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Capítulo 27

El viento soplaba con fuerza en torno a la terraza en la cual Xirack Kattani entrenaba sin descanso. La brisa era árida y seca, cargada con el fantasmal soplo del desierto, el cual rozaba su rostro suavemente, regresándola a aquellos días en su natal Dorma Prime, donde bajo la luz de los inclementes soles en el cielo; solía pasar horas y horas trabajando en la tierra, extrayendo los metales preciosos que los amos y los esclavistas les forzaban a sacar para así conseguir un poco de agua y comida y así tratar de mantenerse con vida al menos por un día más.

El sudor le corría a cántaros a través de la piel, su respiración se agitaba y su corazón empezaba a bombear con la fuerza de un motor a punto de lanzarse al hiperespacio. Blandiendo sus dagas, aquella mortífera guerrera se enfrentaba en simultáneo a tres guerreros Solemi, bloqueando sus feroces ataques con prontitud y contrarrestándolos con implacables impactos que azotaban contra sus armaduras elegantes, causando chispas que volaban sin parar y que contra el rojizo escenario se veían como luciérnagas de fuego.

Uno de los guerreros cargó desde su retaguardia, pero Xirack se apuró a cruzar sus afiladas dagas y contener su impacto, meneó sus afiladas cuchillas y lo desarmó, después le asestó una patada al pecho que lo mandó contra un estanque cercano. El otro guerrero rugió y mandó un golpe con su jheki, pero Xirack lo respondió, desvió su arma y después se barrió, derribándolo contra el suelo y mandando una estocada que aterrizó contra su pechera. El último de sus adversarios corrió y con una lanza trató de atacarla desde la distancia, pero la hábil guerrera tan solo retrocedió un par de veces, huyendo de la afilada punta de aquella arma, hasta que en un último intento se lanzó en una voltereta hacia atrás, aterrizó de cuclillas y desenfundó sus dagas, después corrió como una fiera hacia él y tras escabullirse una vez más de su arma: después mandó un tajo contra su estómago, el guerrero se arqueó a causa del dolor, después le propinó una segunda estocada en la espalda, el guerrero tropezó y soltó su arma, por lo que Xirack tomó la ventaja, se hizo con la lanza y tras maniobrarla con total destreza cual si aquello fuese un apéndice más de su cuerpo; le asestó un impacto directo al casco que lo mandó a colisionar contra el suelo, dejando a sus tres oponentes totalmente fuera de combate. Al final de la contienda, la agitada fiera de Dorma Prime se posicionó victoriosa ante sus adversarios, dejando que el caluroso viento de las llanuras de Yogghar impregnara sus pulmones, para así recordarle que su antiguo mundo ya era historia y seguía siendo libre.

—Impresionante —habló Marco Ramírez luego de hacerse presente en aquella hermosa terraza. Se trataba de un jardín lleno de fuentes de agua, estanques cristalinos, vegetación rojiza con un avasallador panorama de toda la ciudad—. Muy impresionante.

—Perdimos mucho tiempo siendo rehenes, necesito volver a estar en forma antes de que llegue Scorn a la ciudad —recitó agitada, bebiendo agua de un cuenco y viendo como sus abatidos oponentes se marchaban para reponerse en otro lugar. Aquella oración le hizo sentir a Marco una enorme tensión sobre sus hombros, se acercó un poco y dejó sus manos sobre su cinturón.

—Hablando de eso, iré con Deckard y Dutch para analizar la ciudad, buscaremos los mejores flancos y prepararemos las ofensivas para el ataque. El niño vendrá, me imagino que también tú.

—Quizás en otro momento, justo ahora necesito reponer mis fuerzas, además, también tengo que acostumbrarme a las tácticas de pelea de los locales.

—No pareces tener demasiados problemas con eso —reconoció Marco con cierta gracia, barrió con su mirada el suelo y vio sangre y sudor regados sobre los adoquines.

—Igual me gustaría quedarme y entrenar más, si no te molesta.

—Claro que no, entrena, quizás en un rato venga y podamos hacerlo juntos —llegó con ella y se adueñó de su cintura, Xirack mostró una sonrisa y lo sujetó con ambas manos desde atrás del cuello.

—¿Seguro que estás hablando del entrenamiento?

—¿Por qué no ambas? —sonrió y ella le siguió el juego, después se acercó a ella y le dio un apasionado beso—. Volveré en unas horas, no te metas en problemas mientras no estoy, ¿quieres?

—Sigue hablando, Ramírez y te unirás a ellos en el suelo.

—Está bien, te dejo tranquila —la besó una última vez y alzó las manos—. Te veré en un rato.

