Capítulo 36 ♛
Enid
Un empujón me envió lejos de Corban, un grito lacerante abandonó mis labios al mismo tiempo que mi hermano desaparecía frente a mí, sostuve la cajita que me dio entre las manos, caí de rodillas al suelo y aparecí de nuevo en mi casa o lo poco que quedaba de ella ya que los demonios de Freya se hicieron cargo de destrozarla por completo, quedando solamente una pared en pie y lo demás convertido en cenizas.
—¿Enid? —La voz de Boone resonó a través de la oscuridad —. Enid, estás bien —sentí sus brazos alrededor del cuerpo, me ayudó a ponerme de pie —. ¿Qué pasó?
—Corban —logré murmurar —. Corban está muerto —escuché el crujir de la madera.
—¿Qué? —giré sobre mis talones, acunó mis mejillas con sus manos y le miré directamente a los ojos —. ¿Qué pasó? —indagó buscando alguna mentira en mis ojos, pero solo iba a encontrar la verdad.
—Corban me ayudó a escapar —empecé a explicar —. Él me dio esto —le mostré la cajita —. Freya lo atacó por detrás enterrando una espada en su espalda —un nudo se formó en mi garganta.
Mamá y papá aparecieron a mi lado, escucharon lo que dije y al igual que yo no podían creer lo que estaba diciendo, pero era cierto, yo vi morir a Corban, vi cuando un gran agujero se formó en medio de su pecho y empezó a desaparecer, vi su rostro de agonía y dolor y después ya no había nada, se fue.
—¿Qué dijiste? —murmuró mi madre, cubriéndose la boca con las manos —. Dime que no es cierto —sacudió la cabeza.
—Enid —papá se encontraba a su lado.
—Lo siento —tragué saliva —. No pude salvarlo.
Ya no tenía lágrimas que derramar, estaba seca por dentro. Había mucho dolor y rabia, pero era más la segunda la que predominaba dentro de mí. Quería matar a Freya, quería acabar con ella de una vez por todas y terminar con esto antes de perder a alguien más. No me podía imaginar la vida sin papá o mamá, sin Boone.
—No, no —mamá se aferró a la ropa de papá mientras él me miraba desconsolado, reteniendo las lágrimas en las esquinas de sus ojos.
—Él no puede estar muerto —dijo papá —. No mi hijo.
—Lo vi morir, Freya lo mató...
—Freya no lo mató —volteamos a ver al dueño de aquella voz y descubrimos a Thomas apareciendo entre la bruma de la mañana y la oscuridad de la que Freya era la causante.
—¡Yo lo vi morir! —brame.
—Pero no lo mató —empezó a explicar sereno —. Está herido y encerrado en un lugar al que no puedo acceder, pero no está muerto.
—¿Qué haces aquí? ¿Por qué te apareces ahora que todo se fue a la mierda? —le reclamó mamá, apartándose de mi padre —. Bór y Eamon están muertos —sentí una opresión cuando afirmó que ellos habían muerto —. ¿No pudiste ayudarnos antes?
—Lo estoy haciendo ahora —contestó él, con toda la calma del mundo.
—¡Ya para qué! —mamá empezó a llorar —. Mataron a dos de mis mejores amigos —bramó. Se apartó con violencia, pero antes de que se acercara a Thomas mi padre la cogió de la cintura apartándola de él —. ¡Nunca estuviste presente en nuestras vidas! Nunca te importamos —espetó.
—No me podía involucrar en los asuntos, hay reglas, las mismas que Freya rompió en el momento que se metió con los mortales.
—¿Esperaste todo este tiempo para ayudarnos? —preguntó papá, molesto.
—Deben entender...
—Y tú debes entender que las cosas no se van a quedar así —le dije —. Freya tiene que dejar de ser una molestia, porque en cuánto obtenga lo que está buscando nadie la va a parar, mucho menos tú —hablé serena —. ¿No crees que es hora de que las cosas cambien y que todo sea mejor para todos? —no respondió a mi pregunta, solo la evadió.
—¿Me entregas la caja? —ni siquiera recordaba que la llevaba conmigo. No dudé en entregársela. La abrió y fue cómo si dentro de esta hubiese vida, eran pequeñas lucecitas de colores claros que danzaban a nuestro alrededor, dos de ellas partieron rápidamente en medio de la neblina mientras que las demás se reunieron en un círculo alrededor de Thomas, quien llevó las manos detrás de su espalda. Aquellas pequeñas luces se convirtieron en fuertes destellos cobrando forma humana, apareciendo los príncipes del infierno, incluido Leviathan quien había sido desterrado desde hace años.
—¿Leviathan? —la pregunta de mi madre obligó al demonio a mirarla sonriendo.
—Bryony, te ves igual que hace veinte años —dijo. Se acercaron y abrazaron por algunos minutos. La escena era conmovedora, después de tantos años ellos se volvían a ver —. ¿Cómo estás? —apartó los mechones de cabello de sus mejillas —. Veo que las cosas no están nada bien —murmuró mirando su entorno. Su mirada clara se quedó fija en mí por algunos segundos, observó a Boone y después a mi padre.
