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Capítulo 6 ♛

Boone

El corazón me latía a tal velocidad que si seguía así me iba a dar un paro cardiaco. No dejaba de mirarla y por más que me decía que tenía que apartar la mirada de su existencia no podía, me era imposible mirar hacia otro lado e ignorar su presencia aquí. Todo en ella demandaba mi entera atención, tenía que ser admirada y apreciada como la hermosa mujer que era.

Nunca pensé que mis sueños se fueran a convertir en realidad pero al tenerla frente a mí sabía que no importaba cuando, aún en la lejanía estos se iban a convertir en realidad, que cada una de aquellas imágenes serían reales más adelante, que no todo estaba perdido porque este era el inicio de todo.

Cuando terminé de preparar la comida nos sentamos en las sillas del comedor, Enid estaba hambrienta, se notaba por la manera en la que devoró lo que había dentro de su plato. Reía a veces, cuando Camille platicaba de sus padres cuando jóvenes, hasta ella se veía mucho más feliz que días atrás y quien no lo estaría, si su sola presencia te llenaba de vida y paz. La bruma se fue, la incertidumbre quedó atrás desde el momento que puso un pie en Bibury.

—¿Quieres hacer algo? ¿Ir a algún lugar? —Camille puso su mano sobre la de Enid, quien al ver lo que hizo le sonrió y correspondió a aquel gesto.

—Me gustaría conocer a Thea —me miró de reojo —. Curtis y Lorian, ¿ese es su nombre? —se dirigió a mí. Asentí ante su pregunta —. Quiero hacer muchas cosas pero por ahora eso es lo más importante —le sonrió a Camille que no le podía decir que no a su sobrina.

—Lo que tú digas —me hizo una seña que entendí a la primera y juntos llevamos los platos sucios al fregadero.

—¿Te ayudo? —negó. Se giró hacia mí enterrando el dedo índice en mi pecho —. ¿Ahora que hice?

—No se te olvide lo que es —se refería a Enid y su rara naturaleza —. Es un vampiro, Boone, se tiene que alimentar si no muere —asentí.

—Eso lo sé a la perfección —mi respuesta fue seria —. Lo tengo presente, Camille —me sonrió.

—Más te vale —me señaló con un dedo —. Quiero que la cuides.

—Lo haré con gusto —se apartó y fue con Enid que esperaba en la sala, mirando algunas fotografías de su padre.

—¿Ella es Morgan? —cogió un portarretrato, Camille se acercó temerosa.

—Sí, ella es Morgan y él es Bastian —señaló la otra fotografía.

—Es hermosa —Enid pasó sus dedos sobre la imagen de Morgan —. La vamos a traer de regreso, te lo juro —dejó la foto en su lugar y tomó ambas manos de Camille entre las suyas —. Lo juro.

—Te creo mi niña —sus ojos se llenaron de lágrimas —. Vamos con Thea, va a estar preocupada por su cachorro —entorné los ojos. A Enid le hizo un poco de gracia el apodo que tenía Camille conmigo.

—Vamos antes de que te de comezón —ahora ella entornó los ojos —. Como la otra vez —cogí mi mochila y salimos de la casa.

—¿Thea hizo eso? —se adelantaron mientras cerraba la puerta.

—Una vez que llevé a Boone al bosque, se enojó y me hizo un hechizo —quedé a su lado —. Es una infantil todavía —se quejó.

—Se preocupa por su cachorro —dijo en un tono burlón.

—¿Tú también? —puso una mano en mi brazo, sentí una especie de electricidad que me recorrió de los pies a la cabeza.

—Lo siento, pero te queda el apodo. Eres adorable y tierno.

—Es el chico más dulce que te pudiste encontrar —comentó Camille.

—Ya lo creo —opinó Enid.

No tardamos en llegar a casa. A estas horas papá ya había regresado del trabajo así que los tres estaban dentro. Me adelanté y saqué las llaves de la casa, metí una a la cerradura y empujé la puerta haciéndome a un lado, permitiendo que ellas pasaran primero. Cerré la puerta y dejé la mochila al lado de las escaleras.

—Boone, ¿eres tú? —escuché a mamá desde la cocina.

—Soy yo. Te tengo una sorpresa —esperamos a que mamá saliera de la cocina, cuando estuvo en el lobby y miró a Enid a mi lado el trapo que sostenía entre sus manos cayó al suelo. Su boca se abrió grande con sorpresa, sus ojos expresaban lo que estaba pasando por su cabeza.

