreía mucho y aquello te producía felicidad a ti también, pero sus hijos...Ambos eran tan diferentes, Enid más parecida a su madre porque Corban era tan tenebroso, maligno, sangriento y tan frío como el hielo pero quemaba todo a su paso.

—Aquí nos vemos —la vampiresa se alejó. Cerraron la puerta y fue Corban el primero que miró hacia arriba, en mi dirección.

Madre mía, madre mía.

Salí corriendo hacia mi habitación a la vez que podía sentir toda su lobreguez acercarse con cada paso que daba. Abrí la puerta y cerré de golpe apoyando la espalda contra la madera, suspiré fuertemente y saqué mi móvil para llamarle a Isla. La habitación estaba a oscuras pero me ubicaba bien entre las cuatro paredes, así que fui a mi cama sentándome en la orilla del colchón.

¿Qué pasa, Loo?

—No me lo vas a creer. Ni yo lo creo —estaba tan nerviosa que apenas podía articular una frase.

¿Qué pasa? ¿Todo bien? —negué rápidamente.

—Nada está bien, Titi, nada está bien. Está aquí, él...Mi compañero —del otro lado de la línea no había sonido alguno lo que me puso alerta, aquí Isla se desmayó —. ¿Estás bien?

Sí, sí, ¿cómo es eso de que está ahí? ¿Cuándo llegó? ¿Cómo? —mi pierna iba de arriba abajo repetidamente.

—¿Recuerdas a Bryony? La mejor amiga de mi madre, la que se tuvo que ir...

Sí, Loo, sí sé quien es ella. Todos en el aquelarre lo sabemos, ¿ella qué?

—Tiene dos hijos, Enid, quien es la compañera de mi hermano y Corban, es él.

¡No! —gritó tan fuerte que tuve que alejar el móvil de mi oreja —. ¿No? ¿Sí?

—¡Sí! Maldita sea, sí —me mordí el dedo con la intención de alejar esta sensación que me penetraba la piel —. ¿Qué voy a hacer, Titi? Él se resiste al lazo, lo sé, lo siento.

Casi me echo a llorar pero retuve las lágrimas en las esquinas de mis ojos.

Madre mía, Loo. No puedo creer que esto esté pasando tan rápido —suspiró —. Tenemos que vernos, eh.

—¿Puedes venir mañana?

Claro que sí, amiga, ahí voy a estar —sonreí.

—Lo odio, Titi, lo odio tanto. Me desprecia así que el sentimiento es mutuo.

No digas eso, quizá es la conmoción del momento. Llegar y encontrarse tan de repente...—la interrumpí.

—Con Enid y Boone no fue así, ellos no se resistieron, se atraen de una manera descomunal que me impresiona, es como si se conocieran de años, él y yo...—me mordí el labio —. No tiene caso —resoplé —. Mañana que vengas te voy a explicar todo.

Te veo mañana, Loo, intenta descansar. Si no puedes tómate uno de los tés de tu mamá y con eso caes rendida como tronco —ambas nos reímos.

—Te voy a tomar la palabra porque no creo que pueda dormir sabiendo que está a unos pasos de mi habitación.

Hasta mañana, Loo, descansa.

—Hasta mañana, Titi —me mandó un beso para después colgar.

Dejé el móvil a un lado, me quedé mirando el suelo y como la luz de afuera iluminaba la pieza, solté un gran y sonoro suspiro, mis manos se aferraron a los cobertores que cubrían el colchón.

—Así que me odias, eh —aquella voz rasca e inexpresiva me hizo mirar en todas direcciones. Aquel tono sombrío provenía de alguna parte de mi habitación pero con la oscuridad cernida a esta no ubicaba bien desde donde venía, donde estaba.

Me puse de pie cuando la luz se encendió, dándome cuenta de que Corban estaba al lado de la puerta con una mano en el apagador, descansando la espalda en la pared y una pierna flexionada.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? —la comisura derecha de su boca se elevó en una sonrisa siniestra. Se apartó de la pared para acercarse a mí, con pasos lentos y calculados, las manos en la espalda en todo momento —. Dime, te exijo que me digas —temblaba por dentro.

—Esto no es la bóveda de un banco —caminó a mi alrededor. Sentía su mirada en cada parte de mi cuerpo, cada centímetro era escaneado por su ojos escrutadores —. Es más fácil entrar aquí de lo que te imaginas —su voz escalaba las fibras de mi carne —. Además la ventana está abierta.

Quedamos de nuevo cara a cara. La punta de su nariz rozaba la mía, tenía que levantar la barbilla para poder verle mejor, mientras que él tenía que agacharse un poco para así verme a los ojos.

—Así que tú eres la pequeña maligna que acechaba mis sueños cada noche, la conejita de cabellos rojos y mirada encantadora —puso dos dedos bajo mi barbilla —. Mi pequeña presa —el movimiento de sus labios era sutil y lento —. Bonita, muy bonita —movió mi rostro de un lado al otro para observarme mejor.

—Y tú eres el ser maligno que se apoderó de mis mejores sueños para convertirlos en pesadillas —aquella sonrisa no se borró de sus labios —. No te hagas el que no sabes nada. Te he visto destrozar cuerpos, beber sangre hasta quedar saciado, eres perverso, cruel, maligno y oscuro —me quise apartar pero no me dejó hacerlo —. No te quiero cerca de mí.

—Yo tampoco te quiero cerca —murmuró. No me quitaba la mirada de encima.

Eres más guapo y encantador de lo que me imaginé.

—Deberías bloquear tus pensamientos de mí —opinó.

—Lo haré —sostenía mi barbilla con dos dedos —. Ya que no somos nada y tampoco lo seremos te pido que tú también lo hagas.

—¿Crees que yo quiero esto? —dijo serio. Dio un paso hacia delante y yo uno hacia atrás —. ¿Crees que quiero atar mi vida a una completa desconocida? No, no lo quiero —de nuevo dio unos pasos hacia delante y yo hacia atrás hasta que mi espalda tocó la superficie plana de la pared —. Pero sé que lo sientes, es fuerte y me atrae a ti como un maldito imán —se escuchaba desesperado, aterrado —. Te vi y todo se disparó dentro de mí, ahora mismo soy una hoguera que no se quiere apagar. Tu olor me atrae, quiero besarte...

—Pues no lo hagas, te lo pido —acercó la punta de su nariz a mi cuello donde olisqueó un poco, deslizó esta por mi mejilla —. Tú no quieres esto, yo tampoco lo quiero así que si nos resistimos...

—¿Cuánto crees que puedas resistir a esto, Lorian? ¿Eh? Dime —sus manos abarcaron mi cuello y su pulgar se paseaba justamente donde está mi vena, la que sentía palpitar bajo mi piel. Atisbe el deseo y la lujuria emanar de su cuerpo, golpeó el mío como si esta fuera una tormenta que destruía todo a su paso —. ¿Una semana, un mes?

—Esa pregunta deberías hacerla tú —lo enfrenté. Levanté la barbilla sin dejarme amedrentar por su imponente figura —. ¿Cuánto crees que puedas resistir? ¿Cuánto crees que puedas soportar no estar cerca de mí, sin querer tocarme, besarme? El lazo existe, Corban y es más fuerte que tú y que yo —se mojó los labios y se me antojó besarlos, meter mi lengua en su boca, enredar mis dedos en los cabellos de su nuca y atraerlo a mí —. Vamos a ver quien soporta más tiempo sin el otro —su sonrisa se ensanchó, pero si creía que le temía estaba equivocado, no le tenía miedo, ni una pizca de este atenazaba mi cuerpo. Al contrario, el lazo me pedía culminar con esta disputa y dejar todo de lado para romper con la tensión que nos estaba sofocando.

—No seré yo, Rauðhetta —se apartó. Su pulgar se deslizó de un extremo de su labio al otro —. Buenas noches, bonita, sueña con los demonios —me hizo un guiño. Se giró sobre sus talones y cogió el picaporte de la puerta, la jaló hacia su cuerpo y abrió mirando a ambos lados del pasillo. Cuando se aseguró que no había nadie salió y cerró de nuevo, dejándome sola con este cúmulo de emociones que surcaban todo mi cuerpo.

—¿Qué fue todo eso? —mis piernas no lo soportaron más y caí al suelo de culo con las manos apoyadas en la pared. Mi pecho subía y bajaba, ni siquiera me había dado cuenta del calor que me recorría por completo y se acentuaba en aquella zona donde nadie había metido su mano.

