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Capítulo 17 ♛

Cyst

Al abrir los ojos la primera persona que vi frente a mí fue a mi reina, sus cabellos dorados danzaban con la ligereza del vientecillo que entraba por la ventana de la que era mi habitación. Su mano se posaba sobre la mía, la palpaba y acariciaba con sumo cuidado, cómo si fuera el pétalo de una rosa frágil que estaba a punto de ceder. Sus labios se movían sutilmente, decía algo a alguien pero mi cabeza era un caos en este momento. Sentía como si estiraran mi cerebro por dentro, como si habitara un bicho que jalaba las cuerdas y las mordía. Sus ojos se posaron trémulos en mi rostro, aquella sonrisa de felicidad pasó a ser la de una reina enojada, furiosa, a nada de romper todo lo que tenía frente a ella.

—Majestad —apenas pude murmurar. Palmeó mi mano dejándola sobre mi estómago con cuidado.

—Largo —le dijo a uno de los demonios que nos acompañaban en la habitación. Este salió sin rechistar, girando sobre su eje y saliendo, dejándonos solas —. ¿Qué pasó ahí, Cyst? —posó sus manos sobre sus piernas y levantó la cabeza para observarme.

—Esa bruja es muy poderosa —me deslicé hacia arriba, apoyando la espalda contra el respaldo —. Pensé que sería más fácil matarla pero me equivoqué —alzó una ceja.

—¿Qué? Tú eres mi guerrero más poderoso, Cyst, eres el jefe de la legión de demonios, no me puedes decir eso. ¡No me puedes decir que esa perra es más poderosa que tú! —se puso de pie para arrojar por los aires la pequeña mesa que yacía en medio de la pieza, la madera se estrelló contra la pared en mil pedazos, algunas astillas volaron hacia ella pero las esquivó con sus poderes, arrojándolas de nuevo pero esta vez estas se esfumaron en el aire.

—Lo siento, majestad —aparté un mechón de mi cabello. Me pasé el dorso de la mano bajo la nariz y un rastro de sangre negra manchó mi piel.

Todavía podía sentir el dolor atenazando mi cuerpo, mi cráneo se rompía y mi mente se fragmentaba en millones de migajas. El dolor era insoportable, sentía que mi masa se convertía en agua dentro de mi cabeza.

—Lamento ser un fraude para usted —me disculpé con ella por lo sucedido. Era bien sabido que a la reina no le gustaban los fallos y que las cosas salieran mal y ahora el alma de ese hombre y esa mujer andaban por ahí, buscando su cuerpo para regresar a la vida.

—Está bien, Cyst —masculló, no muy convencida pero tampoco resignada —. Está bien —soltó un suspiro que más que eso se escuchó como un quejido abrumador —. Debo reconocer que la maldita supera por mucho a su madre, pero todavía no saca todo su poder —se sentó a mi lado para pasar su mano sobre mis piernas —. Pero no todo está perdido.

Se quedó mirando un punto fijo en el suelo rústico, las pupilas dilatadas y esa sonrisa pérfida dibujada en sus labios. Sabía que estaba pensando en algo muy malo porque su sola sonría me lo decía.

—¿Qué va a hacer majestad? —me atreví a preguntar temiendo su respuesta.

—Siempre debes tener un as bajo la manda mi querida, Cyst, nunca debes darte por vencida —se puso de pie y se acercó para dejar un beso en mi frente que me hizo sentir tan bien pero después con una gran culpa surcando mi pecho. Se apartó y dejó una suave caricia en mi mejilla —. Descansa mi leal guerrero, mañana será otro día —se llevó los dedos índice y medio a los labios, dejó un beso sobre estos y después los posó sobre los míos entreabiertos para recibir un poco de su calor.

Sonrió y salió de la habitación para dejarme sola con la culpa.

Abracé mis piernas con mis brazos.

—Eres una maldita, Cyst, una sucia perra del mal —salí de la cama para ir al baño y deshacerme de mi bata negra que cubría mi desnudes de mi señora. Aún no entendía como siendo un demonio podía amarla de esta manera tan enferma, como podía pensar en ella como una mujer y no como la reina que me creó para librar sus batallas y protegerla —. La reina nunca te hará caso, Cyst, aleja ya esos pensamientos de tu tonta cabeza.

Solo sirves para pelear y proteger, nada más para eso fuiste creada.

Después de darme un baño recorrí el castillo para intentar alejar estos pensamientos impuros de mi cabeza. Los pasillos estaban solos, solo las antorchas iluminaban los anchos y largos corredores desiertos, los guardias andan por ahí cuidando que Caine no fuera a regresar porque de ser así se le castigaría hasta la muerte, su divinidad se le iba a arrebatar y su lado demonio sería succionado. Si Caine era tan inteligente como decía lo mejor es que desapareciera para que mi reina no lo fuera a encontrar así como con su madre quien era una amenaza para el reino.

—Cyst —me detuve de golpe al verla apoyada del marco de la puerta. Llevaba puesto un camisón blanco de seda transparente que dejaba ver su delgada anatomía. Su cabello suelto cayendo en sus hombros y esos labios rojos que provocaban al demonio que yacía dentro de mí.

—Diga, su majestad —hice una reverencia.

—Pasa —apoyó la espalda contra la puerta de madera, me hizo una seña con la mano para entrar a su habitación y como la masoquista que soy entré sin pensarlo ni un segundo.

De vez en cuando teníamos encuentros que terminaban con ella gritando y gimiendo, con más demonios en su cama follándola y ella torturándolos para su placer. Me gustaban las orgías pero lo que más me gustaba era tocarla, sentir su tersa piel bajo las yemas de mis dedos, lamer sus senos y meterlos en mi boca, enterrar mis dedos dentro de su estrecha y húmeda vagina.

—¿Necesita algo? —pregunté en cuánto cerró la puerta. Se acercaba con pasos lentos y tortuosos, quitándose el camisón revelando su cuerpo desnudo, sus hombros delgados y finos, su cuello largo y esas largas piernas.

—Sabes lo que necesito, Cyst —en un parpadeo la tenía frente a mí, deshaciéndose de mi bata, revelando mi cuerpo para ella —. Sabes muy bien que solo tú me puedes complacer en este momento.

Deslicé mi mano por su cuello y clavícula hasta llegar debajo de su oreja y nuca para atraerla a mi boca, estrellando mis labios con los suyos. Sus manos fueron a mis senos que amasó sin pudor alguno, gimió en mi boca cuando mi lengua bífida hizo contacto con la suya, se entrelazaron, mordió mis labios y deslizó una de sus manos en dirección a mi sexo que no dudó en tocar y acariciar.

—Demonios, Cyst —masculló antes de arrojarme al colchón y quedar a horcajadas sobre mi cuerpo —. Follame, mujer, follame como solo tú sabes hacerlo —se abalanzó en mi contra.

Freya era mi creadora, como mi madre, una guía que me conducía por el camino del mal y haría lo que fuera por ella, mataría a todos para que consiguiera lo que más anhelaba, matar a su hermana y a Dios. Haría todo por ella, absolutamente todo por mi reina.

Boone

—¡Boone! Por favor, reacciona —abrí los ojos de golpe encontrándome con el rostro de Enid. Sonreí y sus luceros derramaron un par de lágrimas pero sonrío sutilmente, mi cabeza estaba apoyada en sus piernas, pasaba sus dedos por mi cabello —. No hagas eso, por favor. No lo hagas —pidió con un nudo en la garganta.

Sus emociones estaban cargadas de tristeza y pena, había dolor también.

—Pensé que te perdía —murmuró —. La herida no sanaba y...

—Ay por Dios —a lo lejos escuché a Caine —. No se murió, ahí está él.

Enid rodó los ojos con hastío.

