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CAPÍTULO VEINTICUATRO -desaparecer

【 CAPÍTULO 24 】

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DISAPPEAR
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UN MES HABÍA PASADO DESDE QUE ELLA DECIDIÓ IRSE, Y CON ESO TODO A SU ALREDEDOR PARECÍA HABER CAMBIADO DEBIDO A LOS RASTROS QUE SU FANTASMA DEJÓ. De alguna forma, las cosas ya no eran como solían ser antes, y no precisamente porque Haley no estaba presente, sino porque el ambiente se marchitaba a medida que los días pasaban.


El Daily Planet había vuelto a ser esa nebulosa oscura y aburrida que era años atrás, cuando todos solo se dedicaban a cumplir con su deber, sintiendo incomodidad de tratarse como extraños y no colegas.

La confianza desapareció, y en su lugar la competencia regresó para instalarse en la mente de cada uno, como si cualquier cambio que hubiera los degradara hasta el punto de comportarse como perfectos egoístas.

Clark levantó su vista del borrador que tenía sobre su diminuto escritorio, guiado por la curiosidad de saber por qué su jefe reprendía tan bruscamente a uno de sus reporteros.

Jimmy Olsen asentía nerviosamente ante cada exclamación de Perry, esperando que Lois fuera en su rescate para bajarle los niveles de estrés, pero tal parecía que nada era lo suficientemente relajante en esos momentos.

Afortunadamente, la reprimienda sesó minutos después, y para entonces ya el pelinegro deseaba con todas sus fuerzas que el día terminara para poder largarse a su casa. Era extraño, pero realmente necesitaba descansar aunque solo fuera para que las pesadillas le atacaran nuevamente. La figura de Superman se había convertido tanto en un héroe como en un motivo de odio, y sinceramente, ya ni siquiera él sabía cómo enfrentarse a la sociedad que deseaba proteger por sobre todo cuando ellos mismos lo tachaban como un peligro.

Exhausto de pensar tanto, se masajeó el puente de nariz de arriba a abajo, cerrando los ojos mientras intentaba despejar su cabeza de tanto tormento.

Si tan solo pudiera volver a tener su ancla otra vez, sabría cómo enfrentarse a ello.

— ¡Clark! —lo llamó Lois, obligándolo a abrir los ojos nuevamente.

La pelirroja iba hacia él con una sonrisa radiante, la típica prueba de que había conseguido aquello por lo que solicitaba la atención de su jefe por encima de la bronca que le estaba echando al joven Olsen.

En respuesta, Clark se volteó por completo para poder mirarla mejor, ya que si quisiera hablar sería muy difícil prestarle atención con la pantalla del monitor entre ambos.

— Antes de que me digas nada, ya veo que estás feliz, así que algo muy bueno se esconde detrás de esa sonrisa, Lane ¿Chantajeaste a Perry otra vez?

— Mejor —le dijo en tono triunfante— Aprobó que fuera yo la elegida para ir a entrevistar a Amajagh. Mi vuelo a Nairomi sale la semana que viene.

El pelinegro frunció su entrecejo repentinamente, conociendo lo que aquella misión podía significar.

— ¿Hablas del terrorista general? ¿ÉL Amajagh?

La fémina suspiró, observándolo entre negaciones:

— Voy a estar bien.

— Podría ser peligroso —advirtió— no conocemos a esas personas. Aparte de que aceptar ser entrevistado después de varios meses de solicitada esa petición me parece extraño.

— Si te sirve de algo, no voy a ir sola. Jimmy me acompañará —lo vió asentir considerablemente, intuyendo que su preocupación no estaba siendo más que una tapadera para ocultar sus verdaderos conflictos internos— ¿Cómo lo estás llevando?

— Todo lo bien que se puede, pero sigue sin ser fácil encender la tele y verlos hablar de mí como si fuera...

— No lo digas, porque sé que quieres creerles, y vas directo a equivocarte —le cortó— Si hiciste algo mal fue porque querías salvarlos a todos, pero desafortunadamente eso no siempre es así. No puedes estar en dos sitios al mismo tiempo y tampoco rescatar cosas sin dañar otras.