—Tenemos que salir de aquí, es peligroso permanecer mucho tiempo en este lugar —opinó mi padre y le dimos la razón.
Boone me ayudó a buscar algo de ropa entre los escombros que quedaron de la mansión. Thomas se quedó hablando con sus hijos, intentando convencerlos para ayudarnos en contra de Freya, no todos se veían convencidos, sin embargo, la mayor parte de ellos estaban de acuerdo en acabar con Freya de una vez por todas.
Llegamos a la casa de los Curtis, el único lugar seguro al que podíamos ir sin correr peligro de que las cosas se fueran a repetir y aun así no estábamos tan seguros en ningún lado, los demonios de Freya estaban por todas partes no solo aquí en Bibury, intentar que todo fuera cómo antes sería imposible, nos tomaría años reconstruir este lugar y que llegara a ser lo que fue antes de esta guerra.
—¿Cómo te sientes? —Boone me llevó a su habitación. Los demás se quedaron abajo armando un plan para destruir a Freya, pero los únicos que la podíamos matar éramos Corban y yo y eso implicaba morir en el intento, no quería dejar a mi familia sola, pero si era necesario lo haría sin pensarlo. No estaba segura que Corban hiciera lo mismo, era más egoísta y soberbio.
—No estoy nada bien —le dije —. Estoy cansada, ¿sabes? Harta de pelear y luchar en contra de alguien que nos odia sin motivo alguno. Solo quiero que esto termine de una vez por todas. Solo quiero paz.
—Todo esto va a terminar pronto, Luci y Caine tienen sus poderes, todos los príncipes están aquí y con su ayuda vamos a detener a Freya —me abrazaba con suavidad, sin hacerme daño —. Nos va a costar un poco de trabajo salir de este agujero, pero todos juntos es más fácil —aunque no me estaba mirando le sonreí. Me hubiera gustado tener la misma fe devota que él y pensar que todo iba a salir bien, que las cosas se iban a solucionar pronto.
****
Permanecimos en la casa de los Curtis y de Camille mientras se trazaba un plan para derrocar a Freya, todos íbamos a participar, nadie se quedaría fuera ya que ella tenía un ejército de demonios bajo su mando y nosotros no éramos ni la cuarta parte que ellos, sin embargo, no nos íbamos a dar por vencidos. El plan lucía bien, la idea era acorralar a Freya mientras luchábamos contra su ejército, yo sería la carnada para atraerla, suponíamos que iba a traer a Corban consigo, esa era nuestra ventaja, ella no sabía que solo él y yo la podíamos matar. Aún no sabíamos cómo, pero Thomas dijo que cuando fuera el momento lo íbamos a entender y haríamos lo que creyéramos necesario.
Estábamos conscientes de que no sería fácil, nosotros contra todos ellos, solo algunos lobos nos quisieron seguir, no todas las brujas aceptaron ayudar y lo entendíamos, no era su guerra y no tenía por qué sacrificarse por nadie. Los padres de Thea dijeron que harían lo que sea con tal de que las cosas fueran cómo antes, ellos convencieron a otras brujas y la voz se corrió por todo Bibury y sus alrededores, al menos doscientos brujas y brujos, vampiros y lobos nos iban a ayudar.
Parecía que las cosas al fin estaban saliendo bien, esa neblina espesa y oscura se estaba disipando, dejando ver los estragos que habían dejado los seguidores de Freya, un caos total, una desolación que nos quemaba el pecho. Pérdidas que serían difíciles de reparar, un vacío que no se llenaba con nada. Se hicieron los funerales de Eamon y Bór, Oddur vino a despedir a su hijo, trayendo consigo buenas noticias; más aliados se unieron a nosotros, amigos de papá que conoció a lo largo de los años, familia de Oddur y Bór que estaban dispuestos a vengar su muerte.
Mi madre lloró a dos de sus mejores amigos y juró que su muerte no sería en vano. Oddur dijo que su hijo por fin estaba descansando después de muchos años de no encontrar paz, ahora se podía reunir con el amor de su vida para toda la eternidad y Eamon, él me dolía tanto que no podía pensar en una vida sin él, no me podía imaginar ir por ahí sin su presencia, Isla sufría tanto por su partida, lo llegó a querer mucho y decía que nunca encontraría a alguien cómo Eamon. Ambos se fueron cuando no tenían que hacerlo, pero su muerte no quedaría impune, Freya iba a pagar cada una de las muertes que provocó y todo el daño que hizo a personas inocentes.
Después de enterrar a Bór y Eamon regresamos a la casa de los Curtis, donde terminaríamos el plan para derrocar a Freya. Papá platicaba con sus amigos a los que no había visto hacía muchos años, los mismos que felicitaron a Camille por estar en una relación estable con Morgan y que ahora no fuera tan agresiva cómo en el pasado. Dejando de lado toda la mierda que estaba pasando afuera, esta parecía una reunión cualquiera.