—¡Arruinas el momento, Caine! —le gritó de regreso sin mirarlo —. ¿Estás bien? —asentí con la cabeza levantando la camisa, sus dedos viajaron a mi estómago donde aquel caballero enterró su espada

—Estoy bien, no te preocupes por mí —me ayudó a bajar la camisa y nos pusimos de pie.

—No me pidas eso, nunca me pidas eso —apoyó sus manos en mi pecho y se puso de puntitas para dejar un beso sobre mis labios. Enlazó sus dedos con los míos y observamos a Caine que se encontraba con la espalda apoyada en un grueso árbol.

—¿Y ahora qué? —le pregunté a lo que solo alzó la ceja y bufó.

—No puedo regresar allá abajo, saben que los ayudé y si regreso me van a torturar peor que a tu padre así que nada. Aquí estaré sino les molesta —empezó a caminar en dirección a la mansión Edevane.

—¿Y tus poderes? —le preguntó Enid. Lo seguimos de cerca, solo unos pasos detrás de él.

—Todavía no los recupero al cien por ciento —musitó afligido.

Se me hacía raro que siendo un demonio de miles de millones de años de vida hubiera perdido sus poderes, era eso o Freya tenía mucho que ver también. No tenía el placer de conocerla o el disgusto de conocerla mejor dicho, pero por lo poco que sabía de ella era la peor de todas, igual que su padre nada parecida a su hermana.

—¿Puedo decir algo? —le pregunté a Enid.

—Pregunta lo que quieras —apretó mis dedos.

—Tu familia es un tanto peculiar —murmuré lo que le hizo reír —. Tu tía está demente y tu hermano ni se diga.

—Somos demonios, cariño, no esperes nada bueno de nosotros —me hizo un guiño y continuamos caminando para llegar lo antes posible a la mansión.

Caine no se veía nada bien, estaba pálido y tropezaba a cada rato.

—¿Crees que ya se han despertado? —Enid se encogió de hombros.

—No sé, espero que sí —suspiró. Sabía lo mucho que quería ver a su padre, cuánto lo extrañaba y anhelaba verla feliz aunque por ahora dudaba mucho que eso fuera posible, Freya se iba a vengar, debíamos esperar lo peor de ella.

No veía nada bien a Caine pero tampoco quería preguntarle, el hombre es testarudo, orgulloso y arrogante, no iba a permitir que lo ayudemos por más que se estuviera cayendo a pedazos, creo que eso ya venía de familia.

Llegamos a las instalaciones de la mansión pero nos detuvimos en cuanto Caine lo hizo frente a nosotros. Se sobaba el brazo izquierdo como si le doliera, como si estuviera pasando por algo horrible, pero como dije no iba a decir nada de lo que le aquejaba.

—Esperen —musitó. Puse una mano en el brazo de Enid cuando los tres sentimos lo mismo; dos presencias muy poderosas que provenían de la casa, una mujer y un hombre que tenían un olor peculiar, diferente a cualquier aroma que haya descubierto antes.

—Son ellos —sin decir nada más Enid se echó a correr dentro de la casa, desapareciendo frente a mis ojos en un segundo. Caine negó con la cabeza y continúo caminando dentro de la propiedad.

Corban

Tenía a Caden frente a mí, en esa pose de ataque. Sabía que si daba un paso en falso me podría arrancar la cabeza o el corazón y por ahora no quería morir, quizá mañana sí pero hoy no. Tenía el cabello oscuro, no negro, ojos azules tan azules que parecían irreales, piel pálida, más pálida que la mía o la de Enid.

—¿Quién eres tú? —me preguntó y giró la cabeza rápidamente para observar a Lorian que también estaba en posición de ataque. Con ella era mejor no meterse porque era capaz de lo que sea, lo pude comprobar aquella noche donde mató a dos demonios. Así que si quería que Caden no muriera de nuevo tenía que hacer algo.

—Bryony —solté de repente llamando su atención. Sus orbes se abrieron grandes cuando musité el nombre de mi madre —. Bryony Doomster está aquí, en esta casa —Morgan salió del ataúd, seguí cada uno de sus movimientos sin perderla de vista. Ella también era peligrosa.

—¿Qué estás diciendo? —cuestionó, estupefacto.

—Tu esposa está aquí —con el dedo índice señalé arriba —. Esta es su casa —le dije a los dos —. Estamos en Bibury, en la mansión —Morgan dio un paso pero se detuvo en seco cuando Lorian casi la ataca —. Espera —puse una mano en su brazo.

—¿En qué año estamos?

—Dos mil treinta y ocho —respondí —. Han pasado casi veinte años desde que murieron.

—No puede ser —murmuro Morgan —. ¿Veinte años? —ladeó la cabeza y llevó las manos a su cintura —. Esto es una mierda, Caden, una gran mierda —golpeó el suelo con la bota izquierda.

Caden empezó a salir del ataúd lentamente con las manos en alto, él también sabía que si hacía un movimiento en falso yo podía atacar pero dudaba mucho hacerle daño a mi padre, a él no podría lastimarlo ni a nadie de mi familia.

—¿Quién eres tú? —bajó del ataúd.

—Mi nombre es Corban —la sorpresa danzaba en sus orbes claros.

—Mi padre se llamaba Corban —musitó para él.

Lo sé.

En ese momento, en ese preciso momento mi madre arribó dentro de aquel lugar, su presencia llamó la atención de Caden que de inmediato la pudo sentir entrar y quedarse detrás de mí. Ella no se movía y él parecía anclado al suelo, solo observando a la mujer de su vida, a la madre de sus hijos.

—¿Vampirito? —preguntó con un nudo en la garganta. Caden sonrió feliz. Mi madre terminó con la poca distancia que los separaba y se abalanzó sobre él para abrazarlo y acunar sus mejillas con sus manos.

—Brujita —murmuró él. Apartó los cabellos de su rostro, sonrió de nuevo y la levantó del suelo rodeando su delgado cuerpo con sus brazos —. Dios. Pensé que no te iba a ver más.

—¿Eres tú? Dime que eres tú, que no es un sueño —di un paso atrás y me aparté con Lorian a mi lado que tenía los ojos llorosos.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —Camille llegó a mi lado, se detuvo para observar la escena que se desarrollaba frente a sus ojos —. ¿Pero qué..? —antes de decir una palabra más cogí su mano y le mostré a Morgan que esperaba a un lado sonriendo.

—Cariño —le dijo ella. Camille no pudo evitar derramar un par de lágrimas.

—¿Eres tú o es un fantasma? —Morgan extendió los brazos para que se acercara.

—No seas tonta —la vampiresa no tardó en llegar a ella y recibirla con un gran beso en los labios.

—Esto es hermoso —Lorian cogió mi mano enlazando nuestros dedos. La miré por unos segundos y estaba llorando.

—Te he extrañado tanto —le dijo mamá a Caden —. Todos estos años han sido una tortura y ahora estás aquí —Caden la bajó despacio hasta que sus pies tocaron el suelo —. Por cierto —giró sobre sus talones, se quedó al lado de Caden y me miró con los ojos aún llenos de lágrimas —. ¿Cómo pasó todo esto? —me preguntó directamente

A la pequeña habitación llegaron Bór, que estaba sorprendido de ver a Caden y Morgan de regreso, Eamon, los padres de Lorian, Luci. Todos estaban aquí. Quise responder pero mi madre se adelantó.

—Por eso Enid no está aquí, ¿verdad? —apreté los labios.

—¿Enid? —cuestionó Caden, estaba entre confundido y sorprendido.

—Bryony —habló Luci —. ¿Recuerdas lo que hablamos el otro día? —mamá sacudió la cabeza.

—Su nombre es Corban y no sé si tuve un sueño pero había una chica de nombre Enid, como mi madre —Caden observaba a todos, buscando una respuesta que no sabíamos como decirle. No podía saber que tenía dos hijos de casi veinte años, que todo este tiempo tuvo dos hijos que crecieron sin su presencia.

—Caden —habló Bór, lo que llamó su atención, sorprendido por verlo ahí —. Después te explicamos.

—Somos amigos de la familia —hablé, llamando su atención. Me miró más segundos de lo que me hubiera gustado, no sé, creo que buscaba algo en mí, algún rasgo parecido a alguno de los que estábamos ahí, pero al no encontrar nada o tal vez no observar bien desistió.

—¿Han pasado casi veinte años? —mi madre le asintió con la cabeza, su rostro se descompuso y sus cejas se hundieron —. No puede ser —bufó —. Veinte años.

Dijo para sí pero todos lo pudimos escuchar.

—Lo mejor es que te des un baño —sugirió Bór —. Hueles a viejo —a Caden no le pareció lo que le dijo porque frunció el ceño pero no le respondió nada malo. Se olisqueó y arrugó la nariz, confirmando que sí apestaba a viejo.

—Huelo mal —dejó un beso en la frente de mi madre y esta sonrió apoyando una mano en su pecho. Me echó una mirada que me dijo que estaba en problemas, no solo yo, Enid también estaba en problemas nada más que pusiera un pie en la casa.

—¿Vamos? —mamá tuvo que levantar la barbilla para poder mirarlo por completo, le regaló una bonita sonrisa y salieron de aquel lugar.

Esperamos que salieran todos, observando a Luci que se miraba un poco descompensado, como sí lo estuviera pasando mal, pero si le preguntaba lo iba a negar todo. Ahora entendía porque Caine era así, tal vez odiaba a su padre por todo lo que le hizo en el pasado pero eran tan iguales que daba miedo.

—¿Te diste cuenta? —le pregunté a Lorian que iba a mi lado.

—¿De qué tenía que darme cuenta?

—Luci, no está bien —se detuvo de golpe antes de subir las escaleras.

—Ahora que lo dices sí, no sé —encogió un hombro —. Como que se ve débil —me miró y me quedé pensando.

—Antes no se veía así. Siento que nos oculta algo —murmuré.

—¿Qué podría ser? —Su voz era tan dulce y encantadora, era como una sirena que encanta a los marineros y los atraía a su trampa mortal —. ¿Por qué me miras así? —alzó una ceja. Miré hacia las escaleras pero todos habían subido, le di un ligero empujón hasta que su espalda acarició la pared rocosa —. Corban —su voz tembló por mi cercanía.

—¿Ahora tienes miedo, elskan? —apoyé mis manos sobre la pared rocosa a la altura de su cabeza. Tenía los labios ligeramente abiertos lo que provocaban estas inmensas ganas de querer poseerla en este preciso momento.

—No conozco el significado de esa palabra, monstruito —murmuró con voz tentadora, lo que no ayudaba nada a mi poco autocontrol.

—Te gusta eso, ¿no? Saber que tienes el control —en sus labios se dibujó una sonrisa placentera. Disfrutaba escucharme decir que tenía el control de todo.

—Un poco sí —dijo despreocupada —. No lo voy a negar.

—¿Y lo disfrutas? —mi mano ascendió por sus caderas, sus costillas y senos, surcaron su mandíbula hasta detenerse en su pequeña barbilla que cogí con dos dedos.

—Sí, también.

—Me puedes destruir, Lorian, con tan solo una palabra. ¿Lo harás?

—¿Lo harás tú? —sacudí la cabeza rápidamente —. No sé porque no te creo —murmuró con pesar —. ¿Pero sabes qué? —subió las manos por mi torso hasta llegar al cuello de mi chaqueta y como era su costumbre ya, me atrajo a su cuerpo —. No me importa, destrúyeme si quieres, Corban, moriré encantada —estrelló sus labios contra los míos, en un beso voraz y seductor que consumía mi alma por completo.

—Espera —me separé unos centímetros de sus labios hinchados —. No sigas porque no sé si me podré contener —sonrió perversa.

