CAPÍTULO DIECIOCHO -celos
【CAPÍTULO 18】
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JEALOUSLY
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PERRY WHITE RELEYÓ EL BORRADOR QUE TENÍA ENTRE SUS MANOS Y ASINTIÓ VARIAS VECES, CONTENTO CON EL RESULTADO QUE LE ERA PRESENTADO. Llevaba varios días en los que su humor había decaído por varias razones, todas relacionadas con la supuesta incompetencia de los trabajadores de la imprenta, pero sin duda necesitaba de esa nueva noticia para volver a sonreír.
— “Superman visita a los huérfanos del Orfanato Bogart” —abrió los ojos muy sorprendido— Me has traído la última, y un artículo bien redactado. Te felicito Haley.
La castaña sonrió.
Estaba sentada en la silla delante del escritorio de su jefe, portando un vestido blanco holgado con dibujos de estampados florales. Aquel día se veía especialmente bonita, y no era un secreto para el moreno debido a qué se debía.
Esa mirada radiante en su rostro era todo lo que necesitaba el mundo para colorearse.
— Gracias, señor. Pero quería hacerle una petición en cuanto al artículo.
— ¿Sobre qué?
— Pues, como dice al pie de la página, queremos instar a las personas a brindarse voluntarias para una colecta de caridad con intención de ofrecerla al centro.
— Quieres decir que aquí el objetivo es buscar donaciones con tal de ayudar a la vida de los niños desamparados —intuyó.
— Exactamente, señor.
— No se me había ocurrido. Nunca hicimos nada parecido...
Por unos segundos, Haley se preguntó si habría hecho bien en sugerirle esa idea al señor White. Por la expresión de su rostro era claro que tenía sus dudas, pero tampoco lograba descifrar bien si estaba complacido con ello o furioso.
— Si usted desea podemos suprimir esa parte y dejarlo solo en la aparición de Superman.
— ¡Por supuesto que no, niña! —saltó él de repente, soltando una carcajada graciosa— ¿Creíste de verdad que no me gustaría? Eres un ser tan inseguro, querida.
— Madre mía, señor White. No vuelva a bromear así.
— Tu interés por asegurar el buen cuidado de esos pequeños me conmueve. No muchos perderían su tiempo escribiendo sobre eso, la mayor parte de las personas solo quieren hacer su trabajo y lo demás es otro asunto.
— Usted debió haberlos visto cómo yo lo hice —suspiró— Estaban tan felices la noche de Halloween, jugando y comiendo dulces. Muchos de ellos están allí desde que nacieron, otros han llegado después e incluso aquellos cuyos familiares murieron el día de la Masacre en el Banco Provincial. Es tan triste. Desearía poder hacer más...
Un orgullo casi paternal lo hinchó por dentro al ver a la joven tan sensible por el asunto. Minutos antes era todo alegría, y nada más tocar el tema de las muertes y las pérdidas volvía a tornarse oscura. Sus ganas de ayudar el mundo le rodeaba eran admirables verdaderamente.
— ¿Has pensado en adoptar alguno? —sugirió Perry.
Ella rió, y a su mente llegaron las imágenes de la pequeña Hayley con su corona de princesa. Esperaba que pronto pudiera encontrar un hogar agradable donde estuvieran dispuestos a cuidarla.
— No creo poder hacerlo, señor White —suspiró— Me considero a mí misma demasiado joven para una responsabilidad así. No sabría cómo criar a un niño.
— Tienes razón —asintió— ¿Sabes qué más podríamos hacer? Alentar la adopción como un acto de humanidad. Haciéndole saber a las personas que así también pueden crearse familias felices.
— Me gusta eso. Sí.
— Muy bien, terminaré con un asunto pendiente y me pondré en marcha para finalizar con el artículo —concluyó dando una palmada al buró donde estaba sentado, justo cuando Haley se puso en pie para marcharse— Espero que con esto podamos apoyar con la ayuda a los huérfanos. Iré por el lugar en estos días junto a mi esposa.
— Muchas gracias, señor White —respondió ella mientras se reincorporaba de su lugar.
— Antes de que te vayas, Rogers —la detuvo casi al llegar a la puerta— Entrégale este borrador a Kent y avísale que quedó aprobado. Luego quiero discutirlo con él aquí en la oficina.
La chica asintió con una risita bailando por entre sus dientes.
— Ahora mismo, señor.
— ¿Me recuerdas la canción de Louis Amstrong que me recomendaste para el día mundial de la naturaleza?
— What a Wonderful World —le dijo por decimocuarta vez esa semana— Que no se le olvide, es un clásico.
— ¡No lo haré, Rogers!
