Capítulo 29 ♛
Cyst
Lucifer venía a mi lado y no sé si me estaba mirando a mí o solo miraba cerca de mí porque mis sentidos me decían que en parte me observaba de reojo y aquello me ponía un poquito nerviosa. Estrujaba mis dedos, intranquila. Me preguntaba que tanto me miraba o si en verdad lo hacía o solo era yo inventando una situación que no estaba pasando para nada.
Decidimos caminar un poco por el pueblo y de paso averiguar si estaban pasando cosas raras como era de esperarse, ya que sentía a Freya más cerca de lo que pudo estar días atrás. La conocía tan bien que sabía que no se iba a quedar de brazos cruzados y haría lo que fuera para obtener lo que tanto quería. Su objetivo no solo era Corban, ella quería a Enid también. ¿Estaba segura de ello? No, pero la mencionaba igual que lo hacía con Corban.
—¿Cómo te sientes en este mundo? Es muy diferente a lo que es el infierno —indagó Lucifer a mi lado. Con los dedos tiré de la tela de aquella prenda que me habían regalado para poder andar en la tierra sin que nadie me mirara raro, pero esa era casi imposible sabiendo que no actuaba igual que las demás personas y que en su lugar parecía más como un animalito asustado por todo lo que había aquí.
—Me imagino que para ti es normal —musité. Lo miré de reojo y noté que se reía porque tiraba de lo que ellos llamaban jeans y los sentía demasiado apretados.
—Ahora soy más como ellos —comentó. Su voz se escuchaba apagada, gris, casi triste. Ya no era el mismo de antes y en parte lo entendía, había perdido sus poderes por completo, no podía bajar al infierno y aquí tampoco estaba seguro. Nadie de ellos lo estaba.
—Cuando Freya muera serás el mismo de antes —bufé y me bajé la blusa. Lucifer se detuvo un pelín delante de mí pero giró en redondo y dio un paso para quedar más cerca.
—Te ves bien así —tuve que levantar la mirada hacia su rostro ya que era un poco más alto que yo. Bajé los ojos a sus labios y después volví a subir para mirar sus luceros —. Te ves mucho mejor que antes —se mojó los labios y sentí un cosquilleo en la punta de la nuca, una sensación que me recorrió la columna.
—Gracias —se apartó y continuamos caminando. No sabía que decir o si mirarlo descaradamente ya que aún sin tener sus poderes se daba perfecta cuenta de cuando lo miraba.
Tenía esa sensación de que algo no iba bien y que las personas a nuestro alrededor se nos quedaban mirando más de la cuenta. No solo eran los más jóvenes sino los demás, como si tuviéramos algo raro, pero...
Lucifer se detuvo de golpe y levantó el brazo a la altura de mi estómago, provocando que me detuviera de golpe también. Un escalofrío recorrió mi piel cuando me di cuenta que Freya había dejado salir a algunos demonios y que estos habían poseído a los habitantes de este lugar.
—Tenemos que regresar —los demonios pasaban frente a nosotros sin hacer nada ni siquiera nos volteaban a ver pero otros más sí se fijaban de más en nosotros. Quise decir algo pero las palabras murieron en mi boca cuando un grupo de ellos se juntaron frente a nosotros y se acercaron más de lo debido.
—Deberías huir, Cyst —dijo uno de ellos. Era un hombre quien lideraba al grupo —. Freya no está nada contenta con lo que hiciste —mientras ellos se acercaban más y más nosotros reculábamos, apartándonos.
—Dile a tu reina que puede arder en las llamas del infierno —di un paso hacia delante protegiendo a Lucifer ya que si se iban en su contra lo más probable es que no saliera vivo de esta. Mis manos ardieron con el fuego más caliente del infierno, algunos dieron un paso atrás pero su líder no lo hizo, se quedó impasible en su lugar.
—Deberían cuidarse, este pueblo no es seguro para ustedes.