—¿Enid? —la pequeña demonio terminó con la distancia que las separaba, y al estar frente a frente se abrazaron como si se conocieran de toda la vida aunque eso no fuera así —. Dios mío, estás aquí —Enid la abrazó con cuidado, apretándola. Podía sentir todo lo que ella estaba sintiendo y no había más que felicidad y emoción en este momento. Estaba contenta por estar aquí, por conocer a mi madre en persona.

—Estoy aquí y no pienso irme —se separaron. El rostro de mi madre se descompuso.

—¿Y tu madre? ¿Corban? ¿Ellos vinieron? —Enid negó con la cabeza, lentamente.

—Te aseguro que no van a tardar en llegar —sonrió, nerviosa.

—Se vino sin avisar —informó Camille. Mamá se sorprendió porque no se lo esperaba.

—Vamos a la sala —los cuatro fuimos a la sala —. ¿Ella no sabe que estás aquí?

—Ahora lo sabe —se encogió de hombros. Me senté al lado de mi madre —. No quería que viniera pero mi corazón me decía que tenía que venir, no podía esperar más —mamá me echó una mirada cómplice.

—Dios —mamá se llevó una mano al pecho —. Aquí vas a estar segura, no vamos a permitir que te hagan daño y estoy segura que Boone no se va a separar de ti.

—Mamá.

—Eso espero —respondió.

No eres tan inocente como yo creía.

No, no lo soy.

Abrí los ojos de par en par.

Una de las ventajas es que puedo leer tus pensamientos, cachorro.

—Ahí viene Curtis —informó Camille.

Efectivamente mi padre no tardó en bajar y entrar a la sala donde estábamos todos, ahora solo faltaba Lorian, conociéndola ya estaba bajando también.

—Curtis, ella es Enid —señaló a Enid quien se puso de pie.

—Hola —le sonrió a mi padre, estaba sorprendido por esta visita.

—¿Enid Edevane? —preguntó sorprendido, estupefacto. Nos miró a todos y le asentimos con la cabeza afirmando lo que dijo mamá.

—Es ella, lobito —confirmó Camille, con voz serena. Estaba feliz por tener a su sobrina en casa.

—Estás enorme —se abrazaron —. ¿Y tu madre? —se separaron.

—Ella no vino, pero en tres o cuatro días está aquí —papá se sentó al lado de mamá.

—No sabía que iba a venir, la señorita se escapó de su casa —papá miró a mamá y después a Enid.

—Lo siento, pero ya les dije que tenía que venir. No podía alargar más este momento. No me importa lo que tenga que pasar voy a sacar a mi padre de ese lugar, también a Morgan y Bastian —añadió —. No tengo miedo de enfrentarme a Freya o cualquier otro demonio.

—Y nosotros te vamos a ayudar, cariño —Camille sostuvo su mano —. En todo lo que necesites —Enid le agradeció con una bonita sonrisa adornando sus labios —. Lorian, no te escondas —miramos en dirección a la entrada de la sala. Lorian estaba escuchando todo desde una distancia prudente.

—Lo siento —Cosmo pasó a su lado, entró a la sala y subió a las piernas de Enid como si ya la conociera.

—Que cosa tan bonita —lo levantó con cuidado —. ¿Cuál es tu nombre? —jugó con su nariz.

—Su nombre es Cosmo —respondió Lorian.

—Hija, ella es...—mamá se quedó callada cuando mi hermana la interrumpió.

—Ella es Enid Edevane, la compañera de Boone —le extendió la mano a Enid —. Es un gusto conocerte, Enid, que bueno que ya estás en casa.

Enid bajó a Cosmo y aceptó la mano de Lorian, sonriéndole.

—¿Quieren té? —mamá y papá se pusieron de pie. Enid y Camille asintieron ante su pregunta —. Vamos —los dos salieron de la sala.

—¿Cómo estuvo tu viaje? —preguntó Lorian sentándose a mi lado.

—Estuvo bien, la verdad tenía un poco de miedo ya que nunca hemos salido de Islandia pero todo fue perfecto, las personas fueron amables o la mayoría de ellas. Todos tienen un móvil y es raro verlos así, parecen zombies —Lorian frunció el ceño.

—¿Tú no tienes uno?

—Oh sí, tengo uno porque Bór me lo regaló pero en casa no los usábamos.

—¿Entonces como se comunicaban? —pregunté.