Haley entornó los ojos con gracia y cerró la puerta tras de sí. Tendría que hacer un calendario con todos los pendientes de Perry si quería mantenerlo al tanto de todo. De lo contrario ya nadie le dejaría de agradecer su esfuerzo por borrar el mal humor de su día a día.
Miró el documento entre sus manos, chequeando por encima el artículo hecho por Clark sobre las encuestas realizadas en la última reunión del comité. Su chico era brillante en su trabajo, no había que dudarlo nunca, y la dedicación que demostraba a la hora de llevarlo a cabo era inspiradora. La mejor parte era verlo terminar, y alzar los brazos al cielo, agradecido como si hubiera ganado unas vacaciones en Grecia.
Quizás eso era lo que más amaba de él. El ser un hombre completamente centrado en su deber y que a su vez aprovechaba la mayor parte de sus horas libres abrazándola mientras la acompañaba haciendo cualquier cosa en casa.
Por un instante se preguntó cómo actuarían los dos de allí a unos meses. Porque cierto era que apenas tenían un mes de relación a escondidas, pero muy pronto estarían compartiendo mucho más que solo eso. Aniversarios cursis, citas e incluso cama ¿Se atrevería él a pedirle que se mudaran juntos o seguirían viviendo por separado cada quien en su casa?
Todo ello la hacía llegar a la cuestión del millón de dólares.
¿Qué tan lejos llegaría esa relación?
No quería pensar en nada negativo, porque la verdad es que estaba muy enamorada de Clark como para creer que algo malo pudiera separarlos. Sin embargo, temía profundamente no ser suficientemente valiente como para avanzar más lejos.
Suspiró. Apartando los pensamientos de su cabeza para ir a su encuentro, quedándose repentinamente paralizada a medio camino cuando miró hacia su buró.
Sabía que quizás estaban exagerando con su mente loca de novia celosa, pero no podía evitar sentirse amenazada al ver a su novio hablando animadamente con la pelirroja que era, de hecho, su ex. Mucho más cuando Lois se encontraba sentada al costado de su mesa, cerca de él con sus torneadas piernas cruzadas con elegancia.
A juzgar por las sonrisas que se dedicaban, entendía que el tema de la charla era muy entretenido. No obstante, sabía que por parte de Lane no todo era sin otras intenciones.
Muchas a veces era despistada, pero claramente no tonta. Hacía varias semanas que la pelirroja no le dirigía la palabra, incluso cuando ella intentaba acercarse, y verla allí con Clark, conversando como si nada hubiera pasado y no existiera resentimiento entre ellos, era muy sospechoso.
En el fondo sabía a qué se debía, pero no lo quería demostrar porque aparte de Lois, nadie más allí sabía de su relación y no estaba dispuesta a armar un escándalo ni una escena. No, ella no era de esas mujeres.
Con el mentón en alto, carraspeó por lo bajo para hacerlos reaccionar ante su llegada, sorprendiéndolos, y dirigiéndose al chico de Smallville:
— Kent, Perry me pidió que te entregara esto —dijo con seriedad, entregando la encomienda— Enhorabuena, tu artículo fue aprobado. Me dijo además que quiere hablar contigo en su oficina dentro de un rato.
— Gracias, Haley —contestó este con una sonrisa que ella no correspondió.
— ¿Cómo lo llevas, Rogers? —inquirió Lois, interesada en su respuesta.
Haley tardó en contestar, sobretodo porque intentó simular desconcierto:
— ¿El qué? ¿Me hablabas a mí? —la pelirroja estaba a punto de responder, pero ella no la dejó— Lo siento, llevas tantos días ignorándome que creí que no era conmigo. Estoy bien, gracias por preguntar.
— Clark y yo solo hablábamos. Si quieres te dejo a solas con él y pueden discutir sobre lo que Perry mandó a decir.
— No gracias —le cortó, siendo ahora el pelinegro quien fruncía el entrecejo, confundido con la cruda reacción de su pareja— Tengo que irme. Disfruten de su charla.
Bufó cuando se encontraba lo bastante lejos como para que la escucharan.
No podía medir con exactitud los niveles de su estrés o su enfado, por lo que optó por ir a la cafetería más cercana y pedir algo que la hiciera calmarse. Necesitaba un café. Definitivamente necesitaba cafeína en su sistema.
Pasó unos quince minutos en una mesa del local mientras se dedicaba a responder varios mensajes de su amiga Anne en el buzón. Al parecer, la chica tendría que ir pronto a Ciudad Gótica a por un traslado de libros, por lo que esperabas verla antes de que eso ocurriera.
Tal hecho le sirvió para recordar la página que tenía abierta en su computadora, donde hablaba sobre cómo el millonario más conocido de tal ciudad asistiría a la inauguración de una nueva biblioteca de allí a unos meses. Bruce Wayne.
