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Capítulo 20

El atardecer y las llamas sobre el horizonte pintaban a la ciudad de un rojo infernal, como si de una pintura dantesca se tratara, el aroma a humo y restos quemados propiciados por la batalla inundaban los devastados alrededores del Distrito Kentorhi, mientras, veloces naves atravesaban el cielo y adornaban las alturas con un espectáculo sin igual, una batalla de aves de acero que buscaban a toda costa destruirse las unas a las otras.

Recorrieron buena parte del Distrito hasta que un alto edificio con una cúpula se mostró frente a ellos, un templo, el lugar donde las tropas de Bakú Mori se habían reunido para cargar de frente contra el Bombardero.

—Al fin —profirió su agitada compañera al ver a los soldados reagrupándose a toda prisa en el lugar.

—Espero y no nos hayamos perdido nada —contestó Jonh Riley.

Se abrieron paso entre las filas de soldados que apuntalaban los vehículos y cargaban todas las armas, listos para partir en cualquier momento.

—Riley —enunció el sorprendido Comandante Shepard una vez que se mostró ante sus ojos, cierto aire de alegría se plasmó en su semblante al ver que seguía en una pieza.

—Soldado —respondió más dilaciones—. ¿Cuál es el plan?

—Las fuerzas de Khroll se han movilizado al frente, parece que intentan bloquear el paso de nuestras tropas y de la Federación.

—¿Qué hay del Bombardero?

—Ahí sigue —aseguró.

—¿Y cómo pretendemos avanzar? Esa cosa hará pedazos todo lo que se cruce en su camino —inquirió el soldado Lenox.

—No si utilizamos un movimiento de pinza —intervino entonces Jonas Raeken, colocó un proyector holográfico que mostró el perímetro en el cual se hallaba el Bombardero y las fuerzas enemigas—. La máquina se encuentra prácticamente en el centro de una amplia zona libre de edificios. Podemos atacar simultáneamente desde dos flancos, abarcando la zona frontal y los lados del Bombardero, mientras tanto otro grupo se escabulle entre la refriega y llega hasta la parte trasera, una vez que esté rodeado no tendrá un blanco claro, así que utilizaremos esa oportunidad para destruirlo por completo.

Shepard le secundó:

—Deberemos ser rápidos, mientras que el equipo de destrucción se llevará algo del plasma Jodarriano para hacerlo volar; el resto de nosotros deberemos resistir en el frente, por lo que la principal tarea será proteger a dicho equipo ante cualquier ataque —pasó su mano hacia atrás y recorrió su alborotada cabellera rubia—. ¿Alguna duda?

—Sí —intervino un soldado—. ¿Quién destruirá al Bombardero?

Un pesado silencio apenas mitigado por el bullicio lejano de la batalla se mantuvo en el lugar, parecía que nadie estaba tan demente como para lanzarse de frente contra una maquinaria tan potente como esa, en especial en una zona de guerra.

—Yo me apunto —habló entonces el pequeño Minck, más de algún soldado se rio con incredulidad, pero la mirada en el pequeño extraterrestre no cambió. Mostrándoles así que estaba más que comprometido con la misión.

—Necesitarás ser rápido, ¿crees poder acabar con esa cosa a tiempo? —cuestionó Shepard.

—Puedo hacerlo —aseguró—. Solo necesito munición suficiente y buenos refuerzos.

—Los refuerzos ya los tienes —aseguró Jonh, su compañero asintió.

—En ese caso hay que movernos, el tiempo apremia —Jonas palmeó sus manos y todos se marcharon a sus posiciones—. Minck, acompáñame, te mostraré a tu equipo y tu vehículo.

—Seguro.

—Minck, espera —Jonh llegó hasta él—. ¿Estás seguro sobre esto? Es muy peligroso.

—Tranquilo, Capitán, estaré bien, siempre y cuando me cubra el caparazón —le guiñó un ojo, Jonh sonrió.

—Estoy contigo.

—Bien, nos vemos en el frente —marchó junto con las tropas hacia los vehículos. Jonh bajó la mirada y pensó en lo que pasaría luego de emprender la carrera contra el Bombardero, pocas eran las veces que tenía el tiempo para preocuparse por su tripulación, pero en aquellos tiempos de incertidumbre ya ni siquiera sabía qué pasaría con su propio destino.

—¿Todo bien, Capitán? —intervino Chickari, arrancándolo de su letargo.

—Sí, es solo que... bueno, supongo que por lo regular soy yo el que toma las decisiones de índole suicida por aquí, creo que no estoy acostumbrado.

—No se preocupe, Capitán, él estará bien —lo vieron abordar un Barredor y darle órdenes a múltiples soldados con la misma fiereza que cualquier alto mando tendría sobre sus tropas—. No lo conozco también como usted, pero sí lo suficiente como para ver lo capaz que es en combate, me ha salvado el pellejo más veces de las que puedo contar.

—Hm —soltó agraciado—. Dímelo a mí

—Capitán Riley —irrumpió entonces el soldado Daff—. Nuestro transporte está listo, es hora.

—Bien —tronó su cuello—. Hora de acabar con esto —dio un par de pasos, pero se detuvo una última vez y miró a la Chickari—. Oye niña —ella se giró—. No hagas nada estúpido, ¿quieres? —ella asintió con una leve sonrisa sobre su rostro y se fue a otro vehículo.

Abordaron un transporte junto con un puñado de soldados y después emprendieron el viaje rumbo a la zona central del combate. Apenas y la compuerta se cerró; las luces dentro del Barredor cambiaron a su característico y siniestro color rojo, manchando el lugar con un aura pesada que incrementaba a medida que avanzaban por la ciudad.

Los caminos se volvían cada vez más sinuosos y difíciles de atravesar, durante todo el trayecto las explosiones y los disparos no se hicieron esperar, incluso el aroma de la guerra se traspasaba a través de los reforzados pliegues que componían el metal del Barredor.

—Tomen —Robert Shepard se pasó a través de la cubierta y le entregó a cada soldado una máscara de gas.

—¿Y esto? —preguntó Jonh con desconcierto.

—Créeme, la necesitarás —se sentó frente a él y activó su casco de Stack—. A donde nos dirigimos, será un completo infierno.

—¡Haremos contacto en dos minutos, prepárense! —avisó el conductor a través de los megáfonos en toda la cubierta.

Suspiró y se puso la máscara, sintiendo prontamente la asfixiante sensación que provocaba. Cerró momentáneamente sus ojos, experimentando los vaivenes provocados por los surcos y los estallidos en el exterior, en un segundo se sintió atrapado, fuera de sí, y lleno de tensión que no le dejaba respirar con normalidad.

—¡Prepárense, soldados! —rugió una voz diferente, Jonh volteó al instante y se topó con el Capitán Packard. Abrió los ojos con asombro y temor de ver al hombre que lo había convertido en soldado años atrás. Llevaba puesta su flamante armadura oscura de rango superior, pero esta estaba adornada con grotescos agujeros de bala por donde la sangre pululaba sin control, aquel fantasma pasó a mirarlo directamente—. Prepárate, hijo.

Negó efusivamente y cerró sus ojos una vez más, parecía que iba a colapsar. Tembló a pesar del calor avasallante de aquel lugar y trató de mantener la calma.

—¡Riley!

—No —murmuró agitado.

—¡Riley! —le volvieron a gritar, pero él no reaccionó.

Hubo un choque, todo se sacudió sin control, pero a duras penas lo sintió, estaba tan sumido en su letargo que ni siquiera experimentó el impacto. Una difusa figura se acercó a él y le dio una sacudida.

—¡Riley, maldita sea, reacciona! —rugió Shepard, no sin antes acomodarle un palmazo contra la máscara—. ¡Es hora!

La compuerta trasera se abrió y la sórdida luz del ocaso se plasmó en el horizonte, un pantallazo de tierra azotó el lugar y las brutales imágenes del enfrentamiento en el exterior le hicieron saber de mala forma que ya habían arribado a su destino. Se puso de pie y encontró a la mayoría de los soldados de aquel transporte muertos, agitado tomó su rifle y salió hacia la refriega.

Tierra negra abundaba bajo sus pies, adornada a su vez con los mórbidos residuos de la guerra. Avanzó a paso torpe hasta que resbaló en una trinchera, los soldados gritaban disparaban y trataban de abrirse paso a través del caos, miró a ambos lados, encontrando a un pobre diablo desprovisto de un brazo agonizando a pocos metros de él, mientras que del otro se topó con un soldado más, quien disparaba sin control hacia el enemigo, se agachó para recargar, pero fue alcanzado por una bala que le destrozó el cráneo. La sangre salpicó con fuerza y manchó su visor.

