Capítulo 28 ♛
Corban
Me detuve a mitad del bosque cuando sentí su presencia más cerca de mí. Miré a mi alrededor pero no había nadie así que seguí caminando sin un rumbo fijo. Ignoraba el dolor en mi pecho, que los ojos me picaban con ganas de querer llorar. Ignoraba el hecho de que mi familia iba a pensar que los traicioné y les di la espalda pero no era así, o bueno sí, pero no del todo. Lo que estaba haciendo era por el bien de todos, para deshacernos de Freya de una vez por todas. Porque lo mejor era tenerla cerca y no lejos como todos pensaban, así tendría un poco de tiempo para saber donde atacar y como matarla de una vez por todas porque por lo visto no podía morir con nada. Pero todos tenemos un punto débil. ¿no? Hasta Freya lo tenía, solo tenía que buscar en el lugar correcto y lo iba a encontrar.
De nuevo me detuve cuando la sentí tan cerca que su maldad me acariciaba la piel pero de una mala manera que me hacía estremecer.
—Estás aquí mi niño —apareció frente a mí. Iba vestida con un vestido blanco e incrustaciones doradas, su cabello estaba peinado de una manera extravagante, sus manos adornadas con joyería dorada que dudaba mucho fuera falsa.
—Ya estoy aquí, como tanto lo querías —había una especie de resplandor rojo a su alrededor que combinaba perfectamente con lo podrido de su ser.
—Eso veo, pero creo que tardaste un poquito —señaló con los dedos —. Esperaste hasta que tu amada casi muere para venir a mí —la presencia de aquel ser no me era indiferente, se encontraba detrás de mí. Era imposible no sentir la frialdad y el miedo que emanaba.
—No sabía lo que querías —pasé saliva —. Mis padres me lo ocultaron —se rio. Lo hizo de una manera tan descarada, me demostró que ella sabía que ellos iban a hacer esto.
—Suponía que eso iba a pasar, tus papis son tan miedosos. Mi hermana piensa que son débiles, que no pueden enfrentarse a la vida —bufó.
—Ella solo nos ha protegido de ti.
—Ella es una débil que no sabe lo que hace —la ira crecía desde lo más profundo. No me pude contener y me acerqué con rapidez para tomarla del cuello y estampar su cuerpo contra el tronco de un árbol que se hundió por la fuerza ejercida.
—Cierra la maldita boca y la próxima vez que hables de ella primero te lavas con jabón —la solté de golpe. No parece que le haya sorprendido mi reacción pero mi madre era una de las personas más importantes para mi vida y que hablara de ella me hacía enojar.
—Aw, que lindo mi niño —palmeó mi mejilla —. ¿Qué crees que va a sentir tu madre cuando se dé cuenta que la has traicionado? Le vas a romper el corazón, Corban —dijo en un tono burlón.
—A ti no te importa —le di la espalda. Solté un suspiro y relajé los hombros. Frente a mí, a unos pasos de distancia se encontraba un hombre alto y delgado, sostenía una hoz, delgada, curva y filosa. Era la muerte.
—No, la verdad es que no me importa lo que diga tu familia, me tiene sin cuidado —giré sobre mis talones para encararla.
—¿Qué quieres de mí para que dejes en paz a Lorian? ¿Qué quieres para que le regreses lo que le has quitado?
—No pido mucho.
La odiaba, detestaba su sola existencia y quería matarla de la manera más cruel que pudiera existir en esta y otras vidas.
—¿Qué quieres? —tensé la mandíbula.
—Tu obediencia total, tu rendición, tu fidelidad —me reí.
—¿Solo eso? —alcé una ceja.
—Me gusta que seas un descarado, a quien no le importa nadie más que tú. Eso es lo que pido de un soldado —chasqueé la lengua.
—Yo no soy un soldado, ni un simple peón. No te confundas —levanté un dedo y le dije que no con este.
