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Capítulo 9

Las calles estaban por demás devastadas, los edificios y casas a la redonda se encontraban destruidos o algunos cubiertos en llamas, había sangre en las paredes o regada por el asfalto, al igual que un enorme número de cadáveres y rastros que la batalla había dejado a su paso.
Las tropas de Khroll habían llegado sin aviso, ocasionando una masacre sin igual.

El pequeño escuadrón siguió corriendo mucho después de su milagroso escape, pero los Untarks, al igual que los Donthraks seguían por todas partes. Las naves caza se escuchaban sobre el cielo, igual que la maquinaria de guerra, en ningún momento podían bajar la guardia. No fue hasta que Shepard resbaló por el húmedo asfalto, que todos se detuvieron.

El soldado que había perdido las piernas soltó un alarido una vez que cayó sobre sí en un charco.

—Resiste, Sawyer —pronunció el soldado Lenox una vez que se agachó para levantarlo.
No respondió nada, nada además de los lamentos y alaridos que ya sonaban con un eco escalofriante a través de las calles.

—Oh mierda, ¡vienen más! —avisó Daff, alzó su ametralladora y disparó contra un pequeño grupo de Untarks que venían de una calle cercana.
El intercambio de disparos continuó durante un par de minutos, entonces Minck captó la atención de los demás.

—¡Por aquí! —corrió al interior de un callejón adjunto. Rápidamente lo siguieron mientras los Untarks incrementaban el fuego.
El largo callejón parecía pertenecer a lo que alguna vez fue un mercado, los puestos y locales seguían instalados e incluso aún contaban con su luminosa publicidad encendida. Giraron un par de veces hasta llegar a un edificio, Jonh se aproximó a la puerta y destrozó el panel con un disparo, todos entraron.

Una vez en el interior, Lenox y Jonh sujetaron con fuerza una gran pieza de maquinaria y la colocaron contra la puerta. Shepard cargó al soldado malherido hasta una superficie de metal, pero había sido demasiado tarde, Sawyer no respiraba desde hacía tiempo.

—Mierda —se retiró el casco y se limpió el sudor de la frente—. Está muerto —cerró sus ojos y negó.

—Todo esto es tu culpa —soltó el agitado soldado Lenox, estrelló a Jonh contra un casillero y apuntó su arma contra él.

—Soldado —Shepard intentó tranquilizarlo.

—Suelta al Capitán antes de que te vuele la cabeza —apuntó Minck, volteó luego de escuchar otra arma y se topó con Chickari.
Rápidamente el resto de soldados apuntaron contra ellos.

—¡Soldados! —gritó Shepard—. ¡Basta ya, es una orden!

—Señor, este bastardo hizo que la mitad de nuestro escuadrón fuese asesinado, y todo por un pedazo de chatarra —aseveró Thompson.

—Es una guerra, soldado. ¿Que no están aquí para pelear en nombre de la libertad?

—Pero, señor...

—¿Qué esperaban? ¿Que en su primera misión volvieran todos a casa como héroes? No, la guerra es una mierda, más de una vez he perdido hermanos en combate, pero no puedo regresarlos a la vida, solo me queda pelear en su honor. Ahora, si la presión es demasiada para ustedes, será mejor que se larguen de una vez antes de que yo los asesine primero —sentenció tras observarlos a todos, periódicamente comenzaron a bajar sus armas.

—Lo siento, señor —se disculpó el joven soldado Lenox. Shepard asintió.

—Bien, ahora que el ambiente se ha tranquilizado, intenten restablecer comunicación con la base, debemos saber cómo proceder ahora.

—Sí, señor —dijo uno de comunicaciones.

—Aprovechen y descansen lo que puedan, también busquen armas y provisiones —se acercó a Jonh—. Una más y no la cuentas, Riley.

—No te diré señor y te lameré las botas —encontró un paquete de cigarrillos y sacó uno.

—No espero que lo hagas —se despojó de su arma y se sentó sobre un escritorio de metal—. Dame uno —Jonh encendió el suyo y le entregó otro a él.

—No pensé que fumaras, creí que los soldados debían tener excelente salud —aspiró el humo y luego de unos segundos lo escupió.

—No lo hago siempre, solo cuando estoy estresado.

—Pensé que ustedes siempre vivían bajo presión, ya debería ser costumbre —soltó, más como una broma que otra cosa.

—Somos humanos, Riley, un escape de vez en cuando no hace daño —soltó el humo luego de eso.

—¿Un escape, eh? Así que los honorables Stacks dejan que de vez en cuando salga el diablo a jugar —rió un poco y volvió a fumar—. Y yo que pensaba que eran máquinas sin alma.

—Te sorprendería saber cuántos de ellos frecuentan los clubes nudistas o casinos a la hora del servicio.

—Tal vez sean más alegres que tú.