—Todos en esa casa somos vampiros, menos mamá, así que no era necesario usarlos.

—Eso quiere decir que no tienes redes sociales —Lorian estaba curiosa.

—No, nada de eso, ni siquiera Corban que es un poco más apegado a los humanos —se encogió de hombros.

—Ya había escuchado ese nombre —se llevó una mano a la barbilla, pensativa —. No sé donde pero ya lo he escuchado.

—Tal vez tus padres han hablado de él —comentó Camille.

—Sí, tal vez sea eso —sus hombros se relajaron.

—¿Dónde te vas a quedar a dormir? —le preguntó Camille, curiosa —. No te estoy presionando, solo quiero saber.

—Aún no sé —de nuevo encogió los hombros, tierna. Pero creo que no había mucho de eso en ella, en su mirada había peligro, maldad y mucha pero mucha pasión.

—Te puedes quedar aquí —sugirió Lorian —. O con Camille.

—Quédate aquí esta noche, no tengo problema con eso —Enid la abrazó, efusiva. Camille le respondió el abrazo y se dejó querer por el demonio que estaba a su lado.

—Gracias, gracias —la llenó de besos en la mejilla, un gesto que Camille no rechazó, al contrario —. Solo esta noche...

—O las que quieras —Camille la miró, después lo hizo conmigo y al final miró a Lorian. Me aclaré la garganta —. Solo digo...—me rasqué la nuca, nervioso.

—Yo encantada —sonrió y continuo abrazando a Camille.

Mis padres no tardaron en entrar a la sala con una bandeja en las manos, dentro de esta se encontraban unas tazas con té y galletitas.

—Enid se va a quedar esta noche a dormir —les dijo Lorian —. ¿No es maravilloso? No te imaginas lo que es crecer con un chico tan soñador y romántico como Boone —la mirada azul de Enid se quedó fija en mi rostro por algunos segundos.

—¿Entonces eres romántico? —sostenía la mano de Camille.

—Demasiado —respondió mi hermana —. Upsi —se llevó una mano a la boca.

—Lorian...—mamá arrastró cada una de las letras de su nombre. Negó con la cabeza, disimuladamente.

—Ash —se cruzó de brazos —. No dije nada.

—¿Ya le llamaste a tu mamá? —papá cambió de tema.

—Aún no —confesó —. Sé que va a estar molesta porque me fui sin avisar pero tenía que venir y ella no quiere regresar. Aquí sufrió mucho, perdió a su madre y al amor de su vida, me imagino que debe ser tan doloroso poner un pie en este lugar.

—¿Y cómo sabes que va a venir? —cuestionó Camille.

—Solo lo sé y ya, tal vez piensa que estoy en peligro y eso hace que se olvide un poco de todo lo malo —encogió un hombro —. Lo siento —llevó su mano a su pecho, apretó el collar que colgaba de este y lo apretó.

—De todos modos te vamos a cuidar y lo que necesites no dudes en decirnos —habló mi padre.

—Mamá tiene a los mejores amigos de todo el mundo —papá y mamá le sonrieron, agradecidos.

Ya más tarde fui por su equipaje a la casa de Camille, estaba tan feliz por ver a Enid y saber que vería de nuevo a Bryony y Corban, por lo que sabíamos este último le estaba dando unos días de ventaja a su hermana, solo serían unos días así que pronto íbamos a tener a los tres en casa. Mamá también estaba contenta al saber que su mejor amiga iba a regresar después de tantos años de no verse.

Al llegar a la puerta de la habitación donde se iba a quedar a dormir me detuve, tomé aire y toqué a la puerta dos veces con los nudillos.

—Adelante —abrí y empujé la puerta. Enid se estaba cambiando de ropa —. Pasa —se acomodó la blusa. Me acerqué a la cama dejando encima de esta su mochila —. Tu hermana fue muy amable al prestarme un pijama —giró sobre sus talones para quedar en el mismo lugar.

—Te traje tus cosas —sonrió.

—Gracias, Boone, no tenías que hacerlo —se sentó en la orilla de la cama y cogió la mochila.

—Ya es tarde —señaló el lugar vacío a su lado.

—Me sé cuidar sola. En Islandia fui perseguida por licántropos casi desde que nací y las brujas me quisieron hechizar más veces de las que puedo contar —abrió la mochila y empezó a sacar algunas prendas de ropa y unos libros.

—¿En serio? —asintió —. ¿Por qué?

—Por ser lo que soy. Bruja, vampiro, demonio y tengo un toque de divinidad dentro de mí —en sus labios se desplegó una sonrisa victoriosa —. Soy como un delicioso coctel de frutas mixto, un poco de esto y aquello.

—Me imagino que tu vida no ha sido fácil —soltó un sonoro suspiro cargado de tristeza.

—No, no lo fue pero aprendí a defenderme de quien sea que me quisiera hacer daño. No creas que por vivir en una isla todo era flores y felicidad. Muy pocos saben que mi madre es la hija de Belial, pero aquellos que lo sabían nos quieren ver muertos solo para obtener nuestra sangre y sacar a ese bastardo de su tumba —espetó.

—Eso no va a pasar, no mientras yo esté contigo.

Ást, no debes preocuparte por mí, me sé cuidar sola —hizo a un lado la mochila, reduciendo la distancia que nos separaba. Mi corazón empezó a latir demasiado rápido cuando se sentó a mi lado, me olisqueó un poco para poner dos dedos bajo mi barbilla —. No hueles tan mal para ser un lobo —sonrió, perversa —. Me gusta como hueles.

—Gracias —quise apartar la mirada pero sus dedos bajo mi barbilla me lo impidieron, me obligó a mirarla a los ojos. Estos eran un inmenso mar de emociones que me golpeaban la piel, todo en mí reaccionaba a su toque, sus miradas y el calor que su cuerpo desprendía. Yo era como una hoguera que estaba fuera de control.

—Tiene razón Camille al decir que contigo me saqué la lotería, eres un sol —se apartó —. Solo tengo una pregunta que hacerte.

—Dime —pasé saliva.

—¿Eres virgen? Hueles como uno —mis cejas se juntaron.

—¿A qué viene esa pregunta?

—¿Eres virgen o no? Mi olfato puede fallar con ustedes pero casi siempre tengo razón.

—Soy virgen —esbozó una gran sonrisa.

—Vaya —se quedó pensativa.

—¿Es raro?

—Dímelo tú —se apoyó sobre el colchón en sus codos —. En esta época los chicos de nuestra edad ya no lo son, y no es raro que lo seas, me parece tierno que también hayas esperado por mí. No todos lo hacen, por ejemplo Corban —bufó.

—¿Él qué? —quería saber más de su hermano.

—Es un promiscuo que se mete con lo que sea que se deje follar, hombres y mujeres por igual. Él no quiso esperar a su compañera, cree que estando con ella dejará de ser libre, pero yo creo que no es eso, solo tiene miedo.

—Entonces Corban es...—no terminé porque ella se adelantó.

—Sí, es bisexual. ¿Tiene algo de malo? —me miró de manera extraña, ya no de esa manera dulce.

—No, no tiene nada de malo —tenía los ojos entornados pero al decir esto los volvió a abrir.

—Ahora que regrese a casa lo vas a conocer, no es tan malo como todos piensan.

—¿Quién dice eso?

—Casi todos lo que le conocen, yo sé que no es bueno y tampoco espero que lo sea, esa es naturaleza como la tuya es ser tan dulce como la miel —cada palabra hacia mí era como un halago disfrazado pero no podía esperar más de ella.

Escuchamos a mamá subir las escaleras y caminar en dirección a la habitación que iba a ocupar Enid. Esta se irguió para ponerse de pie.

—Estás aquí, ¿a qué hora llegaste? —me preguntó entrando a la pieza.

—Hace unos minutos —en las manos traía toallas y cobertores.

—Te traje esto por si necesitas cobertores —los dejó encima de un mueble al lado de la puerta.

—Gracias, Thea —se acercó para dejar un beso en su mejilla.

—Gracias a ti por regresar —me miró por unos segundos —. Espero que tú y mi hijo sean felices.

—Pondré todo de mi parte para que así sea —le sonrió. Mi madre era la más feliz en este momento.

—Hasta mañana, chicos.

—Hasta mañana —respondimos al mismo tiempo. Salió de la habitación dejándonos solos.

—Creo que yo también me voy, te dejo descansar —me puse de pie.

—Gracias por todo, Boone —caminé hacia la puerta pero su mano rodeando mi muñeca me hizo detenerme en seco. Me giré hacia ella y sin esperarlo estampó sus labios contra los míos —. Hasta mañana —me soltó permitiendo que pudiera salir de su habitación.