Una sonrisa malévola trazó sus labios, aunada a esa mirada cargada de oscuridad y perversión, sabía que estaba haciendo las cosas bien.
—¿Cómo sé que vas a cumplir lo que te estoy pidiendo? ¿Qué no me vas a traicionar?
—Solo te queda confiar en mí —dijo altiva.
—No soy estúpido, Freya. No confío en ti, no confío ni en mi sombra —espeté.
—Solo te queda confiar y ya, eso es todo. Yo cumplo si tú lo haces —dio un paso cerca. Pensó que iba a huir de ella pero no lo hice porque no le tenía miedo, de cerca solo era un conejito que aparentaba ser malo pero que por dentro solo pedía una cosa; amor. Freya creció sin el amor de su padre quien solo la creó para una cosa, nunca estuvo a su lado, la dejó sola y los demonios bajo su mandato no la querían, solo le temían. Cyst, quien sentía afecto por ella en este momento, la detestaba.
—Más te vale que así sea porque sino te juro por mi vida que seré yo quien te mate con estas manos —señalé.
—No te tengo miedo, niño.
—Ni yo a ti —zanjé.
Cogió mi mano, la observó, acarició con las yemas de sus dedos y la sostuvo con fuerza. Sentí un cosquilleo, un leve dolor que me quemaba la piel pero nada más. Soltó mi mano, la observé y tenía el símbolo satánico marcado como si fuera una vaca a la que han marcado para entrar al matadero.
—Esto quiere decir que me perteneces, que de ahora en adelante eres de mi propiedad y que harás todo lo que te pida —la miré a los ojos —. Y yo voy a cumplir —le hizo una seña al hombre que seguía en su lugar sin moverse —. Vete querida amiga, ya no te necesito.
Miré encima de mi hombro y aquel extraño hombre desapareció en medio de una neblina espesa que se esfumó con el paso de los segundos.
—Espero que cumplas tus promesas, Freya, no me quieres como tu enemigo —prometí.
—Tú tampoco me quieres como tu enemiga, niño. Te lo aseguro —alzó una ceja.
—Puedo ser mucho peor que tú, te lo aseguro —sonrió de nuevo.
—Vamos. Tenemos muchas cosas que hacer —miré por última vez hacia atrás, haciéndome a la idea de que por algún tiempo no iba a regresar a casa, estaría lejos de mi familia, quien en este momento ya sabía que me había ido.
Nunca me arrepentía de mis decisiones, mucho menos de esta porque con ello prometía que Lorian iba a estar bien, sana y salva. Lo haría de nuevo si pudiera porque para mí era lo más importante de esta vida. Perderla a ella significaba mi muerte.
Enid
Desperté de golpe a mitad de la noche. El aire me faltaba y sentía una especie de miedo recorrerme la piel. Salí de la cama y corrí hacia la puerta que abrí de manera estrepitosa y avancé por el pasillo. Lágrimas amargas mojaban mis mejillas y no entendía porque estaba llorando. Crucé el pasillo hasta llegar a la habitación de Corban pero él no estaba ahí.
—¿Dónde está? —pregunté. Salí y seguí avanzando hasta llegar a las escaleras —. ¿Dónde está Corban?
Aquel dolor se hacía más grande, más y más grande con el paso de los segundos.
—¿¡Dónde está!? —grité tan fuerte que mi corazón dolió. Los primeros en salir de su habitación fueron mis padres, después los demás que estaban repartidos en las habitaciones.
—Hija, ¿qué pasa? —preguntó mi madre. Entre los dos me ayudaron a ponerme de pie —. ¿Estás bien? —Estaba temblando de los pies a la cabeza.
—¿Dónde está Corban? —busqué la mirada de mi madre, se encontraba confundida pero papá, él no estaba nervioso, él no estaba confundido —. Dime —le exigí a mi padre.
—Enid...
—¡Dime dónde está!