—Mierda, mierda, mierda —pasó su mano y regó la sangre por el cristal. Respiró agitado y por unos segundos perdió el control.

—¡Riley! —agazapado, Shepard llegó con él—. ¡Por aquí!

Sacudió su cabeza y le siguió a través del semi túnel hasta que llegaron a una pendiente por la cual los soldados salían corriendo en dirección al enemigo. Shepard se recostó y Jonh le imitó.

—Mira —apuntó hacia el noroeste. Entre el humo y los estallidos se vislumbró la figura del Bombardero, aquella máquina de aspecto insectoide viraba su enorme cañón de plasma y lanzaba sus proyectiles a través de todo el campo, reduciendo todo a pedazos—. Minck llegará en unos minutos, debemos mantener a raya a las tropas y al Bombardero lo suficiente como para que pueda escabullirse y hacerlo explotar.

—B-bien.

—Entonces... ¡vamos!

Abandonaron la trinchera al mismo tiempo y a toda velocidad surcaron el campo. Las ruinas llameantes de los edificios, automóviles y demás componentes a su alrededor evidenciaban que aquel lugar era una zona activa de la ciudad, sin embargo, se había convertido en el núcleo del combate, por lo cual el lugar estaba devastado, ya solo quedaban los remanentes de aquel sector, ni siquiera el suelo había prevalecido del todo, los resquicios entre el asfalto estaban repletos de tierra y lodo que se habían formado por la batalla.

Todo a su paso estaba adornado de ruinas, viejas y nuevas, todo un escenario espantoso que le hacía recordar en gran medida a los horrores que había presenciado en sus épocas como soldado de la Federación. Siguieron sin parar atreves de la refriega, al igual que in incalculable número de soldados y vehículos que intentaban contrarrestar las fuerzas enemigas. Avanzó entre los restos de algunos tanques Untark ya inutilizados y perdió de vista a Shepard, salió nuevamente y un estallido cercano levantó tierra y le hizo quedar brevemente sordo, hasta que un penetrante zumbido ahondó en sus oídos. Lanzó un quejido y se tambaleó por el lugar, se recargó contra una ruina de lo que parecía era un edifico semi derrumbado y aguardó hasta que el sonido regresó una vez más.

Tuvo la suerte de escuchar a los Donthraks que buscaban acorralarle. Levantó su rifle y disparó contra los primeros que se cruzaron en su mirada, alcanzó a deshacerse de un par, pero los demás alzaron sus armas y dispararon igualmente, el brillo de los proyectiles de plasma purpura centellaba estroboscópicamente a su alrededor, mientras que los veloces orbes surcaban el viento como pequeños y mortíferos cometas que destruían las ruinas que le guarecían. Buscó por su traje hasta que encontró una granada, la activo y la arrojó contra ellos, les escuchó rugir con desesperación y tras unos segundos explotó la granada, nuevamente salió y disparó contra las figuras.

En eso una segunda ráfaga le acompañó y le ayudó a terminarlos. Era un soldado, un par más se mostraron y le ayudaron a destruir a los que les acorralaban.

—¡Cañoneros! —vociferó un soldado, se ocultó tras el muro de escombro y Jonh le imitó. Asomó su cara y vio como un nuevo escuadrón se encaminaba hacia ellos, abarcando terreno con un par más de aquellas maquinarias que usaron en el Distrito Kentorhi.

—¡Necesitamos refuerzos! —clamó Jonh. Más estallidos sonaron en las cercanías.

—¡Vienen para acá! —enunció un segundo soldado que llegó con ellos—. ¡Toma! —le pasó un Rifle Namex con lanza granadas y cañón de plasma.

Jonh soltó su arma y tomó el robusto rifle del soldado. Accionó el lanza granadas y salió de cobertura, corrió a través del campo en compañía de algunos soldados, se lanzó sobre una cuesta y asomó el rifle, disparando así un nuevo proyectil que estalló y destrozó a uno de los Cañoneros, así como el grupo que marchaba con él. Respiró profundamente, escuchando el esfuerzo de sus pulmones y respiración a través del vacío eco de su máscara, se puso de pie y siguió con su carrera a través del campo de batalla.

No tardó en comprender por qué Shepard les había entregado las máscaras, hasta aquel entonces. Ascuas revoloteaban en el ambiente y caían sobre todo como una suerte de llovizna negruzca que manchaba todo a su alrededor, así como el pesado humo que lo cubría todo, de no ser por estar cubierto de la cara, lo más seguro es que no pudiese respirar en tan pesado ambiente. Se movilizó entre pendientes y desniveles, viendo de reojo como los disparos alcanzaban soldados, o como los mortíferos proyectiles del ejército invasor destrozaban la maquinaria de guerra que Bakú Mori había desplegado.

Además de los Barredores y algunos transportes aéreos como los Rapaces y las Vardas , la resistencia tenía en su haber Destructores de la Federación, potentes tanques modernos y fuertemente acorazados, utilizados por el ejército y los Stacks en conflictos de gran escala, así como también los Quebrantadores, una suerte de tanque pequeño que en lugar de usar orugas para transportarse, estaban compuestos por seis enormes neumáticos todo terreno que los hacían rápidos y muy útiles en batallas.

El potente rugido de uno de esos resonó tras él, pronto se quitó de su camino y vio como aquel poderoso vehículo se abría paso entre el caos, mientras que sus cañones viraban en diversas direcciones, acribillando todo lo que se ponía en su camino.

Escaló a toda prisa y se posicionó encima de un Destructor inutilizado, levantó su arma y disparó sin control contra sus enemigos a la distancia. Las trazadoras volaban e impactaban contra los Untarks y Donthraks por igual, todos los que se mostraban en su mira eran reducidos a cadáveres que caían al suelo. Escuchó un chillido aterrador y vio una aeronave bombardera yendo en dirección a ellos, rápido accionó el cañón de plasma en su Namex y apuntó, aquella aeronave se meneaba en las alturas, maniobrando sin control, abrió sus compartimentos y dejó salir una lluvia de explosivos que impactaron sobre todo el campo.

—Carajo —masculló, siguió persiguiendo la nave, pero esta era demasiado rápida—. ¡Carajo! —bajó el arma y se quitó la máscara para poder ver bien, apuntó nuevamente y la centró, pero la nave ya se preparaba para disparar otra vez.

Tomó aire y cuando vio una oportunidad, disparó, una corta pero cegadora centella azul le iluminó, y el disparo salió volando a toda velocidad hasta que impactó contra la aeronave, la cabina estalló y esta perdió el control. Dibujó una sonrisa, pero la ocultó en el segundo en que la vio aproximándose a toda velocidad en su dirección, soltó el rifle y corrió hasta pegar un salto. La aeronave impactó contra el tanque y juntos estallaron sin control.

La expansiva lanzó a Jonh Riley y le hizo caer bruscamente sobre un surco entre la tierra. Soltó un grito ahogado y sintió algo de sangre penetrando en su boca, tosió con fuerza, se arrastró entre el lodo y se incorporó lentamente. En eso escuchó un rugido, rodó por el suelo y alcanzó a evitar un impacto que sacudió la tierra con fuerza, la criatura frente a él era un Untark, su oscura armadura de hueso se mostraba con imponencia, así como también su martillo repleto de hojas afiladas. La criatura rugió nuevamente y levantó su arma. Jonh desenfundó la Bletz y abrió fuego, pero los impactos no fueron lo suficientemente fuertes como para penetrar en su gruesa armadura. El monstruo meneó su arma y le asestó un golpe que lo lanzó hasta chocar con una pendiente.

—Mierda... —exclamó entre sollozos.

La criatura lanzó un segundo golpe, pero Jonh se apartó y el martillo impactó contra la nada. Se levantó y lanzó un puñetazo contra la criatura, esta ni se inmutó, en su lugar le acomodó un manotazo que lo mandó a saborear la tierra, agitado y preso de la desesperación se arrastró hasta el cadáver de un soldado, intentó llegar hasta su arma, pero no pudo, el Untark lo tomó detrás del cuello y lo alzó contra su rostro, la criatura se quitó el casco y exhibió su horrible cara repleta de ojos y colmillos, entonces le rugió.

Jonh apretó los dientes, palpó su pechera y sintió un peculiar objeto entre borde entre los pliegues de su uniforme táctico, lo tomó y sin pensárselo; enfiló su cuchillo hasta que lo enterró contra uno de los múltiples globos oculares de su enemigo. El extraterrestre lo soltó y liberó un bramido lleno de furia y dolor, Jonh se incorporó y buscó por todas partes hasta que la pistola se vislumbró entre la tierra, la criatura rugió una vez más y se enfiló contra él. Desesperado se arrojó, desenterró el arma y apuntó contra su cabeza.

—¡Rúgele a esto, imbécil! —gritó, y descargó todo su cartucho contra la criatura.

Las balas penetraron su cráneo y lo derribaron a pocos centímetros de distancia. Lanzó un suspiro y se tendió sobre la tierra, clavando así su mirada contra el cielo gris, contempló la batalla de las naves y como las cenizas que caían sobre todo como si se tratara de lluvia infernal.

Entonces escuchó más rugidos aproximándose a su dirección, apurado se levantó y buscó en el cadáver del soldado hasta que encontró un sub fusil SPL Scorpion de grado militar, así como también un revolver Milenium. Cargó el sub fusil y apuntó contra la primera criatura que se mostró, entonces disparó una corta ráfaga que consiguió reventarle la cabeza, viró el cañón y disparó contra otra, pero no alcanzó a ver a una más que se había posicionado a un costado del cráter en el que estaba, acabó recibiendo un par de disparos y cayó contra la tierra, malherido y algo aturdido alcanzó su revólver y apuntó contra el Untark, pero antes de que ambos pudieran dispararse, una tercera y poderosa ráfaga intervino y lo hizo pedazos en cuestión de segundos.

Exaltado giró la cabeza y encontró un Quebrantador en el lugar. Palpó su armadura, sintiendo sobre su pecho y brazo las heridas que el monstruoso soldado Untark le había provocado, subió por la pendiente hasta encontrarse con un soldado.

—Capitán Riley, lo necesitamos, tenemos que... —un disparo lo alcanzó y acabó muriendo justo frente a sus ojos.

—¡Sube, ya! —vociferó uno de los artilleros, Jonh le hizo caso al instante.

Trepó por la pequeña escalinata a orillas del vehículo y se adentró en la cabina. Dentro había seis soldados más, cada uno operando una avanzada función en aquella maquinaria tan sofisticada, el motor del vehículo rugió con la fuerza salvaje de una bestia y los enormes neumáticos derraparon lanzando tierra sin parar, entonces salieron disparados de ahí. Se aproximó a un visor que le entregaba una vista del exterior y vio a todos los vehículos y soldados posibles avanzando desde distintos flancos en contra del Bombardero. Así como también una impresionante ola de enemigos acercándose a ellos.

—Carajo —musitó agitado.

—¡Ey, encárgate de la torreta! —demandó un artillero que no dejaba de disparar.

—Hecho —avanzó hasta un compartimiento y vio a un soldado muerto sentado en el asiento frente al arma—. Lo siento —lo quitó y se sentó en su lugar—. Bien, veamos que hay por aquí —accionó unos comandos y una suerte de visor se colocó en su rostro, pronto una visión calorífica que reflejaba a todos los objetivos en el campo se mostró ante su mirar.

Tomó los controles y presionó los gatillos. Una poderosa lluvia de balas emergió de los enormes cañones en la superficie del vehículo, arrasando como una mortífera ola de destrucción a todo lo que veía, en cierta medida le recordaba al armamento de su nave, salvo que la mayor parte del tiempo no era él quien se encargaba de la defensa. Aun así no le resultó tan complicado manipularla, lo difícil llegó cuando el terreno se transformó en una superficie ondulante y llena de obstáculos. El Quebrantador se movilizaba serpenteando entre las ruinas y la devastación, mientras que los impactos enemigos llegaban desde todas direcciones.

Giró la torreta y descargó una impresionante cantidad de balas contra un Cañonero, giró en dirección contraria y barrió a un pelotón completo de Donthraks que se habían posicionado en unas ruinas, mantuvo la vista al frente y vio finalmente la imagen del enorme Escarabajo Bombardero. Volvió a disparar, pero acabó quedándose sin municiones.

—¡Mierda! —dejó la torreta y buscó por el pequeño lugar hasta que unas cajas con munición se mostraron. Tomó una y empezó a recargar.

—¡Es hora! —clamó el piloto.

Regresó hasta el visor, una nueva silueta se había mostrado, era un Barredor que iba a toda velocidad rumbo al Bombardero. Colocó las municiones y regresó a su posición, continuó disparando a diestra y siniestra, hasta que el camino se volvió terriblemente inestable, parecía un terreno repleto de rampas y desniveles que mantenían al vehículo saltando y cayendo abruptamente en todo momento, impidiéndole así poder disparar con precisión. El Bombardero empezó a recargar, el plasma purpura se acumuló en un orbe de brillante energía que acabó disparado en su dirección.

—¡Sujétense! —clamó el piloto.

El estallido ocurrió a varios metros de ellos, sin embargo, la expansiva fue lo suficientemente fuerte como para lograr volcarlos por completo. El vehículo giró violentamente a través de la tierra hasta que quedó con las llantas arriba. Herido, Jonh se arrastró del cuarto del artillero y caminó agazapado a través de la cubierta, encontrando únicamente a un soldado con vida, el choque lo había herido gravemente, sus piernas estaban inutilizadas y parecía que colapsaría en cualquier segundo.

Llegó con él y lo sacó de los restos que le aprisionaban, el hombre lanzó terribles alaridos con toda su fuerza, aun así Jonh tuvo que arrastrarlo hasta que ambos salieron al campo.

Mas explosiones azotaban como el mazo iracundo de algún Dios despiadado, dejando un rastro de caos y devastación en todas partes, ni siquiera el propio ejército de Khroll era capaz de salir ileso de aquella máquina.

—Venga, vamos —musitó apretando fuertemente los dientes. Continuó arrastrando al soldado hasta que lo dejó contra una gran pieza de escombro.

Desconcertado, avanzó hacia adelante, viendo como el incalculable número de soldados peleaban incansables en el campo, mientras que el Bombardero destructor arrasaba con todo. Desenfundó su revólver Milenium y avanzó cojeando entre la disputa.

Todo a su alrededor se sentía difuso, quizás por el choque, o tal vez por algo más. Aun así, cada paso se sentía pesado y lento, casi como si estuviese en otro mundo, las brutales imágenes de la batalla lo cubrían todo, la tierra volaba al vaivén de los estallidos, mientras que se fundía con la sangre ajena de aquellos que luchaban sin parar.

Igual siguió hacia adelante. En eso vio una pequeña explosión proveniente de una barricada improvisada, un par de soldados salieron volando, en eso, una robusta silueta se mostró en el horizonte, era un Untark, de impresionante armadura y tamaño, aquella mole monstruosa había atacado directamente a un pequeño grupo de mercenarios. Batía su hacha y los destrozaba cual si estuviesen hechos de mantequilla. Los soldados atacaban sin parar, pero aquella bestia era implacable.

Una silueta conocida se mostró, era Lenox. Avanzó con metralleta en alto y disparó directamente contra la criatura, esta partió un último soldado y le prestó atención, entonces marchó en su dirección, arrastraba su hacha ensangrentada por el suelo, mientras que el indefenso soldado le disparaba sin parar. Fue entonces que se le agotaron las balas.

—¡Lenox! —vociferó Jonh. El monstruo blandió su hacha y con un potente golpe lo partió en dos—. ¡No, maldito! —levantó el revólver y disparó contra su cabeza.

El Untark recibió los impactos sin chistar, era como si le hubiesen arrojado piedras solamente. Jaló el gatillo hasta que también acabó sin munición. Aterrado vio a la criatura rugir y correr a toda prisa en su dirección, no tenía como escapar, tarde o temprano lo atraparía él o algo más, así que desenfundó su cuchillo de acero silbante y aguardó a que llegara.

—¡¿Qué esperas?! —rugió, la bestia también.

En eso un Quebrantador saltó desde una rampa de tierra y acabó embistiendo a la criatura, pasó encima de él haciéndolo trizas y derrapó sobre su cadáver, esparciendo la tierra manchada con su sangre. Jonh se tumbó en el suelo. La compuerta del vehículo se abrió y Chickari y el Comandante Shepard salieron de ahí.

—¡Capitán! —la apurada muchacha corrió hasta él y lo sostuvo, estaba exhausto.

—¿Por qué demonios tardaron tanto? —sonrió y empezó a cerrar los ojos.

—Quédate conmigo, Riley —buscó en su armadura y sacó una jeringa.