—No siempre podrás contenerte, monstruito, un día serás mío por completo y si después intentas alejarte sentirás que te mueres sin mí —dejó un casto beso sobre mis labios para después pasar por debajo de mi brazo y subir las escaleras.

—¿Qué voy a hacer contigo, Lorian? —me pasé el pulgar por los labios y subí detrás de ella. Al cerrar la puerta y caminar hacia la sala Enid junto a Caine y Boone ya estaban en la casa.

Por la mirada que tenía mi madre y mi hermana supe que no debía hablar, no mover un músculo para no llamar la atención de ella.

—Tú —señaló a Enid —. No te muevas de ahí y tú —ahora me señaló a mí —. Vamos a platicar después —busqué a Caden pero ni él ni Morgan estaban en la sala, ni siquiera Camille se encontraba ahí.

—Mamá...—la detuvo con solo una mirada aniquiladora.

—¿En qué estabas pensando? —miró de mala manera a Caine —. ¿Por qué? —el pelirrojo se encogió de hombros, despreocupado —. Pudieron morir, les pudo pasar algo malo —Caine, Enid y Boone se miraron de una manera cómplice, lo que me dijo que estaban ocultando algo pero para los demás aquella mirada pasó desapercibida.

Tengo que averiguar que ocultan estos tres.

—Tenía que hacerlo, es mi padre —sus ojos se llenaron de lágrimas —. Sé que se preocuparon pero era algo que tenía que hacer sí o sí, se dio la oportunidad y la tomé —Enid nos miró a todos. Me mantenía alejado con la espalda recargada en la pared y los brazos cruzados —. Ustedes hubieran hecho lo mismo, salvar el alma de su padre o su madre, de su hermano o amigo. No me digan que no —mamá se dejó caer en el sofá, suspirando, molesta, feliz, triste...

—Estamos bien y eso es lo que importa, ¿no? —comentó Boone.

—Estás en problemas jovencito —le dijo su padre lo que me hizo reír al igual que a Lorian.

—Él no tiene la culpa, yo casi lo obligué para que fuera conmigo —era más que obvio que Enid iba a defender a su lobito, lo raro hubiera sido que no lo hiciera.

—Fui porque así lo quise, nadie me obligó a nada —Boone cogió la mano de mi hermana, enlazando sus dedos —. No me arrepiento de nada —tragó grueso cuando me volteó a ver, sabiendo que yo sabía algo que los demás ignoraban.

—Como sea. Bryony tiene razón, les pudo pasar algo malo. Cuando Freya descubra lo que pasó...—habló Luci pero su hijo lo interrumpió.

—Le vamos a dar pelea, ¿no? —lo volteamos a ver —. Si ella ataca vamos a atacar también —comentó impasible —. Si Freya quiere guerra, guerra va a tener.

Un largo silencio se tejió a nuestro alrededor, unos se miraban entre sí, tal vez procesando las palabras de Caine, o lo que estaba pasando, que después de casi veinte años Caden y Morgan estaban de regreso.

—Yo creo que debemos celebrar —habló Camille, quien venía bajando las escaleras —. Dejemos de lado los enojos, las rencillas —terminó de bajar pero se quedó a un lado —. Ellos están de regreso y eso es lo que importa, ¿no? —sus ojos escanearon a los adultos —. ¿No? —insistió.

—Yo opino lo mismo —musitó el pelirrojo —. Necesito olvidar todo lo que pasó estos años —fue directamente al bar para servirse algo.

—¿Dónde está él? —preguntó Enid.

—Se está duchando —respondió mi madre.

Asintió y sin decir nada subió las escaleras.

Las cosas no estaban bien a pesar de que Morgan y Caden regresaron a la vida. Esto todavía no se terminaba y dudaba mucho que fuera a acabar pronto.

No sé porque presentía que este era el inicio de algo más grande. 


♛♛

¿Qué tal el capítulo? 

¿Qué creen que vaya a pasar ahora que Caden y Morgan han regresado? Solo les puedo decir que se viene algo muy fuerte que nadie se imagina.

¿Teorías?

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