—Se ha ido —soltó de repente. Algo se rompió dentro de mí. Las rodillas dejaron de sostenerme y caí al suelo.
—¿Cómo que se fue? —preguntó mi madre con evidente dolor en la voz —. ¿A dónde fue? —la pesadumbre era tan fuerte que sentía me iba a desmayar en cualquier momento.
—¿Quién se fue? —preguntó Caine.
Todos estaban ahí, desde Luci, pasando por Lilith y terminando por Boone que dormía en el sofá de la sala porque ya no había habitaciones disponibles. Camille y Morgan dormían en su casa así que en este momento no se encontraban aquí pero los demás sí. Isla salió de la habitación donde Lorian descansaba.
—Corban —musité con pena —. Se fue con Freya —miré a todos los ahí presentes hasta que di con el rostro de Curtis —. ¡Y fue por tu culpa! —me puse de pie con violencia y me fui en su contra pero mi padre me sostuvo de la cintura para que no llegara a él —. Tú lo culpaste por lo que está pasando con Lorian, tú lo orillaste a irse con ella —escupí —. Es tu culpa —me dejé caer en los brazos de mi padre.
—No digas esas cosas —me pidió papá. Con una mano acariciaba mi cabello mientras que con la otra me apretaba fuerte para que no me soltara de su agarre.
—Es cierto, él lo culpó de todo y por eso se fue, se fue —giré para abrazarlo con fuerza —. Ya no lo siento, ya no lo puedo escuchar.
—Le pertenece a ella —dijo Cyst. Me aferraba a los hombros de mi padre —. Dejó de ser parte de esta familia, ya no le pertenece a Lorian. Corban ha roto cualquier lazo que lo une a ustedes —la miré. En su bonita mirada violácea había solo sinceridad —. Lo siento tanto.
—¿No hay nada que podamos hacer? —preguntó Boone. Miró a todos esperando que alguien dijera algo.
—Por desgracia no —habló Luci —. Corban se entregó por voluntad propia y aunque no lo haya hecho está con ella.
—Sino lo ha marcado...—comentó Caine. Me separé de mi padre.
—¿Sino lo ha marcado qué? —inquirí. Limpié debajo de mis ojos.
—Todavía lo podemos convencer de que regrese.
—Pero...—me quedé callada cuando sentí una especie de ardor quemarme la piel. Cogí mi muñeca con la otra mano y todos observamos el símbolo que se formaba en la palma de mi mano.
—Es tarde ya —dijo Caine.
El símbolo satánico se dibujó perfectamente en mi mano, como si me estuvieran marcando a mí pero a quien se lo estaban haciendo era a Corban.
—¿Por qué? —musité.
—Eres una parte de él, su otra alma gemela. Podrá romper los lazos contigo pero siempre va a llevar una parte de ti con él y tú de él —la voz de Thea era pacífica.
Las lágrimas ácidas rodaron por mis mejillas, las sentía como un río de amargura y dolor que me apretaban el pecho. El corazón me dolía, mi alma se desvanecía dentro de mi cuerpo, sentía que me estaban arrancando una parte de mi ser, como si un pedazo de mi existencia se estuviera yendo con él, a donde sea que se estuviese dirigiendo.
—Hija —mamá puso una mano en mi brazo, me condujo de regreso a la habitación ante la atenta mirada de todos los presentes. Sentía su lastima clavada en mi nuca y odiaba sentirme así, era fuerte, claro que lo era, pero en este momento estaba devastada, rota, me sentía traicionada.
Entramos a mi habitación y mi madre se sentó conmigo en la cama.
—¿Por qué lo hizo? —le pregunté. Me miraba a los ojos. Los suyos eran un mar de intranquilidad y dolor, la tristeza se vislumbraba a través de sus iris azules. No sonreía, su mirada estaba apagada, el dolor prevalecía en sus facciones.
—Lo hizo por Lorian. Sabes como es él —musitó revisando mi mano que ya se veía mucho mejor pero la cicatriz se quedó ahí, como el recordatorio de lo que había pasado aquella noche.