—¿Qué es eso? —cuestionó la mecánica con apuro. Shepard inclinó los labios.

—Algo que lo mantendrá vivo —apartó un poco a la muchacha y le enterró la jeringa en el cuello y dejó que el fármaco entrase en su sistema.

No pasaron ni cinco segundos cuando él despertó de sopetón, agitado, lastimado y desconcertado, pero vivo a final de cuentas. Lanzó un grito ahogado y reaccionó como si hubiese sido sacado del agua luego de un largo tiempo. Juntos lo sostuvieron hasta que el shock se le pasó y pudo calmarse.

—Tranquilo Capitán, ya todo está bien.

—Yo no diría eso —mencionó Shepard levantando su arma.

Juntos miraron en la lejanía como el Barredor avanzaba a toda velocidad a través del combate. El Bombardero se percató y empezó a recargar.

—Oh no... no, no, no, Minck —murmuró aterrado.

El vehículo desplegó sus cañones, junto con todo su armamento y apuntó contra el Escarabajo. Jonh se puso de pie y apurado corrió hasta que tuvo una vista clara.

—Vamos amigo, tu puedes.

El Escarabajo se movió un poco y buscó alcanzarlo, el Barredor aceleró, y cuando ambos estuvieron a nada el uno del otro, Minck disparó. Un potente rayó de plasma Jodarriano se dibujó en el horizonte como un cometa verdoso que impactó de lleno contra la máquina, consiguiendo reventarla.

—¡Sí! —clamó Jonh Riley con enjundia. Pero en eso la explosión siguió, a tal punto que alcanzó el Barredor y lo hizo caer abruptamente contra el suelo—. ¡Minck!

Se despojó de su pesada armadura y salió disparado hasta el lugar, atravesó la innumerable marea de cuerpos y demás devastación creada por la batalla hasta que llegó a los restos del Barredor, los cuales estaban severamente destrozados debido al estallido.

—¡Minck! —clamó una vez más.

—¡Minck! —gritó una segunda voz, Chickari. Ella y Shepard habían corrido tras él.

Avanzó hasta la escotilla del Barredor y la sostuvo, estaba caliente y maniatada, la trató de abrir, pero no consiguió nada. Desesperado pateó el metal y se apartó.

—¡Minck! —gritó, desesperado, mientras que los soldados sobrevivientes se reunían frente al destartalado Barredor.

—¡Riley, a un lado! —Shepard cargó un lanza granadas y apuntó contra la escotilla.

—¡Esperen! —sonó entonces una vocecilla desde dentro.

Todos quedaron helados. Escucharon unos golpes contra el metal y entonces la escotilla se abrió, una nube de espeso humo emergió desde dentro, nada se vislumbró con claridad hasta que un par de verdosas manecitas emergieron, junto con el resto de aquel pequeño extraterrestre que cayó contra la superficie y se levantó, sacudiéndose como si nada.

—¿Qué? ¿Por qué las caras largas?

—Desgraciado —exclamó y lanzó una enorme carcajada.

—¡Minck! —Chickari llegó hasta él y lo abrazó.

—Hola, niña —volteó hacia Shepard—. Te dije que lo haría.

—Sí, sí que lo hiciste —reconoció asombrado. Más soldados empezaron a salir de los restos del Barredor, fue así que los sobrevivientes pudieron disfrutar de su amarga, pero certera victoria.

—Debes dejar de hacer eso, un día de estos me matarás de un infarto.

—Tranquilo Capitán, hace falta más que un pedazo de chatarra para poder matarme.

—Ya lo creo —se acuclilló y juntos compartieron un firme apretón de manos.

—Lo logramos —mencionó Chickari tras observar a su alrededor.

La calamidad había cesado al fin, los sobrevivientes festejaban, mientras que los prisioneros eran llevados hasta un sitio en el cual pudiesen estar vigilados. Sin embargo, la marea de cadáveres a su alrededor menguó sus ganas de celebrar.

—Ganamos una batalla —reconoció Shepard—. Pero la guerra continúa. Así que espero y estén preparados para lo que sigue, porque si esto fue difícil, lo que sigue será prácticamente imposible.

Juntos observaron hacia la ciudad, y como el enorme puente Exegon se mostraba en la lejanía como la última y más difícil prueba a superar en aquella guerra por el dominio de la Tierra.

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