Se despegó de ella y luego de ajustar su equipo se marchó de aquella terraza, para posteriormente abandonar también el templo de la reina y salir hacia las calles de la ciudad y así empezar con su recorrido. Aquel había resultado siendo un día agitado, aun a pesar de los potentes ventarrones y arenales que repentinamente se alzaban por todo el reino como una bruma calurosa, los ciudadanos estaban más que acostumbrados, seguían con sus actividades como si fuese un día más, mientras que el grupo recorría las calles principales, guareciéndose de las miradas furtivas gracias a ropajes discretos que el Mando Yábar les dijo que usaran para no llamar la atención. La música local provista por los instrumentos de aire y los tambores tribales inundaban las calles, mientras que el barullo de la gente se escuchaba en cada rincón. Se trataba de una ciudad agitada, llena de vida y actividad a cualquier hora. Un mundo que para cualquiera que estuviese chapado al orden burocrático tan solo significaría desorden y la perdición, pero para ellos aquella ciudad era sinónimo de espíritu y también de vida.

Recorrieron los callejones y los mercadillos, pasando entre los locales y los mercantes que anunciaban sus productos en sintonía, como una sonata descoordinada pero que concordaba con la vibra agitada del lugar. Ben Wrax bajó un poco el pañuelo de su rostro y se permitió mirar de mejor forma los alrededores de la ciudad, la arquitectura era hermosa y digna de un paraje desértico como ese, aunque guardaba detalles sobrios y poco estilizados por fuera, siendo en su mayoría edificaciones de piedra y arena fundida entre el metal y la madera, también había grandes designios de lujos y bellezas ocultas en cada rincón, casi salido de una fábula antigua, había bares y centros culturales donde la gente se conglomeraba, había negocios y casas por doquier, gente pidiendo dinero, así como también acaudalados que pasaban de largo sin siquiera mirarlos. Entre los locales había burdeles y edificios del placer, antros y tabernas, áreas de ocio y también de esparcimiento, todo unificado en una irreal amalgama de contrastes que formaban parte de una excéntrica cultura que aunque distendía mucho de la Tierra, resultaba extrañamente familiar para él. Los seres que poblaban las calles resultaban extravagantes para la vista, desde criaturas vagamente humanoides de amplios colores y formas que iban desde lo más bello hasta lo más atemorizante, nativos de Solum y otros reinos, así como también de otros mundos más allá de aquel planeta desértico. Todos unidos en una sociedad, lo que los Guardianes habían logrado hacia cientos de años permanecía vigente, ningún mundo era exclusivo de una sola raza nunca más.

—No se separen —mencionó el Mando Yábar llevando la delantera de aquel grupo de reconocimiento—. Los Solemi son personas buenas en su mayoría, pero las calles no están exentas de albergar escoria que es preferible evitar.

—Pensé que eran un pueblo pacífico —mencionó Deckard.

—Nuestro pueblo suele ser neutral, por eso la Dinastía Zandir es la actual regente, saben mejor que nadie que es mejor evitar el conflicto que propiciarlo. La democracia y el dialogo es lo que nos ha permitido mantenernos en un constante desarrollo y convertirnos en el reino más próspero de todo Yogghar. Es nuestra capacidad para lidiar con los problemas de manera civilizada lo que nos ha permitido alejarnos de nuestras raíces más violentas y antiguas — se descubrió la boca y bebió agua de una cantimplora de cuero—. Por ello estamos en guerra con Scorn, él es un radical, un hombre que solo busca generar caos y llevarnos a una constante barbarie, por eso debemos detenerlo, nuestro pueblo y todo nuestro mundo depende de ello.

Atravesaron algunos de los sectores más concurridos de la ciudad, pasando entre las murallas amplias que mantenían el reino protegido. La primera línea de defensa serían aquellos muros, la altura era suficiente para mantener a raya a los enemigos, imposibilitándoles el poder escalarlas y así adentrarse en la ciudad, las puertas por otro lado, serían el punto más débil del reino, estaban diseñadas para mantener la ciudad cerrada y también a sus pobladores, eran lo suficientemente fuertes como para resistir tormentas de arena, sin embargo, no había garantía de que resistirían al ataque directo de un ejército invasor. Las seis puertas principales alojadas estratégicamente a lo largo del reino serían los puntos de acceso más vigilados y por lo mismo, en los que la batalla se desenvolvería y donde habría de estar el mayor despliegue de tropas, así como también el puerto, el cual se hallaba en el lado sur de la ciudad, una zona en la cual los barcos y transportes marítimos tendrían una ventaja para entrar. Las fuerzas de Scorn atacarían desde tierra, las tribus Nagori detestaban el mar, por lo que el puerto tan solo funcionaría como un escape en caso de que la batalla se perdiera. Estuvieron varias horas recorriendo las zonas de mayor importancia para la guerra. En todo ese tiempo el grupo planificó una ofensiva contra el ejército de Scorn, así como también la posible trayectoria de la batalla.

—Muy bien —Marco levantó un tarro de hidromiel y le dio un efusivo trago para menguar el calor que se apañaba de su cuerpo, después regresó al mapa de la ciudad—. Concentraremos las defensas en las puertas principales —mientras hablaba, señalaba los puntos en cada zona—. Los soldados mantendrán sus posiciones en los muros, siendo la primera línea, deberemos mantener la fuerza en las entradas principales, ahí es donde Scorn seguramente atacará.

