Capítulo 13 ♛
Boone
—Sabes que es un suicidio, ¿No? —preguntó Enid. Seguía pensando que lo mejor era ir ella sola al infierno pero yo me negaba rotundamente a dejarla ir sola a ese lugar del que no conocíamos en nada. Habría muchos peligros y no estaba dispuesto a que fuera sola, jamás la dejaría sola.
Aquel día no quise ir a la universidad, en su lugar me desvíe para ayudar a Enid a acomodar todas sus cosas en la que era su casa. Habían decidido regresar a la mansión y estaba bien ya que era su hogar, lo que les dejó Bastian. Me sentía triste porque no la iba a ver todos los días pero íbamos a emprender un viaje a las profundidades del infierno para sacar el alma de su padre de donde sea que la tuvieran encerrada.
—Sí, lo sé —me miró con una ceja alzada.
Era tan bonita, con su cabello largo y castaño, tenía esos luceros abismales, sorprendentes, llenos de magia. Cada día que pasaba a su lado la quería un poco más, el lazo se volvía más y más fuerte, llegaría un punto en el que sería irrompible, de eso estaba seguro.
—¿Y aún así vas a ir conmigo? —terminamos de doblar su ropa, en eso era mucho más rápida que yo porque con sus poderes de vampiro lo hacía a una velocidad sorprendente.
—No te voy a dejar sola, te lo dije —terminó de meter la ropa en el closet y se quedó frente a mí. Cogió mis manos para dejar besos regados en mis nudillos.
—Eres tan lindo y perfecto —apoyó su cabeza en mi pecho. Mis brazos rodearon su delgada anatomía, la abracé con cuidado y dejé un beso en su frente.
—¿Has hablado con Caine?
—Me visitó en mis sueños —fruncí el ceño —. Me dijo que debo estar lista porque en cualquier momento va a venir por nosotros.
—¿Te visitó en tus sueños? ¿Eso se puede? —se separó, apretó los labios y asintió sutilmente con la cabeza.
—Sí —murmuró —. No es tan difícil como los demás piensan.
—¿Tú lo has hecho? —metí mis manos a los bolsillos de mi pantalón. De nuevo asintió con algo de pena. Y yo que pensaba que ella no conocía el significado de esa palabra.
—Un par de veces, pero fueron medidas extremas —aclaró —. Y de ahí en fuera no lo he vuelto a hacer —sonrió de oreja a oreja llevando las manos detrás de su espalda.
—No sé si quiero saber lo que hiciste.
—Es mejor que no lo sepas —miró la habitación y soltó un suspiro —. Pues ya está lista —en una esquina puso todos los libros de su padre, los que Bryony se llevó a Islandia y los que se quedaron en la mansión, toda una pared repleta de libros, unos tan antiguos que debías tener cuidado con las hojas —. ¡Ya sé que podemos hacer! —rápidamente cogió su mochila —. Vamos a dar una vuelta a la universidad, quiero ver donde estudió mi madre.
—No sé —me rasqué la mejilla.
—Por favor, por favor —cogió mis manos y puso esos ojos grandes y redondos, esa mirada tierna a la que no le podía decir que no —. Solo una vuelta, por afuera, no me voy a acercar a nadie —hizo un puchero.
—Está bien.
—¡Yei! —Pegó de saltitos y aplaudió feliz. Era como una niña a la que estaban por darle el mejor regalo de todo el mundo —. ¡Vamos, vamos! —tiró de mi mano y alcancé a coger mi mochila para salir de su habitación.
El pasillo era largo y había unas cuantas cajas a cada lado, ya casi estaba todo, solo faltaban los muebles de la sala y unos de la cocina. Bajamos las escaleras y nos topamos con Bryony que iba cargando una caja repleta de basura.
—Le ayudo —dejó la caja en el suelo para cuando me acerqué.
—Gracias pero puedo hacerlo, además no pesa —sonrió —. Y no me hables de usted, no soy tan vieja —dijo seria. De nuevo me rasqué la mejilla —. Eres el compañero de mi hija, me puedes llamar por mi nombre y hablarme de tú —aclaró una vez más.
