Capitulo 21
Las mañanas parecen ser eternas, o al menos para mí. Cuatro horas de trabajo pueden ser lo ideal para pensar sin parar en qué será de ti. Mis recuerdos con David me invaden la mente todo el tiempo. Por mucho que intente estar sobria, me embriago imaginando que él está parado detrás de mí, con su mano lista para darme una nalgada y apretar mi culo con sus manos; esas manos que han recorrido cada curva y rincón de mi cuerpo, visible y oculto a los ojos.
Calma Amelia, hoy lo vas a ver. Sólo son unas cuantas horas hasta poder tenerlo cerca de mí de nuevo. Visualizarlo en mi cabeza me excita la imaginación a eyacular escenas prohibidas que desearía recrear con él sin fin, sin pudor, sin censura.
¿Pero que acabo de pensar? Mierda, Amelia. Aguanta.
Nunca he sido así, tan lujuriosa, tan avara de capturar cada beso de sus labios, incluso de pedirle sin vergüenza que me toque. Es su culpa. Antes solía controlar cada impulso de mis músculos y de mi cerebro a tener algo íntimo con alguien. Mi razón siempre dominó con facilidad mis ganas de placer. Con David, esto es imposible.
Cuando estamos juntos, solo nos interesa saciar nuestras necesidades sexuales y proporcionar tranquilidad a nuestros ansiosos cuerpos de algo más.
A veces, no sé, pienso que él me ha cambiado; pero es entonces cuando me doy cuenta de que lo único que ha hecho es abrir la cerradura que llevaba en mí. David hace que me conozca más a mí misma, y eso me asusta. Si lo que hemos hecho hasta ahora me ha sorprendido, no me imagino lo que puede venir después.
Trato de ocupar mi mente en otro asunto que no me dé calor en mi interior. Busco que hay por hacer en mi oficina, si de casualidad hay un correo que responder, una llamada por realizar o un fax que enviar. Así sea limpiar el escritorio, lo hago para aliviarme un poco. Me detengo a mirar la hora en mi celular, no son ni las 10 de la mañana todavía. Me estreso de inmediato. Respira, Amelia. Después del almuerzo en casa ellos se irán de regreso a la empresa y podrás chatear en paz, escuchar música - "mundana" - sin interrupciones, seré libre por un momento. Saldré de mi prisión a apreciar lo que me perderé mientras viva con mis padres, para regresar a mi celda a esperar desesperadamente poder abrir la reja y vivir de nuevo.
Es un poco extraño trabajar con los padres, aunque nunca he laborado en otra empresa para hacer una comparación. Es una sensación peculiar, porque tengo un gran peso y alivio encima. En cualquier momento puedo decir que tengo que ir a la universidad a terminar un proyecto con mis compañeros, y tendré de inmediato su aprobación. Pero si hay deberes, tengo que hacerlos de la manera más eficaz posible, sólo porque soy un ejemplo para sus empleados.
¿Ejemplo a seguir? ¡Ja! Sólo ellos se creen eso. Bueno, lo creían; ya no.
No quiero ser el ejemplo de vida de nadie, ¿qué hay de rescatable en mí? Frente a mis padres soy una santa, pero con mis amigos soy un caso perdido; con David, ni pensarlo.
Últimamente hablo mucho con mi ser. Con las dos clases de Amelia que existen en mi interior.
Intento realizar movimientos con mi cuerpo y hago de cuenta que estoy al borde del colapso con tanto deber en la oficina. Tengo una jodida cámara de seguridad localizada a unos 4 metros de distancia de mí, y mis padres tienen aplicaciones en sus celulares para estar pendiente de lo que sucede en la empresa mientras ellos no están. Qué bueno que por ahora esa cámara no tiene micrófono, así puedo escuchar mis canciones sucias.
Todavía me pregunto el por qué llegamos a este punto en nuestras vidas, ¿qué hubiera pasado si mi madre hubiera rechazado la invitación de Cristian de buscar a Dios? Mi madre dice que quizá yo ya a mi edad tendría un hijo con un padre irresponsable. Es realmente estúpido, tengo 18 años y lo que menos quiero es quedar embarazada antes de cumplir 28. Ella se come la historia de que yo soy igual a ella, pero eso es una gran mentira. Físicamente, somos parecidas. Ambas crespas y de piel clara; somos de ese tono de piel tan claro que grita "¡Hey! ¡Deberías tener una mejor relación con el sol!", le reprendo pensando "No, gracias, pero no deseo un cáncer en mi piel".
Mi madre cree que me encuentro en el nivel superior de tontas, pensando que voy a parir el hijo del primer tipo que se aparezca en mi camino. Ella es desesperante con ese tema, ni que fuera tan fácil, ni que fuera tan ignorante como lo fue ella, que por eso quedó embarazada de mi hermano cuando tenía 17 años de edad. Tampoco inhumana para pensar en abortar una inocente criatura, como ella. Soy una mujer de 18 años y sigo siendo virgen - no totalmente... pero algo es algo -, con eso le compruebo a mi madre que tengo mi voluntad más fuerte que el de ella: pero demuestro que quizá algo no está bien... a mi parecer
Lo cierto es que si ella no hubiera buscado a Dios, gracias a Cristian, mis padres e hubieran separado. Si eso hubiese llegado a suceder, no lo hubiera pensado dos veces y le hubiera dicho a mi padre que me llevara de vuelta a New Jersey. Pero no, aconteció lo contrario.
Ahora somos una familia muy... "unida", pero no me siento ligada a ellos. Sus pensamientos son opuestos a los míos, al igual que mis deseos. Excepto con Sara, ella es igual a mi en ciertos sentidos. Si mis padres piensan que yo le he dado dolores de cabeza, será mejor que se preparen, porque mi hermana menor viene en camino. Con Cristian, pues, la situación ha cambiado. Mi hermano dejó de ser cristiano.
Mis padres son muy, muy religiosos. Este tema me indispone. Yo, para ser clara, no estoy en contra de las religiones, o de asistir a un culto o a una misa. Cada quien hace lo que desee con su vida. Pero si detesto rotundamente las imposiciones, odio que intenten lavar el cerebro de las personas diciendo que si no son cristianas irán directo al infierno.
A pesar de que no sea cristiana - claro, eso no lo demuestro por mi bien -, frente a los ojos de mis padres, de mi familia, del pastor Miguel y de todas las familias que se congregan a sus discipulados, yo me bauticé, estando con ellos. Ese acto, que parece insignificante, lo es todo para ellos. Fue ese descenso a las aguas de un rio que me hizo hija de Dios y me limpió de todos mis pecados del pasado. Ahora, ese acontecimiento me atormenta, porque según las escrituras, yo debo obedecer y no mirar hacia atrás. Ese suceso me condena a seguir un camino que no deseo recorrer, infinitamente.
Creo que es tiempo. Este es el tiempo indicado de iluminar la verdad oculta, liberar mis tinieblas, mostrar quien soy; y lo más importante: contar mi versión de los hechos.
Esta es mi historia. No se trata del fin del mundo, pero si de la exposición de mi alma y de el deterioro de mi ser.
Amelia Novoa
2015
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