—Debemos mantenerlos alejados de las calles principales —habló Dutch Hollander—. Llevar a la gente a los puertos y concentrar la batalla en la zona norte y el centro de la ciudad, justo al lado del monumento de su diosa —al decir eso, el Mando Yábar hizo una reverencia y lanzó una suerte de mantra en su lengua natal.

—Tenemos que asegurarnos de que no lleguen al palacio real —señaló Mando Yábar—. Si el palacio cae, la ciudad lo hará también, no podemos permitir que lleguen al palacio, mucho menos hacia la reina. Debemos mantenerla a salvo a toda costa.

—Si la defensa en los muros y las calles falla, entonces tendremos que replegarnos al palacio, es el único punto que aún puede darnos una ventaja contra el enemigo —recitó Marco.

—Sería bueno tener algún método de defensa más poderoso que simples espadas y dagas —habló el capitán Deckard mirando al Jhorakhen de la ciudad. Este al instante negó.

—Nuestra cultura aborrece las armas de su tipo, quizás ustedes libren sus guerras así, con máquinas y herramientas capaces de generar destrucción, pero aquí en Yogghar las cosas son diferentes, hemos visto civilizaciones enteras volverse cenizas a causa de sus armas, no dejaré que lo mismo le ocurra a mi hogar. La tecnología de aquí solo se implementa para el desarrollo de su gente, no para su autodestrucción, llámanos primitivos si quieres, pero es la ausencia de avances en nuestra tecnología en la guerra lo que nos ha mantenido con vida durante generaciones.

—Esto terminaría antes si pudiéramos entablar comunicaciones con la Federación, así tendríamos la ventaja —masculló molesto.

—Dudo mucho que respondan, tomando en cuenta de que están librando una guerra contra un genocida espacial allá en casa —zanjó Dutch bebiendo de su hidromiel.

—Estamos en desventaja, Deckard, mientras estemos en este planeta deberemos atarnos a sus reglas —alzó la voz Marco—. Pelear como ellos lo hacen y esperar que nuestras fuerzas y también nuestras defensas superen a las de Scorn —pegó un enorme suspiro y después se acabó su bebida de un trago, alzó su vaso vacío y pronto una camarera llegó a reponerlo. Habían entrado en una taberna para discutir a fondo el plan, sin embargo, a medida que más lo repasaban, Marco seguía dudando cada vez más de él. El destino de toda una nación dependía de ellos, y eso solo lo hacía sentirse cada vez más temeroso. Numerosos gritos y estruendos comenzaron a sonar afuera de aquella taberna, al instante todos se pusieron alerta, pero Mando Yábar se acercó a la persiana más cercana y miró hacia las calles.

—Tranquilos, solo es un festejo.

—¿Un festejo? —Marco llegó con él y miró hacia el exterior. Una gran multitud se conglomeraba en las calles, lanzando pintura y festejando al son de la música y los tambores ceremoniales—. No me parece un buen tiempo para festejar, en especial sabiendo en poco tiempo serán atacados.

—Muy pronto será el Gran Eclipse, nuestra estrella madre en el cielo se ocultará por tres días consecutivos, dando pasó a la Gran Noche Celestial. Tres días de oscuridad absoluta en el cual tan solo se podrá vislumbrar el sol siendo oscurecido gracias a la gran luna de Karhum. Prevemos que Scorn atacará en el eclipse.

—Fantástico, tres días de noche absoluta en los cuales nos enfrentaremos a un ejército de salvajes despiadados —mencionó Dutch—. No hay motivos para ponerse serios, ¿verdad?

—Tú tranquilo, grandote, deja que yo me preocupe por eso —habló Marco y regresó la vista hacia su grupo—. Creo que deberíamos salir y ver por qué tanto alboroto, ¿no creen?

-

Acabada su sesión de combate contra los guardias de la reina, Xirack se dedicó a pulir su habilidad con las armas de los locales, perfeccionando su técnica con el instrumento bélico más tradicional de los Yhoggarianos, el jheki, aquella hoja semi curva que era capaz de rasgar la carne de un hombre y hacerlo perecer en un agónica y violenta muerte en cuestión de segundos. Estuvo un rato también usando sables de los guerreros de Solum y una impresionante colección de dagas y navajas con las cuales esperaba poder desempeñarse bien durante la batalla.

Siendo esclava allá en Dorma Prime, Xirack había aprendido a valerse por sí misma, no solo debía defenderse de los amos y cualquier esclavista que buscara lastimarla, sino que también aprendió de la peor manera que la única manera de sobrevivir: era luchando. Se adiestró en el combate, no solo aprendió a recibir golpes, sino también a darlos, se volvió hábil para el combate y para las armas, apenas siendo una adolescente ya había matado a sus primeras víctimas, todo para sobrevivir, y para cuando se convirtió en una joven adulta ya era prácticamente un arma viviente, su belleza y su inusual capacidad para infligir dolor en sus enemigos le hicieron una reputación allá en los pozos de esclavos, cosa que prontamente llamó la atención de los amos.