Con él las cosas eran tan intensas que hasta el calor en la atmósfera se transformaba, me sofocaba, no podía respirar bien, sentía que mis pulmones colapsaban, me faltaba el aire.

Boone

—¿Cómo te sientes? —le pregunté a Enid. Había estado hablando con su madre y me preocupaba que la fuera a regañar pero Bryony no se veía así, era tranquila, risueña y amable, muy amable, algo que le faltaba a su hijo —. ¿Te dijo algo?

Una cosa que caracteriza a Enid es que no siente pena o vergüenza por nada, ni siquiera porque apenas nos conocíamos y ella se quitaba la ropa frente a mí, quizá tenía la confianza para hacerlo porque sabía que nunca haría nada que la lastimara o que ella no quisiera hacer.

—Mi madre nunca me ha regañado, no lo hará ahora —deslizó la tela de su pijama por sus piernas y muslos, ató la prenda a su vientre —. Me dijo que estuvo mal irme sin avisar pero está feliz porque estoy bien y en casa —se sentó a mi lado.

—Eso quiere decir que no se van —negó.

—¿Has visto la cantidad de maletas que han traído? No nos vamos, Boonsito —me dio un golpecito en la punta de la nariz con su dedo índice. Estaba tan cerca de mí que me sentía arder por dentro, como si mis órganos fueran brasas ardiendo que quemaban todo lo que tenían a su paso.

—Me-menos mal —me aclaré la garganta. Mis ojos iban de sus labios a sus ojos repetidas veces —. Así podremos conocernos más.

—Yo siento que te conozco de toda la vida —confesó —. ¿No lo sientes así? —asentí.

Cogió mis manos entre las suyas con el mismo cuidado que lo hacía yo con ella.

—Hay algo que debo decirte, pero antes de decir una palabra necesito que me prometas que no vas a hacer una locura —me miraba fijamente.

—Me asustas —me giré por completo hacia ella —. ¿Es algo malo? —negó sutilmente.

—No sé si lo sea pero es delicado y tengo que informarte antes de que los demás se den cuenta —apretó mis manos.

—Enid, dime lo que pasa, no importa lo que sea.

—¿Lorian te ha hablado de su compañero? —le dije que sí —. ¿Y qué te ha dicho?

—No mucho, solo que es un vampiro, ha visto mucha sangre y dolor, oscuridad y...—la miraba con la que me estaba observando me daba una pista de a donde quería llegar con todo esto —, es malo y cruel, no tiene piedad —pasé saliva —. Tú sabes algo.

—Sí, yo sé quien es él —alcé mis cejas, con sorpresa, la verdad no me esperaba esto.

—Dime.

—No, si antes me prometes que no vas a hacer una locura...—la detuve porque ya tenía una idea de quien era.

—Es Corban, ¿verdad? Por eso no quieres que haga nada, que le diga nada —me solté de su agarre y me puse de pie —. Es él —asintió.

Me llevé ambas manos a la cabeza y bufé con frustración.

—Maldita sea —mascullé. Enid se quedó detrás de mí con sus manos en mis hombros y su mejilla apoyada en mi espalda.

Maldición, maldición.

—Corban no quiere esto, se niega, se resiste pero tarde o temprano ya no lo hará.

—¿Y si no es así? ¿Si se sigue resistiendo a su lazo? ¿Sabes lo que puede pasar con Lorian? —Mi voz se rompió al pensar que algo malo le podía pasar a mi hermanita —. Se puede morir.

—Lo sé —se movió de lugar para quedar frente a mí. Sus manos subieron a mis mejillas —. Lo sé y te juro que eso no va a pasar, no voy a permitir que le haga daño, que la lastime. Haré lo que sea para que Corban acepte su destino —rodeé sus muñecas con mis manos.

—No lo puedes obligar a nada, no es tu responsabilidad —apoyó su frente contra la mía.

—No, ya sé que no, pero lo puedo persuadir de que siga con esta tontería. Lorian es una buena chica...

—Y él es un sádico —asintió con pena —. ¿Crees que ella se merece algo así?

