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CAPÍTULO VEINTIUNO -solo humana

【 CAPÍTULO 21 】

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ONLY HUMAN
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NO SABÍA SI EL VESTIDO AZUL SERÍA EL MÁS ADECUADO O SI SOLO DEBÍA PONERSE UNA FALDA Y SU BLUSA DE VOLANTES ROSA QUE COMBINABAN PERFECTAMENTE CON EL LABIAL QUE HABÍA COMPRADO EN EL CENTRO HACÍA DOS DÍAS. La ocasión ameritaba una imagen impecable, e incluso elegante, por eso le era tan difícil decidirse sabiendo que hiciera lo que hiciera jamás estaría a la altura.

Finalmente, optó por la segunda opción tan solo para estrenar el maquillaje nuevo, y se miró en el espejo satisfecha con su reflejo.

Si tan solo Clark la hubiera visto de seguro le estaría tomando fotos, porque ella no era así y en ese instante lucía como toda una empresaria. Lamentablemente para él, Haley había decidido dormir la otra noche en su departamento con el objetivo de despertar bien temprano y así su chico pudiera librarse de su distracción en la mañana antes de arribar al Daily Planet.

A él no le gustaba mucho la idea de dormir lejos de ella, especialmente después de esos meses juntos donde se habían vuelto una parte esencial en la vida del otro. Cuando luego del Fin de Año parecían haberse unido mucho más en cuanto a sus sentimientos y todos los planes que tenían a futuro. Sonaba loco, pero ya ninguno de los dos podía divisar una idea sin que el otro estuviera presente.

Sin embargo, la castaña había todavía guardaba un secreto bajo llave, y aunque estuviera mal mentirle a su novio tampoco podía faltarle a la palabra de Lex Luthor, quien exigió absoluto silencio en cuanto a su reunión ese fin de semana.

La joven tenía tantas preguntas que hacer, mayormente en relación al desarrollo de las Empresas LexCorp, pero ya tendría tiempo de ordenarlas todas en su blog cuando estuvieran frente a frente.

Apenas iba a recoger su bolso de la mesa ratona cuando sintió que llamaban al timbre, haciéndola suspirar y preguntarse sobre a quién se le ocurriría ir a visitarla a una hora en la que probablemente todos estarían trabajando.

Pero mucha fue su sorpresa al encontrarse con la persona menos esperada.

—¡Buenos días, señorita Rogers! —Alexander Luthor, dueño de la CEO, la saludó con gran entusiasmo y una ancha sonrisa— ¿Iba a alguna parte?

Los ojos de Haley se habían abierto como platos, demostrando su súbita sorpresa por la extraña visita del joven con quien tenía pensado encontrarse en una hora y media exactamente. No obstante, más fue su impresión por aún no creerse del todo que estaba delante de una personalidad tan reconocida como lo era él. Si antes el mensaje en su móvil la había dejado sin palabra alguna, ahora eso era demasiado para asimilar.

El joven paseó sus ojos robóticos de un lado a otro en el pequeño salón, esperando una respuesta por su parte. Pero cuando pudo darse cuenta de que tendría que ser él quien tomara la primera iniciativa, echó su melena hacia un lado y dijo:

— ¿Puedo pasar?

— P-por supuesto —saltó ella, despertando de su confusión de una vez por todas— Yo estaba por ir a su oficina, creí que nos veríamos allí.

— Un cambio de última hora en la agenda. Así de locas son las cosas cuando eres un negociador tan listo como yo. Viene de familia —dijo con tal rapidez que a ella le fue difícil seguirle el ritmo.

Él pasó al interior y se sentó en uno de los muebles del salón. La chica copió sus acciones y tomó lugar en el asiento contiguo al del multibillonario, cruzando sus estilizadas piernas con gracia al tiempo que se tomaba las manos por encima de las rodillas.

El chico la miró de cerca, escaneándola de pies a cabeza como si sus ojos tuvieran la habilidad de leerle los pensamientos, para finalmente preguntarse qué cosa tan especial tendría una simple humana sin ningún puesto de importancia y una apariencia excesivamente simple. Siendo sincero consigo mismo, por unos instantes había creído que se enfrentaría a un tipo de mujer diferente, con porte, mayor fuerza física o incluso una belleza despampanante.

Pero allí estaba esa pueblerina, tratando de causar una buena impresión, y a la vez, dejándolo más decepcionado que antes ¿En serio se había tomado tantas molestias con un ser tan inferior que fácilmente podría eliminar con una palmada?

— ¿Se le ofrece algo? ¿Un vaso de café, jugo, agua... —sugirió Haley, ganándose una risita burlona de su parte.

— No gracias. Estoy a gusto —tamborileó con sus dedos sobre el sillón, impaciente— Me parece bien tener nuestra conversación aquí en tu casa, es muy sencilla. Nada parecida a la mía te lo aseguro ¡Dios! ¿Es eso un gato?

Haley miró a su mascota recostada sobre la isla de la cocina, manteniéndose ajena a la presencia de ambos adultos.

— Eso creo.

— Los odio. Sus pelos me dan una alergia de muerte.

— Lamento mi osadía, señor... Luthor —esto último lo dijo con total profundidad— pero nunca hubiera pensado tenerlo delante de la puerta de mi casa, y menos en un edificio como este, ya sabe, que no está a su altura...

— No lo lamentes, niña. Créeme yo tampoco me lo creí cuando puse mis  pies en la acera, pero imagínate, me urgía muchísimo hablar contigo y luego todo se complicó con una reunión de última hora, por eso vine. Pero creo que aún no has acabado de hablar, por favor, continúa.

— ¿Por qué le urge tanto hablarme?¿Es sobre su mensaje? ¿Alguna duda que tenga en cuanto a las donaciones?

— Ay señorita Haley. Las cosas son mucho más complicadas que una simple obra de caridad para criaturas sin techo, pero como creo que nos estamos haciendo buenos amigos mejor ir directo al grano ¿No es así? —aplaudió con entusiasmo, como si lo que sea que fuera a decirle significara descubrir la nueva existencia de los unicornios— La quiero a usted lejos del Daily Planet ya...

¿Sabéis de esos momentos en los que pretendes creer que lo que acabas de ver o escuchar en realidad solo es producto de tu imaginación luego de un momento muy impactante? Pues bien, Haley Rogers creyó estar experimentando algo parecido, porque mientras su mente intentaba tragarse las palabras que fueron dichas por él, su corazón latía tan rápidamente que poco faltaba para desgarrarle el pecho a pedazos.

Sus labios se mantuvieron estáticos, sin ser capaces de moverse para pronunciar ni una letra, porque aquello no podía ser cierto. No en verdad. Era increíble pensarlo, y darse cuenta de que por mucho que intentara darle poca convicción sus manos habían comenzado a sudar frío.

De un momento a otro, su susto terminó por transformarse en una creciente rabia que se avivaba a medida que repasaba el descaro con el que le había hablado. Expresando su enojo a través de la desfiguración de su rostro.

— ¿Perdón?

— Es tan sencillo como mascar un chicle —se encogió de hombros, sonriéndole cual niño pequeño— le doy una semana para irse del Daily Planet y romper completamente cualquier relación con las personas que la conocen en Metrópolis.

Eso sin duda tenía que ser una broma, y una de muy mal gusto.

Haley quiso gritarle tantas cosas a la cara, exigirle que se marchara de su casa si no quería que ella misma fuera quien lo expulsara a patadas. Sin embargo, se obligó a contenerse porque no era propio de ella hacer tales espectáculos.

— ¿Cómo se atreve? —masculló entre dientes, provocando que este abriera sus ojos de asombro cuando la vio adoptar su lado audaz— Usted no es nadie para venir hasta aquí y exigirme abandonar mi trabajo y mi vida porque se le pega en gana.

— En realidad, creo que sí tengo ese poder.

— ¿Acaso se está riendo de mí? —exclamó— No voy a hacer nada de eso ¿Está loco? ¿O solo acostumbra a comportarse como un imbécil con todo el mundo? No puedo creer que esté teniendo esta discusión con usted, por favor, váyase de mi casa ahora.

— Yo que tú no haría eso.

— ¿O qué? ¿Se atreve a amenazarme?

— Solo te estoy advirtiendo, cielo...

En ese momento, por la misma puerta de entrada aparecieron dos hombres vestidos con trajes de negro, quienes se encargaron de cerrar a sus espaldas para que nadie más pudiera escuchar desde fuera. Luego impusieron sus cuerpos de gorila delante, impidiéndole cualquier intento de huida.

Haley se sintió acorralada, sin escapatoria, y solo por eso su pecho comenzó a agitarse, haciendo sus respiraciones más erráticas.

Lex notó el miedo en sus ojos, y una sensación satisfactoria lo inundó por dentro, felicitándose interiormente por lograr el temor de la ideal americana.

— ¿Qué es lo que vais a hacerme?

— ¿A tí? Nada. En cambio a ellos... —el joven no terminó su frase, dejando que los hechos fueran suficiente respuesta para que pudiera entender a lo que se refería.

Suavemente, dejó cuatro fotografías encima de la mesa ratona que tenían delante, en el ángulo perfecto para que ella lograra verlas una a una. La primera era de su hermana Peyton en el supermercado, acompañada por su sobrino Elias. La segunda era Anne, su vecina, que a pesar de que llevaba una gorra tapándole la cara la pudo reconocer perfectamente debido a su incomparable cabello rubio. La tercera era simple, una panorámica del Orfanato Bogart, y por último, una foto de Martha Kent.

Haley contuvo el aliento horrorizada y se cubrió la boca con una mano, deseando gritar con todas sus fuerzas. Aquellas imágenes habían sido captadas, todas, sin que ninguno de los individuos se percatara de ello. Lo cual significaba una alerta de peligro muy clara.

— Si no te vas, tu familia muere —aclaró Lex con un tono mucho más recio que los anteriores que había utilizado para tratarla— Si no dejas tu trabajo, tu amiga muere. Si vuelves a comunicarte con alguien, todos tus preciados niños mueren. Y si no dejas a tu novio... Martha muere.

A esas alturas, ya cualquier otro sentimiento de odio o ira se había esfumado para ser sustituido por el más cobarde de todos, el miedo.

Haley temblaba de impotencia ante la idea de perder su vida sin razón aparente, sobretodo porque no entendía por qué él le pedía algo así y hasta el punto de amenazarla con acabar con todas las personas que amaba. Ese desgraciado la estaba arruinando, dándole un corte en donde más le dolía.

Tragó en seco, percatándose de las lágrimas que corrían por sus mejillas segundos después. Ni siquiera se había dado cuenta de que en realidad estaba llorando, pero entre los sollozos le fue posible pronunciar:

— ¿Por qué me hace esto?

— Te metiste en un terreno de acceso restringido, y sabía que no te irías con pedírtelo amablemente. Asi que tenía que sacarte de mi camino por las malas.

— ¡Yo no le he hecho nada! —chilló presa del pánico— y ellos no tienen la culpa. Por favor...

— Solo tienes una semana, linda. Espero que la uses bien.

Y sin más, se levantó de su lugar con aire superior, sacudiendo las mangas de su abrigo como si tuvieran algún rastro de polvo.

Su trabajo por ese día había terminado.

Caminó hacia la salida siendo seguido por sus guardaespaldas, tarareando alguna cancioncilla que había escuchado con anterioridad mientras hacía resonar la suela de sus mocasines contra el piso del salón.

Antes de irse, se volteó para darle una última mirada a su creación.

Tenía que aceptar que la escena de la castaña abrazada a sí misma y sollozando sonoramente podía entristecer a cualquiera, pero en su extraña filosofía solía ver ese tipo de actos como una película mecánica que se repetía en una misma secuencia bajo los mandos de su imaginación, y así le era más fácil apartarse sin sentir ningún tipo de lástima por nadie.

Pero la castaña por su parte, estaba hecha polvo. El maquillaje que se había esforzado en poner con tanto esmero se había corrido por toda su cara, siendo prueba de toda la desquiciante situación que recién estaba iniciando. Su llanto lastimero llegó a los oídos del multibillonario como si fuera música, y eso solo probaba que una vez más él había ganado.

Un obstáculo menos de su lista para variar.

— ¡Oh! Tengo una advertencia más. Soy tan olvidadizo a veces... —levantó un dedo— Una sola palabra de este encuentro a alguien y cada persona en el país se enterará de quién es realmente tu adorado Clark Kent.

Cuando finalmente se encontró completamente sola en las cuatro paredes de ese salón, Haley no tuvo valor para ponerse en pie. Sentía que un nudo enorme le apretaba en la garganta y le impedía respirar con normalidad, ahogándola desde dentro hasta el punto de necesitar abrir la boca como un pez.

Le dolían los ojos, muchísimo, especialmente los párpados que le exigían el llanto tanto como sus sienes palpitantes. Así que, sin poder soportarlo más, se echó a llorar a lágrima viva, sin esperar que eso pudiera hacerla sentir menos miserable.

No solo se sentía desesperada porque su presente comenzaba a desmoronarse, sino también porque la vida de esas personas estaba en sus manos y solo dependía de ella hacerlos salir de ese conflicto sanos y salvos. Lo único que verdaderamente le preocupaba era el hecho de tener que engañar a Clark, porque no sabía de qué otra forma lograría irse sin que él saliera lastimado.

Ni siquiera se le tenía permitido contarle sobre las sospechas de Luthor, porque con un solo paso en falso Haley cargaría con el peso de una muerte en sus hombros, y no estaba dispuesta a dejar que una tragedia así sucediera.

— Dios mío... qué es lo que voy a hacer ahora —lloró, dejándose caer encima de su cama para enterrar la cabeza en las almohadas y maldecirse por ello.

Deseó nunca haber aceptado  aquella invitación. Y si tan solo tuviera el poder de arreglar las cosas, desaparecería ese día de su calendario. Pero ahora, su desgracia era lo menos de lo que tendría que preocuparse. Porque al fin y al cabo, era su momento de decidir.

Por supuesto, Haley Rogers nunca antepondría su seguridad por encima de la de nadie, y para ello tenía siete días.

Siete días para dejarlo atrás y decirle a su novio que todo entre los dos había acabado.

Feel sorry for Haley 😭

Odio a Lex con toda mi alma y ojalá lo arrolle un tren. Pero bueno, ya los que hemos llegado hasta aquí sabemos que la tragedia se avecina.

Haley con sus problemas, Clark confundido y dolido, la llegada de Bruce Wayne, el lío de Batman vs Superman bla bla bla.

Una vez más gracias por leer y dejarme sus lindos comentarios, los aprecio mucho.

Un beso a todos y se despide:

Debbie

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