Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

성간 - Interestelar

Ayer vi cómo sonreías. Hoy te veo llorando y dándole la espalda a la vida, cayendo por un infinito de luces que acaba en tragedia. Respira en la acera, cierra tus ojos y exhala el último aire. Mi cielo, ya no sufras, tu tiempo ya acabó aquí. Te espera en tu otra vida dolor, sangre y lágrimas, pues cometiste el peor de los pecados; traicionar a tu propia alma.

[dreams, broken roses]— sueños, rosas rotas.

En sus ojos se encontraban las lágrimas más preciosas que había visto, incluso si ellas se desbordaban hasta su mandíbula por la tristeza más grande que se podía experimentar. En ese lugar, todo era silencio. Ni siquiera los sollozos, ni tampoco la ventisca sobre las flores, ni el crujir de los árboles, ni el canto de los pájaros eran oídos. Sólo el pitido constante del silencio que aturdía, que molestaba y lo hacía pequeño.

Sus pupilas se posaron sobre el ataúd bajo la suave lluvia. Un hombre frente a él lloraba sin descanso, sin darse cuenta de su presencia. Pronto se dio cuenta de que él no existía en ese lugar, que no podía ser visto ni escuchado. Entonces se acercó al hombre de negro que lloraba, arrodillado en el césped mojado. Sus manos temblaban sobre su rostro, ocultándolo detrás de unos dedos cortos, pálidos y bonitos. Se empapaba, pero parecía no importarle. Sólo lloraba. Lloraba y lloraba.

"¿Por qué lloras?", quiso preguntarle, pero su voz era inexistente en ese campo de flores depresivas.

Y siguió llorando, pues el dolor era inmenso, incontenible. El hombre de manos tiernas se encogió aún más frente al ataúd, mientras las lágrimas que caían al césped mojaban más que cualquier otra lluvia. Él sólo quiso abrazarlo, pero ya no existía en esa vida.

Yoongi despertó abrazando a su almohada con el rabillo de sus ojos húmedos. Se removió en su cama, tapándose hasta el cuello con las colchas y se quedó mirando el techo. Al otro lado de la casa se oían voces conocidas; Namjoon y Hoseok, pensó. Carecía de ganas de abandonar la cama, así que se envolvió aún más entre las sábanas y se colocó de costado, agarrando el celular que yacía sobre la mesita de luz.

Obviamente ya sabía con lo que se encontraría: decenas de mensajes de parte de Seung. Yoongi rodó los ojos y se mordió el labio, apretando en la casilla de su nombre.

22:37 pm

Estuve todo el día pensando en ti. Necesito ya salir de este hospital para poder verte, amor.

22:58 pm

Te extraño.

00:04 am

Probablemente estés durmiendo, pero me gustaría que me respondieras los mensajes.

00:36 am

Solamente espero que no estés con Park.

00:45 am

¿De verdad estás tan dormido que no oyes los mensajes?

00:46 am

Respóndeme.

00:46 am

Suga.

01:12 am

No puedo dormirme. El pasillo está lleno de enfermeros. Estoy pensando en demasiadas cosas. Incluso oí la voz de una mujer hablarme, pero no había nadie. Quizá son las pastillas para el dolor. ¿Dónde estás? ¿Quién te llevó a casa? ¿Cuándo vendrás a visitarme?

01:13 am

¿Estás enojado conmigo, cariño? Sabes que fue un accidente. Jamás te haría daño. No a ti, bebé. Mi Suga. Te amo tanto. Te necesito tanto. Quiero verte.

01:27 am

Oí a alguien hablarme otra vez. No volveré a tomar esas pastillas de mierda.

01:34 am

Todo lo que me dijiste esta tarde realmente me afectó.

01:35 am

De verdad no crees que te estoy convirtiendo en alguien a quien odias, ¿no?

05:09 am

Sabes que me perteneces, ¿cierto?

Yoongi bajó el celular y bloqueó su pantalla, quedándose inmóvil mientras apretaba el teléfono en su mano. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al repetir el mensaje "me perteneces" en su cabeza. Tragó en seco y se sentó al borde de la cama, tomando aire despacio para calmar los nervios que habían salido a flote.

En el silencio y la soledad de su habitación, se preguntó: ¿de verdad le pertenezco?

Sacudió la cabeza al instante, prohibiéndose a sí mismo pensar de esa manera. No dejaría que las ideas de Seung se inmiscuyeran en su mente. Aún tenía una sensación extraña en el pecho por el sueño reciente, no necesitaba de más emociones que lo atosigaran.

¿Sería muy descabellado ir al departamento de Seung para recoger sus cosas y alejarse de toda esa relación?

Porque eso es lo que estaba pensando en ese mismo instante. Y las ganas lo pusieron eufórico, como si de una aventura se tratase. Por un segundo, se imaginó la vida sin tener que estar dando explicaciones estúpidas, sin tener que aguantarse las palabras dentro de su garganta, sin tener que estar agobiado en sensaciones que le causaban asco.

Decidió levantarse y vestirse para salir. Pero, primero, saludaría a los amigos que esperaban a su llegada en el comedor de la casa. Los tres de ellos estaban sentados en la mesa, todos atentos a lo que daban en la televisión. Cuando Yoongi pasó el umbral de la puerta, la música lo atrapó de repente.

Le fue difícil presenciar lo que una vez soñó que haría, pero fue tan ajeno a él que lo único que pudo hacer fue quedarse de pie, quieto, con los ojos pegados a la televisión. Incluso se esperó algún error del pianista que ahora tocaba en el teatro, algo que no lo convenciera, y así poder quejarse. Sin embargo, el hombre tocaba las teclas como si de su vida se tratara, haciendo que la música sonara junto a los otros instrumentos con inmensa plenitud.

Ese podría ser yo, pensó Yoongi e instantáneamente se miró el yeso que cubría su brazo. Quiso darle un puñetazo a la pared.

Bailarines y cantantes famosos estallaban el escenario con grandes presentaciones. La cámara iba de acá para allá y enseñaba cómo el salón teatral estaba inundado de personas. Estaba más que claro que la gente no se olvidaría del pianista ni del resto de los músicos de ese día.

Namjoon fue el primero en darse cuenta de la presencia de Yoongi detrás de ellos. También fue el primero que se sobresaltó para cambiar rápidamente de canal, pero fue detenido por la mano del rubio, que negó.

—Está bien, no necesitas quitarlo.

Hoseok se puso de pie para saludar a su amigo y darle un corto abrazo amable.

—¿Cómo estás, hyung? —preguntó, dándole una palmadita amistosa en su hombro.

—Me encuentro bien, gracias.

Los tres se sentaron nuevamente en ronda mientras Seokjin estaba en la florería atendiendo a la clientela. Sus dos amigos le hablaron de todo, hasta parecía que lo querían hacer reír a toda costa. Incluso Min Yoongi, que era conocido por ser un charlatán, no tuvo oportunidad de abrir la boca por las palabras constantes de los otros. Y se sintió bien con ello. Quería quitarse de la cabeza la música que resonaba en la habitación y que lo hacía sentir más miserable de lo que ya era, y sus amigos estaban haciendo un buen trabajo en ayudarlo.

Lo único que no se le quitaba de la cabeza era la idea de ir hacia el departamento de Seung. Inclusive miraba el reloj cada cinco minutos, como si temiera a que el tiempo se le acabara de alguna forma y no pudiese hacer lo que quería. Llegó un momento en que, cansado de esperar, se puso de pie y a dar vueltas en la habitación, yendo de acá para allá con nerviosismo.

—¿Qué pasa? —inquirió Namjoon, mirándolo extrañado. Yoongi se mordió el labio y se aclaró la garganta antes de hablar.

—Acabo de recordar que tengo... unas cosas... en casa de Seung —mencionó—. Y de verdad las necesito ahora. Tú... ¿podrías llevarme allí?

Namjoon hizo una mueca.

—¿Acaso le dieron el alta? —preguntó. Yoongi negó con la cabeza—. ¿Entonces cómo vas a entrar a su departamento?

El mayor se rascó la nuca y fingió una tos entremedio.

—Tengo su llave —dijo apresurado—. Ahora vámonos.

Namjoon no se vio tan convencido y parecía querer preguntar muchas cosas, pero no lo hizo. En cambio, se puso de pie y cogió las llaves de su coche para llevar a su mayor donde quería. Hoseok dijo que no iría ya que debía volver pronto a su casa. Se despidió de Yoongi con otro abrazo y le dijo que se cuidara. El rubio sólo asintió con la cabeza.

Cuando estaban saliendo de la casa, Seokjin detuvo a Yoongi al llamarlo por su nombre. Se acercó a él, dejando que Namjoon saliera solo por la florería y ambos se quedaran solos rodeados de flores.

—Esta vez no voy a permitir que me mientras, Yoongi —le dijo en voz baja—. Cuando vuelvas, quiero que hablemos.

Yoongi apretó los labios y agachó la mirada. Los ojos de Seokjin eran intensos y no sabía cómo enfrentarlo. De todas maneras, volvió a levantar su cabeza e hizo una mueca.

—Está bien.

Y salió de la florería.

...

—Hyung.

Jimin se sobresaltó en su lugar y levantó la cabeza, encontrándose a Jungkook parado frente a él. Jimin tenía las manos manchadas de pintura y un lienzo enfrente aún sin terminar.

—¿Qué?

—Te he estado llamando desde hace rato. ¿Qué ocurre? —preguntó el menor con el ceño fruncido.

Jimin volvió a apartar la mirada y sacudió la cabeza. Se sentía ido del mundo, con la mente fuera del lugar en el que estaba; le dolía el pecho y quería llorar. Pero, aunque quisiera, las lágrimas no salían de sus ojos. Estaba nulo.

Aún tenía intacta en su memoria el beso del día anterior. Hasta los suspiros se escurrían por su boca productos del recuerdo y la mente se le perdía en la distracción. Seguían rondando las palabras de Yoongi en su cabeza y le era imposible concentrarse en nada.

—¿Qué dirías si...? —Se pasó la mano por la boca y tomó aire—, ¿qué dirías si te digo que me enamoré de Yoongi?

Jungkook abrió los ojos de par en par y su mandíbula cayó ante las palabras de Jimin. Un momento de silencio los inundó a ambos en una extraña atmósfera.

Jimin ciertamente esperó a que el menor le hiciera una expresión de disgusto, incluso esperó a que se burlara de él. El estómago se le revolvió y las palmas se le humedecieron con el frío sudor en ellas. Miró de reojo a Jungkook, pues tenía miedo de mirarlo cara a cara.

—¿Pensé que te gustaban las mujeres? —fue lo que dijo.

—Y me gustan.

—O sea, ¿bisexual?

—No me gustan otros hombres. Sólo Yoongi.

Se notó cómo una sonrisa se quiso escapar en la boca de Jungkook.

—Eres... Yoongisexual.

Este niño era increíble.

Jimin se tapó la cara y escondió una risa inevitable. Sacudió la cabeza y quiso golpearlo, pero se quedó quieto oyendo la carcajada que había soltado su amigo.

—¿De dónde sacas tantas estupideces? —cuestionó Jimin, negando con la cabeza.

—Lo siento —sonrió. Suspiró y se acomodó en el suelo donde Jimin estaba sentado, tratando de que lo mirara a los ojos al hablar—. No voy a mentirte, me sorprendiste. Pero, ¿desde cuándo es esto?

Jimin llevó la vista al lienzo sobre su regazo y se encogió de hombros.

—Creo que desde el principio algo me atrajo a él. Me sentí desfallecer la primera vez que vi sus ojos y... —soltó un suspiro—, algo en mí me decía que ya lo conocía, porque parecía una locura haber caído por una mirada en segundos.

El menor ladeó la cabeza y se quedó en silencio, contemplando la mirada enamorada que tenía mientras hablaba sobre el otro. Se mordió la uña de su dedo pulgar y preguntó, curioso:

—¿Él lo sabe?

—Sí.

—¿Y qué te ha dicho?

Jimin se mordió el labio y se removió en su lugar, echando su cuerpo hacia atrás para quedar recostado en el suelo. Se quedó pensando un rato, inseguro de lo que podría responder. Ni él mismo sabía qué pasaba con Yoongi. La última cosa que le dijo fue "espérame, por favor" cuando ambos se besaron contra la pared de su departamento.

—Es difícil de explicar —contestó con una mueca—. No me preguntes mucho porque no sabré responderte.

Jungkook comprendió y asintió con la cabeza. Aunque le daba curiosidad, sabía que no debía meterse en esos asuntos si así lo decía Jimin. Sin embargo, no se dejó guardar lo que quería decir.

—Conozco a Yoongi —comenzó—, y conozco por lo que ha pasado. Si pasa algo, aprende a comprenderlo, ¿de acuerdo? Quiero decir, él tiene un millón de mundos en la cabeza y a veces no se entiende ni a sí mismo, pero dale tiempo. Yoongi hyung es una persona difícil, pero cuando realmente se abre a una persona, es único. Sólo... le cuestan muchas cosas.

Jimin se tapó los ojos y se mordió el labio. Aquello lo había golpeado justo donde le dolía; porque sabía cuánto sufría Yoongi, enredado en toda la mierda podrida que le había dejado Seung. Pero es que él a veces quería sacudirlo por los hombros para que entendiera, para que viera, para que no estuviera ciego. Jimin se desesperaba, pero entendía que Yoongi no tenía la culpa. Entendía que era difícil para ambas partes, y eso le dolía.

—Gracias, Jungkookie —musitó.

El menor esbozó una sonrisa y le dio una palmadita en el cabello.

—Todo por un amigo.

...

Parado frente a la puerta del departamento y con llave en mano, un escalofrío recorrió todo su cuerpo por una sensación extraña que le nació dentro suyo. Namjoon esperaba dentro del coche a pedido de Yoongi, mientras él se encargaba de buscar sus cosas y largarse de allí lo más pronto posible.

Se animó a entrar al lugar donde ni siquiera entraba la luz del sol y cerró la puerta detrás de sí. Caminó como si el suelo fuese a quebrarse en cualquier momento, como si temiera a que alguien saliera de alguna habitación en cualquier segundo a pesar de saber que Seung vivía solo allí. Encendió las luces y pasó directamente al cuarto, sabiendo dónde sus cosas se encontraban con exactitud.

Chaquetas, gorras, pulseras y anillos. Algunas cosas estaban acomodadas donde él las había puesto; otras estaban guardadas en diferentes lugares por los cuales tuvo que buscar. Estaba seguro de que le faltaba una chaqueta negra, así que, al buscar por toda la casa y no encontrar nada, se subió a una silla para buscar en las cajas que se resguardaban sobre el armario. Bajó cada una de ellas para revisar que no quedara nada suyo en esa casa y las colocó sobre la cama de Seung.

Removió papeles y sacó mugre innecesaria. Entre aquellos papeles y carpetas que le eran indiferentes, se encontró con algo que se enganchó en su dedo. Lo levantó en el aire y vio el collar colgando en su mano, con una letra "Y" de oro. Frunció el ceño porque sabía que a Seung no le gustaba llevar cosas en el cuello, menos algo que se veía tan femenino.

El estómago se le revolvió cuando logró visualizar manchas de sangre seca a lo largo de la cadena. El espanto casi lo obliga a soltarlo, pero el desconcierto hizo que siguiera mirándolo con disgusto en su expresión. ¿Por qué Seung guardaba un collar tan sucio?

Guardó el resto de cosas donde iban al no encontrar la chaqueta entre las cajas. Con el ceño arrugado, Yoongi volvió a meter el collar entre los papeles y colocó la tapa encima. Llevó una por una las cajas arriba del armario y, cuando iba a colocar la última a su lugar, todo su cuerpo se detuvo.

Algo le dijo que no debía dejar el collar allí. La punta de sus dedos se llenó de hormigueos y la ansiedad lo carcomió por dentro. Entonces volvió a abrir la caja y sacar la cadena, guardándosela en el bolsillo de su abrigo. Acomodó la habitación como estaba antes de llegar y salió otra vez hacia la ventisca de afuera.

Se subió al coche de Namjoon y dejó las cosas que había recogido en el asiento trasero. Cuando Namjoon lo vio entrar, frunció el ceño.

—¿Te sientes bien? —preguntó confundido.

—¿Por qué preguntas?

—Estás pálido.

Yoongi se quedó con la boca semi-abierta, sin saber qué responder. Se miró en el retrovisor y, sí, ciertamente, su rostro tenía la expresión del más puro horror y sus ojeras se notaban cada vez más. Tragó saliva y se acomodó el cabello, negando con la cabeza.

—Estoy bien —aclaró con voz ronca, relamiéndose los labios para que se vieran más vívidos—. ¿Puedes llevarme al hospital? Quiero ver a Seung.

El otro achicó los ojos y una línea se formó con sus labios, descontento.

—Jin se enojará.

—¿Acaso Seokjin es mi madre?

—Algo así.

Yoongi rodó los ojos y soltó un bufido.

—Llévame, será sólo un momento. Necesito hablar con él.

Namjoon no tuvo de otra que aceptar su pedido. Se encogió de hombros y arrancó el coche en dirección al hospital, donde el queridísimo Seung esperaba recostado.

Con sus ojos puestos fuera de la ventanilla, Yoongi podía sentir todos los nervios revolotear dentro de su estómago y subir hasta el tope de su garganta. Tenía en mente muchas cosas que quería decir, que quería soltar. Pensó que al llegar allí con Seung, todo se desvanecería y perdería la valentía que había estado reteniendo en el camino. Deseó con todas sus fuerzas que aquello no ocurriera.

Ambos frenaron en el aparcamiento del hospital y Yoongi permaneció sentado sin decir ni una palabra. Estaba esperando a que el valor renaciera desde algún lugar dentro suyo y Namjoon fue capaz de ver eso.

—Déjame preguntarte, Yoongi hyung —comenzó, llamando la atención del mayor—. ¿Es Seung tan importante en tu vida?

—Ya no lo sé —respondió sincero.

—¿Lo fue alguna vez? —preguntó. Yoongi se miró el regazo y asintió. Namjoon se tocó la boca y se tomó unos segundos para pensar en lo siguiente que diría—. Te enamoraste de él, ¿no es cierto?

Ni siquiera pudo entender cómo era posible que su corazón se derrumbara con tan sólo unas simples palabras. Sintió calor y frío al mismo tiempo; quiso ocultarse bajo mantas, a pesar de no ser suficientes para acallar ese sonido de su corazón palpitante, asustado. Tragó saliva y pasó la mano por su cabello, mordiéndose el labio al no tener las agallas para mirar a su amigo.

—Me robó el corazón y no me di cuenta cuándo pasó —dijo, su voz imitando el susurrar del viento. Namjoon tuvo que hacer un esfuerzo para oírlo—. Hizo lo que quiso con él y terminó por destrozarlo. Así que... ya no sé qué me pasa en la cabeza, qué es lo que siento ni qué es lo que quiero.

Namjoon se tocó las manos y un suspiro se escurrió por sus labios. Sintió pena por los ojos de Yoongi: tan desanimados, tan apagados. A veces se preguntaba, ¿qué ocurrió con aquel muchacho para que sus pupilas acabaran siendo más frías que la nieve que caía del cielo? ¿Qué ocurrió para que en su mirada existieran miles de dudas y un millón de arrepentimientos?

—He visto a Seung y sé cuándo una persona es desinteresada de la otra —comentó con el ceño ligeramente fruncido—. Y si él rompió tu corazón, no merece el mundo que eres, Yoongi. No lo dejes jugar contigo, no lo dejes hacerte creer que no lo vales. ¿Sabes por qué? Porque estoy seguro de que hay alguien que puede mirarte como si tu existencia lo fuera todo en este universo. Tienes bonitos ojos, permite que otros se enamoren de ellos. No los dejes desamparados por la apatía de otra persona.

Sólo se quedó allí, en silencio, como si todo el mundo lo hubiese sacudido para despertar. Se miró las manos y luego llevó la vista hacia el espejo retrovisor. No se fijó únicamente en el color de sus ojos, sino que los miró como si fueran ajenos e intentó ver lo que los demás veían. Para Min Yoongi, esos ojos eran tan fríos y negros que aburrían. Para otros, esos ojos eran todo lo que estaba bien en esta Tierra y por los cuales existía un inmenso amor.

Y mientras observaba su propio reflejo, se preguntó: ¿Pueden ver mi alma a través de mis ojos? ¿La ven igual a como yo la veo?

Por un segundo, parecía que su propio yo quería seguir odiándose, maldiciéndose por siquiera vivir. Pero algo le habló dentro de su pecho que lo reanimó y pudo lograr divisar otro color en ellos, uno que creía extinto. Min Yoongi, toma tu corazón roto y conviértelo en arte.

Entonces, los suspiros ahogados que había estado reteniendo se transformaron en una sonrisa tan sincera que hacía tiempo no dejaba salir que creyó estar en otro de esos sueños. Decidió bajarse del coche, agradecer a Namjoon con un ademán y caminar hasta la entrada del hospital. Paseó por los pasillos en busca de la habitación donde estaba Seung y se armó de valor para entrar allí.

La cara de Seung fue de sorpresa pura cuando vio entrar a Yoongi. Una sonrisa de oreja a oreja se posó sobre sus labios y se acomodó en la camilla para sentarse erguido. Yoongi no le dedicó sonrisas de cariño, ni miradas de apoyo. Se encaminó hacia la silla que se encontraba en la sala y la arrastró hasta quedar junto a la cama del otro.

—Te extrañé mucho, mi amor —expresó Seung intentando alcanzar su rostro con la palma de su mano. Yoongi se dejó, pero ninguna sensación nació de ese toque.

—Quisiera que me escucharas —dijo sereno.

—Siempre te escucho, Suga. Adelante.

Yoongi repasó el rostro de Seung; heridas superficiales y una piel pálida, seca, con ojeras oscuras provocadas por el posible insomnio. Le provocó pena, casi rozando el disgusto. Al momento en el que pronunció las palabras que salieron de su boca, vio todos los recuerdos hermosos y tristes con Seung pasar frente a él.

—Este es el final —musitó—. Y ya no hay nada que puedas hacer para que me detengas. Muy dentro de ti sabes que nuestra relación ya murió hace tiempo, Seung.

Y de nuevo, esa expresión que provocaba escalofríos espantosos a cualquiera. Pero, no a Yoongi esta vez. Esta vez, Yoongi mantuvo la indiferencia en su mirada y la barbilla en alto.

—¿Otra vez con eso? —inquirió Seung, con la voz más grave que la última vez.

—Me importa una mierda las amenazas que me hagas. Ya te lo he dicho —entonó—. Les diré a mis padres sobre mi bisexualidad. Pasará lo que tenga que pasar, pero no me tendrás toda la vida atado a ti.

Seung sacudió la cabeza y parecía que gritaría de los puros nervios. No obstante, ni siquiera pudo articular palabra, porque Yoongi levantó la mano en el aire e interrumpió sus intensiones.

—Estoy harto, por Dios, harto de todo esto. Seung, ¿no comprendes que me lastimas, que me estás matando cada jodido segundo que pasa? —espetó, apretando su rodilla para contener la rabia que le estaba renaciendo en la garganta—. Entiéndelo de una maldita vez: yo no te amo —aclaró, las últimas palabras casi rajando su garganta por la brusquedad con la que las dijo.

Y esta vez, no habría nada que lo hiciera retractarse de sus palabras. Había sufrido demasiado para lograr que aquello saliera desde dentro suyo que no permitiría desperdiciar ese momento de victoria propia.

Seung apretó los labios y tembló sobre la cama, formando puños que tiritaban por la fuerza ejercida sobre ellos. Sus ojos incluso se cristalizaron, pero no dejó que las lágrimas mojaran su rostro. Lucía como si quisiera decir mil palabras de una, aunque nada saliera de su boca.

Era triste para Yoongi el terminar todo de esa manera. Mil veces hubiese preferido acabar su relación con una despedida que lo dejara pleno y sin arrepentimientos. Sin embargo, el momento que estaba pasando frente a Seung no era sino puro dolor y rencor.

Yoongi se puso de pie, se mordió el labio y agachó la cabeza.

—Te amé, de verdad lo hice. Pero creíste que te pertenecía, cuando en realidad siempre fui mío.

Caminó hasta la puerta de la habitación sin escuchar palabras de respuesta, por lo que tampoco volvió su vista atrás. Cuando sus pasos se encontraron en el blanco corredor, se sintió tan liviano que creyó estar flotando. Llevó la mano al pecho, quedándose atónito de la rapidez con la que su corazón latía. Soltó varios suspiros antes de llegar a la salida del hospital y sentirse completamente ligero. Incluso quiso llorar en ese mismo instante, pero se aguantó al llegar al coche de Namjoon.

Al llegar a casa, se fue directamente hacia su habitación sin encontrarse a Seokjin en el camino. Quiso derrumbarse en la cama y cerrar sus ojos, descansando todo lo que había estado soportando en este tiempo. Le dolía el pecho y la garganta quería soltar un sollozo que lo tenía mudo.

¿Por qué tuvo que ser así?, se cuestionó, girando de lado en la cama. Metió la mano en su bolsillo y volvió a sentir la cadena en sus dedos. La hizo colgar frente a su rostro, contemplándola con curiosidad y un sentimiento de incomodidad. La dejó después de un rato en la mesita de luz y se sentó en el borde de su cama.

Entre ese trillón de pensamientos, siempre era capaz de inmiscuirse el nombre de Jimin y hacerlos evanescerse en la nada. Tocó sus labios con la yema de su dedo y repasó en ellos los recuerdos de un beso imborrable. Una sonrisa se escabulló por su boca, porque ahora la idea de volver a tocar a Jimin no era una inmensa locura, sino un bonito plan.

Sus ojos se desviaron hacia el celular que vibraba con un mensaje reciente. Trazó sus dedos y acarició la pantalla al leer el nombre de Jiminnie.

04:06 pm

¿Estás ahí?

04:07 pm

Estoy aquí.

04:07 pm

Terminé con Seung.

04:07 pm

Y nunca me sentí más liviano.

Se quedó mirando la pantalla en la oscuridad de su habitación mientras sentía que el corazón quería salir disparado de su cuerpo. Volvió a teclear apresurado, como si temiera a que el tiempo le arrebatara la sensación que incendiaba su pecho. Tragó en seco y soltó un suspiro por décima vez.

04:08 pm

Quiero que me ames y yo amarte a ti, ángel.

ALGUIEN DEBERÍA DECIRME QUE DEJE DE ACTUALIZAR A LA MAÑANA SIN DORMIR (?) .

Nunca voy a dejar de agradecer a todas las personas que votan y comentan todos los capítulos, me hacen la vida, los amo.

Gracias por leer, nos leemos en el próximo. ☕️✨

(perdón si hay algún error, ya sea de trama u ortografía, es que escribir en las madrugadas no es bueno ahre)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro