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CAPÍTULO TREINTA Y UNO -salva a martha

【 CAPITULO 31 】

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SAVE MARTHA
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EL TRAYECTO DEL EDIFICIO PERTENECIENTE A LA LEXCORP HASTA EL DAILY PLANET SE LES HIZO CASI ETERNO, los minutos pasaban lentamente, y con cada uno de ellos la desesperación se acrecentaba dentro de sus atormentados corazones.

Haley titubeó por unos segundos antes de entrar a las oficinas, seguida por la arquera que caminaba torpemente debido a sus piernas doloridas. Ambas tratando de mantener el paso de la pelirroja que llegó corriendo como un torbellino para sacudir al diario.

— Necesito un helicóptero a Gotham. Llama al helipuerto —ordenó a una de las secretarias, advirtiendo por el tono de su voz que era un asunto urgente.

Perry, quien había visto el alboroto desde su oficina, salió por la puerta con el ceño ligeramente fruncido debido al enojo. Ya tenían suficiente con la preocupación de ver la nave alienígena absorbiendo relámpagos como para también tener que lidiar con los repentinos ataques de Lois Lane.

— ¿Helicóptero? Apenas nos podemos permitirnos una bicicleta —espetó el afroamericano— ¿Quieres perseguir una historia? Ve a la nave. Superman, probablemente ya está ahí.

— Perry no es para una historia.— la intervención de la joven Rogers lo hizo saltar en el lugar, exaltado. Para cuando se girara sobre sus propios talones encontrarse con el rostro lleno de angustia perteneciente a su ex reportera.

Haley le regaló una leve sonrisa cuando sus labios pronunciaron su nombre en un susurro, acercándose para abrazarle sin previo aviso.

No iba a aceptar delante de todos que realmente la había extrañado, simplemente se lo hizo saber correspondiendo a ese gesto, transmitiendo hacia ella todo el afecto paternal que siempre había mostrado por ella desde el primer día que puso un pie en el Daily Planet.

— ¡Santo cielo Haley! —exclamó cuando separaron, con las manos aún apoyadas en sus hombros— ¿Dónde has estado todo este tiempo?

— Te contaré todo en cuanto pueda, lo juro. Pero por favor, necesitamos tu ayuda.

El director paseó su mirada del rostro de la joven a la expresión seria y suplicante que Lois Lane le dedicaba, de esta forma comprendiendo que aquello no era solo un problema menor, sino algo mucho más grande.

Ya lo había dicho una vez, no era capaz de negar ayuda en momentos de tanta importancia.

— Jenny consíguele un helicóptero a Gotham. Y olvida el helipuerto, ponlo en el maldito techo —ordenó, y ambas mujeres soltaron un suspiro de alivio, para seguidamente, salir disparadas hacia las escaleras— ¡Al techo, chicas!

Era cuestión de tiempo que todo se desatara, y ellas estaban seguras de que iban demasiado atrasadas. En el caso de Haley, intentaba mantenerse mentalmente lista para encontrarse con una escena desastrosa cuando arrivaran en Gotham, pero internamente clamando a todas las religiones para que las cosas no hubieran pasado a peor.

Cuidadosamente, ayudó a que Anne lograra subirse en el vehículo volador mientras Lois le ordenaba al piloto que debían ir hacia donde la señal del murciélago iluminaba el cielo, provocando que este las mirara a todas con cara de que indudablemente se habían vuelto locas.

Sobrevolaron por encima de Metrópolis hasta cruzar el río que los separaba de la oscura Ciudad Gótica, sintiendo que algo dentro de sus estómagos se revolvía y no precisamente por el mareo.

La castaña sujetó con fuerza la pálida mano de su amiga, sin apartar siquiera su mirada de la ventanilla.

Anne lograba comprenderla de cierta forma. Ella también se encontraba muy preocupada por lo que sea que Bruce estuviera a punto de hacer. No tenía idea de cómo, pero también dudaba en cuanto a si sería capaz de enfrentarse a él siendo tan débil como cualquier humano podía ser ante Superman.

Por eso por su mente pasaban miles de preguntas dudosas, sobre si además de su odio y parte de su pasado, también le estuviera ocultando el cómo de su rencorosa batalla contra el héroe de Metrópolis.

No obstante, por alguna recóndita parte de su cerebro el sentido del humor que poseía, muy inoportuno hay que resaltar, se jactaba de tan solo pensar que para detener una estupidez creada por dos especímenes del sexo masculino se necesitaban dos mujeres con verdaderas armaduras con tal de detener la catástrofe que por su jodido machismo no podían parar.

Las dos tragaron en seco cuando el helicóptero comenzó a descender por encima de un edificio prácticamente abandonado, que podría considerarse incluso ruinas sin un uso aparente.

La ráfaga de viento que las alas provocaron las azotó de forma que sus cuerpos prácticamente se vieron impulsados hacia el interior del edificio. Sus pasos sonaban en un eco espeluznante por cada rincón, y eso, ligado al frío que asomaba aquella noche fue suficiente para ponerles la piel de gallina.

Por un lado, la castaña sentía que iba a fatigarse en cualquier momento. Estaba muy débil y exhausta; no muy distinto a cómo verdaderamente se encontraban Anne y Lois, quienes intentaban ir lo más a prisa que a sus pies y sus energías les permtieran.

Llegaron justo a tiempo para impedir que otra injusticia se cometiera, porque de no ser por el chillido que abandonó la garganta de Rogers, Bruce Wayne no hubiera prestado atención a las palabras que un moribundo Superman intentaba decirle.

El murciélago apuntaba al rostro del alienígena con una lanza elaborada de aquella gema verde que Luthor hacía llamar kryptonita, manteniéndolo en el suelo bajo la presión de su pie sobre su cuello para que no pudiera moverse. Sin embargo, no logró cumplir su cometido debido al impacto que causó aquel nombre en sí mismo.

«Salva a Martha», le había pedido en sus últimas palabras, y a su mente llegaron los desgarrantes recuerdos de aquella noche al salir del cine. Cuando él, siendo tan solo un niño, fue testigo de como la vida abandonaba el cuerpo de su madre.

La noche que había perdido a Martha.

— ¿Por qué dijiste ese nombre? —exigió saber, apretando su agarre con mucha más fuerza que antes.

— ¡No, por favor! ¡Detente! —suplicó la voz angustiosa de Haley, quien siendo sujetada por los brazos de Lois Lane, no pudo llegar hasta ellos como hubiera querido.

La pelirroja sabía que de dejarla, algo muy malo podría pasar si de repente ella también se encontrara expuesta a la kryptonita. Llevaba en su interior a una criatura mitad alienígena, descendiente de la Casa de El, solo a saber qué sucedería de ser así.

Anne Barton cojeó como pudo hacia donde estaban, intentando separar a un histérico Bruce, que renuente, exigía con la misma pregunta una y otra vez.

— ¿¡Por qué dijiste ese nombre!?

— ¡Bruce ya basta! ¡Por favor! —le pidió, tirando de su pesado cuerpo con las pocas fuerzas que le quedaban, pero él no parecía ser quien dominaba su cólera en esos instantes.

— ¡Dilo!

— ¡Es el nombre de su madre! —gritó Haley antes de resbalarse por entre los brazos de la periodista, haciendo que ambas cayeran de rodillas— ¡Es el nombre de su madre!

Solo eso fue necesario para que las defensas del hombre murciélago se destruyeran por completo.

Una pequeña parte de su corazón volvió a conectar con su realidad a través de los fantasmas del pasado, y sus hombros se relajaron como si de repente los hilos de una marioneta se cortaran, y con ello, su alma herida se dejara llevar hacia un foso de profunda oscuridad.

Oscuridad que fue opacada por el brillo de unos ojos verdes que tiraron de él hasta hacerlo despertar por completo.

Luego sintió las manos frías de la chica retirar su casco para acariciar sus mejillas carrasposas, y fue entonces cuando su mirada conectó con el rostro lloroso de la rubia. La única razón por la que volvía a creer en su propia vida. Su verdadero presente.

Anne unió su frente con la suya. Aliviada de que nada malo llegase a ocurrir y que él ahora estuviera a salvo a su lado, no siendo el asesino en el que estuvo a punto de transformarse.

En un momento de sana lucidez, Bruce miró la gema que continuaba en sus manos, y arrepentido, la lanzó lejos de allí. Demostrando así que aquella batalla había culminado de una vez por todas.

Entre él y la arquera, ayudaron a Clark para que pudiera volver a sostenerse sobre sus propios pies. Ahora que estaba lejos de la piedra sus fuerzas comenzaban a recobrarse por cuenta nueva.

Haley lo observó levantarse sin demostrar dolor alguno, tan decidido e imponente como el héroe invencible que era, y ella no supo qué más hacer. Salvo quedarse congelada en su lugar, tan solo viéndole a él y a su forma de sonreírle cuando se dió cuenta de que, una vez más, lo había salvado.

