해왕성 - Neptuno
[the most beautiful thing he ever heard] — la cosa más hermosa que había escuchado.
Él siempre compuso canciones, pero en ocasiones no sabía para quiénes eran. Sinceridad, compañía, apego, cariño, lealtad, respeto, pasión, amor. Yoongi sentía que sus canciones eran para alguien, que a veces podían ser para Seung, otras para su hermano, otras para sus amigos, otras para sus padres. Pero había otras que no coincidían con nadie que él haya conocido. Como si amase con locura a una persona fuera de su alcance, a una persona inexistente.
Se sentía celoso de sus propias composiciones porque él también quería tener un amor así de hermoso, tal y como lo expresaba su música. Porque, a pesar de estar enamorado de Seung, a veces pensaba que su relación con él podría acabarse de un segundo a otro. Y tenía miedo, por supuesto. ¿Quién no tendría miedo a alejarse de la persona que ama? Quería amar con locura y quería ser amado con locura. De vez en cuando sentía que aquella sensación estaba lejos de tocar su ser.
Estaba lloviendo el día en el que Seung lo invitó a salir. Él dijo: "me encantas, me vuelves loco", y Yoongi pensó que aquello era lo más hermoso que había escuchado en toda su vida. Y ese pensamiento seguía intacto, pues a pesar de que el sentimiento de enamoramiento había pasado, permanecía el amor y el cariño que creció más y más, pero el tiempo siempre era cambiante. Casi un año de aquél día y Yoongi lo recordaba como si hubiese sido ayer.
—¿Deberíamos festejar? —preguntó Yoongi, acariciando la cabellera negra de Seung, quien había dejado su cabeza en el regazo del rubio mientras veían televisión.
—¿Festejar qué?
—Nuestro aniversario —comentó—. Falta una semana.
Seung se quedó callado un momento, como pensativo.
—¿Y qué tendría que hacer? —inquirió sin encontrar la mirada que Yoongi estaba buscando.
—No es "tendría", no te estoy obligando. Es sólo una idea —aclaró Yoongi. Apartó su mano del cabello del otro y la dejó a un lado—. Si no quieres no.
Seung levantó su cuerpo y se quedó sentado junto a Yoongi. Se echó el pelo para atrás, encogiéndose de hombros.
—Por mí no hagamos nada —declaró sin quitar la vista de la televisión—. Me parece tonto hacer esto o aquello cuando se cumple un año, ¿no te parece? Es lo mismo todos los días.
Yoongi hizo una mueca. Le agarró una sensación rara en el pecho y le provocó removerse en su lugar. Debería de haber preguntado antes de haber comprado un regalo para ese día. Miró a Seung de reojo, se aclaró la garganta y dijo:
—Como digas —asintió, escondiendo las manos bajo sus piernas.
...
—¿Lo he conocido antes?
Jungkook levantó la mirada, agrandando los ojos expresando confusión.
—¿De qué hablas?
—De Yoongi —aclaró Jimin, rascándose la mejilla—. Digo, que si lo he visto antes en algún lugar o algo.
Su amigo miró hacia arriba, colocándose una mano en la boca y haciendo un sonido de "mmm" constante.
—Estoy casi seguro de que no —respondió, encogiéndose de hombros—. ¿Por qué lo dices?
Jimin hizo una mueca y sacudió la cabeza, moviendo la mano en el aire.
—Nah, no es nada. Olvídalo.
Pero en su cabeza se repetía la imagen de su pintura y las dudas carcomían su interior.
Jimin salió a tomar aire. Le dolían las sienes de tanto pensar, intentando recordar, pues la presencia que le había impuesto Yoongi lo había dejado ansioso y alarmado. Se dijo a sí mismo que era alguna confusión; muchas personas en Corea tenían rasgos parecidos, casi iguales. Su pintura simplemente se asemejó más al rostro de Yoongi por única casualidad.
Con sus codos en el barandal, Jimin cerró los ojos y sintió la brisa rozar su cuerpo sobre la terraza del departamento. Podía escuchar la muchedumbre abajo, los coches por las calles, los murmullos de la gente. Y entre toda esa gente, divisó una cabellera rubia acercándose al edificio. Se quedó viendo la silueta negra de Yoongi fijarse en su celular y luego entrar a Haneulgwa Ttang. Jimin se quedó quieto durante un momento, pensando en si el muchacho venía a su departamento. Miró hacia adentro, observando lo que Jungkook hacía.
Jimin volvió a entrar. Se sentó en la mesa junto al pasillo y miró hacia la puerta en silencio.
—¿Algún problema, hyung? —preguntó Jungkook, comiendo con la boca abierta. Cerró el refrigerador y se sentó en la mesa, encendiendo la televisión.
—Eh, nada —contestó Jimin, echándose el pelo hacia atrás. Se cruzó de brazos y apoyó su espalda contra la pared, fingiendo prestar atención a lo que sonaba en el televisor.
Entre el silencio de sus voces y el ruido del programa que Jungkook miraba atento, el timbre retumbó en el pecho de Jimin, sobresaltándolo por un instante. Se puso de pie, se aclaró la garganta y caminó con pasos ligeros hacia la puerta. Como lo esperaba, Yoongi estaba parado frente a la puerta, vestido todo de negro y con lentes de sol oscuros. Jimin esbozó una sonrisa, pues le causó gracia que aún los llevara puestos dentro del edificio.
—Ah, hola —saludó Yoongi—. Olvidé mi gorro ayer.
Jimin bajó la cabeza y se hizo a un lado, cerrando la puerta a su paso.
—¿Hyung? —habló Jeongguk, aún con la boca llena de comida—. ¿Qué ocurre?
—Olvidé mi gorro —repitió Yoongi, distinguiendo su pertenencia en un instante sobre el sofá y agarrándolo entre sus manos—. ¿Qué es eso que comes? —preguntó en un tono gracioso, viendo el plato de Jungkook con una mezcla de todo un poco.
—Eh... ¿debería ponerle un nombre? —preguntó Jungkook, ladeando la cabeza mientras miraba a Jimin.
—"Sinsentido".
Yoongi sonrió por su comentario. A Jimin le sudaban las manos.
Yoongi tenía las intenciones de volver a su casa, pero Jungkook parecía tener una idea sobrevolando por su cabeza.
—¡Ya que estás aquí! —comenzó Jungkook—, ¿quieres ir a algún lado? Escuché que hoy hay un show en el bar de aquí cerca.
Yoongi miró a ambos y se rascó la cara, fijándose la hora en su celular.
Prefería quedarse en casa, haciendo sus cosas y no rodearse de tanta gente y ruidos altos. Sin embargo, Yoongi respondió:
—Está bien.
No estaba muy seguro del por qué, pero le daba curiosidad salir con una nueva persona que había conocido. Era la primera vez que le pasaba.
Para el momento en el que el sol se había ocultado en el horizonte, Jimin y Jungkook ya se habían vestido para salir junto a Yoongi. Los otros dos llamaron a Taehyung y Yoongi decidió también invitar a sus tres amigos cercanos. Jin, quien poseía una camioneta, viajó hasta el edificio con Namjoon y Hoseok. Allí se conocieron con el resto, teniendo una gran conexión desde el principio. Jimin creyó reconocer el rostro de Jin al verlo, pero le restó importancia en el momento.
—Alguien tendrá que ir atrás —anunció Jin, mirando a Yoongi—. Sólo cinco entramos dentro.
Yoongi soltó un suspiro, blanqueando los ojos.
—Yo iré atrás —dijo Jimin, antes de que alguno pudiese hablar.
Suga no dijo nada; se acomodó la chaqueta, se puso la capucha y se cruzó de brazos después de subirse en la parte de atrás, intentando que el frío no entrara a su cuerpo. Cuando todo el mundo estaba ya dentro, Jin arrancó la camioneta y los siete salieron en dirección al bar. Yoongi y Jimin permanecieron en silencio durante todo el camino, lanzándose miradas que duraban una milésima de segundo.
La música se escuchaba desde la calle. Yoongi fue el primero en bajarse, arrugado de frío, recibiendo la chaqueta de Taehyung para que se cubriera. Se la devolvió segundos después de que entraran al bar y le hizo una mueca en agradecimiento.
Allí el aire era caliente, con luces bajas y gente sentada rodeando el escenario, donde un grupo tocaban sus propias canciones y también covers. Namjoon se adentró entre la gente y buscó una mesa para los siete. Habiéndose sentado todos, la mesera se acercó para tomar su pedido.
La noche comenzó divertida, agradable. Las risas no tardaron en llegar y parecía que los siete se conocían de toda la vida; todos ellos hablaban casi fluido, excepto por Jungkook y Jimin, que a veces parecían tímidos. A pesar de eso, reían con los chistes malos que hacían Jin, o las locuras que decía Hoseok. Taehyung también bromeaba y rapeaba, dándole vergüenza ajena a Yoongi, aunque él también se riera.
Bebiendo la cerveza que todos habían pedido, las mejillas de Yoongi comenzaban a enrojecerse. Desde siempre había sido malo para la bebida, pero eso no le prohibía pasarla bien. Incluso las sonrisas le salían más naturales en ese momento.
—Estuvimos cantando toda la noche y a la mañana siguiente ya no teníamos voz —contó Hoseok entre risas, una de sus anécdotas con Yoongi.
—Fue el infierno —declaró Namjoon.
—¡Calla! Que tú también cantabas con ellos —interfirió Jin con una sonrisa, dándole un pequeño golpe en el hombro.
—Y por si fuera poco, comenzó a bailar —dijo Yoongi, negando con la cabeza.
Hoseok soltó una risotada, acompañado por las risas del resto.
—¡Eh! —se quejó Namjoon—. Jin es peor que yo.
Yoongi y Hoseok intercambiaron miradas, como si aquello fuese difícil de discutir.
—Está peleado —comentó Yoongi, tomando un sorbo de su cerveza.
—¡Tú no puedes hablar! —Hoseok apuntó, jocoso.
—¡No estoy ni siquiera cerca de ellos! —alegó Yoongi, frunciendo el ceño como ofendido.
Taehyung señaló a Jimin, quien permanecía sentado junto a Yoongi en silencio.
—Él sabe bailar muy bien —dijo Tae, sonando orgulloso de su amigo. La atención se dirigió rápidamente hacia el castaño.
—¡Oh! ¿En serio? —preguntó Hoseok—. Deberíamos bailar juntos algún día, si quieres.
Jimin sonrió con la cabeza gacha, apenado.
—Estaría bien, sí —respondió, rascándose la cabeza. Yoongi ladeó la cabeza para mirar su perfil—. De igual manera, puedo mejorar.
—¡Ahora no te hagas el avergonzado, Jimin! —exclamó Jungkook, golpeándolo en el brazo.
Todos rieron. Fue un momento que Yoongi apreció, quedándose en silencio y mirando a todos a su alrededor. Contempló la sonrisa de costado de Jimin y volvió a tomar un sorbo de su cerveza, pues parecía que la música alta y las carcajadas lo dejaban atolondrado. O tal vez era una sonrisa en particular lo que le provocaba dolor en el pecho.
Sus ojos se desviaron para ver el alrededor. La gente comiendo, tomando, riendo con amigos. Las luces que se movían de todos colores en el lugar y dejaban un ambiente alegre y de fiesta. Dejando las pupilas posadas en una silueta familiar, Yoongi se dio cuenta de que estaba viendo a Seung con un grupo de personas. Achicó los ojos creyendo haber visto mal, pero su vista no lo había engañado.
Seung reía con unos tres chicos y dos mujeres a su lado. Una de ellas, apegada a él, volvió su rostro y acercó sus labios a la mejilla de Seung. Él sólo sonrió coqueto, bromeando con sus amigos masculinos.
Yoongi mordió su labio inferior y apretó el vaso de vidrio, intentando enfriar su cabeza y que su cuerpo no expresara la rabia que contenía. Pero su intento falló, teniendo la mirada de Jin encima de él en un instante.
—¿Qué pasa, Suga? —preguntó Jin, acercándosele para que el resto no oyera.
Yoongi se sobresaltó y sacudió la cabeza, tragando saliva.
—Nada —respondió seco.
Pero otra vez sus ojos se desviaron hacia el otro y, para su sorpresa, ambos intercambiaron miradas.
Seung abrió los ojos de par en par, observó la situación en la que se encontraba y también se fijó en dónde estaba exactamente Yoongi. Yoongi vio cómo Seung les decía algo a sus amigos y se ponía de pie.
—Voy al baño —dijo Yoongi, apresurado. Caminó entre las personas sin despegar la vista de Seung quien se aproximaba a pasos rápidos. Yoongi se encaminó hacia el baño y cerró la puerta detrás de él, acomodándose al silencio repentino que las cuatro paredes contenían. Se fijó si en las puertas del interior había alguien y se volteó cuando Seung apareció allí, con una expresión fría.
—¿Qué estás haciendo, Suga? —entonó serio, quedándose contra la puerta.
—Iba a preguntarte lo mismo. Estoy con amigos, ¿y tú? —soltó Yoongi, ladeando la cabeza con brazos cruzados—. Creo que no puedes decir lo mismo de "amigos".
—¿De qué diablos estás hablando? —espetó Seung, arrugando el ceño—. ¡Estabas con todos aquellos sin decirme nada! ¿Por qué no me dijiste que estarías aquí?
Yoongi volvió a morderse el labio.
—Creo que ni siquiera te das cuenta de lo que estás diciendo.
—Estoy diciendo lo que estoy diciendo. Soy tu novio, ¿cierto? —dijo, acercándose a él con los puños cerrados—. Y tú sales con cualquier tipo sin decirme. Dime, Suga, ¿qué estás escondiendo? Ya te he dicho que no me agrada el hecho que me ocultes cosas.
El rubio se llevó una mano a la boca, incrédulo.
—Wow. ¿Me estás jodiendo? ¡Estabas todo meloso con una muchacha y dejaste que te bese! ¿Y yo soy el que esconde algo? Tú eres imbécil.
—Suga —dijo Seung, levantando las manos—. Somos amigos. Fue un pequeño beso de amigos. No puedes ponerte celoso por cualquier cosa.
—¿Y tú sí? —Con cada palabra que el otro decía, Yoongi hervía por dentro.
—Tengo mis razones. Puedo ver que tus "amigos" lo único que quieren es tirarse sobre ti. ¡Es tan obvio!
Yoongi se aproximó a Seung con pasos largos y rápidos y lo miró a los ojos, envolviéndose en enojo.
—No todo el mundo que me rodee es gay —dijo, casi escupiendo las palabras con rabia—. Y no soy idiota, Han Seung. Yo sé con quién juntarme y con quién no.
Seung apretó los labios y lo tomó del brazo, aproximándolo a su cuerpo.
—Yo digo quién es apto para salir contigo y quién no —indicó, apretando cada vez más la piel pálida de Yoongi. El brazo le ardía con la repentina presión que el otro ejercía sobre él.
Pero antes de que siquiera Yoongi pudiese defenderse o decir algo, la puerta del baño se abrió. El mayor tragó saliva al ver a Jimin parado allí, con los ojos puestos sobre Seung.
—¿Quién es este? —cuestionó Seung, arrugando la nariz con disgusto, sin disimular sus pupilas que lo examinaron de arriba abajo.
Yoongi aprovechó para zafarse del agarre de Seung con un tirón, fulminándolo con la mirada.
—Nadie —respondió él—. Después hablamos—dijo en tono gélido. Se encaminó hacia Jimin, lo agarró del brazo y tiró de él, obligándolo a salir del baño junto a él.
Inmiscuidos ahora entre la música, Yoongi giró a Jimin, quien permanecía callado con una expresión de preocupación.
—¿Por qué estabas allí?
—Jungkook me dijo que me fijara si estabas bien.
—¿Qué escuchaste?
Jimin tragó saliva. Los ojos de Yoongi eran catastróficos, como si una mala respuesta podría acabar con él en un segundo.
El menor fue incapaz de responder a la primera vez.
—Dime qué has escuchado —insistió Yoongi.
—Probablemente todo lo que no querías que escuchara —admitió Jimin, apretando las manos al decirlo. Yoongi se llevó ambas manos al cabello y lo revolvió lentamente, dejando que el temblor de su cuerpo se notara con facilidad.
—Si dices una sola palabra de lo que has escuchado, te juro que...
—Descuida —interrumpió Jimin, frunciendo levemente el ceño—. Sé que no es de mi incumbencia. No diré nada. —El otro se atrevió a enfrentar su mirada. Con tan sólo ver sus ojos, Yoongi podía decir que Jimin no estaba mintiendo. Soltó un suspiro de alivio y asintió una vez, agachando la cabeza—. Pero... me quedo intranquilo. ¿Está todo bien?
—Como dijiste, no es de tu incumbencia. Puedo cuidarme solo.
—Pero dos es mejor que uno, ¿cierto?
Yoongi levantó la mirada. No pudo responder a aquello.
—Volvamos con los demás —dijo entre un suspiro.
De qué servía estar enamorado si sería humillado, rebajado, ahogado en una inferioridad infinita que lo hundía cada vez más en la oscuridad. Pero una sola sonrisa, un solo acto de cariño, de amor, y le era inevitable caer nuevamente. Odiaba ser débil, odiaba ser dependiente de él. Pero a esas alturas, ya le era imposible volver atrás. Le era imposible abandonarlo.
Esa noche decidió seguir con los chicos. Vio cómo Seung se largaba del lugar con sus amigos y una última mirada antes de salir le dejó con un gusto amargo en la boca. Yoongi decidió seguir con los chicos porque tal vez, pensó, que la sensación de ahogo se alejaría estando con ellos, divirtiéndose.
Después de comer en el bar y disfrutar de la música, salieron del lugar para recorrer las calles frías a pie. La iluminación y el silencio hacían del camino un lugar pacífico, un lugar en el que Yoongi se sentía a gusto. Caminando frente a todos, era quien más contemplaba su alrededor, con manos en los bolsillos y la vista hacia el cielo.
—¿Deberíamos sacarnos una foto? —propuso Jin, sacando su celular al instante.
Namjoon fue el primero en colocarse a su lado. Hoseok le siguió la corriente, atrayendo a Jungkook y a Taehyung. Jimin se quedó mirando la espalda de Yoongi y cómo sus pasos no paraban, ensimismado en sus propios pensamientos.
—¡Yoongi hyung! —se atrevió a llamar. El calor le subió a la cara al instante de decir su nombre, observando cómo Yoongi se giraba desconcertado ante su llamado. Jimin tragó en seco, señalando a los muchachos ya posando para la foto—. Una foto —indicó Jimin.
Yoongi soltó un "oh", pestañeando varias veces antes de volverse en sus pasos y acercarse a los seis. Amontonándose para que todos salieran, Yoongi tuvo que apoyar su mano sobre el hombro de Jimin para no caer ante el desequilibrio que le provocó ponerse de puntas de pie. Sonrió mostrando sus dientes y se oyó un ¡clic! segundos más tarde.
Por un momento, Yoongi se sintió avergonzado. Relamió sus labios y desvió la mirada, apartándose cuando la foto fue tomada. Fingió una tos y comenzó a caminar otra vez, esta vez a pasos lentos, esperando a que el resto llegara a su ritmo.
—¡Oh, salimos bien juntos! —expresó Hoseok, quitándole el celular a Jin.
—Es porque mi brillo los alcanza y hace que se vean mejores —interfirió Seokjin, intentando ser serio pero al segundo riéndose de su propia broma. Sólo recibió miradas juzgadoras de Namjoon y Hoseok.
Fueron hacia un salón de juegos donde Namjoon, Jin y Yoongi se pusieron a jugar al pool. Jungkook, Tae, Hoseok y Jimin fueron a por los videojuegos. Eran pocos quienes estaban en el lugar, haciendo que las puras risas de los siete se oyeran con vigor y eco. Yoongi estaba disfrutando del momento, apenas pensaba en Seung, pero sus constantes tiros fallidos en el pool hacían que los quejidos de sus amigos se volvieran irritantes.
Cansado física y mentalmente, Yoongi llevó sus pies hacia afuera y se sentó en el escalón que llevaba a la entrada. Los grillos que cantaban en la noche le dieron paz interior, mientras oía los ecos de las risas de adentro. Suspiró por enésima vez esa noche, pensando en cuánto le dolía la actitud que Seung podía tener a veces con él. Quería estar bien, quería arreglarlo todo, pero simplemente era Seung quien siempre acababa con el bienestar de ambos. O quizá, se le ocurrió, que era él quien arruinaba todo.
Tal vez el problema soy yo, pensó.
—¿No tienes frío?
Yoongi se volteó al escuchar la voz de Jimin a su espalda. Volvió el cuerpo hacia adelante y negó, dejando que Jimin se sentara en un escalón más arriba que él.
—Estoy bien —respondió.
Hubo un corto silencio, pero Yoongi se sorprendió de que aquél momento no fue extraño, no fue incómodo. Fue... sereno.
—Jin me pasó la foto —comentó Jimin—. No la has visto, ¿cierto?
Jimin le extendió su celular y lo pasó por encima de su hombro, obligando a Yoongi a voltear y mirar la selca.
Parecían amigos de toda la vida. Parecían felices. Yoongi esbozó una débil sonrisa al contemplar la imagen, y Jimin no pudo evitar soltar un suspiro, viendo cómo el vaho salía de su boca.
—Te ves bien cuando sonríes así —indicó Jimin.
El pecho se le hundió. Yoongi pensó que aquello era lo más hermoso que había escuchado en toda su vida.
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