CAPÍTULO VEINTISIETE -tengo una misión
【 CAPÍTULO 27 】
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I HAVE A MISSION
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AQUELLO ERA MUY CONFUSO SI SE PONÍAN A PENSARLO CON CALMA.
Un bebé podía ser un motivo de regocijo para ellas en esos momentos, porque una sorpresa así entre mujeres siempre sería bien recibida. No obstante, existían muchos riesgos que giraban en torno a la vida de esa criatura, que demás estaba resaltar, no era un ser humano normal.
Las probabilidades de que fuera un ser con ADN alienígena eran muy elevadas, y eso solo atraería la atención de los enemigos que parecían acechar como fieras alrededor de Superman. Si los puestos mayores eran tan ambiciosos como para querer controlar o eliminar al héroe que los salvaba, a saber qué harían de conocer que su descendencia estaba allí en el vientre de su madre.
Eso era lo que más temía Haley.
Tener que exponer a su hijo nonato a las garras de Alexander Luthor era su peor pesadilla, y aunque apenas era algo reciente, sabía que tenía que protegerlo a toda costa.
¿Qué clase de persona sería de no hacerlo?
Y ni siquiera estaba segura de estar lista para ser madre.
— ¿Cómo lo supiste? —preguntó Diana. Las dos se habían tumbado encima de su cama y miraban atentamente al techo sin ningún motivo, solo pensando.
— Ayer vomité en la mañana, luego dos veces en la madrugada —respondió— y mi periodo llevaba mucho tiempo de atraso, por eso tuve que hacerme la prueba.
— ¿Cuánto?
— Tres semanas, y nunca he sido tan irregular.
La semidiosa alzó ambas cejas. Desconocía de lo que estaba sintiendo su compañera en esos momentos, pero a juzgar por su expresión, no debía estar muy contenta que digamos ¿Y cómo estarlo? Prisionera por su propia seguridad en una ciudad de vándalos, en espera de que algún milagro hiciera que Lex Luthor desapareciese de la faz de la Tierra para así poder recuperar su vida, y más ahora, cargando con lo que podría considerarse el sujeto de pruebas que ansiaría cualquier científico a nivel mundial.
Un meta-humano más, y ella era la incubadora que lo mantenía con vida.
— ¿Cómo te sientes en cuanto a eso?
— ¿Qué como me siento? —preguntó con voz aguda— Ni yo misma lo sé... ¡No quiero un hijo! O por lo menos no ahora que estoy en medio de un campo de batalla contra el hombre más rico y completamente loco del mundo.
— No tienes que ver las cosas así.
— Esto es sobre crímen y procesos de justicia —espetó— no hay monstruos con los que luchar o criaturas que puedan ser destruidas sin que te manden a la cárcel. Si yo levantara una demanda contra Lex ahora, me tildarían de loca o me mandarían a matar, porque muy probablemente tenga comprada a toda la policía del país.
— ¿Y qué vas a hacer? —Diana se reincorporó con el ceño fruncido— ¿Vas a deshacerte de él? ¿A darlo en adopción cuando nazca?
— ¡Por Dios no! —negó— para bien o para mal es mi hijo. Nunca atentaría contra su vida.
— ¿Entonces qué? Esa criatura es mitad alienígena. La sangre de Krypton corre por su sistema... y qué hay de su padre.
— ¿Qué con él?
— Tienes que decírselo —¿Acaso no era lo más obvio?.
— Oh claro ¿Qué tal esto? “Hola Clark. Soy yo, la chica que te rompió el corazón. Por cierto, creo que el psicópata de Lex Luthor está planeando algo en tu contra y me ha estado chantajeando todo este tiempo con matar a mi familia. Sin contar que me has dejado preñada”.
— En algún momento de toda esta locura tendrás que hacerlo. No puedes arriesgarte a que algo ocurra y yo no esté ahí para cuidarte.
— Si quisiera protección me habría ido desde hace mucho tiempo a Montana, pero decidí quedarme porque quiero desenmascarar al director de LexCorp y esa será mi misión —su boca se había quedado seca de tanto hablar— Ahora pásame el disco duro.
— ¿Qué vas a hacer? —se atrevió a cuestionar en lo que la veía caminar con el artefacto hacia donde se encontraba su laptop.
— Tuve experiencia hackeando las computadoras de la Preparatoria McCall cuando tenía dieciséis. Cosa que me juré no volver a hacer después de que casi me pillan.
— Chica problemática.
— No me llames ángel si no me conoces bien.
A falta de mejor tecnología, conectó el aparato con su cable para la batería del celular y esperó a que la base de datos apareciese delante de sus ojos. Con estos primeros tips, comenzó a rebuscar una forma para acceder al interior de los archivos con la vista fija en la pantalla.
Minutos después, Diana se cansó de verla teclear y abrir nuevas ventanas sin obtener señal alguna de que habían logrado desbloquearlo. Estaba siendo mucho más complicado de lo que parecía a primera vista.
Cuando esos minutos se convirtieron en horas, Haley cerró sus pesados párpados en un intento por apaciguar el dolor de cabeza que le había causado, entregándole nuevamente el disco a la otra mujer.
— La próxima vez que vea a ese tal Wayne, recuérdame felicitarle por su gran seguridad informática —le dijo— Es imposible desencriptarlo, demasiado avanzado para mi corta experiencia.
— ¿Ni siquiera un archivo?
La chica negó:
— De todas formas ¿Que puede tener Luthor tan importante para tí?
Diana había ido hasta la cocina, donde se sirvió una copa de vino, y en ese momento volvía a estar delante de ella, titubeando.
— Hace algún tiempo descubrí que había robado una foto que me pertenece —antes de que Haley pudiera preguntar de qué se trataba, la interrupió levantando un dedo en su dirección— y antes de que lo digas, sí es muy importante. Fue una imagen tomada en 1918.
La castaña abrió la boca de par en par, no muy segura de qué decirle, dado a que nunca habían tocado el tema. Ella pensaba que era absurdo tratarla como si fuera una anciana, y Diana le agradecía que no le recordara la cantidad de años que había tenido que vivir con el peso de su pasado.
— Creo que deberías devolvérsela —opinó.
— ¿Y dejar que lo descubra?
— Quizás no sea tan cretino como piensas. Él debe comprender lo importante que es para tí ocultar quien eres. Al fin y al cabo, también lo hace.
— Podría dárselo a su acompañante... si es que vuelve a llevarla la próxima vez. Lo preferiría a tener que ver su cara de petulante.
— ¿Apuestas a que busca otra diferente?
— No lo sé. Ella no parecía ser de esas —sin previo aviso, le arrebató el celular para ponerse registrar hasta dar con un página de noticias en Google que tenía todas las primicias de la noche anterior— La mejor parte de saberte el nombre de todos los sitios web y páginas de chismes, es que puedes localizar a los individuos con mucha facilidad.
— ¿Por qué?
— De vez es cuando me aseguro de no haber sido captada por ninguna cámara.
Haley miró la imagen que le había sido mostrada, desfigurando la expresión de su cara en cuanto reconoció el rostro de la mujer que había acompañado al millonario más reconocido de Ciudad Gótica la noche anterior.
Si su vista no le estaba fallando o jugando una mala broma, aquella cara era inconfundible.
— ¿Sucede algo, Hals?
— Yo conozco a esta chica —señaló la foto— su nombre es Anne Barton, y era mi vecina cuando vivía en Metrópolis.
Última parte del maratón, disfrútenlo.
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