Él asintió, no muy convencido, pero confiando en que sus palabras lo habían hecho sentir mucho mejor.

— Debo regresar al trabajo, así que hazme un favor no atormentándote más la cabeza. Necesitas despejar un poco.

— Lois —la frenó antes de que pudiera irse— ¿Quisieras venir a cenar hoy en la noche?

No pudo negar que la pregunta la había tomado por sorpresa, pues como había estado pensando, Clark se sentía demasiado presionado con aquel peso enorme sobre sus hombros y la humanidad parecía no darse cuenta de que Superman también podía decaer.

Y quizás ella era el apoyo más cercano que poseía en esos momentos.

— Claro —se limitó a responder en lo que ladeaba un poco la cabeza— Pero recuerda pedir comida china si te da por quemar de nuevo el sartén.

Ambos rieron a la vez y ella se despidió con un guiño antes de desaparecer cuando las puertas del elevador se cerraron.

Mientras tanto, del otro lado del puente, o del charco, como mejor podría llamársele a dos ciudades separadas por una línea de agua llamada río, Haley Rogers se encontraba sentada delante del ventanal de la habitación que compartía con su compañera de piso, sumida en sus pensamientos que no iban más allá de observar lo deprimente y algo escalofriante que era esa ciudad.

Gotham ni siquiera debía considerarse un lugar seguro legalmente. Existía más delincuencia en una de sus calles que en todo México o Sudamerica; y a decir verdad, de no ser porque debía mantenerse al tanto de lo que estaba ocurriendo en Metrópolis sin estar allí de por sí, se habría marchado a Star City sin oponer resistencia.

De no ser por Diana, que había depositado demasiado confianza en ella desde un primer momento, jamás hubiera pensado que Lex Luthor planeaba mucho más que solo amenazarla con la identidad de Superman.

Él era un hombre que tenía la cabeza lo suficientemente trastornada como para jugar con la justicia y el crimen como si estuvieran en el mismo bando, cambiando las reglas a su propio gusto y conveniencia. Lo que sí no acababa de comprender aún era el por qué de todas sus recientes acciones ¿Qué iba a ganar separándola de la vida de Superman? ¿Qué tipo de amenaza encontraba en una humana tan “insignificante” como para querer alejarla de forma permanente? ¿Qué era lo que quería realmente?

“Supongo que no lo sabremos hasta que pueda encontrar la forma de acceder a su sistema”, le había dicho Diana en un momento, traduciendo esas palabras a que debían ser cuidadosas en llevar a cabo su próximo movimiento: infiltrarse en los eventos patrocinados por LexCorp hasta dar con alguna información que fuera vital.

Obviamente, Haley estaba excluida de la operación porque sería reconocida al instante, por lo que la pelinegra tendría que vérselas por sí sola. Lo cual no significaba preocupación alguna, estaba acostumbrada a trabajar mejor mientras las personas que le importasen estuvieran lejos del peligro.

Mientras tanto, Haley se mantendría al margen hasta tener un nuevo aviso.

— Me voy a arrepentir de esto —se dijo la castaña, dándole un rápido mordisco a la barra de queso que tenía en la mano. Era seguro que engordaría, pero el aburrimiento dentro de aquellas cuatro paredes la impulsaba a lidiar con su insoportable ansiedad que a su vez la empujaba a comer o quedarse sentada delante de la televisión.

El sonido de un par de tacones entrando a la habitación la hicieron voltear su cabeza hacia la puerta, donde la amazona la miraba con un gesto desaprobatorio.

— ¿Queso? ¿Es en serio? ¿Queso?

— No hemos ido más al supermercado.

Diana entornó los ojos al tiempo que dejaba su bolso encima de la cama:

— No tendríamos que ir si no te lo comieras todo.

— ¡Estoy aburrida! —se quejó alzando las manos— no salgo de aquí ni para ir a la esquina, y si lo intentara corro el riesgo de acabar con una bala entre las dos cejas.

— Recuerda que es solo temporal. En cuanto logremos averiguar lo que planea el psicópata prometo que nos trasladaremos. Pero mientras tanto, necesitas estar en un lugar donde no pueda encontrarte, si es que lo intenta.

De cierto modo tenía toda la razón, pero igual no podía dejar de sentirse inservible estando allí encerrada.

La impotencia no le permitía tranquilizarse ni un solo momento. De tan solo pensar que la vida de Clark corría peligro y ella no podía decirle nada la estaba desesperando. Al igual que su familia, con los cuales había perdido contacto como mismo hizo con sus amigos de Metrópolis.

¿Y si acaso Lex no cumplía con su promesa y les hacía daño? ¿Podría perdonarse después de ello?

— Desearía poder hacer más —murmuró.

Todos a su alrededor parecían superarla en muchos aspectos. Su ex novio era un alienígena con poderes extraordinarios y su mejor amiga ahora resultaba ser una semidiosa, hija del dios del rayo y descendiente de una larga tribu de amazonas cuyas habilidades de lucha la habían transformado en la Mujer Maravilla...

Jesucristo, era demasiada información para un cuerpecito tan menudo como el suyo.

La nombrada Prince escrutó su rostro deprimido, pensando y comprendiendo también lo difícil que debía ser para ella ver cómo toda su vida se desmoronaba delante de sus ojos, teniendo la sensación de que cada paso que daba era incorrecto.

— Quizás... —comenzó a decir, rezando internamente para no arrepentirse luego— existe algo en lo que puedes ayudarme.

— ¿De verdad? —Haley se volteó de un salto.

Ella asintió:

— Igual, si crees que es demasiado arriesgado o que no te gustará...

— ¡Por Dios, Diana. Solo dímelo de una vez! —gritó, interrumpiéndola de golpe y provocando que soltara las palabras súbitamente:

— ¡Necesito que convenzas a Bruce Wayne de llevarte a su casa!

Eso fue lo suficientemente inesperado como para hacerla atorarse con su propia saliva.

La semidiosa corrió a socorrerla cuando la vio palidecer en medio de un ataque de tos, obligándola a escupir el trozo de queso que se le había quedado trabado en la garganta.

La joven Rogers respiró con dificultad, esperando pacientemente a que el susto se le pasara y así pedirle las explicaciones que merecía:

— ¿Es idea mía o me estás pidiendo que me acueste con un tipo que no conozco?

— Nadie dijo que tendrías que hacer eso.

— ¡Oh claro! Le puedo pedir que me enseñe la colección de billetes que tiene en su bóveda personal ¿Hablas en serio Diana Prince? ¿De qué otra forma él me llevaría a su casa si no es para eso?

— Eres una reportera —le recordó como si no fuera lo más obvio— preséntate como una estudiante del periódico escolar de algún sitio y luego pregúntale si puedes entrevistarlo en un lugar más privado.

Mirándolo desde su perspectiva hasta tenía sentido.

— Voy a venderme —repitió para sí misma— Dios, me voy a convertir en una ramera ¿Por qué tengo que hacer eso?

— Porque tengo mis sospechas de que ese hombre puede ser el verdugo que asesina a los hombres con la marca del murciélago.

— ¡El millonario es un asesino!

— Te dije que no tenías que hacerlo si no querías.

— ¡Pues por supuesto que no lo haré! —chilló, haciendo una mueca de asco— esto es demasiado, creo que voy a vomitar.

Acto seguido, Diana se apartó para dejarle el camino libre hacia el cuarto de baño, cruzándose de brazos en lo que se regañaba internamente por haber cometido el error de haberle revelado la verdad sobre el villano de Gotham.

Haley había pasado por mucho, y mientras más fuera acumulando, más posibilidades tendría de que eso la afectara mental y físicamente. Ya era demasiado que tuviera que cargar con la responsabilidad de mantener el secreto de Kent para protegerlo.

Y solo sabía el destino cuánto más tendría que sufrir para proteger a los que quería.

Holiwissss !!!!

Otro capítulo antes de la sorpresa de Navidad, espero que estén tan ansiosos como yo. Decidí hacerlo como agradecimiento a mis lectores y por el buen recibimiento que ha tenido esta historia✨

Un beso a todos, y espero recibir su apoyo igual en mis demás fanfictions.

Debbie

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