—Es que le da pena —comentó Enid a mi lado.
—Nada de eso, Boone, me gustaría tener una buena relación contigo. Mi madre no la tuvo con Caden y a mi me gustaría que entre tú y yo haya confianza, ¿de acuerdo? —asentí.
—Sí, Bryony, está bien —una bonita sonrisa se dibujó en sus labios, era la misma sonrisa que la de Enid, las dos eran tan parecidas y apenas había visto algunas fotos de su padre pero también tenía algún parecido con él.
—De acuerdo —miró las mochilas sobre nuestros hombros —. ¿A donde van?
—Vamos a dar un vuelta a la universidad —habló Enid a mi lado —. No va a pasar nada, me voy a controlar —le dijo a su madre, seria, sin una pizca de diversión en la voz. Estaba hablando en serio.
—Está bien, cariño, ve con Boone, pero no tarden, ¿de acuerdo? —palmeó mi brazo, pasamos a su lado y salimos de la mansión.
Cruzamos el pasillo de piedras que llevaba a la reja, salimos y caminamos hacia la calle principal para ir a la universidad.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —venía aferrada a mi brazo.
—Dime.
—¿Tu madre es tan poderosa como dicen? Mamá comenta que lo es, que es tan poderosa que podría destruir lo que sea o darle vida a un muerto —asintió.
—Lo es, es tan poderosa que puede romper cualquier hechizo que hagamos Corban y yo. Todos estos años Bór nos enseñó magia oscura y poderosa y mi madre ha roto todos los hechizos que mi hermano y yo hemos realizado sin la necesidad de libros y esas cosas.
—Entiendo...
—A veces tengo miedo de nunca ser como ella, de no llegar a ese nivel de poder...
—Oye —me detuve y me puse frente a ella —. No digas eso, tú también eres muy poderosa, tan poderosa que vas a matar a Freya, yo sé que lo harás —me sonrió de esa manera en la que mi corazón se derretía por sus sonrisas.
—Tienes mucha confianza en mí.
—Dejaría mi vida en tus manos, Enid, te tengo ese nivel de confianza —se acercó para dejar un corto beso sobre mis labios.
—¿Vamos? —le dije que sí y continuamos nuestro camino hasta llegar a la universidad.
Rodeada de librerías, cafeterías y locales de todo tipo. Sabías que habías llegado porque los alumnos iban y venían, entraban y salían del lugar. Se podía sentir en la atmósfera la tensión y estrés generado por los trabajos y tareas pendientes, por eso odiaba sentir las emociones de los demás, fue un regalo que la naturaleza nos regaló a Lorian y a mí pero en momentos como estos lo odiaba tanto. Aunque la mayor parte del tiempo podía bloquear todo sentimiento, había días en los que eran tan poderosos que me estresaba.
—Esto es hermoso —sus luceros se iluminaron —. Como me hubiera gustado estudiar la universidad en un lugar así, no tener que hacerlo en la casa con maestros particulares —sus manos se asieron a las rejas que separaban el complejo de la calle —. No te puedes imaginar lo que daría por estudiar aquí.
—Fue difícil, ¿verdad? —me puse a su lado mirando dentro. Asintió tan dolorosamente que mi corazón dolió.
—Mamá tenía miedo de que le hiciéramos daño a las personas, niños o adultos y no era para menos, Corban siempre ha sido así de cruel, desde niño tiene estos pensamientos oscuros, esta sed por la sangre que nadie puede detener, nadie ha podido y dudo mucho que alguien lo haga —giró la cabeza para mirarme y encontré dolor en sus ojos —. Por eso nunca fuimos a la escuela, llegó el momento en el que nos hicimos a la idea de que era mejor así y aún así Corban mató a muchas personas, mujeres más que nada —soltó un suspiro.
