달 - Luna
His eyes turned red with the blood of a soul
En la quietud de la noche
caerá la lluvia
y lavará las manchas.
Los océanos de roja furia.
Mientras que el agua limpia las heridas,
nos repite una y otra vez:
¡Que somos frágiles!
Y somos débiles y efímeros, como la sangre.
La sangre baña la tierra
e inunda los océanos
y tiñe el cielo.
Es la sangre de los inocentes,
sacrificados y mutilados de espíritu.
[when the moon is high] — cuando la luna es alta.
Había sobrevivido, pero había perdido lo más importante que tenía. Perdió todo lo que era, toda su existencia se basaba en eso. Sus manos ya no podían moverse, ya no podían tocar, ya no eran útiles para hacer lo que más amaba. Se vio sumido en una oscuridad que lo perseguiría incluso en su otra vida, porque también creyó haber perdido el amor de su vida.
¿Para qué seguir?, se preguntó. ¿Cómo seguir después de todo?
Quería desaparecer. Y así lo hizo.
Las estrellas le cantaron una melodía triste, de despedida. El viento allá arriba era más fuerte, tironeaba de su ropa y lo sacudía como si se quejara de su presencia. Sus ojos admiraron la pequeñez de los autos abajo, los transeúntes apenas se veían. Desde el techo del edificio era capaz de ver toda la ciudad. Hermoso era su último vistazo a la vida.
Y de la nada, la velocidad lo dejó casi ciego y la gravedad lo empujó con todas sus fuerzas hacia el centro de la Tierra. Segundos fueron, eternidad se volvió. Porque las luces tan repentinamente cercanas se hicieron un manojo de galaxias que parecían rodearlo y acabar con sus pupilas. Su piel despidió rosas rojas y el suelo se convirtió en un lago carmesí. Sus huesos se transformaron polvo al chocar contra la fría acera, sus ojos acabaron negros, perdidos, abandonados.
Yoongi despertó con un espasmo, alcanzando el aire con sus manos como si intentara aferrarse a algo y no caer. Pocos segundos le tomó para que se diera cuenta de que no estaba cayendo, sino que se encontraba recostado en una cama con una calidez desconocida a su costado.
El dolor en la cabeza lo aturdió un rato, sintió el sudor caer por sus sienes y apenas podía ver con sus ojos llenos de lágrimas. Frunció el ceño ante un movimiento que se manifestó a su lado, atreviéndose a girar la cabeza para echar un vistazo.
¿Qué mier...? Se quedó paralizado.
Jimin estaba envuelto en sábanas junto a él, con sus pestañas tocando apenas sus pómulos rosados por la mañana. Dormía plácidamente, abrazando la almohada bajo su cuerpo. Lucía como si hubiese tenido una noche espléndida, porque una leve sonrisa se posaba sobre sus labios.
¿Anoche...?
El pánico le subió por el pecho hasta la garganta y se alejó de Jimin espantado.
—¡Eh! —le gritó con los ojos abiertos como platos. Lo sacudió por el hombro, obligándolo a despertar—. ¡Jimin, joder, despiértate!
El menor se sobresaltó y apenas abrió los ojos, apoyándose sobre su codo en la cama. Su torso estaba desnudo. Yoongi lo miró de arriba abajo, anonadado, agarrándose la cabeza.
—¿Qué pasa...? —preguntó Jimin, mirando para todos lados—. ¿Hyung?
Yoongi se quitó las sábanas de arriba y salió disparando fuera de la cama, señalándolo con la mano temblorosa.
—¡¿Cómo que qué?! —gritó sacudiendo la cabeza. Vio cómo el castaño, con todo su cabello desprolijo, se rascaba los ojos. Su tranquilidad lo desesperó aún más—. ¡Imbécil! ¡¿No te das cuenta?!
—Recién despierto y se me parte la cabeza —bostezó—. No sé de qué estás hablando...
Le faltaba el aire y podría jurar que su rostro jamás había estado tan rojo como en ese momento. Quería golpear a Jimin por hacerse el indiferente en una situación así, tan... tan... ¡ugh! Ni siquiera Yoongi sabía qué pensar en esa situación. Sólo sabía que sentía cómo le subía un fuego desde la boca del estómago hasta su pecho.
—Voy a romperte la boca de un puñetazo si no te levantas y me dices algo, Jimin.
El menor arrugó el entrecejo y se sentó en la cama, esbozando una sonrisa mientras ladeaba su cabeza.
—¿Por qué no me rompes la boca con un beso?
Yoongi tomó una almohada y se la estampó en el rostro, provocando una carcajada en el otro.
—¡Estoy hablando en serio!
—Ay, lo siento, era broma, hyung —rió Jimin, echando la cabeza hacia atrás. Volvió su mirada hacia Yoongi, quien no se quedaba quieto en la habitación, yendo de acá para allá—. ¿Qué pasa ahora?
El mayor se pasó la mano por el cabello y tomó aire, tragando saliva. Le apenaba enfrentar la mirada aguda del castaño.
—Anoche...
—¿Anoche...?
—Anoche... nosotros... —Tuvo que hacer una pausa porque la garganta se le secaba y le temblaba todo el cuerpo—. ¿Nosotros no...?
Jimin achicó los ojos, pasó sus ojos por todo el cuerpo de Yoongi y soltó una risa, devolviéndole la almohada que antes le había tirado.
—¿Crees que anoche tuvimos sexo? —inquirió, haciendo que sus ojos desaparecieran en una sonrisa jocosa.
No pudo hablar. Todos sus movimientos se frenaron de golpe como si le hubiesen echado un balde de agua helada. No pestañeó porque temió que sus defensas bajaran de algún modo, se quedó quieto mientras intentaba canalizar su respiración para que Jimin no se diera cuenta de su estado. Imposible no hacerlo.
Era un desastre. Y un idiota, pensó. Por creer algo que obviamente no pasaría. Mierda, se sentía un total imbécil.
Tuvo que sentarse porque si seguía un segundo más de pie, se desmoronaría en el suelo de la vergüenza. Cubrió toda su cara con las manos, apoyando los codos en sus rodillas, soltando sonidos incoherentes de pena. Sintió a Jimin aproximarse despacio por la cama y quiso hacerse una bolita y desaparecer.
—Eh, hyung —musitó Jimin, como si le asustara que Yoongi pudiese romperse con palabras—. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Te traigo agua?
Yoongi sacudió la cabeza sin apartar las manos de su rostro. Jimin se quedó sentado a su lado, con las piernas dobladas como indio. Ladeó la cabeza y buscó la mirada del mayor, pero éste no quería desvelar el color rojo de su cara. Aquello le provocó una sensación rara en el medio de su pecho.
No sabía qué hacer. Por un momento pensó que se sentía mal, así que le preocupó que Yoongi no respondiera. Se levantó y se colocó de cuclillas frente al rubio, apoyando sus manos en los antebrazos del contrario.
—Yoongi —llamó—. Yoongi, mírame. ¿Por favor?
Le hizo circulitos con la yema de sus dedos en las muñecas y vio cómo se le erizaba la piel. Jimin soltó una risita, sin dejar de tocar sus brazos.
—¿Puedes dejarme? —preguntó en voz baja.
—No hasta que me mires. Quítate las manos de la cara, hyung.
Ugh, lo odiaba. Si no se le estuviese revolviendo el estómago de la vergüenza, ya lo hubiese golpeado.
—Jimin, por Dios, déjame en paz —suplicó. Ya los brazos le temblaban por el tacto.
Tenía planeado esconder su rostro hasta que Jimin se diera por vencido y lo dejara solo, pero no se dio cuenta el momento en el que el castaño hizo un poco de fuerza para quitarle las manos de la cara y lo dejó al descubierto.
La sonrisa jocosa que Jimin había vestido se desvaneció tan rápido como vio a Yoongi. El corazón le dio un vuelco cuando pudo admirar el rojo que se posaba sublime en la piel del mayor con pena. Tenía los ojos cristalizados y apretaba los puños, pero Jimin no soltó sus muñecas ni un segundo. Se quedó atónito ante la mirada de Yoongi y se preguntó, ¿cómo podía ser tan hermoso?
Estuvo a punto de inclinarse sobre él; podía jurar que su cuerpo se movió solo frente a los ojos profundos de Yoongi. Sin embargo, el sonido de la puerta detuvo todos sus movimientos y se heló en su lugar.
—¡Eh, Chimchim, Yoongi hyung! —dijo Taehyung desde el pasillo—. Mi abuelita hizo unos panqueques deliciosísimos. ¿Van a levantarse a comer?
El menor tragó saliva y carraspeó, poniéndose de pie y formando una línea con la boca.
—Ya salimos, Tae —indicó en voz alta. Volteó a mirar una vez más a su hyung y una sonrisa se delineó en su boca cuando vio los ojos de Yoongi repasar su torso desnudo—. ¿Algo que te guste? —inquirió alzando una ceja, esta vez casi susurrando.
Yoongi se mordió el labio para no insultarlo. Se levantó rápido y empujó a Jimin pasando junto a él. Al salir de la habitación, oyó un suspiro sonoro detrás de él que decidió ignorar.
Caminó rascándose la cabeza, respirando lentamente para que su corazón dejara de saltar en su pecho como loco. Se dirigió al baño, se lavó cara y dientes y saludó con respeto a los abuelos de Taehyung.
Ya se había quedado a dormir en la casa de Taehyung tiempo atrás, pero esta vez apenas recordaba por qué estaba allí y lo más importante es que había despertado en la misma cama que Park Jimin. Imágenes se le venían a la cabeza, de risas compartidas con sus amigos, de juegos que ni siquiera sabía cómo se llamaban, de unos ojos que lo miraban. Todo muy lejano, casi invisible en su mente. No obstante, había algo que recordaba perfectamente, lo veía tan claro como el agua que caía del cielo. El canto de Jimin en la oscuridad y su estúpida e insensata confesión.
¿Por qué tuve que ser tan idiota de decir aquello?, se maldijo a sí mismo.
Y es que esperaba que de algún modo Jimin hubiese estado tan borracho o peor que él para que esas palabras se borraran de su memoria.
Se sentó en silencio en la mesa mientras los abuelos y Taehyung comían esos panqueques deliciosísimos, como los denominó Tae. El café le llegó frente a él y el menor le sonrió, entregándole también un plato de panqueques. Yoongi comió rápido porque quería salir de ahí. Miraba de a ratos hacia el pasillo esperando a que Jimin saliera de la habitación con nerviosismo; prefería que se quedara ausente mientras él terminaba el desayuno y luego desaparecía de la casa.
Obviamente, Jimin salió antes de que él terminara y el muy descarado se sentó a su lado, dándole una sonrisita mientras levantaba la taza entre sus manos. Yoongi lo ignoró porque sabía que se pondría a molestarlo si le daba atención, y lo que menos quería era que los abuelos de Taehyung y su mismo amigo pensaran algo extraño sobre ellos.
No es como si hubiese algo extraño entre ellos. ¿Para qué se preocupaba de nada?
Tomó pequeños sorbitos del café con la cabeza gacha sin atreverse a mirar a su costado. Por todos los cielos, incluso podía sentir la mirada intensa de Jimin sobre él.
—¿Puedes decirme por qué Seokjin se fue sin mí? —le preguntó Yoongi a Taehyung.
—Dijo que no tenía ganas de cargarte dormido —contestó con la boca llena—. Y que te veías tan tierno abrazando a Jimin que quiso dejarte así.
Escupió al instante el panqueque que anteriormente había masticado. Tosió perplejo y se volteó a Jimin cuando lo escuchó soltar una carcajada.
—¿Es que ese tipo es idiota...? —masculló Yoongi, carraspeando.
Comió lo más rápido que pudo, se limpió los labios con la servilleta y se puso de pie, despidiéndose de los abuelos y de Taehyung.
Buscó sus cosas que habían quedado en la habitación, una chaqueta tirada en el sofá de la sala y salió de la casa cubriéndose de la brisa fresca. Cerró los ojos cuando oyó los pasos siguiéndole de atrás.
—Pensé que te ibas a quedar con Taehyung —dijo Yoongi sin dejar de caminar.
—No quería volver solo a casa —aclaró, apretando el paso para quedar a su altura.
—Entonces, qué, ¿tienes miedo de andar solo en la calle? —sonó jocoso, metiendo las manos dentro de los bolsillos.
Jimin se rió e imitó su acción. Cruzaron algunas calles, ambos iban callados pero disfrutaban del silencio del otro. El menor parecía querer decir algo, pero sus labios estaban pegados y sentía el estómago revolvérsele. Esperando en una esquina a que la enorme cantidad de coches cruzara, Jimin volteó para mirar a Yoongi.
—¿Cómo van las cosas con Seung? —preguntó.
Yoongi volvió la mirada a Jimin con un ceño fruncido. Permaneció quieto en su lugar, aún si la calle ya estaba lista para cruzar.
—¿Por qué preguntas?
—Porque quiero saber.
—Van como la mierda.
Jimin hizo una mueca y, cuando Yoongi comenzó a caminar otra vez, le siguió el paso desde atrás.
—¿Y por qué no terminas con él?
Oh, sí supieras, Jimin. Eso es lo que más quería.
Yoongi largó un suspiro cansado, más sonoro de lo que hubiese querido. Se encogió de hombros y caminó mientras observaba sus zapatillas.
—Porque lo quiero.
Dijo aquello para simplemente cortar la conversación; ya no quería hablar más del demente de Seung, y tuvo éxito, porque Jimin no volvió a abrir la boca en todo el camino. Ese día, el clima se sintió más frío de lo normal.
Se despidieron cuando Jimin tuvo que irse por su propio camino. Yoongi contempló su espalda alejarse con un sabor amargo en la boca y quiso gritarle a los cuatro vientos que se quedara junto a él, incluso si sabía que debía irse. Tuvo que obligarse a sí mismo a girarse en sus propios talones y deambular hasta la florería.
Se dejó estar bajo el clima que lo apañaba al dar pasos lentos, pesados. Vagó porque le dolía la cabeza, vagó porque necesitaba pensar, arrancar ese sentimiento de su ser, acabar con lo que lo atormentaba. ¿Cuánto tiempo más tengo que soportar?, se preguntó. El reloj en su muñeca se había congelado. Lo miró y lo miró, esperando a que las agujas se movieran tan sólo un centímetro, pero no lo hicieron. Se habían estancado en el lugar, evocando precisamente su posición en aquél mundo negro. Decir que estaba cansado era insuficiente.
...
—¿Para qué le dijiste que se quedara?
Seung levantó la mirada y alzó una ceja. Su cuerpo estaba apoyado sobre el sillón y repasaba las curvas de la muchacha frente a él.
—Hoy te ves increíble, Young-mi —le dijo, alcanzando su mano para tocar los muslos de la joven. Ella se echó para atrás y se cruzó de brazos.
—Dijiste que si lo dejarías. Y ahora que él quiere terminar, ¿le ruegas para que se quede? ¿De qué vas, Seung? —entonó con su semblante serio.
Él resopló y echó la cabeza hacia atrás cuando se pasó las manos por los cabellos.
—No tienes porqué estar celosa, bebé —le dijo, intentando forzar una sonrisa. Ella apretó los labios y enarcó sus cejas hacia abajo.
—¿No soy suficiente?
Sus piernas comenzaban a moverse frenéticamente por los nervios a flor de piel. Se rascó la cabeza rápido, casi lastimándose con las uñas y le esbozó una sonrisa con labios pegados.
—¿Qué te he dicho? —cuestionó con voz grave—. No me estés reclamando cosas. No creo haberte permitido eso.
Young-mi tragó saliva y levantó la barbilla, como si quisiera demostrar que aquello no le afectaba. Por supuesto que sí le afectaba. Se acomodó el cabello detrás de su hombro y se sentó en el sofá junto a Seung.
—Estoy celosa, por supuesto que lo estoy. Quiero que dejes a Yoongi. ¿Por qué no lo haces? —Hizo una pausa frunciendo el ceño—. Ya ves que él ya no te quiere. Déjalo ir.
La cara de Seung se transformó, porque dicho aquello, sus ojos ya no eran serenos ni claros. Oscuros como la noche más helada, pensó Young-mi.
Seung se puso de pie y caminó por toda la sala. El corazón de la muchacha parecía querer escaparse por su garganta, pero se mantuvo quieta en el sillón esperando a que él dijera algo. Se secó el sudor de sus palmas en el pantalón, mirándolo ir de acá para allá con un ataque de nervios.
—S-Seung... —llamó, pero fue interrumpida por un grito.
—¡Cierra tu maldita boca!
Young-mi no pestañeó; creyó que si lo hacía, perdería de vista a Seung y podría salir lastimada. Nunca lo había visto tan alterado, tan fuera de sí. Tragó saliva y poco a poco comenzó a tener dificultades para respirar.
—N-No quise... no quise decir eso, Seung, por favor, no te enojes...
Sin embargo, los nervios lo llevaron al pánico y se volvió completamente demente. Sus manos envolvieron el pequeño cuello de Young-mi y la sacudió, arrancándole gimoteos casi inaudibles. Young-mi arañó sus brazos y sus manos, pero veía cómo se le escapaba la vida de los pulmones.
—Te dije que te callaras, te dije que hicieras silencio, ¡y no lo hiciste! —bramó Seung, acercando su rostro al de ella. Miró cómo las lágrimas se desbordaban de los ojos que se hacían colorados por la sangre subiendo a su cabeza y plasmó un beso en su mejilla, sonriéndole sin soltar su agarre—. Incluso te ves bonita llorando y suplicando por tu vida.
—P-P-Por... favor... Se...ung —alcanzó a decir. Sentía todo su cuerpo sacudirse por la búsqueda de oxígeno y apenas tenía fuerzas para intentar sacarse de encima al hombre que amaba.
Seung aflojó su agarre, pero la tomó de los cabellos y la arrastró hacia la habitación como a un animal muerto. Young-mi no podía gritar porque tosía y jadeaba y se ahogaba en lágrimas.
La lanzó hacia la cama y, mientras ella se retorcía y se tocaba constantemente el cuello lastimado, Seung buscaba algo entre los cajones del cuarto de la muchacha.
Young-mi entró en la desesperación y cayó de la cama, intentando con todas sus fuerzas ponerse de pie y salir corriendo de allí. Lo estaba viendo. Estaba viendo toda la oscuridad que el aura de Seung emanaba. Tenía miedo, estaba aterrada, quería gritar, pero la voz no le salía.
—Auxi... lio —tosió y sintió cómo se le desgarraba la piel dentro de su garganta.
—¿Dónde crees que vas?
Seung la tomó de la pierna y la hizo caer al suelo desparramada. Young-mi comenzó a llorar más fuerte y se sacudió en el piso, tratando de alcanzar con sus manos la puerta que estaba cerrada.
—¡Suéltame, joder! —chilló y Seung le dio una bofetada que la dejó anonadada. Pudo sentir el sabor metálico que se instalaba en su boca después del golpe. Retuvo las lágrimas y fue incapaz de articular palabra. Se había tensado por el terror.
Va a matarme. Va a matarme. Va a matarme. Dios, ayúdame, por favor. Nada más se le venía a la cabeza, sólo súplicas, sólo sollozos internos. No me he despedido de mis padres, ni de mis hermanos. No quiero morir y va a matarme.
Podía sentir todo el sudor recorriendo su cuerpo, tanto como los latidos de su corazón desprendiéndose de su pecho.
Seung la levantó del suelo con brusquedad y la arrojó nuevamente a la cama, ahora llevando sus muñecas hacia arriba de ésta, atándola con unos lazos firmes que encontró. Mientras la dejó allí atada, Seung caminó fuera de la habitación y se escucharon ruidos en la cocina. Young-mi se lastimó las muñecas tratando de zafarse, estaba temblando por cómo la circulación se cortaba hacia sus manos y le provocaba un hormigueo insoportable.
El pelinegro volvió a aparecer por la puerta y Young-mi retuvo la respiración. Lo observó caminar lento hasta la cama y sentarse a un lado de ella, ladeando la cabeza con una sonrisa. Sacó de atrás de su espalda una cinta y comenzó a tirar de ella. Tomó las piernas de Young-mi que se sacudían frenéticamente y las sostuvo sobre su regazo, envolviendo sus tobillos con la cinta.
—¡¿Por qué me haces esto, Seung?! —sollozó apenas pudiendo respirar con normalidad.
—No me dirás qué hacer. Harás todo lo que yo te diga. No hablarás de Suga. No te entrometerás en nuestra relación.
Las palabras que soltaba parecían leídas. Estaba fuera de sí y Young-mi lo veía irreconocible. No lucía como una persona.
Young-mi apretó los dientes y pegó un grito de rabia.
—¡¡Vete a la putísima mierda, Seung hijo de puta!! —bramó—. ¡Yoongi sabrá sobre lo nuestro, yo misma se lo diré! —alegó levantando la barbilla y sacudiéndose. Escupía las palabras como si algo las empujara desde su interior y sentía un fuego rebosar en su pecho—. Él ya no te quiere y cuando sepa que lo estuviste engañando durante casi toda su maldita e infeliz relación, va a odiarte para siempre, ¡imbécil, demente de mierda!
Seung abrió los ojos de par en par y pegó un grito, dándole un puñetazo a la cama y haciendo saltar a Young-mi del susto, dejándola helada en un segundo. Lo vio cómo salía otra vez de la habitación gritando maldiciones, golpeando y rompiendo cosas en el camino. Esta vez, Young-mi supo que eran sus últimos minutos.
Y volvió con algo en sus manos, caminando directamente hacia la joven. Tomó nuevamente la cinta y esta vez la acercó a los labios de Young-mi, aplastando su boca con fuerza para que ningún sonido se escapara.
—Mira, Young-mi, iba a simplemente dejarte atada aquí hasta que se me dieran las ganas de sacarte, pero me has cansado, zorra —declaró Seung con voz grave. Young-mi comenzó a sollozar, negando con la cabeza, suplicando con la mirada—. No le dirás nada a Suga, ¿sabes por qué? —Seung la miró como si estuviese esperando a que respondiera. La tomó con una mano del rostro y le sacudió la cabeza—. ¿Sabes por qué? —Young-mi negó rápido, soltando gimoteos desesperados—. Porque vas a estar muerta. Y los muertos no hablan.
SIENTO QUE ESTE CAPÍTULO ES MIERDA, ADIÓS
PERO
ESTOY MUY FELIZ PORQUE BTS GANÓ Y AAAAAAHHHHH lloré mucho :'( <333 Todavía sigo melancólica huehue
perdón por este cap caca, no sé qué me pasó, ya no sé escribir (???) prometo que el próximo será mejor lel
OH, Y GRACIAS POR LOS 1.4K LEÍDOS Y LOS 164 VOTOS, LOS AMOou 😭❤
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