Dejó de trabajar en las minas y los plantíos y pasó a ser una gladiadora, la guerrera y asesina personal del amo que la había comprado, Gurum de Tarsakk, un despiadado y poderoso hombre que la hizo su activo principal, metiéndola en combates a muerte contra otros esclavos para seguir alimentando sus vicios y su sed de sangre y poder. Se odiaba por ser quien era, un arma, nada más que una despiadada asesina que luchaba por su mera sobrevivencia, pero Gurum era demasiado influyente allá en la ciudad de Kadem, por lo que tuvo que pasar un milagro para que todo cambiara, y ese milagro llegó en la forma de un reducido grupo de cazarrecompenzas que por azares del destino arribaron al planeta. Aquella escena solía repetirse una y otra vez en su memoria cada que intentaba conciliar el sueño. Se veía a sí misma, encadenada y postrada a los pies de aquel cerdo infeliz que tenía como amo. Pronto las cosas cambiaron, Jonh, Marco y Dutch se encargaron de Gurum, y la rescataron, lo que aconteció después era historia. Apretó fuertemente el mandoble de la cuchilla con la que practicaba y en un ataque de cólera y nostalgia, rugió, y mandó un potente golpe contra una estatua cercana, consiguiendo partirla a la mitad. Tras aquel arrebato al fin pudo dejar su mente y corazón descansar y se dispuso a reposar en una banca de piedra. Estuvo unos minutos ahí sin hacer nada hasta que una figura se hizo presente.

—Buen día para ti, Xirack Kattani —enunció aquel anciano consejero de la reina Hassana tras acercarse y dar una corta reverencia.

—Sanu —se levantó y saludó igual—. Buen día para ti también.

—Veo que estás entrenando, ¿te preparas para el combate?

—Eso intento.

—Mis disculpas si te interrumpí.

—Claro que no, de hecho ya terminé.

—Eso puedo verlo —observó el lugar en completo desorden.

—Lo lamento mucho, no quería ensuciar este lugar.

—No te preocupes, la reina rara vez viene aquí, haré lo limpien de inmediato y ni siquiera se dará cuenta de que algo pasó —Xirack mostró una corta sonrisa—. Hablando de la reina, solicitó su presencia en su recamara, lo antes posible.

—¿La reina quiere verme? —el anciano asintió.

—Yo la llevaré personalmente, acompáñeme por favor. —Tras eso abandonaron la terraza y se adentraron por completo al interior del palacio.

Su llegada inicial al palacio de la reina había sido por decirlo menos, precipitada. Se habían dedicado a descansar y reponer energías luego de su viaje a través del desierto, por lo que no había tenido la oportunidad de admirar los interiores del lugar. En definitiva eran dignos de la realeza, inmensos pasillos de arena fundida en ladrillo hosco pero que guardaban ostentosidad en sus detalles y relieves más diminutos, un sitio imponente, jamás había estado en un lugar que se le pareciera en lo más mínimo. Mientras vagaban por los pasillos, no pudo evitar notar una colección de pinturas que parecían relatar una historia, una sucesión de eventos que iban desde la tragedia, pasando por la traición y la redención, hasta un nuevo día lleno de esperanza. Conmovida por aquellas imágenes, no pudo evitar detenerse y centrarse en aquel mural que reflejaba una figura vestida con ropajes hechos con el fulgor del sol, mientras una legión de súbditos le alababan con devoción.

—La coronación del rey Jaddakk Zandir tercero, el abuelo de la reina Hassana. El más poderoso de los gobernantes que ha tenido Solum.

—Parece que fue un hombre importante.

—Lo fue. Antes de que todo esto existiera, Yogghar era un mundo hostil y lleno de peligros, nuestra gente estaba dividida y en constante conflicto, no fue hasta que la Dinastía Zandir se levantó que pudo erigir este y otros reinos a su cargo, creando una nueva sociedad en nuestro mundo. Fue el rey Jaddakk Zandir tercero quien impulsó la mayor conquista de territorio del planeta, y así cimentó lo que hoy en día se conoce como Solum —se quedó mirando su imagen en la pintura—. Claro que, no fue cosa fácil, hubo tiempos oscuros, momentos difíciles en los cuales la gente tuvo que aprender a sobrevivir.

—¿Entre ellos tú? Me imagino —al escucharla el anciano asintió.

—Eres perspicaz, Xirack Kattani, lo veo en ti —tomó aire y siguió avanzando a través de los imponentes pasillos labrados con historias y leyendas de aquel mundo—. Sí, desde muy pequeño experimenté el dolor que la gente es capaz de infundir por poseerlo todo, me crie en las calles, viviendo de la basura y la inmundicia como una rata lo haría, todo con tal de sobrevivir. Fueron... días muy sombríos. Pero logré sobreponerme a ellos y lograr ascender hasta convertirme en el consejero real. Le he servido a la Dinastía Zandir por dos generaciones, les debo todo.

—Bueno, pues creo que la reina está muy complacida de que seas su más leal sirviente y que la ayudes en estos tiempos tan difíciles.

—Todo lo hago por mi reina y el bienestar de este reino.

Luego de darle un último vistazo a aquel imponente mural cargado de historia y leyendas y siguieron con su camino a través de los laberinticos pasillos de aquel palacio, recorrieron inmensos salones, pasando entre corredores por los que fácilmente podría caber una aeronave, hasta inacabables escaleras que los condujeron hasta que llegaron a los aposentos en los que residía la reina Hassana. Sanu la dejó apenas y entraron a un elegante salón, repleto lujos y ostentosidades que tan solo podrían ser de alguien de la nobleza. Siguió a través de la habitación hasta que dio con una entrada custodiada por dos guardias de armadura azul, quienes nomas al verla le dieron acceso a una sala adjunta cerca de un inmenso balcón. Recorrió con sus manos unas finas cortinas de seda roja y se introdujo en una calurosa habitación, dentro había varios estanques termales, de los cuales emanaban vapores cargados con aromas dulces e hipnotizantes fragancias, música suave sonaba desde un rincón, mientras que el cantar de una pequeña fuente armonizaba el ambiente. Extrañada limpió el sudor de su frente y se siguió hasta que pudo ver en los estanques las figuras desnudas de decenas de hermosas mujeres que se bañaban simultáneamente entre el vapor y las finas flores que adornaban las aguas. Sus risas se mezclaban en el ambiente y sonaban distantes, como ecos espectrales, mientras que sus formas se fundían en los relieves como parte de la bella decoración de aquel salón. A donde fuera que miraba, cuerpos desnudos dignos de esculturas se mostraban, todos con aquellos ojos brillantes que evocaban al sol en el cielo. Avanzó torpemente hacia el frente y casi cae sobre el estanque más amplio, aquel donde Hassana estaba.

—Xirack, bienvenida —alzó la voz, firme y serena mientras un par de sirvientas le bañaban y acariciaban tersamente su cuerpo—. Acércate.

—¿Quería verme, su majestad? —se sentía sofocada, abrumada por el vapor y los penetrantes aromas que en cierta medida parecían nublar su juicio y hacerla ver cosas que en realidad no parecían estar ahí.

—Así es, Xirack, justo a ti es a quien quería ver en persona —la reina se puso de pie, mostrándole su majestuoso cuerpo desnudo, su piel morena, adornada con aquellos tatuajes dorados que la hacían lucir como una suerte de bello espejismo—. Déjennos —le ordenó a sus sirvientas y en cuestión de segundos abandonaron aquel sauna. A los pocos segundos la reina Hassana abandonó su baño y se contoneó por el lugar, rodeando a Xirack cual si buscara analizar cada centímetro de ella.

—¿Qué necesita de mí, su majestad? —a medida que hablaba, aquella sensación abrumante no desaparecía en lo más mínimo, en su lugar se sentía mucho más fuerte, como si un suerte de fuerza paranormal se adueñase de ella. La imagen de la reina se volvió difusa, casi espectral, una estela de polvo dorado apenas equiparable a una sombra hecha de luz flotando entre los nebulosos alrededores.

—No cabe duda de que los humanos son simplemente fascinantes —apareció repentinamente a un lado suyo, siguió girando a su alrededor, alzando su mano y acariciando ocasionalmente su piel y su cabello—. Ustedes los terrestres y nosotros los nativos de Yogghar no somos muy diferentes entre sí, puedo ver como compartimos un vínculo que se entrelaza más allá de las estrellas.

—No soy de la Tierra —aseveró con cierta torpeza.

—Lo sé —se quedó esta vez frente a ella, analizándola detenidamente—. Lo puedo ver, tus ojos, guardan un fuego inacabable, un espíritu inquebrantable, uno que solo los forjados de la arena y la sangre pueden tener, no eres de la Tierra, sino de un mundo como este, tus ojos te delatan —al igual que ella, sus pupilas se habían manchado de un amarillo tenue.

—¿Me llamó para saber más de mí? ¿Acaso es alguna especie de interrogatorio? —la reina mostró una sonrisa.

—No necesito interrogarte en lo absoluto, Xirack Kattani. Soy muy perceptible, mis ojos pueden ver más allá, incluso dentro de ti —alzó lentamente su mano y acarició su rostro con suavidad—. Puedo verlo, eres valiente, fuerte, una guerrera de los pies a la cabeza, pero, estás perdida.

—Todos lo estamos, caímos aquí por error.

—Sabes bien que no me refiero a eso. Lo veo dentro de ti, libras una constante batalla por saber quién o que eres en realidad, cuál es tu papel en todo esto. Buscas algo en especial, algo que haz añorado toda tu vida —a medida que hablaba, sus palabras parecían hacer eco en ella, haciéndola sentirse vulnerable—. Lo que tú buscas... es ser libre. Tu cuerpo no estará encadenado, pero tu corazón sí, yace atado, fragmentado, buscas aquello que te de la libertad pero alguien se ha interpuesto en tu camino. ¿Es el Ulkhali Marco acaso? —Xirack no dijo nada, tan solo endureció el rostro—. No... es alguien más, alguien más manipula tu corazón, te encuentras a la deriva, buscando cual camino elegir, si es con el Ulkhali, o con aquel a quien tu corazón aun no puede soltar.

Tras eso; la guerrera de Dorma Prime desenfundó una daga y la dejó bajo su mentón, los guardias no tardaron en entrar en el sauna y rodearlas, sin embargo la reina no perdió la compostura, se mostró en completa calma y solo se limitó a alzar la mano para que sus guerreros se marcharan. La reina sonrió de nueva cuenta.

—Pocos son los que han alzado un arma contra mí y han vivido para contarlo, podría hacerte ejecutar tan solo por esto.

—Inténtalo, ya verás cómo termina —la reina alzó su mano y la dejó sobre la suya y lentamente la hizo bajar la daga.

—No moriré hoy, y tú tampoco.

—Creo que confías demasiado en lo que tus ojos te muestran. Ten mucho cuidado, alguien podría arrancártelos.

—Como dije antes, ustedes son tan fascinantes —la tomó con ambas manos y la acercó hasta que pudo adueñarse de sus labios. Xirack quedó pasmada, de la impresión incluso soltó su arma, pero no se resistió ni tampoco luchó para detenerla. Aquel intenso beso siguió durante varios minutos que se sintieron eternos, Xirack estaba a su merced, bañada por el calor y una electrificante sensación que la ataba a ese momento. Hasta que de pronto se detuvo y la reina se apartó de ella—. Llegaron aquí con un propósito y ese es descubrir quiénes son en realidad, tu destino aguarda, Xirack Kattani, lo veo en ti, muy pronto serás libre, ya lo verás.

De pronto las fuerzas le fallaron, todo pareció marchar más lento, acabó cayendo de espaldas mientras todo se oscurecía, pero cuando volvió a despertar se encontraba dentro de su habitación. Extrañada se levantó de sopetón, sujetando su cabeza y repasando todo lo que había vivido, preguntándose si en realidad había sucedido o no, no estaba segura, sin embargo, cuando se movió, un objeto se coló entre sus sábanas, se trataba de su daga.

-

Gritos de júbilo y alegría resonaban en las calles. La música sonaba con fuerza a medida que la marea de gente se apoderaba de cada rincón del reino, la gente bailaba y festejaba al son de la estruendosa melodía de los tambores, mientras que la arena en el viento se pintaba gracias a los magnéticos colores que se colaban gracias a la pintura en polvo. Aquel espectáculo los condujo por varias de las calles más transitadas del mercado local, siguiendo los tambores y los danzantes, parecían haber entrado en alguna clase de visión onírica. Llegó un momento en el cual era casi imposible atravesar a la gente a su alrededor, se habían quedado estancados en aquel desfile de color y música, el bruto Dutch Hollander y el Mando Yábar empujaban a la gente a su alrededor para salir de ahí, mientras que marco reía y bebía, se había quedado a admirar la belleza de los colores, contagiando al curioso mecánico de la Infinity, quien descubrió un poco su rostro y liberó una sonrisa al ver a la gente festejando como si no hubiera un mañana.

No importaba hacia donde posaba su mirada, a su alrededor no había más que cientos de personas disfrutando del festival, pronto se vio acorralado, y su grupo desapareció de su vista. Gritó, esperando a que Marco o quizás Deckard pudieran oírle, pero era imposible debido al escándalo del festejo. Haciendo uso de su delgada constitución; se abrió paso entre la gente que danzaba sin parar, se deslizó como una rastrera serpiente hasta que pudo salir y lograr respirar de nueva cuenta. Se pegó al muro de un local y limpió el sudor de su frente, esperando encontrarse con los demás en algún sitio, pero aquello habría de demorar más de lo esperado.

—Mierda, ¿ahora qué? —dijo para sí mismo mientras levantaba su cantimplora y bebía algo de hidromiel. Tomó aire, y justo cuando se decidió a buscarlos fue que una bolsa de papel aterrizó sobre su cabeza, esta se deshizo y dejó atrás una gran nube de polvo azul y naranja que lo bañó casi por completo. Extrañado se apartó del polvo y avanzó por el callejón hasta que centró con su vista a una niña de penetrantes ojos amarillos, quien juguetona le sonreía mientras lanzaba y atrapaba una más de aquellas bolsas con pintura. Se relajó un poco y avanzó hacia la pequeña con las manos en alto—. Bien, niña, tranquila. No estoy jugando, solo quiero encontrar a mis amigos, ¿los has visto? —la niña sonrió, Ben dio un paso hacia adelante y la niña le lanzó aquel proyectil que liberó una gran cantidad de polvo rojo que nubló su vista—. ¡Mierda! —talló sus ojos y vio a la niña correr por un callejón, así que la siguió—. ¡Niña, espera!

Persiguió a la niña a través de los callejones pero era de verdad veloz, casi parecía que estaba tras un espectro, y tal y como si se tratara de uno al virar en una calle completamente despejada fue que la perdió completamente de vista, cual si se hubiera hecho polvo. Lanzó un insultó entre dientes y cuando se dio media vuelta para marcharse fue que vio como una figura cayó desde un techo cercano y aterrizó sobre la calle principal. Se trataba de una silueta humana envuelta en ropajes marrones y oscuros que lo envolvían casi cual si tuviese encima una túnica, la figura estaba encapuchada y sobre su rostro había una inexpresiva máscara dorada. Ben se quedó quieto, pronto más de aquellos enmascarados emergieron de entre los rincones y lo rodearon por completo.