—¿Quieres tomar un café? —dijo que sí con una sonrisa en los labios. Cruzamos la calle y entramos a una cafetería, había algunos alumnos estudiando y otros más matando el tiempo antes de entrar a su siguiente clase.
No tardaron en atendernos y traernos el café.
—No me puedo imaginar como fue tu vida —encogió los hombros, despreocupada —. A pesar de todo y nuestra naturaleza tuvimos una vida normal, en lo que cabe.
—Tú y Lorian no son dos vampiros —musitó mirando a cada lado, esperando que nadie la escuchara —. Así que no hay mucho de qué preocuparse.
—No es tan así —con mi dedo índice rodeé el borde de la taza con café.
—¿Ah no?
—Lorian siempre fue más inestable, le costó más trabajo controlar sus poderes de bruja y todo lo demás. Ahora que es una loba a veces se transforma cuando está furiosa, hace muchas locuras —recostó la espalda contra el respaldo de la silla. Estaba sorprendida.
—Pensé que era más tranquila.
—Es porque no la conoces —se rio.
—Cierto —señaló.
Para mi mala suerte en ese momento iban entrando Ethan junto a sus fieles seguidores que no se separaban de él, parecían garrapatas pegadas a un perro. Tan solo pusieron un pie dentro del local, sus ojos se dirigieron a la mesa en la que estábamos Enid y yo.
—¡Aquí estás! —se quedó detrás de la silla donde estaba sentada Enid y apoyó sus manos en el respaldo.
—Déjame en paz —le pedí de manera atenta —. No quiero problemas.
—La última vez te olvidaste de no buscar los problemas —se refería al día que le di su merecido —. ¿Ya lo olvidaste?
—¿Ya lo olvidaste tú? —pregunté en el mismo tono de voz de superioridad que siempre usaba con todos los que pensaba eran inferiores a él.
Que ganas de darte una paliza.
Enid abrió los ojos, sorprendida por mis pensamientos agresivos. Siempre intentaba ser pacifico y no recurrir a la violencia pero había algo en Ethan que me provocaba ganas de golpearlo hasta matarlo.
—No digas estupideces, Cyrus —escupió mi apellido con hastío. En ese momento se dio cuenta de la presencia de Enid, quien hasta este momento se había mantenido en silencio pero eso no iba a durar mucho —. ¿Vienes con ella? —se apartó para observarla mejor, detenidamente.
—¿Te podrías ir? Estamos hablando.
—¿En serio estás hablando con el imbécil de Boone? —se burló, carcajeándose junto a sus amigos.
—En primer lugar, Boone no es un imbécil —se puso de pie lentamente —, y en segundo lugar te pido de la manera más atenta que te largues de aquí —señaló la puerta. Para este momento teníamos las miradas de todos sobre nosotros.
—¿Qué dijiste? —miró a cada lado, estupefacto —. ¿Acaso no sabes quien soy?
—Quien seas me tiene sin cuidado, mi novio y yo estamos platicando y tú solo molestas —lo olisqueó un poco arrugando la nariz con asco.
—¿Tu novia...es tu novia? —compartí una mirada con Enid, quien no se amedrentaba ante la imponente presencia de Ethan y sus amigos —. ¿Cómo? —ladeó la cabeza.
—¿En verdad quieres saber cómo? —Enid enterró su dedo índice en el pecho de Ethan quien la quiso apartar, pero ella fue mucho más rápida y con un solo movimiento lo derribó arrojándolo al suelo, poniendo su bota izquierda en su pecho —. ¿Algún problema? —alzó una ceja.
Sus amigos se quisieron meter pero en ese momento, justo en ese momento Corban iba entrando con una chica rubia y al ver la escena intervino para ayudar a su hermana, aunque no creo que ella necesitara ayuda, estaba seguro que podía vencerlos a todos.
—Te dije que te fueras —le dije a Ethan. Estaba furioso, lleno de rabia. Una mujer lo puso en su lugar y conociéndolo como lo hacia estaba seguro que no se iba a quedar con los brazos cruzados.