No iba a aceptarlo, pero ese tipo tenía una aura de misterio que de seguro escondía mucho para un reportaje.
Apenas cruzó la puerta de la entrada al edificio de topó con la figura imponente de su novio junto a los elevadores. Se notaba que estaba tan enojado como ella, y lo supo por la forma en la que tensó su pecho cuando la vio llegar y su rostro se transformó considerablemente a uno mucho más recio.
No iba a pasar de largo, sabía que a él le gustaba que lo escucharan, así que eso haría.
— ¿A qué viene esa cara de muñeco de nieve derretido? —atacó— ¿Sucede algo?
— Eso mismo quería preguntarte a tí, Haley ¿Qué es lo que te sucede?
— ¿A mí? —se señaló indignada— Rebobinemos la cinta y veamos cuál de los dos estaba intercambiando risitas con su ex hace unos minutos.
Clark abrió los ojos, impresionado por la actitud un tanto celosa de la castaña ¿Así que de eso se trataba todo?
— ¿Te has puesto celosa de verme hablar con Lois?
— No es solo eso, Clark —interrumpió— y tampoco voy a usar manzanas para explicarte algo de lo que tú mismo debiste percatarte.
Clark pasó su mano por la nuca, tratando de no llevar la discusión a niveles superiores.
— Haley, sé que puede ser incómodo, pero no puedo cortar la amistad con Lois así como así. Solo porque no te agrade la idea de verla cerca de mí. Ella es mi amiga aparte de todo y creí que entenderías eso.
— Lo entiendo, y no digo que sea tu culpa, pero se me hace muy extraño que ella no haya querido dirigirse a mí en todos estos días y de repente vaya a dónde estás tú actuando como no le hubieras hecho nada.
— ¿Se supone que eso sea preocupante?
Dios, menudo necio.
— ¡Estaba sentada en tu buró! —espetó, ya demasiado harta— ¿Cuando en tu vida has visto a la correcta de Lois Lane sentarse en un jodido buró como si fuera Isabel II? Está más que claro que quiere reconquistarte. Es obvio, todavía tiene sentimientos por tí, esos no se van de la noche a la mañana.
Los dos guardaron silencio por un corto período de segundos, siendo interrumpido por la risa culposa que liberó el pelinegro cuando no pudo pasar más tiempo intentando enojarse con ella.
— ¿Qué te da tanta gracia?
— Lo siento, no me había dado cuenta que eran tan posesiva —la miró con cierta atracción— Dime ¿Confías en mí?
— Por supuesto. Es en ella en quien no confío.
— Entonces ¿Qué quieres que haga? ¿Eliminarla de mis amigos de facebook?
A esas horas el rostro de la menor de los Rogers estaba tan rojo que dedujo que iba a necesitar lavarlo antes de llegar a su piso. Definitivamente esa bronca no podrían solucionarla allí por varias razones, pero mientras tanto, debía dejar en claro que no estaba de buenas para enfrentarse a él.
— Supongo que este no es el momento ni el lugar para tener este tipo de conflictos personales —se limitó a decir, no deseaba estar allí y mucho menos mirarlo a la cara— Búscame cuando dejes de comportarte como un tonto, hasta entonces ni te aparezcas delante de mí.
— Hals... —intentó sujetarla por el brazo, pero Haley se liberó de un solo tirón.
Realmente estaba muy furiosa.
La vio desaparecer por las puertas metálicas del elevador, y eso lo hizo sentirse culpable. Sin duda su primera discusión iba a quedarse en su cabeza como un recordatorio de que con mujeres celosas no se debe luchar nunca. Aún cuando eres Superman.
Sin poder evitarlo, sonrió para sus adentros. Si Haley Rogers era una mujer increíble de por sí, celosa era mil veces más despampanante a sus ojos, y ese lado suyo lo había dejado completamente descolocado.
Hola amigos de todas partes del mundo del español, les saluda Deborah desde la tierra hermosa que descubrió Cristóbal Colón, y me hago una pregunta porque necesito de inspiración para esta historia ahora en estos días que tengo libres porque ¡¡Terminé segundo año en la academia de lengua inglesa!!
Sí, tendré mucho tiempo en esta semana para dedicarle a esta y mis demás historias, pero como tengo la manía de escribir mientras escucho música, me gustaría preguntarles lo siguiente.
¿Tienen alguna canción que podrían recomendarme que les recuerde a la pareja Claley?
Porque ya mi lista de música se cansó de hacerme escuchar a los Uandis y a la Tay Tay. Jajaja🤣
Besos a todos y nos leemos pronto,
Debbie
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