—Carajo —desenfundó su daga y se mantuvo alerta, viendo como aquellos enmascarados desenfundaban también—. Puta madre.

El primero en caer fue quien lo atacó, cargó hacia él con una espada semi curva en alto y mandó una feroz estocada, Ben la bloqueó a tiempo y también los siguientes ataques que le mandó, el choque de las espadas resonaba por toda la calle. Aquel enmascarado se movía velozmente, casi como si se tratara de una sombra, apenas y pudo verlo cuando aquella presencia logró herir su costado. Gritó y al instante se dio media vuelta, otro más de los enmascarados cargó hacia él con la misma destreza, Ben alcanzó a bloquear la mayoría de sus golpes, pero su atacante fue más capaz y lo hirió en el brazo, otro más atacó y esta vez lo alcanzó a herir en el pecho. El malherido Ben Wrax aterrizó contra el suelo, manchando con su sangre la arena. El primer enmascarado llegó frente a él se inclinó su cabeza mientras lo veía gimoteando con dolor, levantó su daga, pero Ben reaccionó antes y lo derribó deslizándose contra sus piernas, el enmascarado cayó contra el suelo, por lo que Ben tomó su daga y no tardó en apuñalarlo contra el pecho, esparciendo su sangre verduzca contra la acera. Los asesinos de máscaras doradas emitieron un siseo atenazador, cosa que lo hizo entrar en pánico, en eso uno desplegó un látigo y atrapó su mano y lo arrastró hacia su dirección, Ben se deslizó a través del suelo y antes de que el enmascarado lo atrapara; cortó su amarra y al instante se puso en posición de combate. El enmascarado atacó con una espada, Ben bloqueó los ataques y se puso de pie entre tropezones, el guerrero le superaba, pero recordó las enseñanzas de Sallah Nu, se mantuvo firme y cuando vio la oportunidad atacó mandando una contundente patada a la cintura de su atacante, este cayó y antes de que se levantara le arrojó su daga con todas sus fuerzas y esta se incrustó contra su cuello con la potencia de un misil.

Los demás asesinos le rodearon, estaban enfurecidos, siseaban como serpientes mientras se meneaban sinuosamente como reptiles ponzoñosos, aguardando por una oportunidad para arremeter contra él. Ben Wrax se plantó firme, sintiendo la sangre corriendo por sus heridas y el escozor de la arena sobre su piel lacerada, gruñó y aguardó a que le atacaran.

—¡¿Qué esperan?!

El asesino a sus espaldas corrió tras él, pero de pronto un enorme sable salió volando y tras girar un par de veces en el aire aterrizó contra él, partiéndolo casi por la mitad a través del pecho. Confundido Ben miró en un callejón y vio a su grupo llegando al rescate, Dutch cargó como un animal frente a uno de los asesinos y de una feroz estocada le partió el cuello usando su jheki, el Mando Yábar enfrentó a dos de los asesinos el solo y en cuestión de segundos los acabó usando sus armas, Deckard se batió en duelo con uno más hasta que pudo cortarle un brazo y rematarlo, mientras que Marco se encargó del ultimo, mantuvo un corto duelo contra él y al final logró romperle la máscara y el cráneo con una estocada final. Los enmascarados habían caído y sus cadáveres ahora adornaban las calles de Solum.

—¡Niño! —Marco llegó con él y lo sujetó, estaba lleno de mugre y sangre, casi parecía que una estampida de bestias le había pasado encima, pero estaba con vida y aún permanecía completo—. ¿Estás bien?

—La verdad he estado mejor, señor —reconoció entre cortas y dolorosas risas, Marco sonrió y lo ayudó a levantarse.

Nagais —profirió el Mando Yábar mientras miraba sus máscaras—. Asesinos a sueldo de más allá de las Tierras Rojas —la ira se colaba en sus palabras—. ¿Son todos? —dudó mientras inspeccionaba a fondo los cadáveres. Ben asintió—. Sabía que no debíamos confiarnos, el festival nos hizo bajar la guardia, ahora posiblemente estén entre nosotros. Rápido, volvamos al palacio, no estamos seguros aquí.

Abandonaron las calles del festival y volvieron al palacio de la reina antes de que llegase el atardecer. Los médicos y curanderos de la reina atendieron directamente a Ben, lo ungieron en aceites sanadoras, limpiaron y cerraron sus cortes más profundos y para sus golpes usaron compresas frías, al final, el joven y derrotado mecánico de la Tierra acabó sumergido en una tina con un brebaje ceremonial que sanaría por completo su cuerpo y espíritu, y cuando los médicos y curanderos de la reina acabaron de tratarlo, su grupo inmediatamente pudo ir a verlo.

—De verdad no puedo creer que sigas con vida, muchacho —habló Marco mientras lo veía reposar en aquellas aguas blancas.

—Yo tampoco —reconoció hundiéndose casi por completo, tan solo dejando su cabeza al descubierto en aquel acuoso manto pálido.