—¿Pasa algo? —Corban lo miraba desde arriba. Enid quitó su pie del pecho de Ethan y este se puso de pie, rabioso.
—No pasa nada, hermanito, ellos ya se van —con el pulgar señaló sobre su hombro en dirección a la puerta —. Ahora —dijo con ese tono de voz demandante y serio, donde tenías que obedecer sí o sí a sus órdenes.
De reojo miré a la chica que acompañaba a Corban, la había visto un par de veces por ahí en el pueblo pero nunca hablé con ella, era humana y yo un licántropo, así que no había nada de hablar con ella y pensar siquiera en la posibilidad de entablar una conversación entre los dos.
Entendía que Corban no pretendía tener nada que ver con mi hermana y solo pensar en eso me hacía rabiar. Era un imbécil...
Idiota.
—Calma —dijo Enid.
—¿Qué haces aquí, Enid? —le preguntó Corban, un tanto molesto.
—¿Qué haces tú aquí? —se cruzó de brazos y miró a la chica que se mantenía detrás de él —. Esa es la pregunta.
—Vine a dar una vuelta —acercó a la rubia a su lado y subió el brazo para rodear sus hombros. Tenía esos aires de superioridad tan característico de los Edevane.
—Yo también vine a dar una vuelta, con mi novio —le aclaró a su hermano —. Eres un idiota, ¿lo sabes?
—Me tiene sin cuidado lo que piensen de mí —nos hizo un guiño y se despidió con un saludo militar. Nos dio la espalda y fue a una de las mesas más apartadas de la puerta. Las miradas ya no estaban sobre nosotros sino sobre la parejita que no paraban de besarse frente a todos.
—Es un imbécil —espeté —. Un imbécil en toda la extensión de la palabra —tomé asiento, molesto. Quería decirle un par de cosas a Corban pero eso no iba a ayudar en nada a mi hermana, al contrario, podía empeorar todo y es lo que menos quería para ella. Enid se sentó frente a mí, subió las manos a la mesa y apretó las mías que se convirtieron en puños.
—Lo sé y te entiendo, muchas veces también lo detesto.
—¿Por qué es así? ¿Por qué no hace lo posible por entender y razonar? —ladeé la cabeza, esperando una respuesta de su parte.
—No sé —se encogió de hombros —. Quisiera decirte que sé que es lo que pasa por esa cabeza pero no lo sé, bloquea sus pensamientos y sentimientos de mí —se veía apenada y triste.
—No te preocupes, cariño —palmeé el dorso de su mano —. Por cierto, este fin de semana habrá una fiesta en el lago, no sé si...Uhm... —me rasqué la mejilla —. ¿Te gustaría ir conmigo?
—¡Sí! Sí quiero, encantada de ir contigo —soltó mis manos y cogió la taza para acercarla a sus labios —. ¿Van a ir tus compañeros de universidad?
—Supongo que sí, la verdad es que no le hablo a nadie así que no sé.
—Que lindo y tímido eres —cuando decía ese tipo de cosas solo provocaba que la quisiera más y más —. Tenemos una cita el sábado —me señaló con el dedo —. No me vayas a dejar plantada.
—Nunca lo haría.
Corban
Lilia era encantadora, un poco tímida para mi gusto pero besaba muy bien, además de que su sangre era tan fresca y sabía bien. En estos momentos mi necesidad por este preciado líquido era tan grande que podría dejarla sin una gota de sangre pero no debía levantar sospechas ni matar a nadie, aún no. Era muy pronto para que las desapariciones empezaran y obviamente seríamos nosotros los señalados, de por sí las cosas no iban bien en este lugar. Los seguidores de Freya se llevaban personas que sacrificaban por un poco de poder, así que no podía matar a nadie.
Nada de muertes, Corban. Nada de muertes, Corban. Nada de muertes, Corban. Nada de muertes, Corban.
Lo repetía una y otra vez en mi cabeza, quizá para convencerme de que podía no matar a nadie, que era capaz de mantener esta locura a raya y no desatar a mi demonio interior que solo quería destazar y cazar.
Nada de muertes, Corban...
—¿Qué pasa? —las manos de Lilia acunaron mis mejillas. Giró mi cabeza para que la mirara de la misma manera en que lo hacía ella pero me era imposible hacerlo cuando era solo para un rato, un momento de pasión y deseo que el día de mañana iba a terminar. Así como terminaban todos los intentos por querer estar con alguien más que no fuera esa loba de cabellos rojos.
—Nada —le sonreí. Acaricié sus brazos con cuidado.
—No me dijiste que tenías una hermana —murmuró mirando en dirección a la cafetería donde todavía se encontraban Enid y Boone. Se les veía tan juntos, tan felices y llenos de vida. Como si lo único que necesitaran es al otro y nada más. Eran tan ridículamente perfectos. Quería vomitar —. Es bonita.
—Lo es, y muy peligrosa también —me dio la razón.
—¿Vas a ir este sábado a la fiesta en el lago?
—No tienes que preguntar —apreté mis labios a los suyos para devorarlos con cuidado, aunque me estaba conteniendo en este momento. Era más salvaje y atrevido que delicado y ese tipo de cosas, pero tenía que contenerme sino quería que saliera huyendo como lo hicieron muchas chicas antes de ella.
Miré sobre su hombro en dirección a la pequeña conejita que se acercaba junto a Isla y porque no, Eamon también. ¿Qué hacía ese demonio con ellas dos?
¿Y por qué es algo que debería importarme?
Cuando se trataba de Lorian era confuso y me enojaba a tal grado que todo lo que pasaba me molestaba, sin importar si fuera bueno o malo me hacía rabiar.
—¿Qué hace ella con...ellos? —pregunté en el momento que otro sujeto se acercó a ellos tres y le entregó un vaso con alguna bebida a Lorian. Demonios. Me aparté de Lilia en ese momento.
—La chica Cyrus —dijo a mi lado.
—¿La conoces? —le pregunté. Se acomodó entre mis piernas y asintió.
—Quien no la conoce mejor dicho, a ella y toda su familia —se quedó en silencio unos segundos —. No es una blanca paloma.
—Eso veo —musité. Al vernos los cuatro se acercaron a nosotros y maldije en el momento que el tipejo ese se acercó a Lorian —. ¿Qué hacen aquí? —la primera en responder y atacar fue Isla, y no esperaba menos de ella, era aguerrida y con un carácter muy fuerte.
—¿Perdón? Podemos andar de aquí para allá —acomodé a Lilia sobre mi regazo, movimiento que no pasó desapercibido para Lorian, que se mantenía en silencio pero en sus ojos había una especie de fuego que estaba a nada de explotar —. No eres el jodido rey del mundo, Corban —se cruzó de brazos.
Le eché una mirada de reojo a Eamon que solo se encogió de hombros, despreocupado.
—A mí ni me mires —respondió a una pregunta no hecha.
—A mí me da igual lo que hagan o a donde vayan —contraataque. Mis ojos se enfocaron en Lorian que evitaba mirarme más de la cuenta —. Lorian.
—Corban —escupió mi nombre como si fuera veneno o vómito en su boca —. ¿Nos vamos? —les preguntó a los demás —. La película casi empieza —dijo esto mirándome.
Quise abrir la boca y decir algo pero opté por quedarme callado y no hablar para arruinar las cosas. Lorian era libre de hacer lo que quisiera con quien ella quisiera y si tenía novio me daba igual, podía andar con medio Bibury si le apetecía.
¿Entonces por qué sentía esto?
Era como una especie de ardor en el pecho, se sentía incómodo y era molesto también.
Los vimos alejarse para entrar al cine que se encontraba cerca de donde estábamos, pero no haría nada. No haría nada.
No hagas nada.
—¿Es cierto que vivieron en la casa de los Cyrus? —se giró hacia mí.
—Unos días, pero ya estamos en nuestra casa. El día que quieras puedes ir a visitarme —sugerí con un tono de voz seductor. Aparté el cabello de su cuello para dejarlo libre, acerqué la punta de mi nariz a su piel. Olía rico y yo ya quería probar su sangre de nuevo, pero tenía que ser inteligente y no dejar marcas en su piel, mucho menos en su cuello que era una parte visible en su cuerpo.
—¿No se va a enojar tu mamá? —negué con la cabeza. Mi mano se asió a su delgado cuello y la detuve en su nuca —. Apenas nos conocemos —sus manos se asieron a mis hombros.
—Mamá es tranquila, sabe como es su hijo —dije con la voz en un susurro —. ¿Qué dices? Podemos ir hoy —apretó los labios conteniendo un gemido.
—Me encantaría pero tengo que regresar a mi casa. Pero puede ser otro día, ¿sí? —asentí ante su mirada tierna.
¿Por qué seguía con este juego cuando sabía que no iba a llegar a ningún lado con ella ni con nadie? Muchas de las veces hacía cosas que simplemente eran una idiotez. Cómo fingir que Lorian no existía cuando estaba ahí, a tan solo centímetros, cuando por una extraña razón me molestaba verla con alguien más pero no podía tener nada con ella. No iba a atar mi vida a una mujer a la que no conocía en nada.
Había una voz en mi cabeza que me decía que la dejara en paz, que ya había puesto las cartas sobre la mesa y no quería tener nada que ver con ella, que lo mejor que podía hacer era apartarme y dejarla hacer su vida, pero había otra voz que me pedía a gritos pedirle explicaciones, ¿explicaciones de qué? ¿Por qué estaba con Isla, Eamon y el sujeto ese? No, no y yo. ¿Por qué haría eso?
Mierda.
Estaba en una encrucijada.
Al final opté por seguir a mi segunda voz, la que muchas de las veces me pedía destazar y matar, era a la que más le hacía caso siempre, desde que era un niño que comprendía el daño que podía causar con mis decisiones o actos.
Esperé a Lorian fuera de su casa pero no llegó hasta la noche, cuando el sol se había metido por completo y casi no había personas en la calle. El olor de su piel me avisó que estaba a nada de llegar pero antes de que pudiera meter la llave a la cerradura le detuve cogiendo su muñeca.
—¿Qué haces? —me miró ceñuda.
—No, ¿qué demonios haces tú? —juntó mucho más las cejas, confundida, estupefacta.
—No sé de que hablas, no te entiendo —se zafó de mi agarre con furia.
—Sabes bien de lo que hablo, Lorian —escupí su nombre con sorna.
—Lo que sea que te pase me tiene sin cuidado —abrió la puerta y dio un paso dentro de su casa —. Hasta mañana, Corban.
Me cerró la puerta en la cara. ¡Me cerró la puta puerta en la cara!
Lorian
¿Qué demonios sucedía con ese pedazo de ... .imbécil? ¿Por qué me reclamaba cuando estaba con esa rubia?
—Idiota, mil veces idiota —mascullé entrando a mi habitación. No había nadie en la casa, mis padres salieron a cenar con Bryony y Boone estaba con Enid, ¿dónde más podía estar sino con ella? Desde que ella llegó su vida se centraba en la vampiresa y nada más y estaba bien para mí, sentía envidia (de la buena claro está) de la bonita relación que tenían, me hubiera gustado tener una relación así con alguien, esperé que fuera así con mi compañero pero no, la realidad era muy diferente de lo que yo imaginé.
Tremenda decepción me llevé cuando me di cuenta de que mi compañero era un hijo de...No podía decirle eso a Bryony cuando se había portado tan bien conmigo y nuestra familia.
Arrojé el bolso a la cama, Corban se quejó cuando este le dio de lleno en el rostro.
—¿Qué haces aquí? —encendí la luz. Estaba sentado en mi cama, ¡en mi cama! —. ¡Largo! —abrí la puerta y señalé el pasillo —. No te quiero ver aquí, lárgate —espeté molesta. Estaba llena de coraje e ira hacia él.
—¿Qué se supone que hacías en la tarde? —apartó el bolso, dejándolo a un lado.
—¿Perdón? —entorné los ojos en su dirección —. ¿Me estás pidiendo explicaciones cuando no las deberías pedir? —me reí de él —. Eres todo un caso, Corban, un idiota por así decirlo —me crucé de brazos. Estaba incrédula ante su tonta pregunta.
—Responde —se acomodó en mi cama como si esta fuera suya.
Patán.
—Lo mejor que puedes hacer es olvidarlo y continuar, no eres nadie para pedirme explicaciones, no eres nadie para hacerme este tipo de preguntas, ¡No eres nadie para decirme con quien debo o no salir!
El pecho me dolía y ardía al mismo tiempo. Quería matarlo, en serio quería matarlo.
—Te hice una pregunta —se puso de pie tan rápidamente que no lo vi venir hacia mí hasta que me tenía acorralada entre la pared y su cuerpo. Su pecho se apretaba a mis senos, el mío subía y bajaba acelerado por su repentino cambio de humor —. ¿Estás con él? —subió su mano y me estremecí al pensar que me podía lastimar —. ¿Es eso? Son novios.
—¿Y eso importa? —lo miraba a los ojos fijamente —. Tú ya dejaste claro que entre nosotros no puede existir nada y estoy bien con eso. No me voy a morir, no voy a llorar tu ausencia, puedo hacer mi vida con quien yo quiera.
—Lo sé —su mano se había quedado suspendida en el aire pero la acercó a mi mejilla para apartar un mechón de mi cabello —. Sé lo que te dije y nada ha cambiado.
Sentí como mi corazón se agrietó un poquito más pero no le di el gusto de verme mal, derrotada o triste, tal vez me iba a poner a llorar en la ducha pero Corban no me iba a ver llorar, no por él.
Sus labios estaban a poco centímetros de los míos y mentiría si dijera que no se me antojó besarlos, porque se miraban tan apetecibles y rosados, suaves y rellenos, eran delgados pero había algo en ellos que me llamaban demasiado la atención. Su mano se quedó cerca de mi mejilla, pasó sus nudillos sobre mi piel y la llevó a mi frente apartando algunos cabellos, descendió a mi oreja y pasó la yema de su dedo por cada uno de las argollas que llevaba puestos.
—Que bueno que tienes en claro lo que no hay entre tú y yo —hablé llamando su atención. Su mirada azul se quedó clavada en la mía —. Porque la decisión que tomaste te excluye de mi vida y cada una de las decisiones que tome, no formas parte de mí ni yo de ti, así que no vuelvas a hacerme este tipo de escenas tontas porque no te queda, Corban.
Aferraba mis manos a la pared, quería fundirme con ella para ser una sola y alejarme de él.
—Así que la próxima vez que me huelas por ahí no vayas en mi rescate, no te necesito, no soy una pobre damisela en apuros.
—Lo haré, créeme que lo haré —se apartó y soltó un suspiro. Creo que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se apartó —. No te voy a buscar, Lorian, ya no —y así como apareció, desapareció frente a mis ojos dejando una ráfaga de aire helado a su paso. Me tuve que abrazar y solté un sollozo que me quemó el alma.
No me iba a deprimir por lo que había pasado, no le iba a dar importancia a lo que hiciera o dijera Corban, solo era un imbécil y ya había dejado las cosas claras entre los dos. Él estaba con Lilia que era uno o dos años mayor que él y yo...bueno, estaba consciente de que le gustaba a Landon, era un simple humano pero me gustaba y se portaba bien conmigo así que haría lo que sea para romper este maldito lazo que se supone debía unirme a Corban, le rogaría a Hécate que me ayudara con esto para librarme de él y poder hacer mi vida con quien yo quisiera.
♛♛
¡Hola!
¿Qué creen que pase en esa fiesta?
¿Recuerdan cuando Bryony mató a ese lobo en el lago? Buuuueno, uno de sus hijos hará algo peor ;)
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