—¿Eso es una amenaza? —indagó Lucifer.
—Es más que nada una advertencia —comentó serio.
Mis ojos iban de él a todos los demás, esperando que alguno de ellos fuera a atacar y defendernos porque tampoco me iba a quedar de brazos cruzados.
—¿Me estás dando una advertencia, a mí? —alcé una ceja. No tenía miedo, al contrario. Me enseñaron a pelear y no darme por vencida, esta no sería la excepción —. ¿Sabes con quien hablas? —mantenía la barbilla en alto pero con esa mirada oscura que podía aterrorizar a quien sea.
Las llamas en mis manos doblaron su tamaño al doble, extendí mis brazos a cada lado y arrojé fuego a cada uno de los demonios que acompañaban al bastardo ese. Sus gritos de dolor y el olor a piel chamuscada me hicieron sentir un poco mejor. El hombre frente a mí solo se quedó de pie sin mirar detrás de él y darse cuenta de lo que sucedía a su espalda. Sentí un fuerte tirón en mi brazo antes de que una bola de fuego pasara a mi lado izquierdo y cayera al suelo con Lucifer arriba de mí.
—Eres una....—el humo negro nos protegía un poco pero cuando este se disipara estaríamos en peligro —. ¿Puedes sacarnos de aquí? —el fuego volaba por encima de nuestras cabezas. Asentí ante la pregunta de Lucifer quien me ayudó a ponerme de pie.
Aquel sujeto daba pasos cortos pero seguros hacia nosotros. Los cuerpos de los demás demonios se quemaban en el suelo mientras que los que quedaron en pie se acercaban, con la ropa chamuscada y la piel al rojo vivo.
—Vamos —Lucifer agarró mi mano con fuerza y echamos a correr entre las pocas personas que todavía quedaban en este lugar que estaba a nada de ceder ante los demonios y Freya.
Los demonios corrían detrás de nosotros arrojando bolas de fuego que por poco llegaban a su objetivo. Esquivamos a otros demonios y salimos del pueblo para entrar a la propiedad de los Edevane. Veía más cerca la mansión y sentí un poco más de alivio cuando pude respirar el aroma del bosque que nos rodeaba.
—¡Corre más rápido! —miré detrás de mi hombro y estaban a nada de alcanzarnos. Giré de nuevo y en la reja vi a Bór junto a Anthea que esperaban impacientes. Me aferré a la mano de Lucifer quien a pesar de ser humano corría mucho más rápido que yo, siendo un demonio.
—¡Vamos, vamos! —gritó Anthea desesperada. Lucifer me empujó dentro y detrás de mí lo hizo él. Apoyé las manos en mis rodillas al mismo tiempo que Bór y Anthea ponían un hechizo sobre la mansión para protegerla de los demonios. Era una coraza de color lila que la cubrió por completo.
—¿Cómo están? ¿No les pasó nada? —preguntó Bór.
—¿Has visto...eso? —Lucifer señaló hacia los demonios que no podían cruzar la coraza —. Allá afuera está todo mal —Anthea y Bór se miraron cómplices.
—¿Qué pasa? —me erguí y llevé una mano a mi estómago.
—Las cosas no están bien —tomé una gran bocanada de aire.
Bór nos indicó que lo siguiéramos dentro de la casa y fue lo que hicimos a los pocos segundos. Al entrar se escuchaba la voz de una mujer, cuando avanzamos y cruzamos la puerta de la sala todos estaban reunidos ahí, mirando hacia la caja que proyectaba la imagen de una mujer, en la parte izquierda arriba las imágenes de personas siendo atacadas por lo que ellos explicaban era un caso descontrolado de rabia.
—¿Rabia? —preguntó Lucifer. Todos voltearon a vernos, creo que no estábamos en las mejores condiciones porque sus miradas lo decían todo. Yo seguía con mi mano en el estómago. Esta sensación no se iba, al contrario, se estancaba más y más en mi carne —. ¿Dónde están Bryony y Caden? —eché un rápido vistazo a la sala dándome cuenta de que ninguno de los dos se encontraba aquí.