—Lo entiendo pero...—negué con la cabeza y empecé a llorar de nuevo —. No lo entiendo —confesé —. Quiero entenderlo pero me duele, duele tanto —llevé una mano en medio de mi pecho, suspiré y miré a mi madre quien retenía las lágrimas en las esquinas de los ojos.
—Tenemos que aceptar la decisión que tu hermano tomó, ¿sí? Corban siempre sabe lo que hace, no toma este tipo de decisiones nada más porque sí. Sé que te duele, a mí también me duele pero las cosas siempre pasan por algo.
—No lo acepto, no quiero aceptar que se fue y nos dio la espalda.
—Hija —apoyó su mejilla en mi hombro y suspiró con dolor. Ella también estaba destrozada, también le dolía lo que Corban hizo pero ella sí lo podía perdonar, yo no.
Aunque conociendo a mi hermano debía suponer que haría esto, mucho más si Curtis lo culpó por lo que estaba pasando aunque él no tuviera la culpa de nada. Era más que lógico que iba a preferir entregarse a Freya y dejar a Lorian con tal de que ella estuviera bien.
—Ahora hay que procurar no decirle esto a Lorian, al menos hasta que esté bien —asentí.
—De todos modos se va a enterar, lo va a sentir —mamá se separó y se limpió debajo de los ojos.
—Lo sé pero ahora lo que necesita es descansar, recuperarse por completo. Dudo mucho que despierte en algunos días y creo que es lo mejor.
—Yo también creo lo mismo, no va a soportar perder a Corban.
—¿Y tú? —preguntó ladeando la cabeza —. ¿Podrás soportar perderlo? —encogí un hombro —. Tienes a Boone a tu lado, ¿lo recuerdas?
—Como olvidarlo si está ahí, siempre atento a lo que necesito —con sus pulgares quitó el rastro de lágrimas debajo de mis ojos.
—Soy tan feliz de que tu compañero sea él. Te ama tanto —aquella sonrisa llegó a su mirada apagada.
—Y yo lo amo, pero me da miedo que algo malo le pase. Que Freya le haga algo —mamá negó con la cabeza y se irguió.
—Eso no va a pasar, Freya quería a tu hermano no tiene porque ir detrás de Boone.
—Freya no se va a tocar el corazón para hacernos daño —le dije y lo entendió.
—¿Y vas a permitir que le haga algo a Boone? —inquirió.
—Antes de que eso pase te juro que la mato —espeté.
—Me gusta escucharte hablar así, que estés decidida a lo que sea con tal de defender el amor que sientes por Boone —apretó mis manos entre las suyas.
Escuchamos dos golpes en la puerta, ambos miramos en esa dirección y era Boone quien estaba detrás con esa bonita sonrisa en los labios.
—Pasa —mamá se puso de pie y se apartó —. Descansa, ya mañana veremos que hacer —me sonrió y no pude evitar sonreírle también. No importaba lo mal que me sintiera mi madre siempre tenía una bonita sonrisa para mí o para quien sea que no lo estuviera pasando bien.
—Hasta mañana. Bryony —le dijo Boone a mi madre.
—Hasta mañana niños —cogió el picaporte de la puerta y cerró dejándonos solos.
—¿Cómo estás? —Boone se sentó a mi lado.
—Bien, un poco triste por lo que hizo Corban pero estoy bien porque tu hermana se va a recuperar —le sonreí.
—No quería que las cosas terminaran así —dijo con tristeza. Veía la pena en sus orbes avellana —. Te juro que no me alegra que Corban se haya ido...
—Te creo —cogí sus manos —. Sé que dices la verdad —me regaló una bonita sonrisa que me derritió el corazón.
—¿Qué va a pasar ahora que Corban se fue? —preguntó.