—No me conoces, Riley, si esto acaba rápido, incluso podríamos beber un trago, yo invito. —Volvió a fumar.

—Vaya, ¿qué le pasó al soldado que hace días no podía ni respirar el mismo aire que yo? —Shepard soltó una carcajada.

—Supongo que se cansó de tanta mierda y solo quiere que esto acabe de una vez.

—Sí... ya somos dos.

Se quedó junto a él disfrutando de su cigarrillo y el breve momento de quietud que se les había otorgado. Mientras, el resto del grupo descansaba. Fue en aquellos instantes que miró a los soldados y supo que no eran tan malos como los recordaba, tal vez era que ya estaba acostumbrado a la vida criminal, o simplemente no había tenido la oportunidad de ver la otra cara de la moneda en bastante tiempo. Sin embargo no le importaban las apariencias, si la cosa se tornaba fea, no dudaría en actuar en su contra, aun si eso implicaba convertirse en el mayor criminal de la galaxia.

Para cuando llegó la noche, Lylum perdió la esperanza de recibir algún comunicado sobre el escuadrón que había salido en busca de la Infinity.
La Nave de Recuperación había llegado justo en el alba, pero nada más, el testimonio del piloto era que los habían emboscado, pero que los demás habían logrado escapar. Aquello le había dado esperanzas, tal vez no las suficientes como para hacerla creer que llegarían intactos ese mismo día, pero al menos deseaba volver a saber de ellos.
El Coronel Mendoza le prometió que si sabía algo se lo diría inmediatamente, pero en cuanto las horas comenzaron a pasar supo bien que no habría nada, al menos por esa noche. Decidió dormir, pero el constante sonido de las explosiones, el combate, al igual que la indómita actividad en la base la mantenían con los ojos bien abiertos. Luego de un rato se ''acostumbró'' al ruido, y finalmente pudo dormir.

Pero no duró mucho, despertó luego de un tiempo, no supo exactamente cuánto había logrado descansar, pero se sentía algo agotada. Se levantó y caminó hacia la puerta, para su sorpresa, Altham no la estaba custodiando.
Que él estuviera ahí le había hecho dormir en primer lugar, pero ahora simplemente estaba desaparecido. Abrió la puerta, y todo estaba en silencio, salió hacia el pasillo, no había soldados, androides, siquiera luz, todo estaba vacío y silencioso como una tumba.

Caminó lentamente escuchando únicamente el suave sonido de su andar, mientras que las paredes eran iluminadas con su destello celeste, entonces se detuvo, de un pasillo comenzó a brotar una intensa luz carmesí, ella retrocedió un poco, a la par que la luz incrementaba yendo en su dirección. Entonces, él emergió; Khroll atravesó el pasillo y la miró directamente con sus ojos muertos y oscuros.

—No —soltó e intentó salir corriendo. Khroll alzó su mano una vez que ella le dio la espalda, y un muro emergió del suelo y se interpuso entre ella y un escape. Volteó, asustada—. ¡Aléjate de mí!

—Lylum, hermana, por favor —captó su atención por completo. La forma en que había hablado era tan serena y calmada que le resultaba simplemente irreconocible, parecía que no venía con ninguna hostilidad—. No vine a hacerte daño, solo quiero hablar.

—¿Hablar? —dejó de arañar y golpear el muro—. ¿Hablar sobre qué?

—Sobre lo que pasa. Eres mi sangre, me interesa saber cómo estás —dio un paso y ella nuevamente se sobresaltó.

—¡No des un paso más! Si lo que quieres es hablar... entonces habla desde ahí.

—Tu repudio hacia mí es realmente doloroso, hermana, canalicé toda mi energía para poder visitarte y mira como actúas —dejó escapar una única carcajada—. Supongo que ya estoy acostumbrando, todos me temen a fin de cuentas.

—¿Será porque eres un genocida? —seguía asustada, pero en cierto modo tranquila pues no le había hecho nada.

—Lo soy —aseguró seriamente, dio un paso, pero ella no puso más resistencia que una simple mirada nerviosa. El pasillo se había iluminado con el contraste del celeste y el carmesí, todo se veía extrañamente atractivo—. ¿Pero te has puesto a pensar por qué?

—¿De-de qué hablas?

—En todo el universo se habla de mí como la mayor oscuridad de todas, ¿crees acaso que actúo así sin un motivo?

—Quieres al universo a tus pies, no necesito saber más que eso.

—Te equivocas, querida hermana, siempre hay un motivo —la miró con una especie de inseguridad, entonces levantó su mano lentamente hacia ella—. Puedo mostrártelo si quieres.

—Estás loco. —Manifestó.

—Por favor, te prometo que no te haré ningún daño.

Por increíble que pareciera, aquel rostro vil y malévolo dibujó por algunos instantes una expresión de sinceridad sin igual.
Lylum estaba lejos de confiar, pero, ¿qué más podía hacer? Aceptó su mano, entonces todo el entorno se transformó en segundos, de repente ya no estaban en el pasillo.
Sino en un hermoso jardín, había un cielo iluminado por un atardecer, el canto de las aves se escuchaba a la redonda, y todo se veía en paz y tranquilidad.
Justo en aquel jardín yacían un par de figuras, dos seres, que aunque nunca los había visto antes, sentía un lazo tan cercano a ellos que ni siquiera lo comprendía.

—Ven —la guio hasta acercarse a ellos. Eran dos seres de piel celeste y ojos de estrella, su belleza era sin igual, vestidos de blanco y carentes de cabello, conversaban los dos a la cercanía de una fuente de cristal.

—No puede ser —soltó asombrada—. Eres tú... —lo miró, él asintió con amargura.

Era mucho más joven que el otro, pero aun así eran casi idénticos, simplemente no podía creer lo que veía.

—Aquí es donde todo comenzó.
La conversación entre ellos dos finalmente fue clara para ambos.

—Pero Ga'al, debe de haber otra alternativa —soltó el temeroso y antiguo Khroll.

—No, hermano, y tú lo sabes. Están condenados a destruirse, es parte de su naturaleza, es algo que simplemente no podemos cambiar —respondió pasivo aquel ser aparentemente de mayor edad.

—Todos guardan nobleza en su ser, si los guiamos, podríamos...

—No, Khro'al. No podemos —sentenció nuevamente, se giró a verlo—. He hablado con el consejo, actuaremos en la brevedad posible —el antiguo Khroll posó su mirada en el suelo, parecía triste, el otro colocó sus manos en sus hombros y lo miró con cierta compasión—, aún eres muy joven para comprenderlo, pero tarde o temprano descubrirás que es la única opción.

Comenzó a alejarse, Khroll alzó su mirada y Lylum pudo verlo, algo había cambiado, su mirada dejó de ser en cierta forma, inocente, para convertirse en algo más, algo lleno de un gran rencor.

—¿Y si hubiese otra posibilidad? —Ga'al volteó a verlo, también contempló el vacío en el rostro de su hermano.

—¿De qué estás hablando? —se acercó a él nuevamente.

—Y si yo sé de una alternativa... Pero, no es fácil de realizar. Necesitaría de un gran sacrificio para llevarla a cabo.

—Bueno, puedo discutirlo con el consejo, pero...

—No, hermano —alzó su mirada, sus ojos, aunque brillantes, reflejaban solo oscuridad—. Solo necesito tu aprobación —se acercó a él, colocó una mano en su hombro y ocultó la otra tras su espalda.

—Sabes que te apoyo.

—Gracias, hermano —mostró una sonrisa.

La imagen, y el entorno se desvanecieron como el polvo tras ser azotado con una brisa, Lylum regresó su mirada a él. Encontrándose con el frío y aterrador ser en el que se había convertido. Volvieron al pasillo luego de eso.

—Pensé que me mostrarías el motivo por el cuál haces esto. —Reclamó, aun atónita por lo que sus ojos habían presenciado.

—Lo hice, al menos una parte. Aún no estás lista ni mucho menos preparada para conocer toda la verdad. Pero podrías estarlo.

—No empieces con eso —reprochó con molestia.

—Piénsalo, yo te puedo mostrar la verdad, te puedo hacer fuerte, te puedo hacer invencible. Pero antes, necesitas entrenar, conocer y manipular la energía a tu alrededor, ser uno con el cosmos.

—No pareces muy unido con él.

—Es porque me encuentro parcialmente débil, aún no puedo mostrarte todo lo que soy capaz de hacer, por ello necesito tu ayuda.

—Yo... yo.

—Escucha —sujetó sus manos, Lylum bajó la vista, las suyas eran luminosas y resplandecientes, mientras que las de él eran frías y de aspecto muerto.
Pero, contrario a sentirse asustada, sintió un conflicto, una dualidad en él, a pesar de su malevolencia, podía sentir dolor en su ser, al igual que una inmensa soledad—. No te obligaré a hacer nada. Solo piensa en lo que te dije, tú puedes parar esto, nadie saldrá herido, lo prometo, solo necesito que aceptes.

—Yo... lo pensaré, ¿sí?

—Comprendo, pero no demores mucho, a final de cuentas estamos en guerra —se dio vuelta y comenzó a regresar al pasillo por donde vino.

—¿Cómo puedo volver a hablarte?

—Estamos unidos tú y yo, solo concéntrate y estaré aquí.

Tras eso; abrió sus ojos y se encontró nuevamente tendida sobre su cama, durante ínfimos instantes pensó que todo había sido un sueño, pero algo le hizo saber rápidamente que había sido real. Y si era así, entonces debía tomar una decisión, y tal vez no lo sabía en ese entonces, pero sería una decisión que cambiaría el curso de la historia para siempre.

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