—Salieron, dijeron que iban a ver a alguien —el rostro de Lucifer palideció al instante, toda la sangre se le bajó de golpe. Dio un paso atrás chocando conmigo.
—No, no —dijo desesperado, llevandose las manos a la cabeza —. Todo está mal allá afuera —explicó, aterrado —. ¿Por qué los dejaron irse? —su mirada se concentró en Bryony —. No puede ser —giró sobre sus talones pero antes de que pudiera dar un un paso más y adivinando sus intenciones lo agarré del brazo.
—¿A dónde vas? Tú mismo dijiste que todo está mal allá afuera, no puedes salir —su mirada se fijó en mi mano agarrando su brazo, la arrastró por mi brazo hasta llegar a mis ojos.
—Pero...
—Ellos se saben cuidar —dijo Enid, aunque no la escuchaba tan segura —. Van a estar bien —miré de nuevo la caja donde se reproducían aquella imágenes y todo era un caos total. Las personas contra los demonios que se camuflaban en los cuerpos de los que alguna vez fueron sus vecinos. Atacaban sin piedad devorando todo a su paso, los mataban como si fueran un peligro. Sentí un nudo en la garganta y por primera vez desde que estaba aquí quise defenderlos, que nadie les hiciera daño pero no podía contra todos ellos. Éramos muy pocos en esta casa para salir y pelear.
—Te van a matar —miré de nuevo a Lucifer —. No vayas —mi agarre en su brazo se aflojó un poco. La mirada tan penetrante de Lilith me hizo voltear a verla, tenía ese mismo gesto que todos los demás.
—Solo podemos esperar —dijo Bór —. No nos queda más que esperar a que regresen.
—¿Y sino lo hacen? —indagó Lucifer.
—Lo harán, mis padres van a regresar.
Quería creer que sería así y que mientras ellos estaban allá afuera las cosas no se iban a poner peor, si es que se podían poner peor porque esto parecía una guerra entre demonios y humanos, algo que no estaba muy lejos de pasar ya que era lo que Freya quería a toda costa. Ella quería gobernar los tres reinos, la tierra, el infierno y el cielo, ya había conquistado dos parcialmente y si obtenía la divinidad de Enid entonces todo estaría perdido y ya no habría escapatoria, estaríamos bajo sus órdenes, bajo su yugo.
Boone
Revisamos que hubiera suficiente comida para todos y que no fuera a faltar ya que no sabíamos cuánto tiempo iba a durar esto, sino sería solo unos días o semanas, quizá meses. Nos encargamos de cerrar todos los accesos a la casa, reforzar la coraza que protegía la casa de los demonios que se empezaban a juntar en la parte de enfrente de la casa con toda la intención de entrar y matar a todo ser que habitaba en la mansión. Bór junto a mis padres bajaron a los túneles para asegurarse que estaban bloqueados y que nadie podía entrar o salir de ellos.
—Nadie puede salir —informó Lucifer —. Y nadie puede entrar a esta casa. Tenemos que estar juntos ahora más que nunca.
—¿Y qué se te ocurre que podemos hacer nosotros dos sino tenemos poderes? —preguntó Caine en un tono un poco entre burla y serio.
—Lo que sea con tal de mantenernos con vida hasta que llegue el día que tengamos que luchar —su voz era seria y dura. Tenía que serlo ya que era el único aquí con años de experiencia en este tipo de cosas y aunque no tuviera sus poderes era de gran ayuda al igual que Caine.
—Cortaron la red telefónica —Isla levantó el teléfono de la casa y no se escuchaba el tono de llamada —. Estamos incomunicados —musitó. Ella quería hablar con sus padres e informarles que estaba bien, que no salieron de su casa y se mantuvieran a salvo.