—No, pero la naturaleza es sabia, ástúð, sabe porqué hace las cosas y con quien. Si Lorin y Corban están destinados es por algo —solté un suspiro.

—Espero que no te equivoques y tengas razón en todo. Me dolería ver sufrir a mi hermana, ella no se lo merece.

—Sé que no. Te aseguro que todo va a salir bien —sonrió dulce y quise besar sus labios pero hacerlo ahora sería irrespetuoso. No era el momento para pensar en este tipo de cosas. Debía alejar estos pensamientos de mi cabeza antes de que Enid pensara que solo la quería para follar y no, no era así —. Crees que al no decir nada no me doy cuenta de lo que piensas y sientes —murmuró. Sus labios rozaban los míos, estábamos tan cerca, tan, tan cerca.

—No sé de que hablas —quise disimular los temblores que sacudían mi cuerpo dada la cercanía. Sonrió pervertida a la vez que sus manos bajaban por mis hombros y brazos, rozó mis dedos, ascendió lenta y tortuosamente por mi sudadera hasta llegar a los cordones del cuello de esta, los enredó en sus dedos, levantó la mirada a mis ojos, encontrándome con un par de luceros colmados solo de perversión y pasión —. Te puedo leer perfectamente, cariño, eres como un libro abierto para mí —la comisura izquierda de su labio se estiró —. Tú corazón se acelera cuando me acerco, en tu mente pasan miles de escenas de los dos. Eres un soñador, Boone, romántico y perfecto —se puso de puntitas para acortar con la distancia que nos separaba.

Nuestros labios estaban peligrosamente cerca, el aliento metálico de su boca me golpeó la nariz. Sí, estaba consciente de que se estaba alimentando pero por ahora no quería saber nada de eso, prefería ignorar el hecho de que lo estaba haciendo y pensar que no iba a lastimar a nadie, a diferencia de su hermano que tal parecía estar acechando todo el tiempo, y temía que una de sus víctimas fuera mi pequeña hermana, esperaba que no fuera así, deseaba que no fuera así.

—T-tú me pones mal —admití. Me mojé los labios en un intento vago por no desmayarme en este momento —. Me aturdes, no puedo pensar con claridad, me pongo nervioso, es como si...

—¿Cómo sí qué? —alzó una ceja. Su tono de voz era sugerente y no ayudaba en nada a la poca estabilidad que tenía ahora mismo.

—Como si nunca hubiera hablado con ninguna chica —me aclaré la garganta.

—¿Y lo has hecho? —preguntó, con curiosidad —. Apuesto que no —sonrió victoriosa.

—No —musité, apenado —. La verdad es que no —su sonrisa se ensanchó más grande.

—Lo sabía —me soltó de golpe y se apartó unos centímetros —. Siempre tan fiel, mi cachorrito —de repente se acercó para dejar un casto beso sobre mis labios y se apartó de nuevo llevando sus manos detrás de su espalda —. Hasta mañana, cariño.

—Esa es una evidente invitación para que me vaya, ¿verdad? —asintió sonriendo. Giré sobre mis talones para llegar a la puerta, alcancé el picaporte pero antes de abrir giré medio cuerpo para despedirme —. Hasta mañana, bonita.

—Hasta mañana, cariño —le di la espalda y esta vez salí de su habitación para ir a la mía.

Crucé el pasillo para ir a mi habitación pero me detuve de golpe cuando a lo lejos vi a Corban y Bór salir a hurtadillas de la casa. Mi mente morbosa pensó de inmediato lo que iban a hacer a mitad de la noche y esperaba estar equivocado pero no, no lo estaba. Eran dos vampiros sangrientos que se alimentaban de sangre humana, no se tenía que ser tan inteligente para adivinar lo que iban a hacer.

♛♛

¡Hola!

¿Qué tal el capítulo? 

Espero les haya gustado, lo hayan disfrutado. Quizá tarde en actualizar o lo haga una vez a la semana pero los capítulos serán largos porque a veces van a narrar los cuatro o hasta los cinco protagonistas. 

¿Qué creen que vaya a pasar ahora?

No sé si me sigan en Twitter pero he dado pistas de una nueva historia de vampiros y haré mención de este nuevo mundo y nuestro siguiente crush, Sterling ;)

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