—Tienes un gran espíritu, joven Wrax —emitió el Mando Yábar—. El fuego de la Diosa Azarah corre por tus venas, eres un guerrero, y ahora que has sido bautizado con la sangre de tus enemigos, les será mucho más difícil poder acabar contigo —luego de aquellas solemnes palabras dio una corta reverencia llena de respeto y avanzó hacia la salida—. Peleaste con valentía, definitivamente eres más fuerte de lo que pensé, será un honor pelear a tu lado contra Scorn.

Ben asintió, estaba temblando, aunque no por la temperatura de las aguas ceremoniales. Marco sonrió y miró al muchacho, sintiendo algo dentro de sí que no había experimentado antes, más que alegría, sentía una gran admiración por él.

—El Jhorakhen tiene razón, luchaste con valentía hoy, ahora más que nunca veo que te has vuelto en alguien muy fuerte —alargó su mano y sujetó su hombro, y aun cuando aún le dolía, a Ben no le molestaba—. Estoy... orgulloso de ti, muchacho. —Ben no dijo nada, tan solo asintió y contuvo su emoción—. Solo no dejes que se te suba la mierda a la cabeza, ¿quieres?

—A la orden, señor.

—Bien —le dio unas palmadas y se levantó para recibir a Xirack, quien había aparecido en el lugar, vistiendo un conjunto de telas blancas y grisáceas que ondeaban contra el viento haciéndola ver como un bello espectro—. Hola.

—Hola —respondió, en un tono extraño, uno que Marco no recordaba haber escuchado en ella antes, casi parecía aterrada—. ¿Cómo está?

—Se pondrá bien, hoy se enfrentó a un grupo de asesinos que lo emboscaron, completamente solo —acotó aun sin creérselo del todo—, ha aprendido mucho, creo que el niño cobarde y menudo que conocíamos de allá en la Tierra ya no existe más.

—Eso puedo ver —aquel tono se mantenía, así como su mirada. Marco la tomó delicadamente y Xirack no pudo volver a escuchar aquello que la reina le había dicho en las aguas termales.

—¿Te encuentras bien? Te noto... extraña, ¿pasa algo?

—Estoy bien, solo... —se quedó mirando en sus ojos profundos y cargados con aquel amor inquebrantable que resplandecían cada vez que ella se posaba frente a él—. ¿Has pensado en lo que pasará una vez que salgamos de aquí? Si es que logramos salir.

—Sabes bien que vivo al día, rara vez tengo tiempo para soñar que haré después.

—Hablo en serio, Marco. ¿Qué haremos cuando todo esto termine? ¿Volveremos a casa?

—No lo sé, Xi —la tomó de las manos y las besó a cada una—. Pero una cosa si te puedo decir, no importa a donde vayamos, yo te seguiré, no importa a donde sea.

—Bien, eso... eso suena bien —sonrió ligeramente y le dio un beso—. Te veré en la recamara.

—Ahí estaré, solo... —miró al Mando Yábar, parecía que quería decirle algo—. Te alcanzo en un momento —Xirack asintió y se marchó de ahí. Marco se acercó al Jhorakhen—. Mando.

—Ulkhali Marco, tengo algo importante que decirte, descubrí algo, pero debía estar seguro de que no nos seguían para revelártela.

—¿De qué se trata? —el Jhorakhen hurgó en su pantalón y extrajo una bolsa con relucientes monedas doradas.

—Encontré esto en los asesinos que nos atacaron hoy en el festival.

—No entiendo —las analizó detenidamente, estaban labradas con el emblema de la Dinastía Zandir, la figura de los dos soles en el cielo sobre una imponente pirámide—. ¿Qué se supone que significa?

—Los Nagais son mercenarios, obran para quien pueda pagarlos, Scorn es un salvaje, jamás recurriría a las artes de los asesinos de más allá de sus dominios, no es esa clase de hombre, no, los Nagais que nos atacaron fueron contratados por alguien más, específicamente por alguien de mucho poder, que sabía nuestros planes y movimientos a la perfección y que sabía que estaríamos hoy en las calles y que estaríamos desprotegidos. Y ese alguien parece estar muy bien conectado con la realeza de Solum —ilustró con una de las monedas de oro—. No cualquiera puede contratar asesinos tan bien entrenados y mandar a matar a objetivos tan valiosos para la reina.

—¿Qué tratas de decir? —se quedó pensando unos momentos hasta que sus palabras empezaron a cobrar sentido—. ¿Qué hay un infiltrado entre nosotros? —cuestionó temeroso, el semblante en el Mando Yábar cambió a uno muy sombrío.

—Una guerra está por desatarse, Ulkhali Marco, no podemos fiarnos de nadie, si es que queremos mantener este reino en pie, creo que tendremos que abrir bien los ojos, y asegurarnos de que nadie de aquí está pretendiendo ser quien no es en realidad. Lo presiento, Ulkhali, algo me dice que las cosas se pondrán mucho más sombrías antes de que llegue Scorn a la ciudad. Asegúrate de proteger a tu gente, tenemos que tener mucho cuidado y no fiarnos de nadie.

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