—Ven, yo te ayudo a que hables con ellos —Lilith extendió su mano hacia Isla quien dudó unos segundos en ir con ella pero al final aceptó ir.
—Esto es una locura —en la televisión seguían pasando imágenes de Bibury y a las afueras también donde los demonios de Freya ya estaban llegando. Algunos mantenían su forma humana pero otros se iban demacrando y parecían más como zombies sacados de una películas —. Quien iba a decir que esto iba a pasar —Caine dejó caer la espalda contra el respaldo del sofá —. Vamos a morir.
—No vamos a morir —le dijo Enid —. No vamos a morir, no digas tonterías —estaba nerviosa porque sus padres habían salido y no sabíamos nada de ellos —. No...—ni siquiera pudo terminar la frase porque su voz se rompió.
—Ven —la abracé por los hombros —. No le hagas caso —dejé un tierno beso en su mejilla. Miré mal a Caine pero a este poco le importó.
—¿Es que no ven lo que está pasando? —se puso de pie —. Freya ha mandado a sus demonios a por nosotros y solo tenemos esa barrera que nos protege. ¿Qué vamos a hacer si la traspasan?
—El hechizo es el mismo que usamos cuando la mansión se quedó sola —explicó Bór .— Thea y yo hacemos un gran trabajo —miró de reojo a mi madre quien le sonrió —. Solo hay que reforzar el muro cada tanto y no habrá problemas.
Bór y mi padre preparaban lanzas de madera que después iban a hechizar por si algo salía mal y todo se iba al carajo.
—Me gusta su positivismo pero debemos estar preparados para lo peor —de nuevo se dejó caer contra el sofá.
—¿Y qué es lo peor, según tú? —le pregunté. Me miró con ganas de arrancarme la cabeza.
—Lo peor que nos podría pasar es que Freya obtenga lo que quiere y nos mate a todos —bufé y apreté a Enid contra mi cuerpo. Soltó un sollozo y la abracé con más fuerza.
—Vamos a salir de esto —comentó Cyst quien también preparaba armas —. Estoy segura.
—Que Dios te escuche —dijo Caine. Me sonó más que nada a que su abuelo no se metía en este tipo de asuntos y seguramente nos iba a dejar solos, peleando solos contra los demonios.
—Hay muchos demonios —Camille entró a la casa y detrás de ella lo hizo Morgan. Habían ido a revisar los alrededores del muro invisible que protegía la casa.
—¿Cuántos? —Lucifer se asomó por una de las ventanas de la sala.
—No sé, cientos. Se aglomeran y golpean el muro pero no lo pueden traspasar.
—¿Ves? —le dijo Bór a Caine.
—Lo que los hace enojar más —terminó Morgan y la sonrisa de suficiencia de Bór se borró de sus labios de golpe.
—No va a pasar nada mientras se refuerce cada tanto —explicó mi madre —. Si todos estamos juntos vamos a salir de esto.
Era fiel creyente de que estando juntos todo era mejor pero en este caso todo se veía perdido. Los dos más fuertes demonios de todos no tenía poderes, los demonios se juntaban detrás del muro y Bryony y Caden no estaban. Además de que mi hermana no quería despertar.
****
Cuando pasaron algunas horas y todavía no teníamos noticias de los padres de Enid decidió subir al tejado y esperar a que regresaran a la mansión. Mientras tanto mi madre junto a papá y Lilith se pusieron a hacer de comer ya que había que hacerlo y no había más que esperar a tener noticias de ellos.
Entré a la habitación donde Lorian todavía descansaba, no había despertado y no entendía si es que no quería hacerlo porque una parte de su alma sabía que Corban se había ido y que probablemente no iba a regresar, o es que se estaba tomando el tiempo para hacerlo, sanar las heridas de su cuerpo y su ser, terminar el proceso de curación por su cuenta.