Corban

Me encontraba apoyado del marco de la puerta escuchando la conversación que sostenía mi madre con Thea. Al fin se pudo comunicar con ella ya que la tormenta impedía que salieran las llamadas o mensajes, estábamos incomunicados por mi culpa y sabía que mamá no iba a tardar en descubrirlo.

—Pero ella está bien, ¿no es así?

—respondió Thea del otro lado de la línea —. Se encuentra bien, ahora mismo está desayunando, quiere ir a conocer el pueblo —mamá soltó un suspiro, aliviada.

—Gracias por cuidar de mi niña, Thea, te debo mucho ahora.

No es nada, Bry, quiero a tus hijos como si fueran míos. Aquí va a estar segura y nada malo le va a pasar.

—En cuanto pase la tormenta salimos para allá, no puedo esperar a verla y asegurarme de que está bien.

Los vamos a estar esperando —dijo Thea —. Te quiero mucho.

—Y yo a ti, Thea —colgaron al mismo tiempo. Dejó el teléfono en su lugar —. Ya escuchaste, Corban —me señaló y se puso de pie —. Voy a preparar mis maletas —sin decir más salió de la sala y subió las escaleras.

Al ver que se alejaba Bór se acercó para entregarme un vaso con coñac.

—¿Qué te preocupa, Corban? —le di un sorbo a mi vaso pero el licor se sentía como si fuera agua, podía beberme la botella completa y no iba a pasar nada —. ¿Acaso temes perder tu libertad o tienes miedo simplemente?

—¿Miedo yo? ¿De qué?

—Que aquella niña pelirroja no te acepte tal y como eres —le fruncí el ceño.

—No digas tonterías —me reí, sin gracia.

—No son tonterías y lo sabes —me señaló con un dedo —. Temes que no te acepte por tu largo historial de conquistas, no esperaste a conocerla para tener tu primera vez con ella, al contrario. Te entregaste a una mujer con la esperanza de poder olvidarla y sacarla de tu cabeza, ¿pero qué pasó? Todo se volvió más intenso.

—Bór...—le pedí que ya no siguiera.

—No me voy a callar, no me intimidas —entorné los ojos —. Que no se te olvide quien se te enseñó a cazar, quien estuvo ahí la primera vez que probaste la sangre humana y cuando mataste por primera vez —de nuevo me señaló —. Te vi crecer y eso me da el derecho de decirte tus verdades.

—No sigas, por favor —se acercó. Puso su mano en mi mejilla debajo de mi oreja.

—No debe darte verguenza todo lo que has hecho todos estos años, si ella es tu compañera te va a aceptar tal y como eres.

—¿Y si no es así? —apoyó su frente contra la mía.

—Entonces no vale la pena —sonreí.

—Gracias, por todo —nos separamos. Palmeó mi hombro —. Todos estos años fuiste como un padre para Enid y para mí.

—Y ustedes como los hijos que nunca tuve. Pero es el momento de regresar a casa y enfrentar a tus demonios —le di un último sorbo a mi vaso bebiéndome todo de golpe.

—¿Se te olvida que aquí el demonio soy yo? —sonrió victorioso.

—Nunca se me va a olvidar lo que eres, Corban, tú tampoco lo tienes que olvidar.

—Jamás.

Subí a mi habitación para guardar la mayoría de cosas que pudiera, de todos modos no teníamos a donde llegar ni una casa en la que vivir y no importaba si llevaba todo o la mitad de mi ropa. Oddur se iba a encargar de mandarnos todo cuando estuviéramos en un lugar estable.

Lo que importaba ahora era ir con Rós y despedirme de ella para siempre, hacer que me olvidara y todas las personas con las que tuve algún tipo de amistad. Era hora de afrontar lo que en verdad era y dejar de fingir. No quería que Rós padeciera mi ausencia, que sufriera por mi culpa porque no lo valía, se merecía a alguien mejor que le hiciera feliz y le pudiera dar el amor que tanto me dio y el que no pude corresponder nunca, porque aunque no lo quería este ya le pertenecía a alguien más. No lo quería y tampoco lo aceptaba, pero la naturaleza era así y desde el día de mi nacimiento ató mi vida a la de una completa desconocida que esperaba por mí. 

♛♛

Espero les haya gustado el capítulo. Desde ya les digo que las cosas no van a ser fáciles entre Corban y Lorian porque los dos se resisten al lazo pero de que habrá mucha tensión y pasión la habrá, ya veremos cuanto tiempo les dura el resistirse a los que sienten. Esto será un enemies to lovers 😏

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