Sin hacer esfuerzo alguno, sus pies reaccionaron por instinto y corrió hacia los brazos del pelinegro, que la recibieron como si fuera la primera vez que se vieran en años.

Como si no quisieran soltarla nunca más.

Aspiró el aroma de su cabello y depositó un suave beso en su frente mientras ambos se movían en medio de aquel abrazo. Donde él la estrechaba con necesidad y ella se aferraba a sus hombros como el único lugar seguro que conocía.

Pero sin embargo, ambos sabían que no podía durar, como nada en ese mundo, y todavía les quedaba mucho por hacer.

Clark le dedicó una mirada de agradecimiento a su compañera de trabajo, quien le correspondió con un ligero asentamiento, y luego se dirigió al hombre de capa oscura:

— Luthor —murmuró— El quería tu vida por la de ella, y ya no le queda tiempo.

— La nave de exploración parece estar obteniendo energía de la ciudad —intervino Lois, queriendo advertir que además de Martha, también tenían otro conflicto de alta gravedad.

— Tiene que ser Lex —repuso Anne, intercambiando una mirada de soslayo con Rogers, quien luego de morder la cara interna de su mejilla, comenzó a asentir seguidamente.

— No debe de ser nada bueno. Él dijo que todavía le quedaba un último plan maestro. Creí que se refería a la kryptonita, pero ahora me doy cuenta de que era algo más.

— Te necesitan en esa nave — le dijo Bruce— Yo y Anne la encontraremos.

Clark negó:

— Mi madre me necesita.

— Espera —lo detuvo antes de que pudiera dar un solo paso— Te voy a hacer una promesa... y es que Martha no va a morir esta noche.

Él tuvo que obligarse a creer en sus palabras, de lo contrario, no le quedaría de otra.

Se volteó unos segundos hacia la castaña, que sostuvo su rostro entre sus manos para darle un último beso antes de que volviera a partir. Sus labios se tocaron en una suave caricia que duró menos de lo que hubieran deseado, pero el tiempo corría, y ellos debían darse prisa.

Cuando él se marchó, el millonario y su novia subieron a la batinave para comenzar la búsqueda de Martha Kent, prometiendo que volverían a buscarlas en cuanto lograran poner a la mujer en un lugar seguro.

Al encender los motores, el sonido de una voz masculina se escuchó de fondo, haciendo que estos se alegraran en medio de aquel lío:

— Amo Wayne. Señorita Barton...

— Es bueno escucharte de nuevo, Alfred —dijo Anne al tiempo que una sonrisa se instalaba entre sus dientes.

— Lo siento por haber escuchado, pero he rastreado el teléfono ruso a un almacén cerca del puerto. Está justo en este.

— No te merecemos Alfred —murmuró.

— No amo. Claro que no.

Haley y Lois se quedaron estáticas en medio de la nada, observando aquel extraño vehículo volador alejarse de allí a gran velocidad. Estaba claro que no se quedarían allí de brazos cruzados, algo significativo tendrían que hacer antes de regresar a Metrópolis y ver con sus propios ojos la caída del maleante de Lex Luthor.

— Auch —un repentino jadeo salió por la boca de la castaña, que sintiendo un leve dolor en la zona de su bajo vientre, se apoyó en el hombro de la apellidada Lane como si fuera un soporte.

Los ojos de Lois se posaron rápidamente sobre el bastón de kryptonita que había a pocos metros, y suponiendo que de eso podría tratarse, la ayudó a sujetarse de una pared con sus manos para ser ella quien alcanzara aquel trasto que tantos problemas había causado.

— Es momento de deshacernos de esta cosa —aclaró a modo de conclusión, siendo apoyada por su compañera, quien la vió lanzarlo lejos hasta hundirse un agujero lleno de agua, tan profundo como un pozo.

De saber que luego aquel artilugio les haría falta, nunca se hubieran atrevido a destruirlo, y mucho menos a creer que aquel juego acabaría pronto.









Ta ta ta chán!!!

A que no se lo esperaban

Estoy muy emocionada porque tan solo nos quedan tres capítulos para darle fin a esta segunda parte 🤧 ¿Lo están ustedes también? ¿O acaso temen que lo peor pueda ocurrir en cualquier momento?

Los que habéis visto la película podrán entenderme a la perfección, y os apuesto mis chanclas.

Dejadme vuestras ideas, suposiciones y deseos por aquí abajo.

Ya sabéis que me encanta leeros, sobretodo porque me dan muchas ideas con ello.

Un besito desde mi almohada que muero de sueño, mañana reviso errores.

Debbie

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