—No sé y creo que no quiero saberlo tampoco. Solo necesito dormir y olvidarme de Corban y su traición —me abrazó con cuidado dejando un beso en mi mejilla —. Solo abrázame, amor, solo abrázame.
Le pedí y cedió para apretarme a su cuerpo.
—Quédate a dormir conmigo, ¿sí? —levanté la mirada a sus bonitos ojos —. ¿Te quedas?
—Todas las noches que necesites que me quede a dormir —me aferré a su cuerpo para no sentir que mi mundo se me venía encima, para soportar todo lo que estaba pasando en nuestras vidas.
La traición de Corban fue un golpe duro a mi realidad pero tenía muchos más motivos para seguir adelante. Boone y mi familia me necesitaban, al igual que yo los necesitaba a ellos. No sé que iba a pasar más adelante, no sabía si iba a poder perdonar a mi mellizo pero de lo que sí estaba segura es que esto no me iba a derrumbar, no iba a permitir que esta traición me tirara al suelo.
Bryony
Odiaba ver a mi hija en ese estado. Odiaba todo lo que estaba pasando en la casa, en nuestras vidas. Odiaba sentirme de esta manera, que todo se me saliera de las manos. No poder controlar lo malo que sucedía con mis hijos.
Salí al pasillo donde los demás esperaban a la espera de noticias, lo que sea que les diera una pizca de esperanza para hacerles sentir un poco mejor.
—¿Cómo está? —preguntó Caden. Verlo preocupado por su hija me hacía sentir bien. Era un buen padre, el mejor que conocía.
—Ya está mejor, Boone se quedó con ella —frunció el ceño levemente. No le gustó que Boone se quedara en la habitación a solas con su hija.
—¿Qué vamos a hacer ahora, Bryony? —la pregunta de mi amiga me sacó de mis cavilaciones.
—No sé —me crucé de brazos —. No tengo ni idea de que vamos a hacer ahora que Corban se ha ido.
—Nos dio la espalda —masculló Caine a quien miré mal.
—No nos dio la espalda —defendió Bór —. Hizo lo que tenía que hacer para salvar la vida de Lorian, no la iba a dejar morir —espetó.
—No defiendo a Corban pero yo hubiera hecho lo mismo si hubiera estado en la misma situación —habló Eamon. Sé que él también hizo sacrificios con tal de ayudarme, para que nadie me hiciera nada. Le dio la espalda a mi padre, se unió a Luci y lo transformaron en un gato, pasando casi veinte años en esa forma.
—No vamos a buscar culpables, no en este momento —pidió Thea quien me abrazó con un brazo, haciéndome sentir un poco mejor, solo un poco porque me sentía devastada con la partida de mi hijo, no lo quería ver como una traición pero algunos sentían que fue así, hasta su hermana lo sentía así.
—¿Podemos ir a descansar por favor? —les pedí —. Mañana sabremos que hacer. Por cierto, no hay que despertar a Lorian, tiene que reponerse de todo lo malo que le hizo pasar Freya —escupí su nombre con sorna.
Tan solo pensar en ella me provocaba querer matarla, deshacerme de ella para siempre y que ya no fuera una molestia en nuestras vidas, para que ya no nos hiciera daño a ninguno de nosotros.
Todos asintieron, dijeron buenas noches y cada uno fue a su habitación. Me sentía orgullosa de todos los que vivían en esta casa, de sus avances y como estaban aprendiendo a convivir todos juntos. Sé que éramos muchos en esta casa pero no podía imaginar mi vida sin ellos, los quería a todos por igual aunque fueran molestos como Caine y extraños con Cyst quien estaba aprendiendo muchas cosas de los humanos y sus costumbres.
Caden me esperó para entrar juntos y ya dentro, sin decir una sola palabra extendió los brazos para estrujarme entre estos y dejar un beso en mi frente. Empecé a llorar con tristeza, con el dolor escalando cada centímetro de mi cuerpo. Me aferré a su torso con mis brazos y lo apreté tan fuerte como pude hacerlo.
