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Capitulo 5

- ¡Novoa!

¿Pero qué rayos le sucede a esta mujer conmigo? Estoy tranquila en mi pupitre con mi material de trabajo. No la he provocado hoy, a no ser que mi simple presencia haga que ella se sienta desafiada. Dentro de 45 minutos salgo de esta clase. Tengo ya ganas de irme a casa.

- Si profe - le contesto de la manera más sutil posible, pero a la vez fría mientras ambas hacemos contacto visual. Parecemos fieras.

- ¡Arrodíllese para rezar! ¿Acaso no sabe que por ser una clase de religión debemos rezar antes de iniciar la clase? - exige con prepotencia.

- No profesora - solté la granada, pero con respeto. No puedo esperar nada positivo de esto.

- ¿Y por qué no señorita Novoa? - era de suponerse, aunque se lo ha tomado con calma hoy. Me alegra.

- Porque no soy católica - segunda granada.

Se tensiona de inmediato y puedo notar como encapsula su ira. Si mi materia y mis calificaciones no dependieran de sus reglas de cómo empezar una clase de religión, no estaríamos en este preciso momento luchando profesora versus estudiante, con mis compañeras de espectadoras.

- Aquí no importa la creencia que usted tenga señorita, nosotros le rezamos a la Virgen Maria, rezamos para que el ángel de la guarda este siempre cuidándonos.

- Ese es el punto profesora. Yo no rezo, yo oro. Puede que no le importe mi creencia, pero aquella me impide levantar una plegaria a la Virgen o a un ángel tanto, como a usted su fe le hace desear que se la respeten - la tercera es la vencida.

Listo, no puede decirme nada más. Ella se arrodilla mientras deja de mirarme, cierra sus ojos y empieza a recitar su oración junto a mis compañeras, yo me quedo en mi silla como si nada.

Esta circunstancia es realmente incomoda para mi, solo quiero que ella respete mi fe, pero no lo hace. Es como si quisiera que yo, contra mi voluntad, haga lo que a ella le plazca y así no son las cosas.

Le he comentado a mi madre sobre este asunto, ella me dice que esta bien, que no me preocupe por eso, y que estaba anunciado en las Escrituras que estas cosas le pasarían a quienes sigan a Cristo, y que más adelante todo estaría peor. Supongo entonces que tiene razón en cuanto a que todo esta bien.

Mi madre, Sara y yo vamos fielmente cada domingo a la iglesia, ya sea en la mañana o en la tarde, como sea que se nos presenten los planes para ese día. Yo asisto los sábados en la tarde a la reunión de jóvenes de mi iglesia junto a mis amigas de la unidad Brenda, Alex y Mayra; voy con ellas a todas partes.

Brenda vive en mi mismo edificio, tiene ojos color verdes y su tez blanca, su cabello es bastante crespo, rubio y a la altura de los hombros. Es bajita como yo, pero en cambio es muy delgada. De verdad es muy linda. Alex en cambio tiene ojos color marrón y su piel es morena; de Brenda, Alex y yo, Alex es la más crespa, y también tiene su cabello corto a la altura de los hombros. Es la más alta de las cuatro y tiene las curvas de su cuerpo lo suficientemente marcadas. Mayra es pequeña como Brenda y yo, ella es la única que tiene su cabello liso, pero a la altura de los hombros, color de ojos marrón y es un poco más delgada que yo. Yo soy la única con el cabello hasta la cintura.

Salimos siempre juntas a la iglesia los sábados, los viernes en la noche dentro de la unidad y así. Incluso vamos juntas con nuestra líder juvenil de la iglesia a comer helado en algún centro comercial.

Recuerdo una pena que me hicieron pasar una noche, fue realmente desastroso. De las cuatro, yo sigo siendo la única que jamás ha besado a algún chico. Me sentía atraída por un muchacho 4 años mayor que yo, ni siquiera recuerdo el nombre - en realidad lo he tratado de olvidar -, el caso es que yo le gustaba - no sé cómo-.

Una noche, Brenda y Alex me dijeron que bajaramos un rato a la unidad, empezaron a molestarme.

- ¡Amelia! Esta puede ser tu oportunidad para dar tu primer beso - expresa con alegría Brenda ¿acaso esta intentando dar un salto?

- ¡Si! Amelia, tienes que hacerlo - dice Alex apoyando a Brenda, mientras tiene sus manos en su cintura y mueve la cabeza de arriba a abajo.

- No, la verdad es que creo que no quiero - me gana la timidez y la vergüenza. Esto es demasiado, esto se llama presión. Jamás le dare un beso a ese muchacho, es mayor que yo. No se si sea lo correcto. No quiero dar mi primer beso sino hasta cuando cumpla 15 años.

- Ay, Amelia ¡No seas así! - refuta Brenda, cruza los brazos y golpea el suelo con una pierna, queriendo darle como una especie de patada.

- Lo digo en serio...

- Amelia, hoy es un dia perfecto. Recuerda que él no vive aquí y sólo esta los fines de semana cuando viene a quedarse con su primo - Alex intenta hacerme recapacitar, pero no lo logra.

- No... no quiero.

De verdad, no quiero hacerlo.

- ¡Ya sé! Vamos a ir al apartamento del primo, preguntamos si esta tu chico, y te lo traemos - Brenda no puede hablar más en serio...

- No son capaces - afirmo con certeza, creo.

No había terminado de hacer el comentario cuando ví que Brenda cogió del brazo a Alex y se alejaron de mi... ¿qué acaba de ocurrir?

Me quedé congelada, si, ahí parada en el mismo sitio. Sólo veía que se iban para una parte de la unidad que une las dos torres de apartamentos, uno hacia la derecha y el otro hacia la izquierda. Caminaban realmente rápido, se dirigieron hacia la derecha, en ese edificio es donde... ¡Rayos!

¡Les había dicho que no quería! ¿Y ahora yo que hago?

Me quedé un rato esperando a que volvieran, puede que sólo sea una broma de esas pesadas que les gusta hacer de vez en cuando. Tomó unos minutos más para que volvieran, cuando pude visualizar que salían del edificio ellas, Brenda y Alex pero con alguien más... parece una silueta de hombre, en comparación a ellas es exagerada su estatura... rayos, es él.

Amigas mías tenían que ser ¿no? Me quede como una estatua, sin saber que hacer, en ese momento me convertí más vergüenza que persona. Pero no podía quedarme ahi, es decir, podía pero no quería. Fue así como se me vino la idea más brillante que se me hubiera venido a la cabeza hasta ese día de mi existencia... salir corriendo hacia mi apartamento.

Que bochornosa situación. Después cuando lo hablamos todas, se reían de mi reaccion, al igual que ellas, yo también me reía - incluso ahora - de mi misma.

No me siento preparada todavía para vivir ese momento que considero que debe ser muy especial. Con 14 años todavía me siento como una niña para ese tema. Si, quiero dar mi primer beso, pero no sin estar enamorada, tampoco sin tener claro en mi corazón de que aquel joven me quiera de verdad. Entonces, y sólo entonces, no veré problema alguno cuando dada la ocasión, yo, Amelia Novoa, dé un beso.

A veces me pongo a gastar tiempo pensando en cómo se sentirá. He visto películas donde el hombre y la mujer se besan y se abrazan, hasta el sujeto la carga en sus brazos, es muy romántico. También se me viene a la mente si un beso es sólo que los labios se toquen, o si incluye la lengua... es una disciplina muy extraña, cada movimiento que realizan al darse un beso parece que lo hubieran ensayado mil veces, todo coordina, todo parece perfecto, no se presenta ni un solo error.

Sé que es absurdo, pero hay momentos en los que sueño con dar un beso y experimentar lo que viene después de eso. Un abrazo, un beso en la frente, cogerme de las manos con alguien, salir a caminar juntos mientras comemos un helado y cosas cursis.

Dicen que las cosas buenas toman su tiempo, si es asi, entonces lo mio será mejor de lo que yo hubiera podido desear. Por ahora, seré paciente y esperaré.

Amelia Novoa
2010

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