—Necesito que despiertes —apreté su mano entre las mías. Ya se veía mejor que días atrás, más recuperada y había ganado peso —. Por favor, Loo, despierta.
La puerta se abrió despacio y tragué el nudo que tenía en la garganta. Miré sobre mi hombro e Isla entró con un plato con sopa dentro de una bandeja.
—Te traje esto —dejó la bandeja sobre la mesita y se acercó para quedar detrás de mí. Ambos mirábamos a Lorian, esperando que en cualquier momento se fuera a despertar —. No hay cambios, ¿verdad? —negué con la cabeza.
—Nada aún —Isla puso una de sus manos sobre mi hombro, dejando un apretón.
—Tengo miedo, Boone, de lo que pueda pasar —fruncí el ceño.
—No hay que temer, estaremos seguros mientras no salgamos de la mansión —Isla me soltó y fue a cerrar la puerta.
—Yo no estaría tan segura de eso —se sentó en la cama a mi lado derecho.
—¿Por qué dices eso? ¿De qué tienes miedo?
—Mejor dicho de quien hay que temer —miró hacia la puerta y de nuevo me observó a mí —. Boone, estamos encerrados en una casa con vampiros —su voz era tan baja que apenas era un susurro —. ¿Qué va a pasar cuando tengan hambre? ¿A quien crees que van a devorar en todo caso? —sacudí la cabeza.
—Ellos no lo harían, jamás —sentencié —. Son nuestra familia —le quise explicar.
—Pero antes que eso son vampiros y su naturaleza es beber sangre y sí, sé que hay unas bolsas con sangre allá abajo pero no van a durar tanto tiempo. Bór, Camille y Enid —contó con los dedos en alto —. Tenemos tres vampiros en la casa y tal vez Bór y Camille puedan resistir un poco pero Enid, es joven e impulsiva —de nuevo negué con la cabeza.
—Ella nunca nos haría daño, la conozco.
—Sé que confías en ella, solo te pido que tengas cuidado, ¿sí? —asentí —. Es tu familia pero...—la detuve.
—Son nuestra familia, Isla, tú también eres parte de ella —aclaré. Que supiera que ya era parte de esta familia y que nunca la íbamos a dejar sola —. Siempre vamos a estar contigo —solté la mano de Lorian y puse la mía encima de la de Isla —. ¿Lilith te ayudó a contactar a tus padres? —asintió.
—Les pedí que no salgan de la casa, que se mantengan a salvo.
—¿Dónde están ellos?
—Están todos juntos en el aquelarre.
—Menos mal.
—¿Crees que esto termine pronto? —mis ojos se fijaron en Lorian. Ya había recuperado el bonito color de su cabello y su piel estaba radiante, ya no se veía apagada, gris.
—Espero que termine pronto —musité.
Esperaba que lo que dijo Isla no se cumpliera porque en algo tenía razón, Enid era la más joven de todas y por Ende se controlaba menos que Bór y Camille, hasta su propio padre, así que iba a necesitar sangre más pronto que los demás. Solo rogaba al cielo que aquí las cosas no se fueran a salir de control como estaba pasando allá afuera.
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¡Hola! ¿Me extrañaron?
De antemano les ofrezco una disculpa por abandonar esta libro pero como expliqué antes no lo he estado pensando bien mentalmente, si me siguen en Twitter sabrán que han sido meses difíciles y que más me hubiera gustado terminar este libro desde hace cuánto pero pasan cosas que se nos salen de las manos. Pero en fin. Ya tenemos este capítulo y espero lo hayan disfrutado. Las actualizaciones serán al menos una vez a la semana. Haré todo lo posible para que así sea hasta terminar este libro. En Twitter dije que lo más probable es que haya un cuarto libro pero todavía estoy pensando en la trama y se centraría en uno de los hijos menores de Bry y Caden.
Se les quiere mucho y gracias por esperarme.
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