—¡Atención! —llamó Lucifer con voz demandante. Todos se acercaron a la sala donde se encontraban los planos del ataque a Freya —. ¿Todos saben lo que van a hacer?
—¡Sí! —respondimos. Me recordaba a cuando asistí un tiempo al colegio y todos respondíamos al unísono. Lucifer se tuvo que subir a una mesita para que todos le pusieran atención. No se encontraban todos los que iban a participar, era imposible meter a tantos en una casa tan pequeña.
—Se tienen que esconder bien para que Freya no los huela —señaló —. Mis hermanos se harán cargo de esconder su olor. Es seguro que llevará consigo a Corban y no creo que sea fácil ayudarlo a escapar. Pero para eso Cyst nos va a ayudar —la demonio levantó la mano asintiendo —. Cuando Corban esté libre se va a reunir con Enid, mientras los demás pelean contra los demonios, nosotros vamos a detener a Freya lo más que podamos. No será fácil, es muy fuerte y corremos el riesgo de que nos mate, para eso Lilith junto a los sanadores atenderán a los heridos, para que nos ayuden ¡y nadie muera en el campo de batalla! ¿¡Entendido!?
—¡Entendido! —respondimos.
—Nadie debe morir, esta vez no. No pudimos salvar a dos de los nuestros, pero no volverá a pasar. Existe magia muy oscura que te convierte en cenizas en pocos segundos, deben cuidarse de que no los toquen, que Freya no se acerque y tienen que usar todo lo que tienen en su contra, nos puede doblegar a su antojo y robar nuestros poderes, por eso debemos detenerla, para que no mate a nadie —observábamos a Luci detenidamente, prestando atención a cada una de sus palabras —. ¡Esta guerra termina mañana! ¡Nadie más nos va a quitar el poder que tenemos! ¡Nadie más vendrá a decirnos lo que tenemos o no que hacer! Cuando todo esto termine nos vamos a reunir con nuestro padre para mejorar algunas cosas, ya no seremos más los malos del cuento, ya no más señores. A partir de este momento viviremos codo a codo con los mortales, ¡no nos vamos a esconder!
Un grito de victoria resonó por toda la casa, risas y abrazos efusivos se dieron por varios minutos en los que todos se veían felices, al menos esta noche nadie iba a pensar en lo que pasaría mañana, hoy nos quisimos olvidar de todo y de todos. Esa noche fuimos felices, al menos por un momento.
—Saben lo que puede pasar mañana, ¿cierto? —Me reuní con papá y mamá fuera de la casa.
—No digas eso —los tenía cogidos de las manos. Necesitaba este momento a solas con ellos para decirles lo mucho que los amaba y lo feliz que era por tener a dos padres cómo ellos.
—Seamos realistas, lo que haremos Corban y yo es un suicidio, pero estoy bien con eso. Solo quiero decirles que los amo, a ambos —primero le sonreí a mamá y después a papá a quien le dediqué unas palabras —. No tuve mucho tiempo para estar contigo, pero sé que eres el mejor padre de todo el universo. Gracias por estar a mi lado este poco tiempo y quererme tanto. Me hubiera gustado que estuvieras con nosotros cuando nacimos y no es tu culpa, nunca lo fue. Y tú —me dirigí a mamá —. Gracias por cuidarnos y apoyarnos, por no vernos cómo un monstruo, gracias por estar ahí en todo momento. Si yo me voy les pido que cuiden a Boone y que no lo dejen solo, por favor —evité mirarlos porque quería llorar —. Él no puede estar solo —tragué saliva —. Ya vendrán más hijos y podrán llenar ese vacío.
—Nadie va a llenar el vacío de nadie porque tú y Corban no nos van a dejar —comentó mamá.
—Cabe la posibilidad de que sea así.
—No —sentenció papá —. Te voy a proteger con mi vida si es necesario, no vamos a perder a nadie más —los miré a ambos y juntos me regalaron una sonrisa dulce. Me abrazaron, llenaron de besos y bonitas palabras que necesitaba en demasía.
—Vamos a luchar juntos y pase lo que pase te vamos a proteger —le sonreí a mi madre, dejó un beso en mi mejilla —. Esta vez estaremos juntos.
—No te vamos a dejar, cariño —ahora fue mi padre quien dejó un beso en mi mejilla. Me sentía tan dichosa al tener a mis dos padres juntos y a mi lado, soñé tantas veces con esto y tal vez no era un buen momento, pero era feliz por estar con ellos cómo siempre debió ser.
—Gracias, a los dos —murmuré.
Solo anhelaba que las cosas salieran bien y que todo esto terminara bien. Tal vez era mucho pedir, tal vez no merecía estar bien y que todo lo que sucedía fuera mil veces peor, pero en este momento estaba siendo egoísta conmigo y con mi familia, los quería ver bien y felices.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro