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CAPÍTULO SIETE -repararte

CAPÍTULO O7 】

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FIX YOU
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DÍAS DESPUÉS DE HABER RECIBIDO LA INESPERADA VISITA DEL HÉROE DE METRÓPOLIS, HALEY DECIDIÓ IGNORAR EL HECHO DE QUE AQUEL HOMBRE SABÍA MUCHO MÁS DE LO QUE APARENTABA. Sin embargo, apostaba mucho de que no sería su último encuentro con él, por lo que, decidió guardarse las preguntas para la próxima vez.

Por lo que importaba, su herida estaba sanando poco a poco. Lo cual era algo muy bueno. Anne la estaba ayudando mucho, incluso en servirle de apoyo cada vez que intentaba dar un paso. Caminar le era muy fácil aunque estuviera arrastrando su pierna en el acto, pero ya podía apoyarla sin sentir un dolor tan fuerte, solo una leve molestia.

No obstante, decidió aprovechar cada instante para cumplir con las órdenes que tenía pendientes del trabajo. Clark había cumplido con su palabra, y hasta el momento era el único empleado del Daily Planet que había ido a visitarla en toda su recuperación. Perry la había llamado dos o tres veces en la semana para aclarar ciertas dudas, pero nada más.

Su vecina la visitaba cada tarde y ambas cenaban juntas viendo la televisión, o charlando sobre cualquier cosa. También vestían a Lyla con toda la ropa graciosa que traía la rubia, y le tomaban fotos.

Las cosas realmente estaban yendo de forma excelente para la castaña, y por eso mismo decidió dejar de lado todas las llamadas de sus familiares. Porque sabía, dado a sus últimas quejas, que todavía continuaban insistiendo sobre el tema de que regresara a casa.

Aquella mañana de viernes, Haley decidió que haría algo productivo por una vez, y comenzó a escribir un artículo sobre lo que sucedió ese día en el banco. Más que unos simples párrafos, estaba segura de que podía llegar más lejos, y por eso continuó y continuó escribiendo hasta que más de veinte hojas digitales se llenaron de inicio a fin. Por lo que tuvo que mandarlas a imprimir automáticamente para sentarse en el sofá y leerlo todo con detenimiento y la tranquilidad que pocas veces tenía.

Mientras lo hacía, a su mente llegaban los vagos recuerdos que se veía compartiendo con Superman, y el cómo siempre parecían tener algo extraño en ellos.

Al principio, la primera vez que lo vio, creyó que esa sería la única oportunidad que tendría de estar a pocos metros de él. Pero la verdad, es que a pesar de saber era un héroe y tenía el deber de proteger a toda la ciudad, ni siquiera le pasó por la cabeza que acabaría salvándola de la masacre.

Y luego se había aparecido en su casa ¿Podría ver algo más loco que eso? Pero en su mente siempre mantenía la interrogante de ¿Por qué?

¿Por qué presentía que él la estaba siguiendo?

De repente, tres toques la hicieron volver a la Tierra de golpe, y rápidamente esbozó una sonrisa. Porque sabía que solo existía una persona que llamaba a su puerta porque sabía que el sonido del timbre le molestaba.

— Definitivamente estoy comenzando a creer que no puedes vivir sin mí, Kent —le dijo con altanería al encontrarlo parado frente a la puerta.

Clark negó varias veces, sin evitar que una risa ronca escapara de sus labios.

— De unos días para acá se me ha hecho raramente imposible —dijo, entrando al interior de la casa— Necesitaba un poco más de tus ordinarias historias.

— Y creo que también un viaje rápido a Kansas. Haber si desaparece esa carota de tío nostálgico que tienes encima.

— ¿Acaso tú no te sientes así a veces?

— Ya lo has dicho... —acotó— , a veces.

Le ofreció un poco de jugo, y él aceptó, solo si podía acompañarla para que le permitiera ayudar. Después de decirle que era un exagerado, ambos caminaron hacia la cocina, donde después de servirse la bebida, decidieron quedarse a charlar.

Haley tuvo que sentarse encima de la encimera para reposar su pierna que todavía necesitaban recuperarse por completo, y a su vez, Clark solo se apoyó a un costado, mientras le hablaba sobre su adolescencia y momentos felices junto a su madre y su padre. Relatos que a la castaña le encantó escuchar.

Era agradable, sobretodo porque se veía muy feliz; cosa que no sucedía con ella al referirse a su familia de Montana. Sonaría cruel, pero lo cierto es que su visión sobre su pasado comenzaba a ser mucho más clara ahora.

Claro, vivió muchos momentos agradables, no lo negaba; sin embargo, se dió cuenta de ciertos aspectos que lograron abrirle los ojos por completo. En realidad, siempre había sido la oveja negra, cuando ella había pensado que no.

— Martha debe ser una mujer estupenda —sonrió, imaginando lo mucho que le hubiese gustado que su madre fuera un poco más comprensiva con ella.

— En realidad, lo es. No hay ni un solo día que no me llame para chequear cómo estoy, aún sabiendo que soy mayorcito y mido un metro ochenta y cinco.

La chica rió ante su comentario:

— Viendo la persona maravillosa que eres, solo me demuestra que ella realmente es una mujer excepcional.

El pelinegro asintió, sintiendo como algo en su interior se ablandaba a causa de sus palabras, y eso solo lo empujó a mirarla otra vez. No podía evitarlo. Ver a Haley era tener la certeza de que todo a su alrededor estaba bien, que era correcto. Era sentirse a gusto con una persona especial que lo escuchaba, que lo entendía y hacía el esfuerzo por ponerse en su lugar.

A través de sus ojos sinceros lograba ver cuánto le importaba, y lo dispuesta que estaría de hacer cualquier cosa por una persona que lo necesitara realmente. No solo por él o Anne, a su mente llegaban las escenas en el Daily Planet, donde la veía ir de un lado a otro intentando ayudar a sus compañeros de trabajo, que solo se dedicaban a burlarse de su generosidad a sus espaldas.

Si tan solo ellos pudieran ver lo que escondía, la amarían tanto como lo hacía él en esos momentos.

— ¿Qué hay de tí, capitana? —preguntó— ¿Algo que revelarle a este curioso campesino?

— Oh no, Kent. Créeme, mi familia no es para nada como la tuya... —negó.

— No puede ser tan malo.

— En realidad, para mí lo es... —suspiró, volteando su vista hacia su vaso a medio terminar— cuando te dije que me mudé aquí no fue por cuestiones de trabajo. Vine porque necesitaba respirar... y reparar todo el daño que me han hecho.

El hombre frunció el entrecejo al escucharla hablar por lo bajo.

No era algo que pasara desaparecido como cuando cada vez que tocaban el tema de su familia Haley parecía querer evitarlo, y eso por supuesto que le llegó a extrañar en algún punto, pero como amigo no quería presionarla para que compartiera con él sus inquietudes o problemas.

Sin embargo, ella estaba tan atormentada por dentro que decidió que ya iba siendo hora de decirle a alguien lo que pasaba, aún si después él la mirara raro, realmente quería quitarse ese peso de su pecho.

— Sabes que yo nunca llegué a comenzar mis estudios universitarios ¿No? —le preguntó.

Él negó en respuesta:

— No lo sabía.

— Pues bien, realmente fue muy difícil alcanzar el diploma de bachiller, pero para la hora de ir a la universidad las cosas se complicaron mucho más, especialmente por mi familia... —tamborileó nerviosamente sobre el cristal, intentando concentrarse en el líquido naranja— Yo... nunca pensé en ellos como malas personas, sé que me quieren a su forma, pero a veces creo (y no sé si estoy siendo demasiado egoísta al decirlo o pensarlo) que yo soy la menor de sus prioridades... Mi hermana en cambio, sí lo era. Ellos han tenido desde siempre mucha inclinación por Peyton. Creen que todo lo que hace por algún motivo está bien, aunque no lo esté, y si intento discrepar en ello solo me corrigen.

Clark la observó dejar el vaso a un lado con incomodidad, tomándose las manos seguidamente, como si con ello sus nervios fueran a detenerse.

— ¿Sabes? Yo tuve que dejar de lado mis estudios para ayudarlos a cumplir con las comodidades de Peyton. Un montón de veces debí quedarme hasta tarde despierta, estudiando para mis exámenes solo porque me había pasado toda la mañana cumpliendo con los deberes de la casa mientras mi madre iba a ayudarla con la suya; de lo contrario, si volvía y se daba cuenta de que no había hecho nada me reprendía fuerte, y yo nunca he sido una persona que se sienta bien con una discrepancia. Luego, fueron necesitándome para más cosas cuando tuvo a Elias. Mientras mi padre trabajaba y mamá estaba al pendiente del bebé, yo me quedé atendiendo a mis abuelos. No tenía a nadie que me ayudara como apoyo, mis amigos no podían y estaba claro de que estaba caminando por esa cuerda floja yo sola.

»... De repente, comencé a sentir que mis días se hacían más largos, y las noches más cortas. Adelgacé, me encerré en mí misma sin dejar que nadie se me acercara, rompí mi cabeza intentando hacer las cosas bien sin decepcionar a nadie; y al final no funcionó. Lo siguiente que supe era que mi hermana se había graduado con honores, y yo acabé yendo al psicólogo al reprobar mi primer año universitario.

A esas alturas, Clark pudo entender grandemente el por qué de todas las inseguridades que ahondaban a la joven Rogers, quien solo quería ganar aceptación. Su juventud la había transcurrido sirviendo a otros con el objetivo de recibir aprecio y cariño, quedándose callada por miedo a retroceder, a seguir siendo ignorada. Se había acostumbrado tanto a recibir migajas de orgullo, que esa era la única forma que conocía para agradarle a los demás.

Ayudándolos a ascender, mientras ella se quedaba atrás, olvidada.

— Fue por eso que te marchaste ¿Para alejarte de ellos?... —no quiso dar su opinión, porque comprendía que no era lo que ella necesitaba ahora.

— Sí —asintió— Los quiero muchísimo, pero no puedo dejar que sigan controlandome como si yo no tuviera una vida propia.

— ¿Cómo lograste enfrentarlos a la hora de la verdad?

— Era preferible irme lejos que quedarme escuchándolos decir cómo arruiné mi vida por nada.

— Lo siento tanto, Hals —le dijo, y lo decía con total franqueza. Ese tipo de sinceridad que ella solo podía encontrar en los ojos de Clark Kent, y los cuales adoraba observar como si fueran lo más hermoso del mundo.

— Está bien, Smallville —se limitó a decir— Ahora estoy reparándome pieza a pieza, y creo que por primera vez en mucho tiempo realmente puedo sentir que estoy donde pertenezco.

— ¿Segura?

— Nunca me he sentido más en casa.

— ¿Eso se debe a algo en esencial?

La castaña dejó que un ligero suspiro abandonara su cuerpo, dejando que las lágrimas que antes amenazaban con escaparse se quedaran en el mismo sitio. Sus ojos continuaban cristalizados, pero ya no lloraban.

Se había cansado de hacerlo.

— Vivo en una ciudad increíble, tengo este trabajo, nuevos amigos y la sensación de que por primera vez en mi corta existencia voy por el camino correcto —afirmó con sus mejillas sonrosadas, haciendo que su expresión se iluminara encantadoramente— Si esto no es libertad, no sé qué más lo sea.

Suavemente, la mano del reportero se deslizó por la encimera hasta toparse con la suya, atrapándola para darle una suave caricia que los hizo estremecer a los dos.

— Eres la persona más increíblemente fascinante que he conocido en mi vida, Haley Rogers. Que no te quepa duda de ello —susurró— y si alguien se atreve a decir lo contrario es un completo ignorante. Hay tanta luz en ti, que se me hace imposible creer que seas de este mundo.

Ella hizo un ligero puchero que suprimió casi al instante de ver cómo se acercaba lentamente hacia su lugar, tampoco era como si estuvieran tan lejos, pero él quería servirle siendo esa ayuda que nunca antes había tenido. Dejar que se apoyara en su persona, que se viera internamente como él la veía.

— ¿Puedo abrazarte?

Era increíble como hasta para eso tenía que pedirle su permiso, y lo cierto fue que a Clark no le dió tiempo ni para responder siquiera, puesto que en menos de lo que calculó su cerebro, Haley se había aferrado a sus hombros como si en cualquier momento fuera el indicado para venirse abajo. Por eso la sostuvo con fuerza, percibiendo que la castaña enterraba el rostro en su pecho, ocultándose de lo que sea que la afectara.

Fue entonces que se dió cuenta de una cosa... y eso era que nunca sería capaz de dejarla de lado. Haley Rogers se estaba convirtiendo en alguien muy importante para él, demasiado, y a pesar de que eso lo asustaba, se negaba a separarse de ella.

No podía hacerlo. Ni él, ni su otro yo.

Como quiera que fuera, encontraría una forma de estar a su lado incluso cuando ella misma no lo supiese. Porque la necesitaba más de lo que le era posible creer.

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