CAPÍTULO TREINTA Y CINCO -dos años después
【 CAPÍTULO 35 】
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TWO YEARS LATER
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MILES DE COSAS PUEDEN SUCEDER EN UN PLAZO CORTO DE CASI DOS AÑOS Y MEDIO, y aunque esto para algunos no parezca ser algo relevante, para el resto puede lucir como una década resumida en setescientos treinta días.
Y aún cuando se esperaba que el mundo se fuera recuperando pieza a pieza, este no volvería a ser el mismo desde los días oscuros.
Aún eran perceptibles los ecos de la inseguridad, el miedo y la creciente maldad por cada extremo de aquel simple pedazo en el universo. Ya no había alguien que los ayudara a parar con la injusticia en todo momento, y los pocos que hacían lo posible por cumplir con ese deber, no podían siempre estar en todos lados.
Muchos lo extrañaban todavía, no tanto como la anciana que lloraba cada vez que veía su foto o la mujer que aún apilaba un montón de almohadas en el lado sobrante de su cama, pero de alguna forma lo hacían saber mediante acciones simples, como dejar flores delante de su estatua o colgar la bandera con el emblema de la esperanza bajo completo luto.
A todos les hacía falta su héroe, pero suponían que su partida había sido el castigo que Dios les había otorgado por haberlo dejado de lado. Él se los daba, él se los quitaba.
Aún existían días en los que Haley presenciaba con sus propios ojos el resultado de aquella fatalidad, que iba desde un robo a mano armada hasta un asesinato anunciado en los artículos con temas criminales del Daily Planet. Y desafortunadamente, ella no podía hacer nada más que quedarse a un lado.
Su corazón se marchitaba cada vez más por eso, porque realmente deseaba ayudar, pero dentro de sí sabía que no tenía ni la capacidad ni la fuerza de un superhéroe para hacerlo. Su vida era frágil como la de cualquier otro ser humano, y debía conservarla solo para continuar protegiendo a la única persona que realmente la necesitaba.
Jonathan había crecido sano y fuerte como cualquier otro infante común, sin mostrar síntomas de que sus genes alienígenas quisieran comenzar a sobresalir por encima de su lado humano. Sin embargo, su madre sabía que dentro de su cuerpo el ADN se iba desarrollando poco a poco, hasta que llegaría un día en el que tendrían que sentarse los dos a hablar sobre ello.
Por el momento, se contentaba con verlo crecer delante de sus ojos, relacionarse con otros niños y agradando a toda persona que tenía la oportunidad de pasar un breve tiempo con él. Era un pequeño muy encantador que había heredado mucho de ambos, pero sobretodo de Clark.
Tanto Martha como Haley sabían que Jonathan era el vivo retrato de su padre con una calabaza de cabello rubio, y a pesar de nunca haberlo visto, lograba ser tan inteligente a su corta edad que cada vez que encontraba la foto que tenían en la habitación, reconocía al hombre de la imagen con la palabras «Papá».
Él era la razón por la cual los días no habían sido tan tortuosos desde la pérdida del amor de su vida, y es que aún en medio de esa oscuridad, el rostro de su bebé se había convertido en su salvación.
Ahora, dos años después de aquel día funesto en el hospital de Metrópolis, Haley Rogers podía celebrar junto con sus amigos la existencia de aquel que la había rescatado realmente.
Una marejada de aplausos estalló mientras varias voces se escuchaban de fondo cantando el tradicional himno de «Cumpleaños Felíz». La castaña ayudaba a su hijo a mantenerse encima de una silla, compartiendo una sonrisa muy similar.
— ¿Listo para apagar las velas? —le preguntó, solo para que el rubito asintiera con efusividad— Venga, cariño, pide un deseo. El que quieras.
Joni le plantó un dulce beso en la mejilla, para seguidamente, soplar junto con la ayuda de su madre todos los candiles del colorido pastel. Haciendo que todos los padres y los niños en el salón aplaudieran por aquel hecho.
— Dos años ya, pequeño bribón —rió Becca Barnes, abriéndose paso entre las personas para plantarse delante de ellos y capturar el momento con su cámara— ¡Sonrían! Otra va para el álbum.
Un flashazo momentáneo capturó la escena, y luego el resto pudo continuar con la simulada fiesta.
— Que alguien me ayude a picar el pastel —exclamó Martha Kent, cuando ya todos se habían alejado de la mesa.
— ¡Yo lo haré! —avisó una recatada Victoria Odinsdottir, girándose hacia una joven de coleta rubia que vigilaba a un grupo de pequeños que jugaban animadamente en el salón— Cariño ¿Crees que puedas ayudar a Haley? Estoy algo ocupada por aquí.
— Enseguida, mamá.
— ¡Madre de Cristo! —todos se giraron para ver la procedencia del grito, encontrándose con una asqueada Anne Barton que cargaba a su bebé como si fuera una muñeca de trapo lejos de sí— Fushi. Alguien se ha hecho popó encima. Necesito un desinfectante radioactivo para esto.
La pequeña Jennifer Wayne gorgoteaba con gracia mientras sus pequeñas y regordetas piernitas pataleaban en el aire, solo hasta que le pelinegra de apellido Barnes pasó por su lado y se la arrebató de las manos.
— No puedo creer que no sepas cambiarle el pañal a tu propia hija.
— Ni de broma, para eso están Alfred y Bruce —se excusó la rubia como si no fuera demasiado obvio— yo hice el trabajo más difícil llevándola en mis entrañas.
— Haley, ya regreso, voy a limpiarle su bonito trasero a esta pelota —Becca levantó la voz, de forma que su amiga podía escucharla por encima de todas las voces en aquella fiesta.
— ¡Captado!
— ¡Si Diana llama a mi móvil le dices que sigo molesta!
La apellidada Rogers entornó los ojos con fastidio, puesto que de todas las cosas que habían ocurrido en esos dos años, la que más la exasperaba era la relación de amor/odio que Diana y Becca compartían. A veces no sabía si se querían más de lo que discutían, puesto que Diana tenía un carácter muy recto y su amiga poseía un temperamento difícil de sobrellevar.
Haley le había perdonado su ausencia en el cumpleaños número dos de Jonathan por cuestiones de trabajo, pero tal parecía ser que Rebecca no lo harían fácilmente.
Cosas de relaciones que nunca había tenido que atravesar.
— Mami —sintió un tirón en la cintura de sus pantalones, encontrándose con la mirada mimosa de su hijo observándola desde el suelo— Quielo con abela Maltha.
— Pero la abuela te está cortando tu pedazo de tarta.
— Cargue.
Debido a ese gracioso puchero que hizo con sus labios, Haley no pudo evitar levantarlo en sus brazos.
— ¿No quieres ir con la tía Peyton y el primo Elias? Están haciendo una pirámide de cubos enoorme —exclamó, usando su tono emocionado para convencerlo.
— No.
— Cariño, mamá tiene que atender a los demás papás.
— Mamá quedarse —chistó, abrazándose más a su cuello.
La castaña suspiró, pero automáticamente a su mente llegó una última carta maestra que estaba muy segura de que no fallaría.
— ¿Y si le digo a Kylie que vaya a jugar contigo? —sugirió, y la cabecita rubia del niño se enderezó de sopetón.
Para nadie era un secreto que Jonathan tenía una gran inclinación por la hija de Tori, podría hasta decirse que estaba enamorado de ella desde que era un bebé de meses.
— ¡Kylie! —exclamó emocionado, y la joven rubia enseguida acudió a su llamado.
Kylie Odinsdottir sonrió cordialmente en su dirección, diciéndole con una seña a la joven mamá soltera de que no tenía que preocuparse por el resto de la fiesta puesto que ella se encargaría de cuidarlo mientras tanto.
Aprovechó ese momento para ir hacia donde Victoria y Martha se dedicaban a repartir el postre a todos los invitados, ya que Lois se había dedicado a pasar toda la velada charlando con uno de los vecinos del edificio que había traído a su hijo. La primera de ellas le sonrió con complicidad y luego ambas se echaron a reír, dejando en prueba lo cercanas que se habían vuelto en todo ese tiempo.
Justo como había dicho Diana Prince en un inicio, la antigua científica había sufrido de una mutación instantánea cuando se vio expuesta a la radiación causada por la explosión de la kryptonita, y su voz ahora era un efecto colateral que provocaba un sobre volúmen que solo le era posible desatar con un grito que podría hacer estallar todos los cristales de un edificio.
Aunque en un inicio fue algo que la aterró de sobremanera, ya que por poco provoca su muerte y la de su hija sin saber cómo controlarlo, tanto Rogers como el resto de su equipo la ayudaron a base de un rudo entrenamiento. Justo como hicieron con Becca una vez decidió unirse voluntariamente a la Liga de la Justicia.
Ahora tenían una banshee y una cazadora experta en armas entre ellos.
— Haley, mira —señaló Tori con una sonrisilla sugerente— ¿No es ese el chico que te ha estado persiguiendo últimamente?
La aludida levantó el semblante, encontrándose con la atractiva mirada de su compañero de trabajo, quien aparentaba unirse a la conversación de Perry White y otra interna, pero en realidad también la estaba observando de lejos.
Su nombre era Christian Crawford, y trabajaba en la sección deportiva del diario desde hacía cuatro meses. Tiempo en el que se había dedicado a intentar agradarle mediante cortas conversaciones y detalles adorables.
— Oh —suspiró la castaña no muy animada— sí, es él.
— ¿Quién? No lo veo —curieoseó Martha, buscando al susodicho con la mirada.
— No es la gran cosa. Es solo un amigo del trabajo.
— Pero que está colado hasta la luna por tí —prosiguió Tori— ya quisiera yo que después de todos estos años un hombre comenzara a cortejarme de nuevo ¡Prepárate ahí viene!
Apenas le dió tiempo reaccionar por completo a su aviso, y tal y como le había advertido, él ya se encontraba junto a las tres mientras les regalaba un saludo amable.
— Hey Hals.
— Hola Christian —saludó.
— Debo aceptarlo, la fiesta ha quedado genial.
— ¿Tu ahijada la ha pasado bien? Si quieres puedes llevarle unos caramelos adicionales, todavía quedan por montones.
— Gracias, pero creo que está bien —asintió él con una bonita sonrisa dibujada en los labios—Me estaba preguntando que si este fin de semana no tenías planeado hacer nada, quizás podríamos ir a almorzar juntos con Jonathan a una cafetería.
Rápidamente, su sistema de alerta prendió los focos dentro de su cerebro, haciéndola dudar debido al nerviosismo que le causaba el tener que decir que no.
— B-Bueno, p-pues yo no sé bien. Todavía falta un poco —tartamudeó— Quizás después pueda llamarte y avisar si hay algún cambio, es que no sé cuánta carga estará a punto de darme la nueva jefa de sección.
— Comprendo, esperaré tu llamada entonces —concluyó el rubio, manteniendo sus esperanzas intactas— Nos vemos mañana en el trabajo.
— Vale.
Prácticamente huyó de allí apenas tuvo oportunidad. Se refugió en las tranquilas paredes de su habitación para tomar una profunda bocanada de aire y al fin respirar de toda aquella locura que consistía en preparar una cargada fiesta de cumpleaños.
Afortunadamente, había contado con la ayuda de su nueva familia para no llevar sola todo ese peso, pero igualmente, hubiera deseado que él estuvo idea allí para celebrarlo con ellos.
— Hals... —Martha atravesó la puerta, con una expresión dulce plasmada en el rostro— ¿Estás bien, querida?
— Exhausta sería la palabra correcta. No recordaba lo cansado que puede ser esto.
— ¿Por qué rechazaste la petición de ese joven? Has estado mucho tiempo sola...
— Tener una relación no es algo que quiera en estos momentos, Martha —le aseguró, tomando su mano con cariño— lo único que quiero es enfocarme en mi trabajo y criar al hombre de mi vida.
— Yo podría cuidarlo el sábado, es lo menos que podría hacer una suegra.
— No digas eso. Pronto volveremos a comprar la granja y viviremos en completa paz otra vez.
— Ya sabes lo que pienso sobre eso.
— Y yo insisto en que mi hijo crezca en el mismo lugar donde lo hizo su padre —dijo y parpadeó varias veces— quiero que sepa de dónde provienen sus raíces, y alejarlo todo lo posible de la ciudad cuando ya no pueda ocultar lo que es.
— Clark no querría que detuvieras tu vida así.
— No lo hago. Solo alargo mis posibilidades —diciendo esto, una estampida pasó por delante del umbral que daba al pasillo.
Pronto se percataron de que se trataba de Becca y Anne, quienes perseguían a la bebé Jen, que para apenas comenzar a caminar con un año era toda una todoterreno.
— ¡Atrápala antes de que rode por las escaleras! —gritó la pelinegra con el pecho azorado.
— Jenny cariño ven con mamá —Anne corría encorvada y con los brazos abiertos, pero una vez la pequeña se metió debajo de la cama, le fue imposible seguirle el paso— ¡Maldita traidora, esto no se lo habrías hecho a tu padre! ¡Estás en grandes problemas niña!
De pronto, Kylie y Tori aparecieron en su campo de visión, terminando de perturbar la paz que había tenido antes en aquellas cuatro paredes.
— Anne ¿Por qué Jen está jugando con su propia caca en el salón? —preguntó la castaña.
— Dijiste que la cambiarías —Haley la miró de forma acusatoria.
— Eso es imposible, acabamos de hacerlo y ahora está metida bajo la cama.
— Pero juraría que la ví ahora mismo llorando en el salón.
— Entonces, si esta no es Jen ¿Quién rayos es?
«¿Alguien ha visto a mi hija?» se escuchó el grito de otra madre desde el salón, alertando a las seis mujeres que intercambiaron miradas cargadas de preocupación.
— Menuda mierda —maldijo la apellidada Barton, dejándose caer encima de la cama como si ya no pudiera con su propia alma.
La vida de una madre no era nada sencilla.
Holis, yo por aquí reportándome luego de mi súbita desaparición 😉
Espero que les haya gustado el capítulo, y como ven, muchas cosas cambiaron en este plazo de dos años desde la muerte de Superman. Tori y su hija Kylie ya son consideradas parte del equipo, Diana y Becca son pareja, Bruce y Anne tienen a su pequeña Jen, Martha vive en Metrópolis temporalmente en lo que Haley se encarga de recuperar la granja y un nuevo pretendiente asoma su presencia.
¿Acaso no es emocionante?
Sé que muchos de ustedes estaban ansiosos porque siguiera escribiendo e incluso me dejaron muchos comentarios y mensajes por privado preguntándome cuando continuaría, pero realmente espero que entiendan que las actualizaciones no serán tan seguidas porque tengo otras historias que continuar y todo depende de las ideas que tenga porque soy una chica multifandom.
No piensen que me quejo, para nada, soy una escritora agradecida con todos los lectores que me han tocado porque ustedes siempre me escriben de una forma muy agradable, contrario a otras autoras que las veo quejarse constantemente en Wattpad porque dicen que sus lectores les exigen una continuación cuando ven que tardan en actualizar.
Como podrán saber, todos tenemos una vida fuera de Wattpad, y eso debe respetarse.😁
Igualmente, si ven que demoro en actualizar pueden pasarse por mis otras historias y ver si alguna llama vuestra atención. Así apoyamos más a la dinámica #WritersDeserveSupport y me harían muy feliz a mí.
Como ya saben que soy multifandom, tengo desde una historia de Teen Wolf hasta una de Marvel. En serio, no se arrepentirán y así pueden disfrutar la espera hasta que el próximo capítulo de Infinity esté listo. Claro, si no tienen nada más que leer.
Besos y abrazos para todos,
Debbie
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