—Se fue, nuestro hijo se fue —dije con pena. El pecho me ardía, el dolor se apretaba en medio de las paredes de mi tórax —. Se fue.
—Tranquila, él va a estar bien. Es fuerte e inteligente. Sabe lo que hace.
—Me preocupa que Freya le haga algo para vengarse de mí —musité.
—No creo que Corban se deje de Freya. No le tiene miedo.
—Pero no dejo de pensar en eso.
—Oye —puso sus manos en mis mejillas —. Él va a estar bien, Lorian también va a estar bien y cuando todo esto termine por fin vamos a ser felices —mis cejas se hundieron.
—¿Eso crees? —asintió sin pensarlo.
—No solo lo creo, lo sé.
—Tú sabes muchas cosas que no me has dicho aún —musité.
—Y no te puedo decir porque no me corresponde —hice una mueca —. Pero sé de alguien que nos puede ayudar.
Fruncí el ceño. Todo lo que estaba pasando me tenía confundida y tal vez había pasado por alto algo de lo que Caden se acordaba perfectamente.
—¿Me perdí de algo? —sonrió dulcemente.
—¿Recuerdas a River? —En mi cabeza algo hizo clic y recordé al chico rubio que nos ayudó más de una vez cuando más lo necesitamos.
—River, lo recuerdo —deslicé mis brazos por su cuerpo para rodear su espalda con estos —. ¿Crees que siga viviendo en la misma casa?
—No sé pero lo podemos averiguar. Vamos mañana. ¿Qué te parece? —asentí de inmediato.
—Me parece bien, pero no sé si quiero saber lo que va a pasar más adelante —musité —. Temo lo que pueda pasar —suspiré.
—Antes de que otra cosa pase tengo que decirte algo —se escuchó serio.
—¿Qué pasa? ¿Qué hiciste? —pregunté curiosa.
—Corban me dijo lo que iba a hacer, le juré que no te iba a decir nada.
Mi corazón me dijo que él estaba extraño cuando entró a la habitación, no era el mismo Caden que salió al que entró esa noche.
—No te podía decir nada, mi amor —su voz frágil me hizo doler el corazón —. Perdoname.
—Le hiciste una promesa a tu hijo, no la podías romper.
—Al igual que a ti me duele lo que hizo pero lo entiendo perfectamente —se acercó para dejar un casto beso sobre mis labios que pedían un poco de su amor —. Yo también daría mi vida por ti, por Enid, por Corban —musitó.
Era tan guapo, con esa mirada sombría, su cabello oscuro hacía el perfecto balance con su mirada azul pálida. Pasé la punta de mis dedos por sus cejas y bajé hasta detenerme en sus labios.
—Me gusta cuando me miras así —dijo —. Siento que soy todo tu mundo.
—Eres todo mi mundo —me sostuvo de las caderas y me levantó del suelo para dar un par de vueltas en el aire. Me aferré a su cuerpo para no caer al suelo mientras una risita tonta inundaba la habitación.
—Te prometo que después de que termine todo esto serás feliz como lo mereces —me dejó en el suelo con cuidado.
—No prometas cosas que no puedes cumplir —cogió mi muñeca y llevó mi mano a la altura de su corazón.
—No son promesas vacías, cariño. Te juro por mi vida que vamos a ser felices.
Por más extraño que parezca la creí, porque sabía que a mí no me podía mentir y tal vez era ingenua al creer que a estas alturas algo nos pudiera salir bien cuando todo se estaba yendo al carajo pero tenía la ligera esperanza de que así sería, que en un futuro no muy lejano seríamos felices como tanto lo merecíamos. Solo rogaba al cielo para que ese día llegara pronto.
♛♛
¿Están listas para decirles adiós a los Edevane? Yo no :(
Mis redes sociales.
Twitter:
elena_santos92
Instagram:
elena_santos.92
librosdeelenasantos
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro